Tras El Perfume...(Segunda parte)
Estaba mareado, aturdido, sudoroso, humillado y relleno de semen, pero eso era tan solo el principio. Alguien, unas manos femeninas al menos, había agarrado firmemente mis huevos y los estaba atando de tal manera que me hizo pensar que iban a estallar. A su vez introducía una especie de varilla por mi uretra, era muy fría y supuse que era de metal.
Mi cuerpo temblaba de arriba abajo como si fuese un flan, aquellas palabras me habían quitado el aliento y mi mente comenzó a pensar rápidamente “¿yo una zorrita, Lulu?”… un sudor perlado comenzó a recorrer mi cuerpo.
El antifaz volvió a tapar mi vista haciendo que mi imaginación volara, algunos temores que había rechazado hace tiempo volvieron a aparecer. ¿Volvería a recuperar mi vida tranquila?
Mientras mi mente volaba los acontecimientos ocurrían a mi alrededor, escuchaba jadeos, fuertes golpes que me hicieron sospechar que alguien estaba usando un látigo, gritos, tanto de placer como de dolor, y a su vez un fuerte olor a sexo, sangre y orín.
Yo estaba deseando que nada de eso me sucediera a mi cuando de pronto unas manos fuertes y nada femeninas agarraron mis nalgas, las separaron, sacaron el butt plug y mi respiración se contuvo deseando que aquello fuese lo único que ocurría, que realmente habían decidido liberarme después de todo. En realidad aquellas manos una vez fue retirado el Butt plug aun separaron más mis nalgas y, el agujero estaba muy dilatado para entonces, penetrar algo totalmente distinto al “juguete”… un pene duro, carnoso y caliente comenzó a bombear mi ano. Me revolví instintivamente, los hombres no han entrado nunca en mis gustos sexuales, intente evitar ser penetrado por aquel hombre, me movía furioso y eso conllevaba un dolor extra en mi ano.
Para mi desgracia alguien agarro mi cara y comenzó a penetrar otro pene a través del aro que llevaba mi mordaza; la humillación comenzó a superarme, estaban violando todo cuanto yo era. ¿En qué me estaban convirtiendo?
No sé cuánto tiempo paso pero si sé que fueron muchos minutos y muchos penes los que tanto en mi boca como en mi ano fueron penetrados, todos ellos se corrieron en ambos lugares y por desgracia no podía ni escupir, ni expulsar tal cantidad de semen, trague mucho, sentí nauseas, pero la humillación evito que vomitase.
Cuando yo creí que iba a desfallecer note que volvían a insertarme el butt plug sin vaciar mi ano de semen, querían que se mantuviese en mi interior. A su vez cambiaron la mordaza por otra idéntica pero que taponaba mi boca completamente, también deseaban que el semen se quedara en mi interior. Cuanta crueldad.
Estaba mareado, aturdido, sudoroso, humillado y relleno de semen, pero eso era tan solo el principio. Alguien, unas manos femeninas al menos, había agarrado firmemente mis huevos y los estaba atando de tal manera que me hizo pensar que iban a estallar. A su vez introducía una especie de varilla por mi uretra, era muy fría y supuse que era de metal.
Los brazos me los alzaron aún más, los sentía tensos y dolorosos, era incapaz de moverlos hace ya muchos minutos, pero aun así me los alzaron casi por encima de mi cabeza; la posición era tremendamente incomoda pero no sospechaba lo que me venía encima.
El primer golpe me hizo casi tambalear, fue un golpe seco, duro y tremendamente doloroso en mis muslos. Llegaron varios golpes similares en muslos, nalgas y costados.
Las lágrimas comenzaron a aflorar bajo el antifaz, estaba rabiando de dolor, deseando que todo aquello parase.
Tras una cantidad indescriptible de golpes note que mi vejiga no resistió más y comencé a orinarme encima, pero tenía la uretra penetrada por la cánula y aquello hizo que me doliese y me ardiese totalmente. La gente reía a mi derredor al ver cómo me meaba encima cual niñita, incluso lo decían en voz alta “mirad la niñita como se mea encima”.
Todo mi ser estaba deseando desplomarse, desvanecerse, quedar totalmente inconsciente para dejar de sufrir, pero algo en mi interior me impedía quedar inconsciente.
Los golpes cesaron y sentí que me dejaban tranquilo durante un rato, también note que me habían bajado los brazos totalmente y ahora reposaban sobre mi espalda. Mis nalgas y muslos ardían ahora realmente. Yo intentaba aullar, pero lo único que salía a través de la mordaza era un pequeño sonido gutural apenas perceptible con tanta gente hablando, riendo y disfrutando de los castigos que, supuse, nos estaban propinando a todos.
Una mano cariñosa y cercana comenzó a acariciar mi pelo, mi pecho, mis huevos, todo mi cuerpo, el olor de un perfume conocido llego a mis fosas nasales, Lorena estaba delante mía. Me susurro con una voz tremendamente aterciopelada y cariñosa, que lo estaba haciendo muy bien, estaba siendo muy valiente y les estaba sorprendiendo a todos mi “resistencia”, debía seguir así. Continúo acariciando todo mi cuerpo, besando mis labios a través de la mordaza, acariciando mi glande, y sorprendentemente, consiguiendo una erección espectacular. “Así me gusta, que disfrutes” me dijo.
Su mano experta comenzó a bombear mi erecto miembro, arriba, abajo, moviéndolo enloquecidamente, sin parar, como si fuese el fin del mundo. Me había retirado la cánula y todo aquello era muy placentero, incluso me estaba olvidando parcialmente de mi sufrimiento. Oí como llamaba a una chica, al menos uso el nombre de una mujer, Dalilah, le ordenó que usase la boca en mi miembro hasta que consiguiese mi placer absoluto.
Dalilah tenía una boca experta, movía sus labios con delicadeza pero una firmeza inusual, casi parcia que estaba yo usando mi propia mano. Me deje llevar y al cabo de un buen rato mi semen se esparció por su boca.
Unos aplausos cercanos y seguramente dirigidos a la muchacha comenzaron a resonar. Lorena volvió a acercarse a mí y en un susurro que paso casi inadvertido para mi me dijo “ahora vas a aprender a hacer lo mismo que Dalilah, Lulu”…