Transformándome en Carolina
El deseo de un hombre de 23 años en sentirse completamente una chica y complacer a la mujer que le domina
Transformándome en Carolina.
Este es el día, el día en que iniciará aquello que no creí que llegara nunca a mi vida. Mi ama, la primera de mi vida ha ido por mí a casa. Tal y como me lo explicó por teléfono, un ama decide cuando y donde es el punto de reunión, ella es quien te lleva a ti a casa y que tu tengas la incertidumbre del sitio al que te lleva y un ama jamás cobra por estar con un sumiso. Es un acuerdo mutuo de placer, un pacto entre ambos donde la falta de respeto y el lucro, lo arruinan todo.
Estoy sentado y aún me expreso de mí en masculino. Me encuentro sentado en el asiento del copiloto, por mi mente se dibujan todas las escenas posibles de lo que me aguarda, no puedo ver por la ventanilla así que no tengo ninguna referencia visual del camino por el que vamos y no conoceré la fachada de la casa de mi ama, esto incrementa mi excitación, mi adrenalina y solo puedo pensar en como iniciará todo.
Ella es amable conmigo en todo momento, desde nuestro primer encuentro telefónico y hasta este momento, su manera de hablarme es como si de dos amigos se tratase, entiende que soy principiante, un chico virgen en el tema de la sumisión, pero muy documentado, seguro de lo que desea y sin tabúes en la cabeza.
Cruzamos la puerta de su casa y en ese momento, siento como desliza sus manos por detrás de mi cabeza para retirar la venda que me impedía ver, me mira fijamente pero de modo amigable. Ella frente a mi, comienza hablarme y se que a partir de ahora, las cosas tomarán el rumbo que deben tener.
Quiero que entiendas que a partir de este momento, todo lo que hemos hablado por teléfono, se irá realizando poco a poco. Al cruzar la puerta de mi casa, dejas atrás todo lo que no quieres que forme parte de este mundo nuevo que se descubre ante ti, en mi casa y en todo lo que hagamos serás desde hoy Carolina, tú así te has nombrado y yo lo he aceptado, creo que es un nombre que te va muy bien. Para ti, soy desde hoy, tu ama y así tendrás que dirigirte a mi en todo momento, aquí, podrás liberarte de tu mundo ordinario, experimentarás todo aquello que has imaginado y cosas que jamás pensaste que podrías vivir, si pones tu placer y tu vida en mis manos, yo se que no te arrepentirás y vivirás lo más excitante de toda tu vida. Dime carolina, ¿aceptas todo lo que te ofrezco? –sí ama.
Al responder, sus manos tomaron las mías, su mirada se endureció ante mis ojos y una parte de mi parecía que se hacía más pequeña. Por un lado mi sentido de la razón me decía que era una tontería, que estaba arriesgando mi vida, estaba muy lejos de mi casa, en un sitio que no conocía, con una mujer que podía ser capaz de drogarme, matarme, etc. por otro lado, mi deseo, mi morbo por entrar a ese mundo del que tanto leí, del que tanto me informé y que sin saber su nombre, ya deseaba conocer, me decía que confiara, que la mujer que tenía enfrente, era movida por las mismas emociones y mi vida no estaba en riesgo, solo estaba apunto de cambiar para siempre.
Después de esta bienvenida, nos dirigimos al salón, en todo momento era notorio el buen gusto de mi ama, mi primer ama, en muebles, decorado, etc., su buen gusto tanto para vestir como para vivir, me hacen pensar que también lo tiene en su modo de ser como ama. Ella es alta, solo tres centímetros más baja que yo, su cabello es rubio y su figura es atlética, todo su cuerpo está bien proporcionado y su porte es único; sus ojos, me embriagan y solo con mirarla soy capaz de decirle que si a todo lo que ella me pida.
Yo soy alto, mido180 centímetros, soy muy delgado, no me gusta hacer ejercicio y a pesar de comer bastante, me conservo delgado, ideal para la ropa de chica. También en cuanto a los zapatos, aunque soy hombre, mi número es el 38 aunque puede variar y en ocasiones compro zapatos del número 40. Estas medidas al ser chico hacen casi imposible que encuentre zapatos que me gusten y que sean de mi número pero hablando de zapatos de chica, tengo todo un mundo de modelos para elegir.
Mi ama está sentada junto a mí en un amplio sillón de cuero negro con una textura muy suave que es confortante al tacto. Mi ama comienza a hablarme de los planes para esta tarde y me trata como si de una niña se tratase, una dulce e inocente chica de tal vez 15 o 18 años. Yo en la vida real tengo 23 pero el trato que ella tiene hacia mi me encanta.
Muy bien Carolina, hoy nacerás ante el mundo, quiero que estés tranquila, relajada y hagas caso de todas las indicaciones que te valla dando con el paso del tiempo, ¿entendido? –si mi ama. –perfecto. Lo primero que quiero que hagas cielo, es que te desnudes, toda tu ropa masculina tiene que quedar fuera y la pondrás en esta bolsa a lado de la puerta por la que has entrado, eso significará que solo en esta casa y a donde yo valla, serás Carolina pero no dudo que después de un tiempo quieras serlo toda tu vida.
Al terminar esta frase, mi ama, rió con un tinte casi malévolo y en el acto, yo hice lo que me ordenó. Esta manera de desnudarme frente a una mujer, era inusual completamente para mí, no es igual que cuando tienes sexo con una tía sobretodo porque siempre son ellas las que están desnudas antes que yo.
Coloqué toda mi ropa dentro de la bolsa de plástico que mi ama me dio. Coloqué mis zapatos, calcetines, calzoncillos, camiseta e incluso mis gafas, que forman parte de mi personalidad pero ahora como Carolina no deseaba que ese artículo formara parte de mi vestuario. Me levanté desnudo del sillón y sentía como los ojos de mi ama, se deslizaban por toda mi piel, inspeccionando cada rincón de mi cuerpo y seguía fijamente mis movimientos. Llevé la bolsa hasta la puerta, intenté ser lo más rápida posible y al caminar, sentía el balanceo de mis testículos y de mi pene lo cual me avergonzaba un poco.
Al regresar al sillón la sonrisa de mi ama me demostraba aprobación y ahora colocaba sus manos por mis muslos, mi estómago, y mientras lo hacía, seguía hablando de mi transformación.