Transantiago

Acoso de joven a mujer gorda en un bus.

TRANSANTIAGO

Quizás los que no vivan en Chile, no sabrán mucho de lo que hablo, pero los que habitamos en este delgado y largo país, más si son de Santiago, sabrán exactamente al ambiente adonde los quiero llevar.

Se trata de un nuevo sistema de locomoción colectiva, donde luego de traer modernas máquinas del extranjero, buses automáticos, mas grades , modernos, con orugas etc, cambiando recorridos horarios de salida y otras cosas, la locomoción en esta capital paso a ser un completo desorden. El gobierno tapado de reclamos, buses completamente llenos, con disturbios en las calles, la gente sin saber que locomoción tomar, llegando atrasados a sus trabajos, con largas filas en los paraderos para abordar uno de estos modernos buses que siempre, especialmente a la hora de las 8 de la mañana, iban atestados de gente.

Para mi, en lo personal, este cambio fue bueno, ya que ahora en vez de tomar dos locomociones, solo tomaba una y me dejaba solo a dos cuadras de mi trabajo. Más aun me beneficiaba, ya que con tanta gente, todos amontonados como sardinas, era un escudo para ocupar el puesto detrás de alguna mujer o estudiante, y aprovechar para frotarme contra ellas, durante todo el trayecto, ocultando mis verdaderas intenciones dentro de todo ese tumulto de gente.

Digan lo que digan, a muchas mujeres les gusta ser manoseadas en este tipo de lugares y aunque muchas veces me lleve reclamos de algunas, otras tantas no solo se quedaban quietas dejándome actuar, si no que también participaban de mis roces. Fue a si, como una mañana muy temprano, luego que dos buses pasaran, me quede en la posición número 10 de la fila, para ocupar el siguiente bus que estaba por llegar. Ya en la fila busque a mi victima. Era una mujer de unos 35 años, muy gordita, de clase media baja, con un delgado vestido, con su pelo largo aun mojado, a la espera de ir seguramente a su trabajo. Por lo general no me gustan las mujeres gordas, pero esta dama en cuestión, era un manjar. Con un culo no grande, sino inmenso, con una cintura, aun siendo gordita, muy demarcada, y con unos pechos extraordinariamente grandes, casi tan gigantescos como su culo. Ella estaba dos posiciones delante de mi y seguramente al subirnos quedaría a mi alcance, por lo que solo tenía que ubicarme detrás de ella, para dar rienda suelta a mis mas bajos instintos.

Entramos a empujones al bus e inmediatamente fuimos ocupando el pasillo del bus. Ya al momento de subirnos este se encontraba bastante lleno, por lo que quedamos de pie, obviamente yo detrás de mi victima. El bus siguió llenándose de gente, empujándonos cada vez más y mi gordita delante mió. El bus se pone en marcha y yo situado estratégicamente detrás de ese gigantesco trasero. No necesitaba hacer un gran esfuerzo para frotarme con ella. Sentía a la perfección sus grandes nalgas apoyadas contra mi verga que ya presentaba una gran erección. Con el movimiento del viaje no dejaba de frotarme contra ella, la que seguramente ya había sentido el pedazo de carne entre sus nalgas, pero sin poder hacer nada, se quedó ahí, hasta que ya notando que con mis movimientos ella no ponía ninguna señal de rechazo, lleve la situación al siguiente paso. Mi mano le comienza a acariciar una de sus nalgas, en un principio suavemente hasta que notando que tampoco era rechazada, esos toqueteos siguieron mas y mas en aumento, abarcando la totalidad de su culo. Era imposible que la muchacha no se estuviese dando cuéntalo que ese desconocido le estaba haciendo por detrás, y es mas, parecía gustarle, ya que sentí como sin necesidad alguna su cuerpo se echaba mas para atrás apretándose mas contra mi cuerpo.

Ya nuestros movimientos eran completamente notorios de lo que estábamos sintiendo el uno por el otro, a si que sin vacilar, la tome descaradamente de la cintura. Ella mantenía un total silencio y suavemente, mientras nos movíamos al vaivén de la máquina, mi mano fue bajando hasta toparse con el borde de su calzón aun por sobre su delgado vestido. Ella se movió un poco, tratando de mirar hacia atrás quien era el desconocido que la acariciaba furtivamente dentro de ese montón de gente, pero sin conseguir me, no le quedó mas remedio que entregarse al placer. Mis dedos hábilmente lograron correr un poco su calzón. Sentí su mano sobre la mía, tratando de corrérmela, pero sin conseguir movérmela ni un centímetro no le quedó mas opción que dejar que es de desconocido siguiese en su avance.

Podía sentir perfectamente los pelos de su zona genital, los acariciaba por sobre su delgada tela, hasta que me encontré con la entrada de su vagina. Pude sentir la humedad que tenia la muchacha en dicha zona y presionando mas aun por sobre su vestido logre que mi dedo se introdujese en dicha parte. Ella se puso muy nerviosa, y nuevamente trato de mirar hacia atrás, pero estábamos tan pegados, que no pudo conseguirlo. Mientras me frotaba contra ella y mi mano intruseaba su sexo, su mano fue hasta su zona genital y corriéndose ella misma su prenda interior, permitió que mi dedo avanzara más allá. Su culo se movía generosamente hacia atrás, sintiendo estremecer su cuerpo a mis caricias. Sabía perfectamente que ya estaba entregada a mi, a si que sin pensarlo con mi mano libre, la metí por detrás, bajo se vestido, acariciando directamente sus nalgas. Con todo el movimiento su calzón se había metido entre ellas, y sacándolo de su prisión, y mi dedo pasando a ocupar esa posición, encontró la entrada de su culo, y sin decir nada, se metió ahí.

La muchacha se sintió penetrada por mi dedo intruso se movió como queriendo que se lo sacara, pero yo, enfermo de caliente, la penetraba por delante y por detrás con mis manos. Luego de unos movimientos, la muchacha se entrego completamente y sin forcejear mas, me comenzó a mojar mi dedo con un abundante fluido proveniente de su orgasmo. Luego de esto se logro separar de mi y a empujones, pidiendo por favor que la dejasen pasar, llego hasta la puerta del bus y mientras esperaba que le abriesen, nuestras miradas se cruzaron. Bajo del bus y mientras este se marchaba nuestras miradas se pegaron hasta que la perdí de vista.

Aporte de Juan Sebastián - Chile

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