Transacciones Humanas
El Mercado de Esclavas Conchita de Oro busca esclavas para el próximo remate a realizarse el domingo.... Este aviso aparecía en un diario local con cierta regularidad. Por ese motivo con la llegada de barcos de turistas siempre había algunas personas atentas a qué mujeres se las podía secuestrar para luego vender en el Mercado
Transacciones humanas (Mercado de Esclavas)
Autor: Ricardo Erecto
"El Mercado de Esclavas "Conchita de Oro" busca esclavas para el próximo remate a realizarse el domingo...."
Este aviso aparecía en un diario local con cierta regularidad. Por ese motivo con la llegada de barcos de turistas siempre había algunas personas atentas a qué mujeres se las podía secuestrar para luego vender en el Mercado.
Las mujeres que eran llevadas al mercado se alojaban allí hasta el día del remate. El 50% de lo recaudado era para el secuestrador y el 50 % para la Casa de Remates. También eran llevadas otras esclavas que sus dueños deseaban vender, pero lo más atractivo eran las nuevas. Se pagaban muy buenos precios.
Normalmente eran tomadas, cuando bajaban de los cruceros, prometiendo llevarlas al hotel o hacer una recorrida por los alrededores. Una vez en los automóviles se las invitaba con una pequeña copa de una bebida típica. Con poco alcohol pero con mucho somnífero. Una vez que despertaban ya estaban en poder de los mercaderes.
A propósito del aviso antes mencionado Joaquín se acercó al puerto a la espera de las pasajeras. Entre los turistas divisó dos grupos interesantes. Uno de tres jovencitas de 18 a 20 años y otro grupo de cinco jóvenes de 23 a 27 años. Averiguó dónde se alojarían y puso en marcha el plan de secuestro.
Joaquín poseía una camioneta de 9 asientos, más que suficiente para llevar al grupo más numeroso. No llevaría a los dos grupos una sola vez.
Se presentó en hotel del primer grupo y se ofreció para un paseo por los alrededores por un precio muy conveniente. Las tres jóvenes aceptaron de inmediato y quedaron que al día siguiente por la mañana pararía a buscarlas.
Fue luego al hotel del segundo grupo individualizado e hizo una propuesta similar para el día subsiguiente. Las cinco jóvenes también aceptaron. Joaquín estaba eufórico. Si lograba secuestrar a las ocho mujeres, le quedaría un buen saldo luego del remate.
Las nueve de la mañana del día siguiente las tres jovencitas subían a la camioneta de Joaquín. Hicieron una pequeña recorrida por las afueras y las invitó con la bebida nacional.
-Pueden tomarlo con tranquilidad. Casi no tiene alcohol.-
Las tres bebieron la pequeña copa que les ofreció. Poco después comenzaron a bostezar para luego quedar completamente dormidas.
En ese estado podía estar seguro que no se despertarían por cuatro horas, soportando cualquier movimiento o traslado. Detuvo la camioneta e inspeccionó a las jovencitas. Cómodamente podía levantarles la falda y poner su mano debajo de las bragas para acariciar las partes que quisiera. Las chicas no despertaron. Luego observó las tetas. Firmes, turgentes, hermosas. Serían vendidas a muy buen precio.
Dedicó su atención a una de ellas. Tenía un buen cuerpo que podía adivinarse debajo del vestido. Ya que disponía de suficiente tiempo se internó en un bosque vecino. Extendió una lona sobre el piso y depositó el cuerpo de la joven. Comenzó a quitarle la ropa.
Debajo del vestido tenía solamente las bragas. Unas tetas firmes, con unos pezones duros y rojos impresionaron al secuestrador. Los acarició largamente y los pellizcó con suavidad. Hacía tiempo que no tenía unas tetas así de firmes a su disposición.
Luego le bajó las bragas que eran de tamaño extremadamente reducidas. Solamente una línea de pelos encima de la raja intentaba cubrir la entrada, sin lograrlo. Deslizó su mano hasta la entrada y separó los labios exteriores. Apenas dejaban ver el conducto vaginal. -Una conchita sin uso o con muy poco uso-, pensó para sus adentros. Quizás luego la usara.
Ahora tomó a la joven por la cintura y la dio vuelta, quedando boca abajo. El culo también era firme y de piel tersa y suave. Pasó la mano uno y otra vez por los glúteos. Luego con ambas manos separó los cachetes quedando el ano a la vista. También este agujero estaba cerrado. Seguramente nunca había sido sodomizado. Su dedo índice se ubicó a la entrada y comenzó a presionar.
A pesar que la joven estaba dormida algún reflejo le hico cerrar aun más el culo. El hombre abandonó su intento. La puso nuevamente boca arriba y separando sus piernas se dispuso a penetrarla, luego de colocarse el preservativo. La vagina estaba húmeda y no le resultó difícil meterla hasta el fondo. Pocas veces había estado tan excitado. En unos pocos bombazos notó que se corría.
Rápidamente la vistió nuevamente y la subió a la camioneta, que puso la camioneta en marcha y se dirigió al Mercado.
-Tengo tres jóvenes para el próximo remate. Vea que calidad de carne.-
El mercader palpó las tetas y los culos de las jóvenes, les bajó las bragas y observó sus intimidades.
-Has traído buen material. Ya pido a los muchachos que las bajen. Ven el día del remate que te pagamos tu parte al contado.-
-Creo que mañana traeré cinco más. En el último crucero vino buena carne. No son tan jóvenes como éstas pero están muy buenas para venderlas.-
-Veo que éstas son muy jóvenes, pero te espero mañana con más material para el remate.-
El mercader ordenó que bajaran las mujeres y las colocaran en celdas aisladas esposadas en la espalda, sus bocas selladas con cinta de embalar y con collar metálico en sus cuellos. Un guardia quedaría en las inmediaciones de las celdas, para avisar cuándo se despertaran.
Cuando la primera de las jóvenes despertó trató de moverse y gritar pero le fue imposible. El guardia le indicó que se quedara quieta que pronto vendrían a buscarla. Poco después despertaron las otras dos. El guardia llamó al jefe para comunicarle la novedad.
-Bien, que las lleven a las salita que veremos un video. Que sigan amordazadas.-
Una vez ubicadas las sillas y amarradas a las mismas, el jefe dijo:
-Ustedes han sido secuestradas para ser vendidas como esclavas en un remate. El destino de las esclavas es un tanto incierto, porque el propietario podrá hacer con ustedes lo que quieran. Es frecuente entonces que hasta el día del remate quieran revelarse. Les vamos a pasar un video de alguna joven que no aceptaba nuestras órdenes.-
-Desde este momento ustedes han perdido todos sus derechos. Por el momento pertenecen al Mercado de Esclavas Conchita de Oro hasta el día en que sean rematadas. Entonces pasarán a ser propiedad del honorable ciudadano que las compre.-
-El video que van a ver es solamente una muestra de lo que les puede ocurrir si no nos obedecen ciegamente. Es una advertencia para que luego no puedan decir que no lo sabían.
A continuación se veía una joven rebelde que era llevada a un poste y luego de desnudarla era flagelada con un látigo hasta que aceptaba obedecer No se escatimaban lugares del cuerpo de la joven en castigar. Entonces pararon la proyección.
-Esta jovencita no quería ser vendida como esclava por lo cual debimos aplicarle un correctivo. Normalmente con esto alcanza y se llega al día del remate sin problemas. Luego de esta lección la joven aceptó su destino y fue vendida normalmente a un prostíbulo. Por eso les recomiendo que obedezcan todo lo que se les diga para evitar ser castigadas. Hubo una joven que a pesar de esto continuó y debimos recurrir a una solución más drástica.-
Comenzó nuevamente la proyección. Aquí una joven, desnuda, con muchas marcas de látigo en su cuerpo y con los brazos atados en la espalda era llevada al patíbulo. Luego de colocarle una soga al cuello, se abre la pequeña trampa que tiene a sus pies y es ahorcada, quedando su cuerpo balanceándose.
-Como verán, si hay que tomar medidas drásticas, se toman. Además sirven de ejemplo para las demás. Los cuerpos de las jóvenes ahorcadas luego son congelados para su posterior venta, aunque su valor es mucho menor. Las escuelas de medicinas son las compradoras.-
Las tres jóvenes estaban horrorizadas. No había salida y era mejor obedecer. El jefe ordenó que las acompañaran a las duchas y que luego le suministraran la ropa a usar hasta el día del remate. Se dirigieron a los baños donde debieron desnudarse bajo la mirada atenta del guardia. Luego de bañarse, se secaron y les dieron una túnica para cubrir sus desnudeces.
-Ahora a almorzar- ordenó el guardia.
Una vez finalizado el almuerzo y luego de colocarle esposas en las muñecas con los brazos en la espalda fueron conducidas a sus respectivas celdas.
Ese mismo día y mientras almorzaban, las otras cinco mujeres, dormidas por efecto de la droga agregada a la bebida ingresaron al Mercado y el tratamiento fue similar. Las ocho permanecieron en sus celdas, por tres días consecutivos. Podían salir solamente hasta el baño tres veces por día, ya que comían dentro de la celda. Permanecían con la túnica que les fue suministrada y la mayor parte del tiempo estuvieron esposadas.
Dos días después uno de los guardias procedió a una depilación exhaustiva de sus pubis y los labios vaginales. El jefe no quería ver pelos cerca de las conchas de las esclavas a vender.
Al cuarto día fueron despertadas muy temprano. Se les quitaron las esposas, se les ordenó quitarse la túnica y pararse delante de las celdas en fila. Las ocho mujeres obedecieron sin hesitar. Uno de los guardias comenzó a unir el collar de una con el de la siguiente de la fila por medio de una cadena. Una vez que todas estaban unidas por sus cuellos el mismo guardia comenzó a colocarles grilletes en sus tobillos con cadenas de sólo 40 centímetros.
-Ahora esperarán quietas dónde están a que venga el jefe y obedecerán sus órdenes.-
Las ocho jóvenes estaban como paralizadas, sin saber que hacer. Ni siquiera hablaban entre ellas. Alguna intentaba dar algún paso para verificar el largo de la cadena de sus tobillos o tocaba el candado que unía la cadena con su collar. Comprendieron que no podrían liberarse de ninguna manera. Poco después llego el jefe.
-Ahora caminarán hasta el fondo del parque. Allí hay un estrado similar al que se usará para el remate. Allí les tomaremos algunas fotos para nuestros archivos y para preparar la carpeta de venta y asegurarnos que lograremos buenos precios por las ventas de sus cuerpos.-
-¿Y tendremos que caminar así desnudas y encadenadas?.-
-Por supuesto. Hay algunos visitantes en el parque que gozarán viéndolas sin ropas y en actitud sumisa. Por las duda yo mismo y los guardias que nos acompañarán tendremos látigos a mano por si alguna de ustedes quiere revelarse. Ya saben que la que no obedece -
No hacía falta terminar la frase. Habían visto el video. A pesar de la humillación que significaba desplazarse encadenadas y desnudas a la vista de los visitantes, comprendieron que no había solución. ¡Debían hacerlo!.
Poco después salían del pabellón de celdas. Un sol radiante iluminaba sus cuerpos desnudos dando más realce a los mismos. Sus pasos debían ser cortos. Los grilletes no les permitían mucho movimiento. A los pocos metros unos cuantos hombres formaban una doble fila para observar el paso de las esclavas del próximo remate. Las dudas de revelarse se esfumaban con la sola vista de los látigos que portaban sus guardias
Caminaron casi una milla hasta que divisaron un estrado. Allí fueron conducidas. Uno de los guardias fijó, con un candado, un extremo de la cadena que unía sus cuellos a un poste. Entonces se dirigió a la última de la fila y luego de atarle las muñecas en su espalda soltó la cadena del collar Antes de ser subida la primera para ser amarrada, uno de los guardias se acercó con un sello y estampó un número por encima de la teta izquierda.
-Ese será el número que las identificará en el remate. Tardará mucho tiempo en borrarse la tinta que hemos usado.-
Comenzó con el número 408. Entonces el jefe tomando su cámara fotográfica, comenzó con varias tomas desde distintos ángulos.
El estrado era una plataforma a un metro de altura sobre el piso. Había unas veinte pequeñas columnas dispuestas en semicírculo. A una de ellas se dirigió el guardia tomando de un brazo a una de las jóvenes. La puso de espaldas a la misma y con una correa rodeó la columna y pasó uno de los extremos por una de las argollas del collar de la joven. Trabó la correa para fijar, de esa manera, el collar a la columna.
Ahora la esclava apenas podía moverse sin abandonar su posición.
La misma operación se repitió con las siete mujeres restantes. Poco después las ocho jóvenes tenían estampados los números sobre su cuerpo (la última el 415) y su collar unido a sendas columnas. El jefe tomó el látigo y descargó un azote en el vientre de cada una.
Cada una emitió un fuerte gemido al recibir el castigo. No lo esperaban ya que se habían comportado como sumisas. El jefe les aclaró:
-Este pequeño azote es para ver cómo reacciona la piel. Es solamente una prueba. Recuerden que deben lucir buenos cuerpos y en actitud complaciente para obtener buenos precios cuando sean vendidas. A los dueños de los prostíbulos les gusta carne en buenas condiciones. Que satisfagan al cliente y que puedan sacar buen dinero de la explotación de sus cuerpos-
Dirigiéndose a uno de los guardias le indicó que se quedaría al cuidado de ellas hasta que les avisara. Por lo tanto las mujeres permanecerían encadenadas en el estrado y al sol. Todos, excepto un guardia, se retiraron.
Al cabo de una hora el sol y el calor se hacían sentir. Comenzaban a dolerle los músculos por estar paradas y la imposibilidad de moverse. Una de ellas pidió agua, ya que la sed la abrasaba.
-No tengo orden de darte agua. Deberás soportar la sed, por lo menos por ahora.-
-¡Por favor!. Tengo sed. Me voy a deshidratar.-
-Ese no es problema mío. El jefe no autorizó a que diera agua. Ahora cállate o deberé amordazarte y azotarte.-
El guardia sabía que cuando eran llevadas a ese lugar, permanecerían así hasta caer el sol. Faltaba mucho tiempo y decidió entretenerse manoseando esos cuerpos que estaban a su disposición. Se acercó a una de ellas y comenzó a magrearle los pechos, pellizcarle los pezones y probar la humedad de la vulva. Cuando se hubo satisfecho de la primera esclava pasó a otra. Con sus manos también recorrió el culo de la joven que llevaba el número 410...
Acercó luego la mano a la concha. Era suave y húmeda. Por su parte ya sentía una erección por lo que decidió violarla. Era frecuente que los guardias y aun el mismo jefe usaran alguna de las mujeres. No eran más valoradas porque fueran vírgenes y, de hecho, la mayoría ya no lo eran cuando llegaban Conchita de Oro. Sacó su verga y la acercó a la entrada de una de las más jóvenes.
La esclava, ante la inminencia de la violación primero rogó que no lo hiciera pero ante el avance del guardia no pudo contener las lágrimas. Sin inmutarse el guardia separó primero las piernas de la joven y luego los labios de la concha y comenzó a empujar. Poco después la tenía toda adentro.
Las demás esclavas miraban con cierta angustia. Ellas mismas podían ser violadas por este u otro guardia. Tal como estaban amarradas les sería absolutamente imposible evitarlo. Poco después un potente chorro de semen invadía las entrañas de la joven.
El guardia se alejó unos pasos para descansar mientras esperaba el regreso del jefe. Faltaba mucho todavía y comenzó a pasar revista entre las siete restantes, evaluando cuál sería la siguiente que penetraría. Mientras tanto la joven violada sollozaba en silencio mientras el semen que salía de su concha se deslizaba por los muslos.
Tenía tiempo suficiente como para imaginar cómo la violaría. Le hubiera gustado usar el culo de la 414 pero de la manera en que estaba amarrada era imposible. Continuó analizando los cuerpos. Finalmente se decidió por la 413. Ésa sería la que luego violaría. Se acercó y tomó ambos pezones con sus dedos.
-¡Cómo me gustaría tener dinero para comparte!. No te imaginas de las distintas maneras que te usaría, pero eso está reservado para otros. Yo solamente me puedo deleitar apretándote las tetas o retorciéndote los pezones. Ya me estoy calentando y lo mejor será dejar la leche en tu interior.-
-¡Señor, no me viole!. Hago lo que me indique pero no me la ponga en la concha. ¡Por favor señor!.-
-¿Y qué puedes hacer tú para complacerme en lugar de cogerte?. ¡Nada!. No tienes nada que yo no pueda tomar sin pedirte permiso o con tu consentimiento. Quizás esta noche vaya a tu celda y te la meta por el culo o le diga al jefe que te has portado mal y me permita castigarte. No serías la primera que acuso de mal comportamiento y yo mismo podría castigarte y hasta hacer que te pongan la soga al cuello. Aquí no veles nada. Eres una simple esclava que será rematada como ganado para que alguien use tu cuerpo. Separa las piernas que voy a cogerte.-
La 413 comprendió que su destino era obedecer de ahora en más. Y debería obedecer cualquier orden por humillante y degradante que fuese. Separó las piernas todo lo posible para que el guardia la violara. No tenía alternativa. La vista del látigo la intimidaba.
El guardia la penetró sin dificultades. Se movía lentamente haciendo interminable la corrida. Mientras la cogía aprovechaba para meterle un dedo en el culo o apretarle los pezones. Esto desexcitaba a la 413, que a pesar de todo, hubiera preferido correrse ella también. Finalmente el semen penetró en la vagina.
-Me ha gustado cogerte. Le diré al jefe que tienes una conchita apretadita y lo haces bien. Si sales a remate con el título de Concha de Oro, pagarán buen precio por ti-
No solamente sería subastada sino que además dirían que poseía una Concha de Oro para mejorar la puja entre los compradores. No tenía salvación. Había caído en manos de los más crueles mercaderes.
Al caer la tarde volvió el jefe con tres guardias más.
-Bien, creo que por hoy tienen suficiente. Veo que han gozado de algún polvazo. Tienen leche hasta en las piernas. Tú, ¿me recomiendas alguna de estas putas para penetrarla?.-
-Creo que nombrará Concha de Oro a la 413. Es un buen coño. Lo va a disfrutar. Aprovecho para pedirle permiso para visitarla esta noche en su celda.-
-Sí, concedido. Pero ¿no te la has cogido?.-
-Sí, pero quiero probar su culo.-
-Está bien, esta noche es tuya. Ahora vayamos encadenándolas para regresar al Pabellón.-
-Por favor señor, agua. Tenemos mucha sed.- pidió una de las jóvenes.
-Ya beberán cuando lleguemos de vuelta. Tendrán que bañarse y podrán tomar agua.-
Una a una fueron encadenadas por sus cuellos y emprendieron el regreso. Estaban entumecidas por el largo tiempo que pasaron inmovilizadas, sedientas y con la piel sensible por el sol. Sería un verdadero suplicio el regreso.
Les tomó casi una hora el regreso. El cansancio, la sed, los grilletes y las cadenas en sus cuellos les impedían apurar el paso. Al llegar se dirigieron directamente a las duchas. Allí les quitaros las restricciones y luego de beber agua procedieron a bañarse. La transpiración y el polvo del camino cubrían sus cuerpos. Además dos de ellas tenían el semen seco en sus muslos.
Luego de la cena, no comían desde la mañana, las llevaron a sus celdas. A la 413 se le advirtió que más tarde vendría uno de los guardias para cogerla por el culo.
A pesar de su cansancio la 413 no podía descansar ni dormir. Sólo pensar que vendría el guardia a metérsela por atrás la alteraba. Había oído hablar del sexo anal pero por sus referencias era algo muy doloroso y degradante. Un guardia la obligaría a arrodillarse, levantar su culo y separar los cachetes para dar paso a una verga.
Así estuvo hasta cerca de medianoche cuando escuchó pasos en el pasillo de las celdas. Ahora el mismo guardia que había estado vigilándolas abría la puerta de la celda.
-Prepárate niña que voy a sodomizarte. Espero que colabores y no tenga que usar métodos violentos que para que me cedas tu culo. Ponte en cuatro patas.-
La joven se arrodilló y esperó nuevas órdenes.
-Abre el culo para mostrarme el agujero más chico.-
La joven obedeció de inmediato mostrando el ano. El guardia sacó un pomo de su bolsillo y desparramó una crema en la entrada y el comienzo del conducto rectal. A continuación apoyó la glande en la entrada.
-Bueno esclava, ahí va. Nada de gritos ni gemidos para que las demás no se despierten y puedan descansar.. Debes relajar el agujero para que entre más fácil.-
La joven, haciendo en esfuerzo, trató de relajar el agujero mientras sentía la dilatación provocada por el intento de penetración. Comenzó a dolerle con más intensidad pero se mordió los labios para no gratar. Sentía que el hambre hacía cada vez más fuerza. Hasta que finalmente toda la glande estaba adentro. La esclava creía que se desmayaría del dolor que estaba sufriendo. Mientras tanto sintió que era penetrada más profundamente.
Una vez que el guardia la tenía completamente adentro, adelantó sus manos y tomó las tetas colgantes de la joven y comenzó a estrujarlas. Por su parte la esclava lloraba silenciosamente. Al dolor de la dilatación de su ano se sumaba la humillación de ser cogida en una celda por uno de los guardias, previo a su venta.
Poco después el guardia descargaba la leche en su interior. Sintió como la verga se achicaba hasta que finalmente la retiró.
-Tienes un lindo culito para coger. Se lo haré notar al jefe para que lo tenga en cuenta cuando fije la base de venta.-
El guardia se incorporó y tras abandonar la celda cerró la puerta de reja. Adentro la joven sollozaba sin consuelo. ¿Ese sería su destino?. ¿Ser cogida por el culo? ¿La obligarían a trabajar de puta? ¿A qué cosas se vería sometida? Finalmente el sueño la venció y quedó dormida.
El día anterior al remate fue bastante descansado. Luego de ser prolijamente depiladas en sus partes íntimas pudieron, aunque con las manos atadas en la espalda y con grilletes en los tobillos, pasear por el parque. Ya no les importaba estar desnudas ante la mirada de los hombres que estaban en el lugar. Ninguno de ellos le tocó siquiera una teta o el culo aunque algunos hacían anotaciones. Por la noche las llevaron a las celdas temprano y apagaron todas las luces.
El mismo día del remate las ocho mujeres tenían buen aspecto. La marca del látigo sobre sus vientres había desaparecido. Un parejo tostado por el sol lucía sobre su piel. La ducha matinal había refrescado sus cuerpos. A las nueve de la mañana debieron reunirse en una sala con un cartel en el que podía leerse: "Sala Preparatoria". Allí el Jefe les dijo:
-Como ustedes ya saben serán vendidas en remate al mejor postor. Como carecen de documentos, porque los hemos destruido, para este país ustedes no existen, por lo cual podemos disponer libremente para la subasta.-
-También saben que éste es un Mercado de Esclavas y como tales serán rematadas. Quién las compre podrá disponer de sus cuerpos libremente y para el uso que quiera. Recuerden que no tienen ningún derecho.-
-Durante el remate tanto nosotros como algún posible comprador puede pedir algún detalle o que muestren alguna parte de sus cuerpos. Por supuesto obedecerán de inmediato a lo que se les pida. Generalmente quieren que abran las piernas para observarles la concha o separen los cachetes para mirarles el culo. También podrán pedirles otras cosas, que ustedes deberán hacer.-
-Ahora las prepararemos para conducirlas al estrado dónde serán expuestas. Una vez finalizado el remate, serán entregadas a los nuevos propietarios y ellos dispondrán cómo las trasladarán. Serán llamadas por los números que tienen arriba de sus tetas. Por ejemplo le dirán: "Esclava 411, muéstrame la concha" y la 411 obedecerá. Ahora todas se dan vuelta para atarles las manos en la espalda.-
Las ocho quedaron de cara a la pared poniendo sus manos en la espalda para ser atadas. Ya no les importaba si se presentarían desnudas o vestidas, encadenadas o libres. Aceptaban con resignación ser rematadas. El jefe, mientras ataba las muñecas de las jóvenes verificaba por última vez la turgencia de las tetas y el culo, la suavidad de la piel y la humedad de sus conchas. Todas dejaban hacer como si se tratara de una revisión de rutina.
Quedaron así con sus manos en la espalda. El collar, que se les colocó el primer día de su llegada al Mercado, continuaba en su lugar.
Una de las esclavas expresó su enojo y tristeza por haber sido secuestrada y ahora vendida en un Mercado de esclavas.
-Podrías haber tenido peor destino. Aquí te hemos tratado bien, apenas has recibido unos pocos azotes en el culo y te han violado con sumo cuidado para no deteriorar la mercadería. Hay mercados que se dedican exclusivamente a la venta de esclavas para ser torturadas durante una semana para luego ajusticiarlas por ahorcamiento o asfixia. No es el caso en este Mercado.-
El horror se dibujó en la cara de las nueve mujeres. Debían estar felices de haber sido tomadas para venderlas solamente como esclavas y no para ser ajusticiadas. Varias de ellas no pudieron contener algunas lágrimas. Comprendieron que su situación era irreversible y que muy pronto sus cuerpos deberían estar a disposición de otros hombres.
El jefe y uno de los guardias tomaron de los brazos a una de las esclavas y se dirigieron a la Sala de Remates. Mientras uno de los guardias quedaba al cuidado del resto de las esclavas en la Sala Preparatoria.
La Sala de Remates tenía un estrado en el frente cruzado por una viga a 2,10 metros de altura. De la viga pendían más de una docena de cadenas. Colocaron a la primera debajo de la cadena y unieron el collar con la cadena por medio de un candado. De esta manera la joven no podía abandonar el lugar y sus manos atadas en la espalda impedían que pudiese cubrirse en algún momento. Unos minutos después volvió el jefe trayendo a otra de las esclavas a rematar.
Así continuó hasta que las ocho mujeres fueron ubicadas en el estrado. Luego el jefe tomando una cinta dorada la colocó sobre la frente de la 413 y la anudó en la nuca. La cinta así puesta indicaba que el lote 413 salía a remate como la Concha de Oro, es decir la más valiosa.
Eran recién las nueve de la mañana y el remate comenzaba a las once. A las 10:30 se permitiría el ingreso de los posibles compradores para que pudieran apreciar los lotes en venta. Por lo tanto las esclavas deberían aguardar dos horas antes que fueran subastadas. El jefe les advirtió:
-Todo el tiempo y hasta que termine el remate, todas ustedes mantendrán silencio y estarán inmóviles a menos que algún comprador quiera que les muestren alguna parte de sus cuerpos.-
-Ésta es una Casa de Remates de prestigio y no quiero que por incumplimiento de los deberes de las esclavas, ese prestigio se vea empañado. Debido a la calidad de las esclavas que se rematarán, hemos invitado a los Señores más encumbrados que contamos entre nuestros clientes, y ustedes, como mercadería a ser vendida, deberán hacer todo lo posible por complacer a los clientes para que los precios sean los más altos posibles.-
-Recuerden que pagarán por sus cuerpos para hacer uso de ellos de la manera que mejor crean conveniente. Por lo tanto no les importará lo que ustedes piensen o sientan, simplemente serán propiedad de ellos para su satisfacción.-
-En un rato serán rociadas con Agua de Colonia a fin valorizar aun más esos cuerpos. Quién las ha traído hasta aquí ha tenido buen ojo. Y tú, 413, mereces un elogio especial. Espero que los compradores puedan apreciarlo y paguen por ti lo que verdaderamente vales. Estoy seguro que quién te compre gozará de ese magnífico cuerpo y esos agujeros estrechos que tienes.-
-Afortunadamente sólo alguna de ustedes debió recibir algún castigo menor por no obedecer adecuadamente y no hubo necesidad de ajusticiar a ninguna, ya que su valor cae bastante. Eso no quiere decir que quién la compre las castigue tan poco como aquí o no decida aplicarles alguna pena mayor. ¿Alguna pregunta?.-
Nadie respondió. Las ocho mujeres permanecías amarradas a la barra metálica sin muchas posibilidades de movimiento. Sin embargo un guardia permanecía en el lugar por si intentaban escapar, cosa absolutamente imposible.
El sentimiento de las jóvenes era de confusión y desazón. No sabían exactamente qué les ocurriría, pero presumían que nada bueno. El tener que presentarse desnudas y con sus conchas recién afeitadas ya no les importaba. A eso se habían resignado.
No se resignaban a que fueran vendidas como animales para satisfacción de sus nuevos dueños. Por las palabras del jefe podían deducir que serían tratadas con mayor dureza que el Mercado. Alguna imaginaba ser la esclava de un oriental que sólo gozaría torturándola e introduciéndole distintos objetos en su vagina pero ninguna polla, con lo cual ni siquiera gozaría sexualmente.
La 415 había escuchado que algunos compradores se deleitaban en azotar a sus esclavas hasta que caían desvanecidas por el sufrimiento. Otras eran marcadas con hierros calientes. ¿Cuál sería su destino?. No pudo contener las lágrimas.
Cuando una de sus compañeras de aventuras le preguntó por qué estaba tan triste, recibió un fuerte azote en el culo por parte del guardia.
-Deben permanecer calladas. Este fue un azote de advertencia. El próximo va directamente a la concha.-
Por supuesto todas callaron y la 415 continuó llorando. Mientras tanto, el guardia no quiso desaprovechar la oportunidad de acariciar algunas tetas y rajas, por lo que se acercó a la fila y comenzó a masajear los pezones de la 413. La joven sabía que cualquier intento de detener la magreada terminaría con un azote sobre su cuerpo, por lo que consideró que lo mejor era dejar hacer. El guardia luego pasó su mano por el culo y buscó la entrada del coño. Estaba seco pero luego de masajearlo un poco, los jugos comenzaron a fluir, humedeciendo los labios de la concha.
Luego que hubo magreado las esclavas que eran de su agrado, nuevamente quedó a la espera de que llegara la hora de la venta. Minutos después entró uno de los ayudantes para perfumarlas. A las 10:50 entró el jefe y supervisó que estuviera todo en orden. Se encendieron las luces del estrado.
Seis poderosos focos iluminaban el cuerpo de las esclavas que lucían espléndidos. El jefe se frotaba las manos anticipándose a lo precios que se lograrían con la venta. Se hicieron pasar a los posibles compradores que se acomodaron en las butacas frente al estrado.
-Ante todo quiero agradecer la presencia de los señores compradores. Como podrán apreciar en este remate se ofrecen excelentes lotes y hemos nombrado a la 413 como la Concha de Oro, por lo cual será la última en ser subastada.-
-Todas las esclavas ya tienen nuevos documentos de identidad en los cuales se les ha cambiado los nombres y en el sector de condición, figura ESCLAVA, por lo que los señores compradores no tendrán problemas en hacer el uso que crean conveniente de sus cuerpos. Está presente un notario que inscribirá en el Registro de Esclavas quiénes son sus propietarios una vez finalizada la subasta.-
-Desde que fueron tomadas para la venta hasta el presente han mostrado un comportamiento aceptable y sólo fueron necesarias algunas correcciones menores. Podrán apreciar que se trata de material de primera.-
-Concha de Oro ha merecido tal distinción por estrecho de su vagina y su ano. En otras oportunidades es posible que todas se destacaran frente a los lotes usuales que se venden. Hecha esta introducción procederemos a subastar el lote número 408.
-Las cualidades de esta esclava están a la vista. Unas tetas muy firmes, claro indicio de su juventud y los cuidados propios de esa parte del cuerpo. Se ha comprobado que ninguna de las que se rematarán en esta oportunidad tienen implantes de silicona u otros aditamentos. Todo lo que ustedes ven, es absolutamente natural.-
-Vayamos a la 408. Figura en el registro de esclavas con el número 103.567/04 ¿Cuánto ofrecen por este ejemplar?. Sólo tiene 19 años por que podrán gozar largo tiempo de un cuerpo joven. La base es de 50.000 rupias.-
55; 60, 70 y 75.000 rupias se estaba ofreciendo por el lote 408.
-¿Solamente 75.000 por esta esclava?. 408, separa las piernas y muéstrales tu conchita a los señores. Quieren saber qué coño están comprando. ¡Vamos!. ¡Muéstrales el coño!.
La 408 hizo un esfuerzo para separar las piernas y adelantar el pubis para dejar expuesto su coñito. Luego a una indicación del jefe se volteó para poner su culito frente a los compradores.
-Observen ese culo. Totalmente natural, sin operaciones. Eso es todo carne. Ayudante, sepárele los cachetes para que vean el agujero. ¡Una verdadera maravilla!.-
Alguien se animó a 80.000 rupias y otro a 85.000, valor en el cual fue vendida. La 408 no podía distinguir quién había sido el comprador. Las luces que iluminaban el estrado la encandilaban. En ese momento comprendió que la última esperanza de volver a su vida anterior se esfumaba. Ahora era solamente la esclava con un número en el registro y con un nombre que hasta ella desconocía.
-Pasaremos a vender la 409. Número de registro 103.568/04. Es la esclava más joven de las subastadas hoy. Tiene apenas 18 años cumplidos hace un mes. La revisión médica indica un cuerpo muy sano y fuerte que podrá recibir los castigos que su dueño disponga.-
-Antes que hagan la primer oferta quiero mostrarles a ustedes la turgencia y firmezas de estas tetas.-
-Mientras decía esto, tomó las tetas entre sus manos y las masajeaba. Luego agarrando los pezones entre sus dedos los retorció suavemente.
-Verán lo hermoso de estos pezones. También el culo es algo destacable. Esclava, voltéate para que aprecien ese culo redondo y firme que tienes.-
-Vean señores, vean. No es fácil encontrar un culo como este en una esclava que esté registrada como tal y ustedes saben qué quiere decir que esté registrada.-
-La base de este lote también son 50.000 rupias. Escucho las ofertas de ustedes.-
60; 70; 80; 85.000 rupias. Entonces comenzó a ofertar un asistente que hasta ese momento había quedado callado.
-Pago 100.000 rupias por esa esclava.-
La sorpresa de los asistentes fue mayúscula. Subir 15.000 de golpe parecía mucho. El jefe estaba satisfecho.
-Señor, creo que es una buena oferta pero estoy seguro que alguno de los asistentes no querrá perder esta excelente pieza para sus fantasías. Tengo oferta por 100.000. ¿Alguien quiere llevarse a esta esclava?. Oferte un poco más.-
Nadie ofertó más y la 409 fue vendida en 100.000 rupias. El comprador, un hombre de más de cincuenta años, sonreía satisfecho.
Así continuaron las ventas de las esclavas dejando para el final a la 413, Concha de Oro. El jefe la anunció así:
-Y finalmente vamos a rematar esta joyita que tenemos aquí, el lote 413, declarada Concha de Oro. Esta esclava con registrada con el número 103.579/04, ha sido probada por nosotros y en función de su comportamiento le hemos dado el título honorífico de Concha de Oro. Esclava, muéstrales tu concha.
La joven tenía sus manos atadas en la espalda solamente pudo separar sus piernas y adelantar su pubis. Entonces uno de los ayudantes se colocó detrás de ella y con sus dedos le separó los labios vaginales. A pesar de todas las humillaciones que ya había recibido ésta era la mayor recibida. Una nutrida concurrencia estaba mirando la entrada de su vagina como si fuera un objeto a examinar.
-Habrán podido apreciar lo pequeña que es la entrada. Por otra parte quiero que aprecien su culito, que fue probado para conocer su comportamiento.-
El ayudante dio vuelta a la joven y mientras la 413 se separaba los glúteos, el ayudante le introducía el dedo índice en el ano.
-El agujerito de atrás está muy poco usado por lo que todavía está muy apretado. Lo van a disfrutar. En cuanto a su boca, ¿Qué más podemos decir? Las caricias con su lengua y el uso de sus labios proporciona una felatio inolvidable.-
-Como declarada Concha de Oro su precio base es de 65.000 piastras, pero estoy seguro que ustedes pagarán mucho más por esta pieza. Escucho ofertas.-
Base; 70; 80; 83; 85.
-¿Nada más que 85.000 por esta esclava? Señores, ustedes se están perdiendo un ejemplar excepcional. Vale muchísimo más que 85.000.-
Sin embargo nadie ofertó más y Concha de Oro fue vendida en 85.000 piastras.
A continuación los distintos compradores indicaban cómo querían llevarse a sus esclavas. La mayoría prefería que permanecieran desnudas y esposadas. Quién había comprado a la 409, indicó que fuera vestida con bragas, sostén y una falda y camisa blancas con la leyenda ESCLAVA. Una vez terminado el trámite la llevó a su automóvil y allí le colocó un arnés de unía el cuello, cintura, muñecas y tobillos. La movilidad de la joven era casi nula.
Al llegar a sus posesiones, una gran estancia de muchos acres, le quitó los grilletes de los tobillos para que pudiera desplazarse y la condujo al interior de la casa. Luego por una escalera bajaron al sótano.
El sótano tenía dos plantas. En la más profunda había una docena de celdas, todas de muy reducidas dimensiones, destinadas a alojar a las esclavas. Sin embargo hacía mucho tiempo que estaban desocupadas. En la planta más alta del sótano se encontraba la Sala Correccional, lugar destinado al castigo y violación de las esclavas.
Se dirigieron a la Sala Correccional y el dueño de casa, luego de quitarle los grilletes, le ordenó a la 409, como sería llamada de ahora en más, que se desnudara completamente mientras se sentaba en un cómodo sillón.
-Acércate que quiero tocarte esas tetas y ese culito. Desde que te vi en el estrado que quiero amasarlos.-
La joven se acercó manteniendo sus brazos en la espalda. Luego de tocarle las tetas y el culo, pasó a sus muslos y, como no podía ser de otra manera, comenzó a acariciarle los labios vaginales. De pronto se abrió el pantalón, dando paso a su polla.
-Quiero que me la chupes para que se ponga bien grande.-
La 409 sintió la repugnancia de introducirse en su boca el miembro que no parecía muy limpio, pero la mirada de su dueño no admitía vacilaciones. Abrió su boca y se introdujo la polla todo lo más profundo que pudo.
-Cierra los labios como si fuera una concha y chúpala con la lengua. A ver si aprendes a hacerlo bien.-
¡Que lejos estaba de imaginar cuando bajaba del barco para tomar unas vacaciones que poco después estaría succionando la polla de un desconocido!. Nunca lo había hecho con nadie. Tampoco se la habían metido por el culo pero intuyó que su agujero trasero quedaría virgen poco tiempo. Por su conchita había penetrado la misma polla de un amigo dos veces, nada más.
Continuó chupando e introduciéndose y sacándose la verga de la boca. Notaba que cada vez estaba más dura.
Detente un poco esclava, que me voy a correr y no quiero hacerlo todavía. Solamente acaríciala con la lengua.-
La joven obedeció pero estaba a punto de vomitar. Siguió pasando su lengua por la glande. Alguna gota de semen caía en su boca pero aun no lo advertía.
-Bueno, ahora continúa con el movimiento de la boca que quiero correrme, La leche que salga te la tragas. Que no se te escape nada por las comisuras.-
La expresión de su cara cambió. Ya le resultaba asqueroso tener que chuparla, pero tragarse el semen era demasiado. Sin embargo sabía que no le quedaba otra alternativa. Continuó mamándola hasta que sintió que el líquido llenaba su boca. Cerró los ojos y haciendo un esfuerzo tragó toda la leche recibida.
-Tienes un culito para azotar. Ve y trae la vara que está colgada en la pared.-
La 409 estaba indecisa. ¿Ella misma debería traer la vara con la cual azotaría su culo?. Era una humillación que no imaginaba. Todavía sentía el gusto entre salado y amargo del semen que había tragado y ya era sometida a otro castigo. Sus dudas se disiparon cuando recibió una fuerte palmada en una de las tetas.
-¿Te vas a mover o no?. Te he ordenado que traigas la vara para azotarte en el culo. ¡Apúrate!.
La joven fue en busca de la vara. El hombre le indicó que se recostara sobre un caballete para dejar su culo expuesto.
-Te quedas ahí quieta. No te mueves hasta que yo te lo indique. No serán más que una docena de azotes. Quedarán algunas marcas pero se van enseguida.-
La 409 se dobló sobre el caballete. Su culo quedaba expuesto y los labios de la concha se podían ver sin dificultad. Hermosos labios turgentes y apretados. No se demoraría mucho en penetrarlos.
La vara silbó en el aire e impactó sobre ambos glúteos. La muchacha no pudo contener un gemido de dolor, pero no se movió esperando los siguientes azotes. Tal como le había dicho, exactamente una docena de veces las vara golpeó contra sus nalgas, que quedaron ardientes.
-No te muevas de la posición en que estás.-
La verga estaba nuevamente enhiesta y estaba dispuesto a penetrarla por el culo. Fue en busca de vaselina con el que untó la entrada y luego apoyó la glande.
-No, ¡por favor!. ¡Por el culo no! Métamela por cualquier lado pero por el culo no.-
-Niña, eso lo decido yo y ahora quiero entrar en tu culo. Relájate para que te duela menos.-
La 409, resignada a ser penetrada por el ano, se relajó todo lo posible lo cual no impidió que la penetración fuera muy dolorosa. Sin embargo permaneció callada mientras su agujero se dilataba con la entrada de la polla. Una vez adentro ella misma comenzó un suave movimiento de vaivén. Fue un polvo prolongado. La descarga de leche poco tiempo antes hacía que su excitación fuera en aumento moderado. Sin embargo luego de algunos minutos el hombre descargaba una modesta cantidad de semen en el recto de la joven.
-Te has portado bien en la cogida. Me parece que no estás acostumbrada a recibirla por atrás.-
-No señor. Es la primera vez que me penetran por allí. Me dolió mucho.-
-Supongo que efectivamente te dolió, pero has permanecido callada, como corresponde a una esclava sumisa. Ahora te llevaré a una celda y luego de encadenarte podrás descansar hasta que mi sobrino venga a disponer de ti.-
La condujo al piso más bajo del sótano, la introdujo en una de las celdas y luego de colocarle grilletes en los tobillos y muñecas y un collar en el cuello, todos fijos a la pared, cerró la puerta de reja de la celda y se retiró.
La joven quedó con su culo dolorido tanto por los azotes como por la penetración. Sin embarga su angustia mayor era por esas palabras" hasta que mi sobrino venga a disponer de ti".
Efectivamente, el hombre llamó a su sobrino indicándole que tenía una sorpresa para él. Poco después arribó a la residencia Charles, de 27 años.
-¿Qué sorpresa tienes para mí?.-
-He comprado una esclava. Quiero que tú la uses como tuya. Espero que con ésta no ocurra lo mismo que con las anteriores que has comprado y que terminaron en el cementerio. Por ese motivo, no te la regalo sino que quiero que la uses en mi casa.-
-He aprendido la lección y si bien me gusta torturarlas, evitaré llegar al límite. Quiero suspender a una esclava de las tetas. ¿Crees que ésta podría estar en condiciones de soportarlo?-
-Creo que sí. Tiene unas tetitas muy firmes y si le arrollas convenientemente una cuerda alrededor de cada una, luego podrás izarla. Recuerda que tenga las manos bien atadas en la espalda.-
-Así se podría aprovechar para castigar su vientre, por ejemplo con una vara o con algunos puñetazos.-
-Debes cuidarte de no castigarla de semejante manera en el corto plazo. Esas torturas debes dejarlas para más adelante. Es una jovencita deliciosa de tan sólo 18 años. Puedes aprovechar sus agujeros para gozarla.-
-Vamos a verla. Estoy ansioso por masajear esas tetas que dices son muy buenas. ¿Ya la has torturado?.-
-No, apenas una docena de azotes en el culo hace un rato. Me falta cogerla por la vagina. Le hice tragar la leche y también descargué en el culo. Vamos, está encadenada en una celda.-
Allí se dirigieron ambos. Al verlos llegar la 409 se sobresaltó.
-No te asustes. Éste es mi sobrino que sabrá tratarte como mereces. Le he dado estrictas instrucciones para que las torturas no lleguen al límite.-
La joven abrió los ojos con espanto. ¡Las torturas no llegarían al límite!.¿Qué le esperaba?. Muy pronto lo supo.
-Para comenzar nada mejor que un buen polvo y luego comenzaremos a jugar con tu cuerpo. Te veo joven e inexperta. Me imagino cómo vas a gemir cuando te torture.-
-¡Por favor señorito!¡no me torture!. Haré todo lo que me pida pero no me castigue.-
-¡Por supuesto que harás todo lo que yo te pida, pero además te torturaré a gusto!. Aquí hay todo tipo de elemento para eso. Pero no perdamos tiempo. Cállate y separa las piernas que quiero meter mi verga en esa puta concha.-
La joven, ante lo imperativo de la orden se recostó sobre el camastro de la celda y separó sus piernas. Con los dedos abrió los labios de la concha para dejar paso libre a su vagina. Charles no demoró en penetrarla. La joven quería prolongar el polvo todo lo posible. Intuía que luego que se corriera sería torturada.
Su última esperanza de verse libre de tan ignominiosa situación la abandonaba. Terminado el polvo se dispuso a obedecer a su nuevo amo que gozaría oyéndola gemir mientras la castigaba sin piedad. Así continuaría ese viaje de vacaciones que había emprendido con sus dos amigas, que quién sabe dónde estaban o qué estarían siendo sometidas.
Cuando fue llevada al potro y atadas sus extremidades un escalofrío recorrió su cuerpo, que se tornó en terror cuando vio unas pinzas de dientes afilados que se acercaban a sus pezones para ser colocados allí. Cuando las puntas se clavaron en su piel, un grito mezcla de espanto, dolor y desesperación llenó el lugar. Charles sonrió
FIN