Traición

Algunos autores de TR nos hemos animado a escribir relatos sobre crímenes. "Traición" de GARGANTA DE CUERO. Un hombre honrado y trabajador creía tener un tesoro de familia...

El ejercicio está abierto a todos los autores de TR. También sigue abierto el plazo. Para más detalles, puedes ver la dirección:

http://www.todorelatos.com/relato/41882/

Si te animas, no tienes más que escribir a solharis@yahoo.es


Uno de los sueños eróticos de todo hombre es tener una mujer que con tal apertura que no le importe si este tiene o no una amante o varias. Es más, no solo que no le importe, sino que le entusiasme y que hasta desee participar. De hecho, esta es una de las ideas de tener una amante, con ellas no se tiene compromiso de nada, es solo sexo y placer y nada más… claro está, a menos que por acuerdo mutuo se decida otra cosa, pero mientras ese no sea el caso, una amante es solo para pasar el tiempo le duela a quien le duela.

Desgraciadamente los caminos de la vida son raros, difíciles, insondables. Lo que es verdad, puede no ser más que una sucia mentira, una burla. ¿Cómo sabemos que nuestras cosas más sagradas no son en realidad más que profanaciones? ¿Cómo sabemos que la realidad es lo que vemos y no otra cosa? Retomando las palabras de Descartes, nadie sabe qué es real y qué es una fantasía… o una pesadilla.

Yo siempre fui un hombre trabajador, un hombre honrado de bien. Me partía el lomo en un empleo sin futuro solo para que mi amada esposa y mis bellísimas hijas tuvieran el pan en la mesa cada día. No trabajaba para nadie más que ellas.

¿Y eso valió acaso la pena, acaso ellas me pagaron amor con amor, fidelidad por fidelidad? No, no amigos, no debemos cobrarnos diente por diente, pues siempre nos quedarán a deber. Y hay deudas que duelen más que las otras, mucho más que las otras.

Mi nombre es Rudy, un hombre que lo tuvo todo, hasta que se dio cuenta que nunca tuvo nada. Nada perdí, simplemente todas aquellas cosas que yo amaba resultaron ser mentira y mi vida una farsa. Bueno, si perdí, y mucho… perdí mi vida y las ganas de vivir otra vez.

Aun recuerdo como era antes, estaba felizmente casado con una mujer bellísima y maravillosa… ¡imbécil, pobre inocentón ingenuo! Yo, que me había casado pensando estar al lado de una mujer pura, ingenua, inocente, una niña que necesitaba de mi cuidado, jamás me imaginé que, en realidad, fuera una ninfomanía atrapada en una espiral de sexo y lujuria, una auténtica sumisa al sexo.

A veces ponemos todos nuestros huevos en una misma cesta, que al final resulta que es incapaz de contenerlos. Esta se rompe y nosotros solo podemos ver impotentes como esos amados huevos, en donde están contenidos nuestros sueños más anhelados, las esperanzas que nos hacían sonreír y, en fin, toda nuestra vida, romperse en pedazos sin solución alguna. Es como caerse de un árbol alto y frondoso, desde donde nos sentimos seguros, y luego, en el suelo, darnos cuenta que nunca más podremos llegar a la cima otra vez.

Les voy a contar cómo fue que me enteré

Me encontraba en un lujoso hotel de San Salvador, a dónde había ido en un viaje de negocios enviado por mi jefe, el Licenciado David Robledo. Me molestaba esa situación, que siempre me estuviera mandando a viaje tras viaje. Pero bueno, tal vez así lograría el tan anhelado y evasivo ascenso que buscaba.

Estaba tan confiado de que mi amadísima Débora me estaría extrañando mucho y esperándome con ansias, que jamás se me ocurrió lo que podía ser el contenido de ese extraño video anónimo que me llegó, tan solo llevaba una etiqueta que decía "Míralo Rudy".

No tenía prisa de ningún tipo, nada. Primero bajé a cenar, luego llamé a la casa y platiqué con mi esposa, de lo mucho que nos extrañábamos, que las nenas estaban bien y que me amaba profundamente. Saludé a las niñas y luego me pasaron otra vez a su amada mami.

Mi vida, vamos a salir a cenar con mi hermano, tal vez nos quedemos en su casa.

Si, mejor, no quiero que se regresen a la casa solas muy de noche.

No te preocupés amor, vamos a estar bien. – su voz era tan dulce, y su trato tan tierno, que quizá ningún hombre podría sospechar jamás de infidelidad.

La única mancha en mi vida casi perfecta era, quizá, el embarazo prematuro de mi nena mayor, Débora hija. Yo la trataba de comprender, a los 16 años se es algo loco, uno se cree intocable, invencible, que todas las cosas malas les pasan a los demás, menos a uno. Y así, mi nena cayó en la trampa del sexo prematrimonial con su novio y terminó concibiendo un bebé a destiempo. ¡Claro que no me cayó en gracia la noticia!, pero para mi lo más importante es siempre mi familia, mis 3 hijitas, así que además del sermón, las lágrimas y el regaño, le di todo mi apoyo. Me sentí muy orgulloso de ella cuando le dijo que iba a formar una familia con su novio, que la familia de el los apoyaba también y les iban a dar una casa (era una familia adinerada). Respiré tranquilo cuando mi yerno me fue a pedir la mano de Debi, aunque en el fondo tenía ciertas dudas sobre si era conveniente que una pareja tan joven se lanzara a la aventura del matrimonio tan rápidamente.

Feliz como una lombriz me fui a la cama, pero estando ya a punto de apagar la luz, volví a ver el negro video sobre la cómoda. ¿Qué será? Aunque no me gustan los misterios y que no sospechaba nada malo de nadie, lo tomé y lo puse en la video grabadora. Inmediatamente apareció la imagen de mi preciosa hija María Gabriela, Gaby (la segunda de las 3), ataviada con su lindo vestido de 15 años que cumpliría la semana siguiente. Estaba muy entusiasmado, le preparé una fiesta para recordar, tal y como había sido la de Debi.

¡Estás preciosa Gaby, divina! – escuchaba que decía una voz masculina que no reconocí.

Si, bellísima… ¡mi nena! – exclamó Debi, que no aparecía en la toma – Tu papá va a estar que no cabrá de gusto cuando te vea

¿Por qué tenés que mencionar a ese imbécil? – interrumpió el desconocido, Gaby le hizo caras.

¡Siempre la misma mierda con vos!

¡¿Qué, te parece poco?!

¡Ya me tenés a mi a y las niñas, ¿no lo podés dejar en paz?! Ni siquiera le das el ascenso que de verdad se merece el pobre y que estoy harta de pedirte. - ¿cómo de que las tiene a ella y a la niñas?, ya no me estaba gustando ese video.

Es que no entiendo cómo podés estar casada con el, – giró la cámara y tomó a mi esposa, que estaba parada con gesto de enojo y con las manos cruzadas – una mujer tan bella y ardiente – ¿cómo que ardiente, de qué estaba hablando ese tipo? – al lado de un gusano feo como ese. Simplemente no hace compañía, no parece de verdad

¡Es problema mío la persona de la que enamore! ¡Y vos sabés cómo me cae de mal que hablés así de mi marido, puede ser todo lo feo que querrás, pero así lo quiero y yo! Creo que esta noche las vas a tener que pasar solo

No creo, ¿verdad amor? – volvió a decir el de la cámara enfocando a Gaby, ella le volvió a hacer caras, pero yo vi otra cosa, yo que la conozco muy bien vi algo de temor en sus ojos.

Para ese momento, mi corazón estaba muy agitado, el pulso me temblaba, me encontraba en ese oscuro umbral que separa la luz de la oscuridad. A pesar de lo que oí de los propios labios de Débora, no podía creer que ella estuviera siéndome infiel, de hecho ni siquiera se me había ocurrido, tan solo estaba temblando y casi llorando y no sabía por qué.

El video continuó y la toma cambió, solo se veía la pared en movimientos violentos sin poder distinguir alguna otra imagen clara. Pero lo que si podía distinguir bien eran los gritos de mi mujer.

¡¡AY!! ¡¡AY!! ¡¡AY!! ¡¡AY!! ¡¡AY!! – me asusté, pensó que la estarían lastimando, aunque en el fondo sabía muy bien que esos eran los gemidos de placer de Debi.

¡¡SOS UNA PERRA DÉBORA!!!… ¡¡¡SOS UNA GRAN PERRA DÉBORA!!!

¡¡AY!! ¡¡AY!! ¡¡AY!!… ¡¡MÁS DURO DAVID, MÁS DURO!!… ¡¡AY!! ¡¡AY!! ¡¡AY!! ¡¡AY!!… – ¡David, mi amigo David!

¡No, no podía ser!, mi amigo David no podía hacerme eso. No era posible, me negaba a creerlo, incluso aun no aceptaba que ella me estuviera siendo infiel a pesar de escucharla gemir por más. Pero todas mis dudas quedaron disipadas cuando el camarógrafo la enfocó, ella estaba boca arriba sobre el sillón, completamente desnuda, cubierta de sudor, jadeante, sus grandes senos se mecían con violencia cada vez que ese tipo le encajaba la paloma, que se veía bastante gruesa y larga. Ella se sostenía las piernas, tomándolas de los tobillos y separándolas en el aire, al tiempo que cerraba los ojos con fuerza y gemía como si estuviera cagando adobes.

¡¡¡AAAAGGGGHHHH!!!… – Débora comenzó a gritar, sabía por la manera en que lo hacía que estaba teniendo un fuerte orgasmo – ¡¡¡UUUAAAAAGGGGGDAAAAAVIIIIDDD!!!

¡¡¡GOZALA PERRAAAAAA!!!… ¡¡¡GOZALA!!!… ¡¡¡MALDITA PERRA DE MIERDA!!!

El corazón casi se me salía del pecho, no podía creer que esa fuera mi amada, esa mujer que estuviera gritando barbaridades y obscenidades allí. Nunca pensé ver sus senos gigantes, que amaba con locura, estremecerse así. Si hubiese tenido una pistola cerca, me pego un tiro.

La grabación se interrumpió y se reanudó con una imagen aun más horrible, era Gaby, mi pequeña y adorada hija Gaby, arrodillada y engullendo un enorme y grueso falo bien duro. La muchachita lo sujetaba con una mano, pajeándolo al mismo tiempo, corriendo y descorriendo su prepucio, pues ese pene no estaba circuncidado. Se notaba a leguas, por la habilidad con que lo hacía, que esa no era la primera verga que ella mamaba en su vida. Metía y sacaba ese pene de su boca al mismo tiempo que la movía como un péndulo, aumentando así el placer de ese hombre asqueroso. Y le sonreía feliz, y sus ojitos verdes, preciosos, no dejaban de ver a la cámara, al camarógrafo, que le decía cosas como "sos una putita bien rica… mi nena preciosa… mi linda puta quinceañera" y ella le sonreía cada vez.

Justo cuando ella le estaba lamiéndole los huevos, levantando su pene y pasando con su lengüita desde casi su ano hasta la base del pene, la toma pasó hacia Débora, que se encontraba sobre el sillón, con las piernas abiertas y el sexo brillante de jugos. Estaba cubierta de sudor, se le veía cansada pero muy excitada, con la vulva inflamada y abierta. Se estaba masturbando, viendo como su hija le hacía una felación, caliente, muy caliente. Y yo no paraba de llorar, de temblar con el corazón desgarrándoseme y mi vida cayéndose a pedazos.

Nuevamente la grabación se cortó y pasó a otra cosa, esta vez el camarógrafo era alguien más, probablemente Debi, pues el tipo aparecía en la filmación sometiendo salvajemente a mi Gaby. Ya no me quedó la menor duda, era David, mi jefe y amigo.

¡¡¡AAAYYYY!!!… ¡¡¡AAAYYYY!!!… ¡¡¡AAAYYYY!!!

¡La vas a desgarrar David! – bramaba Débora.

¡Esta putita aguanta!

¡¡¡AAAYYYY!!!… ¡¡¡AY, AH, AH, AH, AH, AH… AAAAAAAGGHHHH!!!

¡La estás lastimando animal!

¡¡A ESTA PERRA LE GUSTA QUE LE DEN DURO!!… ¡¡ES IGUAL QUE VOS!!… ¡¿VERDAD QUE TE GUSTA NENA, NO LO NEGUÉS?!

¡¡¡SIIIIIIII, ME GUSTAAAAAAGGGGG!!! ¡¡¡MAS DURO AMOR, MÁS DUROOOO!!!

¡¿YA VES DEBI?!

La tenía boca arriba sobre el sillón, con las piernas sobre los brazales abiertas y las manos aferrándose a la parte superior del respaldo. David, acuclillado frente a ella, le hincaba ferozmente la paloma sin la más mínima piedad, agarrándola del pelo, de los pechos, manoseándoselos y estrujándolos a su antojo sin que ella hiciera más que gemir y gritar como una desesperada, en medio de un rictus de dolor de su rostro enrojecido y completamente tensado, estaba bañada en sudor. Pero lo que me asustaba más era la actitud impasible de su madre, que no intervenía ni aun viendo como ese desgraciado violaba tan brutalmente a su nena, llegando al colmo de ser ella la que filmara el salvaje sometimiento, no perdía ni un detalle, e incluso hacía acercamientos bastante claros y explícitos.

¡No lo podía creer, mi bella nena, con sus ojitos verdes y su cabello sedoso, estaba siendo usada como a un objeto! ¡Ese cuerpecito divino, que siempre despertaba los suspiros de más de un hijo de puta, era utilizado como las más vil de las cosas!

Y yo me revolcaba en el suelo, desgarrándome la ropa y gimiendo roncamente mientras lloraba a viva voz, con la sensación de impotencia más grande que hubiese sentido jamás. Y por más que deseaba quitar la cinta de la video, no me atrevía, vi hasta el final como ese desgraciado hacía lo que se le daba la gana con mi bebé.

La cambió de posiciones a su antojo, la puso en 4, sujetándola y jaloneándola del cabello mientras sus caderas se estrellaban violentamente contra las redondas y grandes nalgas de la niña, también la nalgueó hasta provocarle un fuerte enrojecimiento. La puso de costado, boca arriba otra vez, de rodillas en el suelo, hasta de cabeza. Se la cogió hasta que se hartó, ante la mirada de la madre, que tan solo le suplicaba inútilmente a ese salvaje que no le hiciera tanto daño. De todas maneras, mi nena, a pesar de estar siendo casi torturada, reventó en varios orgasmos que no tuve el corazón de contar.

Nuevamente se interrumpió la grabación, que de inmediato se reanudó en una escena más tranquila, mucho menos violenta. Nuevamente era David quien tenía la cámara en la mano, y esta vez las 2 mujeres salían en la toma. Acostadas en el suelo, completamente desnudas, madre e hija se relamían mutuamente los restos del semen que seguramente David les lanzó. Fui testigo de cómo Debi pasaba sus dedos sobre el rostro de nuestra hija quitándole el esperma derramado sobre el, para luego llevárselo a la boca.

La nena, por su parte, se veía tranquila y relajada, bastante cansada. Estaba cubierta de sudor y respiraba profundamente, miraba al lente como ojos tiernos, de amor, que me mataban, ¿cómo podía ver de así al hombre que la violaba salvajemente minutos antes?

Les gustó, ¿verdad par de perras?

Si… – dijo la nena con voz melosa.

Y tu madre que temía que te lastimara… ¡sos una perra de trato muy duro!

¡Si, ji, ji, ji, ji!

Una trata de defender a los hijos, y estos no lo agradecen. – alegó Débora, que ahora acariciaba los senos de su hija sin recato alguno.

Pronto esas caricias se fueron haciendo más y más descaradas, al punto que había comenzado a amasarle las tetas cuando la nena se volteó y le clavó sus bellos ojos en los suyos. Y poco a poco, ante mi atónita y asqueadamente torturada mirada, madre e hija se fundieron en un beso largo y profundo, comulgando ambas lenguas femeninas en una caricia muy íntima.

¡Ja, ja, ja, ja, ja, son un par de putas! ¿Me van a decir que ahora quieren cogerse entre ustedes? ¿Qué no les bastó con la que yo les di?

Nunca es suficiente… – dijo muy sensualmente Débora con una sonrisa cachonda, justo antes de incorporarse un poco y verter desde su boca a la de su hija, una larga y gruesa línea de blanco semen, que la muchachita recibió como si fuese una especie de delicioso manjar.

Me encanta verlas compartir el semen… eso me calienta como un animal

¿Qué?, ¿otra ronda? – preguntó Debi retadora, y yo vi como ese grueso falo volvía a aparecer en escena, acercándose a las bocas de mi esposa y de mi hija.

Ya no tuve las fuerzas para seguir viendo, estaba devastado, completamente destruido. Toda la vida hermosa y alegre que había construido, se me iba de las manos, desaparecía como un fantasma. No es que un hubiese pasado, no, pero era como si nunca hubiese sido real, como si todos esos recuerdos llenos de amor solamente fueran ilusiones de mi mente solitaria y triste.

¡Lloré, lloré como un niño, lloré rabioso y colérico casi echando espuma por la boca, casi convulsionando! ¡Todo aquello no era posible, no era justo, si yo me rompía el lomo día a día trabajando para esa mujer maldita y esa hija asquerosa!

Enloquecido me puse de pié y tomé el teléfono, llamé a mi casa… nada, nadie. Probé con el celular de Débora… tampoco, solo sonaba y sonaba pero nadie contestaba. "¡¡¡HA DE ESTAR COGIENDO CON DAVID, MIEEEERRRRRDAAAAAA!!!" grité. Me dirigí corriendo a la puerta, quería regresar de inmediato a Guatemala aunque fuera a pié. En esos momentos, cuando el corazón está desgarrado, la razón se nubla y se pierde y se piensa solo con el hígado.

Al abrir el umbral, un oscura figura apareció frente a mi, elegantemente vestida, rostro moreno curtido y mirada fría, maligna. Sin mediar palabra me derribó al suelo de un sólido golpe a la cara. Entró a mi habitación, yo estaba casi noqueado, se cercioró que, efectivamente, vi el video, e hizo una llamada por su celular.

¿Patrón?… ya estoy aquí… si, si, lo vio… no pude detenerlo, llegué tarde. ¿Quiere que lo mate?… ¿Está seguro?… bueno usté manda patrón. – cortó la comunicación y se dirigió hacia mi – Ni modo don, órdenes son órdenes… la verdad es que siento algo de lástima por usted, su mujer es una puta, propiedad de un hombre muy poderoso, y sus hijas también. Según sé usted no es malo, así que supongo que así es mejor… chaucito

"BUM", una ráfaga, un trueno atravieza mi cabeza y siento que me quema todo por dentro. Pero el dolor se va, se va acabando despacio… despacio… ya no siento nada… ya no veo nada… ya no hay nada… y mientras yo solo me repito para mi mismo "Rudy, tranquilo Rudy, todo va a estar bien… todo va a estar bien…".

Y ahora estoy parado de pié en mi propio funeral, la policía de El Salvador encontró mi cuerpo 2 semanas después, lo identificaron por señas particulares y luego por las huellas digitales. Y de pié, muda, estremecida, Débora sostiene a mis nenas que lloran desconsoladas. No sé que pasará por su mente, pero quisiera pensar que son remordimientos, que esa mirada fija y crispada es de terribles remordimientos que carcomen su alma, pues sabe que el hombre que más la amó en la vida yace muerto frente a ella, víctima de un sicario que su propio amante envió.

Pero algo en su mirada me dice que su desasosiego no es solo cargo de conciencia, hay miedo en sus ojos, mucho miedo. Seguramente ese temor tiene un nombre: David Robledo. ¡Maldita sea, ojalá el cielo me lleve rápido o me trague el infierno inmediatamente!, que no quiero presenciar impotente como ese desgraciado las destruye… lentamente.

Garganta de Cuero

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