Tradición familiar VI
Madre e hijo siguen divirtiéndose
Antes de volver a casa con el resto de la familia, madre e hijo follaron incansablemente, cada día. El último día antes de regresar, Alejandra decidió salir a comer fuera y pasar el día de compras, para poder cumplirle a su hijo algunas fantasías. Estaban desayunando cuando avisó a su hijo.
Alejandra: Cielo, vístete, vamos a pasar el día fuera – le informó.
Víctor: ¿Fuera? – dijo desilusionado – Yo prefiero quedarme aquí, follándote.
Alejandra: Lo sé, cielo, pero yo quiero que salgamos, quién sabe si fuera haremos algo – dijo pícara.
Víctor: Está bien – dijo poco convencido - ¿dónde vamos?
Alejandra: Primero de compras, luego a comer a algún restaurante, luego a algún bar o pub a tomar una copa y luego a cenar – enumeró.
Víctor: Vale, me iré a vestir – dijo empezando a marcharse a la habitación.
Alejandra: En veinte minutos nos vamos – le gritó.
Alejandra llevó a su hijo a un centro comercial de la ciudad de al lado con la excusa de que ella se tenía que comprar algo de ropa para ella y Virginia y necesitaba su opinión. Al principio cogió camisetas y pantalones, pero luego fue a la sección de lencería de una tienda.
Alejandra: ¿Por favor me puede decir dónde está la lencería? – dijo sonriente a una dependienta.
Dependienta: Al fondo a la derecha suba las escaleras - dijo sonriendo.
Alejandra: Gracias.
Madre e hijo subieron ante la mirada de la dependienta. Una vez arriba, Alejandra escogió varios modelitos de una o varias piezas y se las fue probando.
Alejandra: ¿Cómo me queda? - decía modelando para su hijo modelitos que no dejaban nada a la imaginación.
Víctor: Bien mamá, aún que para llevar eso mejor no llevar nada - dijo sonriendo divertido y lascivo.
Alejandra: No te adelantes picarón - decía pícara y traviesa, ese juego de morbo la ponía cachonda.
Alejandra se probaba conjunto de lencería sexy tras conjunto, hasta que vio el bulto en los pantalones de su hijo que no se molestaba en esconder y pasó a que él se probara algo de ropa. Aprovechó que su hijo ya se había comprado toda su ropa, menos los calzoncillos.
Alejandra: Ven vamos a que te pruebes tú calzoncillos que te quedan ya chicos la mayoría - dijo pícara señalando la polla de su hijo.
Víctor: Vale mamá, aún que ahora mismo prefiero no llevar nada - dijo sonriendo lascivo.
Víctor se probó un par de calzoncillos y tras unos segundos de vacilación por si había alguien cerca, Alejandra se metió al probador de su hijo y cerró la cortina tras de ella.
Víctor: ¿Qué quieres mamá? - dijo cachondo.
Alejandra: Quiero que mi hijo se quite el calzoncillo y me calle la boca con su polla -dijo quitándose la camiseta y quedándose en pantalón corto mientras se arrodillaba delante de su hijo.
Víctor le hizo caso y se sacó la polla. Alejandra que sonrió, agarró la polla de su desesperado hijo, y sin dejar de mirarle mientras le masturbaba lentamente, la fue lamiendo de arriba abajo. Víctor gemía sin aún poderse creer lo que estaba pasando, no se creía que su madre fuera tan puta. Alejandra comenzó a meterse en la boca la polla de su hijo sin dejar de mirarle a los ojos. Víctor gemía morboso. Alejandra seguía a lo suyo metiéndose poco a poco la polla de su hijo entera en la boca. Víctor le cogió morboso la cabeza a su madre y le incrustaba en la garganta toda su polla. Alejandra se metía la polla entera, haciéndole una buena garganta profunda y llevando a su hijo a la gloria. Aumentó el ritmo de la mamada con la intención de ordeñarle hasta la última gota de leche.
Víctor: ¡Oh sí, puta, eres la mejor chupapollas! ¡Oh sí mami! ¡Me encanta! ¡Vas a hacer que me corra puta! ¡Oh sí, no pares, sí! – gimió.
Alejandra: Vamos cielo, dame toda la leche que guardas para mí - dijo sacándose la polla de su hijo de la boca, sin dejar de mirarle a los ojos, para acto seguido, volverse a meter la polla hasta la garganta y subir aún más el ritmo.
Víctor: ¡Toma polla, puta! ¡Qué boca tienes zorra! ¡Oh sí, toma polla!¡Oh sí! ¡Te voy a llenar la boca de leche! ¡Sí, me corro! – gimió.
Víctor se corría y se corría dentro de la boca de su madre, que tragaba todo lo que podía de la grandísima corrida de su hijo, sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento. Cuando terminó de correrse, Víctor se quedó sentado y relajado en la silla del probador.
Alejandra: Me encanta tus corridas tan grandes campeón, me estoy haciendo adicta a ellas - alabó a su hijo.
Víctor: Cuando quieras mamá, por mi encantado - dijo recuperando el aliento.
Alejandra: Bueno campeón, vámonos que aquí ya no hay nada que hacer - decía mientras se volvía a vestir.
Víctor se vistió mientras su madre salía del probador arreglando su ropa ante la mirada atónita de la dependienta y compraron algo de la ropa que se probaron. Salieron de la tienda y del centro comercial y se metieron en un restaurante para comer algo. En el camino Víctor no paraba de mirar a su madre pensando en devolverle el favor. Cuando llegaron al restaurante, se sentaron en una mesa apartada. Pidieron de comer y comenzaron a degustar los platos, cuando Víctor desapareció debajo de la mesa.
Víctor: Mamá, está muy rica la comida, pero me apetece otra cosa – dijo antes de meterse bajo la mesa.
Alejandra: ¿El qué? – dijo curiosa.
Víctor no contesto, pero con una sonrisa pícara y tras cerciorarse de que nadie le veía, se metió bajo la mesa para sorpresa de su madre y vio que la falda de su madre le quedaba un poco grande de las piernas y podía meter sus dedos. Empezó a meter sus dedos despacio acariciando a su madre en las piernas.
Alejandra: ¿Estás juguetón eh? Cuidado, cielo que nos pueden pillar - decía mientras se abría más de piernas para facilitar las maniobras de su hijo.
Víctor aprovechó para tocarle el coño a su madre por encima del tanga mientras ella seguía comiendo. Luego de unos minutos así y de comprobar a través de la tela del tanga que su madre estaba chorreando, Víctor apartó como pudo el tanga y la empezó a tocar el coño.
Alejandra: ¡Oh sí, cielo, sigue! ¡No pares! – gimió.
Víctor se quedó anonadado cuando su madre muy hábilmente se quitó el tanga. Luego le siguió tocando el coño, pero esta vez aprovechó para meterle un dedo dentro. Alejandra se dejaba hacer mientras comía hasta que no pudo más de tanta calentura y tras cerciorarse de que nadie la veía, se abrió totalmente de piernas y se puso cómoda para recibir el tratamiento de su hijo, hirviendo de calentura. Víctor bajó su cara con una sonrisa pícara y cuando llegó a su coño comenzó a lamerlo de arriba abajo hasta el culo disfrutando de los gemidos de su madre. Alejandra gemía de placer, estaba muy caliente.
Alejandra: ¡Oh sí! ¡Qué bien usas la lengua, cielo! – gimió - ¡Vamos, sí, no pares, sí, más, más! ¡Me corro! ¡Me encanta! ¡No paro de correrme! ¡Oh sí!
Víctor le comía el coño con gula, con ímpetu, sin dejar de meterle un dedo en su coño llevando a su madre al límite una y otra vez. Alejandra se corría sin parar disfrutando de la comida de coño que le daba su hijo. Víctor se tragaba la corrida de Alejandra con gusto. Se atrevía a más y le metía ahora hasta tres dedos dentro de su coño. Víctor se volvió más descarado y le metió un dedo en el culo a su madre mientras con la otra mano le torturaba el clítoris como cientos de veces había visto hacerlo en las películas porno. Cuando Alejandra creyó que era conveniente paró a su hijo para irse a otro lado a follar. Le pidió que saliera de debajo de la mesa luego de cerciorarse de nuevo de que no los veían.
Alejandra: Cielo para, vámonos a otro lado, que quiero tener tu polla dentro de mí en el agujero que quieras - decía exhausta.
Víctor: Vale puta, como tú quieras, pero te pienso follar dónde me dé la gana, quiero hacer realidad la fantasía que tengo de follar contigo en un sitio público, zorra - decía saliendo de debajo de la mesa totalmente desinhibido, cosa que puso más cachonda a su madre.
Alejandra: Claro cielo, dónde quieras, como quieras, y por dónde quieras - decía deseosa y morbosa.
Terminaron de comer tranquilamente, mientras Alejandra se reponía del repaso de su hijo a su coño. Luego de comer, dejaron sus compras en unas taquillas de la estación de autobuses cercana y se dirigieron a un pub cercano, a tomar café y alguna copa. En el camino Alejandra pensó en la fantasía de su hijo de follar en un lugar público. Cuando llegaron al pub, vieron con sorpresa que, aun que estaba concurrido, había sitio al fondo al lado de los baños. Pidieron de beber en la barra y se fueron para allá, querían estar solos.
Alejandra: ¿Cómo has estado estos días? – dijo curiosa.
Víctor: Muy bien mamá – dijo sonriendo – me ha gustado poder iniciarme contigo y que seas mi puta.
Alejandra: A mí me ha encantado serlo – dijo riendo – eres un buen chico y un muy buen amante – le dijo mientras le acariciaba la cara tiernamente – me alegro de haberte iniciado.
Víctor: Gracias mamá – dijo abrazándola.
Alejandra: Ya es hora de cumplir tu fantasía, cielo – dijo cogiendo a su hijo de la mano y metiéndolo en el baño.
Alejandra metió a su hijo al baño sin importarle que pudieran verla. Una vez dentro, comenzó a besar apasionadamente a su hijo mientras él no dejaba de meterle mano al culo y a las tetas. Poco a poco se fueron desnudando, luego de que Víctor ayudara a su madre a atrancar la puerta para que nadie los molestase. Cuando estuvieron desnudos, Alejandra comenzó a provocar a su hijo mientras le hacía una paja muy lenta.
Alejandra: ¿Qué deseas que haga mami, hijo? – dijo mientras su hijo le magreaba las tetas.
Víctor: Chupármela – gimió.
Alejandra: ¡Ordénamelo! – gimió luego del pellizco que le dio su hijo en los pezones.
Víctor: ¡Cómeme la polla, puta! – ordenó mientras agarraba la cabeza de su madre para agacharla y meterle su polla hasta la garganta.
Alejandra comenzó a comerle la polla a su hijo a un ritmo salvaje, como una tigresa. Víctor comenzó a follarle la boca como un poseso. Alejandra siguió un rato más siendo follada por la boca por su hijo, de manera salvaje, parecía que le iba a incrustar la polla en la garganta. Luego de unos minutos de intensísima mamada, Víctor le sacó la polla de la boca a su madre y le dio un descanso.
Alejandra: ¿Te gusta la mamada de tu puta, cielo? – dijo cogiendo aire.
Víctor: ¡Me encanta lo puta que eres, mami! Pero esto aún no ha acabado – dijo cogiéndola de la mano y llevándola al retrete para sentarla allí – Prepárate para la mejor comida de coño de tu vida, putón.
Víctor comenzó a bajar las manos para acabar tocando el culo y el coño empapado de su madre, siguió con los tocamientos en las tetas de su madre con la otra mano, mientras pasaba la lengua y los dedos por la raja del culo y del coño ya chorreante de su madre. Alejandra gemía de placer. Víctor siguió masturbando y comiendo el coño a su madre metiéndole varios dedos en su culo y en su coño, mientras le pellizcaba las tetas a su madre. Alejandra estaba muy caliente y sintió mucho morbo de que la pillaran follando con su hijo en el baño. Con ese pensamiento se comenzó a correr entre convulsiones.
Víctor: ¿Te gusta lo que te hace tu hijo, puta? ¡Si sigues gritando así te escucharán todos los borrachos del pub! – dijo dándole un sonoro azote.
Alejandra: ¡Oh sí, hijo, sigue, no pares, oh sí, me encanta! ¡Dame más! ¡Me corro! – berreó.
Luego de unos minutos así, Víctor se quitó de entre las piernas de su madre dejando un coño muy chorreante de su madre, que se quejó.
Víctor: Ven aquí, puta, que te voy a reventar todos tus agujeros – dijo llevando a su madre para colocarla encima del lavabo.
Alejandra: ¡Oh sí, hijo, usa a tu puta a tu antojo! – pidió morbosa y sumisa.
Sin ningún miramiento, a la vez que le daba un sonoro azote en las tetas, le incrustó su polla de una estocada, pero suavemente, en el culo, y cuando la tuvo totalmente dentro, empezó a follarse a su madre de una manera salvaje.
Alejandra: ¡Mi cielo, folla mi culo, cielo, dame bien fuerte por el culo! – berreaba loca de placer y morbo - ¡Oh sí, dame, dame, dame más, mucho más, no pares! ¡Oh sí, mi cielo! ¡Qué placer, mi vida, sigue, dame más duro, sigue, no pares por favor! ¡Oh sí! ¡Me corro, sí! ¡Qué bien follas mi cielo, dame polla, así, sigue, más duro, así, azótame! ¡Oh sí!
Víctor complacía a Alejandra mientras la follaba el culo, prácticamente la taladraba el culo con su polla y mientras la cogía del pelo para follarla de la forma más salvaje posible. Luego de un par de minutos de follada intensa, Víctor la cogió en brazos sacándole la polla del culo, la tumbó en el suelo boca arriba con las piernas abiertas, le volvió a incrustar su polla de una estocada en el culo, y siguió follándose a su madre de una manera salvaje mientras no paraba de pellizcarle los pezones con fuerza mientras le lamía el cuello.
Alejandra: ¡Mi cielo, me matas de placer! – berreaba - ¡Qué bien follas mi cielo, dame polla, así, sigue, más duro, así, azótame, pellízcame, destrózame! ¡Oh sí!
Víctor siguió follando a su madre por el culo, mientras Alejandra recibía la follada de su hijo feliz, morbosa, lujuriosa. Víctor, después de unos minutos, empezó a follarle el culo y el coño a la vez a su madre, sin parar de pellizcarle los pezones. Víctor empezó a follarle con violencia el coño a su madre. Alejandra le hizo la pinza con las piernas apretándole bien su culo contra su coño para que no pudiera sacar su polla de dentro de su coño.
Alejandra: ¡Qué placer, mi vida, sigue, dame más duro, sigue, no pares por favor! ¡Oh sí! ¡Me corro, sí! ¡Qué bien follas mi cielo, dame polla, así, sigue, más duro, así! ¡Oh sí! – berreaba.
Víctor: ¡Toma polla, puta! ¡Qué buena estás, putón! ¡No me canso de follarte, perra! ¡Oh sí, toma polla, oh sí! ¿Quieres que te llene el coño de leche, puta? – gimió.
Alejandra: ¡Oh sí, mi cielo, quiero tu leche en mi útero! ¡Qué placer, mi vida, sigue, dame más duro, sigue, no pares por favor! ¡Oh sí! ¡Me corro, sí! ¡Préñame! – berreaba.
Alejandra: ¡Oh sí, quiero tu leche en mi útero! ¡Dame toda tu leche en el fondo de mi coño, hijo! – berreó - ¡Dámela toda, vacía tus huevos en el coño de mami! ¡Me encanta tu polla! ¡Vamos mi semental, dame tu leche! ¡Preña a mami!
Víctor: ¡Toma polla, puta! ¡Toma toda mi leche en tu coño, mami! ¡Oh sí, me vacío los huevos en tu coño, puta! ¡Tómala toda, oh sí, toda mi leche! ¡Me encanta follarte, putón! – gimió.
Víctor se corría dentro del coño de su madre y lo hacía más cachondo que nunca al sentir los golpes en la puerta pidiendo entrar, y soltando una cantidad de corrida enorme, como las veces anteriores. Alejandra se corrió como una loca entre gritos de placer al sentir la descarga de leche de su hijo en el fondo de su coño. Cuando terminaron de correrse, acabaron tumbados en el suelo exhaustos y abrazados.
Alejandra: ¡Me has dejado reventada de la follada que me has dado! Eres todo un semental, cielo – dijo besándolo.
Víctor: Cada día me pones más cachondo y tengo más ganas de follarte – dijo entre besos.
Alejandra: Bueno, vamos a salir de aquí, que habrá gente que quiera entrar – dijo señalando los golpes de la puerta.
Víctor: Sí – dijo riendo – los habrás dejado sordos con tanto grito.
Alejandra: No me importa, pero la culpa es tuya por follarme así – dijo abrazándolo y besándolo.
Víctor: Me alegro de que así sea – dijo orgulloso de sí mismo mientras se aseaban y vestían.
Alejandra y Víctor se vistieron y arreglaron y asearon, para salir del baño, primero él y después ella, ante la mirada atónita de la gente del pub, que los miraba sin creer que esa madura se follara a ese jovencito que podría ser su hijo. Se tomaron unas copas más y bailaron. Un poco más tarde, poco antes de cenar, se fueron al restaurante más glamouroso de la ciudad. Al llegar, pidieron una mesa que previamente había reservado Alejandra, se sentaron apartados del resto. En mitad de la cena, Alejandra sin previo aviso, desapareció debajo de la mesa, para sorpresa de su hijo.
Alejandra: Espero que estés preparado para esto, hijo – dijo sacando la cabeza entre las piernas de su hijo mientras le bajaba los pantalones y los calzoncillos.
Víctor: Siempre estoy listo para la puta de mi madre – dijo mientras le facilitaba la tarea a su madre.
Alejandra comenzó a comerle la polla a su hijo primero a un ritmo suave, pero luego de unos minutos la mamada era frenética, como una tigresa hambrienta. Víctor comenzó a follarle la boca como un poseso, gimiendo en voz baja. Alejandra siguió un rato más siendo follada por la boca por su hijo, de manera salvaje, parecía que le iba a incrustar la polla en la garganta y ella lo disfrutaba enormemente, pero quería probar una cosa. Luego de unos minutos de intensísima mamada, Víctor le sacó la polla de la boca a su madre y le dio un descanso.
Alejandra: ¿Te gusta la mamada de tu puta, cielo? – dijo cogiendo aire y asomando la cabeza de nuevo.
Víctor: ¡Me encanta lo puta que eres, mami! – dijo tirándole un beso, lascivo.
Alejandra: Pues pásame mi plato de comida, cielo – dijo sonriendo traviesa.
Víctor: ¿Para qué? – dijo sorprendido por la petición.
Víctor le pasó a su madre su plato de ensalada, mientras Alejandra lo cogía pícara y lo colocaba en el suelo, entre las piernas de su hijo.
Alejandra: Ahora verás, mi semental – dijo traviesa.
Alejandra volvió a engullir la polla de su hijo y siguió un rato más auto follándose la boca con la polla de su hijo, de manera salvaje, ella lo disfrutaba enormemente, mientras Víctor aguantaba todo lo que podía su corrida. Luego de unos minutos de intensísima mamada, Alejandra se sacó la polla de su hijo de la boca mientras le pedía su leche.
Alejandra: ¡Vamos mi semental, dame tu rica leche! ¡Hasta la última gota! – dijo empezando una paja frenética y salvaje sin dejar de mirarle a los ojos lujuriosa.
Víctor: ¡Oh sí, puta, eres la mejor chupapollas! ¡Oh sí mami! ¡Me encanta! ¡Vas a hacer que me corra puta! ¡Oh sí, no pares, sí! ¡Toma polla, puta! ¡Qué boca tienes zorra! ¡Oh sí, toma polla! ¡Oh sí! ¡Te voy a dar toda mi leche! ¡Sí, me corro! – gimió.
Víctor se corría y se corría para su madre, que apuntaba la polla de su hijo hacía su plato de comida para que callera toda la grandísima corrida de su hijo, sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento con una sonrisa traviesa. Cuando terminó de correrse, Víctor se quedó sentado y relajado. Alejandra, sin dejar de mirar a su hijo, le enseñó su corrida en su plato con una sonrisa pícara para, acto seguido, salir de debajo de la mesa y sentarse en su sitio, enfrente de su hijo, para ante la mirada alucinada de su hijo empezar a comerse el plato con la corrida de él.
Alejandra: Ahora sí está rica la ensalada – dijo comiéndose y relamiéndose al meter un poco de ensalada cubierta por la espesa leche de su hijo – le faltaba el aliño – dijo guiñándole un ojo a su hijo con una sonrisa satisfecha.
Víctor: No sabía que tenías tanto vicio, mamá – dijo sorprendido gratamente – Eres una puta de primera – dijo sonriente.
Alejandra: Tenía ganas de hacer esto desde esta mañana cuando me has comido el coño debajo de la mesa – le confesó sonriente.
Víctor: Pues cuantas veces quieras, mamá – dijo riendo mientras seguía comiendo su plato de carne a la brasa.
Madre e hijo cenaron tranquilamente y luego se dirigieron a por sus compras a la estación de autobuses. Cuando las recogieron, volvieron a casa en taxi y prepararon las maletas para el día siguiente, regresar a casa. Esa noche durmieron poco, se la pasaron follando como animales.