Tradición familiar IX
La hermana pone las cartas sobre la mesa
Virginia estaba en su habitación pensativa, necesitaba hablar con su hermano, necesitaba decirle todo lo que sentía, lo que le pasaba por la cabeza, todo. Por eso, a medianoche, no se lo pensó más y se dirigió con sigilo a la habitación de su hermano. Lo encontró dormido en la cama, desnudo y desarropado. Se le quedó mirando tierna, pero aún así lo despertó al tumbarse a su lado, completamente desnuda.
Víctor: ¿Qué haces hermanita? - dijo dormido.
Virginia: Necesito hablar contigo seriamente, hermanito – dijo en susurros.
Víctor: Dime – dijo desperezándose y mirándola en la oscuridad.
Virginia: Quiero que sepas, que todo lo que te voy a decir es totalmente cierto y no te pediré nada a cambio – dijo mirándola seria.
Víctor: Dime – dijo mirándola de frente.
Virginia: Quiero que sepas, que, aunque siempre te he querido y te querré como mi hermanito pequeño, también es cierto que siempre me has gustado como hombre y estoy enamorada de ti – dijo seria.
Víctor: ¿Qué? – dijo sorprendido - ¿Estás de coña?
Virginia: No, cariño, lo digo muy en serio – dijo mirándole a los ojos, sincera – Mira, sé que es una locura, pero estoy loca, perdida y profundamente enamorada de ti, Víctor. Mamá y papá lo saben desde hace tiempo, y aunque no apoyan que quiera tenerte nos solo como mi hermano sino como mi hombre, aceptan mis sentimientos.
Víctor: Yo no estoy enamorado de ti – dijo agarrando sus manos tiernamente – para mí solo eres mi hermana.
Virginia: Lo sé – dijo resignada – Sé que te gusta la zorra de Sonia, y aunque me duele, no me opongo si esa es tu decisión – dijo seria – Solo me conformo con dos cosas.
Víctor: ¿El qué? – dijo curioso.
Virginia: Me conformo con que nunca me abandones como mujer, y que seas el padre de mis hijos – dijo seria – Es lo único que te pido.
Víctor: ¿Y cómo le explico eso a mi futura mujer? – dijo serio – Prometo que seas mi mujer de por vida si es tu deseo, pero será complicado ser el padre de tus hijos.
Virginia: Tu futura mujer tendrá que aceptar que nos folles a mamá y a mí y en ocasiones a las primas o tías, ¿por qué no iba a aceptar que seas el padre de los hijos de tu hermana? – dijo celosa y suplicante.
Víctor: Está bien, lo prometo – dijo serio.
Virginia se abrazó sonriente y feliz a su hermano. Lo miraba tiernamente y lo besaba cada tanto. De repente a Víctor le vino un pensamiento a la cabeza.
Víctor: ¿Y tu novio? – dijo curioso.
Virginia: Ese idiota no significa nada para mí, ni siquiera me satisface en la cama – dijo rodando los ojos – Lo uso como chivo expiatorio para que mamá y papá dejen de agobiarme para que me olvide de ti.
Víctor: ¿Mamá y papá lo saben? – dijo sorprendido.
Virginia: Sí, desde siempre, por eso me impusieron echarme novio con el pensamiento de que este enamoramiento se me olvidara y te volviera a ver solo como mi hermano, pero no puedo – explicó besándole.
Víctor: A mí ese creído no me cae bien – confesó torciendo el gesto.
Virginia: Ni a ti ni a nadie de la familia, papá quiere matarlo cuando lo tiene enfrente y mamá no sabe como quitárselo de encima porque el muy idiota se piensa que puede follarse a quién quiera – dijo divertida.
Víctor: A mí me harta que me trate como a un niño pequeño – dijo rodando los ojos
Virginia: Eso ya lo sabemos – dijo agarrando su polla con picardía – Eres mucho más grande, más hombre y más guapo que ese idiota – dijo besándolo.
Virginia empezó a besar con todo su amor, pasión y sensualidad a su hermano, haciendo que poco a poco y mientras le masajeaba el torso, su polla se empalmara.
Virginia: No sabes cómo me pones, amor mío - dijo excitada.
Víctor estaba ya con la polla a reventar por las acciones de su sensual hermana mientras Virginia se masturbaba y rozaba sus pezones con el pecho de su amado hermano. Víctor no podía más, quería más. Virginia estaba consiguiendo su propósito, calentar a su hermano para que la hiciera suya de nuevo. Era su droga.
Víctor: ¿No prefieres comerte mi polla antes que restregarte conmigo, hermanita? - dijo cachondo.
Virginia: La verdad es que, aunque me pone restregar mi cuerpo con el tuyo, sí quiero comerme tu polla, mi amor – dijo poniéndole los pezones en la boca a su hermano - ¡Sí! – gimió cuando Víctor los mordió.
Víctor dejó los pezones de su hermana y la empujó hacia abajo, guiándola hacia su polla. Virginia, sin dejar de mirar pícara a su hermano, cogió su polla y se puso a lamerla de arriba abajo mientras le acariciaba los testículos con sensualidad. Quería ponerlo a mil.
Virginia: ¡Vaya! Después de follarme aún tienes los huevos cargados, ¿eh? – dijo besándolos - ¿Quieres que tu mujercita te los descargue? - dijo provocándolo.
Víctor: Compruébalo tú misma, hermanita – dijo pellizcándole los pezones con algo de dureza, haciéndola gemir.
Virginia comenzó a meterse la polla de su hermano en la boca, despacio, saboreándola. Víctor estaba ansioso, cogió la cabeza de su hermana y le incrustó la polla entera en la boca, haciéndola gemir.
Víctor: ¡Si vas a ser mi mujer, compórtate como tal, puta! – gimió, cachondo.
Virginia: ¡Mmmmmmmmggggghhhhhh! – gimió.
Víctor: ¡Así no te folla la boca ese cornudo que tienes por novio! – gimió morboso.
Virginia: ¡Mmmmmmmmggggghhhhhh! – gimió morbosa por nombrar a su novio.
Víctor comenzó a follarle la boca a su hermana, preso de un frenesí morboso. Virginia, recibía los pollazos de su hermano en la boca con gusto, le ponía demasiado su hermano, no podía ni quería resistirse a él, a nada que le hiciera, pero que utilizara a su novio, insultándole mientras le follaba era para ella muy morboso. Víctor le cogió del pelo para profundizar sus ataques.
Víctor: ¡Si ese cornudo te viera ahora usada como una puta por tu hermano se desmaya del horror! – gimió.
Virginia: ¡Mmmmmmmmggggghhhhhh! – gimió morbosa por la imagen de que su hermano la follara delante de su novio.
Mientras le follaba la boca a su hermana, Víctor no dejaba de decirle cosas a su hermana, nombrando a su novio, haciendo que la excitación de ambos aumentara exponencialmente. De repente, Víctor cogió a su hermana y la tiró contra la cama, ató a su hermana a la cama de brazos y piernas mientras la empezaba a comer las tetas y el coño.
Víctor: Ahora te vas a enterar de lo que es una buena follada por una buena polla, hermanita – dijo agarrando su polla delante de su cara.
Virginia: Lo estoy deseando, mi amor – gimió con anticipación.
Víctor la sujetó las piernas mientras lamía a su hermana desde el cuello, pasando por las tetas, llegando hasta el coño y el culo.
Virginia: ¡Oh sí, mi amor, mi hermanito, cómeme entera! – gemía - ¡Soy toda tuya!
Víctor siguió comiéndose a su hermana dejándola bien mojadita, y solo cuando vio que su hermana estaba que no podía más de calentura, a punto de correrse, se levantó y besó a su hermana mientras le metía la polla de una estocada lenta y profunda en su apretado coño mojado.
Virginia: ¡Oh sí, mi amor, hazme tuya, sí! - gemía.
Víctor: ¡Toma polla, puta! – gemía - ¡Te voy a reventar tu coñito como no lo hace el cornudo de tu novio!
Virginia no pudo evitarlo y se corrió como una loca por el morbo de las visiones que le daba su hermano cuando se metía con su novio. Víctor la siguió follando en esa posición con las piernas de su hermana sobre sus hombros, haciendo sus penetraciones más profundas, pero luego de unos minutos de follada intensa, viendo que se iba a correr, cambió de postura a su hermana, le sacó la polla del coño, la desató y la puso a cuatro patas para, colocándose tras ella, volver a empalarla con su polla de nuevo el coño y empezó a follársela salvajemente.
Virginia: ¡Oh dios, mi amor! – gimió - ¡No pares, mi amor, folla a tu mujer, sí, me encanta, no pares, dame más fuerte, sí, azótame, sí, sí, sí!
Víctor: ¡Puedes correrte cuanto quieras! – gimió azotándola con mucha dureza - ¡Así aprendes a disfrutar de una buena follada y no las que te da el cornudo!
Víctor siguió follando a su hermana de forma salvaje sin dejar azotarla haciendo a su hermana encadenar orgasmos sin parar. Luego de unos minutos muy intensos, Virginia notó como la polla de su hermano se ponía durísima en su coño y lo empujó a correrse.
Virginia: ¡Vamos, mi amor, quiero tu leche, el maricón del cornudo que tengo por novio nunca se corre conmigo! – gimió mirándole - ¡Demuéstrame como un verdadero macho se corre con su hembra!
Víctor: ¡Oh sí, me corro, puta, toma leche, sí! – gimió morboso - ¡Eres mía!
Víctor se corría en el coño de su hermana por primera vez, inundando su útero con una gran cantidad de esperma espeso y caliente, haciendo a Virginia correrse cuando sintió la descarga enorme de leche de su hermano dentro de su fértil útero. Cuando ambos se corrieron se quedaron tumbados en la cama, dispuestos a dormir muy cansados.
Víctor: ¿Te ha gustado hermanita? - dijo curioso.
Virginia: Sí, has estado genial, mi amor - dijo dándole un beso en los labios.
Víctor: ¿Te gusta más que el cornudo o papá? – dijo curioso.
Virginia: Que el cornudo seguro – dijo riendo divertida – Qué papá también – dijo meditando – Adoro satisfacer a papá, me da morbo, al igual que verte follando con mamá – confesó – Pero prefiero que me folles tú.
Víctor: Cuando quieras – dijo travieso acariciando su culo dolorido – Siento ser tan rudo – dijo apenado.
Virginia: Nunca te arrepientas de usar a tu mujer a placer, cómo te plazca, cuando te plazca – dijo acariciando su cara – Ahora a descansar, mi amor, que mañana hay clases – dijo acurrucándose en él, amorosa.
Víctor: Buenas noches hermanita – dijo besándola.
Virginia se acurrucó satisfecha y se durmió abrazada a su amado hermano. Víctor por su parte estaba que no se la creía: se había follado su hermana, prefería a su madre, pero su hermana estaba buenísima también, la quería. Con esos pensamientos se durmió con una sonrisa en la boca.