Tradición familiar IV

Madre e hijo se divierten

Los días siguientes fueron casi rutinarios, ambos iban desnudos por la casa y Víctor se levantaba y se follaba a su madre, dándole a beber siempre su leche, y el resto del día se la follaba por el coño o por el culo y terminaba corriéndose en su coño, salvo que su madre le pidiera su leche en la boca o a él le apeteciera correrse en su cara. Pero Víctor tenía una fantasía y quería cumplirla.

Víctor: Mami, ¿puedo pedirte algo? – dijo curioso.

Alejandra: Dime, con confianza – dijo sonriente.

Víctor: Bueno, mamá, quiero cumplir una fantasía, la que me hizo correrme en mi primera paja, quiero que me pilles masturbándome y que me veas hacerme una paja mientras tú te masturbas viéndome – dijo nervioso.

Alejandra: No te preocupes – dijo sonriente mientras le daba un beso – Estamos aquí para hacerte un hombre, pero también para cumplir tus fantasías morbosas con mami – dijo traviesa – Cuando quieras, lo haremos.

Víctor: Gracias, mami – dijo abrazándola y besándola en la boca con pasión - ¡Eres la mejor!

Alejandra: ¡Adulador! – le acusó sonriente.

El día transcurrió con normalidad. No fue hasta por la noche, que Alejandra notó un comportamiento raro en su retoño, no le había manoseado y no había bajado de su habitación. No pensó en la fantasía de su hijo y no fue hasta que no subió a ver qué hacía y le vio en su habitación pajeándose suavemente con una foto suya desnuda en el ordenador que no se acordó. Sonrió traviesa y pasó a la acción. Se desnudó y entró a la habitación.

Alejandra: ¿Te gusta lo que ves? – dijo pícara.

Víctor: Mucho – dijo mirándola morboso sin parar de hacerse su paja.

Alejandra: Ya lo veo – rio pícara señalando su polla dura, morbosa.

Víctor no contestó, simplemente, con mucho morbo, siguió pajeándose, lentamente, mirando las tetas y el coño a su madre. Alejandra le miraba mientras se agarraba sensualmente sus tetas.

Alejandra: Eso es, cielo, pajéate viendo desnuda a tu madre – dijo provocándolo con una sonrisa muy sexy – muévete la polla para mami.

Víctor: Me encanta, mamá – gimió aumentando el ritmo de la paja - ¡Estás buenísima!

Alejandra: ¿Te gusta mami? – dijo pícara - Dímelo.

Víctor: Me encantas mami, estás muy buena – gimió morboso mientras seguía aumentando el ritmo de su paja – Me encantan tus tetas y tu culo, tus piernas y tu coño – dijo mirándola lascivamente – Me encanta pajearme delante tuya.

Alejandra: A mami también le gusta ver a su niño menearse el rabo delante suya mientras la mira – dijo agarrando más fuerte sus tetas.

Alejandra se sentó en la cama, frente a su hijo y con una sensualidad innata, mientras se pellizcaba un pezón fuertemente, bajó una mano por su vientre hasta su coño abriendo sus piernas y comenzó a masturbarse delante de su hijo. Eso la puso muy caliente, sentirse así de observada por él mientras su hijo se pajeaba observándola. Alejandra se pasaba sus dedos por el clítoris y separaba los labios vaginales, logrando un sonido de chapoteo que puso como una moto a un morboso y caliente Víctor.

Alejandra: ¡Oh sí, estoy muy mojada, cielo! – gimió mirándole a los ojos sin dejar de masturbarse.

Víctor: ¡Oh sí, mamá, sigue, sigue pajeándote conmigo, guarra! – gimió aumentando el ritmo de su paja.

Alejandra: ¿Te gusta que la guarra de tu mami se masturbe delante de ti? – gimió provocándolo.

Víctor: ¡Oh sí, mamá, mucho, eres muy guarra, masturbarte delante de tu hijo! – gimió entrando en su juego.

Alejandra: ¡Oh sí, cielo, mami es muy guarra! ¡Pues espero que esto te guste! – gimió guiñándole un ojo.

Alejandra, tras guiñarle el ojo a su hijo, se tocó su encharcado coño un par de veces antes de, lenta y sensualmente, meterse dos dedos dentro de su coño y comenzar a follarse con ellos. Víctor se puso más cachondo, y empezó una paja más intensa, la más intensa de su vida, tener ahí a su madre desnuda, masturbándose y follándose con los dedos era muy morboso. Alejandra se puso aún más caliente al sentirse observada por su hijo mientras se hacía un dedo, le daba más morbo al verlo pajearse. Ambos no aguantaron mucho.

Alejandra: ¡Oh sí, me encanta que me mires, sí, estoy muy cachonda! – gemía.

Víctor: ¡Oh sí, mamá, sigue que me tienes a punto! – gimió.

Alejandra: ¡Yo también me voy a correr ya, cielo! ¡Oh sí, me encanta! – gimió.

Víctor: ¡Oh sí, me corro, mamá, me corro, guarra! – gimió.

Alejandra: ¡Oh sí, cielo, córrete en la guarra de tu mami! ¡Lléname de tu leche! – gimió.

Víctor se levantó de la cama y se puso frente a su madre, que seguía masturbándose ahora más violentamente mientras su hijo se pajeaba furiosamente delante de su cara. Se relamió al tener su polla tan cerca. Víctor explotó en una corrida bestial que dio de lleno en la cara de su madre, que se corrió como una loca al sentir la corrida de su hijo dándole en la cara y bajándole por los labios y las tetas. Cuando terminaron de correrse, Alejandra se relamió los labios.

Alejandra: Me ha encantado, cielo. ¿Te ha gustado? – dijo relamiéndose.

Víctor: Me ha encantado – dijo sentándose en la silla, exhausto – Ha sido más morboso que en mi fantasía.

Alejandra: Ya veo – dijo riendo – A mí también me ha encantado y lo podemos repetir siempre que quieras, cielo – dijo besándolo.

Víctor: ¡Me encanta que seas mi puta! – dijo riendo y volviéndola a besar.

Alejandra: Bueno, cielo, ahora vamos a reponer fuerzas. ¡Me tienes agotada! – dijo levantándose de la cama para cenar – La cena está lista.

Así se pasaron la noche, entre besos, caricias, y juegos sexuales. Víctor pensó en cumplir otra fantasía. En su casa, padre e hija se divertían también entre juegos sexuales. Al día siguiente, por la tarde, Víctor decidió cumplir una fantasía sexual: deseaba darle en las narices a su vecino. Su vecino siempre había deseado a Alejandra, era un viejo verde que no se cansaba de decirle a Víctor lo buena que estaba su madre y que no tardaría en follársela y que cuando lo hiciera él estaría presente. Esa tarde, Víctor le pidió a su madre darse un baño en la piscina y tomar el sol, para relajarse, a sabiendas de que el vecino no les quitaría ojo, aunque su madre no se enterase de nada.

Víctor: Mamá, ¿por qué no nos damos un baño y tomamos un poco el sol? Así descansamos un rato – dijo abrazando a su madre.

Alejandra: Me parece buena idea, además de que así puedo estrenar un bikini nuevo – dijo guiñándole un ojo.

Víctor: Voy a cambiarme y a preparar el agua de la piscina – dijo dándole un beso.

Alejandra: De acuerdo, cielo, yo iré a cambiarme y a por las toallas - informó.

Ambos se prepararon y a los pocos minutos estaban tomando el sol, Alejandra con un diminuto bikini que apenas le tapaba lo justo y Víctor con un bañador ajustado que resaltaba su polla. Como apretaba el sol, Alejandra le pidió a su hijo que le echara crema para no quemarse. Víctor vio a su vecino ya asomado cuando su madre se colocó boca abajo y empezó la acción.

Víctor: Mamá, ¿por qué no te quitas la parte de arriba? – dijo pícaro - Así no tendrás marcas del sol.

Alejandra: ¡Pero cielo! Alguien me puede ver – dijo medio asustada mirando para todos lados.

Víctor: Nadie te ve, estamos solos – dijo travieso - Vamos, ¡aprovecha!

Alejandra: De acuerdo, cielo – dijo luego de pensarlo – pero si hay alguien mirando me tapo.

Víctor vio como el vecino se asomaba un poco más para ver las tetas de su madre en todo su esplendor. Alejandra, ajena a su escrutinio, se quitó el sujetador y lo dejó al lado de la toalla por si alguien la veía poder taparse, ajena a todo. Víctor, cuando su madre se colocó, se puso encima de ella, sentado en su culo, dejando una buena visual a su vecino que los miraba de costado. Víctor comenzó a darle crema a su madre por los hombros y brazos, suave, despacio, para luego bajar por su espalda y darle un suave masaje, arrancando algún gemido de su madre, que se dejaba hacer.

Víctor: Mamá, ahora haga lo que haga, no te muevas – dijo serio.

Alejandra: ¿Qué vas a hacer? – dijo gimoteante y morbosa.

Víctor: Voy a disfrutar de la puta de mi amada madre – dijo a su oído.

Alejandra: Con cuidado cielo, que nos pueden ver – dijo abriendo las piernas, sumisa y morbosa.

Víctor sabía que los estaban viendo, pero comenzó a bajar las manos para acabar tocando el culo de su madre, bajando las bragas hasta los tobillos, dejando sorprendido a su vecino. Víctor siguió con el masaje, ahora en el culo de su madre, pasando los dedos hábilmente por la raja del culo y del coño ya chorreante de su madre. Víctor bajó por las piernas de su madre, para subir de nuevo al culo de su madre y volver a pasar los dedos hábilmente por la raja del culo y del coño de su madre. Alejandra gemía de placer ante un atónito vecino que no se creía lo que veía.

Víctor: ¿Quién es tu dueño? – dijo a su madre mientras miraba con una sonrisa triunfante a su vecino.

Alejandra: Tú, cielo, tú eres mi dueño – gimió - ¡No pares!

Víctor siguió masturbando a su madre metiéndole varios dedos en su culo y en su coño, mientras lamía la espalda y el cuello de su madre. Alejandra estaba muy caliente y sintió mucho morbo de que la pillaran follando con su hijo. Con ese pensamiento se comenzó a correr.

Alejandra: ¡Oh sí, hijo, sigue, no pares, oh sí, me encanta! ¡Usa a mami! ¡Me corro! – berreó.

Ante un atónito vecino, Alejandra se comenzó a correr de manera bestial. Víctor se sacó la polla y ante la sorpresa de su vecino, comenzó a restregársela a su madre por el culo y el coño, sin llegar a metérsela.

Víctor: ¿Te gusta lo que te hace tu hijo, puta? ¡Si sigues gritando así te escucharán todos los vecinos! – dijo dándole un sonoro azote.

Alejandra: ¡Oh sí, hijo, sigue, no pares, oh sí, me encanta tu polla! ¡Dame más! ¡Me corro! ¡No importa que me vean! – berreó.

Luego de unos minutos así y de ver como el vecino se comenzaba a pajear viendo el espectáculo de madre e hijo, Víctor se quitó de encima de su madre, que se quejó.

Víctor: ¡Ahora te toca a ti darme crema, mami! – dijo dándole un sonoro azote.

Alejandra: Túmbate, hijo, que tu mami te cuidará del sol – dijo mirándole con mucha lujuria, excitada y morbosa.

Víctor se tumbó boca abajo y Alejandra se colocó encima de su hijo sentada en su culo y comenzó a masajear a su hijo, los brazos, los hombros, el cuello, la espalda, suavemente, mientras con sus piernas hábilmente le bajaba el bañador sin llegar a quitárselo. Alejandra comenzó a masajearlo con su cuerpo, restregándose con el cuerpo de su hijo, pasándole las tetas y la lengua por toda su espalda. Alejandra comenzó a masajear el culo de su hijo y las piernas, suavemente, mientras le quitaba el bañador por los tobillos. Alejandra comenzó a pasar la lengua y las manos por el culo y los huevos de su hijo, llegando incluso a meterle la lengua en el culo, provocando en su hijo mucho placer. Cuando Alejandra vio como de caliente estaba Víctor paró y le dio la vuelta para mostrar su erección. Alejandra se relamió y comenzó a masajear los hombros y pecho de su hijo sin dejar de mirarle a los ojos.

Alejandra: Te noto un poco tenso, hijo, creo que deberías relajarte – dijo agarrando la polla de su hijo con una mano.

Víctor: Entonces, relájame, mamá – gimió mirándola a los ojos.

Alejandra, ante un atónito vecino, sonrió y después unas sacudidas a la polla de su hijo comenzó a pasarle la lengua, a lamerla de arriba abajo sin dejar de pajearlo suavemente. Víctor gemía de placer. Luego de unos minutos, Alejandra comenzó a meterse la polla de su hijo en su boca, al principio poco a poco, pero luego entera, haciéndole una garganta profunda.

Víctor: ¡Oh sí! ¡Me encanta! ¡No pares, oh sí! ¡Cómetela toda! – gemía.

Alejandra siguió comiéndole la polla a su hijo de manera brutal, hasta que sintió que estaba por correrse. Alejandra soltó la polla de su hijo y ante un incrédulo, pero cachondo vecino, se sentó en la polla de su hijo, incrustándosela entera de una estocada, para comenzar a cabalgarlo como una amazona salvaje. Víctor gemía de placer mientras su madre se follaba el coño y él la azotaba el culo y le comía las tetas.

Alejandra: ¡Mi cielo, folla a mami, cielo, dame bien fuerte! – berreaba loca de placer - ¡Oh sí, dame, dame, dame más, mucho más, no pares! ¡Qué placer, mi vida, sigue, sigue, no pares por favor! ¡Oh sí! ¡Me corro, sí! ¡Qué bien follas mi cielo, dame polla, así, sigue, más duro, así! ¡Oh sí!

Víctor: ¡Toma polla, puta! ¡Qué buena estás, putón! ¡Oh sí, toma polla, oh sí! ¿Quieres que te llene el coño de leche, puta? – gemía.

Alejandra: ¡Oh sí, mi cielo, quiero tu leche en mi útero! ¡Qué placer, mi vida, sigue, dame más duro, sigue, no pares por favor! ¡Oh sí! ¡Me corro, sí! ¡Préñame! – berreaba sin dejar de cabalgar.

Víctor: ¡Toma polla, puta! Si quieres mi leche en el fondo de tu coño, ¡pídemelo! – gimió.

Víctor giró a su madre para colocarla boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas y empezó a follarle con violencia el coño a su madre. Alejandra le hizo la pinza con las piernas apretándole bien su culo contra su coño para que no pudiera sacar su polla de dentro de su coño. El vecino estaba cachondo perdido por el espectáculo.

Alejandra: ¡Oh sí, quiero tu leche en mi útero! ¡Dame toda tu leche en el fondo de mi coño, hijo! – berreó mirándole a los ojos y besándolo - ¡Vamos, mami está esperando toda tu leche en su coño de puta! ¡Dámela toda, vacía tus huevos en el coño de mami! ¡Préñame!

Víctor: ¡Toma polla, puta! ¡Toma toda mi leche en tu coño, mami! ¡Oh sí, me vacío los huevos en tu coño, puta! ¡Tómala toda, oh sí, toda mi leche! – gimió.

Víctor se corría dentro del coño de su madre al mismo tiempo que el vecino se corría bestialmente mientras decía “hijo de puta” a Víctor, que le enseñaba obscenamente el dedo por detrás de la cabeza de su madre. Alejandra se corrió como una loca entre gritos de placer al sentir la descarga de leche de su hijo en el fondo de su coño. Cuando terminaron de correrse, acabaron tumbados en la tumbona exhaustos y abrazados.

Alejandra: Me ha encantado, cielo – dijo besándole con ardor – Han podido pillarnos, pero es morboso.

Víctor: Tenía muchas ganas de follarte fuera de casa, mamá, me daba mucho morbo – dijo entre besos.

Alejandra: Ya veo – dijo besándolo.

Víctor: Cuando quieras repetimos – dijo tocando su culo – me encanta follarte, mamá, y que seas mi puta – dijo volviéndola a besar.

Alejandra: Bueno, cielo, ahora vamos a reponer fuerzas. ¡Me tienes agotada! – dijo levantándose de la tumbona para preparar la cena.

Así se pasaron la noche, entre besos, caricias, preparando la cena, viendo una película y durmiendo agotados y abrazados después de follar como conejos recordando el sexo en la tumbona. Víctor pensó en cumplir otra fantasía.