Tradición familiar III
Sigue madre e hijo en el pueblo
A la mañana siguiente, Alejandra se despertó primero, y al ver a su adorado retoño dormir a pierna suelta en la cama, no quiso despertarlo y lo dejó durmiendo plácidamente en la cama. Ella se levantó, se aseó y fue a la cocina a preparar el desayuno, aunque era media mañana. Cuando Víctor despertó se encontró solo en la cama. Se levantó, despejó y aseó, para dirigirse a la cocina, dónde sabía que su madre estaría. Allí la encontró, desnuda, sentada en la mesa, tomando café con tostadas.
Víctor: Buenos días, mamá – dijo dándole un beso en la mejilla.
Alejandra: Buenos días, dormilón – dijo riendo – A partir de ahora me puedes saludar así – dijo dándole un pico.
Víctor: De acuerdo, mami – dijo riendo.
Víctor comenzó a desayunar al ver su cola cao y las galletas preparadas en la mesa. Alejandra lo notó pensativo durante todo el desayuno, así que lo encaró, por si se arrepentía de lo que había pasado.
Alejandra: ¿Qué te ocurre, cielo? ¿Te arrepientes de lo de ayer? – dijo seria – Puedes contarme lo que sea, mami te ayudará.
Víctor: Nunca me arrepentiré de eso, mami, lo llevaba deseando desde que soy una hormona con patas – dijo divertido.
Alejandra: ¿Entonces? – dijo mirándolo seria, mientras le cogía las manos.
Víctor: Es solo que me preguntó qué pasará a partir de ahora – dijo serio - ¿Podré follarte a diario? ¿De dónde viene esta tradición? ¿Tendré que ver cómo mi futura mujer se folle a nuestros hijos? ¿Tendré que follarme a mis hijas?
Alejandra: Vayamos por partes, cielo – dijo seria – respondiendo a tu primera pregunta, sí, podrás follarme siempre que quieras y no me lo haya pedido primero tu padre, recuerda que estoy casada con él, él es el señor de la casa, por llamarlo de alguna forma y es el que tiene más derechos sobre mí. Tu padre apoya que me folles, pero es mejor siempre tenerlo a él en cuenta cómo forma de respeto.
Víctor: De acuerdo – dijo serio – Lo entiendo, así será.
Alejandra: Respondiendo a tu segunda pregunta, es una historia larga, pero se resume en que hace varias generaciones, una mujer decidió enseñar e instruir a sus hijos en las artes amatorias porque al parecer, sufrió mucho sexualmente por su marido y deseaba que sus hijas aprendieras a obtener placer y sus hijos a darlo. Y desde entonces, viendo los buenos resultados que da, lo hacemos de generación en generación - explicó.
Víctor: Vaya – dijo serio – Así que es un aprendizaje más.
Alejandra: Sí, para que los hijos sean felices en todos los sentidos – explicó – Respondiendo a tu tercera pregunta, eso depende de si tu futura mujer entiende nuestra tradición y accede a participar en ella de manera voluntaria. No obligamos a nadie a hacer nada que no quiera, y tanto si accede como si no, respetamos su decisión.
Víctor: De acuerdo – dijo serio – A mí no me importaría que accediera, hacerlo con tu madre es lo mejor del mundo – dijo abrazándola tierno.
Alejandra: Gracias, tesoro – dijo tierna, devolviendo el abrazo – Y respondiendo a tu cuarta pregunta, la respuesta es sí, siempre y cuando como ya te he dicho, ellas accedan. Todas las mujeres desde hace generaciones lo haces de manera voluntaria.
Víctor: ¿Y cómo es que todas las mujeres de tantas generaciones acceden a tener sexo con sus padres e hijos? – dijo dudoso.
Alejandra: Nos crían así, para ello – dijo seria – Las madres educan a las hijas para que sean sumisas y amen dar placer a los hombres de la familia, ya sean su padre, su abuelo, su hijo o su hermano – explicó – De la misma manera que ambos padres, educan a los hijos para que sean los hombres de la casa cuando les llegue el momento y satisfagan sus deseos con las mujeres de la casa. No apoyamos la infidelidad – dijo al ver la cara de confusión de su hijo – Preferimos que, si el hombre se cansa de su mujer, en vez de ponerle los cuernos con alguien de fuera, lo haga con alguien de la familia, así se mantiene la honra de las mujeres y se satisface al hombre en sus deseos primarios.
Víctor: ¿Eso no es machista y retrógrado? – dijo confuso.
Alejandra: Sí, pero preferimos tener a nuestros hombres satisfechos en todos los sentidos por nuestra naturaleza sumisa y, por otra parte, al hacerlo con personas cercanas, no solo cuidamos nuestra imagen frente a la gente de fuera, sino que la relación fraternal se refuerza, al igual que el matrimonio, al estar ambos satisfechos.
Víctor estaba confuso, pero dejó de hacer preguntas, ya lo entendería llegado el momento. Alejandra comprendió a su hijo, era complicado de asimilar. Durante el desayuno, ni madre ni hijo dijeron absolutamente nada, pero mientras recogían la mesa, Víctor se acercó por detrás a su madre, restregando su morcillona polla en su culo. Alejandra, al notar su polla, echó el culo hacía atrás, dejándole hacer. Solo con ese movimiento, mas recordar la noche anterior, Víctor se puso a cien. Pronto, su dura y palpitante polla, se restregaba con el culo de su madre. Ambos gemían. Víctor llevó sus manos a las tetas bamboleantes de su madre, apretándolas, amasándolas, haciéndola gemir.
Alejandra: ¡Cariño, tócame las tetas, las tetas de mami! – gemía.
Víctor la giró y comenzó a comerle las tetas mientras Alejandra le agarró la polla y comenzaba a masturbarle. Víctor subió de las tetas de su madre por su cuello hasta su boca, y ambos se besaron con pasión, jugando con sus lenguas.
Víctor: Mami, vamos a la cama, quiero hacer un 69 contigo – gimió entre besos.
Alejandra: Tus deseos, son órdenes, cariño – gimió, cachonda y morbosa.
Madre e hijo se dirigieron a la habitación de la mano, Alejandra delante, dándole una visión de su culo muy apetitosa. Nada más llegar, Víctor la tiró a la cama mientras su madre lo miraba, dejándose hacer. Víctor se subió encima de su madre, del lado contrario, quedando con su boca a la altura de su coño y su polla a la altura de la boca de su madre. Alejandra agarró su dura polla, y mientras le comenzaba a pajear, llevó su boca al rabo de su retoño, empezando a engullirlo. Víctor gimió y acudió raudo al coño de su madre, moviendo su lengua en círculos por sus labios y masajeando el clítoris con sus dedos. Alejandra le comía la polla dejándola bien ensalivada para cuando la follara mientras le tocaba los testículos, Víctor le comía el coño y le metía dos dedos por el culo haciéndola gemir y después de unos minutos ella gritaba de placer.
Alejandra: ¡Oh si mi cielo, como me gusta! ¡Sí, sigue mi vida, no pares! – berreaba de placer, sacándose la polla de su hijo de la boca - ¡Oh sí mi cielo, más, más! ¡Me corro!
Alejandra se corrió en la boca de su hijo mientras lo masturbaba. Cuando se corrió, Víctor la colocó a cuatro patas sobre la cama y se puso a jugar con su polla en su culo. Cuando empezó a meterle la polla por el culo Alejandra suplicaba más.
Alejandra: ¡Mi cielo, folla mi culo, cielo, dame bien fuerte por el culo! – gemía desesperada.
Víctor estaba muy caliente oyendo a su madre suplicar que se la follara por el culo. La penetró despacio, pero de una sola vez. Alejandra comenzó a gritar mientras su hijo la follaba despacio al principio para poco a poco aumentar el ritmo de la follada a un ritmo vertiginoso, endiablado, salvaje a petición de ella mientras la azotaba el culo y le pellizcaba los pezones. Alejandra pedía más. Víctor complacía a Alejandra mientras la follaba el culo, prácticamente la taladraba el culo con su polla y mientras la cogía del pelo se la empezó a follar de forma más salvaje posible.
Víctor: ¡Toma polla, puta! – gimió - ¡Qué culazo tienes zorra, que estrecho! ¡Oh sí, toma polla! ¡Qué apretadito lo tienes y que gustazo follarlo puta! ¡Oh sí! ¡Te voy a llenar el culo de leche! ¡Sí, me corro!
Alejandra se corría una y otra vez, sin descanso, cuando sintió que Víctor la rellenaba el culo de leche caliente y espesa se corrió por última vez y ambos cayeron rendidos a la cama. Ambos reposaron un rato, en silencio, abrazándose, hasta que una vez recuperados, Alejandra tomó la palabra.
Alejandra: ¿Te has quedado a gusto, mi cielo? ¿O quieres más? - dijo deseosa y complaciente.
Víctor: No ha estado mal mamá, pero antes de acabar quiero que me hagas una cubana con esas tetas grandes que tienes - dijo con deseo mientras la acariciaba.
Alejandra: Con mucho gusto mi cielo - dijo sensual y sumisa.
Después de unos minutos de descanso, Víctor se sentó en la cama y Alejandra se colocó entre las piernas de Víctor con una sonrisa pícara y le rozaba con las tetas su polla. Comenzó a chuparla con pasión, a lamerla con fruición y deseo. Cuando estuvo bien lubricada se la metió entre las tetas y empezó con la cubana mientras le lamía la punta de la polla. Víctor gemía. Alejandra poco a poco aumentaba el ritmo y la presión que ejercía en la polla de su hijo mientras le lamía la punta de su polla y se escupía entre sus tetas para lubricarlas, ante el morbo de su hijo. Víctor, tras unos minutos siendo tratado así por su madre, no pudo evitar correrse de nuevo. Esta vez en la cara y tetas de su madre.
Alejandra: ¿Te gusta, cielo? A mami le gusta mucho la polla de su hijo, es grande, gorda- gemía - ¡Oh sí!
Víctor: ¡Oh sí! ¡Trágatelo todo puta! ¡Oh sí, toma leche! ¡Qué bien lo haces! ¡Oh sí! – gemía.
Alejandra recibió gustosa su premio, dejando que su retoño descargase su leche en su cara, boca y tetas. Cuando Víctor se corrió, Alejandra lo aseó, se limpió ella misma y se tumbaron en la cama abrazaditos y desnudos ya dispuestos a descansar.
Alejandra: Mi cielo eres todo un campeón, espero que te haya gustado todo lo que hemos hecho, cielo, porque te advierto que aún queda mucho por hacer antes de irnos – dijo traviesa.
Víctor: Me ha encantado mami, pienso follarte mucho puta - dijo tocándole las tetas y besándola.
Así se durmieron toda la mañana y parte de la tarde, entre besos y caricias, ambos abrazados y Víctor agarrando las tetas de su madre. Cuando se despertaron, Alejandra vio a su hijo dormido plácidamente con su teta en la mano y sonrió. Le pareció adorable. Con algo de esfuerzo, se levantó de la cama sin despertar a su hijo y bajó a la cocina a preparar la cena. Se puso un camisón fino que tenía para dormir. Víctor se despertó un rato más tarde y al buscar a su madre en la cama y no encontrarla se puso su pantalón corto y se levantó en busca de ella. La encontró en la cocina, vestida con el corto camisón mientras preparaba la cena. Víctor, que tenía una erección solo de ver a su madre tan sensual, se acercó sigilosamente a su madre por detrás, que se encontraba pegada a la encimera de la cocina.
Alejandra: ¡Víctor! – dijo entre el susto y la excitación al notar la polla de su hijo incrustada entre su culo.
Víctor: Hola, mami – dijo empezando a restregarse.
Alejandra: Buenos días, cielo – dijo caliente – Te has levantado juguetón, ¿eh?
Víctor: Sí, mami – dijo levantando el camisón de su madre – quiero hacerte mía – dijo incrustándole la polla de una estocada en el encharcado coño de su madre.
Alejandra: ¡Sí, cielo, sí! ¡Fóllame! ¡Folla a tu puta! ¡Sí, así, no pares, sí! – berreó pellizcando sus pezones en celo - ¡Sí, más, más, no pares, más duro, más! ¡Me corro, sí!
Víctor le sacó las tetas del camisón y se las empezó a pellizcar él mientras no paraba de follarla.
Víctor: ¡Toma polla, puta! ¡Qué buena estás, puta! ¡Sí toma polla, sí, me encanta follarte! ¡Oh sí! ¡Te voy a llenar de leche! ¡Sí! – gimió.
Alejandra: ¡Si, cielo como me gusta, sí!¡Me corro! ¡Vamos cielo, dame tu leche en mi boca, dámela toda! ¡Lléname la boca con tu deliciosa leche, mi cielo, dame de beber! ¡Oh sí! – berreaba loca de pasión.
Víctor: ¡Sí puta, sí! ¡Te vas a llevar mi leche en tu boca! ¡Oh sí! ¡Toma leche, puta, tómala toda! ¡Oh sí, me vacío en tu boca de puta! ¡Sí, toma leche! - gimió
Cuando Víctor sacó la polla del coño de su madre, Alejandra se colocó de rodillas en el suelo y Víctor le incrustó la polla hasta la garganta, comenzando a follarle la boca, hasta que se corrió como un bestia en la boca de su madre, que recibía con gusto tanta leche de su hijo y se corrió simultáneamente mientras se tocaba el coño. Tras correrse, Alejandra le mostró su corrida en su boca, para con una sonrisa, tragársela.
Víctor: Como envidio a papá – dijo riendo – Puede disfrutar de ti cómo le apetezca y cuando le apetezca.
Alejandra: Te has corrido mucho, cielo. ¿Te ha gustado? – dijo morbosa - No te preocupes, si quieres te lo haré de vez en cuando, que me tienes enviciada con tu leche.
Víctor: Me ha encantado – dijo besándola con ardor - ¿Te gusta mi leche?
Alejandra: Sí, cielo, me encanta que me la des en cualquiera de mis agujeros, pero bebérmela me encanta – dijo besándolo.
Víctor: Pues por mí, te la doy a diario – dijo riendo.
Alejandra: Bueno, cielo, vamos a reponer fuerzas – dijo sonriéndole – Te espera una larga noche.
Cenaron tranquilamente y luego mientras Alejandra ordenaba la cocina, mandó a su hijo a ducharse. Alejandra le tenía preparada a su hijo una sorpresa. Cuando ella se terminó de duchar, fue a su habitación mientras su hijo hablaba por teléfono con su padre contándole como iba todo y se enfundó en un camisón transparente sin nada debajo y unos tacones. Así vestida bajó al salón para sorprender a su hijo. Cuando su hijo la vio se quedó entre sorprendido y excitado.
Víctor: ¡Guau mamá! ¡Estás espectacular! – la alabó.
Alejandra: Gracias, cielo – dijo sonriente – ¿Me acompañas a la habitación?
Víctor: Claro, mamá, contigo al fin del mundo – teatralizó.
Alejandra: Vamos, cielo – dijo riendo.
Alejandra cogió de la mano a su hijo y lo condujo a la habitación, para sentarlo en la cama. Víctor se dejaba hacer, expectante.
Alejandra: Bueno cielo, ahora te voy a enseñar a tratar a una mujer. No ha follarla – le advirtió – sino a amarla.
Víctor: Vale mamá – dijo sonriendo.
Alejandra: Todo lo que hagamos ahora lo harás con la persona que ames, que tú elijas, con tu pareja – le explicó - Haz todo lo que yo te diga y déjate hacer todo lo que te haga, ¿de acuerdo?
Víctor: Alto y claro, mamá – dijo sincero.
Alejandra se sentó al lado de su hijo y le acarició la cara sonriente. Tras unas caricias comenzó a besarlo suavemente, pasando por cada parte del rostro de su hijo. Luego bajó al cuello y comenzó a darle unas lamidas. Víctor comenzó a tocar las tetas a su madre cuando ella le puso las manos en su pecho, para que lo tocara, comenzando a hacerlo igual que su madre, lentamente. Víctor le devolvía las caricias y los besos a su madre.
Alejandra: ¡Oh sí, sigue así, lo haces muy bien, no pares! – gemía.
Víctor: ¡Oh sí! ¡Quiero más! – gimió.
Alejandra comenzó a bajar por el pecho y vientre de su hijo con la lengua hasta que llegó a la polla. La agarró fuerte y comenzó una lenta paja mientras miraba sonriente a su hijo y le daba besos en el estómago. Pronto comenzó a darle lamidas a lo largo y ancho de su polla mientras lo seguía pajeando lentamente. Cuando la tuvo bien ensalivada, se colocó entre las piernas de su hijo, se quitó el sujetador y colocó la polla de su hijo entre sus tetas para comenzar una lenta cubana.
Alejandra: ¿Te gusta, cielo? – le provocó.
Víctor: ¡Me encanta, mami! – gimió - ¡No pares, oh sí!
Alejandra comenzó a aumentar el ritmo de la cubana y a lamerle la cabeza de la polla. Cuando notó que su hijo estaba a punto de correrse paró y lo tumbó en la cama mientras lo besaba. Luego, muy lentamente, comenzó a restregar todo su cuerpo con el de su hijo, hasta que se sacó el camisón y se colocó sentada en la cara de su hijo para que le comiera el coño. Víctor comenzó a lamerlo de arriba abajo hasta el culo disfrutando de los gemidos de su madre. Alejandra gemía de placer, estaba muy caliente. Víctor le comía el coño con gula, con ímpetu, llevando a su madre al límite una y otra vez. Alejandra se corría sin parar disfrutando de la comida de coño que le daba su hijo. Víctor se tragaba la corrida de Alejandra con gusto. Cuando Alejandra creyó que era conveniente paró a su hijo, se levantó de su cara y se sentó a horcajadas en la polla de su hijo, clavándosela entera, despacio, sin dejar de mirarle a los ojos sonriente. Cuando se la clavó entera, empezó a cabalgarlo de manera suave y lento.
Alejandra: Eso cielo, ¡fóllate a tu madre, a tu puta! ¡No pares cielo! ¡Oh sí! - gemía deseosa - ¡Oh sí, no pares! ¡Cómeme las tetas! ¡Oh sí, dame más, más duro, más! ¡Oh sí! ¡Eres todo un semental, cielo!
Víctor: ¡Oh sí, cabálgame, mami! – gemía - ¡Quiero ver tus tetas botar!
Alejandra cabalgaba la polla de su hijo como la amazona experta que era, imprimiéndole cada vez un ritmo más fuerte, más duro, más salvaje. Mientras Víctor le comía las tetas y le acariciaba el culo, dándole unos azotes y haciéndola gemir más fuerte. Alejandra cabalgó la polla de su hijo hasta que no aguantó más de tanto y se apartó de él. Víctor ansioso, esperó, para ver cómo su madre se ponía delante de él, entre sus piernas y engullía su polla.
Víctor: ¡Oh sí! ¡Me encanta! ¡Eres una buena chupapollas! ¡No pares, oh sí! – gemía.
Alejandra comenzó a follarse ella sola la boca con la polla de su hijo, metiéndosela hasta la garganta, haciéndole una garganta profunda sin dejar de mirarle a los ojos con lujuria, hasta que se corrió como un bestia en la boca de su madre, que recibía con gusto tanta leche de su hijo. Alejandra le mostró su corrida en su boca, para con una sonrisa, tragársela.
Alejandra: Me encanta tu leche, cielo. ¿Te ha gustado? – dijo curiosa.
Víctor: Me ha encantado – dijo agarrando su cara para besarla con pasión - ¿Y he sabido amar a una mujer?
Alejandra: Sí, cielo, lo has sabido muy bien, me has hecho caso en todo – dijo besándolo – así es como el día de mañana debes tratar a tu pareja en la cama.
Víctor: ¡Bien! – dijo riendo – Claro mamá, así lo haré.
Alejandra: Bueno, cielo, ahora vamos a dormir un poco para reponer fuerzas. ¡Me tienes agotada! – dijo azotando su culo, traviesa.
Así se durmieron, entre besos y caricias, ambos abrazados y Víctor agarrando las tetas de su madre, que ya se estaba convirtiendo en costumbre.