Tradición familiar II
Padre e hija se quedan solos en casa
Ese mismo día, padre e hija se quedaron solos en casa. Virginia había salido con su novio por la tarde, pero como su madre no estaba volvió pronto a casa, pues tenía que sustituirla, no solo en las labores de la casa, sino en las labores maritales. José, como cada viernes, fue a trabajar y comió en este caso con su hija, para volver a irse a trabajar y volver para la cena. Padre e hija actuaban normal, pero ambos sabían lo que pasaría. A José le encantaba jugar con su pequeña en la cama, era muy obediente y disfrutaba mucho de lo que le hacía, se parecía a su madre, no solo en lo físico, sino también en su carácter, y en el sexo era una sumisa de manual. Virginia esperó paciente a que su padre se fuera a bañar para empezar la juerga. Virginia fue a su armario y se puso el disfraz de porno chacha que le compró su madre por su último cumpleaños, le quedaba corto, ajustado y muy escotado. No se puso nada debajo. Cuando se ajustó la diadema fue al baño y encontró a su padre afeitándose.
Virginia: Perdón, amo, llegué tarde – dijo colocándose de rodillas al lado de su padre.
José no se sorprendió por la acción de su hija, pero si por su vestimenta.
José: ¿Qué haces así vestida? – dijo sorprendido, mirándola.
Virginia: Mi mamá me compró este traje para cuando tenga que cuidar al amo – dijo mirando al suelo, con voz tierna.
José se rio. Su amada mujer era una loca, pero debía de reconocer que acertó, ese traje le gustaba y mucho. No tardó en tener una erección. Virginia se percató, pues la tenía frente a su cara, pero no hizo nada más que relamerse, pues su adorado padre y amo no le había pedido nada.
José: Prepárame la bañera, necesito relajarme un rato – dijo autoritario.
Virginia: Sí, amo – dijo excitada, le encantaba que su padre fuera así.
Virginia acabó de preparar la bañera a gusto de su padre, y mientras su padre se terminaba de afeitar, tranquilamente le terminó de desnudar. Luego, una vez José terminó de afeitarse, se metió dentro de la bañera y Virginia con una esponja, empezó a asearlo, con mimo, con cuidado, con ternura. José se dejaba hacer, sin dejar de mirar, sonriendo, a su tierna hija. Virginia le lavó el cuerpo entero, incluida la entrepierna, pero sin ir más allá, sabía que, si su padre no se lo pedía y ella se dejaba llevar, su padre no la tocaría. Virginia fue paciente. José jugó un poco más a dejarse hacer y tentar más a su retoño mostrando su incipiente erección, pero su hija tenía la lección bien aprendida. Por eso, cuando terminó de lavarle y le estaba aclarando, le acarició el culo. Ese fue el banderazo de salida para Virginia que agarró con ambas manos la erección de su padre, comenzándolo a pajear.
José: ¿Tienes ganas de juerga putita mía? – dijo morboso, acariciando su culito.
Virginia: Solo quiero satisfacer a mi amo – dijo morbosa y sumisa.
Virginia le pajeó hasta que le dejó la polla bien dura para luego, y tras mirar a su padre, meterse su polla hasta la garganta con una parsimonia inaudita. José sabía que seguía conteniéndose.
Virginia: ¡Mmmmmhhggg! – gemía.
José: ¡Oh sí, que boquita tienes, putita mía! – gimió.
José dejaba hacer a su hija sabía que ella le estaba provocando, disfrutando de la polla de su padre y esperando su tratamiento salvaje, pero él no iba a hacerlo aún, iba a disfrutar de la boca de su hija un poco más mientras le acariciaba su precioso culo por debajo del vestido, notando que venía sin ropa interior y su húmeda entrepierna. Un par de minutos más tarde, Virginia gemía incontrolada, pero sin avanzar en el ritmo de su mamada, hasta que después de unos instantes, José comenzó a follarle la boca a su hija.
José: ¡Oh sí, trágate el rabo de tu padre, putita! – gimió agarrando su cabeza para incrustarle su polla en la garganta - ¡Esto buscabas, esto tienes, perrita!
José cogió a Virginia de la cabeza y le incrusto la polla de una estocada hasta la garganta, dejándola hay unos segundos mientras Virginia aguantaba las arcadas. José repitió el mismo tratamiento a la garganta de su hija, varias veces mientras Virginia no dejaba de masajearle los testículos en ningún momento, y se metía dentro de su coño cuatro dedos, estaba chorreando.
José: ¡No te he dado permiso par masturbarte, zorra! – gimió dándole un duro azote - ¡Trágate mi polla y no se te ocurra correrte o no te follaré más! – le ordenó autoritario.
Virginia gimió como respuesta. Desde ese momento, solo se centró en la polla de su padre, deseaba complacerlo para disfrutar de él en la cama más tarde, estaba sedienta de la leche de su padre, cada día era más adicta a ella. Luego de unos minutos que le parecieron horas a Virginia, su padre le descargó toda la leche en su garganta. José no aguantaba más, su hija le ponía demasiado.
José: ¡Oh sí, putita mía, toma leche, la leche de tu papi! – gimió.
José se corría en la boca de su hija, que recibía con gusto tanta leche de su padre. Cuando su padre terminó de correrse, ella le enseñó toda su leche en su boca para, sin dejar de mirar a su padre a los ojos, tragarse toda la corrida de su padre, ante la mirada satisfactoria de él.
José: Eres toda una puta viciosa. Me encanta - dijo premiándola con un beso.
Virginia: Gracias amo - dijo respondiendo encantada al beso – Su putita esta bruta.
José: Has sido una buena perra, mereces un premio – dijo tierno y morboso.
José salió de la bañera y mientras su hija le secaba, comenzó a acariciar su cuerpo por debajo del vestido. Le comenzó a tocar sus tetas, pellizcando sus pezones, mientras su otra mano se abría paso a su coño y le pellizcaba su clítoris.
Virginia: ¡Amo! – gimió.
Virginia seguía a lo suyo mientras su padre no paraba de torturarla. Después de un rato así y cuando ya había secado a su padre, Virginia le pidió permiso para dormir esa noche con él.
Virginia: ¡Oh sí! – gemía - amo, ¿puedo dormir contigo?
José: Esta bien – dijo caliente,
Virginia: ¡Oh sí, no pares de acariciar a tu putita! – gemía - ¡Me encanta que mi amo me toque!
Virginia no dejaba de secar a su padre mientras él la torturaba. Le encantaba jugar con fuego. José, una vez seco, cogió a su hija en volandas como si fuera un saco de patatas y la tiró a la cama. Virginia le miró lujuriosa, excitada, cachonda. José se tumbó encima de su retoño y empezó a besarla, a morderle los labios, a provocarla como sabía que le gustaba. Virginia se restregaba con su padre y él no dejaba de meterla mano y besarla. Tras un par de minutos así, José cogió a su hija y sin miramientos la ensartó por el culo.
Virginia: ¡Oh sí, amo castigue a su puta! – berreó al sentirse violada - ¡Me duele y me encanta, sí, no pares, folla bien follada a esta putita! – le pedía.
José: Eres una perra que merece un buen castigo para saber respetar a su amo – gemía – No te he dado permiso para restregarte conmigo, perrita – dijo mientras le pellizcaba con dureza sus pezones por encima del vestido.
Virginia: ¡Oh sí, amo, castigue a su puta como se merece! – berreó sacando sus tetas del vestido - ¡Hágale a su puta lo que quiera!
José la follaba de manera salvaje, penetrando en el culo de su hija de manera dura y fuerte mientras le pellizcaba los pezones. José, después de unos minutos de intensa follada anal, le sacó la polla del culo, la giró y la colocó de perrito para volver a ensartarle la polla de una estocada en su culo abierto y la siguió follando en esa posición, empezando a azotarla. Virginia amaba ese trato, le encantaba que su padre le tratara con esa dureza, tan salvaje, tan duro, tan pervertido. La pobre Virginia no aguantaba el ritmo del macho de su padre y se corría sin parar, un orgasmo tras otro, en cadena. Luego de unos minutos así, José se apiadó de su retoño y la acostó de nuevo en la cama para darle la vuelta y tras sacarle la polla del culo, la besó y le ensartó la polla de forma violenta en su encharcado coño.
Virginia: ¡Oh sí, amo, me encanta, no pares, sí! – berreaba de placer - ¡Muérdame los pezones! – pedía viendo como su padre se encargaba de lamerlos - ¡Oh sí, úsame, amo, soy tuya, sí!
José follaba violentamente el coño de su hija mientras le mordía, lamía y pellizcaba sus pezones. José sabía que no iba a aguantar mucho más sin correrse, por eso aprovechó que su retoño volvía a correrse salvajemente para sacarle la polla y ponerse frente a su cara, para correrse en la cara de su hija.
Virginia: ¡Oh sí, me corro, amo, me corro, sí, me encanta! – berreaba loca de placer con los ojos en blanco y babeando.
José: ¡Toma leche putita, tómala en tu cara de puta viciosa! – gimió - ¡Sí, tómala toda!
José se corría en la cara de su hija, que recibía con gusto y placer tanta leche de su padre. Ambos cayeron exhaustos a la cama. Tras unos minutos de descanso y de que Virginia dejara de convulsionar en su brutal orgasmo, fueron a lavarse sin emitir ni una sola sílaba. Volvieron a la cama y se abrazaron.
José: Eso ha estado bien - dijo besando a su hija – ahora a descansar y mañana me despiertas con una mamada, te toca desayunar la leche de papi – dijo azotando su maltrecho culo.
Virginia: Si amo, lo estoy deseando – dijo abrazada a su padre.
Virginia se despertó a la mañana siguiente abrazada a su padre. Ambos estaban desnudos después de una larga noche de pasión y desenfreno. Se quedó mirando a su adorado padre y sonrió recordando con una sonrisa traviesa como fue su primera vez.
Flashback
Alejandra se encontraba en el salón, recogiendo la ropa tendida, mientras Víctor se preparaba para irse con su amigo del cole a jugar. Su marido estaba en la cocina desayunando y Virginia aún dormida. Fue a despertarla justo cuando Víctor se fue de la casa.
Alejandra: Levanta, dormilona, ya es hora de desayunar con papi – dijo tierna.
Virginia: Voy, mami – dijo dormida.
Virginia se levantó y fue al baño, mientras su madre volvía a sus quehaceres, esperándola. Salió del baño ya peinada, pero en pijama. Así llegó a la cocina.
José: Buenos días, princesa – dijo besándole la cabeza – Bonita ropa – dijo divertido y morboso, por el aire inocente de su pequeña.
Alejandra: Buenos días, cariño – dijo mientras entraba y le preparaba el desayuno.
Virginia: Buenos días – dijo con sonrisa dormilona.
Alejandra: Cariño, queremos hablar contigo – dijo seria, sentándose en la mesa.
Virginia: ¿De qué? – dijo curiosa, mientras empezaba a devorar el rico desayuno de su madre.
José: Verás, princesa, sabemos que estas en una edad de mucha curiosidad, sobre todo sexual, que ya tienes amigos y que te interesa pasar a otros niveles – dijo serio.
Alejandra: No te vamos a prohibir nada ni a regañarte – dijo viendo la cara de su hija.
Virginia: ¿Entonces? – dijo curiosa.
Alejandra: Lo que queremos decirte, es que, existe una tradición familiar muy antigua – dijo seria – los hijos son iniciados en el sexo por sus padres – dijo seria, agarrando sus manos.
Virginia: ¿Qué? – dijo sorprendida y morbosa.
José: Sí cielo, hace varias generaciones, una mujer decidió enseñar e instruir a sus hijos en las artes amatorias – dijo serio – Al parecer, sufrió mucho sexualmente por su marido y deseaba que sus hijas aprendieras a obtener placer y sus hijos a darlo.
Alejandra: Y desde entonces, viendo los buenos resultados que da, lo hacemos de generación en generación - explicó.
Virginia: Eso significa...
José: Que, si tú quieres, princesa, seguiremos con la tradición, yo o tu madre o ambos, te enseñaremos las delicias del sexo y te instruiremos para que disfrutes de tus relaciones – dijo serio mirándola a los ojos.
Alejandra: Tú decides, es voluntario – dijo seria, dándole apoyo con sus manos – Y sí, llegado el momento, a tu hermano también le tocará – dijo leyendo su pensamiento.
Virginia: Es que, yo...
Virginia se quedó pensativa unos instantes. Miró a sus padres con detenimiento, esperando que le dijeran que era una broma, pero eso no sucedía. La miraban ansiosos, esperando su respuesta. Virginia llevaba años deseando sexualmente a su padre, lo espiaba constantemente y siempre que podía se exhibía ante él para que la mirara. Le gustaba provocarle y su madre no decía nada, solo observaba divertida, y ahora lo entendía todo. Tras pensarlo unos minutos, finalmente habló.
Virginia: Esta bien, lo haré – dijo nerviosa.
José: Sabía que no nos defraudarías – dijo abrazándola tierno.
Alejandra: Cómo nos va a defraudar, si está deseando que su papi la castigue por portarse mal con él calentándolo todo este tiempo – dijo traviesa, haciendo que los pezones de la muchacha se erizaran.
Virginia: ¡Mamá! – dijo escandalizada.
Alejandra: Al César lo que es del César, cariño – dijo acariciando tiernamente su cara – Llevo observándote mucho tiempo y has salido a mí – dijo tierna – Eres una muchacha muy dulce que busca amor, pero que en el sexo le gusta complacer – dijo sonriente – Te lo pasarás genial con tu padre.
José: Ya veremos – dijo divertido.
Alejandra: Tengo razón y lo sabes – le dijo a su marido riendo – Ahora voy a dejar claro algo, de ahora en adelante puedes tener sexo con tu padre siempre que quieras, pero si yo lo permito, ¿de acuerdo? Debes buscar un novio, el amor, fuera de la casa, ¿Entendido?
Virginia: Entendido – dijo seria y morbosa, pues su madre tenía razón.
Virginia siempre había visto a sus padres en todos los aspectos, incluido el sexo, y deseaba un hombre como su padre, que le diera amor, fuera tierno, cariñoso, detallista, pero que en la cama la tratara como a una puta, una cualquiera que solo le sirva, y, sobre todo, deseaba a su padre, deseaba tenerle para ella, aunque fuera solo un rato. No podía creer que su sueño se hiciera realidad. El día pasó sin mayores acontecimientos, hasta por la noche que su madre se acercó a Virginia mientras preparaban la cena para decirle como lo harían para estar solos.
Alejandra: El sábado, tu hermano después de la fiesta, se va con los abuelos al pueblo y yo me voy con ellos – explicó – Tienes hasta el domingo por la tarde para disfrutar de tu padre.
Virginia: No sé si podré – dijo nerviosa y cachonda.
Alejandra: Podrás – dijo segura – Pero tendrás que provocar a tu padre para que te trate como quieres que te trate – aconsejó.
Durante más de media hora, Alejandra instruyó a su hija sobre cómo actuar y qué hacer para provocar a su padre. Y finalmente, llegó el día. La familia entera vino a comer a casa, todos sabían lo que pasaría, pero solo hablaban con Virginia cuando estaban a solas con cualquier excusa. Luego, todos, desaparecieron como por arte de magia a media tarde rumbo a sus casas, dejando solos a padre e hija en la casa familiar. Y desde ese momento, padre e hija siguieron los consejos de Alejandra. José, dejó a su aire a su retoño para que fuer ella la que marcara el ritmo, y Virginia, evitó a su padre mientras se preparaba para la mejor noche de su vida. Estaba cachonda desde que se quedó sola con su padre, pero se controló. No fue sino hasta que José se fue a cambiar para ir a dormir pensando que esa noche su hija no acudiría a él, que Virginia empezó su plan: primero lo sorprendería, luego le pediría que la desvirgue y por último le provocaría para que la usara como lo que se sentía, su puta. Virginia esperó a que su padre se acostara se durmiera. Luego, se metió en su cama. Iba en camisón, sin nada debajo y con el pelo recogido en una trenza. José tenía por costumbre dormir desnudo, por lo que a Virginia no le fue difícil colocarse entre sus piernas y con mucha suavidad, empezar a lamerle la polla. José sentía en sueños placer, pero no despertó. Virginia, poco a poco se volvió más osada, y cómo tantas veces había visto a su madre hacer, empezó a meterse la polla de su padre en la boca, luego de lamerla desde los testículos hasta la punta, mientras con una mano acariciaba sus testículos.
Virginia: ¡Qué ganas tenía de hacerte esto, papi! – susurró.
Virginia, sin dejar de mirar a la cara a su padre, se metía su polla en la boca y gemía de gusto al sentir su sabor. Virginia, poco a poco se volvió loca y empezó a aumentar el ritmo de la mamada. José gemía en sueños, hasta que cuando sintió su polla húmeda, se despertó para encontrarse a su retoño con su polla embutía entera en su garganta, mirándole a los ojos y gimiendo.
José: ¡Por dios hija, que me haces! - gimió.
Virginia: ¡Comerle la polla a mi papi! - dijo sacándose su polla de la boca, cachonda.
Virginia empezó a comerle la polla a su padre, a devorarla con su boca, haciéndole una garganta profunda sin dejar de gemir. José, no hizo nada, siguiendo los consejos de su mujer, dejaba hacer a su retoño. Aunque no tenía experiencia por la manera de chupársela, el morbo de ver a su preciosa hija con su polla en la garganta ponía a José a mil por hora. Virginia aumentó el ritmo de la mamada consiguiendo llevarlo al límite a José. Sin dejar de mirarlo a los ojos y conociendo sus gestos después de años de espionaje, se sacó su polla de la boca un momento para pedirle a su padre su leche.
Virginia: Vamos papi no te contengas, ¡dame tu leche! Tengo sed de ti papi – pedía, cachonda, juntando sus muslos y frotándolos.
José: ¿Quieres mi leche putita? Pues tómala toda zorra – dijo agarrando la cabeza de su retoño y hundiendo su polla en su garganta - ¡Toma leche, putita, bébetela toda!
José se corrió en la boca de su hija, quien recibió encantada la descarga de leche de su padre, sin dejar de frotar sus muslos, intentando apaciguar su calentura un poco. Cuando terminó de correrse su padre, se sacó la polla de la boca, le mostró toda su corrida para acto seguido y sin dejar de mirarle a los ojos, tragársela toda con una sonrisa de satisfacción.
Virginia: ¡Por fin puedo saborear tu leche papi! – dijo relamiéndose - Deliciosa, riquísima, quiero más - dijo mirándolo con lujuria.
José: Tranquila cariño, que ahora te toca a ti - dijo cogiendo a su hija y tumbándola en la cama.
Virginia: ¿Qué me vas a hacer papi? - dijo excitadísima, al ver a su padre tumbarse encima suya.
José: Ya lo verás - dijo desnudándola por completo.
José comenzó a comerle las tetas a su hija. Las tenía duras y grandes. Empezó a lamerlas, morderlas, pellizcando los pezones, primero sueva y luego más rudo al ver cómo su hija se retorcía mientras con una mano le tocaba el coño a su hija. Virginia gemía y se dejaba hacer. José iba despacio, excitándola cada vez más y empezó a bajar lamiendo su vientre plano hasta su coño que le esperaba mojado, húmedo. Comenzó a lamerlo de arriba abajo despacio, mientras le pellizcaba el clítoris.
Virginia: ¡Oh sí, papi! ¡Qué me haces no pares! – gemía.
José aumento la intensidad llevando a su hija al límite hasta que, pasados unos minutos, Virginia no aguantó más el morbo, la excitación, la lujuria, y se empezó a correr, cogiéndole la cabeza con fuerza para que lo hiciera más fuerte. Virginia se corría sin parar y José cada vez iba más intenso a comerle el coño a su hija. Cuando notó que su hija aflojaba el agarre sobre su cabeza paró.
José: Vamos putita cómeme la polla y ensalívamela bien, que te voy a follar – dijo sentándose en su pecho – Hoy papi te va a hacer mujer.
Virginia: Tú mujer, papi, tu mujer – dijo traviesa mientras abría la boca para recibir la polla de su padre.
Virginia empezó a comerle la polla con los ojos brillándole de excitación, la empezó a ensalivar y a dar lametones mientras le pajeaba sin dejar de mirarle a los ojos, provocándole. Cuando estuvo bien ensalivada empujó a su padre, se colocó abierta de piernas invitándole a entrar. José vio a su hija tan cachonda, abierta de piernas en su cama, masturbándose con una mano mientras la otra se pellizcaba un pezón con fuerza y no aguantó más, llevó su dura polla a su coño.
Virginia: Vamos papi, hazme tuya, fóllate a tu nueva puta, no me hagas esperar más – pedía, provocándole.
José colocó su glande en la entrada de su coño como respuesta y lo empezó a restregar sin meterlo hasta que, su hija lo atrajo y lo besó con pasión, solo entonces, se dejó llevar y empezó a metérsela despacio, notando como se abrían los pliegues de su cómo al paso de su polla y también notando como esa fina tela que marcaba su virginidad, se rompía a su paso. Su hija estaba muy húmeda, cachonda, lubricada, pero sabía que las primeras veces era mejor ir con cuidado. Virginia estaba ansiosa. José se la metía despacio y sin prisa.
Virginia: ¡Oh sí, me duele, pero no pares sí, sigue papi, hazme tuya! – gemía entre besos.
José le metió la polla entera a su hija en el coño poco a poco, sin dejar de besarla ni de lamerla el cuello. Cuando la metió entera se esperó a que su hija se acostumbrara a su polla, centrándose en besarla, en lamerle el cuello y en comerle sus tetas y pellizcar sus pezones. Una vez que le dio ella misma el banderazo de salida, le sacó despacio su polla para volver a embutírsela lentamente, pero de forma profunda. Luego de unos minutos, empezó poco a poco a subir la intensidad de sus embestidas.
Virginia: ¡Oh sí, papi, soy tuya, sí, dame más fuerte, folla a la pervertida de tu hija! – berreaba de placer.
José: ¡Oh sí, que estrecha eres, putita, te vas a hartar de polla de papi! – gemía.
Virginia: ¡Oh sí, quiero tu polla, sí no pares, dame más! – berreaba.
José: ¿Te gusta putita? – gimió.
Virginia: ¡Oh sí, sí, sí, me encanta, me corro, sí, sí, sí, no pares! – berreaba con los ojos en blanco.
José ya la embestía de forma salvaje y dura a una velocidad endiablada, mientras su hija lo único que hacía era correrse y pedir más. José sabía que no tardaría en correrse, tener así a su hija, expuesta a él, más el morbo de follarla y que se entregara a él de esa manera, le ponía muy bruto.
Virginia: ¡Oh sí, no pares, no pares, sí, me encanta! – berreaba - ¡Dame más, más, sí, sí, sí, me encanta, me corro, sí, sí, sí!
José: ¡Oh sí, toma rabo, zorrita, sí! – gemía.
José notó que se iba a correr, y aprovechando que su hija se acababa de correr, le sacó la polla, se sentó en su estómago y se empezó a pajear mientras Virginia le miraba con la boca abierta, la lengua fuera y agarrándose las tetas. José se corrió en las tetas de su hija abundantemente para luego después Virginia coger la polla de su padre y restregarse la leche por las tetas. Virginia terminó limpiándole la polla a su padre con su boca. Virginia se limpió con su camisón los restos de semen de su pecho. Ambos se tumbaron en la cama, abrazados y exhaustos.
Virginia: ¿A partir de ahora me vas a follar así todos los días papi? - dijo curiosa y satisfecha
José: Seguramente, desde que creciste y te salieron las tetas y ese culito – dijo acariciando su cuerpo – he querido follarte.
Virginia: Yo quiero que me folles a diario papi. Ha sido mejor que en mis sueños - dijo sonriente.
José: Me alegro princesa - dijo divertido.
Trascurridos unos minutos de descanso, Virginia bajo a la entrepierna de su padre y empezó a lamer su polla, desde los testículos hasta la punta, recogiendo los restos de semen y sus jugos a su paso.
José: ¿Tienes ganas de más? – dijo sorprendido.
Virginia: Llevo mucho tiempo esperando esto, ahora que por fin ha pasado, no pienso dejarte salir tan pronto de la cama, papi - dijo traviesa.
Virginia consiguió ponerle la polla a su padre de nuevo lista para la acción. Cuando lo hizo, y tras mandarle una mirada pícara y una sonrisilla traviesa, se colocó de pie junto al escritorio, y llamó a su padre.
Virginia: ¿Sabes papi? He sido una niña muy mala por espiaros todo este tiempo - dijo traviesa - creo que merezco un buen castigo - dijo abriéndose el culo y mostrando ante su padre su aún virgen ojete.
José: Sí, y creo que uno ejemplar - dijo entendiendo a la primera las intenciones de su hija.
José se levantó y, cuidadosamente, lamió el culo a su hija mientras le metía un dedo, y usaba la otra mano para acariciarle el coño. José, poco a poco, empezó a meter más dedos en el culo de su hija, abriéndoselo, mientras ella no paraba de gemir de placer. Cuando llegó a meter el tercer dedo, se levantó, empezó a jugar con su polla en la entrada de su hija pasándola desde el coño hasta el culo una y otra vez, para meterle poco a poco la polla en su ojete. José se la metía despacio y sin prisa, tiró de su hija hacía él, la miro a los ojos y la beso en la boca mientras se la metía entera en el culo. José le metió la polla entera a su hija en el culo poco a poco sintiendo como se abrían por primera vez las paredes del culo de su hija. Cuando la metió entera se esperó a que su hija se acostumbrara a su polla y una vez que le dio ella misma el banderazo de salida empezó poco a poco a subir la intensidad de sus embestidas.
Virginia: ¡Oh sí, papi, folla mi culito, el culito de tu niña! – gimió - ¡Oh sí, papi, dame polla, sí!
José: ¿Te gusta putita? – gimió - ¡Qué buen culito tienes, zorrita!
Virginia: ¡Oh sí, no pares de follarme mi culito, sí, azótame, rómpeme el culo! – pedía, berreando de placer al notar las embestidas de su padre.
José la embestía de forma salvaje y dura, mientras no dejaba de azotarle las nalgas y pellizcarla los pezones. Virginia no cabía en sí de tanto placer, quería más, necesitaba más, por eso, mientras sentía como su padre le rompía el culo, llevó una mano a su coño y empezó a masturbarse duramente, con fiereza, pellizcándose el clítoris en busca del éxtasis.
Virginia: ¡Oh sí, me encanta, papi, no pares! – berreó.
José: ¡Oh! – gimió - ¡Si sigues apretando tu culo así me voy a correr!
Virginia: ¡Sí, córrete en tu putita, llena el culo de tu niña de leche, sí, dámela toda! – berreó.
José: ¡Me corro! – gimió.
José se corrió dentro del culo de su hija abundantemente Virginia se corrió instantáneamente sintiendo a su padre rellenar sus intestinos. Cuando se corrieron, la polla de José salió del culo de su hija, de dónde salieron heces y semen. Se empezaron a besar con pasión mientras se acariciaban. Luego se asearon y limpiaron el suelo para volver a acostarse en la cama a descansar. Pero el descanso no duró mucho.
José: ¿Te ha gustado? – dijo curioso, acariciando su cabeza.
Virginia: Mucho, papi, mamá tiene razón, eres todo un semental – dijo riendo.
José: ¿Cómo te sientes? – dijo curioso.
Virginia: Bien, porque mi adorado papi me ha hecho mujer, pero mal, porque mi amo no ha hecho uso de su putita – dijo con un puchero – Por favor, papi, usa a tu putita – pidió agarrando su polla morcillona.
José se lo pensó, no sabía que hacer, prefería ir poco a poco, pero Virginia, aconsejada por su madre, no lo dejó pensar, empezó a masturbarlo y a restregarle su cuerpo por el suyo, como una serpiente repta por su comida mientras la mata. José llevó a su hija al sótano, ella se dejaba guiar. Cuando llegaron, José le mostró lo que allí había, todo un arsenal de dominación y juegos sexuales. Virginia lo miró fascinada.
Virginia: Ya sé dónde voy a pasar todos los días a partir de ahora – dijo alucinada y morbosa.
José: Eso será si yo y mamá lo permitimos – dijo serio.
José llevó a su hija al centro del sótano y descolgando un arnés del techo se lo colocó a su hija y la subió para que quedara tumbada en el aire, con las piernas y los brazos abiertos. Fue a una mesa y abrió un cajón, de dónde sacó una fusta. Volvió al lado de su hija y se la enseñó.
José: Ahora vas a empezar a recibir tu castigo, putita.
Virginia: Como usted quiera, amo - dijo sumisa y caliente.
José empezó a pasar la fusta por el coño y el culo de su hija haciéndola gemir. Cuando llegó a los cachetes del culo de su hija le dio un azote con la fusta. Virginia gimió, pero no dijo nada. José volvió en su camino al coño y le dio otro azote con la fusta en el clítoris. Virginia volvió a gemir. José siguió haciendo eso hasta que los cachetes del culo de su hija ya estaban de color rojo. Paró para subir a las tetas de su hija. Cuando llegó pasaba la fusta de pezón en pezón, dándole azotes en los pezones y haciéndola gemir. Sin que ella se diera cuenta, le colocó en ambos pezones pinzas que había cogido con la fusta. Virginia gritó de placer. Viendo como disfrutaba su hija y para no ser tan sádico le metió la polla en la boca a su hija, haciéndola callar.
José: Toma polla putita y cállate ya – dijo autoritario - Tienes prohibido correrte.
Virginia: ¡Mmmmhhhggg! – gemía.
Virginia empezó a comerle la polla a su padre mientras él no dejaba de torturarla. Le encantaba todo lo que recibía de su padre, no veía el momento en que la volviera a follar. Ella quería correrse, pero no quería defraudar a su padre, a su amo. Se centró en la mamada. Luego de unos minutos de tortura y viendo que su hija obedecía, José dejó de follarla la boca y se dirigió al coño.
José: Ahora vas a ver como tu padre te revienta de verdad el coño y el culo a pollazos putita – le advirtió sacándole su polla de la boca, dejando un surco de babas - y puedes gritar lo que quieras que nadie te oirá, está habitación esta insonorizada, pero no puedes correrte aún - dijo advirtiéndola.
Virginia: Haz conmigo lo que deseé, amo – gimió con anticipación, sumisa.
Al ver el deseo en su retoño, José se puso más cachondo de lo que reconocería, al ver la entrega de su hija. Virginia esperaba ansiosa que su padre la follara, tenía el coño hirviendo. José, debido a la calentura que tenía, esta vez no tuvo miramientos, le metió la polla a su hija de una embestida y empezó a follarla mientras movía el arnés.
Virginia: ¡Oh sí, me encanta, no pares, sí, dame más! – berreaba.
José no contestó, se dedicó a follarse a su hija de manera salvaje, dura, mientras acompañaba sus movimientos con los del arnés, volviendo loca de placer a su hija, llevándola al límite. José mientras la follaba no paraba de meterle el dedo en el culo para que no se cerrara. Cuando creyó oportuno y para evitar que su hija se corriera, cambió de agujero y se la metió por el culo al mismo tiempo que le mordía las tetas.
Virginia: ¡Oh sí, sí, me estás reventando mis agujeros! – berreaba.
José la follaba salvajemente, mirándola a los ojos, no paraba de meterle la polla en el culo. Empezó a comerle la boca a su retoño, a morderle los labios, a lamerle el cuello. Cuando vio que su hija ya no podía más le dio permiso para correrse.
José: ¡Quiero que mi puta me muestre el placer que le doy! – dijo antes de quitarle de un tirón las pinzas de los pezones.
Virginia: ¡Oh sí, sí, sí, me corro, amo, su putita se corre, sí, sí, sí, me encanta, no pares, dame más, sí, sí! – berreaba con los ojos en blanco.
José: ¡Oh sí, que culito tienes, putita, sí! – gimió morboso y cachondo - ¡Me voy a correr! ¡Me corro, sí, toma leche!
Ambos se corrieron al mismo tiempo, Virginia en un potente y brutal orgasmo por el cúmulo de placer y José por el morbo de tener a su retoño a su merced. Cuando terminó de correrse Virginia, se desmayó por tanto placer. José, cuando terminó de correrse, soltó a su hija, la cogió en brazos y la tumbó en el suelo, regándolo con restos de semen y jugos que salían del culo y coño de su retoño. Cuando pasaron unos segundos, Virginia reaccionó, abrazando a su padre.
Virginia: Gracias papi, por todo este placer, te quiero - dijo emocionada y feliz.
José: ¿Estás bien? – le dijo inspeccionándola - Creo que ya es hora de subir y descansar.
Virginia se levantó del suelo ayudada por su padre y ambos subieron a la casa. Ambos se durmieron en la cama matrimonial. Cuando se despertaron era por la tarde, Virginia le hizo una mamada a su padre. Salieron al salón abrazados y cundo entraron vieron a madre e hijo tumbados en el sofá viendo la televisión tranquilamente. Alejandra los miró pícara, Virginia se sonrojo y José se veía orgulloso de sí mismo. Actuaron normal por la presencia de Víctor.
Fin del flashback
Virginia era una chica feliz, tenía un novio que adoraba y que sus padres aprobaban y unos padres tan pervertidos como ella que compartían sus depravaciones sexuales, la enseñaban y disfrutaban. Una sonrisa pícara se formo al pensar que aún le quedaban muchos días para que su adorado papi la usara a su antojo y satisficiera su apetito sexual. Amaba a su novio, pero no era capaz de satisfacerla completamente como su padre. Y tal y como su padre le pidió, le despertó con una buena mamada matutina y se bebió toda su leche.