Tradición familiar

Mónica se había quedado en el sillón, con una pierna cruzada sobre la otra y un calentón de tres al cuarto. Ella también fue tímida frente a su hermano… Se había resignado a estar sola. Se fumó un cigarro…fumaba a escondidas de sus padres.Sólo se habían hecho unas confesiones importantes¡Era virgen!

El aroma a amapolas y margaritas se hacían percibir en el olfato de ella. La embriagaba ese aroma tan familiar. Esa paz, esa sensación de reposo y tranquilidad absolutos. Con los ojos cerrados, se dejó llevar. Se transportó a otro lugar, a otro momento, en la habitación de sus padres unos años atrás, cuando ella observó por primera vez como un hombre y una mujer enredaban sus cuerpos tal vez para conocerse, intimar o jugar cual gatos simulando una pelea amistosa donde ambos son ganadores. Luego, simplemente comprendió lo que pasaba mientras observaba a su madre gemir, gritar y ser acusada por su padre…,La llamaba puta sin cesar en tono más bien devoto, lo que llenaba de ambigüedad la situación incomprensible para una niña de 8 años.

En el furor del enganche sexual, su padre había dado rienda suelta a su lengua con palabras que solo oía a personas que se maldecían en peleas callejeras…, curiosamente bien recibidos por su madre, lo que configuraba la contradicción. Era ese mismo aroma a jazmín que impregnaba la alcoba matrimonial, esa colonia de mamá arrebataba la habitación en aquella tarde de verano a la hora de la siesta, en donde los esposos daban por dormida a la niña y al pequeño, dejándose llevar por los instintos animales más básicos. Se había levantado para hacer saber a su madre de su dolor de estómago. Al no encontrarla en el gran salón de la casa, había avanzado con pasos tímidos hasta la habitación de sus padres pensando tal vez que dormitaba la siesta.

Los sonidos se escapaban por el pasillo incrementando su intensidad a medida que se acercaba a la puerta. Curiosamente se la encontró entreabierta y asomó su pequeña cabeza hacia el interior procurando no ser oída ni vista por los causantes de tal algarabía. Los gemidos de mamá, los jadeos y soeces de papá, junto al chirriar de los muelles del colchón impedían a todas luces que los apasionados se enteraran de ser observados por una niña cautelosa. El panorama resultó a ojos de la pequeña bastante extraño, novedoso y a la vez que frustrante al no entender el concepto global de dicha disputa matrimonial.

En esos momentos el cuerpo de su padre desnudo se encontraba abatiendo al de su madre, despatarrada y también desnuda. Consiguió sacar la cabeza entre el marco de la puerta y el pomo de la misma. Se asustó bastante al no entender la situación. Una vez vencida la primera impresión, asomó nuevamente su cabeza para cerciorarse de lo que pasaba sobre aquella cama, en la que sus padres yacían en pelotas uno encima del otro. Pudo ver como su padre empujaba sobre el cuerpo de su madre con su trasero agarrado con ambas manos a la vez que la llamaba – “puta” o – “¡Vaya polla que te estás tragando en este coño hambriento! ¡Te voy a meter un buen lechazo para que no pase más hambre mi zorra!

Esta chillaba y gemía en lo que ella creyó que era de dolor, lejos de ser un gesto de placer. Estuvo tentada de irrumpir llorando en la habitación, y regañar a su padre para decirle…– “Basta, no hagas daño a mi mamá”.

Se reprimió llevada por la educación adquirida en casa de respeto a los mayores, obediencia y sumisión. Sólo así pudo observar las enormes pelotas de papá colgando de su verga que se presentía gorda por la base tan ancha. Estas se balanceaban arbitrariamente en cada clavada golpeando la vulva de su esposa que gemía y gritaba al ser empalada a fondo por la bestia de su marido. De pronto paró en seco viendo como su padre se separaba de su madre extrayendo una gran polla que en todo momento se había mantenido embutida en el coño de mamá, aunque desde esa posición de la puerta, bien podía haber estado incrustada en el ano de la señora.

Se dejó caer en la cama boca arriba, dejando bien a la vista su falo erguido. Se antojaba descomunal el tamaño de la tranca, no dando crédito a haber estado toda esa carne en el interior de su pobre progenitora, sin embargo poco importaba el tamaño para mamá porque se incorporó y se montó encima de su esposo a horcajadas.

Luego, vio como ella tomó la verga inhiesta de hinchadas venas que marcaban sustancialmente el perímetro del estoque y se lo metió por el coño sujeto por la base, habiendo remangado previamente el prepucio del miembro viril del verraco.

Su padre era un hombre fuerte, bien formado de marcada musculatura, todo un gran macho digno de una hembra como su madre de hechuras puramente engendradoras, cadera ancha para albergar grandes pollas y parir hijos cabezones y, tetas enormes para alimentarlos. Al tener los atributos femeninos que todo semental busca… caderas anchas, tetas sustanciales, un culo grande de raja abierta, un coño hinchado de labios carnosos y una belleza aviesa en su cara aniñada con una personalidad rozando la ninfomanía…, mi gozaba de lo lindo con su esposa.

Los gritos de su madre y las exclamaciones de su padre, volvieron al mismo ritmo, lo que anunció claramente que lo que sufría su madre no era dolor…El sustancial FALO PATERNO partía de nuevo el conejo de su madre en el baile de la procreación. Esta reflexión sobre la ambigüedad del dolor y el placer para la perpetuación de la especie, la alejaron de allí sin hacer ruido, dejándolo satisfacer lo que ella creía que era la fecundación de su madre para gestar un nuevo hermano.

Permaneció tumbada en la hierba del jardín, en su rincón favorito tomaba el sol de primavera fustigando su cara. Los rayos atravesaban sus párpados inundándolos de claridad. Apretó los ojos más sintiéndose segura de la intimidad absoluta. Giró la cabeza del lado izquierdo y puso la mano izquierda encima de su vientre. Jugueteó con su ombligo haciendo círculos con el índice. Luego posó la palma otra vez y acarició su vientre terso y suave de arriba abajo. Su nariz pegada a la hierba caliente y sudada, se impregnaba del aroma decampo, de la hierba recién cortada.

Como si la mano fuera absorbida, se deslizó bajo la camiseta que llevaba puesta. Rápidamente, comenzó a juguetear con su pezón derecho hasta conseguir endurecerlo. Una vez ejecutado el juego, cambio de pecho y se fue al izquierdo, que esperaba turno ansiosamente. Por su mente vagaba sin destino la imagen del gran cipote de su padre. Tieso, arrogante, hinchado, largo y deforme marcado de venas bombeando sangre. El gran obelisco imposible, que le atemorizaba y atraía a la vez cual imán de sensaciones convulsas ¡¡SU DIOS PAGANO!!

Luego, la mano de su madre acariciándolo y guiándolo a la abertura de la gran gruta del placer y la fertilidad, por donde transcurren los mayores enigmas de la vida. Y su madre dejándose caer encima incrustándose el gran monolito expandiendo su vagina al extremo de ser desgarrada, para iniciar el trote con majestuoso rabo dentro de ella. Ahora, con el paso de los años lo comprendía. Comprendía todo. Estaban haciendo el amor, un tanto brusco pero su amor. Ella ya no se asustaría si volviera a escucharlo, cosa que no había vuelto a suceder hasta que alguien le explicó en clase el fenómeno de la procreación de los animales mamíferos….

Desde entonces miró a su padre de distinta forma. Le seguía teniendo cariño, pero ya no era igual, el modelo conceptual de padre bucólico se transformó en el ser reproductor pragmático, un animal mamífero más con la cualidad de ser el cabeza de familia y progenitor de su familia. Pensó en su madre. Tan volátil, dejándose hacer. La comprendía, porque a ella misma le gustaba ese placer. Notó la humedad en su vagina y descendió la mano libre hasta el borde de su pantalón. Ahuecando la goma de la cintura, se deslizó dentro y franqueó la barrera del elástico de las bragas. Fue bien recibida por el vello suave aterciopelado que coronaba su hendidura. Su dedo índice y corazón se adentraron en el riachuelo de flujo que emanaba de su sexo. Con un vaivén lento, sin dejar su pezón derecho, deslizó ambos dedos de abajo hacia arriba. Lentamente. Muy lentamente y siempre acompañada por la imagen impresionante de la polla erecta de su padre, allí en su altar mental durante la mitad de su corta vida.

Le violentaba esa imagen y le excitaba a la vez… la tenía clavada en su mente. Después, su madre aullando de placer y necesidad como una perra en celo deseosa de recibir el semen como premio a su incontestable sumisión. La mano ahuecada ensanchó las bragas y tomó otra velocidad que se ajustaba más a la demanda de su cuerpo. Se olvidó de todo. Necesitaba experimentar una vez más esa sensación que llegaba de la nada, ascendía y descendía dejando su cuerpo relajado. El placer fue cobrando la dimensión que necesitaba su cuerpo. Separó más sus piernas para permitir a los dedos golosos jactarse de su raja esponjosa y húmeda. Avanzó lo necesario hasta obtener placer.

Se olvidó que no estaba sola en casa a pesar de ser el lugar en donde tantas veces se daba placer. En sus ojos cerrados se percibió una sombra… abrió los ojos y pudo ver a su hermano seguir con atención los movimientos de su mano bajo las bragas. Los volvió a cerrar cual si hubiera visto un endoplasma, pues sentía que llegaba el orgasmo, y no la importaba que su hermano presenciara aquello. Ella ya lo había visto a él correrse en más de una ocasión, siendo justa permitió que se regocijara en un gozo que en ese momento solo percibía ella. No era el momento de detenerse, no podía parar, no debía cortar el regocijo del placer por el mero hecho que su Toni la viera recrearse en su auto complacencia.

Encogiendo las piernas, doblándolas por las rodillas, se aplicó lo justo para que el placer la hiciera morderse el labio inferior, y compusiera un gesto de dolor placentero, arrugando su rostro. De paso, pensó, no estaría tan expuesta a la mirada de su hermano. Se mantuvo un rato así. Con los ojos cerrados interiorizando el subidón de adrenalina, hasta evacuar de su cuerpo todo vestigio de placer con el morbo añadido de estar expuesta a el escrutinio de un hombre. Luego sacó su mano impregnada de jugos. Abrió los ojos, él ya no estaba. Los volvió a cerrar y aspiró una vez más el olor de aquella habitación de años atrás, cuando aún no sabía que era el sexo, ser follada por un hombre o el regodeo que todo aquello suministraba a quien lo recibía. Tomó la decisión de hablar con su hermano, pero eso sería más tarde.

Ahora sólo quería estar relajada recibiendo las mieles del orgasmo. Quería apartar de su mente aquel cipote que pertenecía a su padre y que tanto la excitaba, a modo de inspiración en cada paja. Transcurridos unos veinte minutos, su organismo cobró la normalidad, entró en la casa sin vacilar. Ascendió las escaleras que daban acceso a las habitaciones de invitados y de su hermano, así como a la suya propia, dejando a un lado la de sus padres en la planta baja en la que seguían durmiendo pasados los años. Abrió la puerta de la habitación de Toni.

Él se encontraba tirado en la cama leyendo… “Cien años de soledad”. Toni tenía dos años menos que ella. Él bajó el libro y se encaró con ella por no avisar de su entrada en la intimidad de su cuarto.

Toni jamás entraba así en la habitación de su hermana, le respetaba su espacio, por lo que jamás entraba sin su permiso previo. Habían pasado cerca de media hora desde que la sorprendiera masturbándose en el rincón del jardín.

– ¡Ah, estas aquí! Te buscaba. Tengo que decirte algo importante. Dijo ella tomando aliento.

Toni la miró sin prestarla demasiada atención. El nunca entendió a su hermana. Suponía que ahora le contaría algo que quería que él hiciera por ella. O le pediría dinero una vez más. Dinero del que siempre andaba escasa por lo derrochadora que era.

– ¿Qué te pasa ahora? Preguntó con desgana.

– Esta noche se van papa y mamá con sus amigos. Y he pensado que como no vas a salir, me gustaría que me dedicaras un poco de tu tiempo.

– ¿Mi tiempo?

– Si. Necesito contarte algo. Quiero saber tu opinión. Es muy importante para mí

– ¿Y no me lo puedes decir ahora?

– No. Es largo de explicar.

– ¿Te ocurre algo?

– No. Pero tenemos que hablar. Es una cosa que no he contado jamás a nadie. Y te la voy a contar a ti.

– Me intrigas. ¿Estás segura que no te ocurre nada?

– Cuando se marchen papá y mama, te lo contaré. No me gustaría que nos sorprendieran hablando de lo que te tengo que decir.

Toni la miró de soslayo mientras ella salía de la habitación. Compuso un gesto con su cara torciendo su boca y la cubrió enteramente con el libro. Retomó la lectura, pero no se concentraba.

Le vino la imagen de su hermana masturbándose sobre la hierba media hora antes…, un tanto cortado, no le había dicho nada, sabiendo que sus miradas se cruzaron durante unos instantes, prosiguiendo sin darle importancia a su presencia. No era la primera vez que observaba a su hermana masturbarse. Siempre se las había ingeniado para entrar en el baño cuando ella se duchaba, y a través de la mampara la descubría con la mano agitándose en su chocho en clara indicación de su onanismo, aunque como en la ocasión del jardín, tampoco veía con nitidez los dedos sobre el coño, frotando sutilmente el clítoris enardecido. Solo intuía y en verdad se conformaba con oír el chorro de agua que imaginaba cayendo en su cuerpo, y verla silueta desnuda de ella a través del cristal distorsionado. Aunque todo hay que decirlo, el cuerpo de Mónica no era un secreto para Toni, a excepción de su vagina.

La noche llegó con la huída de sus padres. Toni estaba apático e intrigado en su fuero interno. Tumbado en el sofá de casa, miraba la televisión sin hacer el menor caso al programa que estaba viendo. Al oír un ruido giró su cabeza y descubrió a su hermana. Se acercaba descalza vestida con una camisa larga de baloncesto de tela tan fina que parecía transparente…, bajaba las escaleras. Sus pechos eran perfectamente visibles al trasluz, así como su pubis ligeramente oscurecido por el vello fino liberado de sus bragas.

– ¿Te vas a acostar?

– No. Aún no. Contestó ella

– ¿Por qué vas con esa camisa del real Madrid de baloncesto?

– Estoy más cómoda y me gustan los chicos grandes ¿Qué ves? Dijo mirando el televisor.

– Nada. No veo nada. Sólo miro. ¿De qué me tenías que hablar?

– Sí. Eso es. A eso vengo. A hablarte del algo. Dijo ella sentándose frente a él.

– Me tienes muy intrigado, ¿Es tan importante? ¡¿No estarás preñada…?!

– No tonto, no se trata de eso. Es sobre una cosa que me ocurre y es por culpa de papá y mamá.

– ¡Ah ya, no te dejan ir de camping! ¿Es eso no? tus amiguitas son un poco casquivanas…

– No. ¡Y si me dejan! Hizo una pausa. – Toni, soy dos años mayor que tú. No tengo novio, ni tengo a la vista a ningún chico que me interese. Como estoy estupenda, sé que cuando lo quiera, no me faltarán. Pero hay una cosa de la que te quería hablar. Hace unos ocho años, nuestros padres nos mandaron a dormir la siesta. Tú te quedaste dormido, pero yo no podía dormir. Tenía una sensación rara. Lo cierto es que me levanté de la cama y salí de la habitación a pedir permiso a mamá para que me dejara quedarme aquí, en el salón. Le iba a decir que no tenía ganas de dormir y que me permitiera quedarme jugando o viendo la tele. Me dolía la tripa. Ellos también se habían ido a echarse la siesta. Lo de siempre. ¡Dichosas costumbres! Me acerqué hasta la habitación de mamá y la puerta estaba entreabierta. No entré, solo empujé un poco, lo suficiente para oír unos ruidos. Papá la llamaba puta a mamá…

– ¡Eso es imposible! Papa no haría una cosa así siempre la ha respetado en todo….Dijo Toni enfadado.

No, no es eso. Escúchame. Me asomé por la puerta metiendo un poco la cabeza y lo que vi era nuevo para mí... ¡Recuerda que solo tenía ocho añitos!

– ¿Qué viste? ¿Qué le pegaba acaso?

– No. Aunque en un principio eso pensé. Pero no, los vi follando. Aunque en ese momento no tenía mucha idea.

– ¡¿Follando?!

– Sí. Papá estaba tumbado encima de mamá, después se puso detrás de ella y finalmente mamá cabalgó a papá hasta que se corrió dentro de ella…follaban a pelo. Ellos estaban desnudos naturalmente. Papá dejado llevar por la pasión la llamaba puta y ella le contestaba “Oh sí, sí soy tu puta, tu zorrita puta….fóllame cabrón”, dijo rememorando con una voz cursi.

– No me lo creo. Además ¿Cómo te puedes acordar de algo que sucedió tanto?

– Pues debes creerme. Yo nunca te miento. Y me acuerdo perfectamente. Lo tengo grabado aquí, dijo señalando con su dedo índice su cabeza. – Luego papá se separó de mamá y se dejó caer en la cama boca arriba. Le vi la polla ¡Joder Toni, la tenía dura y así de larga…! Indicó con ambas palmas de las manos la dimensión que recordaba.

– ¡Cállate ya y no me cuentes esas cosas! No son de nuestra incumbencia. Deberías haberte quedado en tu habitación durmiendo ¡Qué manía con espiar a la gente! ¡Yo no voy por ahí espiando a nadie!

– Lo que trato de decirte es que yo nunca había visto semejante escena. Y desde entonces, me atormenta en la mente. Es como si tuviera un complejo. Un miedo al sexo. No sé.

– Si no te hubieras levantado, no hubieras visto nada y no te atormentaría esa imagen.

– ¡Cómo lo iba a saber! Además no es la escena sino la polla de papá lo que me atormenta Toni. Verle en la cama tumbado, con su miembro en alto, duro, hinchado…. a partir de ese día no pude ver a papá de la misma manera.

– ¡No me lo cuentes! Debo hacerlo. Necesito tu ayuda.

– ¿Mi ayuda? ¿Para qué?

– Escúchame. Eso no fue todo. Luego mamá se incorporó y tomó esa majestuosa verga en la mano y se la metió dentro de su coño sin el menor recato ¡¿Se la caló entera?! Como un cuchillo en la mantequilla…ahora sé lo que hacían… Follaban, normal. Pero en ese instante yo no lo sabía. Aunque lo supuse después, jamás pensaba que el sexo era algo tan brusco e hiriente para la mujer.

Toni estaba de los nervios. No le gustaba que su hermana hablara así de sus padres. Toni ya había estado con algunas niñas del instituto. Había tonteado con ellas, nada serio, tocarle las tetas, el coño sobre las bragas y besos, algunos con lengua. No había pasado de de esos forcejeos típicos de quien quiere más sin conseguirlo. Sin embargo había descubierto a su hermana en el baño compartido muchas veces. Esa puerta siempre estaba abierta y ella no era muy cuidadosa con su intimidad. El entraba en el aseo y sorprendía a su hermana sentada en la taza echando una meada…él tampoco se corta y se desahogaba en presencia de ella. No veía nada anormal dentro de la familia, eran hermanos y hasta hace poco se duchaban juntos, tal vez por eso a ella no le molestaba que él la descubriera aliviando sus necesidades…a veces se miraban a los ojos mientras se secaba la vulva con un trozo de papel higiénico mientras le sonreía cándidamente.

En multitud de ocasiones había entrado en la habitación de su hermana estando en bragas, incluso en tanga. Aunque últimamente verla en bragas y con las tetas descubiertas comenzaba a ser muy cotidiano, demasiado habitual, aunque siempre en la intimidad de la habitación de ella.

Toni sabía que su hermana no era cuidadosa con su desnudez, pues cada vez se exhibía con menos pudor, frente al recato de él. Estuvo tentado de decírselo en alguna ocasión, pero conociendo el carácter de ella, se abstuvo de comentar nada. Por otra parte, siempre era agradable verla casi desnuda, con sus tetas de pezones puntiagudos de aureola rosita y su culo redondito descubierto por completo arropado por un hilo incrustado entre sus nalgas. Todo ello le inspiraba, pues esas imágenes eran reales, no como las de las películas porno de internet que veía a solas mientras se pajeaba. De ahí que comprendía a su hermana cuando se masturbaba.

Por eso nunca la dijo nada. Sólo quería que ella hubiera sido más cuidadosa, más reservada para sus intimidades, en contradicción a sus deseos de ser él quien acariciara su terso cuerpo. La consideraba la chica más bonita y atractiva de todas a las que conocía…, con diferencia.

Aquella tarde en el jardín, Toni sabía lo que estaría haciendo Mónica, por eso se acercó a mirar. Ella le miró diciéndole que era un regalo para sus ojos, asegurando que el show era completo para él. Había abierto los ojos y le había sorprendido mirándola. Luego los cerró. A ella ya no le importaba exhibirse con un claro su desparpajo impúdico ante su hermano. Toni respetó aquello y no comentó nada dándose media vuelta…no pudo evitar tan pronto entró en casa, subir a su habitación y masturbarse encima de la cama recordando a su hermana abierta de piernas frotándose el coño divino que imaginaba tener. En más de una ocasión había pensado cómo sería comparándolo con las chicas de las fotos porno que coleccionaba, tenía cinco candidatas.

– ¿Y qué pasa por que follaran? Son esposos, se quieren y desean tener hijos. Es lo más natural del mundo.

– Lo sé Toni. Pero es que esa imagen a mí se me ha quedado grabada. Aquello que presencié despertó en mí algo que no sé cómo explicar.

– Vamos, vamos, tú estás de vuelta de esas cosas... Te he visto.

– ¿Me has visto? Sí ¿Qué me has visto hacer realmente…?

– Hacer tus cosas. Ya sabes.

– No te entiendo Toni.

– Eso. No me hagas que te lo explique.

– ¡¡Dímelo!!

– Masturbarte, ya sabes que te he visto.

– ¡Ah, es eso! ¿Y qué pasa? ¿Acaso tú no lo haces hermanito? Una cosa no tiene nada que ver con la otra…

– No, no me digas bobadas.

– Tú te harás todas las pajas que quieras. En el baño, en tu habitación….y donde pinte. Además ¿Por qué coño me has espiado? haciéndose la víctima indignada

– Yo no te he espiado. Tú has dejado que yo te viera, que es distinto. Eres muy despreocupada e impúdica en casa… vas todo el día enseñando el culo y las tetas.

– ¿No se lo habrás dicho a nadie?

– No. Descuida. No soy un puto chivato. Además, ¡a mí no que me importa lo que hagas!

– Debería importarte. Yo soy tu hermana, tu única hermana y me preocupo por ti.

– Yo también me preocupo por todos. Por ti, por papa, y por mama, pero no voy espiando a nadie.

– ¡No me digas tonterías Toni! ¿Te crees que no te he visto espiarme? ¿Crees acaso que no me he dado cuenta que me miras cuando estoy en el baño? Te quedas observando cómo me toco.

– No te espío. Pero no me puedo tapar los ojos. Si entró en el baño y estas duchándote, se que estás duchándote. No te veo nada. Pero si entro en tu habitación, siempre llamo, y si me recibes en bragas y con las tetas al aire, no es mi problema. Y como ya habrás observado, enseguida me voy de ella. No quiero herir tu sensibilidad. Pero no deberías recibirme así. Un día entrará papá y te verá.

– El siempre llama. Las pocas veces que sube, y espera a que le dé permiso

– Pero algún día te puede ver así.

– ¡Oye Toni, yo no estoy desnuda siempre!

– Me imagino. Pero casi siempre que subo a tu habitación, estas igual.

– ¿Y no te gusta lo que ves?

– No me fijo demasiado.

– Sé que miras y te recreas en mi cuerpo. Dime ¿No te gusta lo que ves? ¿Estoy buena verdad?

– Buffff…¿Eso es un desprecio a la belleza de tu hermana?

– No. Pero no te veo como…..te veo como lo que eres, mi hermana mayor. Y la única que tienes.

– Se ve que nuestros padres aquel día no fueron fértiles. La leche de papá no cuajó en el útero de su entregada esposa.

– Tal vez no quisieran más hijos.

– Tal vez, ¿Se lo has preguntado?

– No. Ni lo haré. No es de mi incumbencia.

– Dime Toni ¿Eres virgen aún?

– ¡Y a ti que te importa!

– Ya lo has probado verdad.

– No es de tu incumbencia. Protestó Toni con un gesto claro de contrariedad que evidenció su virtud.

– No, cierto, pero me hacía ilusión saberlo. Como siempre te veo con chicas…

– No voy a estar con chicos. ¡Me gustan las tías sabes!

– Y a mí los tíos.

– Pues no te veo nunca con ninguno.

– Ni me verás. Soy más sutil y más cuidadosa que tú

– ¿Te has acostado con alguno ya?

– No sé si puedo tener tanta confianza contigo…

– No te preocupes, ya me has contestado.

– Yo no te he dicho nada Toni.

– Eso es lo que tú crees, la respuesta queda medianamente clara…

– ¿Y qué si fuera cierto?

– Nada, no es de mi incumbencia, allá tú. Pero quiero que sepas que sí puedes tener confianza en mí ¡¿No te das cuenta que te he visto masturbarte varias veces y he podido hacerte alguna foto, no he dicho nada a nadie y no tengo dichas fotos?! Tengo esa exclusiva, pero ante todo soy tu familia.

– Claro somos familia, por eso te diré que yo también te he visto a ti ¿A mí…? eh…. ¿cuándo…? ¡Cómo que me has…!

– Chisssss…..te he visto. Y yo no he dicho nada tampoco. Ni siquiera a ti. Te he observado más de una vez frente a la pantalla viendo porno con la polla en la mano y cómo la movías arriba y abajo. No hay que ser muy avispado para deducir que te estabas haciendo una buena paja. Además eres tan astroso que dejas salpicaduras por toda la mesa y el suelo.

– ¡Vaya, ahora me espías!

– No Toni. A veces dejas la puerta entreabierta y paso o voy a tu habitación a decirte algo. No recuerdo qué, te veo eso es todo. La verdad, es que he estado tentada de interrumpirte, pero siempre decidí no cortarte y así evitar ponerte en una situación…. ¿difícil?

– ¡Vaya, te lo agradezco, que buena hermana eres coño! No será que te pone verme machacándomela.

– No te enfades, somos jóvenes y ambos hacemos lo que podemos. Te diré una cosa, pero me tienes que prometer que no saldrá de aquí.

– Si no te fías de mí, no me lo cuentes.

– Si me fío tonto. Yo ya lo he hecho. Dos veces. ¿Con quién? No los conoces. La primera vez fue en la Nochevieja del año pasado….en casa de Miriam. Ella invitó a unos primos y aunque casi todos nos conocíamos, yo estuve casi toda la noche bailando con un primo suyo. Al final nos liamos la manta a la cabeza. El llevaba preservativos. Era mayor que yo, tenía 18 años, pero fue una mierda. No saqué nada de aquello, excepto que me salió sangre al romperme el Himen ¡Solo me desvirgó! Y no duró ni cinco minutos.

– Él si lo paso bien.

– Supongo. Se corrió dentro. La segunda vez que lo hice fue…

– No me cuentes nada. No quiero saberlo. Dime que es lo que te atormenta y dejemos esta conversación.

– La segunda vez fue con el chico aquel que nos traía los quesos y los huevos ¿Le recuerdas?

– Sí. ¿Alberto?

– Ese. Un día estaba sola en casa y le vi llegar con los quesos. Pasó los quesos a la cocina y coqueteé con él un rato. Lo demás fue sencillo. Me tenía que desquitar del primer polvo mal echado. ¡¿Me comprendes, verdad?!

– ¿En la cocina?

– No tontainas. Quedé con él una tarde para ir al cine. Él encantado. Después del cine, me llevó en su coche a un lugar apartado y no pasó nada. Pero los dos sabíamos que si quedábamos otro día, pasaría. Y al siguiente día de quedar pasó. En el coche. Luego al poco, dejó de trabajar de repartidor de quesos y no le volví a ver.

– Muy bien. Así que ya has estado con dos tíos y con ninguno has llegado a estar más de una vez.

– ¿Eres virgen?

– ¿Y qué que lo sea? ¿Por qué insistes en ello?

– Pues porque no me puedo creer que no hayas follado a ninguna chica con tantas con las que vas, me preocupo por ti.

– No. Y no me pasa nada. Las muy estrechas no pasan del magreo…

– Sólo te matas a pajas pensando en ellas… o acaso en mí.

– Es asunto mío lo que haga con mi polla y en quien piense cuando me pajeo.

– Ya lo creo que sí. Pero dime, no has follado por miedo o…

– ¡Pues no me las he follado porque no he follado con ellas! ¡Y ya está!

– ¿No te atreves a pedírselo directamente?, porque sé que te gusta el sexo. Te la meneas a diario varias veces…y eso es mucho.

– Tú que sabes las veces que me la casco. Me gustan las tías, si no a santo de qué iba a ir con ellas…..sólo que no me atrevo por miedo a que me rechacen y quedar como un imbécil.

– ¿Y lo has hablado con ellas? Quiero decir que si has llegado al momento en que se da el paso definitivo…

– Sí. Pero no me aventuro a ir al grano, suelo dar un rodeo y...

– ¿Y ellas que dicen? Nada. ¡¡Les debo gustar demasiado para que se enfaden conmigo!! Dijo con retintín irónico.

– Sí. Guapo si eres. Nada más que tienes que verme mí. Somos guapos los dos. Pero sólo tienes que llevar algún preservativo contigo y ya está, alguna caerá…hay que esperar el momento oportuno o tirar a todo lo que se mueva.

– No es tan sencillo. Me da reparo ir a las claras. Nunca he estado con nadie en esa situación. En verdad si llega el momento no sé como tengo que hacerlo.

– No me digas eso. Te he visto viendo pelis porno. Es igual…Eso no se enseña, se hace.

– Ya lo sé.

– Pues querido hermanito, debes hacerlo. Es maravilloso el gozo que se siente en todo el cuerpo.

– ¡Mira quien fue a hablar la que lo ha hecho una vez!

– Dos. Bueno sí una. La primera no cuenta, apenas me enteré y dolió.

– Peor para ti.

– No estés enfado conmigo Toni. Yo no tengo la culpa de que seas un poco cortado.

– Ni te la estoy echando. Pero dime qué es eso que te tiene tan jodida en tu cabeza ¿Haber visto a papá y mamá en la cama follando?

– No. Yo era pequeña entones. Ahora lo comprendo todo. Pero me queda algo que no sé…

– Ve a un psicólogo.

– No creo que sea para tanto. Es la imagen del FALO de papá lo que me tiene así, no se me va de la cabeza esa polla tan grande, tan enorme atravesando a mamá… ¡Me dejó impresionada! Y de qué decir de sus cojones majestuosos colgando en su largo escroto como dos grandes pelotas de tenis, bueno de golf tal vez. Aquello rompió mi idea idílica de padre cariñoso y asexuado ¡¿Comprendes?!

– ¿Estás traumatizada por ver la polla de tu padre, follando? Yo no puede hacer mucho por ello.

– Tal vez sí, aunque no creo estar traumatizada, solo intrigada... Pero es que papá la tiene muy grande Toni ¡¡Así por lo menos!! Hizo el gesto del tamaño con ambas manos enfrentadas.

– Mejor para él ¿Y tú qué sabes como la tiene si eras una niña de ocho años? Para ti en ese momento todo sería excesivamente grande.

– Tendrás razón, no lo dudo. Pero me impactó aquello.

– Voy a preparar un pizza ¿quieres?, dijo Toni a la vez que se incorporaba.

– Está bien. Comeré un par de porciones.

Toni se levantó y se dirigió a la cocina a calentar la pizza. Diez minutos eternos bastaron para que al fin, volviera con ella al salón y trocearla en porciones, tomó una y se la ofreció a su hermana. Abrió dos botes de refresco de cola y comieron sin decir nada. Abstraídos. Sin abrir la boca más que para engullir las tres porciones de él y ella dos. Terminaron de saciar su apetito y se dejaron caer en los sillones. Miraban la tele sin decir nada. Toni miró el reloj.

– Son las 12 de la noche. ¿A qué hora volverán?

– Supongo que de madrugada. Como siempre. Ya sabes lo que pasa cuando se lían, las copas…cuando se juntas no tienen hora de llegada. Les darán las cinco de la mañana por ahí. Siempre llegan a partir de las seis. Les oigo llegar, hablan muy fuerte. Dijo ella.

– Me voy a ir a mi habitación. No hay nada en la tele que valga la pena... es un rollo ¿Tienes algo más que contarme?

– No. Que no le digas a nadie, ni siquiera a tus amigos ni a tus amiguitas lo que te he contado.

– No lo haré, los trapos sucios se lavan en casa, nos debemos proteger como buenos hermanos, la familia es lo primero. Dijo Toni con sonrisa cómplice.

– No lo dudes Toni, lo nuestro es hasta la muerte y más allá, las relaciones con otra gente van y vienen.

– Bueno, pues te voy a dejar solita. Me subo a la cama.

– Toni.

– Dime, dijo girándose hacia ella.

– ¿Me la enseñas?

– Enseñarte qué…

– Tu polla.

– ¡Estás loca! A estas horas. Tengo sueño… me voy a la cama.

– Solo quiero saber si se parece a la de papá. Eres su hijo, la única referencia fiable.

– ¡Vete a la mierda! Me voy. Dijo echando a andar visiblemente molesto.

– Tú me has visto las tetas y coño... ¡¿No puedo ver tu polla?! Somos hermanos, no hay nada malo en ello. Venga hace mucho tiempo que no te veo desnudo y seguro que has crecido mucho…

– No. Y yo no te he pedido que me las enseñaras. Eres tú que siempre andas medio desnuda por la casa. Como ahora, que vas enseñando todo.

– Pero te gusta vérmelas ¿no? Son muy apetecibles, lo sé porque más de uno me lo ha confesado.

– Me voy. Hasta mañana.

– Sé que te gustan, sé que te gusta mirármelas ¿Las quieres ver ahora? Están más crecidas de cuando nos bañábamos desnudos de niños…

– Ya te las veo a través de tu camiseta. Y se te ve algo más.

– Enséñame tu polla y yo te enseño mi chocho, que sé que no me lo has visto bien.

– Estás mal de la cabeza Mónica. Eres una salida.

– Sí, estoy salida, tanto como lo estás tú. Ambos somos grandes auto masturbadores… Yo gracias a papá, y tú seguro que a mí. Porque en mamá no te atreves a pensar cuando te haces tus pajas ¡¿Verdad nene?! O sí.

– Hasta mañana.

– Adiós niñato. Es una lástima porque tú y yo podríamos llevarnos mejor…

Ella se quedó mirando la tele sin ver que imágenes ponían en el canal. Toni subió a su habitación malhumorado. Se tumbó en la cama boca arriba y dejó la luz encendida. Cerró los ojos y trató de imaginarse a sus padres haciendo el amor. No lo conseguía, era algo que no podía imaginar, aunque daba por sentado que ellos dos aún lo hacían siendo mayores… él tenía 43 años, 45 su madre. Su padre era más joven que su padre. Pero eran mayores. El sabía que otras parejas lo hacían, pero no conseguía imaginarse a sus padres, y mucho menos a su madre siendo penetrada por ese GRAN FALO que su hermana le describía, hinchado y bien marcado de venas bombeando sangre al gordo capullo por donde un día salió el esperma que lo engendró.

Decidió pensar en Mónica. A ella si se la podía imaginar follando con el quesero y con el primo de Miriam, pero sobre todo con él mismo. Su hermana estaba buena, muy buena. Tenía buen tipo y era muy, muy guapa. No había duda. Se quedaba con la imagen de su hermana en el jardín bajándose los pantaloncitos ofreciéndose ser follada por su hermanito. Aquel coño rasurado con la maquinilla vista en tantas ocasiones en el aseo común de casa… en más de una ocasión le olió las bragas usadas para poder saborear el coñito de su atractiva hermana de manera indirecta.

Notó como se empalmaba cogiendo volumen y dureza. Se incorporó de la cama y apagó la luz. Encendió la de la mesilla y se tumbó de nuevo. Cerró los ojos otra vez y retomó las imágenes de su hermana en la ducha, en bragas moviéndose por casa…. Según lo que él imaginaba que podría haber ocurrido si ambos se hubieran atrevido a concluir el encuentro. El botón de su pantalón no fue obstáculo. El ruido que emitió la cremallera al tirar de cursor, le violentó y le excitó más aún. Era un pajero compulsivo con dos y tres maniobras al día. No tardó en tener entre su mano aquel mástil duro.

Mónica se había quedado en el sillón, con una pierna cruzada sobre la otra y un calentón de tres al cuarto. Ella también fue tímida frente a su hermano… Se había resignado a estar sola. Se fumó un cigarro…fumaba a escondidas de sus padres. No había problemas, sus padres no lo iban a notar. Ellos sabían que ella fumaba, pero aún no lo hacía abiertamente en casa, es más estaba prohibido en el interior. Terminó el cigarro. Apagó la tele y se encaminó escaleras arriba hacia su dormitorio. Pensaba que Toni no le había aportado nada en su actual estado de ánimo excepto aumentarle el calenturón. Sólo se habían hecho unas confesiones importantes ¡Era virgen!, confirmando sus sospechas. Pero ella no dijo toda la verdad sobre su virgo. El primo de Miriam fue un desastre, pero no la desfloró. El secreto es cosa de tres. La mancha de tomate se notaba y en el vestidor se cambió por un vestido corto, dejando a lavar la camiseta.

Ascendía lentamente los peldaños de la escalera. Iba descalza. Al llegar al rellano giró por el pasillo, pero se detuvo al ver la luz que emergía por debajo de la puerta de la habitación de Toni. Se acercó a ella, la abrió cuidadosamente, y volvió a mirar como ocho años antes lo había hecho en la habitación de sus padres. Pero ahora ella comprendía todos los pormenores del sexo, y no era una niña que fingía dolor de estómago para no dormir la siesta. No se sorprendió en exceso al ver a Toni desnudo en la cama con los ojos cerrados. Tal vez lo esperaba....

CONTINÚA....