Trabajo por Amor IV
¿Que estas dispuesta a hacer, para que la persona a la que amas este bien?
La mañana transcurría sumamente rápido, Carlos llegaba cada media hora a verificar como estaban, sin menos pensar, siendo las 11:00 am y con todos los preparativos a medio terminar, totalmente concentrada en la preparación de la bebida, siente un susurro el cual le dice “Que bella te vez cuando te concentras tanto”
Sophie no lo podía creer, Montse ya había llegado y estaba ahí, junto a ella, solo era de girarse y ver a tan encantadora niña.
Con una enorme sonrisa vuelve a ver, sonrisa la cual se le borro al verificar que Montse no había llegado sola, la tipa de la otra noche está ahí acompañándole, un sinfín de sentimientos subieron desde el pecho hasta la cabeza, y lo único que pudo expresar fue:
Sophie: es absolutamente prohibido que cualquier persona NO AUTORIZADA este en esta área, por lo tanto, les exijo que se retiren de este lugar. –Poniendo todo el énfasis en la frase “no autorizada” aunque realmente se refería a la acompañante de Montse.
Montserrat: Pues que bueno es saber eso, no me gustaría que cualquier persona entre y este en contacto en algo que yo comeré, solo que, si tú te refieres a nosotras dos, pues lamento decepcionarte, pero Carlos nos ha autorizado entrar a donde a mí se me antoje, por lo tanto, si tienes cualquier reclamo se lo haces a él.
Eva: En serio Mont, no comprendo tu absurda obsesión de tener que hacer que esta tipeja cocine para ti y tu familia, a leguas se le nota lo falta de cultura que esta, ni siquiera un absurdo saludo hizo para demostrar su educación.
Montserrat: Tranquila nena, yo sé lo que hago, -le giño un ojo a Eva y le tiro un beso- Bueno Sophie hazte a un lado quiero degustar lo que preparas.
Sophie: Disculpa, pero esta es mi cocina y las cosas no están listas aun, tu visita seria a la 1:00 pm y estas 2 horas antes, por lo tanto, no puedes degustar nada.
Montserrat: A mí no me dirás cuando puedo o no puedo hacer las cosas, te he dado una orden, por lo tanto, -denotando un tono de burla pues fue una frase utilizada por Sophie anteriormente- quítate.
Carlos: Buenos días señorita Evora, un gusto tenerla ya por aquí.
Montserrat: Carlos, que tengas un lindo día, pues estoy ya por acá pues quiero iniciar ya mi degustación, y en este momento de cocción es donde puedo identificar si los pasos han seguido tal cual fueron indicados, ya en el producto terminado es difícil saber el punto exacto en el cual se equivocó.
Sophie: ¿Y qué te hace asumir que yo me he equivocado?
Carlos: Sophie tranquila, ella tiene todo el derecho de degustar lo que guste, por favor hazte a un lado para que lo pueda hacer.
Sophie: Ah! Está bien, -se dirige a María- Niña Mary me hace el favor de acompañar a estas mujeres a que degusten lo que deseen, y cuando ya no estén en mi cocina me avisan.
María: Claro Sophie yo me quedo.
Montserrat: Muchas gracias señora por su amabilidad, pero aquí a quien yo le di las instrucciones es a Sophie, por lo tanto, ella es la responsable y quien debe asumir las consecuencias de haber hecho las cosas mal.
Carlos: No se preocupe señorita, Sophie se quedará.
Y sin más para poder reclamar, no le quedo de otra que quedarse, pero sin agregar ninguna palabra, pues la sola presencia de Eva la fastidiaba. Aunque por momentos se perdía al observar a Montse desfilar de lado hacia otro de la cocina, era verla y automáticamente sonreír, sobre todo porque no pudo sacar ningún solo fallo en el proceso de la preparación, y la mayor satisfacción de Sophie fue el ver sonreír a esa niñita consentida, y saber que disfrutaba lo que ella había preparado.
Eva: Bueno ya Mont, si esto no sirve aun tienes tiempo de buscar un verdadero chef.
Montserrat: Al contrario cariño, ella es perfecta, solo tiene un error.
“Un error” palabras que hicieron bajar del mundo de fantasía que Sophie tenía en su mente.
Sophie: ¿Como que un error? He preparado todo justamente como se fue indicado.
Montserrat: Ese es justamente el error, como no te indique a cuantos grados debías de helar la bebida esta está caliente.
Sophie: ¿Me estás diciendo que le falta hielo a la bebida?
Montserrat: -entre risas- si fuera cosa de hielo no diría nada, para poder mezclar estos ingredientes debías de haber puesto a helar por 24 horas la coctelera. Espero que se te quede para que no cometas ese error el día de la fiesta, todo lo demás esta considerablemente pasable.
“pasable” o sea no está bien, “esta considerablemente pasable”, esas palabras mataron el alto ego de Sophie.
Montserrat: Bueno Carlos, ya terminé mi supervisión, creo q con esa recomendación que le he dado a Sophie nunca lo olvidara, por lo tanto, nos retiramos.
Carlos: Muchas gracias por tu visita, aunque no tienen por qué retirarse, ya que han venido se pueden quedar a disfrutar de las instalaciones.
Eva: Muy buena idea, nos quedamos entonces.
Montserrat: Te lo agradezco Carlos, pero debemos hacer varias cosas aún. En otra ocasión nos quedamos.
Eva: Anda Mont, no seas aburrida, quedémonos, no tenemos nada más que hacer, hazlo por mí.
Montserrat: Esta bien, lo hare por ti.
Eva: Así debe de ser.
Todos en la cocina se quedaron un poco extrañados por la forma de relacionarse entre ellas dos, no por el hecho de ser mujeres, sino que se percibía un aire toxico que emanaba de una de ellas; de igual forma nadie comento absolutamente nada, las dos se retiraron y eso significo un pequeño descanso para Sophie, aunque sabía que rondaban las instalaciones del hotel, pero no significaba mayor problema, pues por la hora se volvía en un momento muy ocupado pues llegaba la hora del almuerzo.
Alrededor de las 4:30 pm Sophie se desocupo, pero debía de volver a la capital para seleccionar detenidamente los ingredientes que utilizaría en la fiesta de la familia Evora, hablo con Carlos para indicarle que saldría y que al día siguiente llegaría un poco tarde, pues las verduras frescas solo las encuentra por la mañana. Carlos no puso objeción, por alguna extraña razón a esta familia le estaba dando un trato sumamente especial, “así debe ser el billetazo que están soltando” pensó. Preparo sus cosas y al llegar al estacionamiento observa en la entrada del hotel a Montserrat, parada como buscando algo o a alguien.
Sophie: ¿Está todo bien?
Montserrat: ¿Tiene talle de estar todo bien? –Dijo y al girarse tenía la nariz roja, punto exacto que había estado llorando, pero como el orgullo se sirve con más orgullo.
Sophie: Ah bueno, veo que estas de maravilla, me retiro entonces.
Montserrat: Espera, emmmm, este, ¿hacia dónde vas?
Sophie: Hacia mi apartamento, ¿No sé si recuerdas dónde queda? –agrego aun con aires de grandeza-
Montserrat: ¿Podrías llevarme?
Sophie: ¿A dónde quieres ir?
Montserrat: No me importa el lugar, solo llévame contigo.
Dicho esto, estallo en llanto, Sophie no sabía qué hacer, y lo único que se le ocurrió, fue abrazarla. Sentir a esa niña tan indefensa llorando sobre su pecho, hizo que callera todo aquel muro de orgullo, indiferencia y superioridad con el que se había expresado durante todo el día. - ¿Qué le habrá hecho Eva? - era lo único que pensaba, -Maldita, me las pagará por haberla hecho llorar así-
Sophie: Con el mayor de los gustos, te llevo conmigo, solo con una condición.
Montserrat: De remate que te doy la dicha de llevarme, ¿me vas a condicionar?
Sophie: Así es. Tú me dices si aceptas o no.
Montserrat: No tengo opción.
Sophie: La verdad es que no, o aceptas o te quedas.
Montserrat: Vale, ¿qué quieres?
Sophie: Una cosa nada más, pues veras, en mi coche, está prohibido llorar, no quiero ver ni una sola lagrima rodar por tu mejía, a excepción que alguien de tu afinidad haya muerto, esa es la única regla.
Montserrat: A ver, ¿y si lloro qué?
Sophie: uuuuhhhhh pues tú te arriesgas.
Montserrat: ¿Emmmm me arriesgo a qué?
Sophie: No querrás saberlo.
Montserrat: anda, dímelo.
Sophie: Sube al carro, y descúbrelo en el camino. Eso sí, bajo tu propio riesgo –agrego con una sonrisa un tanto picara-
Montserrat se subió con cierta curiosidad aunque no dijo nada, se subió y ni siquiera volvió a verla, perdió su mirada por la ventana del auto; Sophie iba bastante nerviosa, pero tampoco dijo nada, a medida avanzaba, estaba sintiendo un silencio muy incómodo, no sabía de qué hablar, no sabía si era prudente preguntar, realmente era muy incómodo, la volvía a ver de reojo solo para estar segura que no estaba llorando, pero Montse simplemente se perdió en el paisaje.
Sin saber que hacer para poder ayudar y levantar el ánimo, decidió poner música, por algún mal presagio del destino, la primera canción en sonar fue “Cuando ya no te ame” de Daniela Calvario, esa canción es la que había servido de consuelo para Sophie por casi 2 años, y al solo escuchar -Así como se fue tu cuerpo, quiero tu recuerdo fuera de mi alma- su corazón se congelo a tal punto que se olvido por completo que Montse iba a su lado, -Me partiste en 2 el corazón cuando te marchaste, pero juro por Dios que así como tu yo voy a olvidarte- y justo ahí fue que sus lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, concentrando su mirada el lo largo de la carretera, pisando cada vez mas a fondo el pedal para acelerar, cada pulsación que daba su corazón, dolía, y se llenaba de coraje, remordimientos y de mil sensaciones encontradas, pero un par de palabras la hicieron volver a la realidad.
Montserrat: “En tu coche, está prohibido llorar” ¿lo recuerdas? – apago la música y puso su mano sobre la pierna de Sophie, dando pequeñas caricias, y sonriendo con un poco de ternura- Estaciónate aquí, voy a manejar yo, ya tú me ayudaste, hoy déjame que te ayude a ti.
Sin decir nada, solo con una vergüenza extrema, Sophie se orillo y estaciono el vehículo, Montse salió y se dirigió al lado del piloto, abrió la puerta y le extendió la mano a Sophie, ella solo bajo la mirada, tomo la mano y al salir, los brazos de Montse rodearon su cuerpo, y eso fue una pequeña pausa para su corazón doliente.
Montserrat: Todo va estar bien, vamos. -Hicieron cambio de puestos y Montse continuo la marcha- a ver señorita, ¿me diriges como llegar o te llevo a mi casa?
Sophie: ¿A tu casa?
Montserrat: Claro, ¿o adonde quieres que vayamos?
Sophie: Emmm, bueno, antes que nada, disc…
Montserrat: Nada de eso, esta prohibido decir eso, sino yo también lo tendré que decir, así que no, ni se te ocurra volver a decirlo.
Sophie: jajaja está bien.
Montserrat: Mejor así, sonríe a la vida, sonríe de lo que sea, sonríe para mí.
Sophie: ¿Cómo no hacerlo? Si sales con cada cosa.
Montserrat: Como digas, lo que quiero es que siempre sonrías, así te vez mas bonita.
Sophie: Eh! Pues gracias, tu igual sonríe siempre.
Montserrat: yo siempre sonrío, por dentro, pero sonrío. -Dicho esto lo acompaño de una carcajada-
Sophie: Ni tu sola te lo crees -y siguió la carcajada-
La platica se volvió muy cómoda para las dos; reían y hablaban sobre cualquier tontería que se les ocurriera, cualquiera que las veía pensaría que son amigas desde hace mucho tiempo, eran tan compatibles en muchas cosas, y tan opuestas en muchas más, pero eso permitía complementarse una con la otra, fue la hora más agradable que pasaba Sophie después de tanto tiempo.
Montserrat: ¿Sabes que haremos Sophie?
Sophie: La verdad es que no, pero si me lo dices lo sabre.
Montserrat: ¡Tonta! Jajaja no te diré, tu solo acompáñame al supermercado.
Sophie: La verdad es que debo de ir, pero te recomiendo que vayas por la mañana, las compras son más productivas.
Montserrat: ¿A qué vas a ir?
Sophie: ¿Pues qué te digo? A una muchachita se le ocurrió que cocinara algo para ella y su familia, así que debo de ir a comprar los ingredientes para eso.
Montserrat: ¿Por qué no pides que te los lleven hasta el hotel?
Sophie: es que ella fue muy clara, “Todas las cosas deben ser frescas y sutilmente seleccionadas” -agrego con un todo como si la imitara-
Montserrat: Veee yo no hablo así, a demás es cierto, deben ser muy bien seleccionadas, imagínate me intoxicas con una lechuga mal desinfectada.
Sophie: Pues lo mas que te puede pasar es que te den amibas jajajajaa
Montserrat: jajajaja, pero no te daré ese gusto, jajajaja así que búscalas bien, pero igual como yo manejo, iras conmigo a comprar un par de cositas.
Sophie: No tengo opción.
La platica siguió muy casual, hasta que llegaron al supermercado, Sophie llevaba la carretilla de las compras, y Montse se colgó del brazo de ella, era toda una niñita haciendo compras, agarraba atún, aderezos, pastas, carnes, smirnoff de maracuyá, pan baguette, en fin, muchas cosas, que por mas que Sophie tratara de mezclar todos los ingredientes, no tenía ni la mínima idea de lo que ella haría.
Después de dar unas 5 vueltas en todos los pasillos al fin Montse se digno dirigirse a las cajas para pagar. Ni siquiera permitió que Sophie sacara algo de dinero, le dijo que ese seria el pago por haberla traído de regreso, se subieron al coche y Montse continuo manejando, se desvió de la ruta hacia el apartamento de Sophie, así que eso la puso muy alerta, no le gusta mucho andar por lugares que no conoce, hasta que se iban acercando a una de las zonas más exclusivas, se dirigió a la torre El Pedregal, paso por la entrada principal, ni siquiera por la de visitantes, era la principal, eso significa que esta chica vive en esa torre. Sophie estaba sumamente admirada, desde el momento que su familia reservo todo el hotel, sabía que tenían sus ahorros, pero no a tal punto, tal fue su admiración que ni siquiera ella tuvo que cargar con las compras, pues ya estaba un chico esperándola para subir todas las compras.
Montserrat: Espero no te asusten las alturas. Vamos prácticamente al último piso.
Sophie: Pues media vez no me acerque a las ventanas, creo que estaré bien.
Montserrat: ¿Qué te lleve hasta la ventana dices?
Sophie: Si serás malvada.
Llegaron hasta el apartamento, un lugar de lujo desde la chapa de la puerta, abrió con su huella, y al entrar, era de asombrarse, un apartamento 6 veces mas grande que el de Sophie, tenia 3 habitaciones cada una con baño propio. Un lugar que solo en sus sueños Sophie imagino llegar.
Sophie: emm, y aquí, ¿con quién vives?
Montserrat: Este es mi apartamento, vivo sola aquí, este fue el regalo de mi abuela.
Sophie: ya quisiera una abuela así.
Montserrat: No creas, no es tan buena que se diga, igual el sábado la conocerás.
Sophie: lo dudo.
Montserrat: ¿Y eso?
Sophie: desde la cocina es muy difícil conocer a los asistentes. A demás, emmm no nada.
Montserrat: ¿A demás qué?
Sophie: Si te soy sincera, no creo que te recuerdes de mi ese día, que estarás rodeada de tus familiares y tus amigos.
Montserrat: ¿Qué se te ocurre eso?
Sophie: No se me ocurre Montse, es que ya paso la primera vez -acentuando un tono de tristeza al recordar el día que la dejo valiendo por irse con Eva-
Montserrat: Tienes razón en eso, fui una estúpida ese día, pero, es que, como decirlo…
Sophie: ¡Espera! No te estoy pidiendo explicaciones, solo no digas cosas que no podrás cumplir, créeme, ya me caes bien, y no quisiera tener otra perspectiva tuya por una mentira.
Montserrat: ¿Qué así que ya te caigo bien? ¿O sea que antes te caía mal?
Sophie: Tanto, así como que mal, mal, no, simplemente eras indiferente para mí.
Montserrat: ósea que hoy, ¿ya soy alguien especial para ti? -lo dijo con un tono un tanto coqueto, viéndola fijamente a los ojos, y acercándose lo suficiente para rozar su cuerpo-
Sophie: ¡eh! -la dejo sin palabras- no te contestare eso -acentuó con un cierto capricho-
Montserrat: Ya lo contestaste -sonrío- bueno siéntate y acomódate, preparare algo para que cenemos.
Sophie: ¿A caso cocinas? Nah! Déjame eso a mí, siéntate tú y yo te preparo algo.
Montserrat: NO, primero, tú eres mi invitada, y segundo este será tu castigo, por haber roto tu regla.
Sophie: vale pues, prepara algo.
Ya había olvidado que había llorado frente a ella, y se llenó de cierta vergüenza cuando se lo recordó, así que se fue para el sofá que esta en la sala a esperar que Montse hiciera algo; aunque no pasaron ni 5 minutos cuando ya estaba junto a ella en la cocina, pero esta se la llevo prácticamente de la mano, le encendió en enorme plasma que tenia en la sala, y la puso a buscar una peli buena para ver mientras cenaban; a Sophie le pareció muy gracioso, pero hizo lo que le indico, aunque la verdad no encontraba nada.
Montserrat: Hay una peli que me han recomendado para ver, aunque no se si a te gustaría verla conmigo.
Sophie: dale, dime cual es.
Montserrat: Room in Rome, ¿Ya la has visto?
Sophie: no, ni siquiera la había escuchado, ¿De qué trata?
Montserrat: No se bien, se que es española y algo viejita, pero según unas amigas esta muy emocionante, hay vete si te animas y si no nos gusta buscamos otra.
Sophie: Vale, la buscare.
Cuando Sophie encontró la película, empezó a leer la sinopsis de la misma y quedo helada -En aquella habitación siempre quedará el recuerdo de un amor perfecto, puro, sin fallos, que les recordará que al menos una vez en su vida, han sentido un amor así por alguien- No estaba segura de que pensar, si era algo planeado o simplemente salió de casualidad, o realmente ella en su loca mente esta imaginando cosas donde realmente no las hay.
En pocos minutos llego Montse con una pasta fría con atún y cangrejo, unos bollos de papas, y la bebida, pero algo no estaba bien, había algo en ese plato que no dejo nada cómoda a Sophie, se acomodaron en el comedor, que más bien era una isla que daba perfectamente a la sala, y así podrían ver sin problema la película.
Montserrat: ¿Qué tan callada?
Sophie: Por nada en particular
Montserrat: Anda dime que sucede
Sophie: Es solo que este plato me trae recuerdo
Montserrat: Por tu tono de voz asumo que son malos recuerdos, ¿verdad?
Sophie: No es que sean malos recuerdos, son más remordimientos
Montserrat: entonces hagamos algo -Se acerco por la parte de atrás, hasta quedar prácticamente abrazándola, tomo un poco de pasta del plato de Sophie, y la dirigió hasta la boca de ella- a partir de este día, este plato te traerá recuerdos solo conmigo, y si son conmigo, te aseguro que serán buenos recuerdos -le termino de dar la pasta, y agrego un beso en la comisura de sus labios-