Trabajo en la recepción (ll)

A la esposa le gusta mucho "el juego".

Almudena y su marido Martín entran en el hotel. Ella atraviesa el hall y se dirige hacia el mostrador donde Gabriela y yo trabajamos. Es un manojo de nervios, pero tiene el valor y el coraje para dirigirse a Gabriela y decirle en voz muy baja:

-          "Tenemos que repetirlo... cada vez que cierro los ojos revivo la escena y me excito muchisimo... fue sensacional. No había tenido un orgasmo asi en toda mi vida", dice con una cara dominada por la emoción.

La miro de reojo, me mantengo algo alejado removiendo unos papeles y deseo que Gabriela acepte la proposición y lo organice todo con nuestra estimada huesped. Mientras el marido despistado se acerca y me comenta algo sobre velada del otro día, sobre la bebida o algo por el estilo ajeno totalmente a lo que se está cociendo a sus espaldas.

Han quedado para encontrarnos mañana por la tarde puesto libramos durante varias horas. Aprovechándonos del privilegio que supone tener todas las llaves del hotel, nos vamos a la suite del último piso que esta libre. Allí esperamos impacientes que Almudena venga con total discreción y a espaldas de su marido.

Con solo unos minutos de retraso con respecto a la hora acordada se presenta vistiendo un vestido discreto pero muy sugerente cuando la gasa se pega a sus curvas.  Ellas dos se saludan con un fuerte abrazo e intercambiando unos besos.

Después de unos instantes, ambas deshacen parcialmente su abrazo, me miran y me hacen sitio para que me una a ellas. Unos momentos mas tarde, después de regalarnos mutuamente besos y caricias estamos los tres desnudos sobre la cama disfrutando de los cuerpos de los otros dos, dando y recibiendo todo tipo de caricias..

Hoy Almudena viene muy decidida a dar rienda suelta a sus fantasías y se dedica prioritariamente a jugar con Gabriela, cosa a que ambos nos estimula muchisimo. Vaya con la mosquita muerta, parece ser que ha descubierto algo nuevo que le encanta…y es estar con otra mujer, en este caso con “mi pareja” de juegos.

Las dos se enzarzan en una lucha sin cuartel por encontrar el punto más delicado y sensible de la otra. Para ello utilizan cualquier parte de sus bonitos cuerpos.

Gabriela hace rozar sus pezones desde la cintura de Almudena hasta sus labios, mientras esta pone su muslo entre las piernas de mi compañera para presionar sobre su dilatada vagina. Luego intercambian la posición y es Almudena la que se restriega como una gatita mimosa al cuerpo de Gabriela.

En esta fase permanezco en un segundo plano, calentándome con lo que veo, acariciando sus bellos cuerpos llenos de vida y pasión, y frotándome la polla cuando no tengo mas remedio aligerando así un poco la tensión.

Al poco tiempo las dos están tan entusiasmadas que se sienten solas, es entonces cuando Almudena le dice entre profundos suspiros:

-          "por favor, cómeme toda... déjame sentir tu húmeda la lengua en mi coño... ", "vamos no me hagas esperar que estoy ardiendo de pasión".

Gabriela se sorprende tanto como yo por este repentino alarde de osadía de nuestra inocente niñita. Después de intercambiar conmigo una mirada llena de intención, Gabriela se pone por la labor.

-          "Ábrete amor, tengo unas ganas locas de saborear tu conchita... quiere ver abrir esa flor de tu entrepierna bajo las caricias de mis dedos y mis besos...", le dice mientras la fuerza a separar aun más las piernas.

Almudena tendida boca arriba sobre la cama con una mano acaricia el pelo y los hombros de Gabriela que hunde su cara en la entrepierna. Con la otra se acaricia los pechos, se chupa y mordisquea los dedos, o se alborota el cabello cuando las acometidas de la lengua de Gabriela destrozan su resistencia.

Me pongo detrás de Gabriela para gozar de la visión de su hermoso culo puesto en pompa. Le muerdo las nalgas y paso la lengua por la rajita pues sé que esto le gusta mucho. Pronto alcanzo el máximo de excitación posible y siento deseo ganas de clavarla bien profundo en su aterciopelada vagina.

Es Almudena quien interrumpe mis intenciones al atraer hacia sí el cuerpo de Gabriela, terminando en la clásica postura de 69, Almudena tumbada boca arriba y Gabriela en cuatro sobre ella.

He vuelto a quedar momentáneamente fuera del juego, y me contento con mirar como se deshacen una a la otra, y restregando mi sensible capullo con las nalgas de mi compañera.

Durante una de mis incursiones siento como una mano me acaricia los huevos haciéndome sentir un profundo escalofrío. Luego siento como alternativamente un y otro huevo son engullidos, sorbidos, chupados y lamidos, arrancándome varios gemidos de placer. Con la mano dirijo la punta de mi polla entre las piernas de Gabriela, y encuentro igualmente una boca húmeda que la devora sin darme respiro.

-          "Cariño... métemela toda... toda... toda... ¡vamos cariño!...", dice entre jadeos mi buena amiga Gabriela.

Me echo un poco hacia atrás para poder ver su culo y su vagina expuesta durante largo rato a las lamidas de Almudena. Esta destilando unas preciosas gotas de flujo síntoma de la gran excitación de disfruta.

Es el momento de penetrarla hasta hacer golpear mis huevos con sus nalgas. Siento como una lengua golosa se desplaza por encima del clítoris de ella, sus labios, mi polla y mis huevos, recogiendo todos los fluidos, repartiéndolos y ayudando a que alcancemos nuestro preciado orgasmo.

Después de varias embestidas fuertes y duras, mi amiga Gabriela sucumbe ante tanta excitación y se corre como una loca. A continuación, mi polla explota como un volcán lanzando varias andanadas de leche caliente hacia el interior. Antes de que acabe de vaciar el precioso tesoro la saco lentamente dejando que el ultimo borbotón se pegue contra los labios de su vagina.

Rápidamente una boca hambrienta se apodera de la zona, recogiendo hasta la ultima gota.Tras los gemidos de su orgasmo, Gabriela no puede descansar, ante la incursión de los dedos de Almudena que la hacen abrir para poder alcanzar con la lengua la maravillosa mezcla de líquidos que guarda en su interior.

Una vez limpia y profundamente agotada, Gabriela se deja caer a un lado.Me encuentro con el cuerpo expuesto de Almudena, deseoso de ser tomado, con enormes ganas de sentir entre sus carnes el intenso roce de una buena verga.

No me puedo resistir... el morbo de la situación me ayuda a conseguir una erección enorme; la complazco a ella y yo me doy un gustazo enorme.

Después de largo rato de relamer una y otra vez esta placentera situación, los tres nos sentimos plenamente satisfechos. Es entonces cuando Almudena nos vuelve a sorprender al susurrar: "Para la próxima cita... vamos a invitar también a mi marido".

Deverano.