Trabajo en la recepción (l)
Aventuras de un verano excepcional trabajando de recepcionista de hotel
Estoy trabajando de recepcionista en un pequeño hotel de una localidad costera y tengo intención de convertir este verano en el mejor de los que he vivido hasta ahora. Ha terminado el curso bien, sin asignaturas suspendidas, y creo es buen momento para ganarme unos dineros al tiempo que me doy el lujo de dedicarme a ligar todo lo que pueda mientras mi cuerpo aguante.
Tenemos alojados en el hotel clientes nacionales y extranjeros, y mi puesto en la recepción me permite estar muy bien informado de los movimientos de las clientes, con lo que podré organizarme con la ventaja de tener información privilegiada.
Comparto mostrador con Gabriela, una chica italiana, muy simpática y guapa. Su cuerpo es algo corriente, sin nada que destacar a favor ni en contra, pero ella sabe sacarle buen partido. Yo tengo veintidós años, mido 1,78 peso 78 kg y en general soy bastante agraciado.
Desde el principio de temporada hemos congeniado muy bien, en el trabajo nos entendemos y parecemos estar bien sincronizados para hacer todas nuestras tareas. Tanto es así, que mucha gente cree que somos pareja.
Un día descubrimos que esta circunstancia nos favorecía a la hora de planear nuestros ligues. A ella le gustan los hombres maduros ya que dice que la miman y la complacen mucho más que los jovencitos impetuosos llenos de vanidad. También le hacen regalos de agradecimiento al sentir que han conquistado algo excitante, peligroso y muy codiciado.
Por mi parte prefiero hacer el amor con mujeres maduras que sepan los que quieren, que sepan cómo conseguirlo y que haya ocasión para que ellas lleven la batuta mientras hacemos el amor. Es con ellas con quien mas aprendo y mas disfruto, aunque si hay alguna jovencita linda al alcance tampoco la desaprovecho.
Gabriela y yo vimos que para conseguir nuestros objetivos solo necesitábamos fijar la estrategia de forma conjunta y pronto descubrimos que la acción combinada de los dos, nos daba excelentes resultados.
Planificar un ataque premeditado y simultáneo sobre una pareja cliente del hotel, eligiéndola con los datos que disponemos y organizando nuestras acciones, da como resultado en un porcentaje altísimo de éxitos rotundos para ambos.
Disfrutamos mucho en el periodo de selección, pues aventuramos saber quien dará el primer paso, cual de los dos cederá antes, como será hacer el amor con el respectivo, y quizás si finalmente podremos hacerlo los cuatro juntos…
Gabriela ya conoce mis inclinaciones y gustos, yo los de ella… así que estamos pendientes de cualquier posible pareja candidata a caer en nuestras redes para ofrecérsela al otro como objetivo.
Si alguna vez algo falla, nos complacemos mutuamente… que no esta nada mal, por lo que no queda en blanco casi ningún dia.
Una de las historias más espectaculares sucedió con una pareja relativamente joven. Él, un tipo atlético, alto y dinámico. Ella, menuda, buen tipo, muy elegante en las formas y apariencia de niña inocente a pesar de sus treinta y tantos años.
A mí me pareció que seria una buena pareja con quien practicar nuestra nueva afición. El hombre pronto cayo en las redes de Gabriela. En cuanto ella le dio la primera pista quedo prendido sin remedio. A mí me costo mucho más seducir a la esposa.
Se llama Almudena y he necesitado la ayuda de Gabriela. Después del trabajo hemos programado un "encuentro casual" con ellos, aparentemente todo muy inocente. El hombre ha aceptado encantado pues ve clara la oportunidad de encontrar el momento adecuado para quedar con “mi esposa” (Gabriela) para echar un polvete clandestino a mis espaldas y las de su mujer.
Por otra parte, la resistencia inicial de Almudena ha quedado reducida a la mínima expresión tras contarle mi esposa, muy confidencialmente, de ciertas habilidades maravillosos que practico en la cama. Gabriela sabe que contarle al oído lo suficiente para despertar su curiosidad e interés por mí. No puede desperdiciar la oportunidad de llevar a cabo una de sus fantasías en medio de unas apacibles vacaciones.
No tengo un cuerpo tan atractivo como su esposo, pero su lívido ha sido convenientemente estimulado por mi compañera, que lo saber hacer de maravilla y ahora tiene muchas ganas de probar algo distinto conmigo.
Parece mentira como con solo una velada juntos, tomando un par de jarras de sangría bien fresquita, podemos llegar a intimar tan profundamente. Debe ser cosa de las vacaciones.
Gabriela ha quedado a escondidas con el marido a media tarde en un apartamento cercano que tenemos alquilado. Por mi parte, consigo llevar a la dama hasta una suite del hotel en el piso superior que no esta alquilada. Allí tendremos nuestro maravilloso encuentro.
Después de varias sutiles estrategias la consigo llevar a la cama. Ella cree que todo va a terminar en unos cuantos besos y caricias, pero poco a poco la voy calentando y se va dejando quitar la ropa. Tiene un cuerpo extremadamente bien cuidado y un chochito delicado que tengo ganas de penetrar con mi buena verga.
Finalmente consigo hacer el amor con ella, a oscuras y con muy pocos preámbulos. A duras penas consigo que ella se abra lo suficiente y sorprendentemente me parece tan estrecha como una mujer de veinte años.
Gabriela ha tenido peor suerte y su aventura se ha reducido a un corto polvo con el vanidoso del marido. Le ha sabido a muy poco por lo que vuelve al hotel como una burrita en celo, caliente y con ganas de encontrar una buena tranca para desahogarse.
Sabe donde esta mi nido de amor y se encamina hacia allá. Ella también tiene llave de la habitación, la usa y nos sorprende en medio de la faena.
Enfurecida Gabriela grita e insulta a Almudena. Su rabia se dirige sobre ella y no sobre mí, pues entre chillidos le echa la culpa por seducirme con malas artes y utilizando lo que confidencialmente ella le había contado la velada anterior.
El realismo es tal, que algunos momentos siento escalofríos. Almudena esta paralizada, pegada a mí sin saber que hacer. Todo su cuerpo tiembla lleno de nervios y sentido de culpabilidad. Yo la ayudo y la conforto sujetándola bien fuerte y tratando de desviar la reprimenda de “mi pareja” hacia mí.
Cuando mi acompañante empieza a sollozar, Gabriela empieza a aflojar y poco a poco se va suavizando la situación. Ha sido una actuación magistral.
- "Bueno... ya que hemos llegado hasta aquí... no vas a dejar a Miguel así... empalmado como un burro....", le dice mucho más amable.
- "Vamos ... vamos... olvidemos el mal rato... y tratemos de pasar un buen rato", tercio yo.
- "Si... venga dale unos cuantos meneos mientras me desnudo", afirma Gabriela.
- "Cógele la polla y ponla bien dura... hazle una paja...luego le das una buena chupada... para que se ponga bien mojada para venir a mí...", le dice mientras se quita la ropa.
Almudena no atina con lo que tiene que hacer presa de un gran nerviosismo. La ha cogido tan desprevenida que está aturdida, sin control. Yo me aprovecho de su momentanea debilidad y la ayudo a cogerme la polla para empezar a masajearla despacio.
Enseguida se me pone a tope. Cuando Almudena, obediente y sumisa, acerca la boca para hacerme una mamada tal como “mi esposa” le ha ordenado, siento un estremecimiento bestial.
Intercambio con Gabriela una mirada de complicidad que nos llena de satisfacción. Se pone detrás de Almudena y le coloca el cuerpo para que me pueda seguir haciendo la chupada con comodidad al tiempo que su culito quede bien expuesto a las caricias de ella.
Mientras los dedos de Gabriela hacen las delicias de nuestra víctima jugando con sus nalgas, su culo y su vagina, yo siento su lengua y sus labios alrededor de mi capullo.
- "Vaya... vaya con la mosquita muerta... además de gustarte chupar la polla de mi marido... te deshaces como un helado puesto a calentar...", dice Gabriela con ironía.
- "¡Uy qué coño tan chiquito tiene nuestra amiga...parece de una muñequita...tan lindo.. con los pelitos tan recortaditos...", exclama Gabriela mientras sigue con sus caricias al trasero de Almudena.
Esta levanta momentáneamente la cabeza sorprendida por los elogios sobre su chochito pues nunca le habia dicho ese tipo de cosas, lejos de molestarle ha descubierto que le gustan mucho.
- "Tu sigue comiendo la polla de mi amor...mientras yo sigo disfrutando de esta rajita... que ahora es toda mía...", le ordena cariñosamente.
- "Cariño, se le esta abriendo como una rosa.... es magnifico, esta rojo como una amapola, y jugoso como una uva... ", me informa mientras le da un buen repaso con dedos y boca.
Como castigo, le da empujoncitos en su culo que se traducen en mamadas mas y más profundas.
Almudena responde con profundos gemidos, pero en ningún momento hace ademán de querer abandonar la tarea que le hemos encomendado. Yo creo que la esta disfrutando tanto o más que yo.
Gabriela deja un instante su postura para enseñarme su mano completamente mojada con los flujos de Almudena como diciendo: “Mira como se esta deshaciendo esta cerdita”
- "Mira cariño... o esta gorrinita se ha meado o se esta corriendo y derritiendo por dentro... nunca había visto nada igual", me dice mientras me acerca la mano chorreando.
La mujer para un instante su intensa chupada para ver propio flujo en manos de otra mujer. Mientras nos observa sorprendida por su propio desbordamiento. Tomo la mano de Gabriela, me la acerco a la nariz y me lleno con su aroma. A continuación la lamo como si fuese zumo de una fruta dulce y madura.
Esta maniobra logra dar un toque de excitación mayor a nuestra querida víctima y empieza a sacudir el cuerpo disfrutando de otro orgasmo salvaje.
Dejamos que goce ampliamente de su corrida, hasta que Gabriela vuelve a tomar la iniciativa y la hace espatarrar para que me enseñe su dilatado chochito.
- "¿has visto, cariño?... seguro que nunca había sentido algo así....", "... yo quiero ponerme así también ", me confiesa al tiempo que se tumba junto a Almudena.
- "Es muy bonito... y se ve tan jugoso!!", asevero entusiasmado.
Esta cada vez que nos oye hablar siente un vuelco en el corazón, y cuanto más directo es el lenguaje empleado mas parece gustarle. Esta en medio de una excitación continua y cada palabra sobre su sexo o sobre nuestros gustos viene correspondida con un gemido lleno de pasión.
- "Vamos nena... que ahora tienes que comerte el chichi de mi mujercita...", le ordeno mientras la coloco para que tenga acceso con su boca a la entrepierna de mi esposa.
Por mi parte, me coloco detrás de ella y restriego mi polla por sus piernas y sus nalgas. Al principio, parece que tiene un poco de reparo pero la empujo hasta aplastar su boca contra el coño de mi compañera.
- "Venga, cómeselo todo... veras que rico... y si te portas bien con ella... te voy a meter mi polla en esta rajita tan jugosa que tienes aquí...", le digo.
Esto hace que ella se lance a lamer y acariciar el chocho de Gabriela. Seguro que es su primera vez, pero ¿quién conoce mejor el cuerpo de una mujer, sino otra mujer?.
En cuanto Gabriela empieza a gemir, yo dirijo mi polla hacia la vagina de Almudena y empujo duro. Entra suave pero prieta. Enseguida empiezo a bombear acomodándome a los movimientos de ella en sus lamidas sobre mi pareja.
- "¿Te gusta mi sabor?", le pregunta sabiendo que se deben estar mezclando sus flujos y el resto de semen que su propio marido ha dejado hace media hora.
- "Si... si... uhmmm ¡que rico!... me encanta", dice la otra.
Yo sigo bombeando como loco, temiendo que me venga la corrida y no pueda contenerme y quedar fuera del juego.
Gabriela por fin llega al clímax en medio de sonoros jadeos. Almudena queda al fin liberada de la tarea y es entonces cuando me concentro en culear sobre ella fuerte y duro hasta que me corro salvajemente... ella alarga la mano hacia atrás para sentirme mas cerca y empieza a gritar como una conejita cuando le llega otro orgasmo.
Rendidos los tres tratamos de recobrar las fuerzas unidos por un fuerte abrazo. Me siento adormecer y apenas me doy cuenta cuando Almudena recoge su vestido y nos deja a los dos tumbados junto a la cama.
Deverano.