Trabajo dos en uno

Una chica buscando trabajo de limpiadora termina limpiando más que la casa

Mi situación era extrema. Llevaba varios retrasos en el alquiler y la nevera vacía. Estaba cansada de repartir curriculums sin respuesta, hasta que esta mañana en el periodico vi un anuncio de trabajo:

“Limpieza integral con sorpresa, se busca joven con ganas. Bien pagado”

Llamé al número interesandome por la oferta y contestó un señor de voz grave y serena. Se trataba de hacer limpieza total en un piso de mi barrio (perfecto!), en unas tres horas estaría listo y pagaba 200 euros. Me pidió el curriculum y una foto de cuerpo entero reciente. Se lo envié al mail y me llamó de vuelta al instante. Me interesé por eso de “con sorpresa” y realmente lo fue, su exigencia era que al final le realizase una mamada, limpieza integral… Me quedé parada un instante.

-¿Sólo una mamada?

-Ven a las 4, no hace falta que traigas nada.

Tras colgar me entraron serias dudas y a la vez parte de excitación. Hacía más de seis meses que no cataba macho desde que me dejó mi ex por la guarra de mi amiga Lorena. Desde entonces estaba un poco dejada y ya no me depilaba ni cuidaba tanto. Hoy decidí que eso iba a cambiar, con un dinero en el bolsillo y la cabeza bien alta.

Me rasuré todo el vello púbico quedando bien suavecita y al mirarme en el espejo vi una chica de 32 años delgada pero bien contorneada, con las tetas respingonas coronadas por pezones rosados y erectos, culo achuchable y el coño…¡para comérselo!. Me dieron ganas de pegarme un alegrón pero el tiempo se me echaba encima y sin coche no quería llegar tarde y sudada al trabajo.

Llegué a las cuatro menos cinco a un sexto piso sin ascensor y un señor de unos 58 años me abrió la puerta.

-Soy Sofía, vengo por la limpieza integral.

-Pasa guapa, vienes pronto, se ve que tienes ganas de trabajar.

-Sí, la verdad que necesito el dinero.

Aquella cara me sonaba de algo. Se fue al fondo del pasillo y me enseñó una percha vacía.

-Este es tu uniforme, ponte cómoda y quiero ver como limpias.

¿Quéeee? Tras un par de segundos, su mirada inquisitiva lo dijo todo, me quería desnuda. Dudé pero el dinero… además, sabía que tendría que hacerle una mamada, esto no sería menos humillante. Me quité la ropa despacio y al quedar desnuda guardó todo en el armario del hall y cerró con llave, ahí me asusté pero no me dejó tiempo a pensar.

-Vamos zorrita, lo primero limpiarás los cristales de la habitación, vas a caminar a cuatro patas delante de mi, como buena perra.

Me agaché como dijo y me soltó un manotazo en el culo agarrándolo con firmeza. Más que doler me sentí humillada y abusada por aquel desconocido.

La habitación no tenía cortinas y la cama estaba sin hacer, con un cabecero de barrotes que no me inspiraba más que terribles perversiones. Junto a la ventana encontré un cubo y un par de bayetas para limpiar. Al ponerme de pie me di cuenta que medio cuerpo se me veía y aunque los edificios de enfrente estaban lejos, sin duda podría verme cualquier vecino limpiar desnuda. El señor de la casa leyó mi preocupación y se limitó a reir, animándome para que lo hiciera rápido. Frotaba intentando tapar mis tetas balanceándose muerta de vergüenza.

Cuando le pareció que ya estaban bien, me hizo pasar la aspiradora por habitación, pasillo y salón. Y luego fregarlo todo de rodillas. Con el culo en pompa enseñando los agujeros y unos labios recién rasurados, las tetas colgando y temblando de miedo al ver como se frotaba la bragueta a mi alrededor.

Lo siguiente fue tener que subirme en una escalera de tijera a limpiar los armarios de la cocina, con las piernas abiertas y el coño a la altura de su cara. No tardó en abrirme las nalgas con ambas manos mientras lamía toda mi intimidad, tan pronto quería echar a correr como me ponía cachonda con sus toqueteos, y lo notaba porque empecé a mover las caderas buscando su cara y sus manoseos. Cuando tenía que mover la escalera, me ayudaba a bajar sujetandome por las tetas, apretando fuerte con los dedos en mis sensibles pezones, pero no me quejaba por miedo a un “castigo” y en el fondo por volver a recibir esos chupetones en mi intimidad.

-Bien, eres una buena perrita, se ve por ese coño depilado que deseas que te follen como una puta, ¿no es así?

-No señor, lo siento, creo...creo que se está pasando y esto no vale 200 tristes euros.

-Jajaja, todavía no te has ganado ni 50. Antes de hacer el baño…

-¿Qué, le hago ya la mamada y acabamos con este juego?

La verdad que con el calentón estaba deseando ver y degustar la polla de aquel hombre.

-Niña insolente! Aquí mando yo y te vas a tragar mi polla cuando me de la gana. Te has ganado un castigo. Abre las cortinas de la cocina y abre un poco la ventana, voy a darte diez azotes y más te vale no gritar si no quieres llamar la atención. Los cuentas y si replicas, volvemos a empezar, ¿entendido?

-Ummm, sí… Señor.

No me quedaban muchas opciones y diez podría soportarlos.

Al abrir las cortinas me di cuenta que eran ventanales hasta el suelo y me verían entera! Por suerte era un piso alto. Sólo queria acabar cuanto antes.

Zas!

-Uno.

-¿Uno qué?

-Uno, gracias Señor

-jajajaja

Zas!!

-Dos, gracias Señor

ZAS!!

-AAAh, tres...por favor, mas suave, acabe pronto.

-Oooh, ahora tendremos que volver a empezar, y grita más si quieres que te vean los de enfrente y los del parque.

Uno a uno me fue azotando el culo y yo agradeciendo tal dolor y humillación. Él mismo cerró las cortinas y respiré aliviada, me picaba el culo y no me dejó tocarlo, sino que él lo acarició con ternura.

-Bien, la mitad del castigo, ahora al ventanal del salón para repetir y que los del otro lado puedan disfrutarte.

-Señor por favor!

De poco me sirvió la queja, a cuatro patas me llevó hasta el salón y me propinó otros diez azotes más fuertes que me dejaron temblando y con los que tuve que dar pequeños gritos, aunque me vieran enfrente, ya me daba igual.

Quedé de rodillas esperando su siguiente orden como si lo hubiera hecho toda la vida.

Por fin fuimos a la habitación y allí me ató las manos a la espalda, me colocó de rodillas sobre la cama y se bajó la bragueta mostrando una buena polla gruesa y venosa con la punta rosada y ya rezumando líquido.

-¿A qué esperas? Saca esa lengua de zorra y haz tu trabajo.

Fue entonces cuando más que un juego me sentí tratada como una verdadera puta. Esa excitación interna me acercó a lamer el miembro del hombre que me pagaría por limpiar...y por ser su puta.

Al principio probé su punta como un pequeño beso, no sabía tan mal como esperaba. Saqué la lengua y él mismo pasó desde los huevos hasta la cabeza, insertándola poco a poco mientras nos mirábamos a los ojos, él con satisfacción por hacerme suya y yo con insinuación de súplica para que se apiadara de una triste joven con problemas económicos. Por suerte no era muy larga porque me empujó la cabeza hasta que entró toda, causadome arcadas que apenas podía contener. No era la primera vez que lo hacía, sabía cuando soltarme para que respirara y volver a insertarla.

Aumentó el ritmo de las embestidas, follándome la boca sin miramientos hasta hacerme perder el equilibrio, me sujetaba apretando fuerte las tetas ya doloridas ayudándose así a empujar…

-Ahora vas a abrir bien la boca y gemir como la zorra que ya eres. Vamos! Te voy a regalar una buena dosis, como la que compras en el supermercado de Mary.

Oh no! De eso lo conocía, habíamos coincidido varias veces en la tienda. Notó mi sorpresa sin dejar de menearla frente a mi boca abierta, lo cual pareció ponerlo más cachondo. Gemí como mejor supe y recibí dos, tres, cuatro chorros calentitos directos a la boca, y otros dos en la frente que resbalaron por ambos lados de la cara.

-Puedes tragar. No te limpies la cara, ahora vamos a descansar un rato al salón.

Me soltó las manos para que pudiera gatear delante de él hasta la sala. Se acomodó con las piernas abiertas en el sofá y me puso a sus pies con la boca aferrada a su miembro ya casi flácido. Me puso un antifaz en los ojos y sentenció:

-No hagas nada, este es tu tiempo de descanso, pon las manos en mis rodillas y espera nuevas órdenes.

Estuvo viendo la televisión durante al menos media hora, cambiando de canales, y yo incomoda por la posición y babeando por no poder mover la boca con su pene dentro. Hasta que le pareció suficiente calvario.

-En marcha, vuelve a hacerme una rica mamada para ponerla a tono, y tú solita, a ver si has aprendido.

Sabía como le gustaba, la metia al fondo y succionaba con ritmo, no hizo falta mucho rato. Se levantó y tirandome del pelo me colocó en el brazo del sofá con el culo en pompa. Con los ojos aún vendados me animé a protestar.

-¡Por favor Señor! ¡No tomo la píldora!

-No te hace falta.

De repente un chorro espeso y frio se estampó contra mi ojete, seguido de lo que me pareció su dedo gordo.

-Aaah, nooo, por detrás noo! -grité sorprendida.

-¿Todavía no te han follado el culo? No me lo creo, hoy vas a tener mucho que agradecerme. Por ser novata iré con cuidado, abre las putas piernas y disfruta.

ZAS!! ZAS!! Un azote en cada nalga y me entregué a sus deseos.

Al menos cumplió lo de ir con cuidado, me metió un dedo, dos, y acomodó su polla ya dura. Poco a poco empujó y noté la punta dentro.

-¿Te gusta? Suplica que la meta toda, vamos, se buena puta.

-Mmm, gracias Señor, métala toda, estrene el culo de su puta, llenelo de su hermosa polla, fólleme enterita… Aaahhhg

En una lenta embestida la enterró hasta el fondo. Me sentí llena, hinchada y sin escapatoria. La sacó al completo y el culo me palpitaba.

-¿Otra vez? Pídela, gatita…

-Miaaaau, entierreme la polla en el culito, folle esta gatita… Aaahhhg

Y eso hizo, bombeando y chocando los huevos contra mi chorreante coño. Gemía de placer al descubrir que aquel agujero inexplorado también servía para provocar orgasmos.

-Ni se te ocurra correrte, puta, ahora sólo yo disfrutaré, jajajaja.

Me contuve aunque ese cabrón me estaba poniendo muy muy cachonda. Se paró dentro y sentí como soltaba los chorros de leche dentro de mis entrañas. Se quedó encima de mi hasta que decidió sacar el miembro blandito. ¿Y mi culo? Palpitando y sensible al máximo.

-A la ducha, guarra!

Uy! Guarra yo y él follando culos!

De nuevo a gatas hasta la ducha, ya sin antifaz me ordenó tumbarme cara arriba. La ducha era rectangular y amplia. Se puso entre mis piernas y sin mediar palabra comenzó a orinarme desde la entrepierna al cuello. Asco, vergüenza, miedo…ya no sabía qué sentir, al menos no me mojó la cara. Pero...se agachó sobre mi y tuve que lamerle el pene todavía goteante, los huevos y hasta el culo. Quería llorar, gritar, salir corriendo…

-Ahora sí, mastúrbate hasta correrte, mirándome y gimiendo.

Escupió en mi entrepierna y me acaricié como me dijo. Nunca me había tocado delante de nadie y los nervios no me dejaban correrme. Durante unos largos minutos sólo me miró serio y quieto, hasta que sentí venirme el orgasmo. Una sonrisilla de satisfacción en sus labios yme corrí como una perra.

-Gracias Señor por dejar que me corra.

-jajaja!! El placer es mio, perra. Levantate, tu trabajo ha terminado. Me quedo tu ropa de recuerdo y te doy esta camiseta para que te vayas.

-Pero...eso no tapa nada. Por favor, deme mi ropa…

Era una camiseta blanca de tirantes un poco larga que apenas me taparía el culo.

-Está bien, pero cuando llegues a casa, te la pones y me envías una foto junto a una escoba y un paño dentro de tu boquita. Será sólo para mi, te lo prometo. Cuando me llegue, te envío la transferencia de 200 euros y un contrato de limpiadora para otras casas de amigos del barrio.

-Mmm, de acuerdo.

Me vestí y llegué a casa rápidamente. Me desnudé y al ponerme la camiseta efectivamente dejaba al aire mi coño y las tetas se transparentaban un poco. Le envíe hace un rato la dichosa foto, desde arriba para que no fuera tan evidente mi desnudez y acabo de recibir su respuesta:

Tranferencia enviada, adjunto imagen de tu contrato como limpiadora/puta y algunas imágenes de tu trabajo en mi casa.

¡Oh no! El muy cabrón tenía fotos de como gateaba desnuda, de la garganta profunda atada, un primer plano de mi culo abierto y hasta de cuando me meó!! Estaba en sus manos y la verdad es que no sabía bien si en el fondo lo estaba disfrutando. ¿En quien me había convertido?