Trabajo de fin de semana

Sábado por la mañana, llovía torrencialmente cuando me llamó por teléfono. Necesitaba algo de ayuda con un trabajo teníamos que presentar el lunes... extraña circunstancia para una de las estudiantes más aplicadas de mi clasa. COU es un curso duro y con mucho trabajo, pero ella...

Sábado por la mañana, llovía torrencialmente cuando me llamó por teléfono. Necesitaba algo de ayuda con un trabajo teníamos que presentar el lunes... extraña circuinstancia para una de las estudiantes más aplicadas de mi clasa. COU es un curso duro y con mucho trabajo, pero ella lo llevaba siempre al día, se despistaba muchas menos veces que yo.

Nos habíamos conocido meses antes y habíamos congeniado bastante bien, objetivo claro, currar y sacar unas notas que nos permitieran llegar a la carrera que teníamos en mente, su deseo: Ingniería de telecomunicaciones nada menos. Complejo pero no imposible. Pero esta vez se había olvidado de un trabajo y como no podía ser de otra manera yo la echaría una mano.

Salí de casa escondido bajo el paraguas y bien abrigado, llegué a su casa y fue su madre quien me abrió la puerta. Esti salió en seguida, aunque normalmente luce palmito con unos vaqueros muy ajustados y camisas sutilmente abrochadas, ese día estaba con un chandal azul marino, que pese a lo clásico me pareció que le quedaba muy bien. Pasé a su habitación y me contó la situación. No había empezado, tenía a su abuela en el hospital, tenía que ir a cuidar de ella y quería un poco de ayuda, además su madre pensaba que lo tenía todo preparado y ella no quería decirle nada para que la dejara hacer un turno de hospital y sus padres descansaran un poco.

Resultado: le dije que me pondría a hacerle una parte del trabajo y quedamos la mañana del domingo para juntarlo con lo que ella hiciera. En media horita estaba camino de mi casa pensando en ese chandal que me había roto un poco la imagen que tenía de ella, que ya era buena, para hacerla mejor. Verla en ropa de deporte me demostró que está buena con cualquier trapito. Estaba acostumbrado a esos vaqueros ajustados que resaltaban un trasero expléndido y camisas flojas que permiten  de su canalillo y que se pegan a sus pechos ensalzando sus pechos cuando se cuerpo. De hecho, recuerdo una tarde en clase cuando con una camisa de manga corta me tiré toda una clase viendo su sujetador guardando una de sus tetas.

Pasé por la sala de juegos a saludar a los colegas y directamente me fui a casa. Me pasé la tarde oyendo el fútbol de sábado por la tarde, haciendo el trabajo y bebiendo cocacola al lado de la estufa, decidí sobre la marcha hacer yo el trabajo entero, o más diferente al mío posible y quedó más que decente para el poco tiempo que tenía. Sobra decir que me fui a dormir soñando con arrancarle el chandal a mordiscos.

Me levanté el domingo y otra vez hice el recorrido del sábado, la misma lluvia, el mismo frío y el mismo destino. Su madre me abrió la puerta y me mandó directamente a la habitación. Esti tenía muy mala cara, me confesó que al llegar por la noche le había contado a su madre lo del trabajo sin hacer y que aunque había dormido poco no había avanzado demasiado.

En ese momento llamó su madre a la puerta, dijo que se iban al hospital y me pidió que no la dejara salir de la habitación sin haber acabado el trabajo, por supuesto siguió la típica bronca materna. Nos dejó dinero por si queríamos encargar algo para comer y se fueron. Silencio absoluto en la casa, estábamos solos.

Entonces le enseñé el trabajo que había hecho, su cara empezó a mejorar. Estuvimos cosa de 30 minutos revisando el trabajo, si el profesor preguntaba algo lo mejor era que lo conociera bien.

Para cuando acabamos volvía a estar radiante como siempre, con su chandal azul me miró con esos ojos enormes y una gran sonrisa.

  • No sabes el favor que me has hecho, pero te aseguro que te lo voy a devolver.

Iba a decir algo, pero puso uno de sus dedos en mis labios.

  • No digas nada, no hagas nada, sólo sígueme el juego, no te vas a arrepentir.

Se levanto y me dijo que la siguiera, me llevó al salón y de un suave empujón me sentó en el sofá. Se dio la vuelta, y apartó una mesa baja que había en el centro de la alfombra, cuando se agachó pude deleitarme con un primer plano de su pantalón bien embutido en ese chandal que me había quitado el sueño la noche anterior.

Se dio la vuelta, se quitó las zapatillas y los calcentines y ahí comencé a ponerme cachondo, pintaba bien el premio por el trabajo.

Se bajó la cremallera de la chaqueta del chandal y pude comprobar que no llevaba nada debajo, no se quitó la chaqueta, así que se entreveían sus pechos, aunque no sus pezones.

Descubrí sus pezones cuando, mientras me miraba pícaramente, se soltó el cordón del pantalón y se agachó para quitárselos. Escondidos tras la chaqueta pude verlos grandes y duros, ella también estaba muy caliente. Llevaba un tanga azul marino semi-transparente y muy pequeño que dejaba claro que se depilaba casi del todo, sólo se podía ver un pequeño felpudito de bello. No sabía ni donde mirar, había mucho que ver.

Se dio la vuelta y sensualmente se bajó el tanga, seguía con la chaqueta del chandal que le llegaba algo más abajo de la cintura y me permitía ver parte de su lindo trasero. Ahora sin pantalón podía asegurar a simple vista su dureza y sensualidad.

Volvió a mirarme, no perdía esa sonrisa y no dejaba de mirarme, estaba claro que quería ver mi reacción, dejó caer la chaqueta del chandal y quedó totalmente desnuda ante mi.

Posó un momento y se sentó junto a mi en el sofá

  • ¿Te gusta lo que ves?

  • Por supuesto

  • ¿Tienes prisa o sigo?

  • Sigue, por supuesto

  • Perfecto, quítate los zapatos y los calcetines y ven conmigo

Se levantó del sofá, mis ojos la escaneaban todos los rincones, había que aprovechar. Me agaché a quitarme los zapatos y se quedó de pie junto a mi, al levantarme me la encontré de pie, con las piernas semiabiertas, una mano acariciándose la entrepierna ... vaya expectáculo.

  • Vamos.

Me llevó al baño, me pidió que me sentara en un taburete pequeño que allí había y se metió en la ducha, dejó la mampara abierta y comenzó por enjabonarse el pelo, la espuma corría por su cuerpo. Tenía ganas de ponerme cachondo y a fe que lo estaba consiguiendo, tenía una erección descomular tratando de escapar del pantalón, y no voy a decir lo rápido que me funcionaba el cerebro y la imaginación.

Se aclaró el pelo y comenzó a enbajonarse todo el cuerpo, primero las piernas, pude ver sus pechos colgando verticalmente y bambolearse suave y provocativamente. Se tomó su tiempo con cada una de las partes de su cuerpo, mi mente se iba calmando, mientras sus manos acariciaban sus caderas, enjabono cuidadosamente sus pezones y paso a su entrepierna, las abrió suavemente enseñandome sus labios y pude ver como se metía un dedo lentamente mientras cerraba los ojos, está claro que todo lo que brillaba no era solo agua, sus flujos estaban reluciendo. Se giró y mi cerebro volvió a acelerarse, se enjabonó él culo y después de jugar con sus dedos se agachó levemente y pude ver claramente cómo jugaba con su dedo en el ano.

Mis piernas temblaban, mi pene estaba a punto de romper mis pantalones y se me ocurrían mil cosas que haría con ese cuerpo, pero de momento estar quieto parecía la mejor opción. "Seguirle el juego" estaba siendo complicado.

Mientras acabó de aclararse empezó a hablar.

  • Te estás portando muy bien, mientras me seco necesito un favor, vete a mi habitación, en la balda sobre el escritorio hay un bote de aceite de almendras y en el último cajón de mi comodín una cajita de madera, ¿a que me las traes?

Obedecí sin rechistar, lamentando dejar de ver el espectáculo, encontré el bote de aceite nada más llegar a la habitación y cuando abrí el último cajón me encontré con tangas y sujetadores de todos los tipos y colores, bajo ellos estaba la caja, tenía un código de seguridad de esos de tres cifras, así que no pude saber lo que tenía.

Cuando volví al baño se había puesto un albornoz granate y se secaba el pelo con una pequeña toalla. El pelo negro le caía sobre el albornoz cuando me dijo:

  • Te toca

Se acercó a mi y me fue quitando la ropa prenda  prenda sin dejarme ayudarla, estaba en calzoncillos cuando hizo una pequeña parada:

  • Deduzco que me va a gustar

Metió su mano en mi calzoncillo, me sobo mi erecto pene y me acarició los testículos con suavidad y susurró al oído:

  • Si, me va a gustar verlo, tocarlo, sentirlo dentro de mi y comérmelo... va a ser más que interesante.

Me quitó el calzón y me quedé allí, de pie, desnudo ante ella. Me pidió que me duchara, sin prisa, me dijo, mientras entraba en la ducha cogió la caja que había traído, la abrió y pude ver un vibrador, se sentó en el suelo, frente a la ducha, abrió el albornoz y pude ver su entrepierna perfectamente, se acarició suavemente mientras introducía el vibrador en su vagina, echó la cabeza para atrás mientras gemía, yo seguía en la ducha dándole tiempo y más tiempo, el espectáculo era imponente y más que lo fue cuando se soltó el albornoz y se tumbó del todo en el suelo. Vaya escena, Esti en el suelo, masturbándose con el vibrador y sobándose con la mano libre, primero las tetas, luego el clítoris... explotó en un orgasmo, era muy evidente, cerró las piernas, sacó el vibrador y me miró con ojos de pasión.

Medio minuto después estaba conmigo en la ducha, en pocos segundos se había puesto de espaldas a mi y metido mi poya hasta lo más profundo de su vagina, estaba muy húmeda, se movía, yo me movía mientras sobaba sus tetas que se movían adelante y atrás, esta fuera de si y me había puesto a mi en un estado totalmente desconocido.

Se dio la vuelta, me agarró de la poya y tirando de mi:

  • Vamos a mi habitación

Cogió por el camino el bote de aceite de almendras y nada más llegar a la habitación se tumbó y me dijo que la untara con el aceite, lo hice a conciencia y fue cuando comencé a hacer cosas sin pedir permiso. Extendí el aceite sobre sus tetas mientras la besaba apasionadamente, con la mano libre jugaba con su clítoris, cualquier roce provocaba un estremecimiento en todo su cuerpo.

Eché aceite sobre sus piernas y mientras lo extendía jugué con mi lengua en sus labios vaginales y mordisquee su clítoris. Mas estremecimientos justo antes de tumbarme sobre ella y metérsela de un solo golpe, su cuerpo vibra, ojos cerrados, pezones duros...es mía y voy a aprovecharlo.

Salgo de ella, le doy la vuelta, se deja hacer, ha perdido ese control, esa seguridad que tenía hasta ahora, echo más aceite en su espalda, la masajeo con presteza y continuo con más aceite en sus piernaas. Las separo y comienzo a jugar con mi lengua en su ano, sus gemidos me dan alas, así que pongo un chorro de aceite en la raja de su culo y comienzo a jugar con uno de mis dedos hasta que consigo entrar con facilidad en su ano, más gemidos, agarra las sábanas de la cama con fuerza mientras la levanto el culo para tener más fácil acceso.

Ahora son dos dedos los que entran en su culo, echa las manos para atrás y me ayuda a abrirlo, es la señal, pongo más aceite, juego con mi pene desde la entrada de su vagina hasta su culo y la penetro con suavidad, grita como loca mientras entro y salgo de su culo, aprieta su culo, la presión me enloquece mientras la sigo montando como una perra. Se pone a cuatro patas y la acaricio los pezones que se bambolean al aire.

No aguanto más y un chorro de semen inunda sus entrañas, parece que no es lo que esperaba, se da la vuelta rápidamente y mete mi poya en su boca, más chorros de semen que siento que llegan al fondo de su boca, puedo asegurar que nunca me había corrido así, yo también gimo como loco.

Saca mi poya de su boca y se levanta sonriendo, tiene semen en los labios, lo recoge sensualmente con su lengua y se ayuda de sus dedos, me enseña su lengua cubierta por mis jugos y sin dejar de mirarme fíjamente a los ojos se lo traga. nos besamos con pasión, noto el sabor a semen en su boca mientras acaricio todo su resbaladizo cuerpo...

  • Me han gustado los trabajitos que me has hecho este fin de semana