Trabajando juntas II
Laura llega a una nueva empresa y encuentra a una compañera que le desata nuevos instintos
Laura no podía creer lo que había hecho. Durante el fin de semana le estuvo dando vueltas, y no entendía qué había pasado...pero si a ella le encantaban los hombres! Estaba decidida a hablar con Rosa el lunes. Sin falta le diría que ella no era así y que no volvería a pasar. De hecho, se decidió a ir de caza esa misma noche, para demostrarse a sí misma que no se estaba volviendo loca, que sólo había sido un despiste.
Se vistió para matar, con su vestido negro escotado, se maquilló y se fue al bar de unos amigos, donde sabía que siempre caía alguno. De hecho, fue llegar, y ya tenía varias rondas pagadas. Pero esa noche era diferente, a todo el que se le acercaba, le encontraba un pero. Así que decidió irse para casa, frustrada por no poder probar su teoría.
Miró la hora en el teléfono y se dio cuenta que tenía un mensaje. Lo abrió y vio que era de Rosa, dónde sólo había una dirección. No sabía por qué, si sería la frustración de la noche, la confusión que llevaba o las copas, pero cogió el primer taxi, le dio la dirección y se presentó allí. Cuando llegó, le resultó curioso que en la puerta no había ningún cartel, pero decidida, entró.
Con la mirada fue buscando a Rosa, pero mientras la encontraba, fue viendo el estilo del local. Se sorprendió del morbo que despertaba el bar. Era un local con luz muy suave, y conforme se iba fijando, vio que habían muchas parejas y grupos que estaban jugando sexualmente. Notó que le daba vergüenza, pero a la vez no podía dejar de mirar, cuando notó que alguien le rodeaba la cintura. Se giró y se encontró de cara con Rosa, que la miraba con una sonrisa en la cara y con una mirada excitada. La saludó y de repente notó que se humedecía sólo con su presencia. Rosa le explicó que aquél era un local que solía frecuentar, que le gustaba jugar con gente que no conocía y que después de su encuentro, pensó que le podía gustar.
Laura no dejaba de pensar que aquello no era su sitio, que ella no podía hacerlo, pero a su vez no podía dejar de mirar y excitarse con lo que veía e imaginaba que podía pasar. Rosa, alejándola de sus pensamientos, la cogió de la mano y la llevó a ver el local. Le enseñó un par de habitáculos donde en la puerta se indicaba quién estaba invitado a entrar. Siguieron por el pasillo y pasaron por un par de jacuzzis, en los que habían varias parejas pasándolo bien. Llegaron a la última habitación, en la que Rosa le explicó que estaba dividida en dos por una reja. Era un cuarto oscuro, y a través de la reja se podía tocar, chupar, lamer y jugar sin saber quien te tocaba. Laura no se lo podía creer, pero no podía estar más excitada, y eso Rosa lo notó. La llevó a la parte principal, le invitó a una copa y como la otra vez, sin saber cómo, empezaron las caricias. Esta vez Rosa no se andó con rodeos, y empezó a tocarle los pechos por encima del vestido. Laura no llevaba sujetador y Rosa difrutó al endurecerle los pezones de forma casi inmediatata. Laura soltó un gemido automática y buscó la boca de Rosa casi involuntariamente, necesitaba sentir su lengua dentro de la boca. Rosa le devolvió el beso con pasión. Se separó, la miró a los ojos, y sonriendo le giró el taburete, de forma que quedaba de cara a un par de chicas que estaban frente a ellas. Sin ningún pudor, le abrió las piernas, dejando ver su tanguita a sus expectadoras. Estas sonrieron y mirándolas les animaron a seguir. Rosa no lo pensó, y subió sus manos, alcanzando el centro del deseo de Laura, subiendo y bajando, torturándola como lo hizo la otra vez y llevándola a la locura. Laura gemía cada vez más alto, las chicas que las miraban sonreían y se empezaban a tocar entre ellas, y Rosa seguía excitándola hasta que separó el tanga y empezó a masturbarla. Mientras, le pedía que no dejara de mirar a las chicas, que quería que vieran su excitación. Rosa siguió masturbándola, humedeciéndiose la mano con su flujo, sacando y metiendo los dedos. La giró, para verle la cara cuando se corriera en su mano y para hacer suya su boca. Laura no pudo más y se corrió sin ningún pudor, con un orgasmo que la sacó fuera de sí, y todavía se excitó más cuando vio que Rosa se lamía los dedos que había utilizado para masturbarla.
Las chicas que disfrutaron del espéctaculo les dijeron que si querían compartir un jacuzzi con ellas. Laura miró asustada a Rosa, que le aseguró que no haría nada que ella no quisiera. Después de unos segundos, se decidió...de perdidos al río!. Se encontró en una de las habitaciones que habían visitado antes con las otras dos chicas allí.
No se presentaron, los nombres no importaban, sólo importaba el deseo que se hacían sentir las unas a las otras. Se empezaron a desvestir y Laura se sorprendió al ver lo mucho que le apetecía tocar a Rosa, así que sin pensarlo, le paró las manos y empezó a desvestirla ella. Con mimo, le quitó la camisa, le desabrochó el sujetador y le besó los pechos. En seguida notó como se le endurecían, cosa que le hizo sonreír, así que empezó a chupar con cuidado, intercambiando mordiscos que hacían que a Rosa se le pusiera el vello de punta. Siguió desvistiéndola, y cuando la tuvo totalmente desnuda, la sentó en el jacuzzi, en la parte de arriba con las piernas abiertas, de forma que las otras chicas podían ver todo. En ese momento se metió en el jacuzzi y comenzó a comerla, primero de forma pausada para después avivar el ritmo. Sintió como se excitaba y como se humedecía. De repente vio que una de las otras chicas se acercaba a besar a Rosa, que parecía extasiada, y notó que alguien jugaba con sus pezones. Oh Dios,pensó...esto con mucho es lo más excitante que había hecho en la vida.
La encargada de excitarle los pechos empezó el camino hacía el centro de su deseo con las manos, que entre las burbujas y el calor, estaba más que receptivo. Ella siguió succionando y devorando, mientras Rosa le comía a la otra compañera de juegos. Era una escena digna de ver y de disfrutar. Rosa llegó la primera al orgasmo, entre gritos jadeos y espasmos, que provocaron una excitación brutal a la chica a la que estaba comiendo, lo que dio paso a otro orgasmo, más gritos y más jadeos.
Laura estaba tan excitada que no podía ni pensar, sólo sentir que la tocaban y que disfrutaba. Las manos expertas que jugaban con ella la giraron, y sin darle tiempo, aumentaron el ritmo de la masturbación mientras se acercaron a probar su boca. Notó que era un sabor dulce, suave y a la vez decidido y apasionado, cosa que la volvió loca en segundos y consiguió que se corriera entre espasmos y gritos de lujuria.
Se sentaron unos minutos a descansar. Rosa se acercó a ella para ver si estaba todo bien, y Laura no podía dejar de mirar como las gotas de agua resbalaban por sus hermosos pechos. La besó con dulzura para dejar paso de nuevo a la pasión. Esa noche sería de nuevo una noche para recordar, y todavía quedaba mucho por delante...