Trabajando hasta tarde en la oficina
No podía concentrarme en mi trabajo pensando en un macho sabroso con una buena verga.
Ayer tuve que quedarme hasta tarde en el trabajo revisando unos documentos muy importantes que debía entregar al día siguiente, pero no podía concentrarme en ellos pensando en la verga de un macho sabroso que me rompiera el culo. Recordé que los auxiliares de intendencia hacían la limpieza de las oficinas a esa hora de la tarde y pensé en uno de ellos que siempre me había atraído: un chico guapo como de veinticinco años, moreno, alto, delgado y, según mis suposiciones, con un buen pito.
Imaginé, entonces, un plan para seducirlo, mamarle la verga y coger con él esa tarde. Como en cualquier momento entraría a mi oficina para hacer la limpieza, me quité los pantalones y me quedé en tanga. Mientras llegaba el chico, veía porno en internet y me metía dos dedos en mi culo para dilatarlo. Esperé unos diez o quince minutos cuando, de pronto, abrió la puerta. Él no sabía que yo estaba a esas horas en mi oficina y se sorpendió al verme. Me saludó cortésmente y me dijo que haría la limpieza sin molestar. Yo estaba detrás del escritorio, así que no se dio cuenta de que no traía puestos los pantalones. Aproveché para observarlo detenidamente mientras hacía su trabajo.
Cuando estaba frente a mi escritorio, tiré intencionalmente un legajo de papeles cerca de él. Dijo que los recogería, pero insistí en que no lo hiciera, lo haría yo. Me levanté, me acerqué a él y noté que se sorprendió al verme en tanga. Me incliné frente a él a recoger los papeles dándole la espalda y la oportunidad de que viera mi culo, incluso, abrí mis nalgas con las manos y empecé a culear. De pronto sentí sus manos tocando mis nalgas y uno de sus dedos tratando de introducirse en mi ano. El chico me quitó la tanga y empezó a chuparme el culo. Yo gemía como loco cuando sentía toda su lengua en mi agujero.
Me voltée, le bajé los pantalones y el bóxer y pude ver frente a mí su enorme verga con olor a macho. Sin pensarlo dos veces empecé a mamársela. Era un pollo cabezón y muy sabroso, pero no podía tragármelo todo. El chico gemía de placer cada vez que succionaba y me metía toda su verga en la boca. También le chupé sus huevos peludos llenos de leche. Era un chico delicioso y podía disfrutarlo como quisiera.
De repente, me volteó, me inclinó contra el escritorio, me metió la verga y empezó a moverse rápidamente. Cada vez me sacaba completamente la verga y me la volvía a meter. Luego, me acostó en el escritorio, puso mis piernas en sus hombros y volvió a ensartarme. Era una delicia sentir cómo entraba su verga en mi culo: sentía que la cabeza de su pito crecía más y mi ano quedaba muy abierto. Después, me senté sobre su verga y empecé a cabalgarla. El chico se retorcía de placer cada vez que le apretaba la verga con mi culo. Dejé que me cogiera todo el tiempo que quiso mientras disfrutaba de ese enorme pito.
Le pedí que se sentara; de uno de los cajones del escritorio saqué un consolador, le puse lubricante, me subí al escritorio y me lo metí. El chico se jalaba la verga y se sobaba los huevos mientras me veía culear con el juguete. Me metía todo el consolador y luego me lo sacaba. Estaba disfrutando mucho. El chico me advirtió que pronto se vendría. Me acerqué a él, me metí su verga en la boca y sentí cómo empezó a salir la leche. Me la tragué toda y succioné su pito para sacarle hasta la última gota y dejárselo limpio. Me masturbé y me vine en seguida.
El chico se puso su bóxer y sus pantalones y continuó haciendo la limpieza. Me vestí, recogí los papeles que había tirado, apagué la computadora, me despedí de él y salí de la oficina con una sonrisa y un gran placer en mi culo abierto aún sintiendo su verga entrando y saliendo de mí.