Trabajando en un resort: Capítulo 4.

Trabajando en un resort. Capítulo 4: El daddy alemán. (Relato 100% real).

¡Hola chicxs! Os dejo la cuarta parte de la serie. Espero que os guste tanto como me gustó a mi vivir la experiencia con este macho. Agradezco vuestros correos, valoraciones y comentarios. Gracias.

Trabajando en un resort. Capítulo 4: El daddy alemán.

Nueva semana, nuevos clientes, muchas ganas de conocer gente nueva y sobretodo mucha energía. Desde la última charla con Davide estaba mucho más relajado, sabía que podía hacer lo que quisiera y además él estaría dispuesto a guarrear cuando nos entrara el calentón, y, con lo guarro que era, eso pasaba muy a menudo.

Hicimos el show de bienvenida la primera noche de la semana para presentarnos a nuestro nuevo público. Como era normal, al acabar la función venían padres y madres con sus hijos a hacerse fotos con nosotros disfrazados y a saludarnos. Entre tantas familias de diferentes nacionalidades estuve hablando un rato con un matrimonio alemán de unos 40 años. Tenían tres hijos, dos mellizas de 10 años y un pequeñín de 4. Las mellizas iban a clase de baile, les encantaba bailar, y al verme en el escenario se interesaron por mi formación y quisieron hacerme muchas preguntas. Les conté lo que había hecho para formarme y les animé a venir a mis clases de zumba, que, aunque no era hip-hop, era lo más parecido al baile que había.

Según hablaba con ellos me di cuenta de que eran encantadores, la típica familia perfecta, pero sin llegar a ser repipis. Unos niños preciosos, una madre bastante guapa y con buen cuerpo y un daddy que te quitaba el hipo. Tenía una cara muy masculina, guapo, ojos azules, sonrisa perfecta, barba, pelo corto con tupé, un cuerpo grande y con el vientre plano, que dejaba entrever que era velludo y con tatuajes. El típico tío con pinta de cabrón que te pone como una moto. Y así me puso. Mis gaymbos estaban empapados de precum y eso que solo estábamos hablando.

Damien, así se llamaba, se interesó mucho en mis clases de aquagym, y yo le animé a venir. Tener un alumno así es el sueño de todo profesor, y más si la clase se da en bañador. Me dijeron que habían venido tres matrimonios de amigos con los niños y que arrastraría a todos sus amigos a mis clases, lo que me parecía genial.

Así fue, todos los nenes a mis clases de zumba, y todos los daddys acompañados de sus mujeres a mis clases de aquagym y fitness. La verdad es que eran todos tan majos y estaba tan a gusto con ellos que no quería que se fuesen.

Llegó mi día favorito, el musical de "Aladdin". Fui a ducharme y cambiarme para bajar a cenar y prepararme para el show, y para mi sorpresa Davide estaba en el baño. Le pregunté que si iba a tardar y me dijo que un poco. Me hubiera esperado, pero necesitaba quitarme la ropa y ducharme, estaba muy sudado de dar clase y quería descansar un rato antes de bajar a cenar, así que decidí bajar a las duchas comunes del resort, que, aunque eran más incómodas, era la opción más rápida.

La duchas eran como habitaciones pequeñas, en las que solo cabía el plato de ducha, con sus puertas y pestillos. Estaban completamente cerradas, no se podía ver nada ni por abajo ni por arriba. Entré en las duchas con mis cosas y me fui a la del fondo del todo. Se oía jaleo en algunas duchas, gente cantando y los típicos padres que entran con sus hijos pequeños para ducharles.

El simple hecho de entrar en una ducha común me puso cachondo, me pasa siempre, igual que en el gimnasio. Así que, como tengo también un punto exhibicionista, dejé la puerta de mi ducha entreabierta y me puse bajo el chorro de agua.

En la ducha de en frente se oía una padre y un niño, parece ser que el niño estaba ya listo y el padre le mandaba a la piscina con su madre mientras él se duchaba. Al oír esto se abrió la puerta y entonces le vi. Era Damien, que mandaba a su pequeñín en busca de la madre pra ducharse él tranquilamente. Al abrir esa puerta pude verle, entero, completamente desnudo y mojado. Con su cara de empotrador, su cuerpo que daban ganas de lamerlo entero y una buena polla acompañada de dos buenas pelotas que colgaban. Yo estaba empalmado y me giré para que no se diera cuenta, aunque quería provocarle me daba algo de vergüenza. Cuando abrió la puerta para que su hijo saliera me vio y me saludó con su enorme sonrisa en la cara:

-Damien: Hey Jorge, ¿cómo va?

-Yo: Muy bien, aquí relajándome antes del show.

-Damien: ¿Te duchas aquí?¿No tenéis duchas privadas?

-Yo: Sí, pero había cola y yo necesitaba ducharme urgentemente.

Se metió debajo del chorro para empezar a ducharse y dejó la puerta abierta para seguir hablando. Se ve que no le importaba exhibirse. Seguía con la conversación mientras se enjabonaba el cuerpo.

-Damien: ¿Y qué?¿Preparado para el show?

-Yo: Sí, es que hoy tengo que bailar mucho, así que necesito una buen ducha para relajarme, por eso bajé, para tener más tiempo.

-Damien: Pues iremos todos a verte.

Con la conversación se me había bajado un poco la erección, aunque seguía morcillona, cosa lógica si estaba hablando con semejante hombre. Pero ya con menos vergüenza me puse de frente y seguí hablando con él mientras me enjabonaba.

Empezó a enjabonarse bien el rabo, lo sobaba, lo sacudía, lo meneaba de arriba a abajo con su mano llena de jabón, se enjabonaba los huevos...se ve que le gustaba tocársela y, para mi sorpresa, empezó a ponerse morcillona.

Yo hice lo mismo con la mía, pero era más débil, la mía se empalmó a los tres segundos de tocarla, aún así yo seguí enjabonándola como si no pasara nada y seguía a mi bola.

Él hacía como que no se daba cuenta, pero los dos sabíamos que se había fijado y los también sabíamos que le gustaba exhibirse, pues no paraba de tocársela, que iba creciendo poco a poco.

No sabía de qué palo iba, pero quería averiguarlo y ver qué pasaba al rozarle.

-Yo: Tío, ¿tienes champú? Acabo de ver que me lo olvidé en la habitación.

-Damien: Claro, cógelo.

Me acerqué a su ducha. que estaba a menos de un metro, y dándole la espalda cogí el champú de una repisa que estaba un poco más alta que yo. Mientras lo hice rocé levemente mi culo desnudo y lleno de gel con su rabo, que estaba algo más que morcillón, y volví a mi ducha.

Me lavé el pelo tranquilamente y cuando terminé se lo volví a llevar y lo dejé donde estaba, volviendo a rozar mi culo con su rabo y esta vez también con su mano, que estaba muy cerca.

Volví de nuevo a mi ducha y pude ver que estaba empalmado del todo, y no se cortaba en tocarse el rabo. Vaya rabaco, gordo, grande y venoso. Daban ganas de llevártelo a la boca y no parar de mamar.

Damien vio que tenía un tattoo en el costado y me dijo:

-Damien: Me mola tu tattoo, ¿qué pone?¿puedo leerlo?

-Yo: Claro tío.

Le enseñé mi costado y se acercó a leerlo, es verdad que las letras son un poco pequeñas y costaba entenderlo. Empezó a tocarlo con un dedo mientras lo leía, como cuando lees un libro y lo vas marcando con el dedo.

Yo mientras tanto me hacía el tonto y seguía tocando un poco mi rabo, mientras su rabo estaba rozando mi pierna a la vez que él leía mi tattoo.

-Damien: Mola, ¿tienes más?

-Yo: Sí, este.

Me puse frente a él para enseñarle el que tengo en la clavícula y justo al girarme nuestros rabos se encontraron duros, el uno contra el otro como si de una pelea de espadas se tratase.

-Damien: Son muy bonitos, me gustan.

Me decía mientras descaradamente colocó su mano derecha sobre mis huevos y empezó a acariciarlos. Yo miré hacia su mano y después le miré a la cara, vi que me estaba sonriendo en esa sonrisa de macho empotrador que tenía. Le devolví la sonrisa y empecé a acariciar también suavemente sus huevos.

Al hacerlo se estremeció y pude ver que le volvía loco que le rozasen los huevos, como a mi. Estaba muy cachondo, Damien estaba muy bueno y yo no sabía si iba a volver a tener oportunidad, así que me lancé.

Me puse de rodillas y muy lentamente empecé a lamer esas pelotas tan grande que tenía y que me volvían loco (sí, soy muy fetichista de los huevos). Damien empezó a retorcerse y a gemir casi en silencio para que no nos escuchara nadie, pero a la vez los dos sabíamos que estar tan expuestos nos ponía muy cachondos, ese morbo de que te puedan pillar te hace ponerte a tope.

Cuando llevaba un buen rato lamiéndole las pelotas me pasé a su rabo, que casi no me cabía en la boca. Lo agarré por el tronco, lamí su capullo que estaba lleno de precum y me lo metí entero en la boca llenándolo bien de saliva. Empecé a mamar con ganas, me la metía todo lo que podía mientras acariciaba sus huevos con una mano y sus pies con la otra.

Un macho como Damien me hacía sacar mi lado más cerdo, además supe que él también era un cerdo, se le veía en la cara y en la actitud. Le lamí los pies subiendo por sus piernas peludas, me volví a meter su rabo en la boca y mirándole a los ojos le pedí que me meara.

Me contestó con su sonrisa y su cara de cerdo total, se ve que hablábamos el mismo idioma dentro del sexo. Seguí lamiendo sus pelotas que tan loco me volvían cuando de pronto empecé a sentir un chorro caliente por la cara y que bajaba por mi pecho. El cabrón me estaba echando una buena meada. Era delicioso ver como salía un buen chorro de meo del pollón de ese macho, que me lo estaba dando todo a mi.

Cuando terminó de mear le limpié los restos con la boca. ¡Qué bien sabía! Me tenía entregado.

Seguí comiéndole la polla sin parar hasta que noté que tensó su cuerpo y su polla empezó a palpitar, se venía ya mi premio. Empezó a soltar trallazos de lefa en mi boca. Entre lo grande que era su pollón y toda la leche que soltaba se me escapaba por la comisura de los labios.

Terminó extasiado y sonriendo. Yo estaba pajeándome y a punto de correrme, pero Damien tenía prisa, su familia podría sospechar.

-Damien: Me tengo que ir tío. Nos vemos esta noche en el show.

-Yo: Espera tío, estoy a punto de correrme.

-Damien: No puedo tío, me van a pillar.

Cogió su toalla y se tapó, cogió sus geles y su ropa para irse, pero antes de irse del todo me tiró sus gayumbos.

-Damien: Esto te ayudará a correrte, con lo cerdo que eres te gustará. Llénalos de lefa. Nos vemos luego tío.

Salió por la puerta con prisa y me dejó de rodillas en el suelo, con el rabo duro como una piedra y la boca llena de hilillos de su semen mezclado con mi saliva.

Cogí los gayumbos y los olí. Bufff, el cabrón sabía cómo ponerme cerdo, olían a rabo y ahuevos sudados, con restos de meada y de semen. Este tío era un puto cerdo y yo tenía que aprovechar eso.

Olí esos gayumbos con ganas mientras me pajeaba pensando en lo que había pasado, y cuando estaba a punto de correrme puse los gayumbos delante de mi polla y empecé a disparar chorros de lefa calentita encima de los gayumbos de mi macho.

Terminé mi ducha y me fui a la habitación a arreglarme, guardé los gayumbos en el fondo de mi armario, ahora tenía doble trabajo, lefar los gayumbos compartidos con Davide y lefar los gayumbos de mi daddy alemán.

Continuará...