Trabajando en un resort: Capítulo 3.
Trabajando en un resort. Capítulo 3: Conociendo a fondo a mi jefe. (Relato 100% real).
¡Hola chicxs! Aquí está la tercera parte de la serie. Los italianos tienen demasiado morbo y a mi me encanta eso. Como el resto de la serie es 100% real. Espero que lo disfrutéis y os agradecería que me dejárais comentarios, valoraciones y mails. Gracias.
Trabajando en un resort. Capítulo 3: Conociendo a fondo a mi jefe.
Los días pasaban rápido, ya llevaba allí un mes. Mismos compañeros, mismas rutinas, mismos espectáculos, pero caras diferentes, pasaban cientos de turistas a la semana por ese resort, por lo tanto no me daba tiempo a aburrirme. Socializaba con todo el mundo y, aunque yo hacía los mismos shows cada semana, para ellos era algo nuevo. Además, adoro mi trabajo, así que no me aburría ese tipo de rutina.
Lo que sí me empezaba a aburrir eran las pajas. Davide seguía evitando el tema, todavía no lo tenía asimilado, y desde la mamada de aquel turista yo estaba a dos velas. Me hacía muchas pajas, claro, pero mi rabo necesitaba más, necesitaba follarse un buen culito lubricado o al menos una lengua caliente y húmeda recorriéndolo desde los huevos hasta el capullo.
Los viernes por la noche hacíamos el show más fuerte, mi musical favorito: "Aladdin". Yo tenía el papel del genio, cosa que me encantaba, siempre he sido muy gracioso (según la gente), y hacer un papel principal, cómico y además con mucho baile, que es lo mío, me encantaba. La única parte que no me gustaba era que tenía que pintarme de azul de cintura para arriba. Llevaba unos pantalones bombachos y unas babuchas para tapar mis pies, pero iba desnudo de torso y para hacer el personaje me pintaba todos los viernes con una pintura especial de body paint desde la cintura hasta la cabeza (a excepción del pelo). Odio pintarme y maquillarme, pero lo que más odio es quitármelo después, frotar como un loco incluso haciéndome daño para que no salga del todo.
El musical fue genial, la gente quedó encantada y todos los daddys buenorros venían con sus peques para hacerles una foto conmigo. A pesar de que me encantan los niños estoy seguro de que en todas las fotos salgo mirando de reojo hacia un lado, pues me gustan más los daddys jajaj.
Al terminar la jornada decidimos comernos unas pizzas, estábamos agotados. Yo dije que cenaría rápido y me iría a la habitación, estaba muy incómodo y necesitaba quitarme esa capa de pintura de encima. Así fue, en poco más de media hora me despedí de mis compañeros y me fui directo al baño de la habitación.
Me metí en la ducha y empecé a frotar todo lo que pude. Cuello, cara, orejas, brazos torso... No estaba saliendo demasiado mal, aunque estaba hasta la polla de frotar, menos mal que era solo medio cuerpo.
Según me frotaba llamaron a la puerta del baño, Davide acababa de llegar y necesitaba entrar a mear, le dije que pasara sin problema y entró. Estaba ya en gayumbos, uns slips azules muy ajustados que le hacían un paquetón. Y mientras se la sacaba y empezaba a mear me hablaba:
-Davide: ¿Qué tal la función?¿Cansado?
-Yo: Qué va tío, me encanta hacer esto, es mi peli favorita de Disney. Lo que me tiene cansado es esta puta pintura que no se va.
-Davide: Jajaja, eso te pasa por bailar tan bien, si no fueras tan buen no tendrías un personaje principal y ahora la pintura se la estaría quitando otro jajaj.
-Yo: Soy demasiado competitivo como para darle mi papel a otro sólo por la pintura jajaj.
Mientras me hablaba yo le daba un poco la espalda para ocultar mi enorme erección. Ver a Davide en gayumbos, con el rabo fuera, flácido y aún así grande y meando me estaba poniendo malo, y más con el agua calentita cayendo por mi cuerpo. Empecé a recordar la escena del día que nos conocimos y me imaginaba si los gayumbos que llevaba puestos olerían igual de bien que los de aquel día.
Normalmente no ocultaría mi erección, pero como Davide no volvió a sacar el tema no quería incomodarle o que se sintiera raro.
-Davide: Tío, te queda toda la espalda azul jajaj.
-Yo: Ya, es que no llego bien, estoy quitándome primero las zonas a las que lleguo y ahora después veré cómo me apaño para quitarme lo de la espalda jajaj.
-Davide: ¿Necesitas ayuda?
-Yo: Pueees...no estaría mal, no me llego a todas las partes.
-Davide: Venga, te ayudo.
Se quitó los gaymbos y los tiró en el suelo al lado de la ducha, se metió conmigo y cogió una esponja con gel para frotarme bien la espalda.
La ducha no tenía plato, era el típico suelo especial antideslizante, con un desagüe y una mampara de, completamente transparente, que iba fija al suelo en el lado en el que se encontraba el grifo. No tenía puertas correderas, se salía al final del "plato", por donde no había mampara, y el suelo antideslizante iba de pared a pared, había como dos metros, era bastante grande.
Davide me frotaba con fuerza mientras yo seguía con mis pectorales y veía el agua irse por el desagüe completamente azul. Mientras Davide frotaba empezó esa conversación que tanto deseaba tener yo.
-Davide: Oye tío, si necesitabas ayuda ¿por qué no me la has pedido?
-Yo: No sé tío, me daba corte, no quería que te sintieras incómodo.
-Davide: ¿Corte? Tío, te he olido los cojones y te has metido mi rabo hasta la garganta, ¿de verdad te da corte pedirme que te frote la espalda? jajaja.
-Yo: Por eso mismo, desde aquel día no ha vuelto a salir el tema, no sé qué opinas al respecto y no quiero hacerte sentir incómodo.
-Davide: Si estuviera incómodo no seguiríamos compartiendo habitación. Me caes bien, eres profesional haciendo tu trabajo y eres buen tío, delante de los demás eres un colega y compañero más, pero en nuestra intimidad no tenemos que fingir, los dos sabemos lo que ha pasado y, aunque es nuevo para mi, he descubierto cosas que no sabía que me gustaban.
-Yo: Joder, pues haberlo dicho antes. Yo estoy todos los días matándome a pajas, estoy que me subo por las paredes y pensaba que lo de aquel día no volvería a pasar nunca.
-Davide: Pues qué pena, porque a mi no me gustaría que se quedase ahí, queda mucho verano y tengo los huevos muy cargados.
Según dijo eso me empezó a rozar el culo con la punta de su rabo, duro como una piedra. Me di la vuelta enseñándole mi rabo y me dijo:
-Davide: ¿Ha llegado ya el momento en el que me enseñes a comerme un rabo?
-Yo: Sí, ha llegado.
Le miré con una sonrisa morbosa y le empujé despacio los hombros hasta que quedó de rodillas a la altura de mi rabo. Abrió la boca y se metió el capullo lamiéndolo como si fuera un helado. Se notaba que le faltaba práctica, pero no lo hacía mal para ser el primero.
Empezó a tragarse mi rabo despacio mientras con una mano me pajeaba lentamente y con la otra me acariciaba los huevos.
-Davide: ¿Te gusta así?
-Yo: Sí tío, se te da bien esto.
-Davide: Aprendo rápido.
-Yo: Calla y traga.
Le cogí la cabeza y se la metí hasta el fondo de su garganta, lo que le provocó una pequeña arcada, pero no pareció importarle mucho, siguió mamando con ganas y acariciando mis huevos. Quería impresionarme y la verdad es que lo consiguió.
Cuando llevaba un rato mamando le hice levantarse y mientras acariciaba su rabo duro y sus huevos hinchados, colgones y llenos de leche de macho le dije que si alguna vez le habían comido el culo, a lo que me respondió que no, así que le hice seguirme hasta la cama tirando de su rabo, no sin antes pararme a coger los gayumbos que había dejado en el suelo del baño. Le tumbé en la cama bocarriba y le subí las piernas sujetándolas con mis manos mientras le decía:
-Yo: Ahora vas a saber lo que es el placer.
Humedecí bien mi lengua y la pasé con delicadeza por su agujero virgen, que, a pesar de estar bastante limpio, tenía el típico olor a culo sudado de hombre, lo que me ponía malo. Pasaba la lengua despacio, recreándome en su agujerito y jugando con mi saliva y la punta de mi lengua mientras él no paraba de gemir, retorcerse de placer y decirme lo cabrón que era por ponerle así de cerdo.
Davide me ponía mucho, era el típico italiano guapo y sexy que hace que te gires por la calle para mirarle, pero lo que más me ponía es que al ser hetero estaba experimentando ese placer por primera vez y lo estaba haciendo conmigo, además de descubrir que compartíamos el morbo de los olores corporales (dentro de una higiene básica, claro) y de los gayumbos usados.
Tras un buen rato comiéndome ese culo de macho que me volvía loco subí mi cara hasta la suya con cara de vicio y empecé a restregar mi rabo a punto de reventar por su ojete mientras nos comíamos la boca con pasión. Entre besos húmedos y juegos de lenguas le dije:
-Yo: Ya vas probando más cosas, ¿a que el sexo con tíos es más morboso y guarrete?
-Davide: Ya ves tío, nunca imaginé que nadie me comiera el culo, y menos de esa forma.
-Yo: Pues todavía no has probado lo mejor.
-Davide: Pues quiero probarlo todo, si usas el rabo igual que la lengua quiero probarlo.
-Yo: Lo uso mejor.
Escupí en mi mano y lubriqué bien mi capullo, su culo ya lo había lubricado bien con mi lengua, y coloqué la punta de mi rabo en su agujero haciendo un poco de presión y moviéndome lentamente. Noté como su culo palpitaba, estaba bastante abierto después de la comida que le había hecho, y vi a Davide disfrutando y gimiendo, lo que me encendía más.
Fuí empujando cada vez más, poco a poco y cuando iba por la mitad Davide se quejó. Me quedé quieto unos segundos ahí y le dije que se relajara, que si la saba le dolería más. Se fue relajando mientras le besaba y le acariciabael culo. Empecé a provocarle espasmos a mi rabo dentro de su culo, y con cada espasmo Davide gritaba, pero esos gritos pasaron de ser de dolor a ser de placer en cuestión de segundos, y su cara cambió.
Al ver que estaba más relajado y no le dolía fui metiendo más mi rabo hasta que mis huevos chocaron contra su culo, lo que hizo que mi jefe diera un grito de placer, le debía estar tocando en la próstata porque no paraba de retorcerse. Le miré y le dije:
-Yo: ¿Entiendes ahora por qué con un tío experimentas más placer?
-Davide: Cállate y fóllame que no creo que aguante mucho sin correrme.
-Yo: Tranquilo, en el escenario eres mi jefe pero aquí mando yo.
Decidí que todavía no iba a empezar con el mete y saca, sino que con mi rabo metido hasta el fondo en su culo empecé a provocar espasmos sin parar, lo contraía y lo relajaba mientras le besaba sin parar. Mi rabo se movía enterrado en su culo mientras él gemía entrecortado por nuestros besos y me agarraba del pelo como un loco. Tenía sus piernas musculadas y peludas rodeando mi cintura y su culo apretando fuerte contra mi rabo.
De un momento a otro y sin previo aviso empecé a notar como nuestros cuerpos se inundaban de un líquido espeso y caliente y Davide gritaba retorciéndose. Se había corrido sin poder controlarse, nuestros cuerpos se restregaban uno contra el otro llenos de la leche caliente de mi jefe. No podía estar más cerdo.
Saqué mi rabo de su culo despacio y sin parar de besarnos me corrí sobre su vientre. Solo hicieron falta tres sacudidas a mi rabo para que escupiera toda la leche y le bañara entero.
Caí rendido a su lado, cogí sus gayumbos y los olí con ganas. Olían a hombre, aunque no tanto como los del otro día. Limpié la leche de su cuerpo con ellos y le dije:
-Yo: No los laves, a partir de ahora las corridas las impiaremos con ellos, verás como te gustará el olor cuando se seque jajaj.
-Davide: Qué guarro eres jajaja me encanta.
-Yo: Bueno, creo que necesito otra ducha.
-Davide: Yo también, dúchate conmigo, que ahora te toca a ti frotarme lo blanco jajaj.
Nos duchamos y caímos rendidos en la cama, pero antes de dormir quisimos aclarar unas cosas para que no volvieramos a sentirnos incómodos. Decidimos que cada uno podría hacer lo que quisiera con quien quisiera, pero entre nosotros siempre habría buen rollo, con discreción delante de los demás y con morbo en la intimidad. Y es que compartiendo habitación y baño con semejante macho el morbo estaba asegurado.
Continuará...