Toy 2 (La mañana antes)
(La mañana antes)
El sol de la mañana alumbró la entrada de la caseta. Mis ojos apenas pudieron abrirse a tanta claridad. Entonces reaccioné y salí de la asfixiante caseta. Mi primera acción fue comprobar que la cristalera estaba cerrada aún, y afiné mis oídos para intentar oír algo del interior de la casa. Nada, y así pasaron muchos minutos. De repente se abrió las correderas de los cristales y comprobé la presencia de Julia.
Sin decir nada entró hasta apoyarse de manos en el borde del muro del balcón. No tenía que hablarme sabiendo lo que soy, y por ello ignoró mi ridícula presencia a gatas y desnudo. Sin embargo yo hice el amago de saludarla como una superiora que es, y casi indeciso, besé su talón descubierto sobre unas zapatillas de andar por casa. Creí que le iba molestar incluso, pero no hizo mas que mirar el paisaje desde su balcón. Ni una palabra, ninguna broma. Ese momento me tuvo muy confundido y al final dejé mi barbilla al suelo y contemplé su talón y parte de la planta de un pie mas levantado a media puntilla.
Así pase un buen rato viendo unos pies algo blanquitos forrados en los dedos y empine de una tela suave. La suela era mas acolchada y podría envidiar su función mientras miraba como subía y bajaba sus talones.
- Vamos Toy!
Una voz tras mía llamó mi atención y vi a su madre Yurena con la cadena de mi collar enrollada en su mano. Gateé hacia ella y de un clic me engancha la correa de paseo.
- Hoy no viene Sami, así que seré yo quien te de una buena ducha.
Dijo mientras me llevó de la correa al interior.
Entonces Julia habló:
Déjalo, yo me encargo. Puedes prepararte tu tranquila que lo lavo.
Buenos mal hija, voy muy retrasada.
Contestó Yurena aliviada pero siguió andando con la intención de dejarme en algún sitio.
Al final acabé en el patio en la planta baja junto a Leo, bajo una losa a ras del suelo, una ducha, y una manguera enrollada. Ahí me dejó Yurena con aquel esclavo a la espera de una ducha. Leo ya no llevaba esa cola de alambre en su culo.
Tan pronto como Yurena entró a la casa, Julia apareció con ese atuendo sencillo, o quizás un pijama. Llevaba unos mini shorts de algodón blanco y una negra y lisa camiseta vieja.
Lo primero que hizo fue quitar los collares a Leo y a mí. Luego nos quitó los guantes y a mí, ese calzado horrendo. Y como final Julia se colocó tras Leo y desabrochó el broche que apretaba en la base de sus genitales. Momentos en los que Leo gimió de placer. Al verle, vi su erección golpeando en su estómago. Yo sin embargo, no mostraba tanta excitación debido a la presencia de ese esclavo. Lo tenía casi a mi costado y me molestaba. Quería cerrar los ojos y esperar a que Julia abriera una gran ducha sobre nosotros. Quizás a ese eslavo le vendría mejor y dejara de gemir tanto, que para colmo balanceaba su erección.
Pronto el agua fría nos cae, y el muy imbécil se pegó mas a mi costado. Lo odiaba. Me molestaba verlo, y puede que sea por verlo ayer lamiendo los zapatos de mi dueña, no lo se. Pero no soportaba verlo.
Se cerró el agua y una esponja en manos de Julia nos jabonó uno a uno. Entonces mi humor cambió cuando sentí como la esponja y su mano hurgaba en mis genitales. No gemí como Leo, pero cerré los ojos disfrutando del tacto. Julia se demoraba en mis testículos y una mano libre cogió mi pene hacia ella. Lo mantuvo un rato hasta verlo endurecer. Una ves cumplida la erección, dejó que la piel atrapada entre su índice y pulgar, dejara vía libre a que saliera el glande enrojecido, y así dar mas jabón sobre el.
- Aprovechen y orinen ahora, perros!
Fue decirlo y Leo orinó.
Si antes de eso le tenía rabia, después quise matarlo. Todo su orín corría por la losa en nuestras manos y rodillas.
- Y tu no orinas, Toy?
Gemí desaprobando mis ganas y Julia soltó mi pene para hacer lo mismo con su esclavo.
Estábamos llenos de espuma con un olor a lima muy fuerte. Mientras que Leo disfrutaba de la ducha en manos de su dueña, yo poco a poco había perdido la erección. Y si, por fin tuve ganas. Fue mi venganza, y oriné sobre la losa.
Julia se había dado cuenta, y me premió con unas suaves palmaditas en mis pelotas.
- Buen chico!
Al final volvió a jabonarme los genitales y volví a recuperar mi erección. A ella le gustaba tocarnos. Con migo se recreó mas que con su esclavo. Incluso dejaba la esponja a un lado, y con sus manos frotaba a conciencia. Fue agradable sentir sus uñas clavando y la suavidad de su piel resvalando.
Todo esto terminó con la manguera a presión en el momento que el agua fría retiraba la espuma que casi nos tenía ciegos. Y... fin del baño.
Mas tarde a Leo le habían puesto su collar, guantes y el toque final con ese plug curioso. En cambio a mi, solo los guantes y el calzado. ¿Y el collar que me compró Harumi?.
Al final Julia se fue al interior de la casa y nos dejó solos al sol. Ni Leo ni yo nos movimos. Imitando su postura, supuse que lo mejor era dejarnos secar al sol.
Cuando Yurena apareció vestida para salir, Leo se volvió loco y gateó en carrera hasta sus zapatos. Los besó repetidamente y los lamió hasta que Yurena le dijo basta.
- Leo, ve a la cocina que Julia te ha puesto tu desayuno.
Leo gimió apenado y se fue al interior.
- En cuanto a ti Toy, no te preocupes que ya comerás algo en al club.
La señora Yurena me puso otro collar diferente mientras me decía esas palabras.
Era mas triste, como de cuero negro sin nada que lo adorne. Nada que ver que el collar rosa que tenía con Harumi. Al final fui tirado de el y la cadena hasta el interior de la casa.
Cuando entramos vi a Yaiza vestida en jeans y franela y parecía que iba salir. Como ella se acercó a su madre, yo besé tímidamente unas bailarinas planas de sus pies. Apenitas la puntera al tenerla tan cerca.
- Ay!, ya se me había olvidado de este esclavo.
Dijo acariciando mi nuca. Luego se dirigió a su madre para pedirle que le acercara al instituto. Pero Yurena le recordaba que Julia era quien debía llevarla. A Yaiza se le antojó salir pronto para dejar un trabajo por casa de una amiga. Al final la hermana Julia le dijo desde la cocina que iba a salir pronto. Y todo quedó en que su hermana mayor la iba llevar en cuando se pusiera algo encima. Yurena tenía prisa, y el tener que bajar a San Fernando, le iba retrasar mucho. Al final tiró de mi y me llevó a gatas hasta la salida.
De la salida gateé de manos y pie para no rozar mis rodillas y llegamos a su coche. Un coche parecido al de mi dueña el cual ella me sorprendió al no indicarme que me subiera al maletero. ¿Como iba ser?. Abrió la puertas de atrás y con un Vamos!, me señaló mi asiento.
Podría tener problemas con un guardia de tráfico si me viera desnudo en los asientos de su coche. Pero ella me hizo entender pronto que su club estaba cerca de las residencias. Fue considerado por su parte dejarme ir en los asientos, pensé. Pero cuando entré ella me indicó mi puesto, que no era otro que bajo los asientos, justamente en las alfombras traseras.
Continuará.....