Torturas mortales (V)
Uno de sus guardias no cumple sus ordenes y sufrira las consecuencias.
Torturas Mortales
CAPITULO V:
Al otro día bien temprano El príncipe Enrique llego a su tan deseado centro de torturas, fue grande la sorpresa de el cuando vio que el guardia no estaba en su puesto, cuidando que nadie entre ni salga, sino estaba violando a una de las esclavas. Cuando Enrique vio esto ordeno a sus soldados escolta que lo amarraran inmediatamente, lo hizo desnudar y encadenar contra la pared. No podía permitir que nadie abuse de sus esclavas y menos que un soldado desobedezca sus ordenes. Lo dejo ahí mientras pensaba que castigo fatal iba a brindarle. Mientras la victima lloraba desconsolada y lo miraba con una cara cubierta de miedo y terror, el le acariciaba la cabeza mientras le decía No te preocupes todo termino o mejor dicho recién empieza. Ella iba a se la próxima, el destino lo había querido así, ordeno que la desnudaran y la encadenaran en el piso. Justo arriba de ella había unas sogas con unas serie de anzuelos, las sogas pasaban por unos ejes que terminaban todos comunicados a una gran manivela. Enrique comenzó a mover la manivela dejando caer las sogas hasta el cuerpo de la victima. Una ves que quedaron flojas tocando el piso tomo una de la punta donde tenia el anzuelo y tomando uno de los pechos de la esclava, lo atravesó a la altura del pezón, sin ningún tipo de compasión. El grito de la esclava fue ensordecedor, pero eso no detuvo a el príncipe, que hizo lo mismo con el otro pecho. La victima seguía gritando desgarradamente, el la miraba a sus ojos inundados por las lagrimas y en un tono dulce e irónico le dijo si esto te duele espera a que sientas esto Y tomando otro anzuelo lo comenzó a atravesar por uno de los labios vaginales, y con otra soga por el otro. La esclava no soportaba tales dolores y sus amigas observaban espantadas lo que le hacían, el soldado encadenado tenia una cara de espanto y miedo pensando en que le harían a el.
Un grito desconsolado le gritaba insultos al príncipe pidiendo que liberaran a la esclava reclamando que era su hermana. El príncipe al oír eso se detuvo y pensó en una idea aún mejor. Para hacer la tortura además de corporal mental, mando a los soldados a sacara a la hermana de la victima de la celda y mirándola con cara de cinismo le pregunto el nombre, ella respondió Susana, y el le contesto Mira Susana, prefieres que yo jale de las cuerda o tu prefieres hacerlo- Ella grito desesperada que no quería que le hagan nada, Entonces el príncipe le dijo si jalo yo lo haré muy fuerte y le agregare peso en el abdomen para que le duela aún mas, señalándole unos ladrillos que tenia a un costado. La victima enganchada de los anzuelos al piso le pidió a su hermana que lo haga ella para no sufrir aún mas. El príncipe ordeno a sus soldados que liberen las cadenas que ataban al piso a la muchacha y ordeno inmediatamente a la hermana de ella que comience a girar la manivela.
Con la mano temblorosa y llorando desconsoladamente comenzó a girar la mensula donde estaban enganchadas las sogas, que poco a poco fueron tensándose y tirando del cuerpo de su querida hermana. Ella no soportaba la idea de hacerle daño a su hermana pero era una situación inevitable y el Príncipe lo estaba disfrutando al máximo.
Susana se detuvo porque veía como al tironear de los pechos le dolía por demás a su hermana, el príncipe le dijo , cada vez que te detengas un ladrillo pesara en el abdomen de tu hermana, y indicando a los soldados estos pusieron un pesado ladrillo en ese lugar, Susana sin mas remedio y llorando desconsoladamente siguió girando la pesada manivela con ambas manos, observando que con cada movimiento los pechos y la vagina de su hermana parecían desgarrarse de su cuerpo, pero los anzuelos que la atravesaban eran demasiado grandes e impedían que sucediera eso. Poco a poco el cuerpo de la victima comenzó a ganar altura y el dolor de la victima era tal que se desmayó irremediablemente, esto al príncipe lo fastidiaba y ordeno a los guardia tirar baldes de agua fría sobre la victima para mantenerla despierta.
Las sogas tensas sostenían al cuerpo de la victima desde sus pechos y su vagina, el cuerpo ya colgaba de una altura de un metro y medio, ahí ordeno el príncipe que se detuviera el ascenso, pareció que era suficiente para el. Susana callo arrodillada al piso llorando desconsolada viendo a su hermana totalmente entregada y en silencio. Sus brazos y piernas colgaban de su propio cuerpo sin moverse un solo centímetro pues eso le provocaría aún mas dolor. De sus pechos brotaban pequeñas gotas de sangre y su vagina estaba completamente estirada por la tensión del peso de su cuerpo. Era una escena dramática pero hermosa para el príncipe.
Tanta excitación hizo olvidarse de el soldado que iba a castigar y aún mas, se había olvidado de la esclava anterior , que tenia aún en su interior la serpiente con las lauchas.
Se acercó y miro los ojos de su victima y observo que estaba moribunda, ahí noto que la inflamación que tenia en el abdomen se había trasladado hasta sus pechos, quien sabe que sucedió ahí adentro, el príncipe pensó talvez fuesen los roedores que estuvieran comiendo el interior del cuerpo de la esclava, o la serpiente buscando una nueva salida, fuese lo que fuese la esclava estaba a punto de morir victima de las diabólicas locuras de Enrique.
Decidió sacar el broche que apretaba en la vagina de la victima, talvez la serpiente saliese, pero lo único que salieron fueron grandes borbotones de sangre con pequeños rastros de la propia carne de la victima. En ese preciso instante, se sintió una revolución de ruidos en el interior de la esclava y la pobre victima dio un ultimo suspiro y desfalleció.
El príncipe Enrique decidió dejarla tendida y observada bien de cerca por un soldado en espera de que los roedores o la serpiente salgan de esa cueva nefasta.
Mientras el se dirigió hacia la nueva victima que esta vez era masculina, iba a ser el soldado que no obedeció sus ordenes. Lo observo un buen rato desnudo y encadenado contra una pared, pensó mil y una cosas que podría hacerle mientras lo seguía mirando, no podía dejar de envidiarle el gran pene que tenia ese mísero soldado. Así que pensó algo al respecto.
Continua...