¿torre, torre, dónde te escondes, torre...?
Un intento de relato de terror...
¿TORRE, TORRE,
DÓNDE TE ESCONDES, TORRE...?
En la torre de marfil que hay junto al lago,
el día llegaba despacio y se iba temprano.
Los reflejos del sol la hacían brilla como una estrella(¿ hasta dejarte ciego?) y de noche la oscuridad la esconde como si los árboles estuvieran confabulados para ayudar en ello.
Vive allí dentro alguien o eso dicen.
Cuando somos niños todos por allí hemos ido, siendo adultos pocos vuelven a pasar.
Como una conciencia colectiva, todos hemos sentido lo mismo, no recordamos que sucedió, estoy segura de que tu también estuviste allí y tus hijos pronto lo harán, ese día tan cercano en el que se perderán- Unos regresan, otros... no.
Si cierras los ojos te ayudaré a recordar ese día que, de acampada o en el centro comercial, te perdiste y cuando tus padres te encontraron no supiste que contar.
Yo te ayudaré a recordar, como andabas por un suelo pedroso con mil tonalidades de gris o un suelo naranja cobre quizá, para llegar un momento en el que el suelo se convirtió en un río de piedras planas y grandes, más grandes que tus manos, piedras blancas como la nieve sucia, alzaste la cabeza de tu embeleso y muchos árboles viste, eran demasiado altos para ver su final pero la luz del sol conseguía llegar a donde tu estabas, sus hojas eran de un verde oscuro que daba sensación de humedad pero no podías llegar a tocarlas para comprobarlo.
Tus pies no pueden parar, alrededor no hay nadie, sabes con terror que si te giras no veras nada, no quieres pensar, has llegado demasiado lejos, intuyes que todo es real, si dejas que el miedo te domine lo que tienes detrás te puede alcanzar, no sabes que es pero lo sientes más auténtico que lo que ves. Sientes palpitaciones, piensas en tus padres, tu gato o tus abuelos.
Algo te sigue llamando hacia adelante y aunque el pánico te incita a que te gires y grites “¡mamá!” no lo harás, fijas la vista delante, solo oscuridad y muchos árboles.
En sus copas el sol se va desvaneciendo, no oyes pájaros, no oyes nada, tu cuerpo tiembla, dudas de tener cuerpo, no deseas mirarte para comprobarlo.
Observas con más atención la corteza de los árboles (¿es marrón o gris?), está arrugada, áspera, es extraña pero no sabes porque, el pánico a lo desconocido te altera y decides volver a mirar al suelo, piedra blanca a piedra blanca.
Estás llegando, no sabes cuanto has andado, notas una luz dándote en la frente, levantas despacio la cabeza como si esperaras ver a un gigante resplandeciente romperte la cabeza con su maza. A tu derecha e izquierda sientes la humedad de los arbustos, como un borrón verde que huele a negro. Delante la torre de marfil, tu mente sabe que se llama así sin haberla visto antes. Es como un gigante pero sin maza, cuanto más te acercas más crece, pálida y brillante absorbe la luz de la vegetación, de las piedras del suelo, de ti...
Notas el suelo pegajoso bajo tus pies, un río rojo sale por debajo de la torre inundando el camino por el que andas, no hay puertas ni ventanas que puedas ver al mirarla directamente, pero si miras de reojo ves una entrada por donde sale el río sangriento, está abierta y percibes a alguien agitando la mano para saludarte, una figura oscura.
Te detienes asustado, miras directamente y no la ves, no quieres ver nada, haces ademán de girarte y el aliento de algo se posa en tu nuca, corres hacia la torre de marfil y... dejas de respirar, no sabes como has entrado, todo está oscuro pero sabes que algo detrás de ti está en llamas, debes darte prisa o no volverás a respirar.
Ves la figura que estaba en la puerta, ahora brilla, es la princesa blanca, rubia platino, dientes brillantes, piel albina, ojos resplandecientes, te sonríe y deseas que no se acerque pero lo hace y ves que todo ella es blanco, el negro no existe, está vacía de expresión, no tienes donde correr, no dejas que te coja de la mano, te obliga a acompañarla, el suelo vuelve a estar húmedo rubí.
Entras en una sala, sabes que hay ahí, no quieres verlo, tu mamá, tu papá, tu familia, las personas que más quieres, están muertos, gritas sin voz, sin cuerpo, ves sus cuerpos medio desmembrados, te sonríen, una sonrisa horrible, se arrastran hacia tu cuerpo, eres tu, estás en el suelo, ves como te desmiembran, la sangre chorrea, crujidos de huesos, fluidos, desgarros de carne, les ves comer, se comen tu cuerpo, sus cuerpos, sonrisas diabólica, ojos perdidos.
Ahora recuerdas, no sabes como saliste de allí, porque nunca lo hiciste, sigues allí, soñando que vives fuera hasta que te devoren del todo...
Aurora Martell