Toro Longhorn (Cornilargo)
Dicen que cuando el río suena, agua lleva
La empresa había decidido, una vez mas, que mis servicios hacían falta en otra de las oficinas. Así que a finales de febrero hacia las maletas y me trasladaba a mi nuevo puesto, sub-director de oficina, aunque realmente mi misión era de inspector, para evaluar la oficina y a sus trabajadores, como siempre era por tiempo limitado, pero no cuanto tiempo, suerte que la empresa se encargaba de buscarme alojamiento, unas veces en un hotel (cuando sabían que iban a ser pocos días) lo normal es que fuera una casa o un piso en una zona residencial, en esta ocasión fue un piso.
El primer día de trabajo en el nuevo destino el director, Jacinto, de unos 50 años me presento a todos los trabajadores, además de él, cuatro mas: Paco, administrativo-contable, de 30 años; Pedro, auxiliar de administrativo, de 24 años, Juan, comercial y hasta la fecha el sub-director, de 40 años y la única mujer, Dunia, también comercial, de 29 años, era de aquellas mujeres que los hombres la siguen con la mirada, una mujer digna de ser portada de cualquier revista. Rubia, con media melena, con cintura estrecha y un buen par de tetas, un tipazo de miedo.
Del primer día pocas conclusiones podía sacar, tal vez, la única era que cuando Dunia se acercaba a cualquiera de sus compañeros de trabajo estos se volvían idiotas, mas de lo que ya lo eran normalmente. Dunia vestía falda oscura, justo por encima de las rodillas, y una blusa rosa claro, con tres botones desabrochados, lo que permitía ver el inicio del sujetador también rosa de encaje. A medida que la fui conociendo me di cuenta que le gusta vestir provocativamente, que los hombres se fijasen en ella incluso que babeasen, lo sabia y lo explotaba.
Pasaron los días y fui conociendo particularidades de todos ellos; a Dunia le habían puesto el apodo de “The cow” (la vaca) , al principio pensé que seria por sus tetas (porque por exceso de grasa no era); pero no me cuadraba pues realmente sus tetas no eran tan grandes.
En una conversión con Paco y Pedro, me entere que lo de “la vaca” era por concordancia con el marido, era estadounidense, al que llamaban “Cornilargo” haciendo referencia al toro tejano (Toro Longhorn), llamándole cornudo. Supuse que era por despecho; pues en los días que llevaba en la oficina, ella era bastante distante con todos los de la oficina, con el único que parecía tener mas afinidad, era conmigo, tal vez por ser el nuevo. Incluso en un par de ocasiones, me había parecido que se me insinuaba.
La primera fue a mediados de marzo, un viernes (solo se trabaja medio día), tuve que acompañarla a ver a un cliente, al volver se había hecho tarde para comer en casa.
- Es tarde, para ir a comer a casa, será mejor que coma en un restaurante, si no tienes nada que hacer te invito. ¿Cual me aconsejas? - le pregunte a Dunía.
- Yo conozco uno cerca y muy barato - dijo ella.
- Lo de cerca esta bien, y lo de barato da lo mismo, lo importante es que se coma bien.
- Se come muy bien, vamos - dijo cogiéndome del brazo.
Realmente estaba cerca, y era un sitio tranquilo, no había muchos comensales. Durante la comida, posiblemente debido al vino se le soltó la lengua y me contó anécdotas de los compañeros de la oficina, al terminar de comer salimos fuera del restaurante.
- Yo vivo allí enfrente, ¿Te hace la última copa? - me dijo señalando a unos pisos cercanos.
- No es tarde, ¿Qué dirá tu marido por haberle robado la mujer a la hora de la comida? - dije sonriendo.
- Por eso no te preocupes, son las cinco el no viene hasta las ocho, no tiene la suerte que tenemos nosotros de trabajar los viernes solo hasta las tres - dijo cogiéndome nuevamente de del brazo.
- No de verdad es tarde y tengo cosas que hacer - dije soltándome de ella.
- Tu te lo pierdes - dijo, sujetándose los pechos y haciendo como que se los colocaba bien.
- Adiós, a hasta el lunes - dije a modo de despedida.
- Bye, bye - respondió ella.
La segunda vez fue justo a principio de abril, también en viernes, me tuve que quedar por la tarde en la oficina para dejar unos asuntos zanjados, fuera llovía a cantaros. A eso de las cinco, sentí que alguien llamaba a la puerta (de cristal que daban a la calle), iba a decir que estaba cerrado que volviese el lunes, cuando me di cuenta que era Dunía, el paraguas que llevaba estaba roto y se había puesto chorreando. Le abrí.
- ¿Que haces aquí? vas a pillar una pulmonía - dije dejándola entrar
Se quito el abrigo que llevaba. Llevaba una falda beige, mojada, y una blusa blanca, también mojada que trasparentaba el sujetador blanco.
- Cuando salí de casa no llovía, cogí el paraguas porque estaba oscuro, cuando empezó a llover abrí el paraguas y estaba roto, corrí para ponerme a cubierto, y como estaba cerca vine, al ver luz imagine que habría alguien, tengo frió - dijo tiritando.
- Encenderé un radiador .
Y así lo hice. Ella se acerco
- Que frio, tengo una idea, para que se seque antes la ropa.
Se dirigió al lavabo y entro, salió unos minutos después, llevaba puesta una bata que usaban las mujeres de la limpieza, y su ropa en la mano, cogió un par de sillas las acerco al radiador y tendió la ropa en ellas, en una silla la falda y las medias, y en otra silla la blusa y el sujetador. Al principio me pareció cómico verla con tacones altos y la bata de limpieza que llegaba justo por encima de la rodilla; pero cuando se sentó, la bata se abrió por abajo, dejando ver sus muslos casi al completo, en ese momento solo pude pensar que debajo de la bata solo tendría las bragas , eso me excito de sobremanera haciendo que mi polla se pusiera tiesa, me entraron ganas de arrancarle la bata y manosearle las tetas.
- ¿En que piensas? - dijo sacándome de mis pensamientos libidinosos.
- Oh, en nada, en que hace una tarde de perros.
- Si suerte que estabas aquí.
Entrecruzo las piernas, eso me permitió ver mejor sus muslos y por un ínstate pude ver sus bragas oscuras, lo que hizo que mi excitación fuese en aumento.
- Te imaginas que tuviéramos que quedarnos aquí toda la noche, que pensaría tu novia.
Por primera vez me di cuenta que en la oficina nadie sabia nada de mi, mientras que yo sabia muchas cosas de ellos, incluso personales como era el estado civil de cada uno.
- No tengo pareja en estos momentos.
- ¿Y eso? un hombre como tu no tiene pareja – dijo, volviendo a cruzar las piernas, dejando en esta ocasión todo el muslo al descubierto.
- Por mi trabajo, hoy estoy aquí y mañana quien sabe.
- Como un marinero, con novias en todos los puertos.
- Mas o menos.
Disimuladamente, como si lo hiciera sin querer se desbrocho un botón superior de la bata, dejando ver el inicio de sus pechos. Seguimos hablando de la empresa de los compañeros. Fue un buen rato en el que ella solo hacia que insinuarse.
- Bueno, será mejor que vuelva al trabajo - dije intentando no pensar en ella, y en el calentamiento que estaba pasando.
- ¿Qué estabas haciendo?
- Estaba cuadrando unas cuentas, creo que esperare que pare la lluvia y marchare a casa.
El tiempo pareció escucharme, pues dejo de llover, y salieron unos tímidos rayos de luz.
- Parece que ha parado - dijo Dunia.
Se agacho, dejándome ver sus dos hermosas tetas.
- Voy a recoger y marchare - dije.
- Si recogeré la ropa y también me marchare.
Cogió la ropa y se fue al lavabo, unos segundos después salía ya vestida. Y unos minutos después salíamos a la puerta y nos despedíamos.
En esas dos ocasiones, aunque podían ser apreciaciones mías, por llevar mucho tiempo sin mojar, y lo calentorro que estaba con dos amigas mías, me aleje pensando que de haber ido con ella seguro que habría mojado.
Unas semanas mas tarde aprovechando que se acercaba mi cumpleaños decidid hacer una fiesta en mi piso, para afianzar mi relación con los compañeros.
Esas dos amigas mías Maca y Mari por las que me sentía muy atraído, me hicieron el favor de preparar la fiesta.
No quería hacer una lista grande, mas o menos lo que dije unas diez personas, en la oficina erramos en total cinco (seis conmigo): el director, suponía que iría con su mujer, eran dos; los dos administrativos, uno soltero y sin compromiso, y el otro con pareja, ósea tres mas, lo que hacían cinco; los dos comerciales, uno iría con su mujer, y la única mujer de la oficina, Dunia, que iría con su marido, cuatro mas lo que hacían nueve, mas yo mismo, en total diez (seis hombres y cuatro mujeres), lo que había calculado.
A ultima hora, el jueves, Dunia me dijo que su marido no podía ir, eso hizo sonreír a mas de uno en la oficina.
Llego el día, mejor dicho la noche, de la cena de mi cumpleaños, mis amigas se habían vestido para la ocasión, con una blusa blanca traslucida que trasparentaba un sujetador negro de encaje, y abierta que permitía ver el inicio canalillo de las tetas (canal ínter-mamario) insinuando el par de tetas que tenían, y una falda negra corta, conjuntada con unas medias negras que salían por abajo, con un cordoncito en la parte trasera que se perdían en los talones de los zapatos con tacón da aguja. Ambas estaban impresionantes, ese fue el comentario de los invitados. Todos ellos vestían diríamos discretamente, exceptuando, por supuesto Dunia, cuando se quito el abrigo largo que llevaba, dejo al descubierto un vestido de una sola pieza rojo, de tela elástica que se ajustaba al cuerpo, corto y con un gran escote que casi permitía ver el ombligo y descubierto por detrás, la pregunta que me hacia yo y por supuesto todo el que la viese era como se sujetaban el par de tetas que se movían con el vestido y que no se le marcasen los pezones.
La cena en si, fue mas un pica-pica de diversidad de tapas. La cena transcurría por cauces normales, hablando de diversas materias y en los postres mis amigas me sorprendieron con una tarta de cumpleaños, ante la sorpresa de los comensales bese a ambas.
La única nota discordante la puso el director, sin importarle la presencia de su esposa, se paso con las camareras manoseándolas, se lo recrimine.
Tras aquel incidente la fiesta comenzó a decaer, Dunia, propuso ir a una discoteca para terminar la noche.
Todos, menos el director y su mujer, asintieron. Nos pusimos las chaquetas y abrigos y salimos. Antes de irme me fui a la cocina a darle las gracias a mis amigas, y dejarles las llaves del coche, para que pudieran volver a casa.
Ya en la calle todos se habían subido a su coche, y se iban, la única que no lo hizo fue Dunia, me acerque a ella.
- Puedo ir contigo, les he dejado las llaves del coche a mis amigas.
- Conmigo puedes ir hasta el fin del mundo o hasta donde tú quieras.
Como dice el refrán a la tercera va la vencida, no esta dispuesto a que se me escapase.
Dentro del vehículo se le subió el vestido enseñando sus muslos. Arranco, seguimos a los otros. Ya en la disco al principio estábamos todos juntos; pero poco a poco nos fuimos separando hasta que quedamos Dunia y yo solos.
- Será cuestión de irnos, ¿No crees?
- Si, porque si sigo bebiendo no podré conducir.
Salimos del local, fuimos al coche y nos dirigimos a mi piso, ya en la puerta.
- No me invitas a subir a tomar la ultima copa, o alguna de las camareras te esta esperando.
- No creo, son buenas amigas, nada más.
- Entonces, me invitas a subir – dijo pegándose a mi.
- Subamos.
Ya en el piso, ni Maca ni Mari estaban, habían dejado las cosas bastante ordenadas. Dunia no espero se me enrosco en el cuello, entre besos y caricias nos dirigimos a la habitación.
- Sabes me has sorprendido, en la oficina corre el rumor que no te gustan las mujeres.
- ¿Quién es el que ha dicho eso?
- No lo sé; pero me alegro que se equivocaran.
Me quede mirándola, aquel vestido que parecía que sus tetas se iban a salir pero no salían.
- ¿Qué miras?
- Hay una duda que me esta matando toda la noche.
- ¿Cuál es?
- ¿Como demonios haces para llevar ese escote, sin sujetador y que las tetas no se salgan?
Ella sonrió, dejo caer los tirantes del vestido, este debería haber caído hasta la cintura por lo menos, pero se quedo sobre las tetas sin moverse, entonces ella dio un pequeño tiron se sintió como crack y el vestido cayo a su cintura, en sus pechos había una especie de sujetadores independientes.
- Ves que sencillo, este sujetador de pechos tiene una especie de velcro adhesivo que se pega al vestido.
Como estaba tan cerca con la mano le quite aquel sujetador individual que hacia las funciones de pezonera, dejando sus pechos al aire.
- Te gustan.
Mi respuesta fue agarrarle las tetas y comenzar a chuparle los pezones, ella soltó un gemido.
- Espera.
Me agarro el paquete.
- Uf, la tienes lista.
Me desbrocho el pantalón dejando lo caer al suelo, ella se arrodillo, me saco la polla, me la acaricio, la beso, le dio unas chupadas. Se levanto, dejando el vestido en el suelo. Se dejo caer sobre la cama, quitándose las bragas, abriéndose de piernas, el vello púbico brillaba por su ausencia, en su lugar tenia tatuado unas alas de mariposa en la entrepierna.
- Bonito tatuaje.
Ella simplemente sonrió, se paso los dedos por el tatuaje
Termine de desnudarme, y me deje caer junto a ella. Me acaricio la polla y los testículos, mientras yo acariciaba sus pechos y presionaba sus pezones ya duros, acerque mi boca a su pezón más cercano lo chupe y mordisquee, aparecieron sus gemidos que aumentaron cuando mi mano bajo acariciando su barriga, llegando a su entrepierna tocando su clítoris, estaba muy húmeda.
- Métemela, quiero sentirte dentro – dijo retorciéndose de placer.
Me situé entre sus piernas, cogí mi polla, con ella acaricie sus labios vaginales sin llegar a metérsela, se abrió mas de piernas, la cogí por los muslos y de un empujón se la metí, dio un grito, jadeaba pidiendo que siguiera y no parara, hasta que alcanzo un primer orgasmo, tras un pequeño descanso, en el que sustituí mi polla por mis dedos dentro de su vágina, hizo que me pusiera boca arriba en la cama, y tras jugar un rato con mi polla, acariciándola y chupándola, se situó encima dejándose caer lentamente hasta quedar totalmente empalada, la cogí por la cintura para mantener el ritmo, aunque pronto sentí que estaba a punto de correrme; pero no era el único ella también estaba alcanzando su segundo orgasmo se dejo caer sobre mi alcanzando ese segundo orgasmo y al mismo tiempo me corrí yo. Tras unos minutos de inactividad ella se dejo caer a mi lado. Nos quedamos dormidos.
Al día siguiente por la mañana, al despertarme Dunia seguía a mi lado, totalmente desnuda, comencé a jugar con sus pezones, a chupárselos, ella se iba despertado dando gemidos. Entre besos se fue deslizando hacia abajo, hasta llegar a mi polla, la acaricio, la meneo. Estábamos tan excitados, que no nos dimos cuenta alguien había entrado en el piso, hasta que estuvo dentro de la habitación, era Maca.
- Venga, gandul ya es hora de… - se quedo parada cuando se percato que no estaba solo en la cama.
Dunia tenía mi polla en la boca, estaba chupándomela, y no dejo de hacerlo.
- Lo siento, pensé que… - dio media vuelta y se marcho.
Quise salir tras ella; pero desnudo era difícil, cogí un batín para seguirla; pero saliendo de la habitación sentí la puerta de la calle cerrarse. Volví a la habitación con Dunia.
- Esa chica venia dispuesta a acostarse conmigo.
- Que imaginación, es casada.
- Yo también, y sin embargo estoy aquí desnuda.
Dude, que podría haber de cierto en ello. Mire a Dunia, seguía desnuda, me acerque a ella.
- Tu marido no te habrá echado de menos esta noche.
- Está acostumbrado. Ven aquí, te quiero dentro de mí.
La mire, sonreí. Me tumbe junto a ella.
- No te estará esperando.
- ¿Quién? Mi marido. Tienes razón.
Se levanto, se acerco a la mesilla de noche, cogió el teléfono y llamo.
- Cariño.
- …
- Si estoy bien, te llamaba para decirte que aun tardare un rato en ir para allí.
- …
- Si la noche ha sido fantástica.
- …
- Dentro de un rato nos vemos.
Colgó el teléfono.
- Contento, mi marido ya sabe que llegare tarde.
Se tumbo sobre mí.
- Ahora sigamos donde lo dejamos cuando esa chica nos interrumpió.
Se deslizo nuevamente hacia abajo, hasta llegar a mi entrepierna. Su boca chupaba mi polla, hasta dejarla bien lubricada, se situó sobre mi cabalgando, hasta alcanzar un orgasmo a la vez que me corría. Tras unos minutos de descanso se levanto y se vistió.
Yo permanecí en la cama, se acerco y me dio un beso en los labios.
Querido lo he pasado bien. Deberemos repetirlo. Nos vemos el lunes en la oficina.