Torneo seis naciones

Dos hermosas mujeres se pasan a una selección de Rugby, y luego se divierten entre ellas.

TORNEO SEIS NACIONES

Mi nombre es Michelle, tengo 26 años, rubia, ojos verdes, todos dicen que soy bastante agradable, de cuerpo sensual, grandes senos y esbeltas piernas. Hasta ahí una chica linda normal, pero tengo un secreto, adoro el sexo como nada en el mundo. Si un psicólogo me analizara diría que soy ninfómana o algo por el estilo, no creo que sea eso, yo adoro hacer el amor de todas las formas posibles con toda la gente que me gusta, y no por eso debo ser enferma o nada que se le parezca. Es por eso que les voy a contar una historia que me pasó realmente, estando yo de vacaciones en Italia , en la casa de mi algo más que amiga, Laura.

Laura y yo nos conocemos desde hace años, ambas vivímos en París hace ya más de cinco años, por un período de diez meses, usufructuando una beca de estudios, y compartiendo un apartamento en los alrededores del Instituto en donde estudiábamos Biología , pero ella, una vez finalizada retornó a su país natal Italia, más precisamente cerca de Roma. Esos diez meses fueron los más lindos de mi vida. Tenía 21 años y Laura igual, vivíamos juntas, salíamos juntas, disfrutábamos juntas del sexo en los momentos libres. Nuestro apartamento tenía una sola cama de dos plazas, y durante esos diez meses dormimos casi todas las noches las dos juntas. No soy precisamente lesbiana, pero laura es una mujer tan dulce que es casi imposible negarse a tener relaciones con ella. No obstante, si alguna de nosotras teníamos nuestras aventuras, lo hacíamos sin tener que rendirnos mutuamente ninguna cuenta.

Bueno, el caso es que este año, después de casi cinco que no nos vemos, me invitó a pasar unos días a su apartamento, en las afueras de Roma, en una localidad pequeña. Para mí fue como volver a los viejos tiempos. Extrañaba los besos que Laura supo haberme dado, su sexo, su olor, su belleza, pero también extrañaba aquellos días locos en que salíamos juntas y terminábamos muchas veces haciendo el amor con varios amigos, compartiendo todo, sin límites.

Estando entonces en el apartamento de Laura, en una localidad algo alejada del centro de la ciudad, vengo a descubrir que nos encontrábamos frente a un hotel de gran categoría, una construcción moderna, con un gran parque, piscinas y jardines que podíamos apreciar desde nuestra ventana, y lo que pudimos ver significó para nosotras una de las experiencias más agradables de nuestra vida. Porque en dicho hotel se estaba alojando una selección europea, de la cual no quiero dar el nombre de Rugby, que se encontraba disputando el torneo de seis naciones, y en pocos días jugarían con Italia.

Todas las mañanas una veintena de tremendos hombres salían a correr por los parques aledaños al hotel, luego se iban en ómnibus, seguramente a entrenar, y más tarde los veíamos en la piscina del hotel, tremendos cuerpos musculosos, algunos de un porte enorme. No nos costó mucho excitarnos viendo ese tipo de ejemplares, y junto con Laura urdimos un plan para poder acercarnos en la noche, a ver que suerte teníamos.

Esa tarde, nos acercamos a la piscina del hotel, de fácil acceso en nuestra ropa más provocativa, con ropa bien ajustada. Lo demás lo ponían nuestros hermosos cuerpos y nuestros rostros angelicales. Como era de esperar no tardaron en detectarnos unos cuantos jugadores, lanzando epítetos y piropos en un idioma que no era latino por supuesto. Yo estaba tan excitada viendo esos enormes cuerpos, imaginando como nos podrían hacer disfrutar que no me di cuenta que uno de ellos se acercó, y en un italiano con acento me envió un saludo, y una gran sonrisa. Ellos estaban de relax y nosotras de vacaciones , así que palabra va palabra viene entablamos una conversación de temas triviales. Varios de sus compañeros, ni lentos ni perezosos se acercaron también hacia el lugar de la conversación. Nosotras estábamos fuera de control, y pronto varios de los muchachos también lo estuvieron. Mediante algunos gestos y palabras de entendimiento universal, nos empezamos a internar en el parque aledaño al hotel, que se componían de grandes espacios arbolados, muy tranquilos y solitarios.

Pronto nos encontramos rodeadas de más de quince no digo hombres, sino sementales, era impresionante ver a muchos de ellos el despliegue de musculación que ostentaban, hombres rudos, acostumbrados a durísimos choques, pero a la vez hombres de mundo, que sabían lo que querían. Nosotras también lo sabíamos. No sé si Laura o yo, el hecho es que una de nosotras comenzó a desnudarse primero, luego la siguió la otra y en poco tiempo estuvimos desnudas en medio de los árboles, solas con una gran cantidad de especimenes hambrientos de sexo. Sentí que uno me tomó por la espalda, apretó mis senos, pude sentir su enorme verga pegando contra mi culo, de frente vi venir a otros dos o tres, no recuerdo bien, ya estaban completamente desnudos de la cintura hacia abajo, y sus enormes vergas apuntaban hacia mí. Ahí se armo el "MOLL". Yo los dejé hacer, uno me la metió por detrás, otro levantó mis piernas e introdujo una verga superior a los veinticinco centímetros en me coño, sentía las manos de dos o tres de ellos tocando las partes más sensuales de mi cuerpo, apretando mis pezones, a esta altura enormes y muy erectos. A la vez por el rabillo del ojo pude divisar a mi amiga laura en medio de un torbellino humano, recostada sobre las hojas del piso, tratando de engullir en su boca dos o tres enormes aparatos, con otros tres acariciando el resto de su cuerpo.

Lo más increíble de todo eso era que todo se llevaba a cabo con placer, sin resistencia por parte de ninguna de nosotras. Pude sentirlos entonces entrar en mi cuerpo una y otra vez a muchos de ellos, sentía su sudor, sentía sus manos, la tremenda fortaleza de sus cuerpos. Laura estaba también en el paraíso. En poco tiempo era un concierto de gemidos de placer, y comenzaron a descargar su semen sobre nosotras, primero uno en mi cara, otro sobre mis senos, luego otro y luego otro, y yo quería más y más. No sé cuantas veces se nos presentaría otra oportunidad como esa y no pensaba dejarla pasar. En determinado momento sentí la puja de cuatro de ellos tratando de entrar en mi boca para descargar ese sabroso jugo, del cual la mayoría cayó sobre mi rostro, también sentí a otro entrar por mi culo en y a otro por delante. Laura por su parte tampoco daba abasto para satisfacer todas las oportunidades que se le presentaban.

Nuestros tres agujeros no eran suficiente. Pasaron así veinte o treinta minutos, luego de que todos se hayan satisfecho hicieron una especie de "pase"entre los dos grupos, nos intercambiaron, en medio de jocosas bromas, de sonrisas tanto de parte de ellos como de parte nuestra, y todo comenzó otra vez. Me tomó en el aire un gigante que debería pesar mas de 120 kilos, pero 120 kilos de músculos, no parecía para nada obeso, al contrario, me depositó sobre el pasto y ahí se armó el "SCRUM", nuevamente todos estaban muy excitados, sus enormes aparatos no cejaban en su empeño de entrar por cualquiera de nuestros mis agujeros, esta vez creo que había más integrantes en este grupo, y así otra media hora, masajeando mis senos hasta hacerme sentir esas manos enormes, curtidas en miles de choques. Mi culo probó unas siete u ocho pollas, ninguna era de despreciar, mi boca no daba abasto para engullir a las otras que quedaban libres, y nuevamente llega el baño..... uno tras otro fueron descargando su semen sobre mi cuerpo, yo quería tragar lo más que podía, eso era para mi alimento celestial, jamás tendría la oportunidad de tener tantos machos juntos y de tal porte. Perdí por cierto la cuenta de los orgasmos que tuve, pero fueron varios. Se estaba haciendo tarde, poco a poco se fueron vistiendo, se fueron organizando, ya que como un equipo tenía también una gran disciplina, y siempre en un ambiente de distensión y risas, nos saludaron y se marcharon.

Quedamos con Laura tendidas sobre las hojas, aún con bastante luz solar, mirándonos una a otra, repletas de semen, especialmente en nuestras caras. Esa visión de Laura me volvió a excitar. Comencé a besarla, a lamerle la cara y limpiarle todo el semen que por ella se escurría. Laura fue recíproca, y en poco tiempo estábamos besándonos mutuamente, tragando ese líquido tan gustosos para nosotras.

Esa noche terminamos agotadas, pero felices, felices y seguras que había sido una de las experiencias de sexo más sensacionales de nuestras vidas. A los pocos días nos enteramos que ese equipo había derrotado a Italia, pero no pudieron con nosotras.