Tormenta y Sobrecarga contra Psicosis

Tormenta y Sobrecarga son atacadas por Psicosis mientras van de compras en auto.

X-Men. Tormenta y Sobrecarga contra Psicosis.

Tormenta, Orono Monroe. Sobrecarga, Noriko "Nori" Ashida. Psicosis, Eride Monshida.

El pequeño auto color verde limón se desplazaba a través del bosque sobre un fino asfalto. En su interior sus ocupantes, la Profesora Monroe y Noriko Ashida, hablaban sobre el día de compras que iban a tener mientras escuchaban suave música clásica. La mayor, de origen africano se distinguía fácilmente por su cabello albino natural que contrastaba con su piel de ébano. Gozaba de un cuerpo alto y escultural dado que hacía ejercicio siempre que sus demás actividades se lo permitieran. Noriko era ya casi adulta, de estatura normal, con rasgos orientales y tenia un cuerpo delicado ya que por muchos años se había dedica a hacer valet.

Noriko. – Profesora Monroe puedo cambiar de estación de radio. Profesora Monroe. – Noriko te he dicho que puedes llamarme Orono si lo deseas. Noriko. – Esta bien Profesora Monroe, dijo Orono. Entonces usted también puede llamarme Nori. Orono. – Ok, Nori. Con respecto a la estación busca una que te agrade más pero que no sea de rock pesado. Necesito mantenerme concentrada mientras conduzco. Nori. – Pondré la Cien siempre están pasando pop. Orono. – Muy bien. Nori. – Orono, te agradezco que me quieras acompañar a comprarme nueva ropa. Orono. – Es un gusto además siempre ayudamos en todo lo que podemos a las recién ingresadas. Puedo preguntarte algo personal Nori. Nori. – Si, hazlo sin dudar. Orono. – En la escuela el Profesor Xavier me ha dicho que puedes dar descargas electricidad de gran intensidad pero eso es todo lo que ha comentado. Has visto que somos muy reservados. Nori. – Si es cierto. A mi me han dicho que puede volar. Orono. – Yo no vuelo pero puedo manipular el aire caliente para que me eleve. Nori. – Ah. Orono. – Lo que me intriga es por qué usas ese traje debajo de la ropa, te cubre casi todo el cuerpo. Sé que el Doctor Macoi lo ha hecho especialmente para ti. Nori. – Lo que pasa es que yo no puedo controlar mis poderes. Orono. – ¿En qué forma? Nori. – Yo no genero la electricidad por mi cuenta sino que la absorbo del medio ambiente constantemente. Orono. – Eso es asombro. Nori. – Lo asombro es que jamás dejo de hacerlo. No tengo un mecanismo de control que le diga a mi cuerpo alto. Orono. – ¿Te puedes hacer daño entonces? Nori. – No, le hago daño a los demás. Cuando mi cuerpo, que es más una batería, se sobrecarga simplemente libera toda la energía eléctrica de un solo golpe. Soy como una bomba. Orono. – Y en que te ayuda el traje. Nori. – El traje es como una segunda piel aislante, así se disminuye de forma considerable la cantidad de energía que absorbo por eso también uso guantes y zapatos especiales. Además cuando puedo le doy descargas al pararrayos para liberar aún más energía. Orono. – Es una gran responsabilidad que te haya tocado tener poderes tan extremos. Nori. – ¿No es más una maldición? Orono. – Nunca tienes que ver a tus poderes como un castigo. Nori. – Para ti es fácil decirlo. Orono. – En cierto modo yo también tengo problemas con mis poderes. Están sujetos a mis emociones de forma muy directa con solo un simple pensamiento se pueden activar por eso siempre trato de estar calmada y relajada. Nori. – Veo que no soy la única con dificultades. Aunque desearía poder meterme alguna vez a alguna piscina. Orono. – ¿Puedes meterte en el mar? Nori. – El agua salada es un buen aislante pero si hay personas cerca no puedo usar bikini tengo que estar con el traje. Orono. – En ese caso te conviene buscar un lugar solitario y nadar desnuda. Nori. – No, me moriría de vergüenza si alguien me descubriera. Orono. – ¿El traje es a dos piezas o tiene la entrepierna descubierta? Nori. – No me hagas esas preguntas Orono. – Dijo mientras sus mejillas se ruborizaban. Orono. – Debe ser a dos piezas el Doctor Macoi jamás haría algo tan atrevido. Nori. – Si es a dos piezas. Orono. – Te has puesto colorada pensé que te gustaría que te tratara como si fueras una mujer. Nori. – Ya soy una mujer. Orono. – ¿Una mujer completa? Nori.  – Hizo una leve pausa y dijo. – Claro que si. Orono. – Ahora los jóvenes son más salvajes aunque en realidad mi juventud fue bastante rebuscada. Yo no lo hice hasta los veinte. Nori. – ¿Cómo fue tu juventud? Orono. – Como dije fue bastante complicada. Te la contaré otro día cuando este más preparada. Nori. – Si que debió haber sido difícil. Orono. – Cambiando de tema. ¿Qué piensas comprarte?

Súbitamente el volante del auto giró bruscamente por si mismo y el auto al desestabilizarse termino sufriendo varios vuelcos sobre la calle. Cuando Orono despertó aparte del dolor que tenía en varias partes del cuerpo debido al accidente sintió uno muy grande en los brazos y hombros. Se encontraba suspendida del techo por medio de una cadena que ataba sus muñecas a una especie de viga de madera. Miró a su alrededor y vio que Nori estaba en la misma situación que ella solo que aún inconsciente. Aunque estaba algo confundida logro reconocer el lugar. Era el viejo aserradero que había funcionado hasta que la familia del Profesor Xavier había comprado toda la zona. Tan solo era un par de galpones polvorientos llenos de termitas ubicado casi en el límite de los terrenos de la escuela.

Orono. – ¡Nori puedes oírme, despierta!

Nori gracias a las palabras de Orono empezó a recobrar el conocimiento aunque la posición en la que se encontraba le afectaba mucho más que a Orono.

Nori. – ¿Qué esta pasando? Me duele muchísimo el cuerpo. Orono. – Debes tranquilizarte. Yo te sacare de esto de inmediato. Nori. – ¿Qué nos paso? Orono. – Al parecer alguien nos ha secuestrado. Nori. – ¿Qué piensas hacer? Orono. – Maldición mis poderes nos funcionan bien en espacios cerrados y este lugar de madera podría calcinarnos en un instante si invoco un rayo. Nori. – Pero los míos son mucho más directos. Cortaré la madera con uno de mis relámpagos.

Nori con algo de esfuerzo se sacó los guantes que traía y apuntó hacia la viga de madera que había sobre si pero cuando quiso romperla nada paso.

Nori. – No puedo usar mis poderes. Orono. – ¿Estas segura? Nori. – Estoy tratando pero nada pasa.

Orono se concentró para hacer circular el aire alrededor suyo pero nada sucedía.

Orono. – Nos han quitado nuestros poderes. Nori. – Como puede ser eso posible. Orono. – Hay varias razones. – Les he inyectado el virus Shanti. – Dijo una voz que provenía de la cercanía.

Orono al oír a alguien más se volteó para ver de quien se trataba, para su sorpresa era Psicosis una enemiga a la que consideraba muerta. Caucásica, pelirroja y de cabellos devueltos la mujer se vestía íntegramente de negro con capa, una remera de mangas largas de corte alto que dejaba ver desde su ombligo hasta los senos, un par de lienzos que le tapaban la entrepierna de adelante y atrás, más unas largas botas de cuero.

Orono. – Psicosis estas viva. ¿Cómo pudiste sobrevivir a la explosión en la fábrica? Psicosis. – Una de las minas de alto poder colocadas en el piso abrió una brecha a uno de los tubos de desagüe por el que logre escapar. Nori. – ¿Quién es esta mujer? Orono. – Después te lo contaré Nori ahora…. ¿Psicosis como lograste conseguir Shanti? Psicosis. – Me pase los últimos tres años tratando de encontrar una manera de matarlos y después de mucho esfuerzo y gracias a mis poderes mentales logre descubrir en donde el gobierno lo guardaba pero para mi desdicha resultó que solo sirve si es inyectado en el torrente sanguíneo directamente. Nori. – ¿Qué demonios es Shanti? Orono. – No es un virus como ella dijo sino una droga psicotrópica. La desarrollo en secreto el gobierno para mantener controlados a los prisioneros con poderes especiales pero todo salió mal y resultó ser mortal. Nori. – ¿Vamos a morir? Orono. – No, si tomamos el antídoto. Después del desastre que resultó ser, el gobierno contacto al Profesor Xavier para que le ayudara a fabricar uno. Nori. – Eso es un alivio. Orono. – No del todo, si no lo tomamos a las veintidós horas de haber sido inyectadas la parte del cerebro que controla nuestros poderes no solo se paralizara sino que morirá. Una hora y media más tarde entraremos en un coma irreversible para finalmente morir a las dos o tres horas. Psicosis. – Que bueno que no haya sido necesario explicarles lo que les pasara. Orono. – ¿Hace cuanto que nos inyectaste Psicosis? Psicosis. – Eso no te lo diré. Nori. – Creo que fue como hace tres horas y media. Psicosis. – ¿Y tú cómo lo sabes? Nori. – Degenerada todavía tengo mi reloj en mi muñeca y recuerdo más o menos la hora que eran antes del accidente.

Psicosis levantó el brazo y el reloj de Nori salió volando hasta la mano de su captora. Ella lo miró unos instantes, lo tiró al piso y lo aplastó con una de sus botas.

Nori. – Gran cosa, era un reloj barato, pensaba comprarme uno mejor hoy mismo. Orono. – ¿Cual es tu plan Psicosis? Psicosis. – Ya que quieres saberlos. Primero voy a dejarlas ahí colgadas hasta que Shanti haga lo suyo, después voy a llamar a la mansión del Profesor Xavier indicándoles su situación, voy a enfrentarme yo sola contra todos mis enemigos y después en el momento oportuno todo este lugar explotará convirtiéndonos a todos en un mil millones de fragmentos. Nori. – Eso no es un plan es un suicidio. Psicosis. – Después de tanto tiempo de planear su destrucción esta es la única manera que me queda para vengar la muerte del maestro de las pesadillas. Nori. – ¿Y ese quién es? Psicosis. – Era el más poderoso psíquico de todo el mundo. Nori. – No era el Profesor Xavier. Psicosis. – Claro que no mal nacida. Orono. – Nori y tu también Psicosis por si no lo sabes. Oigan bien. Hace dieciocho años mientras el Profesor Xavier recorría el mundo para tratar de entender a todas las culturas que lo habitaban llego a su último destino, Egipto. Allí Ramsés Moreau, conocido por el sobrenombre de El Maestro de las Pesadillas, era el jefe del crimen organizado. Sus actividades abarcaban todo lo imaginable: prostitución, juego ilegal, narcotráfico, importantes robos e incluso usaba a niños y jóvenes como carteristas solo para tener parte hasta en los delitos más mediocres. Yo era una pobre huérfana que vagaba por las calles del Cairo y que por asar fui reclutada a la fuerza para robar. Ya adolescente pensaba como una verdadera pirata, robaba todo lo que podía llevar y jamás volvía por nadie. Al único que respetaba y seguía era a Ramsés Moreau. A veces me llamaba para estar a solas, me besaba y tocaba el cuerpo pero al poco tiempo me soltaba con fuerza. El crimen era un fin en si mismo para él y solo pensaba en eso. Estar con alguien le era una perdida de tiempo y aunque había acumulado una inmensa fortuna mal ávida nunca fue suficiente para satisfacerlo. Un día vi a una persona en muletas, no estaba vestido muy elegantemente pero algo en él me decía que debía tener mucho dinero. Me acerque por atrás y le robe. No me había equivocado y dentro de su billetera se encontraba una muy buena suma de efectivo. Fui al lugar donde estaba Ramsés Moreau a mostrarle lo que había conseguido pero cuando estaba punto de darle la billetera oí a alguien entrar al lugar. Era el hombre al que había robado, no sabia como había logrado seguirme en la condición en que se encontraba. Ramsés Moreau me indicó salir, yo sabía que algo malo iba a pasarle a alguno, al cabo de varios minutos el hombre de las muletas salió con el rostro pálido pero con expresión de haber hecho algo correcto. Yo sabía que debía salir corriendo en ese preciso momento pero en cambio me quede quieta. Él simplemente giro para un costado, empezó con un lento andar y lo seguí por alguna razón desconocida. Ese hombre era el Profesor Xavier y al poco tiempo estaba estudiando en la escuela que había fundado recientemente para jóvenes especiales. Nori. – Si que es una historia interesante pero hubiera preferido escucharla sentada. Psicosis. – ¿Por qué no le dices que paso con el maestro de las pesadillas? Orono. – Cuando fui mayor el Profesor Xavier me reveló que Ramsés Moreau era un poderoso psíquico que usaba sus poderes para mantenerse como el único jefe del crimen organizado en Egipto. En la habitación en la que los había dejado tuvieron un duelo mental del cual el maestro de las pesadillas salió derrotado, para su desgracia la onda psíquica entre ellos fue tan fuerte que lo dejó completamente en coma y solo el profesor logró sobrevivir a duras penas. Nori. – Un momento Orono, que tiene que ver todo lo que has contado con ella. Orono. – Hace cuatro años hubo una explosión de una tubería de gas en el hospital en el cual el maestro de las pesadillas estaba en estado vegetativo. No sabemos como pero ese incidente lo despertó. Un día, un año después que recobrara la conciencia, dando un paseo por la ciudad sentí una voz llamarme. Sin poder evitarlo llegue a un callejón y ahí estaba él, Ramsés Moreau, en frente de mí. Usando sus poderes entró dentro de mi mente, hizo aflorar lo que no había sentido en muchos años y nubló las cosas que me había enseñado el Profesor Xavier. Otra vez era su fiel cómplice. Nori. – Yo volé parte de mi anterior escuela y la casa de mis padres, por suerte nadie salió herido aunque todo el mundo huía de mí. Psicosis. – ¿Y eso por qué lo dices? Nori. – No me quiero quedarme atrás con lo dramático de las historia. Orono. – No es necesario la de Psicosis es patética. Psicosis. – Cállate maldita perra. – Dijo antes de aproximarse a Orono y golpearla en el estomago. Nori. – ¡No la lastimes puta! Orono. – Nori cálmate, veras el maestro de las pesadillas estaba lleno de rencor hacia el Profesor Xavier y se había tomado su tiempo para organizar a un grupo de personas con poderes especiales para destruir todo lo que había hecho. Había reemplazado su locura criminal por una venganza frenética. Me necesitaba a mí para tenderle una trampa al profesor de la cual no pudiera escapar. ¿Nori, sabes el caso de la clonación ilegal de personas? Nori. – Si en parte lo recuerdo. Al científico lo metieron preso de por vida. Orono. – En realidad gracias al maestro de las pesadillas tuvo un periodo de libertad que no muchos recuerdan. ¿A quién te recuerda Psicosis? Nori. – Se parece a…. ¡A la profesora Grey! Orono. – En efecto Psicosis es un clon de la profesora Grey. Psicosis. – No es algo que me agrade realmente. Nori. – ¿Pero cómo es posible? Orono. – El maestro de las pesadillas busco a un psíquico, obviamente algo más débil que él, pero que combinados pudieran derrotar al profesor. Escogió a la profesora Grey ya que era el mejor aprendiz en ese campo del mismísimo profesor. Obtuvo su ADN de alguna manera que todavía hoy no sabemos y el científico renegado la replico e hizo adulta. Después usando sus poderes mentales el maestro de las pesadillas le dio una conciencia que compartía sus mismos propósitos. Psicosis. – Mis poderes telepáticos podrán ser inferiores a los del Profesor Xavier pero mi habilidad de mover las cosas con la mente es algo que él jamás conocerán. Orono. – Tampoco el maestro de las pesadillas tenía esos poderes Psicosis. ¿O si? Psicosis. – Cállate. Orono. – Como veras Nori, Psicosis es tan solo una esclava de los locos deseos del maestro de las pesadillas. Psicosis. – Eso no es cierto, no soy una esclava. Nori. – ¿Qué paso contigo Orono después que el maestro de las pesadillas te lavara el cerebro? Orono. – Cuando bajo la influencia del maestro de las pasadillas le dije al Profesor Xavier que estaba atrapada por él en una fabrica abandonada todos fueron a rescatarme sin medir las consecuencias. Para desgracia adicional la profesora Grey no estaba junto a ellos en ese preciso momento además que yo participaba en el bando contrario. Por suerte el profesor fue más listo que ellos y usando lo que le restaba de sus poderes telepáticos me liberó del control mental. Extremadamente enfada invoque un poderoso rayo que atravesó un tragaluz del techo y cayó cerca del maestro de las pasadillas y de Psicosis. Ella hizo un campo de fuerza psíquico que la protegió pero de Ramsés Moreau solo quedó un cuerpo en llamar. Inmediatamente después de su muerte todo el lugar comenzó a explotar. Supongo que tenía un mecanismo de último recurso. Entonces forme un gran tornado dentro de la misma fábrica que nos permitió ser catapultados por los aires, quedamos algo magullados pero con vida. Pensamos que todos los que no se habían logrado subirse al tornado habrían muerto. Psicosis. – Pero esta vez he conseguido mucho mejores explosivos nadie va a escapar. Todo en una radio de cien metros quedara reducido a polvo. Orono. – ¿Psicosis tu sabias que todo el lugar iba a explotar si el maestro de las pasadillas moría? Psicosis. – No lo sabía. Orono. – Nunca se lo he dicho a nadie pero yo si lo sabía. Psicosis. – Eso es imposible. Orono. – Claro que no. El mismo Ramsés Moreau me lo dijo para que estuviera lista a escapar en cualquier momento por si algo le pasaba. Psicosis. – ¿Por qué el te lo diría? Orono. – Porque el me amaba tonta. Nori. – ¿De verdad? Psicosis. – Eso es una mentira. Orono. – Él me contó todo lo que pensaba hacer después de matar al profesor. Iba a rearmar su imperio criminal pero esta vez abarcaría todo el mundo y a mí me iba a convertir en su única compañera. Psicosis. – Estas delirando. Orono. – A que mujer piensas que besó, le tocó los pechos, le metió la mano entre las piernas y le dijo que era más hermosa de adulta al primer momento que pudo. ¿A ti? No lo creo, fue a mí. Tus poderes te hacían prácticamente inmune a los suyos y sabes perfectamente lo que sucedía. Dime con cuantas mujeres estuvo después de que tomaras conciencia de tus actos. La respuesta es con ninguna. Psicosis. – No te creo nada. Orono. – Tú puedes ver en mi mente y sabes que es verdad. Para ti solo tenía planeado conservarte como una soldada sumisa y si te revelabas tenía pensado eliminarte. Que patética es tu vida, con tus poderes podrías estar viviendo sin problemas en cualquier parte del mundo pero en cambio de eso te encuentras aquí fraguando un plan suicida. No obstante todavía hay tiempo para poder revertir las cosas. Psicosis. – Ya veo. Lo suponía. Estas tratando de salvarlos a todos. No te funcionará. Orono. – Todo este tiempo la idea de matarnos sé que te ha estado taladrando la cabeza. Tu mente en cierta manera es muy inexperta. Tienes que luchar contra las ideas que te programó el maestro de las pesadillas. Hay muchas cosas que puedes hacer con tu vida aún. ¿Acaso has experimentado el verdadero amor en estos años de alguna manera? Psicosis. – El Amor es un sentimiento ridículo. Orono. – Y supongo que el odio es maravilloso. ¿No? Psicosis. – Eso no lo sé, solo sé que debo acabarlos de una buena vez. Orono. – Acércate y déjame enseñarte como es el amor. Psicosis. – Estas tratando de tenderme una trampa. Orono. – Tú tienes poderes y yo no. ¿Qué te podría hacer? Incluso el maestro de las pesadillas se animó a tocar mis labios. Psicosis. – ¿Quieres darme un beso? Orono. – No le tendrás miedo a un simple beso.

Psicosis dudó uno segundos pero al final de acercó a Orono y juntó sus labios con los suyos para besarse suavemente. Nori siguió atenta lo que sucedía y pensando que Orono debía tener algún plan decidió quedarse callada y expectante.

Psicosis. – No se sintió mal pero no cambia en nada lo que pienso hacer. Orono. – Desátame y te mostraré de lo que el maestro de las pesadillas se perdió. Psicosis. – Ahora si que estas loca. Orono. – Recuerda que tú puedes saber en que estoy pensando y también tienes el poder de lanzar choques de energía psíquica sin siquiera moverte. Eres muy poderosa. Psicosis. – Eso es cierto. Te liberaré pero si intentas algo tu amiga lo pagará con su vida. Orono. – No tienes de que preocuparte.

De improviso los grilletes de Orono se abrieron y ella cayó al suelo. Los brazos los tenía bastante entumecidos pero no se molesto en reincorporarse.

Orono. – Como me duelen los brazos aunque ciertamente he estado peor. Psicosis. – ¿Qué quieres que hagamos? Orono. – No te importa si usamos tu capa como manta este lugar esta muy sucio y eso no ayuda mucho a lo que vamos a hacer.

Psicosis se sacó la capa que llevaba y la estiró sobre el suelo.

Orono. – Recuéstate boca arriba y con las piernas abiertas. Puedes usar los codos como sostén para no perderte de nada.

Psicosis hizo lo que le dijeron y Orono se acercó a ella a gatas. Arrodilla y con la cabeza a pocos centímetros de la entrepierna le corrió a un lado la tela que la tapaba descubriendo una diminuta tanga detrás de esta. Con las yemas de los dedos empezó a hacer círculos sobre la intimidad de Psicosis y después de unos minutos de suaves masajes tomó toda la ropa que la cubría y se la sacó a través de las piernas. La vagina de Psicosis estaba cubierta de un fino vello rojizo que no parecía muy cuidado, claro que a Orono no le importó y hundió su cabeza para empezar a lamer con fuerza. La respiración de ambas se estaba volviendo agitada. Con dos dedos de su mano derecha tomó el clítoris de Psicosis y empezó a apretarlo mientras lo giraba para ambos lados. Con el dedo índice de la otra mano busco el agujero del ano y se lo introdujo lentamente.

Onoro. – ¿Te molesta el dedo que te introduje en el ano? Psicosis. – No sigue así, me gusta. Onoro. – Voy a poner mi mano en forma de cuña y luego la voy a meter dentro de tu vagina. Tal vez te duela un poco cuando te rompa el himen.

Orono se ubicó al costado de Psicosis y le levantó el top que llevaba para descubrir sus redondeados pechos. Procedió con una mano a masajear uno de los senos, con la boca succionar el otro y tal como había dicho con la mano restante empezó a penetrarla. Cuando sus dedos se toparon con el himen de Psicosis lo pellizcó un poco y luego de presionar más fuerte logró romperlo. En ese momento se escuchó un chillido pero no se detuvo con la penetración y al ver sus nudillos casi adentro inició un lento bombeo. No paso mucho tiempo para que sintiera la vagina contraerse, humedecerse por completo y ver a Psicosis exhalar fuertemente ante el intenso orgasmo que había tenido.

Orono. – Te encuentras bien Psicosis. Psicosis. – Estoy sangrando. Orono. – Es natural en la primera vez. Debes estar exhausta, descansa. Yo voy a masturbarme, estoy excitada y todavía no acabe.

Orono cerró los ojos, se metió una mano dentro del pantalón, la otra debajo de la camisa y se mordió el labio inferior. Psicosis y Nori se quedaron viendo como se acariciaba por debajo de su ropa.

Psicosis. – Espera un minuto. Orono. – ¿Qué pasa?

Psicosis levantó una mano y volando lentamente llegó una pequeña caja.

Psicosis. – Este es el antídoto. – Dijo mientras le alcanzaba la caja a Orono.

Dentro de la pequeña caja había cinco jeringas de metal con una fina franja de vidrio que permitía ver un líquido celeste en su interior. Tomó una y se la inyectó directamente en el cuello. Espero unos segundos y rápidamente tomó otra con la cual inyectó a Nori en el mismo lugar.

Orono. – Dentro de una hora estaremos normales. Nori. – Por favor desátenme, estoy ardiendo y quiero perder la virginidad al igual que ella Orono. Orono. – Dijiste que ya la habías perdido. Nori. – No quería parecer menos mujer, aún soy virgen. Orono. – Eres una chica mentirosa. Levántate Psicosis, vamos a jugar con Nori un poco. Psicosis. – La voy a desatar de inmediato. Orono. – Todavía no lo hagas. Nori. – ¿Por qué no?

Orono entonces le sacó los zapatos, el pantalón y la parte inferior del traje especial a Nori.

Nori – Mi traje no. Orono. – Será solo por un momento. Ese pantaloncito de noche que usas se te ve tan de niña buena pero ya eres casi una adulta. Después te compraré un conjunto de ligas para que a los chicos se les salgan los ojos con solo verte. Psicosis. – ¿Por qué no quieres que la desate? Orono. – Psicosis ponte una de sus piernas sobre tu hombro. Yo también haré lo mismo. No olvides sujetarla con un brazo para que Nori pueda relajar los suyos. Y luego….

Psicosis vio a Orono hacer lo que decía y ella también hizo lo mismo. Orono entonces tomó la ropa interior de Nori y se la arrancó de un solo tirón.

Orono. – Ahora la penetraremos entre ambas con la mano que tenemos libre. Nori. – ¿Qué pasó con lo de estar calmada y relajada? Orono. – ¿Quieres que paremos? Nori. – No, pero no sean rudas conmigo. Orono. – Tienes razón. Dos manos son mucho para la primera vez. Yo primero le romperé el himen y después tu Psicosis la penetrarás hasta darle unos orgasmos.

Orono procedió con Nori al igual que había hecho con Psicosis.

Orono. – Ya tienes el himen roto Nori. Mucha actividad con los dedos. ¿No? Nori. – Una vez haciendo elongación sangre por la vagina pensé que tenía una menstruación irregular. Solo me he acariciado por fuera. Orono. – ¿Cómo se sitió tener algo tan dentro? Nori. – Dolió un poquito pero me gusto. Orono. – Ya viene lo mejor. Ahora es tu turno Psicosis. Penétrala usando tres dedos, hazlo lento, cuando ya no entren más sácalos y repite la acción. También ten cuidado que tus uñas están muy largas.

Psicosis junto sus tres dedos centrales y lentamente los fue metiendo dentro de la vagina de Nori. Cuando los dedos restantes impedían seguir ingresando los sacó completamente y empezó de nuevo con la penetración. Orono con su mano libre comenzó a masajear uno de los pechos de Nori por sobre la ropa. Al cabo de unos minutos un gran gemido indicó que Nori había tenido un orgasmo de idénticas proporciones.

Nori. – Que bien se ha sentido. Orono. – Maldita sea todas se han venido excepto yo. Nori. – Es que ya no eres tan joven Orono. Orono. – No digas estupideces. Psicosis. – Dentro de su vagina se siente como un cosquilleo eléctrico. Nori. – Como puede ser posible, me estoy sobrecargando. Orono. – Psicosis suelta a Nori inmediatamente. Tenemos que salir corriendo. Psicosis. – ¿Qué pasa? Orono. – Si sobrevivimos te lo explicaré. Nori. – Vayan en dirección opuesta a la que voy.

Psicosis usando sus poderes soltó a Nori y se dividieron en dos grupos que corrieron por separado. Orono al estar afuera del aserradero detuvo a Psicosis agarrándola con fuerza de la mano.

Orono. – Psicosis no puedo abandonar así a Nori. Psicosis. – Ni siquiera sé lo que pasa.

En dirección apuesta a ellas se oyó un fuerte zumbido y una burbuja de electricidad emergió de los árboles quemando todo lo que tocaba. Por suerte Nori se había alejado lo suficiente y la onda de choque no afectó a los explosivos que había en el aserradero. Inmediatamente ambas mujeres se dirigieron al epicentro de lo ocurrido. Alrededor de la zona afectaba se encontraban muchos árboles ardiendo pero la parte más cercana a las antiguas instalaciones estaba cubierta solo por pastos quemados.

Orono. – Usa tus poderes de protección Psicosis y ve a buscar a Nori.

Psicosis entró levitando al siniestro y pudo ver a Nori sobre una gran piedra. Bajó hasta ella, la tomó y se la llevó fuera del incendio. Ya con Orono, Nori estaba conciente pero algo asfixiada por el humo.

Orono. – Eso si que fue electrizante. Nori. – Te dije que no me sacaras el traje. Orono. – Las tres estamos bien, no tenemos nada que lamentar. – Dirigiéndose a Psicosis. – ¿Quieres venir con nosotras a la escuela del Profesor Xavier? Psicosis. – ¿Cómo podría hacer eso? Orono. – Hablaré con el profesor. Él entenderá lo que lo paso aquí. Te prometo que hablaré con todos para que te acepten igual que han aceptado a otros. Además si aceptaron a Emma Frost no se porque no te irían a aceptar a ti también. Nori. – Cuando sepa lo que hicimos te va a despedir como profesora. Orono. – Espero que sea muy comprensivo ante esa cuestión. – Definitivamente lo voy a meditar muchísimo. Orono, Nori, Psicosis. – ¡Profesor Xavier!

Epílogo.

Al final el Profesor Xavier dejó que Orono siguiera dando clases pero por bastante tiempo la estuvo vigilando para que no tuviera sexo con ningún otro estudiante. En cuanto a Nori, el doctor Macoi descubrió que cuando se excita la absorción de energía eléctrica aumenta de forma considerable, ella entonces le pidió que le fabricara un traje abierto en la entrepierna. Psicosis entró como estudiante y Orono junto con Nori le dieron el nombre propio de Eride Monshida, algo que ella nunca había tenido para que así pudiera comenzar una vida mucho más normal después de sobrellevar la influencia del maestro de las pasadilla. La profesora Jean Grey se fue unos años de la escuela al no poder soportar tener a su ex gemela malvada frente suyo y después que su novio tuviera relaciones sexuales con Eride sin que éste se diera cuenta de la diferente.