Tormenta en mi piel
Zozobro ante el instinto, ya no razono, aún sabiendo que es un adios.
Despierto por la mañana...la alcoba está en penumbras. El movimiento de las cortinas anuncia la llegada de la tormenta.
Coloco un almohadón contra el respaldo, y me desperezo suavemente.
La sábana se desliza despacio, lujuriosamente sobre mi piel desnuda...el frío provoca erecciones en mis pechos.
Bajo mis manos mis muslos están tibios...maleables...receptores.
Pienso en ti...hace días que no te leo...los mensajes son cada vez mas espaciados...ya no encuentro las rosas en las mañanas.
Te imagino halagando otras letras...excitando otros cuerpos...bebiendo las pasiones de otras mentes...o a tu piel (que he sentido tan propia) creciendo de deseos por otros besos.
Y me invade la impotencia y el desapego.
No tengo armas para luchar...pero peleo.
No tengo recursos para retenerte...y no me entrego.
No quiero rendirme (ni lo deseo)...pero sé que te estoy perdiendo.
Mis manos recorren mi cuerpo, lo siento tan tuyo y vivo, que me rehúso a la frialdad de tu ausencia.
Basta el solo hecho de evocarte para sentir el estandarte de tu sexo enardecido...inconsecuente...reclamando la titularidad de mis placeres.
Retraigo mis temores y te siento carne en mi carne.
Arremeto sin medidas ni pudores, y te encuentro más allá de lo prohibido.
Siento el calor de tus besos...disfruto de la avidez de tus labios...sonrío con la calidez de tu sonrisa...bajo por tu cuerpo de ternura.
Disfruto de tus tesoros de hombre... y oculto mis dudas.
Tus manos alocan mi excitación...mi boca siente la tuya...recorro los caminos de tu pasión...alcanzo su centro...y te pido que me ames.
Te ruego en un susurro que me calcines en tu hoguera...que aplaques mis ansias...que seas inclemente.
Recorro lo erguido de tu cuello, resbalo por la humedad de tu piel desnuda...mis manos son palomas arrebatadas acariciando tu sexo.
Llego con mis labios al infinito de tu lujuria y gozo con el movimiento de tu gozo.
Me maravillo ante la armonía de tu belleza despojada...ansío llegar a ti...siento potros salvajes correr bajo mi piel...me seduces...me sometes...y te alimentas.
La fragilidad de mi resistencia acaba en una entrega total...en un abandono absoluto ante los embates persuasivos de tu sexo...llego al placer.
La potencia de tu pecho se acopla a la curvatura de mi espalda...nuestros cuerpos se fusionan, tiernos y ardientes, en una maraña de carne y convulsiones...gozo exaltada.
Me contorsiono y siento la invasión de tu fuego lacerando mis entrañas.
Tu incendio lucha por apagar mis ardores...y cada estocada tuya es un paso más que me acerca al infierno.
Las yemas de tus dedos, al resbalar por las cavidades de mis anhelos, graban a rojo fuego las letras de tu nombre, marcando posesiones que ya no son necesarias...soy tuya...estoy marcada en el alma.
Zozobro ante el instinto, ya no razono...te siento...te agrandas dentro de mi cuerpo...mi vientre recobra antiguos bríos...mis pechos están inquietos...mi boca reconoce sabores de otros tiempos.
Mis manos buscan y encuentran las manos que apagan mis calores...manos que incitan a la lujuria.
Mi cuerpo se pierde en tu cuerpo...la respiración se nos entrecorta, y la explosión me sabe a gloria.
Aún en el silencio y en la ausencia, has conquistado mi cuerpo...una vez mas me has llevado al éxtasis más perfecto.
La tormenta se enfurece contra mi ventana...el frío del sur eriza mi piel y mis certezas.
Despido con dolor a tu recuerdo...y me levanto.
Corro a tu encuentro.
Hoy tampoco has llegado.
Salgo a la calle...las primeras gotas de lluvia se sienten como puñales de hielo, clavados contra mi pecho...y se mezclan con alguna lágrima traicionera, que se empecinó en escapar. Pero se lo agradezco...tal vez era la señal que necesitaba, para descubrir el epílogo de una despedida anunciada. Aun así, mi piel sigue esperando.