Tormenta de Verano [1 de 2]

Primer y unico [?] relato...

Bueno, primero que nada, HOLA! soy argentino 21 años y esto de la escritura es puramente experimental y también para probar que CUALQUIERA PUEDE ESCRIBIR! Reconozco que recibi ayuda para hacerlo, pero les aseguro que el 80% de la historia fué escrita por mí, lo demas llamemosle "Edicion"... Nosé que vaya a salir de todo esto, pero me gustó hacerlo y espero que a ustedes tambien :).

Debo dejar mis recalcados saludos a Roxanne Whoever, y a Emilianno Luzzio, dos grandes autores  [bueno el ultimo no tanto] que me dieron una mano, tanto fisica como animicamente... bueno nada, a leer y despues me dicen que onda ja! Saluditos :-P

TORMENTA DE VERANO

-Habláme! decime algo, no te quedes callado!- mi cara de frustración no ayudaba a menguar el tono de mi voz, el cual iba en aumento cada segundo.

-Yo… lo siento mucho, nunca quise que esto pasara así- dijo él, mirando hacia un costado, como restándole importancia a lo que realmente me estaba destrozando lentamente.

-Porqué ?!?  decime porqué ahora! No lo entiendo… Dios, no te entiendo…- caminé rodeándolo hasta volver a tener su cara frente a mí, debía ver sus razones en sus ojos, pero una lágrima amenazaba con escapar de mis ojos. Le miraba tratando de buscar en sus ojos negros como un profundo abismo, la respuesta que jamás llegó…

-Es lo mejor para los dos, entendéme vos a mí, acaso crees que me es fácil todo esto?- dijo regulando su voz, pero dejando entrever ese desinteresado tono en sus palabras, como expiándose de culpas con ello.

-Es que no puedo entender porqué me haces esto, justo ahora! Es que la culpa fue mía? Tuya? De quien?!? Por favor, decímelo de una vez…- rogaba con mis palabras una respuesta… realmente estaba dejando todo mi orgullo de lado por él, para que me diese sus motivos, para que no haga lo que presentía, estaba por hacer conmigo…

-Nunca me entendiste, nunca entiendes nada…- soltó él irónicamente, mirándome con ojos serios, generando una culpa irracional en mí.

-Pero, pero por favor, qué tengo que entender! Siempre di todo de mi para vos Hernán! Es por eso que no te entiendo, decime de una vez qué es lo que falló!- mis lagrimas comenzaban a asomarse furtivamente de mis ojos verdes.

-Entonces nunca te diste cuenta…- dijo él dándome la espalda tras decirme eso. Yo me quedé paralizado, como si con esas palabras mi memoria se hubiera reiniciado y todos los recuerdos a partir de que nos conocimos y decidimos ser novios, volvieron a mí uno tras otro, buscando el punto en el que fallé…tomé mis sienes con ambas manos, mirando al piso asimilando una a una esas palabras.

-De…de qué no me di cuenta, de qué… en que fallé? EN QUÉ MIERDA TE FALLÉ!! - levanté la voz; ya no respondía de mis actos y estaba enervándome a cada segundo por el miedo, la bronca y el dolor. No me respondió nada, un silencio amargo nos envolvió a los dos en esa plaza solitaria, la que una vez fue testigo del amor que yo sí le entregué ciegamente a aquél quien ahora me estaba astillando el corazón con cada palabra…

Suspiró profundamente y lentamente volteó su rostro, para encontrarse sus ojos con los míos. – Yo nunca te quise Christian…- soltó el seriamente. Sentí que algo en mi interior se resquebrajaba, un dolor punzante mancillaba mi pecho sin piedad y mis ojos ya no contenían el torrente de lagrimas que brotaban por si solas. Como en un film, vinieron a mí los recuerdos de nuestro encuentro, de como fue armándose de a poco esta relación y los momentos en los que me sentí en la gloria junto a él, amándolo sin medida, dándolo todo de mí y sintiéndome amado por primera vez.

Hernán llegó a la ciudad por una cuestión de trabajo, tenía 20 años y yo lo conocí por medio de Celeste, su prima, quien es mi compañera en el colegio y además una buena amiga. Se podría decir que el flechazo se dio instantáneamente cuando sus ojos terriblemente negros, se encontraron con los míos en casa de ella y sentí en mí, en ese preciso instante, que era él el indicado, a quien estuve buscando siempre...

Pasó el tiempo e hice hasta lo imposible para que el me diera un poco de bola, me traía muy mal, él era mi droga, mi todo; no hacía nada más que pensar en él y sólo en él… pero un día, tanto Hernán como yo, cedimos a los impulsos y terminamos juntos. Había muchas cosas en común en nosotros, y aunque sabía que podría traernos problemas nuestra relación, porque yo tenía 16 y él 20, jamás me sentí tan feliz y nunca dejé de quererle y dar todo por él. Él correspondió al sentimiento, aunque siempre guardando las apariencias, pero no me importó, yo era feliz con su sola presencia; nada me importaba más que tenerle junto a mí y perderme en sus ojos negros, como siempre lo hacía cada vez que nos mirábamos, embriagados por calor del sexo, en las noches en las que me entregaba en cuerpo y alma a él y sólo a él…

Más uno a uno, los días y los meses,  nos iban alejando lentamente de aquel maravilloso instante, en el que lo conocí y en el que empezamos a amarnos, se sentía cómo esa energía se iba desvaneciendo y poco a poco la monotonía nos iba devorado, hice todo lo que pude para darle lo que estuvo a mi alcance para ver nuevamente en el brillo de sus ojos, el amor de los buenos tiempos, el amor que existió en un principio… pero ya nada era lo mismo, los besos, el sexo, las caricias, todo fue decreciendo y no hallaba los porqués, simplemente todo iba perdiendo su calor, pero aún así traté, juro por Dios que lo hice…

Pero nunca quise ver, nunca quise creer, nunca acepté el inevitable final, no… siempre traté de buscarle la vuelta, por él… por mí, lo di todo por los dos.

Ayer tuvimos sexo… sus besos, me supieron insípidos… sus caricias, frías; el sexo mismo, sentido como algo hecho por obligación más que por un impulso de piel y cariño. Tras verle cruzar la puerta, sin decirme nada, dejándome allí acostado, hecho un nudo en mi cama, me quebré… lloré toda esa noche, bebí mis lágrimas amargas, brindando con ellas y con la soledad que aguardaba por mí desde la calle… tenían el sabor del adiós.

-Porqué me haces esto Hernán? Porqué? No podés decir que no me amabas, yo sé que sí, yo sé que si lo hiciste!- lloraba y me tiraba del cabello para atrás con una mano, la otra se encontraba cerrada en puño, amenazando con lastimarme por la fuerza que hacía.

-Estaba confundido, y vos nunca me diste una oportunidad para decírtelo… Cuando quise hacerlo, ya estábamos metidos completamente en esta farsa- dijo él, hablando suavemente, acercándose hasta mí. Yo me alejé un paso atrás. Lo desconocía…

-Farsa? Todo lo que yo te dí fue real! todo lo que hice por estar con vos fue de verdad! No podés decir que esto fue una farsa, cuando decías que me…- callé recordando un detalle trágicamente revelador.

-Que te quería?... Nunca te dije que te quería y nunca te diste cuenta… Si, sé que fui un malnacido al haberte confundido de esa manera tanto tiempo, pero creí que iba a ser peor el decírtelo cuando estabas más metido en esto… pero veo que peor fue el haberme callado- dijo él. Su tono conciliador me estaba haciendo hervir la sangre por dentro, pero no podía hacer más nada que escuchar como sus palabras resquebrajaban más mi corazón.

-No… vos?... no… pero, pero…- no pude articular frase alguna tras escuchar esas palabras salir de su boca

-Perdóname Christian, yo nunca quise lastimarte así, no creí que esto fuera a llegar tan lejos, perdón, esto se me fue de las manos…- y me tomo con su manos de los hombros y me miró, esta vez con algo de peso en sus palabras,  yo desvié mis ojos al piso, asimilando sus palabras, buscando entre los recuerdos los indicios que ahora saltaban a la luz, indicios que me decían y que me gritaban que estaba enamorado de un espejismo, de una ilusión... Pero el amor había tapado mis oídos, cegado mis ojos y nubló mi razón en esos momentos de falsa felicidad, ocultándome la verdad que había tras esos ojos negros.

-No… NO ME TOQUES!!!- Grité llorando,  mientras tomaba sus manos para sacármelas de encima bruscamente. El retrocedió algo sorprendido.

-No me amabas… no me querías!- dije dándole la espalda

-Chris… no quiero que terminemos así… hacélo por lo que fueron esos buenos tiempos, no quiero verte así tan mal… por favor- dijo tras de mí, apoyando su mano en mi espalda

-No me toques!- grité, las palomas que circundaban nuestro alrededor, volaron sorprendidas ante tal grito -Buenos tiempos dices? Buenos tiempos? En los que estuve enamorado yo sólo? enamorado de un sueño? Buenos tiempos en los que te di todo y lo único que me diste fue una mentira tras otra?!? Nunca te creí tan bajo como para pisotear así mis sueños, nunca te creí tan hijo de puta…- sequé mis ojos con el puño de mi camiseta y aclaré mi voz… me sentía un objeto, usado y desechado.

-Lo siento, de verdad, pero por favor, dame la oportunidad de por lo menos ser tu amigo, tu realmente me caes bien…- dijo él en tono conciliador, tratando de menguar la tensión que nos rodeaba, la cual era palpable en esos momentos.

- No… estás muy confundido Hernán – tragué saliva - los amigos jamás lastiman de esa forma… y maldigo la hora en la que no pude darme cuenta de que yo a ti sólo “te caía bien”- dije tomando aire, mirándolo con verdadero odio y desprecio, se ve que en ése momento aun quedaba algún atisbo  de orgullo en mí. Giré sobre mis talones y me dispuse a irme de allí. Hernán se quedó parado sin decirme nada, mientras comenzaba a caminar lentamente en dirección contraria.

-Chris, Chris, no te vayas así, hablemos, por favor…- decía tras de mí, pero como tratando de expiarse culpas con ello… Dios mío, estaba escuchando su voz por última vez, mirando su rostro por última vez… y mis ojos comenzaron a nublarse de lagrimas nuevamente y a cada paso fluían más y más, el dolor era inevitable, la ira y la decepción me estaban carcomiendo, todo me estaba resultando tan dolorosamente pesado, que lo único que pude hacer fue acelerar el paso, hasta comenzar a correr sin notarlo, mas y mas fuerte. Corría y pensaba en todo lo dicho, en todas las revelaciones… pensaba en lo tonto e iluso que había sido todo el tiempo…

Corría y mis lagrimas escapaban por los costados de mis ojos, el nudo en mi garganta dificultaba mi respiración, pero seguí… seguí corriendo como si no existiera un límite, la gente me miraba pasar, escuchaba sus voces, como el barullo de las palomas, pero no les hacía caso, para mí no existían. Corrí sin pensar detenerme, pero sin darme cuenta, llegué hasta mi casa…

Hernán se quedó parado en esa plaza durante unos minutos, analizando y pensando en lo ocurrido, pero sabía que era inevitable. Sabía perfectamente que Christian se daría cuenta tarde o temprano y verdaderamente se arrepentía por no haberle dicho la verdad desde un principio…

Caminó hasta su auto, el cual estaba estacionado cerca, se subió, agarró el volante con ambas manos, apoyando su cabeza en él, mirando el piso del vehículo. Tras meditar un poco, levantó su vista y miró sus ojos inexpresivos reflejados en el espejo retrovisor. Tomo su celular y buscó entre sus contactos, marcó y llamó…

-Hola amor, cómo estás? Pasa algo?- contestó una voz joven y animada.

-Javier yo… necesito verte.-

Entré y ni siquiera me preocupé por cerrar la puerta de casa. Mi madre, quien se encontraba sentada en la sala leyendo, me vio entrar, se sorprendió por mi actitud. Giré mi rostro para que no notara mis ojos hinchados y llorosos y aceleré el paso, en dirección a mi cuarto. Mi hermana Roxana, quien estaba cerca de la escalera, notó lo que mi madre no y se aparto, dejándome pasar sin decirme nada. Subí casi corriendo hasta llegar a mi habitación, cerré de un portazo y frenéticamente bajé todas las persianas, tirando varias cosas en el intento; una vez que me encontré a oscuras me tumbé en mi cama, mi estomago se sentía comprimido, y el nudo en la garganta oprimía mas y mas. Encendí el equipo de música, busqué el control remoto y le puse play a mis CDs de rock, a todo volumen.

Evanescence, Korn, System of a Down y todas las bandas que antes me gustaban, ahora sólo reflejaban en sus bajos y acordes punks, lo negro que se había tornado mi interior con el vacio de la soledad que ahora me abrazaba triunfante, y me recordaba con cada lagrima lo estúpido que fui. -Por qué a mi… porqué él? - Golpeaba mi almohada, mordía mis sabanas, apretando los dientes para evitar que el llanto saliera como un torrente, pero me costaba, no podía sosegar mi alma que estaba resquebrajada, debía sacarlo todo afuera… los ojos ya no producían lagrimas, solamente sollozaba amargamente, mi estómago estaba anudado, la tensión y las emociones encontradas me estaban doliendo en lo más hondo. Estuve así nosé cuanto tiempo, pero luego mis parpados fueron lentamente cerrándose, cansados de tanto llorar y muy despacio iba sumiéndome en un sueño profundo… su nombre aun retumbaba en mi cabeza.

Dormí abrazando mi almohada, no soñé nada de nada y rogaba no despertar jamás, quedarme en ese limbo, sin sueños, sin imágenes que me trajeran el recuerdo de sus ojos negros, de su sonrisa seductora y de su cuerpo adictivo… pero unos golpes en la puerta me trajeron a la realidad, no contesté nada, esperaba que sea quien sea quien estuviera allí, se hartara y se fuera, dejándome en paz… Mas no se fue, aun insistía… Un poco molesto me levanté para decirle que se fuera y me dejara tranquilo.

Abrí la puerta, no sin antes restregarme los ojos y ocultar cualquier indicio que demostrara que estaba llorando. Roxana estaba allí, parada en el dintel de la puerta, con una cara de expectación, realmente preocupada, eso era comprensible ya que en lo que duró la relación entre Hernán y yo, nunca me mostré como lo estaba ahora. –Qué quieres- dije fríamente, mi voz se escuchó un tanto ronca y seca.

-Es que te vi bastante mal cuando entraste, estas bien?- acaricio mi brazo y clavó sus ojos directamente en los míos, ella sabía cómo hacer para conseguir respuestas a través de los ojos, y esta vez no falló… - No! No estoy bien!- dije y cerré de un portazo, se que luego me arrepentiría por tal cosa, pero no tenia los ánimos para hablar con nadie

-Chris… después hablamos, dale?- escuché decir tras la puerta y sentí sus pasos alejarse, no contesté nada. Volví a acostarme en mi cama, miraba el techo de la habitación. Por ratos mis pensamientos me llevaban a los recuerdos de cuando era feliz viviendo esa mentira, y mis ojos quedaban perdidos en cualquier punto del techo. No podía creer que de ahora en más me encontraba sólo. Que mi primer amor jamás me amó y que yo como un tonto, jamás lo vi… las lagrimas volvieron…

Las horas pasaban y yo seguía en mi cuarto, con la música un poco más baja, tratando de no pensar, trataba de dejarme llevar por la música sabiéndome mejor que él… aunque el cuadro era demasiado patético, quería creer que por lo menos yo hice las cosas bien. Mi carácter siempre se caracterizó por ser optimista y buscarle una salida a todo, pero esto, esto fue algo que me llegó de golpe y sin avisar. Doblegó todas mis armas y me derribó a la primera con esas palabras tan contundentes… -“Yo nunca te quise Christian”- . Dolían cada vez que las repetía en mi interior y sentía como la herida volvía a abrirse…

Abajo, en la sala de mi casa…

-Mamá, Chris está muy mal… me parece que él y Hernán…- dijo Roxana haciendo un gesto con sus manos como de “no vá mas”. Mi madre, Luisa [ama de casa] se llevó una mano a la mejilla y negaba con la cabeza. – Si, me di cuenta cuando entró a la casa...pudiste hablar con él?- le preguntó mamá a Roxana que estaba poniendo la mesa para cenar. – Intenté, pero él no quiere hablar con nadie, está realmente mal …- dijo Roxana soltando un suspiro. –Crees que deba hablar con él? Digo, a lo mejor… - preguntó mi madre, preocupada en serio. – No, mejor dejemos que por ahora se desahogue y lo suelte todo consigo mismo, ya verás que sólo va a abrirse después… por hoy lo dejemos ahí, si?- Roxana terminaba de acomodar los platos y vasos en la mesa .- Bueno, espero que se no sea para tanto…- dijo mamá, poniendo los alimentos sobre la mesa.

Mi padre, Juan [Guardaparques de la Reserva Iguazú, Sección Este- Posadas] quien recién llegaba de comprar, no pudo evitar las caras de preocupación de mamá y Roxana . –Pasa algo? Donde está Chris?- preguntó mi padre al ver la seriedad de ambas y mi muy notable ausencia. –Arriba, y creo que será mejor no molestarlo, querido, no se siente bien…- dijo mamá llevándose una mano al pecho, a la altura del corazón dándole a entender enseguida lo que estaba pasando… mi padre suspiró resignado, sentándose en una silla posando un codo en la mesa apoyando su mentón en la mano. – Bueno… hasta que tuvo que pasar… no?- Dijo y suspiró mi padre, al parecer hasta él se dio cuenta que había una disparidad en esa relación, y era yo quien confundió las cosas. Hernán ya conocía mi casa, muchísimas veces iba por petición mía y aunque a mis padres no les cuadraba demasiado (por la edad y otras cosas), lo dejaron ser y aceptaron todo de la mejor forma . – Mañana hablamos con él, por ahora dejemos que se tranquilice…- dijo mamá frotando los hombros de papá. – Sí, creo que es lo mejor… que hay de cenar?- preguntó y los tres se sentaron para comenzar a cenar…

Sin darme cuenta volví a quedarme dormido y cuando pude despertar miré la hora en mi celular, eran las cuatro de la madrugada… estaba con la misma ropa de todo el día y mi cabeza me dolía un poco, mis ojos me ardían y sentía la garganta seca. Bajé las escaleras, estaba oscuro, seguramente todos estarían durmiendo. Me senté en el living de la sala, con un vaso de leche, en silencio y a media luz, mirando las fotografías que había en la mesita frente a los sillones y arriba de la gran chimenea de la sala. Fotos viejas, de mi familia, de parientes que están y que no… también las mías. Caminé por toda la casa, deambulando como un fantasma, yendo por los pasillos, el garaje, las habitaciones de huéspedes… lo hacía despacio y sin hacer ruido, estaba en medias, por lo que mis pasos no hacían ruido al pisar. Subí al ático, el cual servía de guardatodo y allí me quedé un buen rato mirando las cosas viejas que no tirábamos aun y que de hecho jamás lo haríamos porque eran reliquias de la familia: paraguas, revistas, libros viejos, juguetes, adornos de quien sabe qué época; verdaderos tesoros de la familia llenos de anécdotas y recuerdos…

Sentí que nuevamente la falta de su presencia comenzaba a humedecer mis ojos… fui nuevamente hasta mi habitación y me desnudé completamente para ir a darme una ducha. Abrí el grifo del agua caliente con un poco de la fría y dejé que llenase la bañera cerámica de mi baño. Mientras lo hacía, me quedé contemplando mi rostro en el espejo del baño, el cual se había empañado un poco por el vaho… miraba mis ojos, mi piel, mi boca, cada detalle de mi rostro. Mi alma se reflejaba en mis ojos enrojecidos, mi angustia se hacía carne en mis pupilas apagadas… Al parecer había madurado un poco… ya que a quién veía en ese reflejo no era el de hace unos días… -ya nada será como antes…- pensé.

Me metí en la bañera y mi cuerpo se destensó un poco por el agua caliente. Sumergí mi rostro a la altura de mis mejillas, para quedarme así y sumamente quieto, al punto que el agua de la tina quedo como un espejo de agua. Cerré mis ojos y adentré más mi cabeza en el agua hasta hundirla por completo en ella. El silencio del agua era tan relajante, solo escuchaba el latir de mi corazón y nada más… quería estar así para siempre. Estuve unos segundos sumergido bajo el agua, pero mi poca capacidad pulmonar para aguantar la respiración hizo que salga del relajante silencio de la profundidad. Terminé de ducharme y me puse un pijama, volví a mi cama y sin ningún problema volví a dormirme fácilmente…

El sol colaba sus rayos por las rendijas de las persianas, mis ojos se abrieron automáticamente, me sentía sin ánimos de nada, liberé de mis brazos a la almohada a la que dormí aferrado nuevamente y me senté a un costado de la cama. Escuché pasos acercarse hasta mi habitación, pero se detuvieron frente a mi puerta, esta vez no tocaron, luego volví a escucharlos, pero alejarse y bajar las escaleras. Me acerqué hasta la ventana y corrí la persiana, el sol dio de lleno en mis ojos cegándome por un instante. Talle un poco y pude ver a través de la cegadora luz del día… era un día precioso: sol pleno, ni una nube y la alegría por las vacaciones de verano que próximas estaban se sentía en el ambiente, la gente que pasaba por la calle lo demostraba, incluso las mariposas del jardín revoloteando entre los rosales de mamá daban una serenidad  y una paz embriagadora, a la que rehuí de inmediato al volver a bajar las persianas y sumir el cuarto en sombras nuevamente.

Encendí el equipo de música de nuevo, con los mismos CDs de rock pesado, incluso con mayor volumen. Tras lavarme la cara y los dientes, me cambié de ropa. Encendí la computadora de mi habitación y allí me quede mirando un poco… correo electrónico y Facebook… mis dedos teclearon por si solas su nombre en la lista de mis contactos. Su foto saltó en la pantalla, con su cabello rebelde, sonrisa compradora y sus profundos y misteriosos ojos negros azabache… suspiré tan pesadamente que sentí que había soltado todo el aire de mis pulmones. Pero me armé de valor y eliminé todas las fotos que yo en otro tiempo había subido, celebrando una maldita farsa, ostentando a todo el mundo un amor de cartón pintado… quedaba hacer lo más duro e importante; eliminarlo a él… estaba a un paso de sacarlo de por lo menos un lugar… tras meditar un poco, di clic en [eliminar] y sentí que con ello un leve peso se salía de encima de mí.

Unos pasos volvieron a llegarse hasta mi puerta, esta vez sí golpearon. – Chris, dice mamá que bajes a desayunar, dale!- era Roxana, se escuchaba animada, pero yo no quería salir de mi habitación. Dudé un momento, no sabía qué hacer. Un leve rugido de mi estomago hablo por mí, haciendo que le contestara. –Ya… enseguida bajo…- dije, la verdad no sé si me había escuchado, ya que mi voz salió apagada y apenas audible. – No te tardes, “hermanitus” te quiero!- dijo ella con ése ángel que le caracterizaba al hablar. Sip, definitivamente la punzada de arrepentimiento por haberle cerrado la puerta en la cara, golpeaba de repente en mi consciencia…

Bajé y en la cocina estaban todos, mamá, papá y Roxana, sentados y a punto de desayunar. Saludé a todos con un –Buenos Días- general y ellos respondieron igual, pero más animados que yo… Me senté en mi lugar, pero no podía mirarles, me sentía avergonzado, pero de mi mismo, ya que el saberme un idiota, me hacía parecer menos que cualquiera. No pude despegar la vista de mi taza de café y sentía que los ojos de todos se posaban en mí de vez en cuando, nadie hablaba, sólo el televisor se escuchaba en la cocina. Desayuné en silencio, mi madre me acercó un plato con muffins hechos por ella, pero no tomé ninguno, negué con la cabeza y un casi imperceptible - gracias - salió de mis labios. – No podes estar así “Chiqui”… No te puedo ver así, sea lo que sea que haya pasado con… con “Él”, no es razón para ponerte así! Seguro hay solución, vas a ver!- dijo mi hermana mayor Roxana dándome una palmada en el brazo, la cual me meció como a un cuerpo inerte. Levanté mi vista de la taza y miré a mi familia, quien no dejaba de mirarme. –No… no hay solución- dije, y me levanté de la mesa, y casi corriendo me fui a mi habitación.

El tiempo pasaba lenta y tortuosamente y yo me sentía cada vez más miserable, me carcomía la soledad;  extrañaba su cuerpo, extrañaba esa compañía, falsa, pero la extrañaba igual… Celeste me llamó muchas veces a los pocos días de haber terminado con Hernán, seguramente él mismo se lo habría hecho saber… no le devolví las llamadas a mi amiga.

Los días se me hacían muy monótonos y más de una vez me escapé de clases sin motivo aparente, para ir a sentarme por horas en un banco de la plaza… allí no hacía nada más que pensar en él. Sabía que estaba haciéndome mal, pero ese impulso masoquista salía porque sí, yo no podía hacer nada más que escapar y aguantarlo… Por las noches lloraba, no por su recuerdo, no por dolor, sino que las lágrimas salían solas y me sentía bien en cierta forma, al purgar mi alma por medio de ellas. Mis padres se turnaban para intentar hablar conmigo, uno a la vez, todos los días al igual que Roxana, pero yo no tenía los ánimos como para hablar alguno de ellos y mis respuestas se tornaban cerradas en simples sí o no y a veces ni eso…

Había arrancado la última semana de clases en mi colegio, en la ciudad de Posadas [Misiones, Argentina], después de eso empezarían las vacaciones de verano, para luego dar inicio por fin a mi último año de secundaria… “Volví” de cierta forma, a clases y me reuní nuevamente con mi amiga Celeste a quien le conté absolutamente todo. En parte porque debía hacerlo ya que a ella tampoco le gustaba verme apagado y también porque de no soltar un poco de lo que llevaba dentro, explotaría… -Perdón Chris, si yo lo hubiera sabido, te juro que te lo decía ahí mismo… de verdad, lo siento mucho.- dijo Celeste en tono conciliador, la pobre estaba realmente ofendida con Hernán . –No tienes porqué, después de todo, fue mi culpa, yo no quise ver… estaba en una gran burbuja, la cual reventó por simple verdad- dije yo asumiendo que fue en gran parte mi culpa el no haber hecho nada por adelantarme a lo inevitable.

Regularicé todas mis materias en pocos días, no debía ninguna, egresaba  “limpio” al año siguiente y sin embargo no podía dejar de sentirme igual. Mis compañeros y amigos más próximos ya tenían planes para las vacaciones y muchos de ellos me propusieron mil ideas para pasar vacaciones con ellos; a todos les dije que no, incluyendo a Celeste… El único lugar que veía como mi verdadero refugio o escape, era mi habitación.

El día de colación llegó y fue un festejo general en todo el colegio, todo el mundo se encontraba tan inmerso en la felicidad del palpable verano y lo que eso conllevaba, pero yo no… Es irónico, llegué ese mismo día a recibir una propuesta de un chico, que era de otra división, con el cual me disculpé por no poder corresponderle… No quería novios, no quería saber nada de relaciones, sólo quería que el tiempo se encargara de todo. Confiaba en que el tiempo, en su enorme sabiduría se aliara con el destino para hacerme ver un nuevo panorama, tener un nuevo comienzo, pero bien, sea lo que sea que fuere…

Mientras tanto en mi casa…

-Juan, no me gusta lo que está pasando con Christian… no me gusta verlo así, mi hijo se está apagando demasiado- dijo mamá sentándose junto a mi padre, que estaba en una banca en el jardín, cerca de la pileta [piscina]. –A mí tampoco me gusta verlo así, pero era necesario que se golpeara para saber lo que estaba haciendo, no te parece? A mí nunca me gustó ese pendejo de mierda y lo sabes… te lo dije o no?- dijo mi padre rodeando a mamá por los hombros con un brazo. –Ya sé viejo, pero no pasa por eso… Eso ya pasó, lo que tenemos que hacer es traerlo de vuelta… No se me ocurre nada, Dios… Es tan difícil…- dijo mamá recostando su cabeza en el hombro de papá.

-Sí, es difícil, pero no imposible…- dijo papá dando un suspiro. –No tenés nada en mente? nosé una de tus brillantes ideas, vos sabes que muchas dan resultado…a veces…- dijo mi mamá expectante al ver a mi padre pensar por un momento. –Mmm… tengo varias ideas, pero casi todas incluyen, golpear al pendejo ese…- dijo papá carraspeando su garganta. –Ay viejo, es en serio!… pensemos! que esto es serio…- dijo mamá pensativa.

-Y ustedes? En qué piensan?- dijo Roxana que aparecía por el jardín en bikini y chanclas, lista para darse un chapuzón en la pileta .-No estarán pensando en más hijos no?- dijo llevándose a la boca una chupetín [paleta-chupeta] – Hay Rox, cuándo no, vos…- dijo mamá. –Jajaja! Y bueno… es que vi esa expresión en sus caras, como esa vez cuando estaban planeando cómo decirme que iba a tener un hermanito que supuestamente regresaba de sus “vacaciones”- dijo Roxana riéndose. Mis papás se miraron un momento. -Creo que es una buena idea… no te parece amor?- dijo mi mamá, estaba sorprendida, parece que había dado en el clavo. –Qué cosa?- Preguntó mi papá algo confundido. –Queee?!?!?! No estarán pensando tener otro hijo!-* dijo Roxana bastante sorprendida.

-No! – dijo mamá mirando a Roxana, la cual no caía del todo en lo que tenía en mente mi madre. -Creo que sería una buena idea que nos vayamos de vacaciones, esta vez no a lo de la abuela, sino a otra parte…- Dijo mamá expectante, levantándose del lado de papá. -Pero a dónde, amor? Mi mamá nos espera todos los años, creo que no le gustará - dijo papá tratando de hacer entrar en razón a mi madre, la cual estaba un poco eufórica por su idea. -Pero querido, es tu hijo… querés verlo así todo el tiempo?- Pregunto mamá volviéndose a sentar a su lado. Roxana no sabía qué decir, porque sea a donde sea que fueran de vacaciones, lo pasaría mal, lejos de Alexis, su novio…

-Ya sé, pero no creo que sea buena idea…- cerró papá. Mi madre volvió a ponerse de pie y comenzó a caminar en círculos, Roxana veía pasearse a mi madre, junto a ella maquinando una idea, pensativa y en silencio. Ella solo seguía lamiendo su chupetín. -Ya sé! – dijo mamá con una sonrisa triunfal en su rostro, y se giró a ver a una Roxana y papá que tenían la confusión pintada en sus rostros.- Juan, no te dijo Alberto la vez pasada, que esta temporada la caseta en Puerto Iguazú norte iba a quedar sin cubrir? Que si querías podías ocuparla?- le preguntó mamá muy emocionada, mi papá al parecer se había olvidado de la propuesta de su colega guardaparques . –Emm…si, pero…- intentó decir mi papá que aun no se acomodaba a la idea. -Que?? Puerto Iguazú?!? LA RESERVA???- vociferó Roxana saltando de su banca. –Sí! Y por lo que me dijo tu padre, son lo bastante cómodas como para estar toda la temporada tranquilamente, no es fantástico?- Mi mamá estaba muy entusiasmada con la idea.

-Pero amor, Puerto Iguazú no es lo mismo que decir Brasil o Punta del Este, es una caseta en medio del monte!- A mi papá no le convencía demasiado la idea de pasar casi un mes en medio de la nada, en una cabaña de madera para cuatro o cinco personas, y que contaba con los recursos necesarios, pero bastante limitados. -Amor, Christian necesita otro aire, necesita levantarse a la mañana y ver otro lugar que no sea el de siempre…- mamá tomo de las manos a mi padre, trataba de convencerlo como sea.

-Ay sí… porqué no lo mandas a él sólo a la dichosa caseta, a hacer retiro espiritual o lo que sea y nosotros nos vamos a Brasil! Es genial no les parece???- Soltó Roxana, entre sarcástica y en serio, mi madre quería fulminarla con la mirada …-Porqué no te mando a vos a lo de tu abuela y nos vamos los tres a Puerto Iguazú, que es mejor no?- dijo mi madre, no quería ponerse a discutir con Roxana, porque a veces podía ser muy devastador. Mi padre no sabía que decir a todo eso… -No sé como vaya a tomarlo Christian, además está muy reacio últimamente, podríamos empeorar las cosas, no te parece?- dijo papá, haciendo entrar un poco en razón a mamá,-Pero nada perdemos con intentar, no? Ésta tarde cuando regrese del cole, se lo vamos a proponer!- dijo mi madre. La idea ya se le había metido en la cabeza y ahora sería muy difícil quitársela… Roxana suspiró desilusionada mientras se ponía bronceador en el cuerpo.

-Luisa, mi mamá… no le va a gustar la idea…- le dijo suave y pasivamente mi papá a mamá, ella lo miró –TU MADRE TIENE 6 HIJOS! QUE UNO NO LA VISITE NO LA VA A MATAR!!- Mi mamá parecía una fiera al responderle a papá, el cual puso una cara de miedo, fatal… -Bueno, Puerto Iguazú suena lindo…no?- dijo papá de la forma más temerosa que pudo. –Sí- dijo mamá triunfante y encaró para la casa. Roxana quedó mirando un tanto incrédula a su padre, el cual quedó de pie, rascándose la sien… -Muy bonito… ya sé quién es el que lleva los pantalones en esta casa!- dijo Roxana de forma sarcástica. – Ja, ja… que no que te ibas a meter?- dijo papá tomando de los brazos a Roxana, tirándola al agua – Ay! No! Papáaaaaa!! – gritó Roxana mientras caía al agua, mojándose toda, papá corrió a la casa antes que mi hermana pudiera hacer algo…

Eran las siete de la tarde, salí del colegio y llegué caminando hasta la casa. Subí a mi cuarto, me cambié y baje a comer algo. No vi a nadie en casa, pero al parecer allí estaban, tal vez cada uno en su cuarto. Fui hasta la cocina y allí estaban todos: mamá, papá y mi hermana Roxana con una toalla enrollada en su cabello. Me quedé viéndoles por un segundo, ya que ellos me miraban un tanto expectantes, sobre todo mi mamá. Abrí el refrigerador y saqué jamón, queso, mayonesa y pan. Ellos no paraban de mirarme, y en cierto punto, estaban poniéndome incómodo. Comencé a prepararme un sándwich y fue mamá quien empezó a hablar.

-Hijo, estamos muy contentos por que hayas terminado el cuarto año sin problemas!- dijo mamá muy sonriente, pero yo me detuve un momento… -“Sin problemas…???”- pensé. Miré a mamá seriamente, su sonrisa se desdibujó rápidamente. Volví a mi sándwich, y así también ella volvió a hablar. –Bueno, estamos contentos de que hayas podido terminar cuarto año… jejeje . -Pero lo que quería decirte es mmm a ver… adivina que haremos estas vacaciones?- preguntó algo emocionada, yo recién caía en que vacaciones implicaría tener que pasar más tiempo con ellos, por ende más frustración… -No lo sé…- respondí con pocas ganas. –Ir a lo de la Abuela?- dije, pensando en que nuevamente iríamos a la Provincia de Corrientes como todos los años.

-Noo!! Iremos por tres semanas a la reserva, en Puerto Iguazú! Qué te parece? Vamos a volver a salir de campamento como antes, cuando mis hijitos eran chiquititos!! – dijo mamá, irradiaba alegría por todos lados,  yo casi me corto la mano con el cuchillo por la sorpresa . –Quee??? Puerto Iguazú? Osea, el MONTE??- pregunté en voz alta,  a ver si no me estaban haciendo un mal chiste… no quería saber nada del mundo exterior y ellos estaban queriéndome llevar al medio de la selva, por quince días y CON ELLOS!! –No, no puede ser, yo no quiero ir, porqué no a otro lugar, o porqué mejor no ahorras ese dinero y nos quedamos aquí!- dije, estaba muy frustrado y aunque tenían buenas intenciones, no me cuadraba para nada la idea. –Ves? Te dije mami, además ya no somos “chiquititos”, ahora tenemos otros “asuntitos” – dijo sarcásticamente Roxana, haciendo comillas con sus dedos al hablar. – No cuenten conmigo… si quieren vayan ustedes a hacerse los “Discovery Channel” allá, yo me quedo!- Dije, terminando mi sándwich, rumbeando para mi cuarto.

-Chris, hijo, créeme que es peor quedarse, esto lo único que va a hacer es traerte mas y mas recuerdos… Dale! Anímate y préndete, a lo mejor esto resulta bien, no?- dijo mi papá, la verdad eso me sorprendió y me quedé con un pie posando en el peldaño de la escalera… la verdad que él tenía razón, pero… y si resultaba peor? Giré mi rostro y vi a los tres, expectantes a lo que tenía para decir…me reproché por dentro, pero por fin acepté -Bueno, está bien…- dije en un suspiro, mis padres se abrazaron victoriosos y Roxana se acercó a mí, con una sonrisa; -Siempre tenemos la casa de la abuela, por si Puerto Iguazú no da resultado! Jajaja- dijo y me revolvió el cabello. No subí a mi habitación, me quedé en la cocina a comer con su presencia…

No sabía cómo fuera a terminar todo esto, pero creo que tan malo no podría ser… o si?

Espero que les guste, repito que es un experimento mas que nada :-P