Toque de queda

Debido a que CerditaSissy se merece un castigo en su formación y no sabe ver los esfuerzos que hago por ella, paralizo la serie Dos sissies y un retorno y os comparto este texto sobre una aventura con un macho de verdad

Todos sabemos que la pandemia ha transformado completamente la fisonomía nocturna de las ciudades, el toque de queda decretado por el gobierno las ha convertido en algo anodino, triste, lúgubre, más si cabe en una ciudad mediana de la recia Castilla en la que las noches de invierno son tan frías y especialmente oscuras. Pero al igual que sucede en las crisis económicas , que para muchos son marcos de oportunidades, ese ambiente tan atípico ha sido el mejor escenario para que alguno de mis deseos más íntimos como sissy se hiciesen realidad.

Los deseos de mi otro yo, ¿o debería decir mi yo verdadero? El yo al que tantas y tantas veces intenté negar su existencia pero que los últimos años fue creciendo en mí hasta imponer su existencia en cada momento que pasábamos solas en la  intimidad de mi hogar.

Así que las calles vacías y frías  de mi ciudad fueron silenciosas testigos de los primeros pasos de Marlene. Tras años escondida en las paredes de mi casa, al fin se daban las condiciones perfectas para que la piel de Marlene sintiera el aire de la libertad. ¡Si! Lo sé y lo siento, reconozco que es una ensalada de tópicos pero es la verdad…

Y la verdad es que Marlene existía desde hacía tanto tiempo que no era capaz ni siquiera de recordarlo. Oculta siempre al exterior por un miedo ancestral,  derivado de una educación tradicional sumado a mi prestigiosa posición en la ciudad, en la que era conocido entre los círculos más poderosos y tradicionales como un soltero  codiciado, lo que nadie sospechaba era que en realidad vivía en la intimidad de mi hogar como Marlene y que ser sissy era mi verdadero deseo. Tantas y tantas tardes y noches escondida en casa, creando a una mujer que nadie conocía y, ahora, un toque de queda me daba la oportunidad de que esa mujer viera satisfechos algunos de sus más remotos anhelos.

La pandemia no sólo ha afectado a la vida nocturna, también ha anulado el 90% de las reuniones vespertinas en mi ciudad de cualquier índole, reuniones que antes eran de cuasi obligada asistencia en, al menos 3 veces por semana, con lo que en vez de aprovechar la tarde para hacer pan, las aprovecho para pasarlas mariconeando, perfeccionando gestos, andares, charlando con otras sissies, practicando deeptroah, follandome con diversos dildos y disfrutando de todo lo que implica ser Marlene. Después, tras cenar y recoger como una buena sissy mi cocina, a la medianoche comienza mi liturgia, que consiste simplemente en darme una ducha para acudir a mi encuentro con la maravillosa sensación que me produce ser mujer en la calle impecable, perfumarme hasta el exceso con mi amado "Satin Dolls", vestirme con mis mejores prendas y ponerme mi plug anal y mi jaula de castidad para, a las 2 en punto abrir la puerta y salir a la calle como Marlene. El primer día, el paseo apenas fue salir de mi casa hasta llegar a la esquina con Peña Primera y darme la vuelta aterrada ante la absurda posibilidad de que me hubiera visto alguien, aterrada pero eso sí, tremendamente excitada hasta el punto de que me corrí en las bragas sin tocarme cuando llegué a mi portal. Como es normal en estos casos, poco a poco los paseos nocturnos se fueron haciendo un poco más largos cada día y logrando controlar la excitación pude llegar hasta la Plaza de los Bandos y poder estar sentada en sus bancos de piedra unos minutos cada noche antes de volver a casa acercándome a sentir lo que siente cualquier mujer cuando sale a la calle aunque apenas fueran 20 minutos cada noche. Así, tranquilas y excitantes, fueron transcurriendo las noches del toque de queda, que para Marlene eran las mejores de su vida, así hasta que una noche, una como otra cualquiera que en un principio no tenía nada de especial me di de bruces con mi verdad.

A la medianoche el termómetro del móvil marcaba - 1° y pronosticaba -4° a las 2 de la madrugada, mi hora de salida. Antes de la ducha habitual dejé preparado mi atuendo, mi falda de tubo negra, un jersey de angora blanco perla con cuello de tortuga, mis botines Louboutin negros, un conjunto de lencería y liguero negro, medias a juego, mi maravillosa chaqueta de pelo largo sintético de Guess, mi peluca castaña de pelo natural y mi conjunto de plug y jaula, mi máxima como sissy era ser siempre lo más femenina posible y aunque fueran paseos de unos minutos siempre iba divina. A las 2 en punto, como cada noche de las últimas 20, abrí la puerta de casa y salí a que Marlene volviera a sentir todas las sensaciones que aquellos paseos la proporcionaban, unos primeros pasos hasta llegar a Peña Primera para, a través de esta, acabar en la Plaza de los Bandos, donde, después de recorrerla absorta durante un par de vueltas escuchando el maravilloso sonido que producían mis pasos sobre el terrazo me senté como todas las noches en uno de los bancos de piedra que la engalanan. Cada noche iba aumentando un poco mas el tiempo que pasaba sentada en aquellos bancos y ya eran 15 minutos los que Marlene se sentía tan libre como cualquier mujer de cualquier ciudad en cualquier banco de piedra, pero aquella noche, aunque iba bien abrigada, tuve que reducir el tiempo a solo cinco ya que mis panties negros no eran capaces de contener que el frío húmedo de aquella noche se colase a través de ellos, así que, obligada por el frío extremo me levanté y encaminé mis pasos hacia casa.

Apenas 250 metros eran los que me separaban de casa y me dispuse a andarlos taciturna hasta que, una vez tomada de nuevo Peña Primera vi salir a alguien de un portalón unos cien metros delante mía.

Siempre fui consciente de que podría cruzarme con alguien aunque era difícil a aquellas horas y con las condiciones que imperan en el país, pero no voy a ocultar que me puse muy nerviosa. Mi primera reacción al verlo fue de desvelo, esperando que fuese en mi misma dirección y no me hubiera visto, pero rápidamente se convirtió en terror al ver que se dirigía irremediablemente hacía mi encuentro. Con la cabeza agachada pude atisbar que era un empleado municipal de la limpieza y calculé que a la altura del cruce con mi calle coincidiríamos. En unos segundos corroboré que mi predicción era acertada y abordé los últimos 50 metros que me separaban del portal con la esperanza de que no hubiese tomado mi camino, es cierto que el silencio de la noche no indicaba que lo hubiera hecho y me creí a salvo pero no me atrevía ni siquiera a mirar para atrás para comprobarlo. Las llaves de casa ya colgaban de mi mano derecha para abrir cuanto antes la puerta de entrada a mi edificio y avivé un poco el paso cuando me faltaban unos 20 metros reafirmando que mis largas tardes entaconada en casa habían sido productivas pues en ningún momento perdí la feminidad.

Al fin introduje la llave en la cerradura. Ya estaba segura, o eso creí durante una décima de segundo, la décima de segundo que transcurrió entre que alojé la llave en la cerradura y noté una mano taponándome la boca.

  • ¡Buenas noches, señorita! - una voz rasposa con olor a brandy barato me habló mientras con rudeza me introducía en el portal

Yo estaba aterrada, su mano maloliente aún dominaba mi boca y el cabrón había conseguido  inmovilizarme con su otra mano libre retorciendo mi brazo derecho, demostrando una hombría y firmeza de las que yo carecía completamente, de reojo, comprobé que mi asaltante llevaba un uniforme de limpiador municipal, así que intuí que era el hombre que me había cruzado en la calle Peña Primera unos minutos antes ya que no podía verle la cara. Extrañada, mientras esperaba que me calmase, percibí que en su manera de sujetarme había cierto, como lo diría?, respeto, con lo que albergue la esperanza de que no fuera a hacerme daño.

Estuvimos así unos minutos confirmando mis sospechas de que no quería hacerme ningún daño ya que si esa hubiera sido su intención no esperaría tanto tiempo pues según me tenía sujeta, estaba a su merced y no podía ni siquiera intentar defenderme, y confieso que me estaba empezando a excitar la situación. Aún no había vuelto a hablar, pero su aliento agitado con olor a alcohol, el notar su recia barba de tres días junto a mi piel, el aroma a verga descuidada que embriagaba mi boca y la certeza de que no iba a robarme ni pegarme habían contribuido a que mi clítoris estuviese erecto y, por tanto, a que asumiera que iba a ser suya.

  • Va a estar callada, verdad señorita…. O prefiere que le llame señor Galeano?

Conocía mi identidad, detallando desde el principio que había hecho los deberes, por lo que por mi mente solo pasó en aquel momento la reafirmación de que había llegado mi momento y no serviría de nada intentar oponerse a los deseos que aquel hombre tuviera conmigo.

Asentí con la cabeza y los ojos mientras iba aflojando la presión sobre mi boca, anhelando enseguida aquel aroma a macho

  • ¿Quién es usted, qué quiere  de mí? ¿Por qué me llama señor Galeano? Por favor, déjeme - dije sin mucha convicción ante aquel fortachón

  • Chisss… no sea patético maricón, no querrá hacerlo mas difícil verdad? - su aliento a alcohol barato sustituyó al aroma de macho mientras quitaba definitivamente su mano de mi boca y llevándola a donde no podía verla.

Seguía inmovilizada mientras notaba  movimientos extraños en mi espalda. Aunque intuía cierto nerviosismo en su voz delatando que aquella no era su forma de proceder, no era menos cierto que demostraba tener todo milimétricamente calculado y estar seguro en todos sus actos y palabras.

  • Por qué me llama maricón? A que se refiere con ponerlo más difícil?

No dijo nada, ni una mísera contestación, demostrando que era hombre de pocas palabras. Aunque no os lo he dicho, me mojaba oír su voz cazallera. De repente, noté que en mi espalda habían cesado los movimientos y que mi  muñeca derecha  empezaba a sentir cierto alivio en la presión mientras dirigía mi cuerpo hasta que me tuvo enfrente de él. Al final estaba frente a mi asaltante, un hombre de unos 55 años, fuerte y rudo que emanaba masculinidad en cada gesto. Enseguida pensé que no podía tener tanta suerte, un tipo rudo, tosco, ordinario, un auténtico alfa como los que llenaban mis sueños en tantas y tantas noches de soledad con mis dildos, estaba delante de mí y podía ser suya. Siguió sin decir nada, pero advertí que por su bragueta asomaba su verga, una auténtica verga como las que llevaba media vida anhelando y que nunca había probado. Aún no estaba muy dura pero se antojaba grande y poderosa, un cetro del que, en aquel momento comprendí que iba a ser su súbdita mientras aquel hombre quisiera.

  • ¿Qué quiere que haga? - dije totalmente obnubilada por aquella verga sin poder quitar mi vista de ella.

  • Yo creo que está claro, señor Galeano, ¿no le parece? ¿Prefiere que le fuerce o quiere que sea más fácil para todos? Es usted quien decide…

Decidí que era absurdo resistirse por más tiempo, aquel tipo tan vulgar me tenía excitada desde el momento que tapó mi boca en la entrada al portal y lo más humillante era que él lo sabía, sabía perfectamente que yo no iba a oponer ninguna resistencia a que su masculinidad hiciera conmigo lo que le viniese en gana. Así que me quité la chaqueta de Guess y la dejé colgada en la barandilla de la escalera, me agaché, y sin decir nada me puse de rodillas y mi cara quedó frente a aquel trozo de carne que, seguramente para muchas mujeres sería apestosa, pero que a mi, como buena sissy, me embriagaba como todo lo que hacía aquel hombre.

  • Vamos señor Galeano… acaso no le gusta?

Cogí aquel prodigio con una mano mientras le miré a los ojos con la mirada más mariquita que pude poner y solo dije una cosa

  • No me llamo Galeano… soy Marlene…. Sissy Marlene…!

Así evidencié mi condición ante él, otorgándole el rol que debía cumplir, y así fue como empecé a dar placer a aquel hombre del que desconocía incluso el nombre y me había abordado en la puerta de mi casa. Un hombre al que por nuestras diferentes clases sociales, seguramente no hubiera conocido nunca pero al que aquella noche me iba a entregar en cuerpo y alma. Al tiempo que mi mano se deslizaba por su polla, mi lengua lamia su glande. Estuve así durante un buen tiempo, feliz de que su polla fuera creciendo hasta su máximo esplendor, 20 cm de longitud por 4 de grosor, momento en el que paré y me dediqué un momento a admirarla, pero mi hombre demostró que conocía perfectamente el papel que le correspondía  y me azotó la cara.

  • Vamos puta, quien te ha dicho que pares? Sigue… - decía mientras me pegaba con su polla en la cara

Obediente, intuyendo lo que mi hombre deseaba, decidí que era el momento de meterme aquel miembro en la boca y alojarlo como se merecía, así que torpemente, ya que era mi primer bálano de verdad, abrí la boca y empecé a tragar aquella masa. Al principio me atragantaba y me daban arcadas y mi alfa me abofeteaba sin remilgos pero mis prácticas con los dildos me ayudaron a que pronto mi mamada fuese digna de aquel falo. En breves momentos, los gemidos del limpiador me indicaron que mi deseo se hacía realidad y entonces fue cuando me dispuse a disfrutar de la mamada. Si el olor que desprendía ya era fuerte, su sabor lo era aún más, no sabía las horas que aquella polla

llevaba sin lavarse pero sabía a orín mezclado con sudor pero a mi me volvía loca, tan loca que mi clitty reclamaba atención dentro de su jaula y lo acaricié por encima de la falda.

De repente las manos fuertes de mi hombre se posaron en mi cabeza y yo, como buena sissy sabía lo que eso significaba, así que abandoné las caricias a mi clitty para concentrarme en darle placer a mi hombre. Poco a poco, sus manos iban ayudandome a que entrase todo en mi boca hasta que llegó el momento en que mi labio inferior chocó con sus pelotas

  • Si, señor Galeano, que putita esta hecha… Mmmm, toda la ciudad pensaba que usted era el soltero de oro y lo cierto es que es una mariquita de primera… uhmmm

Si había algo que me molestaba era que me llamase por mi apellido masculino pero no era momento de pensar en ello, más que nada porque el cabrón me tenía sujeta por la nuca y no me dejaba apenas respirar, le miré angustiada y, bondadoso, me soltó sacando su polla de mi. Yo intentaba atrapar el aire mientras se reía de mí…

  • Vaya, vaya, jajaja, la maricona no puede tragar un rabo como es debido, jajaja

Sumisa y un poco mareada por la falta de aire, no contesté y mientras respiraba agitadamente con la cabeza gacha observando los hilos de saliva que me unían a él, pensé que merecía la pena, que muchas veces me había masturbado pensando en que un hombre hiciera conmigo todo tipo de vejaciones y humillaciones con la única intención de hacerle feliz  y ahora, por fin, tenía la oportunidad de hacerlo esa noche y Sissy Marlene no iba a desaprovecharlo.

Así que volví a abrir la boca y busqué la polla de mi macho ansiosa…

  • Así que quieres más zorra? Toma polla puta… - me dijo mientras me agarraba de la cabeza y volvió a meterme todo su miembro por la boca - Ah, siiiii, que puta eres que vienes pidiendo más…

Esta vez no se empeñó en aguantar la garganta profunda durante mucho tiempo, si no que directamente usó mi boca como un coño y me la folló al ritmo que él imponía, con cada embestida suya chocaban sus pelotas con mi barbilla y aunque me estaba costando muchísimo aguantar esas embestidas en la garganta, no podía fallar a mi macho, aunque cuando aceleró el ritmo no pude aguantar y me la tuve que sacar.

Enfadado, volvió a pegarme otro par de bofetadas

  • Puta… ¿Quién te crees que eres maricona pervertida? Ven aquí, te vas a enterar de quién soy yo, zorra - me decía mientras me agarraba la mano y me llevaba a rastras hacia la escalera.

Adivinada su intención de follarme allí mismo, decidí arriesgarme a llevarle la contraria a mi amo invitándole a subir a mi casa y terminar aquella noche en mi cama en lugar de en la escalera. Accedió a ello sin protestar mostrando un signo de debilidad que pensé que debería corregir más adelante, pero cogí la chaqueta, le agarré por su polla y subí las escaleras con mi hombre detrás de mí. Si algo hago bien cómo mujer, es mover mi culo sensualmente  cuando subo las escaleras y los azotes en el culo que recibí eran prueba de ello.

Al fin llegamos a mi casa y nada más cruzar el umbral de la puerta comprobé que mi trabajo hasta aquel momento podía ser calificado de sobresaliente, mi hombre se quitó el uniforme y lo tiró al suelo, demostrando una vez más esa dejadez tan masculina. Al fin podía ver su cuerpo velludo y desnudo mientras me miraba arrogante, yo, por otra parte, mientras me desnudaba y colocaba perfectamente mi ropa encima de una silla no dejaba de mirarle y no podía evitar morderme el labio inferior llevada por el deseo. No voy a mentiros con que tenía un cuerpo cincelado por los dioses griegos pero para mi era el hombre más sexy del mundo, y no pensaba en otra cosa que hacerle gozar como solo una sissy puede hacerlo, con total sumisión y sometimiento.

Así que allí estábamos, en el recibidor de mi casa frente a frente, él, apoyado en la puerta totalmente desnudo con su polla firme apuntando hacia mi y yo, con mi conjunto negro de lencería y mis Louboutin. Sabía que estaba preciosa y que a él se lo parecía igualmente y me alegraba enormemente de ello  aunque como buen alfa nunca lo reconocería, ¿y? ¿Dónde estaba el problema? Las sissies de verdad no esperamos nunca un

cumplido de nuestro macho, su leche en cualquiera de nuestros agujeros es el mejor cumplido que nos pueden hacer.

Di un par de pasos para ponerme frente a él y, rendida ante él me volví a arrodillar y me volví a introducir su olorosa polla en mi boca. Más tranquila por estar en casa y, conocedora de mi papel, pude emplearme a fondo en comerle la polla como merecía, me agarré con fuerza a sus nalgas y no hizo falta que mi señor se moviera. Mi boca estaba ansiosa por recibir su maravilloso néctar y no paraba de introducirme su polla hasta los huevos, alternando momentos en los que me quedaba unos segundos con ella toda dentro con aquellos en los que me follaba a mi misma la boca con una endiablada velocidad. El sonido que provocaban sus pelotas chocando contra mi barbilla aún lo tengo grabado en mi mente chicas!! Eso se olvida? Espero que no…

En realidad, los alfa creen que cuando tienen a una sissy a sus pies chupandoles la polla son ellos los que mandan pero os cuento un secreto? Esta bien!.. Allá va!! En ese momento que nos dejan mamarles como queremos, en ese momento en que adoramos su polla, las que de verdad capitaneamos el barco somos nosotras pero es un secreto que os confío y estoy segura que no saldrá de aquí.

Un par de bofetadas me despertaron de mi delirio fálico.

Mi hombre me agarró de la mano y me levantó violentamente - Ven aquí zorra, ya estoy harto de que me chupes la polla, se acabaron las tonterías - dijo mientras me arrancaba violentamente las bragas, unas bragas carísimas, ¿pero que le iba a decir?

La jaula de castidad era algo que no se esperaba y cuando la vió me hizo dar una vuelta sobre mi misma para admirarme por primera vez. No quiero pecar de vanidad, pero sólo con el liguero y sujetador, la jaula, mi peluca y los preciosos Louboutin, sabía  que estaba supersexy y hasta mi hombre fue tan galante de hacerme un cumplido.

  • Mira que estás buena zorrita… eres tan puta como pensaba, hasta jaulita llevas… no me equivocaba contigo - decía mientras se tocaba su polla y azotaba mi culo mientras yo daba vueltas provocadora.

Cada vez aquella voz áspera me excitaba más. Me volvió a tomar por la mano y tiró de mí hacia el salón, donde me hizo apoyar las manos en el respaldo del sillón como antesala de lo que al fin me iba a hacer. Ya me había demostrado que era un hombre de verdad y no se iba a andar con miramientos hacia mi y por eso aunque tenía mi vagina muy dilatada, el tamaño de su verga me turbaba un poco, pero sumisa, levanté mi culo para que hiciera conmigo lo que desease. Escuché el ruido de un escupitajo, que sabía era para lubricar mínimamente mi vagina, y me estremecí de placer, asi que abri un poco más las piernas para que estuviese más abierta cuando sentí su humedad en la entrada de mi vagina

  • ¡Vaya, vaya…! ¿Qué tenemos aquí? - dijo mientras sacaba el plug de mi interior - Si que eres completita y sabes que? - su mano húmeda jugaba en la entrada y en los primeros centímetros de mi vagina dando comienzo a mis ronroneos gatunos- me gustan mucho las zorras como tú, señor Galeano… Jajajajaja…

Reía con desprecio pero yo estaba tan excitada que me daba igual, y además, al fin noté la punta de su ariete  preparado para entrar en mi, me retiró las manos de sofá y me obligó a llevarlas hacía mi culo para abrirlo aún más aplastando mi cara contra el respaldo y metiendo los dedos en mi boca, unos dedos sucios que yo, lasciva, chupé con empeño mientras empecé a notar cómo, al fin, empezaba a poseerme. Para lo brusco que estaba siendo conmigo me sorprendió que en los primeros instantes de la penetración demostrase cierta sensibilidad que agradecí ya que su verga era demasiado gruesa. Era delicioso sentir como se abría paso dentro de mi hasta que estuvo toda dentro.

  • Uhhhhhh, nena, ya la tienes toda adentro, que te parece? Te gusta?

Yo, abandonada, solo acerté a ronronear un poco más..

Me agarró de mis muñecas, tiró de mi y empezó a follarme, su polla se deslizaba dentro de mí al principio con un poco de dificultad pero en apenas un minuto, mi vagina ya se había acomodado a ella y mi hombre era libre de imponer el ritmo que quisiera ya que yo no podía moverme. Y aquel desconocido me terminó de enamorar cuando el ritmo que estableció fue como el de una locomotora de vapor. Empezó con unas embestidas lentas y vigorosas en las que podía sentir todos los pliegues y venas de su polla pasar por mí esfinter para ir acelerando poco a poco, muy poco a poco, con una sabiduría admirable que a mi me volvía completamente loca. No podía dejar de gemir como lo que soy, una auténtica puta sin ninguna voluntad ante una polla como aquella, los gemidos se iban incrementando en intensidad al tiempo que aquel miembro aceleraba su cadencia, tornandose en gritos de placer cuando sus pelotas comenzaron a chocar contra mi, haciendo ese ruido tan característico que a todas nos vuelve tan zorris.

  • Uhmmmm, si, macho mio, siiiiii, sigue por favor… Uhmmmmm, uhmmm, UHMMMMMM, AHHHHHH

Aquella polla era soberbia, y, como no podía moverme, decidí disfrutar de ella y ser receptáculo de su leche sin preocuparme de nada más. Súbitamente, un escalofrío recorrió mi columna vertebral con una intensidad desconocida para mi, avisándome de lo que estaba comprobando, que mi nivel de lujuria era proporcional a mi nivel de sumisión y mi clitty eyaculó alcanzándo mi primer sissygasm. Mi leche fluía a través de la jaula mientras yo solamente era un cuerpo pasivo que aguantaba las acometidas de mi alfa. Notaba como las gotas seguían rezumando por la jaula y por el movimiento tan enérgico que mi hombre provocaba, algunas me mojaban los tobillos, otras impactaban contra la trasera del sofá o directamente caían en el suelo sin chocar con nada. Sólo cuando él decidió, soltó mis manos, sacó su polla de mis adentros y yo desperté de mi abulia para arrodillarme frente a mi amo. Su mano derecha se deslizaba por su miembro a una velocidad deslumbrante y yo esperaba ansiosa mi recompensa.

  • Si zorra, siiiii, Chof, chof, chof, chof, chof… ¿Quieres la leche? Vas a bebértela toda?

Era un espectáculo ver aquel glande apuntando a mi cara, tan grande y rosado. Unos gruñidos me alertaron de que mi recompensa estaba al llegar.

  • SI ZORRA, YA VIENE, TOMA, GRRRR, GRRR, ARRRRRRGGGG…. Chofchofchofchofchof… TOMAAAAAAAAAA

Un primer disparo impactó contra mi ojo debido al temblor que dominó su cuerpo pero estuve ágil en meterme la polla en la boca antes del segundo. Enseguida agarró mi cabeza y me brindó toda la corrida, perdí la cuenta de los disparos, pero a cada uno que llenaba mi boca me sentía más y más dichosa y feliz, tragar aquel néctar maravilloso y delicioso había sido mi anhelo y al fin lo había conseguido.

Mis ojos miraban a mi hombre que se hallaba con la mirada perdida y la respiración entrecortada mientras le limpiaba su verga con la lengua y yo me sentía la  sissy más feliz del mundo en aquel momento.

Cuando acabé de limpiar aquel monumento, me llevé la mano a mi ojo y recogí la leche que tapaba mi ojo y me la chupé lascivamente mientras nos mirábamos. Él sonrió mientras yo terminaba de limpiar mi mano y me dijo :

  • Que zorra es usted, señor Galeano..! - a lo que yo respondí guiñandole un ojo

Me levanté, me acerqué a él y acercando mi boca a su oreja le susurre: Marlene, para ti solo Marlene querido - le invité a que se duchase y se quedara a dormir en casa, era madrugada del sábado y yo no tenía que trabajar con lo que no iba a permitir que aquel macho se me escapase. Aceptó y yo no pude evitar darle un  beso en la boca a lo que me respondió con una bofetada y un : Quita de aquí maricón! - que a mi me supo a gloria.

Evidentemente queridas!!! Cuando él se metió en la ducha, esta perrita fue tras él, pero eso mejor os lo cuento otro día. No queréis saber su nombre?