Topless
Estábamos de vacaciones, sin niños que estaban con sus abuelos, sin preocupación ninguna. Nos levantamos pronto, hacía muy bueno y decidimos irnos a la playa. Era un día entre semana, día de verano en el norte, ya se sabe, playas tranquilas, clima bueno, airecito fresco
Estábamos de vacaciones, sin niños que estaban con sus abuelos, sin preocupación ninguna. Nos levantamos pronto, hacía muy bueno y decidimos irnos a la playa. Era un día entre semana, día de verano en el norte, ya se sabe, playas tranquilas, clima bueno, airecito fresco la playa es esos días un lugar perfecto.
Empezaste a ponerme cachondo ya en casa, ducha antes de ir a la playa, que si dame crema, que si deja de hacer el tonto que no llegamos nunca, que te vistas que me pierdo después del polvazo de la noche anterior lo mejor un poco de descanso, ya te pillaría a la noche.
Ni me he dignado a describir a mi mujer. Morena, pelo liso por los hombros, 1,65, no muy delgada, con unas buenas curvas y unos pechos talla 105 o más vamos, una mujer normal que a mi me ponía a tope y que cuando se arreglaba un poco hacía que la miraran por la calle, sobre todo por esos escotes que sabía llevar como nadie.
Llegamos a la playa de siempre sin problemas, nos pusimos en el sitio de costumbre, que solía ser a medio camino entre las duchas y la zona de baño. Había bastante gente, pero no tuvimos problemas para poner la toalla cómodamente y con cierto espacio para la tranquilidad.
Nos quedamos en traje de baño y nos tumbamos un rato a tomar el sol, de repente te acércate y me dijiste:
- ¿Y si hago topless pasa algo?
Me dejaste de piedra, 20 años desde que éramos novios y nunca me habías propuesto algo así, habíamos tenido algunas situaciones morbosas, como el día que follamos en la playa por la noche entre las dunas, o el día que fuimos a unas rocas donde no había nadie y acabé echándote un polvo, o ese día que fuimos de compras y me hiciste una paja memorable en el cambiador pero así, en público directo lo de exhibirte no era algo que hubiera surgido.
Me recuperé para contestar
- Pasa que a ti te calentará el sol y yo me calentaré de mirarte.
Te sentaste, me miraste con sonrisa pícara
- Sabía que no te iba a importar y que te pondría cachondo, esperemos que no venga ningún conocido porque eso si me daría palo. Venga, haz los honores, suéltame el bikini.
Me incorporé y solté nerviosamente tu bikini. Lo dejaste un momento colgando.
- Haz los honores es que me lo quites del todo.
Más nervios, lo saque por encima de tu cabeza y lo quité lentamente mientras rozaba disimuladamente tus pechos. Te tumbaste rápidamente.
Buff!!! me acaba de dar un subidón!!! tengo la sensación de que todo el mundo me mira. - Dijiste entre susurros.
No te preocupes, el mundo tiene una octava maravilla a la vista - Te dije mientras me tumbaba de lado para verte lucir tus pechos en la playa.
¿Y tu qué piensas? Preguntaste
Aún es el día de hoy y no tengo muy claro lo que sentí, una mezcla de orgullo por lo hermoso del cuerpo de mi mujer, un poco de pudor porque otros tíos vieran tus tetas, una excitación enorme porque vi tus pezones ponerse duros (y no era de frío) te lo intenté explicar.
- Vamos, que a mi niño le pone cachondo la situación. - Acercaste la mano un momento a mi traje de baño para comprobar la enorme erección que tenía y sonreíste.
Estuvimos un rato sin hablar, tu tomando el sol con los ojos cerrados y yo mirándote embobado, mirando alrededor tratando de ver las caras de alguno de los tíos de alrededor. Tengo que decir que alguno había babeando, me gustó, sinceramente, de hecho estaba seguro de haber babeado yo en muchas ocasiones en la playa con las tetas de otras. A sido el primer día que he ido a la playa y no he mirado las tetas de ninguna, y mira que he hecho cosas con tus pechos.
Te quedaste medio adormilada, o eso pensaba yo, y aproveché para hacerte una foto con el móvil, oíste el sonido de la cámara y reaccionaste rápido:
¡¡¡Has tardado mucho!!! Pensaba que no ibas a hacerlo. - Otra vez esa picara sonrisa
Me voy a dar un baño
Te levantaste sin esperar, te estiraste como bostezando, pero en realidad estabas curvando la espalda, resaltando aún más tus pechos y causando sensación en la playa. Te diste la vuelta tentándome y nos fuimos los dos al agua.
Verte pasear con las tetas al aire entre las toallas me excitaba, ir junto a tí notando como los tíos te miraban me excitaba, pensar en sobarte las tetas en el agua me ponía a 100, de hecho no sabía si para allí mismo y sobártelas o no se lo que pensaba.
Llegamos al agua y tardamos poco en meternos, hacía calor y además estábamos calientes. Te encargaste mucho de no entrar a una profundidad que ocultara tus pechos.
Te pone que me exhiba, te pone que me miren ¿verdad?
Si, mucho
Te acercaste a mi lentamente moviendo los hombros y provocando un bamboleo mortal en tus pechos.
Pues no te queda nada colega. Voy a estar poniéndote cachondo todo el tiempo que pueda - Te pusiste de espaldas a mi y restregaste tu culo contra mi paquete mientras echabas tu cabeza contra mi hombro.
¿Te imaginas lo que están viendo desde la playa? - metiste tu mano en mi traje de baño
hummmmmm, pedazo poya que tiene mi chorbo - me masturbaste suavemente y bajaste la mano hasta acariciar mis huevos
Y estos están llenitos de amor!!!! - sacaste la mano del traje de baño y te diste la vuelta abrazándome, nos dimos un larguísimo y profundo beso que aproveché para sobarte el culo.
Ni se te ocurra pequeño, hoy tu no haces nada, sólo yo exhibo.
Tomaste rumbo a la toalla y yo detrás con una erección más que evidente. Fuimos hasta la ducha, allí el espectáculo fue brutal, tus pezones ultra duros por el agua fría, el enorme chorro de agua recorriendo tu cuerpo, te pusiste la parte de abajo del bikini en la raja del culo para quitar toda la arena y por unos segundos hasta te lo bajaste para dejar que el agua quitara toda la arena. Yo te vi perfectamente desnuda.
De ahí nos fuimos a la toalla y pasamos el resto de la tarde jugando a las cartas, al parchis y con este jugueteo tuyo de levantarte, estirarte, sobarte las tetas estuve empalmado toda la tarde.
En un momento dado pasó un repartidor de bebidas.
¿Tienes sed cariño? - dijiste
Una cocacola vendrá bien, ¿qué quieres?
No, tranquilo, voy yo - me guiñaste un ojo y tuve claro que tu objetivo era ponerme cachondo mientras hablabas con un tío estando en topless
Cogiste la cartera, esperaste a que el vendedor se acercara un poco, te pusiste de pie, me guiñaste otra vez y fuiste a su encuentro.
El tipo no quitaba los ojos de tus tetas, cogiste dos cocacolas y volviste a la toalla, antes de sentarte te pasaste una por cada pezón.
- Hace calor ¿verdad cariño? - el pezón parecía de piedra, casi de la dureza de mi polla.
Nos tomamos la cocacola, estaba cayendo la tarde y la gente comenzaba a irse, digamos que media playa se había ido a casa.
Igual es hora de irse ¿no te parece? - comenté como quien no quiere la cosa
Hummmm, vale, pero me tengo que cambiar, el bikini sigue mojado. Ni te muevas.
Muchas veces te habías cambiado en la misma toalla, sentada y sin demasiado recato, pero esta vez seguiste con tu exhibición, te quitaste la parte de abajo del bikini, dejando todos tus encantos a la vista, hasta aquí nada nuevo. Lo nuevo es que te pusiste de pie, totalmente desnuda cogiste la bolsa, sin agacharte rebuscaste el otro bikini, lo sacaste con toda la tranquilidad del mundo, lo sacaste, te pusiste la camisa y finalmente la parte de abajo y el pantaloncito corto.
Volviste a la toalla.
- Qué tal te gusto?
Sentimientos otra vez más que acelerados, te habías despelotado en la playa y habías exhibido tu coño sin ningún pudor. Me gustaba y me sorprendía, me daba morbo, mucho morbo más aún cuando ví la cara del chico de la pareja que había en las toallas a un par de metros de las nuestras.
Te toca. - Dijiste sentándote con una sonrisa inmensa en la toalla.
Pues estoy más que empalmado
Da igual, que se deleiten las chicas con el pedazo tranca que tiene mi niño.
Hice exactamente el mismo ejercicio que tú, tres minutos en pelotas, con el pene duro como una piedra. Vi tu cara de satisfacción, vi las miradas de dos o tres chicas de las toallas de alrededor y la de alguna señora algo más mayor que también puso cara, digamos que peculiar.
- Bien por mi niño, a mi también me pone que otras te vean, eres sólo mío, soy solo tuya, pero que se mueran de envidia.
Recogimos las toallas y nos fuimos al coche. Esta fue la primera de muchas historias de exhibicionismo que hicimos, sin duda la más morbosa, sin duda la más excitante, sin duda la que más me puso y previa a uno de los mejores polvos que hemos hachado nunca.