Top Model (6) Mi primera fiesta post-desfile.

Si alguna vez pensaste que la vida de las modelos es maravillosa, te equivocas. Somos perchas para ropa cara y moneda de cambio entre gente poderosa y depravada. Esta es la historia de como acabe siendo una top-model. No es para gente sensible.

Aviso, en este capítulo se relata una orgía no consentida.

[Me enseñó una de las Polaroids qué me había echo. Yo no reconocía esa imagen, esa foto de una chiquilla delgada, con las mejillas hundidas y mucho maquillaje corrido por toda la cara, alrededor de los ojos negros por las lágrimas. Veía mis pequeñas tetas tan amoratadas que parecían ser de ese color y mi entrepierna cubierta de rojo y algo blanco.

Y los ojos, como los ojos de todas las muñecas, miraban a cámara sin brillo ni vida detrás.

-Buenas noches muñeca.]

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Pasó una semana en la que mis días fueron llenados con desfiles.

Era la semana de la moda de Madrid, asi que todas las mañanas pasaba dos horas con Lui en la habitación de hotel desfilando, y cuando empezé a mejorar me iba dando zapatos más y más altos o incómodos. Me di cuenta de que buscaba excusas para castigarme con la fusta, como "tus brazos estaban muy rígidos" o "has mirado al suelo", o simplemente me empujaba a veces y cuando caía me castigaba.

El resto del día Andrés me llevaba a diferentes sitios donde hacia una media de tres desfiles diarios con gente distinta, aunque el backstage era siempre igual, gente dándome alcohol constantemente, manos que me recorrían el cuerpo y de vez en cuando algún hombre desconocido (fotógrafo, periodista, diseñador o incluso alguno de seguridad) me empujaba al suelo y me hacía chuparle su cosa hasta que me derramaba su amarga leche en la garganta. La gente de maquillaje tenían que esforzarse más ahora, porque al comer tantas pollas y como muchos no tenían ningún cuidado, mis labios o los bordes de los labios tenían cortes.

Y cuando los desfiles acababan Andrés me llevaba al hotel y me follaba igual que la primera noche. Me follaba con rabia y fuerte y sin cuidado y metiéndomela más rápido cuando lloraba.

Una vez me tumbó en el escritorio de la habitación con las piernas colgando y mientras me metía su cosa hasta dentro me pegó tanto en mis nalgas que no pude sentarme durante dos días.

Luego me ataba y me dejaba dormir en la bañera.

Y al día siguiente lo mismo. Y al día siguiente lo mismo. Y así una semana entera.

Apenas comía, básicamente bebía champán o café que me empezó a dar Andrés (lo odiaba) o respiraba ese polvo blanco siempre antes de los desfiles.

Al acabar el último desfile de la semana de la moda Andrés me buscó en el backstage y me abrazo muy fuerte en mitad de la gente.

Fue tan... Extraño. Hacia tiempo que nadie me abrazaba.

-Esta noche es muy especial muñeca, vas a conocer a gente muy importante en la industria de la moda, y si eres buena con ellos serás famosa mundialmente.

Casi me alegré. Casi.

Estaba emocionada por conocer a esa gente hasta que al llegar a la habitación del hotel (y tras tener que chuparle a Andrés su polla de nuevo) una gente me empezaron maquillar y peinar de forma extraña.

-¿Por que me maquillan así Andrés?

-Vas a una fiesta muy importante, que quieres, ¿no estar a la altura?

Andrés me dió un vaso de vino y me dirijó una mirada que me avisaba de que era mejor callarme.

Al mirarme al espejo vi mi largo pelo negro en dos trenzas una a cada lado de mi cabeza, rematadas con dos lazos rosas y blancos al final. Mis mejillas llevaban mucho colorete, mis ojos estaban pintados con lápiz negro y mis labios de rosa.

Me vistieron con un vestido de muñeca, rosa y blanco lleno de volantes que apretaba mis pechos de manera que parecían más grandes y al no tener tirantes casi se me veían los pezones, bajaba muy apretado hasta mi culito, y era tan cortito que casi se me salían las nalgas. Me dio unas bragas blancas con corazones rosas, unas medias de rejilla con un lazo en cada muslo y unos zapatos rojos de tacón muy altos.

Me puso pulseras rosas y blancas y unos pendientes pequeños con forma de lacitos rojos.

Luego me metió en el coche y me dió un plátano y unas pocas galletas. ¡Era lo primero que comía en tres días! Así que lo devore en dos minutos.

Andrés me dio unas reglas de comportamiento para la fiesta.

Llegamos a un club y Andrés me cojió de la mano y me arrastró dentro. "Se buena conmigo y con mis amigos, y cuando la fiesta acabe te daré una pizza entera para ti sola, y te daré tres días de descanso, donde no tendrás que desfilar y ni yo ni nadie te tocará, ¿de acuerdo?".

Todo eso sonaba tan bien que no pensé que en lo que ser buena con sus amigos significaría.

El club estaba medio iluminado y había puffs y sillones por toda la habitación y mesas redondas.  La música electrónica sonaba muy alta y estaba lleno de gente. Andrés divisó la mesa que buscaba y empezó a arrastrarme detrás de él entre toda la gente bailando y bebiendo. Noté muchas manos tocar mi trasero pero al girarme ya no había nadie, y también vi un chico de rodillas chupándole el pito a otro hombre y vi una mujer en medio de dos hombres mayores que la tocaban y sudaban mientras ella gemía. Escuché muchas voces jóvenes gritar pero no veía a nadie.

Llegamos a unos sillones redondos formando un círculo con una pequeña mesa redonda en medio, y en los sillones se sentaban cuatro hombres bastante más mayores que Andrés.

-¡Hola! Que alegría encontraros.

Me quede entre la gente que bailaba mientras Andrés les daba la mano a todos y hablaban un poco.

Me pregunté si serian fotógrafos o diseñadores.

Empezaron a hablar de los desfiles y de próximos proyectos mientras empecé a notar a alguien bailando detrás de mí.

-Bueno, basta de charla, os he traído una sorpresa -todos parecieron emocionados y Andrés me hizo un gesto para que me acercara- os presento a mi muñequita.

Agarrándome fuerte de un brazo, Andrés me puso delante de él y dejó que los cuatro hombres me observarán.

Todos me miraron y sonrieron.

-Vaya, vaya... ¿Como te llamas preciosa?

-Marina, señor.

-Uy, que bien educada -dijo el mismo hombre, debía rondar los 60 años y tenía el pelo blanco y los dientes amarillos. Acercó una mano a mi mejilla- y dime, ¿cuantos años tienes Marinita?

Andrés me apartó de su mano.

-Las firmas primero señores, no quiero ser maleducado pero negocios son negocios.

Los cuatro hombres se miraron entre ellos, murmuraron y uno alargó la mano en dirección a Andrés. Este sacó un papel del bolsillo interior de su traje y un bolígrafo y se lo entregó. Los cuatro hombres lo leyeron rápidamente y firmaron uno por uno. Luego sacaron cuatro cheques y los firmaron también.

Se lo dieron todo a Andrés

-Genial. -se giró hacia a mi- Marinita cielo, voy a ir a hablar con alguna gente que conozco. Tú quédate con mis amigos y se amable como hemos acordado, vale muñeca.

Yo asentí, y él me dió un beso en la boca. "Haz lo que te digan o esas fotos que tomé de ti la primera noche que te follé llegarán a manos de tus padres y toda la gente que conoces". Terminó la frase apretándome los brazos tanto que las marcas de sus dedos quedaron en mis brazos y me miró con una dura mirada.

Entonces me dió una palmadita a mi nalga y desapareció entre la gente.

Pensé en salir corriendo, pero luego pensé en esas fotos. Sobre todo en esa dónde se veía mi chochito enrojecido y manchado de leche.

Me indicaron que me sentara entre ellos, y me ofrecieron un vaso de champán. Con dos hombres a cada lado me sentía algo acorralada.

Empezaron a preguntarme cosas sobre los desfiles, si me gustaba el trabajo de modelo, si me gustaba conocer nueva y si tenía ganas de crecer como modelo.

Les iba contestando hasta que me di cuenta de que no me escuchaban realmente.

El hombre de mi izquierda me empezó a pasar la mano por el cuello.

-Tienes una piel muy suave Marinita, ¿vas a ser buena con nosotros?

Hizo un gesto y un camarero trajo un plato con pequeños snacks y mis ojos fueron a la comida.

-Mira -dijo el de la derecha- si me das un besito te daré un pedacito de queso...

Le di un beso muy rápido solo tocando los labios pero él me sujetó la cabeza y me metió la lengua en la boca. Me dió muchísimo asco, era un hombre muy mayor, más que el Padre Pablo, y su boca olía a puros y alcohol.

Se rieron mientras me comía el queso rápidamente, y el hombre de mi izquierda me dijo que si le daba un beso y le ponía la mano entre las piernas me daría 2 pedazos de queso y un poquito de pan. Así que cerrando los ojos, lo hice.

Comí rápidamente e intenté excusarme para ir al baño. Estos hombres eran viejos, olían mal y me daban un mal sentimiento en la tripa, pero el que estaba más a la izquierda me dijo que no, que estábamos hablando y que no fuera maleducada.

Intenté hablar de varias cosas, les pregunté sus nombres y a que se dedicaban, pero pronto dejaron de hacerme caso y empecé a notar algunas manos en mis piernas y otras en mi espalda. Les pedí que por favor me permitieran ir al baño y me levanté, pero entonces uno de ellos me cojió del brazo y me sentó rápidamente.

-Si no quieres que le contemos a Andrés que eres una zorra desagradecida, mejor quédate sentadita y pórtate bien.

Sintiéndome derrotada dejé que sus manos empezarán a recorrerme el cuerpo. Después de unos minutos, uno de ellos me dijo que me sentara en el borde de la mesa y dejara las piernas abiertas. Así lo hice y me empezaron a besar en la boca y a tocar por todas partes, unas manos me bajaron el vestido un poco con lo que mis pechos quedaron al aire.

-Fijaros que dos tetas tiene, parecen dos chucherías.

Uno de ellos le pasó la mano por el pezón y luego le dió una palmada en la teta.

-Por favor... Por favor dejen que me vaya...

Asustada, miré hacia los lados esperando que alguien me ayudara, pero solo vi personas bebiendo.

Empezaron a tocarme más fuerte, a pellizcarme y besarme más continuo.

El más mayor de ellos se levantó, de forma que mi cabeza quedaba a la altura de la polla que se acababa de sacar. Era pequeña y arrugada y me la empezó a pasar por una de mis tetas mientras otro empezó a tocarse a si mismo mientras veía como el tercero de ellos se ponía de pie a mí otro lado, se sacaba su cosa y me hacía poner una de mis manitas alrededor y empezar a movérsela.

El cuarto me dijo que abriera mi boquita y como dije que no, me retorció uno de mis pezones hasta que grité, aprovechando el para metérmelo en la boca.

Cogiéndome de mis trenzas empezó a moverme la cabeza para que le chupara todo bien. Notaba sus huevos colgantes golpearme la barbilla y cerrando los ojos esperé que pasara pronto.

Noté que el pito que estaba sujetando empezaba a palpitar y en unos segundos estaba derramando su leche sobre mi teta.

El que había estado azotando mi pecho con la suya se derramó también sobre mi pecho. Entonces me cogieron y me pusieron de rodillas sobre el sofá.

Unas manos me obligaron a bajar la cabeza hasta que tuve otra polla en mi boca y al que se la había estado chupando se puso tras de mí.

-Mirad que coñito más rosado y pelado tiene, no como el de mi mujer... Como me la voy a follar.

Empezaron a reírse mientras yo me revolvía.

-¡No! No por favor, por ahí no... Me duele...

-¿Quién le ha dado permiso a esta zorra para hablar? Pensaba que las muñecas eran mudas, ¡métele algo en la boca joder!

El de atrás me pegó una palmada muy fuerte en la nalga mientras el otro metía su polla en mi boca otra vez.

Mientras la notaba entrar y salir, el otro hombre me cojió de mi estrecha cinturita y empezó a abrirme el coñito muy despacio. Lo noté empezar a abrirme la carne maltratada e intenté decirle que parara.

-¡Mmmph! N... Noomffm... For favoooor mmmpfh

Se reía mientras me la enterraba más adentro. Empecé a notar las heridas que Andrés me había provocado por follarme estando seca y como todo empezaba a escocer de nuevo, mientras que el otro me movía la cabeza arriba y abajo y apretaba mis tetitas mientras tanto.

-Joder... Que apretada está, tenía razón Andrés, y seca... Aahhh... Si, bonita, si... Mueve la cadera muy bien, putita...

Seguía revolviendome para intentar escapar.

Dándome más cachetadas en el culo empezó a moverse más rápido. Entonces el que tenía en la boca se derramó en mi garganta y me sujetó para que me lo tragara todo.

Cuando acabó, se levantó y caí boca abajo sobre el sofá, el viejo que me follaba me apretó la cara contra el cojín para que no se oyeran mis lloros y quejas cuando empezó a ir más y más rápido, hasta que se corrió dentro también.

Salió de mi muy rápido y noté el escozor de la leche sobre mis cortes internos de nuevo, pero por lo menos había terminado todo.

Pasados varios minutos intenté poco a poco levantarme. Los cuatro viejos habían ido a otra mesa cercana y estaban bebiendo y hablando con otras personas, vestidos y como si nada hubiera pasado.

Como si no me acabarán de violar ahí mismo en mitad de la fiesta.

-Hola -mire a y vi a un chico joven delante mío, alto y moreno, debía tener unos 20 años- ¿que te ha pasado?

-Yo... Em... Nada, solo... solo necesito salir de aquí...

-¿Porque tanta prisa, guapa? ¿No lo estás pasando bien?

-N...no...

Me ayudó a levantarme y me puso contra la mesa.

-¿Y eso? ¿Que te han echo?

-Yo... -se acercó a mí y me puso las manos en las nalgas- nada, solo... Por favor no me toques, tengo que irme.

-No me hables así cariño, sólo intento ayudar...

Empezó a lamerme el cuello mientras me apretaba el culo y aunque seguía intentando empujarlo, era muy fuerte y yo demasiado chiquita y estaba muy débil.

Me subió a la mesa y me tumbó mientras le suplicaba que me dejara ir, que iban a venir a buscarme y que tenía prisa, pero sin hacerme caso me empezó a meter su pito y cuando estuvo todo dentro empezó a moverse como un loco. Los vasos caían de la mesa y el alcohol se desparramaba sobre mi cara y mi pelo, y la gente que pasaba alrededor solo se reían.

-¡No! Por favor déjame, déjame. Me duele mucho, por favor...

Sin hacerme ningún caso siguió empujando durante algunos minutos más, salió de repente y me echó su leche por la cara.

-Fue un placer, muñeca.

Se fue y me quedé mirando la lámpara de encima mío, apenas podía moverme y nadie parecía prestarme ninguna atención.

Antes de que me pudiera levantar vi la cara de uno de los señores, y entonces noté como me empezaba a follar sin ningún preámbulo.

-¡AY! No, nooo... No más...

Llorando intenté apartarle, le pegue débilmente en los brazos y me escupió en la cara.

Me follo rápido y fuerte también. No dolía tanto como al principio porque ya tenía algo de leche dentro de mí chochito, y sangre también. No estaba tan seca pero escocía muchísimo.

Entonces, me levantó las piernas para ponerlas sobre sus hombros y siguió follandome muy adentro.

Al poco tiempo se corrió mucho dentro de mí.

Entonces vi otra cara y sentí otra polla entrandome, está vez más lento, pero parecía que no acabaría de entrar nunca. Lloré al sentir las embestidas furiosas contra mi joven útero.

Al poco rato dejé de llorar. No me quedaban lágrimas supongo.

También deje de reconocer las caras y perdí la cuenta de cuántos me violaron esa noche. Mi cerebro no llevó la cuenta más allá de la cuarta cara que vi encima de mí follandome como un salvaje.

Sé que en algún momento me giraron y noté la madera fría contra mis pequeñas tetas. Me follaron también así, fueron 5 o quizá 6 pollas distintas las que note dentro mío mientras mis brazos y piernas caían a los lados de la mesa. En esa posición tuve también tres pollas que se corrieron en mi boca, aunque no sé quiénes fueron.

Alguno de los hombres me terminó de follar sobre el sofá.

Pasaron horas supongo, no lo sé.

Pero si sé que cuando escuché la voz de Andrés y abrí los ojos, estaba tumbada boca abajo en el sofá, con el vestido roto y había un pequeño charco de semen vomitado en el suelo.

-Vaya vaya muñequita, parece que lo has pasado bien en la fiesta eh.

Me cojió y me levantó del sofá, y me sacó del lugar en brazos, porque mis piernas no funcionaban.

Me lanzó a la parte de atrás de un coche y no sé cómo me llevo hasta la habitación del hotel sin que nadie me viera. O a lo mejor si me vieron, pero a nadie le importó.

Recuerdo vagamente como me echo en la bañera y me lavó entera, sobre todo mis piernas que estaban cubiertas de lefa y sangre seca. Recuerdo mi coñito bombear cuando me echó el agua fría por encima y cuando me abrió los labios y me lavó con su dedo lleno de jabón, y el escozor que me provocó.

Recuerdo a Andrés de pie mientras yo estaba arrodillada en la ducha y recuerdo su polla en mi boca. Mis labios y mi lengua ya no sentían nada.

Recuerdo que por primera vez desde que me vendieron mis padres, Andrés me dejó dormir en una cama de verdad y recuerdo acurrucarme en un lado de la cama y abrazarme a mis rodillas.

-Has sobrevivido a tu primera fiesta post-desfile y me has ayudado a conseguir un contrato millonario, estoy orgulloso de ti. -dijo, mientras me acariciaba la cabeza. Yo me encogí aún mas bajo las mantas- Buenas noches, muñequita. Me alegra que no estés molestando llorando como una imbécil, como haces siempre.

Me habría gustado decirle que no lloraba por que no me quedaban lágrimas.

[Continuará]

Nota de la autora: ¡hola de nuevo! Espero una vez más que este capítulo también haya sido de vuestro agrado. Me gustaría agradecer a la gente que me enviáis emails entablando una buena conversación sobre el relato y también a quienes me comentáis y leéis. Estoy muy contenta con la acogida de mi historia, sobretodo porque planeo escribir una historia larga.Me gustaría lanzar una pregunta a quienes me leéis regularmente y planeais seguir haciéndolo, ¿os molestaría que subiera un par de capítulos (no seguidos) en los que no hubiera relaciones sexuales explícitas? Me explico, me gustaría hacer avanzar la historia y contar algo más de otros personajes, pero quizá eso resultara en algún capítulo sin acción sexual. Me gustaría que me contestarais, gracias.

Una cosa más, alguien me envió un email preguntando cómo escribir en cursiva y como resaltar algunas frases en negrita, pero borré el mail sin querer; si me estás leyendo querido, puedes cambiar el estilo de las letras al enviar el relato, te deja jugar un poco con diferentes tipos de escrituras.

Muchas gracias a todos y todas por leer y comentar, un beso.