Top Model (4) Debut en la pasarela.
Si alguna vez pensaste que la vida de las modelos es maravillosa, te equivocas. Somos perchas para ropa cara y moneda de cambio entre gente poderosa y depravada. Esta es la historia de como acabe siendo una top-model. No es para gente sensible.
Nota de la autora: hola de nuevo y gracias por leer! Estoy muy agradecida a todos los que mandáis mails y comentarios.
Pero quería lanzar un pequeño mensaje desde aquí. Acepto todo tipo de críticas, pues de eso va el ser escritora, pero no entiendo a los que me mandáis mensajes con quejas del tipo "uy qué violento" o lo último que he leído "se ha convertido en una película de terror, no me gusta". Con todo el respeto, a ver gente... Yo entiendo que este relato está lleno de violencia, pero, ¿que esperabais al meteros en la sección de no consentido? ¿Esperabais una película Disney? ¿O una de esas historias donde la persona violada de repente se convierte en adicta al sexo y le acaba encantando que le violen?
Las cosas no son así, las violaciones son terribles y violentas y, de echo, algunas son mucho peores de lo que relato aquí. Pero ya lo pone en el resumen, no es para gente sensible.
También entiendo que la edad de Marina puede ser un poco un shock, pero a nadie parece importarle cuando leen relatos de mujeres de 40 siendo violadas, o incluso niñas de 15 años. Mi intención es que Marina crezca con la historia.
En fin, que si no os han gustado estos primeros capítulos por qué no son de color de rosa y maravillosos, no sigáis leyendo porque la cosa se pone peor, hasta ahora Marina solo ha echo algunas mamadas.
Como alguien a dicho en un comentario, a algunos les gustan las cosas edulcoradas, y yo no las edulcoro.
Un saludo y disfrutad :)
[Riendo, Lui me tiró contra el colchón y cerró la puerta.]
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Pareció que pasó mucho tiempo, ccuando la puerta se abrió de nuevo.
Andrés entró con otra bolsa en las manos y sin mediar palabra me levantó del colchón por el pelo y me tiró dentro de la bañera.
Intenté quejarme pero estaba tan débil por el hambre que a penas podía mantener los ojos abiertos.
Puso el agua muy fría y del sobresalto me desperté de repente, empezó a pasarme las manos por el cuerpo y, cuando intenté alejarme, me dijo que si me quedaba quieta y dejaba que me lavara, me daría comida al acabar, así que no protesté más.
Me lavó el pelo y todo el cuerpo, pasando sus manos sin ningún cuidado por mi espalda, mi vientre y mis piernas. Cuando llegó a mis pequeños pechos los masajeó y apretó durante un rato con la excusa de "limpiarlos de lefa seca".
Me pasó las manos por el culo y me daba palmadas sobre los cortes producidos por la fusta, y luego me hizo abrir las piernas. Como me negaba, me dió una bofetada y me dijo que si no lo hacía, iba a pegarme con la fusta en mi chochito.
Cuando acabó de lavarme, me sacó y me dió una toalla, y me dijo que cuando estuviera seca saliera a la habitación.
Me sequé con cuidado y, tambaleándome, salí.
La luz natural que entraba por la ventana me parecía tan bella...
Había otro hombre con Andrés, un rubio bajito y feo que me presentaron como Manuel. Estaba tan desorientada y mareada por el hambre que ni quiera intentaba taparme el cuerpo desnudo.
Manuel me puso delante del gran ventanal y empezó a hacerme fotos, cada vez que me tocaba para cambiarme la posición me besaba y me agarraba por todas partes, o me daba manotazos.
Al acabar, Andrés me hizo darle un beso largo a Manuel y ponerme de rodillas para agradecerle las fotos que había tomado, y me empujó para que le pasará la cara por la entrepierna mientras murmuraba "gracias, gracias".
Cuando estuvo satisfecho, Andrés me dijo que me pusiera la ropa que había en la bolsa, una falda negra que apenas tapaba mi trasero y una camiseta roja medio transparente que dejaba ver mis pechos, y unos tacones.
No podía creerlo, ¡me cojió de la mano y me sacó del edificio! Caminamos lentamente hacia un coche negro con ventanas tintadas aparcado en frente del edificio, y nadie que pasaba por allí parecía ver a la chiquilla con cortes y moratones en la cara, vestida como una puta de esquina, que caminaba como una zombie hacia un coche que parecía de mafiosos.
Nos sentamos en la parte de atrás, y cuando el coche empezó a moverse, Andrés me dió un tupper con una ¡hamburguesa, patatas fritas y tomate y lechuga! Casi no podía creerlo y empecé a engullir mientras él se reía y me acariciaba las piernas.
Cuando acabé me dió una botella de vino tinto y me dijo que quería que la bebiera toda.
-¿Ves esa casa? -al mirar por la ventana vi mi casa, y cuando me tiré hacia la puerta para abrirla, Andrés me sujetó. Entonces vi un coche deportivo rojo, nuevo y caro, y a mis padres salir de él mientras reían y admiraban su ropa nueva. Se dieron la mano y entraron en la casa. -Ya ni se acuerdan de ti.
Quise llorar. Era cierto, mis padres habían firmado un contrato para que yo perteneciera a Andrés y a su agencia de modelos, a cambio de algo de dinero.
Me miré en la pantalla reluciente que separaba al conductor de nosotros, y vi mi bello pelo negro enmarañado y sin brillo, mis ojos verdes estaban hundidos y tenía ojeras negras debajo, mis mejillas estaban hundidas y mi mejilla tenía aún el corte que Marco me provocó.
-Tengo más hambre, señor Andrés -dije, apartando mi mirada de ese reflejo.
El sacó una manzana y algunas uvas y me dijo que, si seguía bebiendo el vino, podía comerme la fruta. Le pregunté si no podía darme otra cosa que no fuera fruta, tipo otra hamburguesa.
-Lo estás haciendo muy bien, has perdido ya algo de peso esta última semana y no quiero que vuelvas a ponerte como estabas antes.
Di las gracias y me comí la fruta y bebí el vino.
Creo que pasaron un par de horas en las que medio dormí, notaba las manos de Andrés por todo mi cuerpo pero mi cuerpo solo quería descansar, últimamente estaba siempre cansada.
Me dijo que íbamos en dirección a Madrid, que iba a tener mi primer desfile de verdad.
El resto del viaje en coche es aún hoy bastante borroso, no lo recuerdo todo. Sé que me hizo algunas fotos porque recuerdo un flash muy fuerte en frente de mi cara, que me hacía recordar a las Polaroids qué el Padre Pablo me sacaba cuando estaba de rodillas confesando...
Y también recuerdo que en algún momento me metió su cosa en la boca. Recuerdo no poder respirar y al abrir los ojos, ver sus bolas y su ingle en frente de mis ojos, y recuerdo su pito pasando por toda mi cara, y pegándome en la mejilla.
También recuerdo a Andrés diciendo algo sobre qué si tenía hambre, él tenía leche para mí.
Recuerdo también que estábamos en un atasco, y creo que en algún momento paramos para poner gasolina, porque tengo un borroso recuerdo del conductor del coche en el asiento de atrás, besándome y golpeando una de mis tetas con su pito muy duro aunque muy pequeño.
Cuando empecé a ver con más claridad, vi que Andrés estaba a mi lado leyendo algo, y vi no una, si no dos botellas de vino vacías a mis pies. Estaba vestida, aunque tenía en la boca el sabor de la leche amarga y mi falda estaba manchada de algo pegajoso.
Andrés me sonrió al despertar y empezó a ponerme maquillaje en toda la cara, en los brazos y en las piernas, tapando mis moratones y cortes.
"Ya casi estamos" me dijo.
-Casi llegamos al hotel, -me dijo- presta atención a las reglas. Cuando entremos al hotel, no quiero que digas nada más que hola y gracias en recepción, vas a mirar adelante todo el tiempo y vas a sonreír. Si alguien te pregunta algo, tú dices que estás bien y que vienes conmigo, que eres mi hija... Como se te ocurra llorar o pedirle ayuda a alguien... -abrió un poco la maleta que llevaba y me enseñó que dentro llevaba la fusta que Lui usaba.
Asentí, el coche paró y entramos. Tenía gracia como nadie me dirigió un segundo vistazo una vez Andrés sacó el dinero en recepción.
De ahí en adelante, todo fue igual de confuso.
Fuimos a la habitación y me lavó de nuevo, tocándome por todas partes. Me seguía dando vasos y vasos que pasaron de ser vino a champán, estábamos en un coche de nuevo, cambiamos de coche y subimos a un todoterreno en el que había más hombres. Más vasos de champán y manos que recorrían mi cuerpo, manos estirando de mis pequeños pezones, besos con lengua y babas por todas partes, manos en mi trasero.
De repente paramos, entramos en otro edificio. La música estaba altísima, y por todas partes veía ropa colgada, modelos corriendo prácticamente desnudos de un lado a otro, gente gritando "siguiente".
Unas manos me llevaron hasta una habitación algo más pequeña, ¿por qué tenía otro vaso de champán en la mano? "Bebetelo rápido chiquilla". Obedecí.
De repente un foco fortísimo apuntó a mi cara y caí al ser deslumbrada, cuatro manos me levantaron y me desnudaron tan rápido que me mareé. Vomité, la comida y los litros de alcohol. Alguien gritó, las manos desaparecieron e intenté no caer de nuevo. Detrás del foco alguien hacia fotos a mi cuerpo desnudo. Las manos reaparecieron y me giraron. Más fotos, más champán para "calmar el estómago".
Alguien se plantó delante mío y me abofeteó, al intentar llorar de repente tenía algo en mi boca. Boquee buscando aire y me di cuenta de que era un pito. El dueño empezó a moverme la cabeza y de repente tenía de nuevo el sabor de leche amarga en mi boca y saliéndose por la nariz.
-Que la preparen.
Entonces las manos reaparecieron y me arrastraron por varias habitaciones.
Cuando abrí los ojos, estaba sentada en una silla, completamente desnuda y varias personas me aplicaban maquillaje por todo el cuerpo sin ningún cuidado, y un hombre joven me peinaba.
Andrés apareció detrás mío y me preguntó qué tal estaba. Empecé a llorar y a decir que me quería ir, que estaba enferma, que por favor me llevase al hotel.
Si, ya sé que el era el culpable de que yo estuviera ahí, pero también era la única cara que conocía.
Andrés me puso una mano en la nuca y me aplastó la cara contra la mesa donde todo el maquillaje estaba.
-Comportate, deja de llorar y haz caso a todo lo que te digan, o te voy a dar tanto que ni tu madre podrá reconocer tu cara.
La gente de maquillaje y peluquería no hicieron nada, simplemente se apartaron y volvieron a mí cuando Andrés me soltó.
Estaba paralizada, intentaba tragarme las lágrimas.
Andrés sacó algo de su bolsillo.
-Toma un poco -me ofrecía una pequeña bolsita con polvo blanco dentro. Le miré sin comprender y me cogió un dedo y lo metió en la bolsa, de forma que la parte larga de mi uña se llenó del polvo ese. Me lo acercó a la nariz -respira muy muy fuerte.
Le hice caso y empecé a toser, la nariz me empezó a picar y la garganta también, Andrés y la gente de maquillaje se rieron.
Me puso la mano en el hombro y me dijo que me buscaría cuando el desfile acabara, y que lo hiciera bien o me arrepentiría.
Al principio no note nada, pero al poco la música se distorsionó más.
Empecé a sentir algo de emoción por mi primer desfile, ni siquiera tenía hambre ya ni me dolían las heridas.
¡Que emoción! Estaba a punto de hacer mi debut como modelo. Aunque algo me decía que mi debut había sido de mano de todas las fotos que me habían tomado, no hice caso y empecé a sonreir por primera vez después de dos semanas.
Un chico también modelo se me acercó con un vaso de algo que no era champán y me lo ofreció, yo lo bebí de un trago y luego le besé en la boca para agradecerle.
De repente otras manos me cogieron, me levantaron y empezaron a vestirme. Me miré al espejo y me maravillé del trabajo de la maquilladora, ya no tenía ni un moratón.
Subida a unos tacones tan altos como los que Lui me había dado, alguien me empujó a la pasarela y me gritó ¡camina!.
Incluso hoy en día lo pienso a veces, y no tengo ni idea de cómo lo hice. Caminé sin si quiera ver la pasarela y todo fue una nube de flashes, gente aplaudiendo y tres cambios de ropa juntados con otro poco del polvo aquel de Andrés.
Recuerdo terminar y salir todas las modelos a aplaudir en la pasarela, y la gente mirándome y señalándome, todos me decían que lo había echo genial.
Pero lo peor vino luego.
Al acabar el desfile volvimos al backstage y la gente de vestuario vinieron a mí y me quitaron la ropa y los zapatos, y al poco vi a Andrés venir hacia mi.
-¡Fantástico! -aplaudía y me besó en la boca mientras me agarraba las nalgas -venga, volvamos al hotel, mañana más.
¿Más?
Me dió una gabardina que me llegaba a las rodillas y descalza me llevó hasta un coche.
Un hombre muy viejo nos paró antes de salir y le preguntó si no íbamos a la fiesta de post desfile. Llevaba de la mano a una de las modelos, una chica también muy joven y delgada solo vestida con lenceria.
Ella no sonreía, de echo parecía asustada.
Cuando Andrés dijo que no, que este había sido mi primer desfile y que íbamos al hotel a "celebrarlo" el viejo le guiñó un ojo y al irse me dió una palmada en el trasero.
Subimos al coche y Andrés me abrió la gabardina y me empezó a tocar por todas partes, me sobaba casi con delicadeza pero el efecto del polvo ese se estaba yendo y yo tenía miedo, no quería estar a solas con él. Intentaba apartarme de el pero no me dejaba.
Llegamos al hotel y me empujó dentro del ascensor, dónde me hizo ponerle la mano entre las piernas y noté que estaba algo muy hinchado.
Al llegar a la habitación Andrés cerró la puerta con la llave y echó el cerrojo, fue a la tele y la puso muy alta.
Entonces vino hacía mi.
[Continuará]