Top Model (3) Me enseñan a desfilar.
Si alguna vez pensaste que la vida de las modelos es maravillosa, te equivocas. Somos perchas para ropa cara y moneda de cambio entre gente poderosa y depravada. Esta es la historia de como acabe siendo una top-model. No es para gente sensible.
Aviso: este capitulo contiene spanking.
[...]
Escuché sus voces durante un rato más, pero no sé exactamente cuando me quedé dormida con la manta enroscada a mi alrededor.
Estaba sola.
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Desperté después de (supongo) muchas horas.
Me dolían mis pequeñas tetas, me dolía el trasero, me dolía la cabeza, me dolía la boca, los labios, la mandíbula, la boca, la mejilla que había manchado de sangre el colchón, me dolía sobretodo el alma. Mis ojos ardían aún por todo lo que había llorado y por los golpes mi nariz estaba taponada.
Me sentía pegajosa y tenía una sed terrible.
Me levanté haciendo uso de toda mi fuerza e intenté llegar al grifo, ahí puse la cabeza bajo el chorro de agua y bebí como una perrita.
Al levantar la cabeza me vi en el espejo, pero giré la cabeza inmediatamente, no podía soportarlo.
Poco a poco llegué a la bañera y me senté dentro, dejando que el agua cálida me cayera por encima.
El secarme con la toalla me costó demasiado, tenía moratones por todo el cuerpo.
Tras esa primera ducha, me puse de rodillas en el colchón y recé todo lo que sabía, esperando que alguien allá arriba me ayudara.
Lloré y canté en voz baja a un dios y una virgen que parecían no atenderme.
No intenté llamar a mi madre o a mi padre, ya que lo había echo mientras me atacaban esos hombres, y ellos tampoco me habían contestado.
Cuántas horas habían pasado, era difícil de decir. No había ninguna ventana y la luz estaba constantemente encendida.
Tenía hambre. Recordé con una punzada como todos habían dicho que estaba gorda, pero tenía hambre.
Rezaba y rezaba y me quedaba dormida entre medias, me levantaba y buscaba una rendija, algo que me diera esperanzas de salir de ahí.
Abrí los ojos una vez más cuando escuché el cerrojo.
La puerta se abrió y Andrés entró con una bolsa en la mano.
Sin decir una sola palabra, sacó una nueva camiseta negra, dos manzanas y una botella de zumo de plátano.
Se fue y volví a escuchar el cerrojo.
Pasó mucho tiempo desde la visita de Andrés.
Tanto tiempo que lo único que quedaba de las manzanas eran las pepitas, que había tirado por el váter para no tentarme a comermelas.
Estaba muy débil, no sabía hacia cuanto había comido por última vez, me dolía hasta moverme. No sabía hacia cuanto había tomado mi última ducha, ni cuánto tiempo llevaba ahí encerrada.
De vez en cuando había escuchado voces en la habitación más grande, y había intentado gritar para que alguien me ayudase.
Se abrió el cerrojo de nuevo, y recé para que fuera Andrés trayéndome comida, pero no.
Alguien me golpeó la pierna.
Al abrir los ojos me costó enfocar y ver algo, pero al fin vi a la persona que me había pegado. Era una mujer muy alta y delgada, con aspecto de estar sobre los 40. Sus piernas eran tan delgadas como mis brazos, e iba vestida con vaqueros y camiseta de tirantes, y unos tacones bastante altos.
-Levanta novata, en dos minutos te quiero presentable y aquí fuera. Tú clase esta a punto de empezar.
Desorientada, intenté levantarme varias veces. Al fin pude ponerme en pie y beber agua del grifo.
Intententé peinarme con los dedos y alisarme la camiseta, pues no tenía nada más de ropa.
Cuando salí del baño/cárcel, la habitación estaba vacía, a excepción de la señora que me había despertado, y la cámara de vídeo estaba de nuevo encendida.
-Ven aquí. Hoy vas a aprender a desfilar como una modelo de ver... ¿Donde está tu ropa?
Hice un gesto para expresarle que no lo sabía, y molesta caminó hasta una maleta que había traído y me lanzó un sujetador blanco y unos zapatos de tacón finísimos y muy altos. Me indicó que me dejara el tanga rojo puesto.
Cuando me lo puse todo me señaló el final de la habitación y con paso vacilante fui hasta ahí.
Nunca había caminado con ese tipo de zapatos y se notaba, tenía miedo de hacerme daño.
La mujer se presentó como Lui y me dijo que empezará a desfilar, que le enseñara lo que sabía hacer.
Me hizo desfilar durante horas, y caí y me tropecé muchísimo por el hambre, por lo que me azotaba hasta hacerme suplicar con una larga fusta que llevaba.
Esto paso durante varios días. Normalmente al acabar la señora me daba una manzana o una pera.
-¿Te han gustado estos dos últimos días sin comer?- Al ver a Lui con su fusta negué con la cabeza.- Bueno, sal aquí y trabaja un poco, y si al final lo haces bien quizá te dé de comer al acabar.
Muy poco a poco empecé a caminar. Un pie detrás del otro, pero no llegué muy lejos y a los dos metros me caí de rodillas.
Lui se acercó a mí y me levantó rudamente, para luego pegarme en el muslo con la fusta de punta muy fina. Al sentir el picor me sobresalté y caí de nuevo. No me acostumbraba a ese dolor.
Lui se rió y me volvió a pegar, esta vez en la espalda.
-¡Levántate y empieza a desfilar!
A duras penas me levanté e intenté seguir adelante.
Pero a los pocos metros tropecé y a punto estuve de caer de nuevo, y, aunque paré la caída con las manos, Lui me azotó una nalga con la fusta y me siguió pegando hasta que comencé a caminar de nuevo.
Esto se repitió durante creo una media hora, hasta que poco a poco caminé algo más fluidamente.
-¿Cómo va mi nuevo modelo?
La voz de Andrés me distrajo y caí de nuevo al suelo cuando se me torció el tobillo. Andrés empezó a reír mientras Lui me daba con la fusta en la espalda tres veces.
-¡Por favor! ¡Por favor, pare!
Al oírme, Lui me pegó tes veces más, esta vez mucho más fuertemente.
-Marina, ven aquí -Andres me llamó desde el sofá. Lentamente caminé hacia el- ves al mueble bar y tráeme un vaso de Ginebra frío. Y cuidado, si se te cae el vaso, le daré permiso a Lui para arrancarte la piel con esa fusta.
Con el estómago encogido, fui capaz de caminar de vuelta a Andrés con el vaso intacto, se lo bebió de un trago y me pidió otro, así que hice el camino de nuevo. Cuando volví a estar en frente de el, se lo volvió a beber y me pidió que esta vez le trajera la botella.
Cuando por fin lo hice, sirvió dos vasos y me dió uno.
-Dime Marina, ¿porque no haces lo que Lui te dice y caminas sin caerte?
-Es... Es complicado, señor Andrés, los zapatos me duelen.
-¿Y ese es mi problema?
-Eh... No, supongo que no, señor.
-No, no es mi problema. Te he traído a una profesora para que te enseñe a desfilar como las mejores y te atreves a quejarte. ¿Como puedes ser tan desagradecida?
Me quedé de piedra sin saber que contestar.
-Desnúdate.
Al no hacerlo al momento, Lui me vino por detrás y me azotó los muslos hasta que caí de rodillas.
Entonces empecé a quitarme el bikini hasta que quede con los zapatos solo.
-Ven, túmbate boca abajo sobre mis rodillas, si venga.
Cuando me tuvo desnuda sobre sus piernas, me pasó la mano lentamente sobre las nalgas mientras hablaba.
-Todo esto lo hacemos por ti, Marinita, debes aprender...
Al punto de acabar la frase, dejó caer su mano fuertemente sobre mi nalga izquierda.
-¡¡Au!!
-Y, sobre todo -continuo él- has de ser responsable de tus actos y aceptar los castigos impuestos cuando haces mal tu trabajo -y me pegó en la nalga derecha.
-¡¡Ah!! Por favor, señor Andrés...
-Y, muy importante también, mantener la boca cerrada hasta que se te dé permiso para hablar...
Dejó caer cuatro nalgadas fuertes sobre mi culo, y cuando yo grité de nuevo Lui me pegó dos veces muy seguidas en los pechos con su fusta de punta finísima.
Mis lágrimas empezaron a caer pero no me atreví a hablar más. Empezé a morderme los labios mientras Andrés me daba palmadas en el culo y Lui dejaba caer algún que otro fustazo en mi cuerpo.
-Ahora, mira a Lui a los ojos y pídele perdón por ser una estúpida desagradecida que no se esfuerza para aprender.
-Grac... Gracias señora Lui por su esfuerzo y le pido AH -otra nalgada me cortó el habla y otra más por gritar- le... le pido perdón por no esforzarme lo suficiente...
Con lágrimas en los ojos y resbalandome por la cara miré a la mujer a los ojos y ella sonrió y se acercó a mi cara.
Empezó a besarme en la boca y a meterme la lengua mientras su fusta seguía dando pequeños golpes en una de mis tetitas.
-Estas perdonada, pero ahora lo vas a intentar de nuevo.
Me señaló el final de la habitación y me levanté lentamente, hice amago de coger mi bikini pero Andrés me pegó en la mano e hizo un gesto para que empezará a desfilar desnuda, solo con los altos zapatos.
Muy despacio volví hasta el final intentando ignorar el dolor que mi culo sentía, me ardían las nalgas y las pequeñas laceraciones en mis pechos parecían quemar cada vez que estos rebotaban.
Intente caminar con algo más de seguridad hacia el final, pero entonces ocurrió lo peor. Un mareo producido por la ginebra y el hambre me hizo tropezar y caí al suelo de rodillas.
Por unos instantes me quedé ahí, intentando tragar las lágrimas.
Fue entonces cuando sentí los golpes de la fusta en mi espalda, y el zapato que me empujó hasta que mi tripa tocó el suelo, y los siguientes golpes sobre ya mis doloridas nalgas, cuanto más lloraba más fuerte me pegaba, y juré que podía sentir la piel levantándose.
Apreté la cara contra el suelo, ignorando el frío que endureció mis pezoncitos e intenté tragarme las lágrimas.
Al poco escuché la voz de Andrés diciendo que me levantara y fuera hasta él, lo que hice despacio y fallando varias veces.
-Te dije que te esforzaras, eres una estúpida que no sabe hacer nada bien, y te mereces cada golpe que has recibido.
Hizo un gesto y Lui me empujó al suelo entre sus piernas, entonces Andrés se sacó su pito de nuevo y me dijo que pusiera mí mano alrededor y lo moviera. Empecé a hacerlo, arriba y abajo, arriba y abajo... Su cosa iba creciendo y me sorprendí de nuevo al ver el tamaño. Vi una sola vez el de un niño del colegio y lo tenía muy pequeño, y dos veces había visto el del Padre Pablo y lo tenía mucho más delgado y corto.
Recé porque no quisiera que me lo metiera en la boca de nuevo, me daban arcadas solo con recordar el sabor.
Notaba a Lui darme pequeños golpes por todo el cuerpo, y las manos de Andrés iban del pelo a mis tetitas, hasta que con una mano me acerco la cara a su pito y me hizo meterme la parte de arriba en la boca. Empecé a notar el sabor amargo y quise apartarme pero me sujetó hasta que lo tragué todo, entonces me empujó con el pie y me golpeé contra la mesa.
-Llevate a esta puta de mi vista, o la moleré a palos.
Lui me levantó y antes de que llegásemos a la habitación, Andrés me llamó de nuevo.
-Eh, zorrita, ¿ves esto? -Andres levantó un gran sándwich y de repente me empezó a llegar el olor a huevo, atún y mayonesa. Mi boca se hizo agua y mi estómago rugió. Riéndose lo tiró al suelo y lo pisó hasta que solo era un montón de comida inservible. Quise llorar aún más. -Si nos hubieras escuchado, te lo habría dado, pero como eres una inútil...- se acercó hasta mí y puso su mano en mi mejilla- ...las niñas malas se marchan a la cama sin cenar...
Riendo, Lui me tiró contra el colchón y cerró la puerta.
[Continuara]
Nota de la autora: muchas gracias por todos los emails que me han llegado! Estoy muy agradecida de la recepcion que mi historia esta teniendo y todos los comentarios agradables. Gracias tambien a los que me habeis comentado la historia en la pagina, no os he contestado porque no se como responder en la web. Y ya sabeis cualquier critica es bienvenida, gracias y un beso!!