Top-less

Una cosa inocente nos condujo a nuevas experiencias y a un nuevo camino de sexo.

Siempre he sido una persona muy celosa. No me importa reconocerlo. Se supone que somos la gente joven los que tenemos que ir poco a poco cambiando esas ideas heredadas y darle a la vida una mayor liberalidad en todos los campos y eso incluye por supuesto el sexo, pero que le voy a hacer, no resulta nada fácil cambiar una forma de pensar con la que llevo conviviendo 27 años, pues esa es mi edad.

No digo que no me guste la liberación que ha ido llegando a la sociedad y cuyo claro reflejo se ve en nuestras playas, me encanta ver , imagino que como a todos, los biquinis cada vez más menguantes que apenas tapan lo justo para dejar algo a la imaginación, me encanta que cada vez haya más chicas que detesten las odiosas marcas de los bañadores en sus escotes y se decidan a practicar el topless en todas nuestras playas. Debo reconocer que disfruto como un adolescente paseando por la playa con mis gafas de sol puestas para intentar encubrir como mis ojos se deleitan disfrutando de esos hermosos pechos, sobre todo de aquellos que aún conservan esa blancura inicial que te hace pensar que no muchos habrán podido disfrutar de su visión hasta ahora y donde además reluce de forma destacada ese contraste entre la pálida piel y el pezón rosado que las corona, sobre todo si es de esos gorditos que desearias tener todo el dia en la boca....

Todo esto que os he contado no es sino para que entendais cual fue mi reacción el día que mi novia me dijo que quería hacer topless.

Llevábamos cerca de dos años juntos y nunca me había dado a entender que quisiera hacerlo, es más siempre pensé que la daría vergüenza lucirse así, no por que no tenga cuerpo para hacerlo al contrario, pues tiene unos deliciosos pechos de esos de piel blanca que antes os he comentado de muy buen tamaño, si no porque siempre había aparentado ser bastante discreta en su forma de vestir y de actuar.

Por eso cuando me lo dijo me pilló bastante por sorpresa y pese a no ser partidario de ello como era a principios del mes de Junio y no había prácticamente nadie en la playa no me negué, tras aclarar eso sí que debería ponerse la parte de arriba cada vez que se levantase de la toalla para meterse en el agua o hacer cualquier cosa.

Así que nos tumbamos tranquilamente a tomar el Sol, aunque lo de tranquilamente no tiene mucho que ver con la realidad pues yo no podía dejar de mirar sus pechos desnudos y debo admitir que el hecho de saber que estabamos en un lugar público y que todo el que pasaba podia deleitarse con su par de tetitas me producía una curiosa mezcla entre enfado y excitación. Asi que cuando me pidió que la diese crema en los hombros vi mi gran oportunidad.

La pedí que se incorporase un poco asi que se sentó sobre la toalla, con sus pechos firmes apuntando al frente, Comencé a untarla la crema con movimientos muy suves y circulares en el cuello y los hombros, se que esto la encanta asi que no tardo en relajarse y cerrar los ojos mientras la daba el masaje, asi permanecí para después ir bajando poco a poco por su espalda, completando de esta forma el efecto de relax, poco a poco fui abriendo el circulo para ir bajando y subiendo por sus costados , acariciando en cada movimiento el lateral de sus pechos, ella continuaba con los ojos cerrados y la cabeza ligeramente echada hacia delante, dejándome hacer a mi antojo asi que lo siguiente fue avanzar un poco más mis caricias por sus pechos, hasta casi rozar sus rosados pezones que ya habían empezado a contraerse de su gran volumen con mis primeras caricias y ahora presentaban un color más oscuro indicando firmemente el norte.

Ante mis caricias ella empezó a acariciar mis piernas con sus manos, lo cual me indico que iba por el buen camino y me animo a seguir con mi ataque, mis caricias pasaron a ser un dulce masajeo que comprendía completamente sus tetas, mis dedos pellizcaban sus pezones totalmente de punta mientras ella echaba su cabeza hacia atrás y comenzaba a gemir muy bajito .

Decidí que era el momento de pasar un poco más allá, además sus caricias y el verla así de excitada me habian provocado una tremenda erección que me impedía calcular el riesgo de mis acciones, por lo que abandone sus estupendas tetas para bajar hacia su vientre muy despacio, teniendo muy claro que mi objetivo se encontraba unos centímetros más abajo apenas protegido por una fina tela de color azul que ni siquiera conseguía tapar totalmente su vello púbico.

Seguí acariciando su vientre y la curva bajo sus pechos, bajando hasta el cordón de su braguita y antes de dar el siguiente paso, no se muy bien porque, pero levante la cabeza apartando la mirada de su cuerpo para echar un vistazo general a la playa, imagino que fue un acto reflejo de mi pudor que aún en esas circunstancias continuaba latente. El hecho es que al hacerlo pude ver como a escasos metros de nosotros a mi derecha había un grupito de chicos y chicas que tumbados sobre sus toallas se habían dado cuenta de lo que ocurría y no nos quitaban ojo de encima.

Mi primera reacción fue parar por vergüenza pero lo cierto es que no sentía vergüenza para nada en ese momento, al contrario, el saber que tenía todos esos ojos pendientes de nosotros, disfrutando con mis caricias y con la hermosa visión que el cuerpo de mi novia les ofrecia me excito una barbaridad, asi que me lancé acariciando los muslos de María, mi novia, desde sus ingles hasta donde llegaban mis manos en esa postura, para volver rápidamente de nuevo a sus pechos y vuelta de nuevo a su braguita, ella no se había percatado de nada cuanto sucedía a nuestro alrededor y permanecía disfrutando de mis caricias con los ojos cerrados y gimiendo suavemente, sólo subió el tono cuando mi mano se introdujo dentro de su braguita y comencé a jugar con su vello, a ella nunca le ha gustado arreglárselo por lo que sólo se quita la línea del biquini, así que imaginaros la tremenda mata de pelo negro y rizado que me recibió, mientras mi mano izquierda recorría todo su cuerpo, de su cuello a sus muslos pasando por sus duros pezones, la derecha se deslizo hasta su rajita y comenzó a pellizcar sus labios y a recorrer la marcada hendidura que definen, mientras comencé a besar su cuello y ella llevo su mano a su espalda donde notaba el duro bulto que marcaba mi ariete y comenzó a masajearlo, lo que yo entendí como una señal para hacer lo propio, así que introduje mi dedo corazón en su cueva y comencé a recorrer el valle que marcan sus labios arriba y abajo, estaba empapada, por lo que era una delicia el navegar de mi dedo hasta llegar a su hinchado clítoris que comencé a pellizcar con suavidad para pasar luego a acariciarlo con movimientos circulares que como yo ya sabía la conducirían directamente a un tremendo orgasmo, mientras nos masturbábamos mutuamente no pude evitar volver a mirar al grupito de antes para comprobar que no se habían perdido detalle de todo y seguí mirándoles fijamente entre el orgullo y la excitación hasta que las hábiles caricias de Maria subiendo y bajando por mi pene y sus caricias sobre mi glande me hicieron llegar hasta un tremendo orgasmo que lleno de leche su mano y su espalda al tiempo que ella no podía reprimir un marcado movimiento de caderas que me indicó que había marcado el ritmo adecuado a su clítoris.

Tras esto caímos los dos sobre la toalla, boca arriba, ella encima de mi, sin importarla que por la acción de mis manos su braguita permanecía sepultada entre sus poblados labios vaginales, dando la más erótica imagen que se puedan imaginar, algo que la pandilla descubrió pronto corriendo para situarse en la orilla frente a ella. Al principio con cierto disimulo pero luego sin ningún reparo en observar fijamente los labios hinchados por nuestra acción y la espesa mata que los rodeaba.

Nos dormimos y ellos se van animando a lanzarse y hacer todo tipo de cosas.