Top less en la playa ( Tony1)
Para ayudar a Pablo, tuve que sacar lo más pervrso de mí, entrando en una vorágine sexual donde todo era válido.
Top less en la playa ( Tony 1)
“
Top less en la playa” es una serie escrita por Silvana y Beobachter, Silvana dejó la serie y Beo pidió ayuda para seguir. Esta es mi ayuda.
Me encontré a Pablo en el paseo marítimo. Iba como en una nebulosa, sin mirar, hablando en voz baja, tan en su pedo aéreo que casi me tira.
Le reconocí pese a los años pasados, era un compañero de clase en la adolescencia. Estaba guapo, bronceado, hecho un galán.
-
”¡ Coño! Pablo
¿
No saludas a las amigas?. ¿ Tan vieja estoy?”-
-
“
Perdona pero.....¡joder si eres Antonia, ...la Tony...¡ cómo has cambiado!”-
Sabía que era un elogio . De cría era la gorda grandona de la clase, con acné, gafas, y el pelo siempre corto, a lo chico, consecuencia de ser la menor de cinco hermanos, a cual más bestia, y que mi madre nos mandara al mismo peluquero, que no hacía distingos entre los chicos y yo. Era fea y ni siquiera podían decir ¡que simpática! Porque era tímida y callada, y para mayor desgracia tampoco era la lista, no pasaba de ser del montón. Y además argentina, por eso me decían la vaca. Me miré en la vidriera de la tienda, la imagen que me devolvió era de un pedazo de mujer, alta, con el pelo largo, amelenado, negro rojizo , con tetas altas de talla 100, una cola bien parada y piernas largas. Con mi musculosa blanca y mi jean marinero , a la rodilla, lucía maravillosa. Un autentico minón.
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“No soy un aparición....Cómo me alegro de verte...¿ me invitas o te invito a tomar una caña? y me cuentas”-
Siempre me había caído bien, era un buen chaval, no de esos que se metían conmigo. No me hacia mucho caso , me ignoraba, pero un día me pasó sus apuntes de física, otro me acompaño con su paraguas porque llovía mucho, y se despidió de mí, dándome un beso en la mejilla, el primero que me daba un chico. Y allí estaba.
Le tomé del brazo, me pegué a él y nos acercamos a una terraza cercana, sentados , con la cerveza en la mesa y unos boquerones en vinagre, le empecé a sonsacar qué había sido de los compañeros del colegio. Es algo que se me da bien, tiene que ver con mi oficio, así que con la tercera caña, y tras los boquerones, unas bravas y una sepia a la plancha, sabía la misa y milagros de casi todos y el pobre me estaba confesando sus problemas, por llamarlos de alguna manera, conyugales.
En mi trabajo, estoy acostumbrada a que la gente ponga los cuernos, es ley de vida, a ver casi de todo, pero aquello me ponía. La Silvia, una mosquita muerta, muy mona, muy coqueta desde pequeña, la típica listilla, me había salido gilipollas y puta. Suele ocurrir, las personas que van de sobradas , en cuanto te descuidas meten la pata y se portan como estúpida. Así te encontrabas con un tipo guapo y bueno como Pablo , encima de cornudo , apaleado.
Yo estaba de vacaciones, mi próximo trabajo estaba programado para final de mes, quedaba una semana, …...lo que me había´contado era la hostia como se dice en España. De modo que sin encomendarme ni a dios ni al diablo decidí jugar, me había puesto a mil. Sería algo privado, sin cobrar, gano lo suficiente para poder permitírmelo, por lo menos eso pensé, en aquel momento.
Así que con el tentempié dentro del body, agarradita a Pablo, mimosa, le acompañé a la compra, unas chirlitas, unas gambitas y unos mejillones, con unas cabezas de pescadilla pequeña para el caldo. Eso lo pagó él, yo compré tres botellas de albariño frío, volvimos a la casa preparados y amarrados del brazo.
Empezamos a hervir las cabezas para tener el caldo, abrimos los mejillones y las chirlas, filtramos el líquido, lo añadimos al cazo con el agua sabrosa de las pescadillas, y antes de empezar a preparar el sofrito, pregunté a Pablo, que para que hora había que tener la paella. ¡Joder! hacer una paella y que se pase no tiene perdón. Lo podía hacer salvable el tipo de arroz que no se pegaba. Me lo tomé con calma, puse el aceite, sofreí el arroz, puse un poco de tomate, eché el caldo con el azafrán disuelto, vi que hervía y lo pasé a fuego lento. Sólo quedaba esperar.
Pablo me miraba embobado, para no mancharme, me había quitado la musculosa y el vaquero, me había quedado en bikini y delantal. La verdad que el bikini era blanco y mínimo, me lo pensaba quitar en cuanto bajara a la playa, me encanta estar en cueros, pero el contraste con el delantalito debía ser explosivo, porque la pija de mi compañero demostraba alegría levantado el pantalón. Miré y encontré un poco de queso, abrí una de las botellas, y me senté tranquila hasta que se abrió la puerta.
La verdad que el Alex estaba bueno, bueno no, buenísimo, cuadrado, con un lomo bárbaro, todo un macho alfa, cabeza de manada. A su lado, amarteladita , Silvia, seguía siendo una preciosidad, no me extrañaba que Pablo, como casi todos los chicos del curso bebieran los vientos por ella.
-“ ¡ Hostias con Pablito!. Se ha traído una gachí que está de puta madre. Si se está aprendiendo la lección. Y tú , preciosa ¿cómo te llamas?”-
-“María Antonia Romano, para servirle. He sido compañera de curso de Silvia y de Pablo....de casi pibes”-
Silvia no me había reconocido, cuando lo hizo me miró con ojos asombrados y murmuró : -
“ La Tony”-
Yo seguía con el vaso en la mano, bebí un trago modosa, bajando la cabeza, como si estuviera avergonzada. Alex se acercó y me abrazó, me dio un beso pegándose a mí. Me dio un subidón, cuando sentí su verga dura apretando mi cuerpo. Dejé que valorara la hembra que tenía a su lado.
-
“Silvana, quítate la ropa , y pon la mesa , mientras tu marido hace la paella. Tengo hambre, y tú bonita, podías servirme un vasito de ese blanco que tiene una pinta cojonuda”-
Silvia tenía vocación de sumisa, porque obedeció sin decir esta boca es mía. estaba preciosa, los pezones duros, me di cuenta que se había calentado, el coñito depilado, una gatita cachonda.
Silvia preparó cuatro platos platos con los cubiertos , sacó servilletas de papel. El arroz ya estaba casi a punto, Pablo había añadido los mariscos y probaba si se encontraba a punto. -
“Creo que ya está, voy a dejar que se asiente”-
-“Cuando digas nos sentamos. Ahora Tony , me tienes que contar que haces, porque con ese cuerpazo no creo que te dediques a limpiar iglesias.”-
Dijo volviendo a agarrarme la mano, marcando territorio, haciendo ver que iba a ser suya. -
“ Soy psicóloga”-
no mentí, lo que no añadí es que era una psicóloga especial, con tratamientos que se salían de lo común.
Pablo sacó la paella a la mesa, nos sentamos. Era morboso, dos hombres con camisa y pantalón, una mujer en bikini y delantal y otra desnuda. El arroz estaba estupendo, aunque como yo estaba llena, no repetí, algo que Alex y Silvia hicieron. Pablo sólo se sirvió dos cucharones. Parecía asustado, aunque no le bajaba la polla. Sólo habló Alex durante la comida, intentaba seducirme, de vez en cuando pedía que mi amiga dijera sí a sus parrafadas cargadas de planteamientos sexuales. Yo estaba callada, como si todo lo que me contaban me produjera sonrojo, pero me intrigara. La verdad es que me estaba poniendo cachonda perdida.
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“Pablito, prepara unos cafés y recoge la mesa. Silvana, pon unos güisquis para todos, creo que vamos a tener un tarde agitada. Y tú, ¿por qué no te quedas como tu amiga?. Vas a ser un regalo para la vista y alegras la sobremesa”-
Me solté el corpiño del bikini, mis tetas quedaron libres, se salían del delantal, los pezones denotaban mi calentura. Me giré para quitarme la bombachita, las nalgas, redondas, duras, bien paradas, fueron quedando a la vista, y enseguida mi coño semicubierto por el vello ensortijado. Sólo me lo depilo de vez en cuando, hay personas que les gustan los conejos con un buen matojo. En los ojos de Silvia había una mezcla de celos, lascivia y curiosidad, mientras Pablo con el café preparado y la mesa recogida, nos miraba con una extraña excitación. Sentí la rejilla de la silla en la concha al sentarme, era agradable, aunque pensé que la iba a dejar totalmente mojada.
- “
Un brindis por los viejos amigos que se encuentran y el placer que van a dar a su nuevo amigo, es decir a mí”-
su risa me puso aún más, era el dueño, el amo de unos juguetes para satisfacer su lujuria poderosa.-
“Estas amigas no se han dado un buen beso, es lo que debe hacerse después de tantos años. Besaros para que se me alegre el corazón”-
añadió tocándose la verga a través del pantalón, se la veía enorme, una auténtica joya.
Silvia y yo nos levantamos, dejamos el vaso en la mesa, y nos abrazamos. Las dos sabíamos lo que Alex quería, así que el abrazo se fue haciendo más íntimo, más lascivo, mientras el primer piquito en los labios para convertirse en un beso apasionado en el que jugar de las lenguas se hizo infinito. Me quité el delantal, quería sentir a mi compañera en toda mi piel, nos volvimos a besar, las manos recorrían el cuerpo, sintiendo el calor del deseo. Metí mi muslo entre los suyos para restregarlo contra su concha empapada, se me mojo la pierna. El beso se hizo más y más posesivo, ella cuando nos separamos suspiró.
“
¿Has visto lo guarras que son?
Vas a tener un buen show para tus pajas. Nenas , desnudar a vuestro amo”-
L
as dos no acercamos a él que se había parado, Silvia le desabrochó la camisa, yo le lamí los pectorales mientras mi compañera le soltaba los pantalones y se los bajaba. La pija le levantaba el boxer como si fuera una tienda de campaña. Aquella poronga iba a ser mía. Yo era más grande que Silvia así que la desplacé para arrodillarme y bajar el calzoncillo, Dios , era enorme, gorda, larga. No lo dudé me la metí en la boca, casi no me cabía, pero la chupé bien chupada.
-“
Silvana , come el
conejo a tu amiga.”-
Le obedeció y se colocó entre mis muslos para poder llegar a mi concha ansiosa, comenzó a lamer, no era buena, pero yo estaba muy excitada, y tampoco estaba para poner pegas. Miré por el rabillo del ojo, Pablo se había sacado la polla y se masturbaba. Yo quería sentir aquella tranca enorme que mamaba dentro, así que levanté los ojos, dejé fuera el bate de carne dura y pedí con voz de súplica.
-“
Cogéme, mete tu pija en mi concha lubricada, llenáme con tu verga de macho, dejá que te cabalgue empalada en tu mástil”-
usé el acento argentino porque me salió y porque sabía le iba a poner más. Tiró de mí hacia arriba, y me besó, sus manos eran garfios en mi cola, la pobre Silvia había quedado a mis pies. -
“Eres una buena perra, veamos cómo lo sabes hacer y cómo te entra”-
Se tumbó en el suelo, la polla en alto, enorme, maravillosa. Puse un pie a cada lado de sus caderas y fui bajando hasta que el cabezón de la verga rozó mi concha, me moví adelante y atrás para que deslizase por mis labios íntimos. En sus ojos me di cuenta que sabía valorar lo que estaba haciendo, masturbarme con su glande. Me pellizqué los pezones y mientras mis dedos apretaban las cimas erguidas de mis lolas, fui dejando que su arma entrara en mi funda. Me iba llenando, mi vagina se dilataba para recibir la poderosa estaca. Me la metía despacio para poder disfrutar de semejante tranca. Cuando entró completa, me quedé parada, sintiendo como todo mi sexo gozaba con el suyo, como un largo guante que se enfunda en un brazo, así me sentía. Le miré a los ojos, se le notaba orgulloso, se daba cuenta que valoraba el tamaño de su polla, gorda y larga.
-
“Silvana, chupa las tetas a la puta de tu amiga” -
Silvia se arrodilló a mi lado y empezó a lamerme las lolas, con la lengua al principio, después chupando. Yo me movía despacio arriba, abajo, adelante , atrás, a la derecha , al izquierda y de vez en cuando una pequeña rotación. Pablo estaba parado, con la pija en la mano, haciéndose una paja. Los celos inundaron a mi compañera, comenzó a morderme los pezones, suave al principio, queriendo hacerme daño a medida que mis traqueteos se notaban más gozosos. La mezcla de dolor y placer me excitaba aun más, ella no lo sabía pero me ayudaba en un disfrute maravilloso.
-
“¿ Puedo?-
pregunté a mi empalador mientras extendía una mano hacia Pablo, sin esperar su respuesta, acerqué a mi amigo y me metía la pija en la boca. Se la mamaba, se la chupaba, mientras me comían las tetas y me cogían como un garañón se lo hace a su yegua. Tiré del pelo de Silvia, la hice daño, sus mordiscos se estaban pasando, no quería pero aceptó su rol secundario en mi placer, fuerte pero sin pasarse, así debían ser sus mordiscos, no me apetecía dejarle un pezón entre lo dientes. Era un desmadre total, había una cosa que me encantaba: Pablo se la sabía dejar comer, no era de esos hombres que se mueven como desesperados y te meten el instrumento y con sus zapa – zapa te llegan a la garganta y en vez de gusto, te pasas todo el rato pensando si no vas a vomitar. Quieto, era yo la que llevaba el ritmo de la mamada. Me di cuenta que las explosiones estaban a punto de llegar, bajé la mano a la concha de Silvia, estaba suave, mojada, con el clítoris dispuesto para la caricia, lo hice. Alex comenzó a mover los glúteos preparándose para la descarga, yo decidí masturbarme para alcanzarles a los tres. Primero Pablo, después Silvia que babeó mis senos al irse , Alex dejó de empujar, se había corrido, yo aproveché que todavía tenía la polla majestuosa para llegar a la cima del orgasmo.
Nos quedamos un rato quietos, callados. Pablo ayudó a levantarse a su mujer y la besó apasionadamente en la boca, yo dejé que la pija fuera perdiendo consistencia, y subí mi sexo haciendo que saliera. Seguía gorda y sabrosa. Me incliné para limpiarla bien. Una maquina de follar como aquella merecía unos mimos.
Alex se levantó como dueño y señor de todos nosotros, se fijó en mi concha con pelo, sonrió y ordenó a Silvia: -
“Silvana, nena, ve a por crema y una
maquinilla para afeitar el conejo de esta puta. Quiero un coñito como de recién nacida . Pablito, prepárame una copa y... yegua ven acá”-
Tiró de mí hacia él, aproveché el impulso para darle una patada en los cojones, se dobló, agarré la botella y le di un golpe en la cabeza, cayó desmayado. Con el delantal le até las manos a la espalda.
Pablo me miraba asombrado, cuando entró Silvia me gritó: -“
¿ Qué has hecho?”-
- “Voy a ponerle en su lugar, a él y a vosotros también.”-
aproveché el güisqui que había preparado Pablo , tomándolo y dando un trago.
-
“Pablo yo en tu lugar, me pondría otro. Este en quince minutos no se mueve. Vos, Silvia, trae una buena cuerda, no quiero tener que volver a pegarle.”-
- “ ¿ Qué va a ser de nosotros?. ….Tú estás loca...Nos va a destrozar.”-
Silvia vino hasta mí y comenzó a pegarme con los puños en el pecho, yo tenía las tetas sensibles y me molestó, la solté una bofetada bien dada, se quedó parada, con la segunda se cayó al suelo, estaba cómica, desnuda, espatarrada en el piso. Pablo tenía una sonrisa en los labios mientras bebía la copa, se había sentado y miraba el espectáculo.
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“Silvia, mas vale que me obedezcas o te tendré que atar y..... Trae un vaso de agua y tíraselo a Alex. Me parece que es más flojo de lo que yo pensaba”-
el agua le hizo volver en sí. Intentó soltarse , al darse cuenta que no podía, probó a levantarse, con las manos atadas a la espalda es complicado, cuando estaba a medio incorporarse, le di un puñetazo y volvió a caer.
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“Te voy a matar, hija de puta. ¿ sabes quién soy yo?”-
sus ojos destilaban odio y mala leche. -
“Suéltame YAAA”-
Me metí un trago para el cuerpo, de mi cartera saqué un pucho, lo encendí, le di una calada , dejé que el silencio flotara un rato en el ambiente, y volví a darle una cachetada suave, y me reí de él.
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“Pequeño, sos vos el que no sabes quién soy yo . Antonia Romano no existe. Ahora uso otro nombre y me dedico a resolver problemas. Y vos te has convertido en un problema, porque le tengo cariño a Pablo y no me gusta lo que le están haciendo vos y la boba de su mujer....Detrás de todo amo hay un sumiso y tras un siervo , un dominante.... Y a mí me apetece que cambien los roles.....Silvia vas a afeitar todo los pelos de Alex, todos...todos menos las cejas y las pestañas.....mientras nosotros nos tomamos otra copa”-
Silvia se aplicó a rasurar a Alex, el hombre empezó a blasfemar , le metí una servilleta en la boca para que callara. Mi amiga aterrorizada le afeitó el pecho, los brazos y las piernas, estaba indecisa antes de atacar sus partes pudendas. Me miró, le hice una seña, se ocupó de la cabeza, al acabar parecía un enorme falo.
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“No le cortes. Sé delicada, cambia de hoja para el culo, los huevos y el entorno de la pija y dale mucha crema”-
Sabía lo que iba a pasar, apenas extendió la espuma , la poronga se volvió a poner dura. No dejó un pelo en las nalgas ni en la raja que las separaba, cuando estaba pasando la hojillas por su pubis y su bolsa testicular metí dos dedos en el coño de Silvia , estaba empapada. Le hice un dedo rápido , apenas acabo su trabajo, se vino gimiendo , entregada.
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“ Vete a buscar ese arnés que tienes. Y te lo pones antes de volver.”-
Cuando lo hizo estaba genial, desnuda, sus senos erguidos, los pezones en punta, con un rabo enorme, negro, que oscilaba ligeramente cuando andaba. Me paré ante Alex, le puse de rodillas tirando de las orejas .
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“Silvia, dale por culo.”-
-”Te mataré, juro que te mataré.”-
chilló cuando se dio cuenta que su sumisa , ahora me obedecía a mí.
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Si no te resistes no te dolerá,....casi seguro que te gusta y no vuelvas amenazarme...porque me puedo enfadar. ¿ Has visto Kill Bill?. Pues así soy yo....si me hartas.....¿sabes cuantos cerdos hay en tu tierra?. Como en mi país vacas. Tantos como personas , si no nos cuentan a los extranjeros...y sabes que comen todo de todo...no dejan nada..ni un hueso....y vos a mí , no me encontrarás nunca y yo siempre te tendré localizado...¿ Comprendes?...Así..... portáte bien y disfruta.....Silvia deja de mirar y métela de una vez.”-
Gritó cuando el enorme consolador le penetró, Silvia le daba con alegría, como posesa. Pablo miraba con una sonrisa enorme, la verga se le había vuelto a poner dura. No hizo falta decirle nada, se acercó a su esposa que enculaba a Alex, tanteó su puerta oscura y la ensartó de un golpe, sin miramientos. La sodomizó , mientras ella repetía sus ataques en el orto del hombre atado, animado la empezó a dar nalgadas.
Mi amigo iba en el camino de encontrar un nuevo rol en su relación.
Espero que continue.