Tony El Chef (2: Profecías)

En un solo día todo cambia, y nuestro pequeño chef descubre en un sueño un "cambio gordo" que hara todo diferente de ahora en adelante.

TONY EL CHEF

Capitulo 2: profecías

Había pasado un día entero desde que llegue a la casa, hasta entonces no había escuchado ni visto a nadie mas en las cercanías y eso me dio la oportunidad de explorar un poco mas la mansión hasta donde pude, al verla más detenidamente descubrí que tenía u aire de soledad lúgubre y hombría, si bien la decoración era a su excéntrica manera muy hermosa había algo en ella que me parecía aterrador, y entre las gárgolas, muros de piedra y cabezas animales no sabia que era lo que exactamente provocaba aquel temor infundado. Continué con mi exploración atribuyendo aquel temor al hecho de husmear a escondidillas una casa que no era mía; noté que todos los muebles eran exageradamente amplios y en su mayoría rústicos como si se tratara de algo verdaderamente muy antiguo. De repente el gran reloj junto a la chimenea hizo sonar su enorme campana, eran apenas las cinco de la mañana y era probable que sin los Baldosa en la casa no hubiera nadie despierto a esa hora así que regrese a mi cama para intentar dormir de nuevo. Pronto me encontré sumergido en el sueño profundo a pesar de mis temores a enfrentarme a una nueva vida, pues estos recorrían mi cabeza una y otra vez como si trataran de decirme algo.

Sin más ni más me encontré de repente me encontré sumido en una oscuridad profunda, comencé a correr con desesperación con la esperanza de salir de las tinieblas y sin darme cuenta me encontraba ya en un ambiente familiar, era el instituto de gastronomía que resulto ser como un rayo de luz y esperanza en medio de la oscuridad, entré al instituto y a mi antiguo salón de pruebas donde se encontraban todas las estufas, los grandes hornos y las extensas mesas que utilicé durante mucho tiempo. El jefe de chefs el señor Cervantes se acerco a mí desde el fondo del salón:

-Por favor comience Antonio, este examen es importante y será evaluado rigurosamente por sus resultados finales.

Por un momento me quede atontado y confundido, pues no tenía ni idea de lo que debía hacer, pero entonces cuando volví a mirar el salón y noté que estaba lleno de cocineros aprendices, así es eran mis compañeros de clase, todos se encontraban cocinando lo mismo que en el examen final, entonces supuse que yo debía hacer lo mismo. Mi único amigo de aquel lugar fue Pedro, y desde su lugar que estaba frente al mío me miro fijamente y dijo: "buena suerte Tony".

Me dispuse a preparar la comida lo más rápido que pude, no pienso abrumarte con el procedimiento pues se de antemano que no es de tu agrado así que lo omitiré en tanto pueda hacerlo para continuar con mi historia. Al terminar noté que mi trabajo era, como siempre, uno de los mejores de la clase por lo que no tuve que preocuparme por el resultado final, el jefe de chefs pasó a revisar los trabajos y, con la indiferencia de siempre, anotó en su cuaderno las notas necesarias, subió a la parte superior y dijo: "Espero que continúen así muchachos, los resultados de esta evaluación superaron mis expectativas en muchos de ustedes" luego tomo sus cosas y se retiró del salón.

Terminé de limpiar mi área de trabajo y estaba por retirarme cuando noté que todos estaban aún ahí comiendo lo que habían preparado, de momento no me pareció extraño pues era común que algunos se quedaran a comer la porción de lo que habían hecho y por ello algunos habían subido de peso durante el semestre. Pero ocurrió algo que me dejó totalmente asombrado: mientras comían sus guisados podía ver como se convertían en enormes obesos que continuaban engordando cada vez más a cada bocado, ¿pero como? Me preguntaba una y otra vez mientras podía ver extrañado como mis compañeros mutaban en formas totalmente distintas; algunos dejaban simplemente que sus enormes panzas a crecer reventaran sus camisas y pantalones dejándolas ver casi por completo, otros más comenzaban a desabrocharse al sentirse incómodos con una mano sin dejar de comer con la otra como si fueran a caer en la inanición mientras engordaban más y más hasta que llegaban al punto en el que, podría jurar, que iban a reventar.

No podía evitar el verlos con asombro y sentir emoción a la vez que sucedían las cosas. De pronto sentí un gran y potente brazo rodearme por detrás acariciándome suavemente, sus manos eran gruesas y apretadas y cada uno de los dedos tenia el aspecto y textura de una gran salchicha, me sacudió y me levanto sin problemas haciéndome sentir una enorme y flácida panza que colgaba por debajo de una ajustada playera al borde del desgarre y unos enormes y suaves senos, giró mi cuerpo para que pudiera verlo y ante mi mirada de sorpresa descubrí que era Pedro tan obeso como nunca me lo hubiera imaginado

-Así que… ¿me veo mejor así eh Tony? No te preocupes tu llegaras también

Tomo entonces el último trozo de una carlota de chocolate que provoco que engordara un poco más rompiendo así por completo toda su ropa. De pronto nos encontrábamos solos en el enorme salón uno frente al otro, Pedro estaba completamente desnudo y yo podía verlo sin mayor esfuerzo; pude ver esos enormes senos que caían bellamente hacia abajo entremezclando con una enorme panza suave y peludita que terminaba hasta muy abajo cubriendo por completo su miembro. Se acercó a mí, yo me acerqué a él, cada vez más cerca, más cerca

Un fuerte ruido de motor me despertó alejándome en un abrir y cerrar de ojos de Pedro, me levante y me sentí húmedo, toda la cama esta empapada en semen al igual que yo que continuaba claramente aún excitado, aún sentía la respiración profunda y rápida, deliciosa e hiriente que avivaba los sentidos y una erección tremenda en el interior de mi húmedo calzoncillo que aún tenía rastros del sueño que había tenido.

-¿Qué es lo que me pasa? -Me dije a mi mismo tratando de ocultar la verdad evidente de ese confuso comportamiento- Antes había tenido sueños como esos pero nunca lo había tenido con otro hombre, menos aún con un compañero de la escuela.

Alguna vez había sentido un poco de atracción por Pedro, en especial después de que subió un poco de peso, pero siempre me negué al hecho diciendo que no era más que una buena amistad, pero ¿estaría confundiendo mis fantasías con la realidad? Me tranquilicé y me dispuse a recordar los momentos que había pasado con Pedro y no pude evitar el encontrarme con lo que era claramente evidente: en cuanto engordó un poco en el instituto no paraba de ver su trasero, esa pancita crecidita y los pequeños senos que vi formarse poco a poco en aquél lugar. Todo apuntaba en una sola dirección lo que veía, lo que le decía, y aún más importante lo que yo sentía al estar con Pedro… ¡Me gustaba Pedro en ese entonces y me seguía gustando! Eso explicaba por completo mi extraño sueño y el por que siempre le decía que no adelgazara con comentarios como "te ves mejor así", ¿sería verdad? Yo me seguía negando al hecho de que me gustaran los gordos y lo atribuía a una coincidencia pues lo que pasó con Marlene me hacia sentir de otra manera por lo que en ese momento me sentí confundido y no supe hacer más que quedarme inmóvil en la cama pensando en todo lo que había sucedido desde el día que anuncié que me mudaba a la mansión.

Había pasado un rato cuando alguien tocó a la puerta… Ni más ni menos que el chofer loco que me llevó hasta ahí:

  • Disculpe que lo interrumpa Antonio, tenemos una reunión de personal, le sugiero que llegue lo más pronto posible. (Dijo mientras escuche sus pasos alejándose del cuarto)

Me dirigí a la gran sala donde se encontraban ya todos, traté de causar una buena impresión a mis compañeros pues podrían dar algún informe al señor Baldosa. Todos estaban cerca de la gran chimenea.

Salvo las presentaciones y esas instrucciones que me repitieron una y otra ves, no sucedió nada de interés en la famosa junta; El chofer resultó llamarse Alfonso y conocí al resto del personal, Berta el ama de llaves, Teresa la mucama y Leonardo el Jardinero. Me disponía a retirarme cuando Leonardo pasó cerca de mí y me dijo:

  • Los Baldosa querrán hablar contigo, ven aquí antes de que ellos te busquen eso les dará una buena impresión, buena suerte amigo (todos se retiraron a continuar con sus labores y regresé a mi habitación pensando en lo que había dicho Leonardo)

Estando en mi habitación aquel sueño pasaba por mi mente una y otra vez y para calmar mis nervios decidí mandarle un e-mail a pedro; así pasaría el tiempo y además comprobaría que lo que vi fue solo eso, un sueño. En mi carta le hablaba de mi situación laboral y de las cosas que habían sucedido en la mansión desde que yo llegué también le enviaba una foto, no la misma que le envié a Marlene claro pues no pensaba revelar mis sentimientos, simplemente deseaba desahogarme un poco. Me esforcé tanto en escribir ese e-mail que cuando menos lo esperaba ya había llegado la hora de hablar con los Baldosa, y recordando el mensaje del jardinero decidí ir de inmediato a la gran sala, no sin antes terminar de enviar la carta a mi amigo.

Una ves más me invadió el temor infundado hacia aquel lugar pero este se desvaneció ante la sorpresa que me provocó la increíble exactitud del los Baldosa: Don Jorge (el señor Baldosa) entró a la casa exactamente a las 7:45pm nos saludamos y comenzamos a hablar, es una persona obviamente muy culta y educada tanto así que se notaba en su manera de hablar e incluso en el solo hecho de verlo. Habíamos hablado apenas unos diez minutos cuando llegó su esposa, Doña Fernanda era una persona, al igual que él, muy culta y refinada delicada en su aspecto y de mirada firme pero dulce a la ves, sin embargo no fue ella quien llamó mi atención pues al mismo tiempo entró un enorme muchacho que, según mis cálculos, debía ser aproximadamente de mi edad.

Ambos me saludaron y cuando el muchacho lo hizo no pude evitar el sentir una tremenda excitación al estrechar su enorme mano ¿Qué me sucede?, me dije sabiendo de antemano la respuesta a esos signos mientras ellos se alejaban por las escaleras principales.

  • Bien, ahora que estamos de acuerdo en todo no me queda más que desearte lo mejor e invitarte a que te sientas como en casa. (Dijo Don Jorge interrumpiendo a mis lujuriosos pensamientos)

  • Claro que sí Don Jorge, es un placer poder servirles a usted y a su familia.

  • Veo que si Antonio, muchas gracias por tu confianza se que es difícil el adaptarse a un nuevo lugar, pero espero que encuentre aquí todo lo que buscas para cumplir tus expectativas (dijo levantándose para retirarse)

  • Disculpe… Cuando me presentaron a su hijo no me dijeron su nombre

  • ¡OH, claro casi me olvido! El se llama Christopher, de hecho en gran parte te contraté a ti por él, es muy tímido y pensé que tú podrías ayudarle un poco brindándole tu amistad ya que son de la misma edad ustedes dos.

  • Por supuesto que si señor, no se imagina como necesitaba oír eso, muchas gracias.

  • No, gracias a ti. Con permiso (dijo mientras subía las escaleras y yo repasaba con la mente la deliciosa figura de aquel gordo)