Tonta

Chica se enamora de un peligroso hombre mayor.

Hola, esta es una de mis primeras historias, la verdad no sé por qué la escribo, creo que simplemente necesitaba sincerarme acerca de mis sentimientos y tal vez esta e su a historia qu eme gustaría leer de otro así que ¿por qué no?

Antes de comenzar no diré mi edad, supongo que basta con decir que soy algo joven. Soy delgada, plana... Una loli para toda la vida y mi cara es bastante angelical, tengo el pelo corto.

Hace poco comencé a trabajar para la empresa de mi padre aplazando un semestre mis estudios, todo este ambiente era nuevo para mí, soy bastante humanista, por lo que ganar vender mi tiempo para ganar dinero es algo extraño, casi absurdo, ya que nunca he trabajado antes.

Todo comenzó hace unos días, había un trabajador de mi padre, con complexión mayor, algo musculoso el cual era bastante amigable conmigo de una manera informal el cual venía a liquidar cada tanto, parte de mi trabajo consistía en contar recibos y cruzarlos con el pago del trabajador, normalmente los trabajadores venían con todo contado, sin embargo este, venía con los recibos arrugados y agrupados en una esfera, a mi compañera le molestaba bastante esto, sin embargo yo estaba feliz de ayudarlo, me senté con paciencia con él en el balcón a explicarle todo el proceso con mucha calma, me di cuenta entonces que a duras penas este hombre había terminado la primaria, y le era bastante difícil, eso me hacia sentir mal pues me molesta bastante la desigualdad de mi país, así que me propuse a ayudarlo aun con más ganas.

Estábamos sentados uno al lado del otro y apoyabamos la calculadora en su muslo, por lo que el contacto era bastante cercano, cuando caí en cuenta de ello, mi mente empezó a pensar inmediatamente en cómo quería que me tomara ya desnuda y me lo metiera, apoyando mis pequeños senos en la barandilla del balcón, donde todos pudisen vernos, aquella imagen hizo que me sonrojara casi de inmediato pues ni siquiera sabía cuántos años tenía este tipo y obviamente por muchos motivos eso no estaba bien, así que continué explicándole tratando de disipar todo aquello, sin embargo hoy no puedo negar que aquella cercanía hacia que me sintiera un poco húmeda y con los pezones duros.

Los días pasaron y con ellos fue aumentando la cercanía y obsesión con ese hombre, era algo que simplemente no podía sacar de mi

mente

y la verdad me avergonzaba pues tenía novio y a pesar de que aquel hombre era muy dulce conmigo, nunca podría estar con alguien con tan pocos estudios y mucho menos engañar a mi novio.

Pero a pesar de que me decía aquello en mi mente, quizá para autoconvencerme, fui al archivo a ver sus documentos, entonces supe que tenía xx..."no son tantos..." me sorprendí pensando en ese momento. "imaginas que..." nono, no me lo permitiría.

Lo olvidé por un tiempo, volvió en repetidas ocasiones pero simplemente era alguien que me caía muy bien, hasta que un día, fue a mi cubículo para pedirme ayuda con los recibos, tomó mi mano y acariciandola me haló al balcón, inmediatamente me puse roja, recordando todos mis pensamientos sucios del otro día y al ayudarle me sentía mucho más cercana a él.

Empezamos a hablar mucho por WhatsApp, en un tono claramente sugerente el cual yo disfrutaba mucho, era muy grato llamar la atención de alguien y sentirse halagada, y aunque había cosas que me molestaban bastante como lo inapropiado que era a veces, por ejemplo al decirle mi edad, dijo "qué rico"... Eso me asustó. Desconfiaba bastante de aquellos hombres, siempre presumían las mujeres con las que decían estar y se enviaban fotos de ellas... No quería terminar así... No podía. Intenté alejarlo de mí en repetidas ocasiones, rechacé sus invitaciones a salir, sus comentarios sugerentes, pero la verdad, siempre volvía, supongo que toda aquella situación me calentaba bastante, la diferencia de edad, la relación que manteníamos... Lo que haría mi padre si se enteraba... No estaba enamorada en absoluto, sin embargo me agradaba su dulzura, y la verdad, tenía tantísimas ganas de cogérmelo e irme. Le dije que no me volviese a hablar.

Empecé a esperarlo con desespero en la oficina, al abrir la puerta me organizaba siempre, quería que viera lo guapa que era y cuando menos lo esperaba, justo apareció, entonces me di cuenta de lo hermoso que era, el me sonrió y dijo hola casi incómodo y yo la verdad, esperaba que me besara y manoseara en ese instante, subió, me reía de todo lo que decía y siempre le sonreía, estaba tonta la verdad, él empezó a tocarme mucho, para ver mi cabello, mi cintura, cada caricia, las cuales eran casi inocentes, me hacía sentir cierto cosquilleo, al momento de irse, empezó a acariciar mi mejilla de manera paternal, y yo incliné mi rostro contra su mano, como si fuese un gato, la cual sorprendentemente era suave y acolchada. Se fue.

Desde entonces no pude dejar de pensar en él, por esas fechas terminé con mi novio por razones ajenas a esta, en cómo sería ir a su casa, lo llamaba casi a diario y sentía que era mi responsabilidad de alguna forma educarlo, cuidar de él un poco.

Hablábamos cada vez más por llamada, nos divertíamos hablando con un tono cada vez más sugerente, me hizo varias invitaciones y ruegos para ir a su casa, los cuales obviamente rechacé. Empecé a decirle que lo extrañaba, que le quería pero que nunca tendríamos nada. Un día fui a abrir la puerta, estaba yo sola en la oficina y era él. Inmediatamente sentí una enorme tensión sexual, entró, me preguntó cómo estaba y si estaba sola, yo dije bien y dije que sols, salí rápidamente hacia mi cubículo en sí y él me siguió.

-Amor, era para ver si me podías calcular estas facturas-. Miré su pene, estaba marcado, nunca lo había visto así.

-claro sí, pasamelas porfa-. Procedió a sacar las facturas de su bolsillo y a entregármela acariciandome la mano en ello.

Se sentó a mí lado, nadie vendría en dos o tal vez tres horas, eso lo sabía, pude sentir un hormigueo por mi vulva y mi respiración jadeando, cada vez más y más pesada.

  • ¿Tu cabello es nuevo? - me dijo, yo asentí timidamente, él comenzó a acariciarme, lo cual me hacía sentir muy protegidita, empezó a tocarme el brazo. Yo casi gemia de la alegría. - ah se me olvidaba-. Me dijo. - amor ¿me puedes pasar una de esas camisas de allí, es que necesito una nueva? - me paré un poco confundida hacia allá, dándole la espalda. Él vino detrás de mí, acercándose cada vez más, en ese instante entendí la enorme diferencia de edad que nos llevábamos , él estaba fuerte, tenía cuerpo de hombre, y unos ojos hermosos, nunca había estado con alguien tan lejano de ser... Un niño, él era un hombre y yo quería un hombre.

-¿que talla eres?-. pregunté super sonrojada. Me tenía arrinconada, estiró su mano rozando mis pequeños senos. - creo que esta. - entonces se inclinó para besarme, pude sentir como me ponía cada vez más y más mojada, su boca suave y como en mi cabeza, todo era un universo amplio, en el que sólo estaba nuestra respiración pesada. Empecé a sentir mi desespero, y le dije que lo quería a él, en general no era cierto, pero lo era todo en aquel momento y quizá sólo poseemos verdades momentáneas. Empecé a tocarlo, quería cada centímetro de su piel, él empezó a tocarme los senos, el culo, a presionarme con su miembro. Yo abría más las piernas, él se acercó para masturbarse sin tregua, besándome el cuello, yo gemia desesperadamente mientras me presionaba contra la pared y sentía sus dedos sobre mi pantalón.

-vamos a mi casa-.

-no puedo.

-te quiero, estás demasiado buena, esa cintura, esos pezones, puedo ver como se te marcan.

-¿qué talla sos?

Sin embargo, en ese momento tocaron la puerta y tuvimos que separarnos, pero sin embargo, yo sabia lo que pasaba, era como esa tipica situación en la que sabes que algo está mal, pero no puedes frenarlo, simplemente lo dejas ser.

A pesar de todo, tengo que admitir que este hombre, tonto, ignorante, tenía algo de chispa, una capacidad para embaucarme, para convencerme de que yo pensaba lo que él.