Tonos grises (cap. 8)

Esta podría ser por fin la oportunidad que el jovencito estaba esperando desde hace mucho. Podría ser el momento de Adriano y MasterTOP.

Eran las 6:15 pm. Hace quince minutos debía estar Adriano en casa del profesor Rodrigo, según lo acordado, pero el jovencito es de los que les gusta llegar “elegantemente” tarde. A las 6:27 entonces se baja Adriano del taxi que lo dejó frente al edificio donde vive su profesor. “Estoy aquí abajo” fue el mensaje que envió a Rodrigo. A los pocos minutos el profesor bajó a buscarlo y lo llevó hasta el decimosegundo piso, donde vivía.

—   Bienvenido a mi casa, toma asiento. ¿Quieres algo? ¿Agua, jugo…?

—   Agua está bien, gracias —responde Adriano mientras se sienta en uno de los muebles, en el recibidor.

El apartamento era, en efecto, un típico lugar de soltero. Habían algunos libros sobre la mesa de comedor, un televisor en medio de la sala. Periódicos sobre uno de los muebles… al parecer a aquel hombre le gustaba mucho la lectura y no era muy ordenado que digamos.

Junto al mueble donde estaba sentado el jovencito, había una mesa auxiliar de vidrio y sobre ésta, un portarretratos con una fotografía hermosa. Era el profesor Rodrigo, algunos años atrás evidentemente, con una joven mujer de gran belleza y junto a ellos un niño de uno o dos años de edad. Estaban los tres sentados sobre la grama en algún parque tal vez, o un jardín, con flores y un sol resplandeciente. Parecía de publicidad aquella imagen tan bonita.

—   Aquí está el agua. Disculpa que no esté tan fría, acabo de llenar la jarra. Si quieres hielo…

—   No, así está bien, gracias —Adriano sonrió amablemente.

—   Y bien —dijo Rodrigo sentándose en otro mueble diagonal a donde estaba sentado el muchacho—… ¿Qué querías decirme?

Adriano bebe un par de tragos más de agua y coloca el vaso sobre una mesita de centro que tenía al frente.

—   Esta es su familia, supongo —dijo el muchacho señalando la fotografía.

—   Sí, así es.

—   Era una familia hermosa. Se ven muy lindos los tres.

—   Gracias —logró decir Rodrigo con un cierto tono melancólico—. Pero no es de mi familia que vamos a hablar, ¿o sí?... Me dijiste que tenías un problema en casa y querías un consejo.

—   Es verdad, disculpe. Bueno… yo… a ver, no sé cómo empezar…

—   ¿Por el principio, tal vez? —propuso Rodrigo con una simpática sonrisa.

Claro que por el principio, evidentemente, pero, ¿cuál principio? Adriano no tenía nada que contar realmente, todo en su casa estaba bien. Solo quería pasar tiempo a solas con el profesor, decirle que sabía que él era MasterTOP , pero era muy difícil abordarlo.

—   Jeje, sí, por el principio —repite el muchacho, y respirando profundo resuelve—… Le cuento, resulta que soy gay. Ese no es el problema, mi familia lo sabe y me apoya, mis amigos lo saben también.

—   Muy bien.

—   La cuestión es que, más bien el problema que tengo es… a ver, yo tenía una relación, con un chamo de la universidad.

—   Ajá.

—   Y… nosotros terminamos. Pero, hace unos meses, me metí en una sala de chat por internet, quería conocer gente, no sé, pasar el rato… y conocí a alguien.

—   ¿Ah sí? —preguntó Rodrigo un poco nervioso.

—   Sí. Hablé con alguien, un hombre muy chévere, simpático y bastante sexy.

—   ¿Lograste verle la cara?

—   No, no se la vi.

—   Que bueno… digo, esas cosas son peligrosas Adriano, no deberías estar conociendo gente así.

—   Sí, lo sé, pero es que… le voy a ser sincero, estamos hablando entre hombres. La verdad estaba buscando una paja.

En ese momento Rodrigo tragó grueso.

—   Y pues —siguió Adriano— me gustó él. Nos masturbamos por webcam y la pasamos bien. El hecho es que mi ex quiso volver conmigo, pero yo estoy confundido, a mí me gusta mucho ese hombre que conocí por internet, no he dejado de pensar en él ni un momento.

—   ¿Aún hablas con él?

—   No desde hace tiempo, pero tengo la esperanza de que algún día vuelva a conectarse a Skype y podamos hablar de nuevo. ¿Quién quita y termine conociéndolo en persona y pueda hablar con él? Así como estoy hablando con usted ahora.

—   Pero… ya va, ¿y sí sabes cómo se llama ese hombre? ¿Sabes dónde vive, dónde trabaja… algo de él?

—   Solamente sé que se hacía llamar MasterTOP .

Rodrigo se siente entre la espada y la pared. Él había podido controlar sus emociones, era un hombre profesional, pero esto ya era demasiado. En primer lugar, Adriano se veía espectacular con esa franela negra ajustada que hacía un contraste maravilloso con la blanca tez del muchacho, y ese jean se le veía… ufff… era mucha tentación tenerlo ahí. Pero por otro lado, se sentía casi descubierto. ¿Qué hacer? Podía simplemente darle un consejo genérico, como si no tuviese nada que ver con el problema y enviar al muchachito a su casa… o bien, podía confesarle que él era MasterTOP y lanzársele encima para pasar una noche de placer inolvidable… ¿pero y el trabajo? ¿La universidad? ¿Qué podría suceder después?

—   ¿Dije algo malo? Está usted muy callado.

—   No, tranquilo Adriano. Es solo que… bueno, ¿qué puedo decirte? Pensé que era otra cosa… que era otro el problema que tenías. Yo creo que todos pasamos por problemas del corazón, y a tu edad y con esa belleza, mucho más; pero también creo que no deberías dejarte llevar por esa noche de placer. Fue una videollamada y nada más, fue algo ficticio.

—   ¿Y cómo usted sabe que fue de noche? Eso yo no se lo dije.

—   Eh… bueno, lo intuyo. En el día seguramente estás ocupado con cosas de la universidad.

Adriano mira a Rodrigo con una ligera sonrisa, se siente con todo el poder sobre aquel hombre ahora indefenso. Llegó la hora de hacerle saber la verdad.

—   ¿Puedo decirle algo? —pregunta el joven.

—   ¿Algo de qué?

—   Aquella noche cuando nos tocó quedarnos en la posada, por lo del accidente y la lluvia, dormí muy plácidamente, ¿y sabe por qué?

—   ¿Por qué?

—   Porque estaba con usted —Adriano se levantó de su asiento y se sentó justo al lado del profesor—.

—   ¿Qué haces?

—   No se preocupe, esté tranquilo, solo estoy hablando. Le decía que dormí plácidamente porque estaba con usted. Usted me da fuerza, me hace sentir protegido, me da ese calor que a veces necesito…

Adriano acaricia suavemente el brazo de su profesor, que en ese momento estaba casi temblando de los nervios; y perspicazmente, Adriano acerca poco a poco su cara a la de Rodrigo, quedando sus bocas cercanas. Casi susurrando, el joven dice “pero nunca me imaginé que MasterTOP , con todo ese calor y esa protección que emana, estaría tan nervioso junto a un jovencito indefenso como yo”… y logra darle un beso a Rodrigo.

Aquel hombre, mientras organiza todo lo que pasa por su mente, se deja llevar. Besa con mucho cariño los labios suaves y rosados de Adriano, se entrega a él. Era el beso que ambos estaban esperando desde hace mucho tiempo.

De repente, como si un rayo hubiese cruzado el cuerpo de Rodrigo, éste detiene el beso y se levanta de inmediato:

—   ¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué haces?!

Adriano lo mira en silencio.

—   ¿Qué haces? —pregunta nuevamente el profesor.

—   Rodrigo, ya no hay que fingir, yo sé que eres MasterTOP . Lo supe desde que dormí contigo en la posada, vi tu tatuaje, sabía que eras tú. Y no sabes desde cuándo soñaba con tenerte cerca, frente a mí. He estado pensándote cada noche desde la primera vez que hablamos, me he hecho no sé cuántas pajas imaginándote… y ahora te tengo aquí, frente a mí. Dime si no me deseas tanto como yo a ti.

—   Por favor, ¿qué estás diciendo?...

—   No me niegues que eres MasterTOP , los dos estamos grandes para esto.

—   No te lo niego, sí, soy yo.

—   ¿Entonces?... ¿No te gusto? ¿No soy como te imaginabas?

—   ¡Adriano eres más hermoso de lo que imaginaba! ¡Claro que me gustas!... pero no podemos tener nada. Soy tu profesor, tú un estudiante de la universidad donde trabajo. No compliquemos las cosas.

Precisamente complicar las cosas era lo que Adriano más deseaba en ese momento, pero también estaba consciente de que podría traerle problemas, no solamente a él sino a Rodrigo también.

—   Disculpe profesor, entiendo. No era mi intención incomodarle.

—   Pues lo has hecho.

—   De verdad disculpe —dice Adriano con la voz entrecortada. En el fondo estaba realmente apenado.

—   No te preocupes, esto no tiene que trascender. Sencillamente hagamos que nada pasó. No estuviste aquí, nunca hablamos esto, olvídate de MasterTOP por favor.

El joven levanta la mirada clavándola en los ojos color miel del profesor.

—   Sí, podemos hacer como si nunca estuve aquí o nunca hablamos esto, pero no me pida que me olvide de MasterTOP , porque desde que lo conocí, no he dejado de pensar en él. Cada noche me preguntaba qué estaría haciendo, por qué nunca más se conectó ni me escribió. Y desde aquel día, en que el propio MasterTOP intentó llevarme a casa y me resguardó de la lluvia durmiendo conmigo en aquella posada, pienso en él con más fuerza, con más frecuencia. No me pida que lo olvide.

—   Adriano, por favor, no tienes que ser dramático.

—   ¡¿Dramático?!... ¿Dramático dijo?

—   No lo tomes a mal. Esto no es una historia de amor. Nos conocimos por internet, nos hicimos una paja en webcam y ya.

Aquellas palabras de Rodrigo, por muy ciertas que fuesen, rompían el corazón de Adriano. El joven, a punto de romper en sollozos, se levanta, agradece al profesor por haberle escuchado y empieza a despedirse. Rodrigo se sentía mal, claro que le gustaba el muchacho y claro que no quería herirle, pero era lo mejor que podía hacer. Adriano se fue a su casa, Rodrigo quedó pensando.

“¿Qué tal si intento tener algo con él?” pensaba. El jovencito era una tentación para el profesor, le gustaba mucho, sí. Pero no quería complicarse. Tal vez una noche de sexo y ya sería lo ideal, pero estaba consciente de que Adriano no lo vería de la misma forma, y lo que menos quería Rodrigo era involucrarse sentimentalmente. “No, mejor no…”

Por su parte, Adriano, acostado sobre su cama, también pensaba en lo que había sucedido con Rodrigo. ¿Lo mejor era olvidarse? ¿Hacer como si nada hubiese pasado? Sí, tal vez… ¿Pero acaso era eso lo que el jovencito quería? Definitivamente no. Estaba seguro que tarde o temprano, Rodrigo y él estarían juntos. Así lo deseaba, así lo quería con todo el corazón.

-o-o-o-

Una nueva mañana de clases. Levantarse temprano, esperar a que su papá lo llevase a la universidad, llegar y ver las mismas caras. Todo se hacía rutinario para Adriano… hasta ahora.

—   Hola, ¿qué tal?

—   ¿Ezequiel? —preguntó Adriano confundido.

—   Sí, mucho gusto, jaja… Oye, sé que no hablamos mucho pero podemos empezar a hacernos amigos, ¿no crees?

—   No, no creo.

Adriano seguía caminando, se dirigía hacia el salón de clases, pero Ezequiel insistía:

—   Quería pedirte perdón por lo de la otra vez.

—   ¿Por tu homofobia, dices?

—   Eh, bueno sí, por eso. De pana, no quiero que nos llevemos mal. Somos compañeros de clases pues, tenemos amigos en común…

—   Ezequiel, hablando en serio, ¿qué es lo que quieres? Porque tu arrepentimiento repentino no me lo creo.

—   Coño chamo, de pana estoy arrepentido. ¿Qué quieres que haga para que me creas?

—   Una disculpa pública sería genial, pero no voy a someterte a eso. Sé que es mucho pedir. Con que empieces a respetarme al menos es más que suficiente.

—   Hagamos algo, salgamos este fin, ¿te parece?

Adriano detiene su marcha, y con los ojos casi desorbitados pregunta a Ezequiel:

—   ¿Salir? ¿Tú y yo?

—   No, bueno, no tenemos que estar solos tú y yo. No quiero que pienses mal tampoco. ¿Qué tal si le decimos a Jonathan? Podemos ir los tres a una disco, no sé, a tomarnos algo…

—   Yo no tomo alcohol.

—   Qué aburrido… Bueno, no sé, ¿qué quieres hacer?

—   Ezequiel, no quiero salir contigo, ¿no lo entiendes?

—   Dame una oportunidad, anda, de pana. Confía en mí.

Es un poco difícil para Adriano confiar en Ezequiel, pero tanta insistencia empezaba a confundirlo. Al final, ¿qué podría perder?

—   Está bien, salgamos —acuerda Adriano—. Los tres me parece bien. Habla tú con Jonathan, planifiquen algo y me avisan.

—   Claro, tranquilo. Ya vas a ver que la vamos a pasar muy bien…

-o-o-o-

Durante esos días, Rodrigo había estado un poco estresado. Además, la visita de Adriano lo había dejado con muchas ganas así que decide abrir nuevamente la cuenta de MasterTOP en Skype .

La mayoría de sus contactos eran hombres jóvenes, al parecer el profesor amaba la diferencia de edad y sucumbía ante los culitos jovencitos que encontraba a través de internet. Había también algunas mujeres, con quien pasaba buenos ratos.

Uno de sus contactos, un tal Daniipas17 le escribe:

Daniipas17> holaa! q tal?

MasterTOP> Como estas?

Daniipas17> bn y tu??.. tnias tiempo sin conectarte,,

MasterTOP> Si bueno, no había tenido tiempo, cosas del trabajo. Pero hablame d ti… q has hecho?

Daniipas17> ps nada, esudiando mucho.. y sigo practicando natación… oye, ponemos la cam?

MasterTOP> Esta bien…

Inician la videollamada. Como de costumbre, MasterTOP muestra solamente su torso, del cuello hacia abajo. Solo eso era suficiente para enamorarse de aquel cuerpo fornido. Daniipas17 en cambio, un muchacho mucho más joven, de piel oscura, delgado y muy atlético, deja ver su rostro. Una cara bastante angelical, considerando lo travieso que es el chico.

Daniipas17 está sentado sobre su cama, frente a su laptop, y antes de pronunciar una palabra más, comienza a jugar con su culito. Definitivamente era un niño muy caliente. MasterTOP lo observa sin hace nada.

El moreno jovencito logra acostarse boca arriba, con las piernas abiertas, poniendo frente a la cámara sus nalgas firmes, redondas, lampiñas… con un color canela bastante provocativo. Entre las dos deliciosas nalgas se dejaba ver un hoyito rosadito. Daniipas17 jugaba con su culo, pasando sus dedos alrededor de él.

Poco tardó MasterTOP en excitarse con aquella vista, por lo que enseguida sacó de su bóxer aquel miembro tan apetecible, un poco dormido todavía, pero que cobraba tamaño y rigidez cada segundo. A Daniipas17 se le hizo la boca agua nada más al ver el pene de MasterTOP , ligeramente curvado a la izquierda, de piel oscura, con venas muy marcadas y una base de vellos ligeramente rebajados; entonces el chico se mojó sus dedos con saliva y empezó a penetrarse a sí mismo. Era una escena increíble ver cómo su largos dedos se abrían camino e iban desapareciendo poco a poco dentro de aquel culito tan fresco, tan joven, tan saludablemente rosado.

La verga de MasterTOP , ya en su magnificencia, estaba muy caliente y palpitando, con las venas a punto de estallar, así que aquel hombre empezó a hacerse la paja al ritmo en que Daniipas17 metía sus dedos dentro de su culo. Sentía como si estuviese allí, penetrando al muchacho…

Como si la vista no fuese suficiente, el oído ayudó a hacer la experiencia mucho más placentera, mientras se escuchaba la saliva del niño entrar y salir de ese culito, al mismo tiempo en que se escuchaban los gemidos de Daniipas17 pidiendo más, como si se lo dijera directamente a MasterTOP . De igual forma, con la otra mano, el muchacho se pajeaba el pene, más delgado que el del hombre mayor, pero muy sensual, sin vellos, oscuro, con unas bolas brillantes.

En ese momento, con la respiración agitada y pidiendo a gritos ser penetrado, Daniipas17 empezó a tener su orgasmo. MasterTOP veía cómo salían chorros de blanca leche que daban a parar en el atlético abdomen oscuro de aquel muchachito; mientras que de este lado de la pantalla, empezaba a salir la leche también que se derramaba sobre toda la pierna izquierda de MasterTOP .

Wow, fue una paja espectacular. Pero como de costumbre, luego de acabar, MasterTOP , o mejo dicho, Rodrigo, cerró sesión sin despedirse. Quién sabe cuándo volvería a conectarse como MasterTOP .

-o-o-o-

Suena el teléfono, un número desconocido.

—   ¿Aló?

—   Adriano, ¿Cómo estás?

—   Bien, ¿quién habla?

—   Soy yo, tu amigo Ezequiel. Vamos a vernos.

—   Lo de “amigo” está de más. ¿Vernos cuándo? ¿Ahora?

—   Sí, ahorita, puedo pasar por tu casa buscándote. Ando con Jonathan.

—   Pero es que tengo cosas que hacer, además…

—   Anda vale, un ratico. Es para hablar y arreglar las cosas… ¿Qué dices? ¿Te pasamos buscando?

—   Este…

—   Queremos verte.

—   Bueno, está bien. Me cambio y salgo.

—   Dale pues, en 15 minutos estoy allá.

—   Ok, los espero.

Puntualmente, a los 15 minutos, un carro de vidrios oscuros se estaciona frente a la casa de Adriano. El muchacho baja y se queda parado frente a su puerta, esperando que alguno de sus amigos le avise que se acerque al carro. Como nada pasa, el muchacho se acerca tímidamente y ve que se baja el vidrio del copiloto. Solo estaba Ezequiel, frente al volante:

—   ¿Qué? ¿No te piensas subir?

—   Ah, es que no estaba seguro que eras tú. No conocía este carro, no sabía que era tuyo.

Adriano se monta de  copiloto, ve hacia los puestos de atrás y se percata que Jonathan no está.

—   ¿Y Jonathan? —pregunta el muchacho extrañado.

—   Él nos está esperando en el sitio.

—   Ah, que bien… ¿Y a dónde vamos?

—   Tranquilo, no te preocupes… la vamos a pasar bien.

(Continuará…)