Tonos grises (cap. 7)

Los examantes se vuelven uno solo mediante un beso tan cálido y sutil como aquellos que se daban en sus mejores momentos. Adriano no sabe qué podría pasar ahora

Mientras se besan, Jonathan se entrega por completo, recuerda a su joven exnovio con amor pero también con mucho deseo. Adriano en cambio se siente confundido, no sabe qué hacer.

El jovencito presiona con sus manos sobre el pecho de su ex para separarse, y despegan sus labios.

—   ¿Qué pasa? ¿No te gusto? —pregunta Jonathan.

—   No es a esto a lo que vinimos.

—   ¿Y qué importa a lo que vinimos?... Dime una cosa, ¿ya no quieres estar conmigo?

—   Jonathan suéltame, ya…

En ese momento, el futbolista lleva a Adriano contra una pared, agarra sus manos y las coloca en la pared sobre la cabeza del jovencito. Acercando nuevamente sus labios a los del muchacho le pregunta:

—   Dime entonces, ¿no quieres estar conmigo?

—   No… No... —logra gemir Adriano con los ojos cerrados. Jonathan vuelve a besarlo, con pasión, y vuelve a preguntarle:

—   ¿No quieres? ¿Ah?... Mírame a los ojos y dime que no quieres…

—   No… No… Ya… —sigue gimiendo Adriano con los ojos cerrados.

Jonathan sabe que justo ahí, Adriano es suyo. No importa el resto del mundo, no importa el tiempo. Solo están ellos dos, solo ellos existen. Vuelven a besarse, esta vez con mucha más pasión, nada más se escucha el sonido de sus labios chocando y la fuerte y agitada respiración de ambos.

El sensual futbolista suelta las manos de Adriano y lleva las propias hasta la cintura del jovencito, tocándolo por dentro de la franela. Adriano en cambio deja caer sus brazos sobre los hombros de su ex, y comienza a acariciar el cabello de Jonathan.

Sin despegarse y con la pasión y el deseo en aumento, Jonathan levanta la franela de Adriano poco a poco, acariciando el abdomen del muchacho, el pecho suave pero firme, lampiño… separan sus labios para terminar de desnudar el torso del jovencito. Se veían unos pezones rosados y muy duros, erectos. Aquella imagen era mucha tentación para el futbolista que acercó su boca hasta la tetilla izquierda de su amante. ¡Qué delicia pasar la lengua por aquel duro pezón, chuparlo, morderlo con delicadeza… y qué mayor delicia la que sentía Adriano, quien no paraba de gemir! Jonathan pasó a la otra tetilla, sabía que ahí estaba el punto débil del jovencito.

Adriano, ya dominado completamente por el placer, comienza a halar la franela de su acompañante, quería desnudarlo cuanto antes. Jonathan ayuda y él mismo empieza a desnudarse. Se quita la franela, se saca los zapatos y se baja el pantalón, hasta dejarlo ahí en el suelo. En su bóxer azul marino con un par de líneas amarillas al costado, se marcaba el güevo del futbolista, que estaba ya muy erecto, queriendo salir.

Ver aquello provocaba aún más excitación en el jovencito, que ya tenía la boca hecha agua. Se sentó entonces en la orilla de la cama y agarrando a Jonathan por la cintura, lo acercó hasta él. Colocó sus dedos en la banda elástica del bóxer y subió la mirada, como pidiendo autorización. Jonathan, sin decir nada, lo mira directo a los ojos con una cara de morbo que me sería imposible describir aquí. Ambos sabían que el jovencito estaba autorizado.

Entonces Adriano decidió bajar el bóxer de su amante, y logró rebotar en el aire aquella verga recta del futbolista, de unos 20 cm, con unos poquitos y rebajados vellos en la base, de piel morena clara, como el resto de su cuerpo, y una cabeza de color rosado intenso.

El jovencito no lo pensó mucho y se metió aquella verga en la boca, pero esta vez no era una mamada pasional, sino más bien como si acariciara el güevo de Jonathan con sus labios, con su lengua. Era muy suave, delicado. El futbolista cerró los ojos y soltó un gemido de placer mientras alzaba su rostro al cielo.

Adriano era un excelente mamador, y eso lo sabía Jonathan muy bien, así que simplemente se dejó llevar.

Después de varios minutos de una mamada que fue aumentando poco a poco de ritmo e intensidad, Jonathan decide sacar la verga de la boca caliente y húmeda del joven, con el deseo de meterla en otro lugar aún más caliente, más húmedo y más cerrado.

Con algo de autoridad, Jonathan acuesta a Adriano sobre la cama y termina de desnudarlo, por completo. Agarró los pies del muchachito y pasó la lengua entre sus dedos… eran unos pies hermosos, muy suaves, de piel clara, la planta era rosada, los dedos muy bien cuidados, tenían un olor característico pero nada desagradable, al contrario, olía casi como un bebé. Qué gusto era chupar esos dedos, esos pies tan hermosos de Adriano. Alzó entonces las piernas del jovencito y se dejó ver aquel hoyito, ufff… el culo de Adriano, ese sí que no tenía rival.

El culito del jovencito era rosado, cerradito, muy lindo, parecía virginal, así lo creería Jonathan si no estuviese seguro que él mismo ya lo había atravesado antes. Las nalgas blancas, lampiñas, inmaculadas, de terciopelo. Era una obra de arte ese carajito.

Jonathan se agachó hasta poner su cara entre aquellas nalgas, acercó sus labios al culito de Adriano y lo besó muy suave primero. Poco a poco fue aumentando la intensidad. El culito del jovencito estaba palpitando y se relajaba con cada beso. El futbolista pasaba su lengua de arriba abajo. Estaba ya muy mojado ese hoyito, así que Jonathan resolvió por meter un dedo. No fue muy difícil, salvo por un pequeño grito/gemido que soltó el jovencito… ufff… si había algo que excitaba a Jonathan, era escuchar los quejidos de Adriano en la cama.

El futbolista quería escucharle quejarse aún más así que decidió no seguir dilatando aquel hoyito. Sacó un condón de uno de los bolsillos de su pantalón, se colocó en el güevo.

—   En la primera gaveta hay lubricante —dice Adriano señalando un gavetero junto a la cama.

—   Lo sé —Jonathan tenía una cara llena de morbo como nunca antes Adriano la había visto—, ¿pero quién te dijo a ti que te voy a coger con lubricante?

—   Pero…

—   Shhh…

Jonathan alzó nuevamente las piernas de su joven amante, escupió sobre el culo de Adriano y con una mano agarró su verga cubierta de látex, muy dura, muy rígida, para ponerla en la entrada de aquel culito.

—   Jonathan por favor, no me lo metas sin lubricante, sabes que lo tengo algo estrecho y me duele mucho si lo haces así.

—   Que te calles, no te estoy pidiendo opinión —y empezó a hacer presión sobre el culito que en un principio parecía no ceder.

Para Adriano era preocupante la actitud que ahora tenía Jonathan, pero no podía negar que sentir aquella autoridad, aquella dominación, era muy excitante. Tanto como el placer que le provocaba sentir aquel dolor.

—   ¡Ah! —se le escuchó decir al jovencito cuando el glande grueso del futbolista atravesó el primer esfínter.

—   ¿Te duele?

—   Sí… —expresó Adriano con una carita de dolor.

—   Así me gusta…

Jonathan dejó de presionar un momento sobre el culito de Adriano, para acercar sus labios a los del jovencito. Le da primero un beso suave… “Te amo” le dice, vuelve a besarlo, esta vez con más pasión, y sin ningún tipo de compasión, sin despegar sus labios de los del jovencito, presionó con fuerza hasta lograr tener su verga completa metida dentro de Adriano, casi hasta las bolas. El jovencito, con un grito de dolor llenó la garganta de Jonathan quien no dejaba de besarlo.

El futbolista presionaba con más fuerza, sentía aquel culito estrecho casi romperse. Estaría seguro que algo de sangre le habría sacado, pero eso era lo que le excitaba, saber que estaba infringiendo absoluto dolor sobre aquel cuerpecito casi indefenso, que además le pertenecía, que podía hacerlo suyo a placer.

Adriano se sentía muy confundido. Era la primera vez que veía a Jonathan así, con esa actitud. Pero no protestaba, solo le hacía saber, con quejidos y gemidos, el dolor que sentía. Era muy excitante.

Terminado el beso, Jonathan aumentó el ritmo de sus embestidas. Adriano solo gemía.

El futbolista, mientras embestía con fuerza, metió el dedo pulgar en la boca del jovencito y le ordenó “abre la boca”. Adriano obedeció sin chistar. Jonathan acercó su cara y le escupió la boca al jovencito.

—   ¡¿Qué haces?! —protestó Adriano por primera vez.

—   Trágatela.

—   No… —dijo el jovencito mientras reescupía la saliva que su ex acababa de echarle en la boca.

—   Ah, ¿la vas a botar?... Abre la boca.

—   Que no, ¿qué te pasa?

—   ¡Abre la boca! —ordenó un Jonathan fúrico, que presionó con su mano el cuello del muchacho y embistió con más fuerza dentro del culito.

Adriano lo pensó un segundo, y entre asustado y excitado, resolvió que lo mejor era obedecer. El dolor en su culo era cada vez más intenso, sentía mucho ardor, temía que Jonathan pudiera hacer algo peor… sin embargo, en el fondo eso le excitaba.

El jovencito abrió la boca y el futbolista escupió ahí nuevamente ordenando: “Trágatela”. Adriano obedeció. “Así me gusta” dijo Jonathan complacido.

El activo de fuertes embestidas echó un vistazo a la penetración, en efecto notó que algo de sangre se deslizaba sobre el condón. Sin saber cómo ni por qué, aquello le provocó una excitación tal, que no tardó sino un par de segundos hasta llenar de leche el látex que cubría su gran verga.

Era intenso aquel orgasmo, la presión sobre el culito roto del joven era sin igual. Adriano solo se quejaba, gemía, unas lágrimas se asomaban en aquellos ojos angelicales.

Después de recuperar la conciencia, Jonathan se sintió culpable, se vio a sí mismo como un animal salvaje. “Mierda, ¿qué hice?” Dijo y enseguida sacó la verga del culo del jovencito, la desenfundó y fue al baño a lavarse. Adriano no entendía nada.

Jonathan regresó del baño y comenzó a vestirse rápidamente. Adriano no decía nada, estaba simplemente acostado, adolorido, en silencio.

—   Me voy —dijo el futbolista—, tu mamá está abajo, ¿no? Ella me abre la puerta.

Y salió rápidamente de ahí. Adriano nunca se sintió más extraño y confundido.

-o-o-o-

—   ¡Buenos días! —dice el profesor Rodrigo.

Es martes, corresponde clase de estadística. Carla estaba muy emocionada por ver esa clase, o mejor dicho, por ver al profesor Rodrigo Cabezas. Vicente en cambio, está indiferente.

Adriano apenas había intercambiado algunas palabras con sus amigos. Jonathan sentado lejos está silencioso. Ezequiel mientras tanto, se mantenía observándolos, algo estaría tramando, seguramente.

Todos los pensamientos que daban vueltas en la mente del joven Adonis, desaparecían al ver la estampa del profesor Rodrigo, o mejor dicho, MasterTOP , algo que solo Adriano sabía.

Rodrigo actuaba de forma natural, era un hombre profesional y, al fin y al cabo, nadie en ese salón sabía la de la magistral paja que se había hecho la tarde anterior pensando en uno de sus alumnos, excepto él mismo.

Sí, en efecto el profesor deseaba a Adriano, también sabía que Adriano deseaba a MasterTOP , pues no olvidaba la videollamada de hace varios meses. Pero hacerle saber algo al muchacho sería imprudente, tal vez llegaría a una situación que podría escapársele de las manos. Podría meterse incluso en problemas con las autoridades de la universidad y quedarse sin trabajo, si aquello trascendía. No, mejor dejar las cosas así.

Adriano en cambio pensaba todo lo contrario. ¿Qué tal si le decía al profesor que sabía toda la verdad? ¿Decirle que sabía que él era MasterTOP y que lo había deseado desde hace mucho tiempo? Además, ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Un rechazo, tal vez? Podría superarlo, aunque sería la primera vez que lo hiciesen.

Pero tal vez eso era lo que le atraía de MasterTOP . Fue ese hombre quien dejó de escribirle por Skype , era el único que se había dado ese “lujo” con Adriano. Para el joven era como un reto conquistar al profesor.

Estos pensamientos estuvieron dando vueltas por mucho rato en la cabeza del jovencito durante la clase de estadística… hasta que sonó el timbre que daría final a la clase.

Después de despedirse, el profesor sale del salón y Adriano se levanta rápidamente para interceptarlo en el pasillo.

—   Estuvo buena la clase, profe.

—   Gracias… aunque no estoy seguro que te haya gustado, te vi muy distraído hoy.

—   Jaja, bueno sí, un poco… es que estaba pensando… bueno, quería darle las gracias por lo de la semana pasada.

—   Ah, eso, no te preocupes, no es nada. ¿Tus papás no te regañaron al día siguiente?

—   No, pero por favor… más bien están muy agradecidos con usted. Estaban preocupados, sí, pero yo les expliqué todo lo que pasó y lo entendieron muy bien.

—   Ah que bueno. Nos vemos entonces la próxima clase.

—   Eh, profesor, un momento…

—   Sí, ¿dime?

—   Es que… bueno, yo quería saber si podía reunirme con usted para estudiar mejor esto de… bueno de estadística pues.

—   Claro, pueden venir tú y tus compañeros a mi cubículo en el horario de siempre, ahí les ofrezco tutoría.

—   Eh si, pero es que… yo quería algo como más privado —dije el jovencito llenándose de valentía.

—   ¿Algo más privado? ¿Cómo así? —pregunta Rodrigo un poco extrañado.

—   Bueno es que… es que… bueno resulta que tengo un problema personal, en mi casa —miente Adriano—, y quería pedirle un consejo a usted, que es un hombre maduro, estable… y después de lo de la semana pasada le tengo mucha confianza.

Rodrigo piensa por un momento. Quería ayudar al muchacho, pero sabía que llevarlo a un lugar “privado” sería una gran tentación y un gran problema, potencialmente. ¿Qué hacer?

—   Podríamos tomarnos un jugo —resuelve Rodrigo—, y hablamos de lo que te aqueja.

—   O podríamos ir a su casa… prefiero, si usted no tiene ningún inconveniente. A decir verdad, es un problema grave el que hay en mi familia y podría… bueno, podría llorar un poco mientras le cuento, y no quiero que me vean así en público.

El profesor se queda en silencio un momento más. En efecto era un riesgo estar con Adriano solo en casa, pero pensándolo bien, el jovencito no sabía que él era MasterTOP (así lo creía), y él era un hombre muy profesional, sabía manejar y controlar sus pasiones. La idea era ayudar al muchachito con su problema.

—   Sí, ¿por qué no? —anunció Rodrigo. El rostro de Adriano se iluminó.

—   ¡Gracias profe!

—   Tranquilo, guarda mi número. Me llamas más tarde y te digo cómo llegar a mi casa.

Esta podría ser por fin la oportunidad que el jovencito estaba esperando desde hace mucho. Podría ser el momento de Adriano y MasterTOP .

(Continuará…)