Tomándome por lo que no era
Como aguantaba montarme en esos transportes urbanos atestados y oliendo a humanidad, transporte que no había persona que no se aprovechaba solo de la falta de movimiento, sino de su miembro para su propio goce.
Tomándome por lo que no era
Antes de nada, agradecer tantos a aquellos que me leéis como los que me ponéis un comentario,
Bueno comenzare con esta confesión, debo decir que me ocurrió con tan solo quince años, edad en la cual comencé a coger el transporte urbano sólo, no fue por voluntad propia, ni fue idea mía, sino fue mi propio padre quien me animaba a cogerlo, pues no dejaba de decir…
- “Ya es hora para valerte por ti mismo… no, dime no eres ya mayorcito para ello”.
Yo callaba pues claro está, pensaba que aún no tenía edad para ello, pero mi padre era de esos que me recordaba...
- "Yo a tu edad, ya me buscaba la vida".
Animándome a coger el autobús solo, pero eso sí, no dejaba de advertirme de los extraños, recordándome el no hablar con desconocidos, ni aceptar mucho menos nada de estos, pues no traía nada bueno.
Recuerdo que los primeros autobuses que cogía eran de la línea 6, 33 y 34, línea que recorría parte de Sevilla. Todas líneas en verdad eran buenas, no habiendo hora mala a excepción, sobre todo a hora de entrada y salida escolar y laboral. Pero como he mentado en aquellos tiempos yo era un chaval, tendría unos catorce o quince años. Cuando cogía el autobús de regreso en su mayoría, me tocaba ir de pie, pues yo era de esos que cedía mi asiento a aquellas personas que lo merecía, ya sea por la edad o el estado (embarazadas o que estuvieran enyesado), prefiriendo yo finalmente por ir de pie.
Pero mi temor no era por querer ir en un transporte urbano, sino por el temor hacia algunos de estos ocupantes, ocupantes que no me respetaban por cómo era. Como bien sabéis y para los que no lo saben, debo decir que sufro el síndrome de Klinefelter, síndrome que por aquel entonces era raro, no habiendo tratamiento. Síndrome cuyos síntomas para unos me tomaban como un discapacitado, y para otros me tomaban por un afeminado, ya que algunos de esos síntomas son muy parecidos.
Era a mediado de mil novecientos ochenta y nueve, cuando ya iniciado en el sexo, buscaba mi satisfacción y que me dejaba llevar sobre todo por la curiosidad y el morbo. Pero mis curiosidades quizás venían de la mano por la ausencia de mi pubertad, yo buscaba realmente mi sexualidad.
Recuerdo como mis padres estaban muy volcado conmigo, tanto que no recuerdo el número de los médicos a los que fuimos, médicos que estos no sabían realmente lo que me pasaban, aunque hubo uno que nos hizo saber que mi caso no era el primero, y que sabía que había tratamiento, pero no en España. Debo decir que mis padres eran muy rígidos, bueno mi padre como es lógico más que mi madre, aunque ella era demasiado protectora. Ellos sabían perfectamente que para nada era yo afeminado, pues no me comportaba como una chica, ni tenía pluma, ni tenía movimientos amanerado, ni nada parecido, simplemente era por mi físico. Mi padre era uno de esos que no dejaba de preguntarme por cómo me sentía, tratando de indagar por saber me trataban en la calle, como era tratado por la sociedad. Incluso me preguntaba…
- “Sabes que cuando haya un tratamiento… vamos a intentarlo, aun deseas hacerlo… verdad, no pasa nada si ya no lo deseas”.
Respondiéndole a mi padre…
- “Si lo se papa, si deseo el tratamiento”.
Respondiendo este…
- “Este es mi chico, valiente y con dos cojones a pesar de todo”.
Quizás sea muy pesado con esto, pero es verdad que la sociedad nos ven como algo que no somos, quizás por esto te tomen por lo que no eres. También es verdad que me he aprovechado de estos síntomas para mi disfrute, pero es bien cierto que podía pasar por una chica sin esfuerzo alguno. Yo era uno de esos más alto de la media, delgado, torso más corto y amplias caderas. Piernas largas y torneadas (por el ejercicio, pues deseaba ser lo más parecido a un chico), tobillos finos y pies pequeño para mi edad.
Como mente anteriormente, nunca tuve pubertad, mi cuerpo se quedó como congelado, quedándome con una fisionomía peculiar, cuyo cuerpo delgado sin musculo alguno, nada de pelo ni vello tanto corporal como facial. Tenía agrandamiento del tejido mamario que se me había generado, para entendernos tenía pecho, no tetas, pero si pechos de una chica de catorce años. Pero mi mayor defecto al menos para mí, era el tamaño de mis genitales, testículos no mucho mayores de una uva, pequeño como mi miembro, miembro que era mi mayor humillación como chico. Además, mi madre era de esa que no dejaba de decir a los demás…
- “Mirad mi chico, no es hermoso, las niñas se lo van a rifar”.
Y todo porque decían que era atractivo, cuyo rostro derrochaba pura inocencia y con esos labios carnosos, labios que el inferior es el doble de grueso que el superior. Decía que yo debería de ir para modelo o actor por mi rostro, rostro cuyas cejas perfiladas iban acordes con mis pestañas largas, y mis cabellos no muy largos. Pero estos rasgos me llevaban por la calle de la amargura, sobre todo cuando iba solo, sobre todo cuando me subía a algún autobús de línea. Autobús que no había tío degenerado que no me tomara por una chica, no era chico que llevara prendas sugerentes, pues el uniforme escolar o el ir con unas calzonas deportivas y un suéter, no pensaba que fuera un reclamo. Pero estos debo deciros que me tomaban por una chica solo por mi anatomía, no dejo de decirme al oído en voz baja…
- “Uuuffff!!, menudo culo tienes niña”.
Callándome por no hacer una escena, callándome más por vergüenza que por otro motivo, callándome por no dar de que hablar al resto, o acabar siendo el hazmerreír del resto de los pasajeros. Volviéndome este a soltar y esta vez al tiempo que pegaba su erecto miembro a mis nalgas y acariciaba mis piernas…
- “Uuuffff!! niña, notas como me tienes”.
Debo decir que no fue el primero que me lo hacía, pero tampoco fue el último cuando me enfrentaba. Recuerdo que me gire a uno de estos, gire mi rostro y decidido le conteste…
- “No soy ninguna niña, solo soy un chico”.
Este para nada sorprendido por mis palabras, me contesto…
- “Bueno y que, sabes que el mundo no es perfecto y aun así, aquí estamos”.
No dejándome de presionar con su miembro, mientras sentía sus manos deslizarse por mis muslos, ¡deteniéndose donde sus brazos le permitían para ascender hasta mi pecho… uuummm!!, llegando a sentir como acaricia mi pecho… uuummm!!. Y volverme a soltar…
- “Poco me importas de que sexo eres, solo me importa que me gustas, ¡y abras notado por mi polla que es cierto… uuummm!!”.
Callo por que disfruto, llegando a tornar mis ojos por el placer que estaba sintiendo, quizás fuera por el mismo morbo de estar en ese autobús y que nadie lo notara. Siento sus caricias recorrer mi cuerpo, siento como roza sus yemas mis pezones… ooohhh!!, como sus labios fortuitamente besa mi cuello… y eso me enciende aún más, esas besos me pierden… ooohhh!!. Volviéndome a soltar…
- “Me tienes cardiaco… niño… ooohhh!!, me tienes loquito… uuuffff!!, te llevaría a mi casa si tu quisieras y te haría mía… ooohhh!!”.
Os debo confesar que en esos momentos me tenía al borde del orgasmo, y eso que aún no me había tocado mi miembro, pero el morbo era total, imaginarlo… en pleno autobús y rodeados de gente, pero la verdad es que iban a lo suyo… uuummm!!. Volviendo este a dirigirse a mí, como una prueba…
- “Separa las piernas y tira tu camiseta hacia arriba, venga sácate la camiseta del interior de sus calzonas”.
Obedecí como si este desconocido fuera mi propio padre, separé mis piernas un poco, tirando hacia arriba de mi camiseta, fingiendo que era debido al calor, aunque no iba mal encaminado. Volviendo este a decirme…
- “Uuuffff!!, muy bien nenita… muy bien… uuummm!!”.
Dándome como premio o al menos eso pensé… unos besos en mi cuello… ooohhh!!. En esos momentos no caí en la cuenta de cómo debía de ser esta persona, simplemente por mi cabeza pensaba hasta donde llegaría las pretensiones de este desconocido… uuuffff!!. Desconocido que llego por unos minutos a introducir sus manos por debajo de mis prendas, tanto para rozar como pellizcar mis erectos pezones… ooohhh!!. Como para magrear introducir su otra mano por uno de los perniles de mis calzonas… uuummm!!, sintiendo como magreaba mis nalgas a su antojo… ooohhh!!, sintiendo como las yemas de sus dedos rozaban mi orificio… uuummm!!. Soltándome…
- “Joder… como estas… uuuffff!!, tienes el coñito ardiendo y bien abierto… uuummm!!”.
Me muerdo el mentón por no delatarme, noto como mis piernas flaquean, cuando siento como con gran habilidad me introduce uno de sus dedos… ooohhh!!. Soltando…
- “De veras eres un chico… donde están tus genitales, no te han salido aun y el vello tampoco”.
En esos momentos percibo miradas, pero ignoro de quien, me da vergüenza mirar. En esos momentos tampoco estaba para mucho más, sentía me llevaba un desconocido al séptimo cielo… ooohhh!!. Sintiendo sus labios en mi cuello… aaahhh!!, sintiendo como jugueteaba con mis pezones… uuummm!!, y sobre todo como presionaba ese último eslabón de ese dedo… ooohhh!!. Volviéndome a decir...
“Venteé… no te haces una idea de lo que te vas a perder”.
“Vente… que me tengo que bajar en la próxima parada, ¡no te imaginas como me dejas… uuuffff!!”.
Intento ponerme de puntillas y echar mis nalgas hacia atrás, ¡un intento por sentir su dedo más dentro… uuummm!!. Diciéndome entonces por esto…
- “Me imagino como debes de estar tú, pero bien sabes que la culpa es tuya, venga vente y no te lo pienses mucho”.
Coge mi mano derecha y tira de ella hacia atrás, ¡introduciéndomela por dentro de su bragueta, sentí su duro capullo presionar la palma de mi mano… uuuffff!!. ¡Sintiendo como en segundos presiona mi mano y como empapa está con algo húmedo, pringoso y caliente… uuummm!!. Luego en nada saca mi mano, me aparta y avanza hacia la puerta del autobús y se baja, quedándome yo allí, sintiendo avergonzado las miradas de algunos, escuchando como mascullan…
- “Maricón”.
Esa como tantas aguante tal humillación, no era mi primera vez como he dicho, pero tampoco fue la última. Pero debo deciros que, si acabe por aceptar su propuesta, propuesta que no fue otra que llevarme a su casa, donde tras hacerme entrar y tras cerrar su puerta. Este degenerado me desnudo ahí mismo, degenerado que intento comerme la boca, pero tras rehusar se contentó con mi cuello y pecho… ooohhh!!. Partes de mi anatomía que noto que me hacía derretir, partes que aprovechaba para dilatar mi orificio con sus dedos… uuummm!!. Acabando por inclinarme e introducir su miembro en mi orificio… aaahhh!!, embistiéndome una vez tras otra y acabar por sacarla, acabando por metérmela en mi boca y correrse… uuummm!!.
Luego se levanta y se marcha al aseo, invitándome a acompañarlo y sugerirme un baño, tras este me invita a marcharme, no sin antes proponerme una nueva visita, visita que la verdad acepte… mmm!!. Hombre que no dejaba de decirme…
- “Verdad que te gusta sentirte como una zorra”.
Calló, pero la verdad es que es cierto, callo porque me gusta sentirse como una zorra, me gusta que me pongan más a cuatro patas u otra posición. ¡Me gusta que me agarren fuerte… uuummm!!, ya sea por mis caderas como por mis hombros… y que me follen duramente, me gusta que me traten como la putilla que soy, mientras me humillan e insultan, soltándome…
- “Maricón… afeminado de mierda”.
Dejándome follar sin rechistar. Pero como he dicho siempre y siempre voy recordándolo, soy persona que me iniciaron a los trece años, no penséis que me sedujeron o utilizaron más bien fue por mí, me sentí atraído por mi curiosidad, atraído por el morbo y esa extraña sensación tan placentera que era la falta de pubertad. Pero como he dicho, me iniciaron en el sexo, hombres mayores de edad, edad entorno a la de mi abuelo, hombres enamorados de un cuerpo joven e inocente. Hombres que disfrutaban de mi anatomía y por aquel entonces de mi miembro, tragándose una y otra vez hasta sacarme la última gota de mi corrida… uuummm!!.
Y como tantas veces he mentado, quizás por esta causa no me considero hetero ya que mantengo relaciones con hombres maduros, ni tampoco bisexual pues no los tengo con todos, aunque a veces haga excepciones. Bueno lo dejo aquí, espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios.