Tomando algo rápido y fresco
Nuestra amiga casada no sabía que aquella mañana se convertiría en objeto de observación (y de comentarios) de varios tipos en un sucio bar.
Curiosamente esta mañana no me sentía nada
, sexual, me explico, estaba muy estresada, demasiado liada para perder un minuto en pensar en cuestiones de "jodienda", cuando tuve que salir del despacho a solventar unas gestiones bancarias particulares, hecho por el cual fue "volando" de un lado para otro sin apenas tiempo para nada, el caso es que debido a este calor note que me daba un ligero bajón, por ello decidí levantar un poquito el pie del acelerador y perder unos minutos en un bar para tomar algo fresco.
Iba caminando, la zona no era el centro por lo cual había poco donde escoger, o mejor dicho apenas había donde escoger, por ello me encaminé al único bar que vi en el cual al menos habría algo de sombra. Solo entrar me di cuenta de que no era nada del otro mundo, un simple bar de los de toda la vida, por cierto no muy limpio, si bien la única persona que había tras la barra y el también solitario cliente que había sentado en una mesa, eran paquistaníes, indios o similar, apreciando que muchos de los carteles que había estaban escritos en una lengua extranjera desconocida para mi. Pensé que para tomar algo fresco y rápido daba igual, por lo que pedí una consumición.
Como iba a ser un "visto y no visto", me quedé en la barra, en pie, sacando unos documentos de mi maletín para echarles un ojo mientras bebía, en esto estaba cuando entró otro cliente, esta vez uno de aquí, de unos cincuenta años, muy gordo y para no variar poco arreglado, el cual pidió la omnipresente cerveza. Al momento me di cuenta de que no me quitaban ojo, pese a estar la tele puesta y haber periódicos para ojear, más exactamente el cincuentón no hacía otra cosa que mirarme, apoyado en los brazos sobre la barra, con descaro, mientras que tanto el otro cliente paquistaní como el también extranjero dueño/camarero del local, miraban de reojo, desviando la mirada cuando se cruzaba con la mía. Os juro que en momento alguno iba dispuesta a nada que tenga que ver con cuestiones sexo, pero también entenderéis que en según que circunstancias una no es de piedra.
Todo iba con aparente normalidad hasta que hubo una pausa en el programa de la tele, haciéndose por un momento cierto silencio, circunstancia que me permitió escuchar casi como en un susurro, como el cincuentón decía "vaya melones joder". Debido a su cercanía fui la única que pudo escuchar semejante comentario, el cual en principio me dejó fría, aunque posteriormente tras cruzar la mirada con él y ver que no la retiraba, hizo que me sintiera algo incómoda, sonrojándome un poquito, el tío pidió una segunda cerveza aunque por la pinta ya debería de llevar varias, pues sus ojos tenían el típico brillo de quien ha estado catando de más.
Paralelamente a la sensación de cierto corte que estaba aflorando en mi, también me di cuenta de que surgía otra familiar sensación, esta era la de cuando mi raja empieza a excitarse, caldeándose y humedeciéndose. Joder, yo misma me preguntaba que clase de tarada era para que sin yo desearlo mi cuerpo empezara a ponerse a cien ante semejante guarro maleducado, pero lo cierto es que aunque no me gustara no pude evitarlo.
A cada instante notaba su mirada clavada en mí, especialmente en el culo y pecho, sintiéndome un poquito abochornada y sin saber que hacer, aunque notando que mis bragas estaban tomando parte del flujo que salía de mi raja, joder me estaba poniendo cachonda a tope mientras aquel cerdo me miraba y los dos paquistaníes sonreían como tontos.
Para que os hagáis una mejor idea de lo que el borracho aquel estaba viendo os diré que esta mañana llevaba un traje de verano, color beig, de tela fina, abotonado al frente, con tirantes y la parte inferior con falda larga, debajo un juego de braga y sujetador blanco, así como zapatos de tacón medio igualmente de color beig, el pero recogido en una coleta y mis inseparables gafas de sol, junto a mi bolsito de mano y maletín. Podría definirlo como un vestido cómodo, elegante y que aunque marca mis curvas, así como el inicio del canalillo, no podría definirlo como excesivamente provocativo.
Noté que mi corazón nuevamente se ponía "cardíaco", por ello pese a que la parte "cuerda" de mi interior me dijera que debía de marcharme y continuar con mis asuntos, no le hice caso y me fui al wc, lugar donde nuevamente pensé que quedarme tal vez no fuera buena idea, pero mi cuerpo pedía quedarse, teniendo éste más fuerza que mi voluntad, por ello desabotoné el vestido y una vez con él abierto, mirándome frente al espejo, me quite las bragas y también el sujetador, abotonándolo de nuevo, si bien no haciéndolo con los dos botones inferiores y tampoco con los dos superiores con lo cual tan solo quedaban abotonados los tres centrales. Joder, solo de saberme desnuda y encima enseñando "cacho", hizo que mi ya, de por si, húmedo coño, expulsara más flujo, pringando mis muslos. Todo ello hizo que me sintiera más zorrón, como una hembra a esperas de ser montada, no se como explicarlo, pues ciertamente no enseñaba nada, aunque se veía perfectamente parte de las tetas, así como que éstas iban sin sujetador, respecto de abajo la abertura frontal según me situara permitiría dejar a la vista los muslos casi hasta mi entrepierna. Finalmente, solté el cabello y como si nada me decidí a salir, con esa cara que suelo poner de mujer dura y seria.
Cuando volví al lugar comprobé que seguían los tres en sus mismos sitios, es decir, el cincuentón con otra cerveza en pie apoyado sobre sus brazos en la barra, el camarero paquistaní tras ésta, supuestamente limpiando vasos y el tercero en discordia, paquistaní, continuaba sentado en una de las mesas justo a la entrada del local frente a la barra. Al momento me di cuenta de que me miraban y que entre ellos era como si estuvieran conectados con la mirada, una sensación peculiar de que me observaban al unísono, aunque el cincuentón era el único que miraba permanente y parecía más descarado, debiéndose ello probablemente al alcohol que llevaba en sus venas.
Aunque os parezca una estupidez, pedí al camarero un tubo con leche fresca, poniéndomela éste, a la vez que yo me sentaba en un taburete alto, cruzando las piernas y tomando un documento de mi maletín, comenzando a ojearlo, quedando por entero mis muslos a la vista, sintiendo entonces una mayor fuerza de sus miradas sobre mi. Para recalentar más decidí mover despacio a derecha e izquierda el taburete, así como con la mano libre agarré el vaso de tubo, comenzando a frotarlo de arriba abajo, de forma muy suave, tal y como si no me diera cuenta. Joder, notaba más y más húmeda mi raja.
Pese a que tan solo había pasado un momento, nadie hablaba, el único ruido lo hacía la tele, pero se notaba un ambiente tenso, mezcla de sexo puro y duro, mezcla de vergüenza a lo que pudiera pasar.
El cincuentón se movió, colocándose más cerca de mi, a mi izquierda, pidiendo otra cerveza. Estábamos así cuando pude oír como el tipo hablaba, como si lo hiciera a nadie de forma directa, en un tono no muy elevado, evidentemente para solo ser oído por mí, una especie de susurro alto, no se bien como describirlo mejor. Pude escuchar como decía, "seguro que alguna necesita leche, joder seguro que ordeña de cojones", diciendo otras inaudibles, siguiendo "alguna seguro que quisiera que la llenaran el culo de lechada", joder era una pasada estar oyendo aquello que supuestamente no era dirigido a mi, Dios, con las piernas cruzadas no podía evitar juntar mi muslos apretándolos, lo más despacio y sutilmente que pude, pues no quería dejar de tener aquella pinta de tía fría e inmutable, pero es que sinceramente necesitaba algo más, concretamente necesitaba tener un orgasmo.
Me notaba a cada momento más excitada, resultándome a cada momento más difícil el disimular, joder el tipo seguía con su perorata susurrante "más de una necesita rabo", o también "dame un vaso que me la voy a cascar y te lo lleno", ostia!! fue escuchar esa tontería en boca de ese borracho y no poder resistir más, me llegó un orgasmo de esos que hacen que te tiemble todo y del que ignora como pude disimular ante ellos, aunque no pude evitar separar los muslos y bajar los pies del taburete al suelo para estirar las piernas. Sentí tal pavor de que supieran lo que acababa de sentir que como pude saqué un billete y sin esperar vuelta lo deje sobre la barra, saliendo de allí rápido con mis manos ocupadas con el maletín, documentos, bolso de mano, como una loca me marche sin siquiera decir adiós. Cuando estaba a unos veinte metros, observe que el borracho salía del bar, por lo que volví una esquina y salí a toda mecha como alma que lleva el diablo para evitar que pudiera seguirme.
Espero comprendáis que fue muy fuerte la situación y que una mujer como yo, normal y corriente, que se comporte como una auténtica calienta pollas es algo fuera de lo común en la vida real, en mi vida real, espero por ello que entendáis lo difícil que para mi es hacer según que cosas.
Besos a tod@s.