Todos saben que te amo vii

Gabriela y xenia se confiesan su amor pero gabriela no se lo ha confesado a sus padres pues teme por su reaccion

TODOS SABEN QUE TE AMO

XYG

Salió de un cálido sueño para despertar a la realidad. Sus párpados aún cerrados se negaban a mostrar el par de ojos azules ocultos tras ellos. Se acurrucó entre las sábanas y cubrió su cabeza con el cobertor, intentando impedir que los rayos del sol matinal que ingresaban através de la ventana llegaran hasta su rostro. Aquietó lo más posible su cuerpo, deseando caer en el sueño nuevamente, pero un molesto sonido comenzó a retumbar en sus oídos sin cesar.

Malditos pájaros

De pronto una imagen llegó a su mente, era una imagen hermosa, la del sueño que estaba teniendo hace sólo algunos minutos atrás, sólo que no era un sueño, era un recuerdo, una realidad, su realidad.

Su cabeza se asomó por entre el cobertor, su cabello oscuro revuelto, sus párpados por fin se comenzaron a abrir lentamente dejando ver un hermoso par de azules ojos, una sonrisa comenzó a nacer en ese rostro, y pareció quedarse impresa eternamente en él. Pestañeó varias veces intentando despabilarse completamente, no fuera a ser que aún estuviera soñando. Censuró de inmediato ese pensamiento pesimista. Los pájaros ya no le molestaban en lo más mínimo, hasta agradable comenzó a parecerle su cantar. Sacó un brazo y observó atentamente la palma de su mano, apretó los dedos y volvió a cerrar los ojos intentando rememorar la sensación de la mano de Gabriela en la suya. Llevó su palma hacia su nariz, la restregó por su rostro, sus dedos llegaron a sus labios, su cuerpo comenzó a caer en un estado de completa y total euforia. La sonrisa se ensanchó aún más si es que aquello era posible, se lamió los labios intentando encontrar algún rastro del sabor de Gabriela aún en ellos. Agarró la almohada y se cubrió con ella la cara sofocando los gritos de alegría que salían de su garganta, mientras pataleaba como una criatura en el colchón.

Me ama, ella me ama, Gabriela... mi Gabby... ¿Habrá despertado ya?

Un deseo inmenso de verla en ese mismo momento comenzó a invadir todo su ser, creciendo hasta convertirse prácticamente en una obsesión. Miró la hora, el reloj marcaba las 8 : 20 am. Recordó con una sonrisa la aversión que Gabriela le tenía a levantarse temprano. Pero eran tantos sus deseos de verla, de oír por lo menos su voz, el teléfono estaba apenas a centímetros de su alcance, sólo debía marcar unos cuantos números para oír el dulce sonido de su voz... Se retuvo, la dejaría dormir unos minutos más.

Sólo hasta las 9 eh, no podré resistir más que eso.... ¿¿Y si se arrepintió?? ¿¿Y si se lo pensó mejor??

El sólo pensamiento de esa posibilidad hizo que sus ojos se nublaran, sacudió su cabeza. Los recuerdos del día anterior llegaron a su mente nuevamente, los tenía tan claros y patentes en cada fibra de su ser como si los estuviera viviendo en ese mismo instante, veía las escenas sucederse una tras otra, mientras volvía a sentir su corazón salírsele por la boca, todas las sensaciones, todos los sentimientos, las palabras que se dijeron, los besos que compartieron, cada segundo pasado con Gabriela volvía a su mente junto al sentimiento más dulce que había sentido en toda su vida. El que pensó que sería el peor día de su vida, terminó conviertiéndose en el mejor.

Salió por fin de la cama, todo le parecía hermoso, hasta las frías baldosas del baño en contacto con sus pies le parecieron perfectas. Abrió la llave de la ducha y dejó el agua caer por su piel. La sonrisa aún intacta en su rostro, no mostraba la menor intención de querer menguar. Comenzó a tararear una canción.

¿¿Yo cantando?? qué ridícula soy... hum... pero soy una ridícula feliz...

Salió por fin del baño con una toalla azul enrollada en su cabello y una bata blanca cubriendo su cuerpo. Le echó una mirada al reloj nuevamente, marcaba las 8: 40, volvió a mirar el teléfono, por un momento le pareció oírle diciéndole "marca su número..." "marca su número..." Alzó una ceja.

¿Qué mierda? ¿ahora tengo complejo de Alicia en el país de las maravillas?

Se dirigió a la cocina, preparó su café matinal, agarró una marraqueta, pero enseguida la devolvió a su lugar, su estómago estaba demasiado apretado como para tener espacio para ninguna comida. Tomó el control remoto y encendió el televisor sin molestarse en cambiar de canal.

¿¿Es que no hay más gente en este país que siempre invitan a los mismos a estos malditos matinales??

Un grupo heterogéneo de personas apoderadas de la pantalla, heterogéneas exteriormente, diferentes edades y peinados, pero iguales en su intención de figurar, de eso Xenia estaba segura. De repente agarró el hilo de la conversación, hablaban del tema como si hubieran estado en la piel de las personas de quienes estaban opinando. Y de pronto vió una imagen de ella misma en la pantalla, casi escupió el café, luego otra de Gabriela, una sonrisa nació en su rostro pero se borró de inmediato al percatarse de la situación.

  • Es lógico que este par hizo todo lo posible por ser las figuritas del reality, incluso haciéndose pasar por gays. -Decía uno de los tipos.

  • No estoy de acuerdo con eso, más bien yo pienso que el mismo canal les pidió que lo hicieran, un montaje de ese tipo les iba a traer un rating monstruoso, y así fue. -Decía otra.

  • En realidad yo creo que los jóvenes de hoy en día quieren experimentar todo tipo de cosas, y eso es obviamente lo que estas dos chicas Celia y Sabrina quisieron hacer. -Dijo un señor.

  • Xenia y Gabriela. - Corrigió uno de los conductores.

  • Bueno, la gente cree que se enamoraron, incluso hay fuentes bastante fidelignas que aseguran que ya viven juntas y que están planeando adoptar una guagüita. - Acotó seriamente la conductora.

  • Hijos míos, sea como sea el señor siempre perdona a sus hijos, todo tipo de desviaciones tienen cura, lo que estas jovencitas necesitan es el apoyo y el amor de sus padres y...

  • ¡¡Suficiente!! ¡¿Qué mierda se creen todos ustedes malditos ignorantes especulando sobre nosotras?! ¿rating? ¿montaje? ¿figuritas? mírense ustedes primero hijos de puta, pero ¿¿qué se han creído?? qué van a saber ustedes nada sobre nosotras, qué pueden saber ustedes algo sobre el amor...

Apagó el televisor de sopetón y lanzó lejos el control remoto y casi le da con él a un vidrio. Sus manos empuñadas y el rostro rojo de cólera, se dejó caer en el sofá mientras intentaba calmarse aspirando hondamente.

Gabby... ¿lo habrá visto? ¿es esto lo que nos espera acaso? ¿un grupo de imbéciles sintiéndose con el derecho de hablar sobre nosotras?

Volvió a mirar la hora, el reloj marcaba las 9:05, se paseó nerviosamente delante del teléfono mientras no le quitaba los ojos de encima decidiendo si llamarla o no.

No voy a dejar que nadie nos arruine estos momento Gabriela, te lo juro...


Sus verdes ojos recorrieron el interior del refrigerador intentando decidirse entre un yogur de frutilla o uno de piña. Luego de algunos segundos de pasear su mirada entre ambos envases, cerró la puerta sin nada en sus manos. Extraordinariamente no sentía hambre, y si había llegado hasta la cocina, era simplemente porque se sentía incapaz de estar un segundo más sin moverse del mismo lugar. La noche anterior la había pasado prácticamente en vela, dándose mil vueltas sin poder pegar un ojo. Pero este insomnio no era el típico y maldito insomnio en que por más que se concentra una en intentar dormir menos lo consigue. Éste era diferente, estaba lleno de imágenes, de olores, de sabores, de sensaciones, recuerdos tan claros en su mente y en todo su ser que varias veces se descubrió a sí misma sonriendo ampliamente, o incluso dando grititos de alegría que ahogaba rápidamente bajo la almohada, por temor de despertar a todos en la casa.

Regresó a su habitación, se sentó en la cama, pero al segundo volvió a pararse, miró la hora, eran las 9: 15, le dio una fugaz mirada a su teléfono celular, y recordó que lo tenía apagado, entonces lo tomó rápidamente y lo encendió con una sensación de nerviosismo recorriendo su cuerpo. 7 llamadas perdidas, y un mensaje de texto. Un gesto de fastidio cruzó su rostro al reconocer el número de esas llamadas, finalmente abrió el mensaje y su rostro se iluminó completamente.

"Bns dias ¿cmo drmst? anche soñe cntg, no me prgunts q.. :p, t llamare dntr d 1 hora + o -, 1beso... TQ..."

Leyó por segunda vez el mensaje, y una tercera, y la emoción que le había producido y toda la euforia y esa electricidad que sentía recorrer su cuerpo no desaparecían. Se tendió sobre la cama, aún con el celular en sus manos, y sin siquiera pensarlo lo besó y lo apretó fuerte contra su pecho.

Xenia... ¿soñó conmigo? ¿qué habrá soñado? que no te pregunte ¿eh? ya sabes lo persistente que puedo llegar a ser, no te me vas a escapar tan fácilmente...

Volvió a oprimir el teléfono fuertemente contra su pecho, luego de leer una vez más el mensaje. Pero en ese instante sonó y Gabriela dio un salto por la sorpresa. El corazón casi se le salió por la boca.

¿¿Ya pasó una hora?? ¿es posible perder toda noción del tiempo cuando uno está...? cuando se siente algo... vamos Gabby dilo, cuando se está enamorada...

Por fin miró el nombre de la persona que la estaba llamando, y no era precisamente Xenia...

  • ¿Aló?

  • ¿Gabby?

  • No, no soy, número equivocado.

  • ¡¡Espera!!

  • ¿Sí? -Dijo girando los ojos.

  • ¿Cómo estás?

  • Muy bien. -No pudo ignorar la imagen del rostro de Xenia llegar a su mente al oír esa pregunta, mientras una sonrisa se formaba en sus labios. Y ¿tú?

  • Me alegro, yo estoy bien, pero... te he extrañado mucho...

  • Qué te puedo decir...

  • No tienes que decirme nada. Te vi en la tele, no me perdí ningún capítulo, hasta te grabé y todo...

  • Pablo, dime qué quieres, no tengo mucho tiempo para hablar ahora.

  • Necesito verte, me porté como un imbécil ese día, lo sé, yo... ¿podríamos vernos?

  • ¿Vernos? ¿para qué?

  • Porque tenemos que hablar, dejamos las cosas a medias y...

  • No dejamos nada a medias, yo te ofrecí mi amistad y no quisiste, lo siento mucho pero tengo cosas que hacer ahora. El hastío iba imprimiéndose notablemente en su voz.

  • Pero... bueno, te volveré a llamar más tarde o mañana.

  • Chao.

  • Chao Gabby, te mando un be...

Antes de que terminara de hablar Gabriela ya había cortado la comunicación.

Tan bien que había comenzado el día...

Volvió a mirar el mensaje de Xenia y de inmediato olvidó la conversación que acababa de tener. En ese momento la puerta se abrió y entró su hermana.

  • ¿¿¿Qué haces tú levantada tan temprano un día festivo??? ¿te sientes bien? - Catalina dijo con una exagerada mueca de sorpresa en su rostro. Era una jovencita de 15 años, de la misma estatura de su hermana, de cabello castaño claro y ojos color miel. Era la única hermana de Gabriela.

  • No exageres, el día está precioso ¿no crees? quería aprovecharlo bien - Dijo Gabriela sonriendo.

  • Y ¿qué onda que estás tan sonriente mirando ese teléfono? te llamó Anthony Kiedis ¿o qué?

  • No seas entrometida Cata, y ¿cuántas veces te he dicho que primero se golpea antes de entrar.?- Dijo agitando el dedo índice en dirección a su hermana.

  • Lo hice y luego entré. - Catalina se encogió de hombros.

  • Primero debes esperar a que te digan que pases, o si no, es lo mismo.

  • Ay no seas cuática, además somos hermanas, te he visto desnuda cientos de veces, y no creo que metas a ningún chico aquí durante la noche como para que te pille en alguna situación comprometedora, o chica... - La jovencita dijo mirando a su hermana con una pícara sonrisa en su rostro. A propósito cómo está tu "amiguita Xenia" supongo que la habrás visto.

  • ¿Xenia? - Gabriela sintió como un rubor comenzaba a subir por la blanca piel de su rostro.

  • Sí, Xenia, tu amorcito del reality. Supongo que no la habrás dejado irse a Canadá ¿¿o sí??

  • No se va a ir. - Gabriela le dio la espalda a su hermana mientras ordenaba cualquier cosa que pillara fuera de lugar.

  • ¿No se va a ir? ¿¿por tí?? - Gabriela adivinaba la sonrisa en el rostro de su hermana sin necesidad de verla. Qué romántico... Sí que la tienes agarrada a la Xenia, al menos tienes buen gusto, si decidiste que ahora te gustan las minas, por lo menos que eligas una que esté linda. Aunque vas a tener una tarea difícil alejando a los jotes que se le acerquen, pobre de tí.

  • Déjate de hablar tonterías Catalina, y ándate, tengo cosas que hacer. - Gabriela sintió una repentina punzada en su estómago al oír lo último que le estaba diciendo la adolescente.

¿Jotes? No, a Xenia no le interesa nadie más, ella jamás haría algo que pudiera dañarme...

  • Ya, no te pongas celosa antes de tiempo, nadie ha dicho que Xenia sea infiel, o sea la Carla y el Andrés todo el rato lanzándosele, pero ella ahí firme, no les dio jamás bola. Además a ella también le va a tocar difícil, a tí igual siempre te andan rondando los chicos, como tu ex pololito Pablo por ejemplo, que entre nos, me cae pésimo, y se la ha pasado llamándote.

  • ¿¡Llamó para la casa!? ¿qué dijo? -Gabriela se giró hacia su hermana con cara de pregunta.

  • Anda lloriqueando por tí, que te quiere, que te extraña, que te va a recuperar. Ayer que no estabas me dio la lata como por una hora entera. -Una mueca de desagrado cruzó las facciones de la chica más joven. A propósito ¿dónde estuviste? dijo que tenías el celular apagado.

  • ¿Ayer? -Gabriela nuevamente se giró dándole la espalda a su hermana, mientras volvía a sentir los colores subiendo por su rostro, pero al recordar el día anterior, no pudo censurar una amplia sonrisa.

  • ¿Gabby? a ver a ver ¿qué es eso? ¿una sonrisita? Primero te retiras del reality y andas como una zombi sin hablar con nadie y encerrada en tu pieza todo el santo día, y de un día para otro andas con una sonrisota pintada y hasta temprano te levantas un día festivo -Catalina intentaba ver el rostro de su hermana que hacía esfuerzos en vano por echar a la molesta jovencita.

  • Ya no inventes Cata, y lárgate, son ideas tuyas.

  • ¡¡Estuviste con Xenia ayer...!! -Dijo luego de meditar unos segundos.- No me mientas Gabriela, ¿¿¿qué paso??? ¿¿¿se besaron??? ¡¡¡cuentame!!! por favor, anda hermanita linda de mi alma y mi corazón.

  • ¡Largo! -Gabriela agarró de un brazo a su hermana y la echó de la habitación. Al cerrar la puerta un suspiro escapó de su garganta mientras ya no luchaba por contener su sonrisa.

  • Lo oí Gabriela, estás suspirando. -La voz burlesca de la adolescente llegó desde el otro lado de la puerta.

  • ¡Largo! pesada.


¿Habrá leido mi mensaje? mejor esperar a que se me pase la bronca por estos imbéciles

Xenia terminó de secarse el cabello mientras oía algo de música. No había vuelto a encender el televisor por miedo a encontrarse con comentarios y especulaciones igual o más desagradables que los anteriores acerca de su relación con Gabriela. El hecho de que la gente se diera la libertad de hablar sobre ella no le molestaba tanto como que hablaran de Gabriela. Si bien era cierto que ya no eran solamente amigas y que habían iniciado una relación mucho más profunda, aunque no le pusieran nombre ni nada por el estilo, Gabriela no estaba habituada a que se dirigieran a ella con epítetos como "tortillera" "gay" o "lesbiana" y Xenia sabía que iba a ser difícil para la chica más joven asimilar todo eso. Gabriela había aceptado sus sentimientos, y Xenia sabía que no se sentía culpable por ellos, ambas estaban juntas en un mismo camino de ahora en adelante y no permitirían que nadie se interpusiera entre ellas de ninguna forma.

Una canción comenzó a sonar, la había oído muchas veces, pero esta vez le sonó muy diferente a las anteriores. De pronto el teléfono sonó y Xenia dio un respingo.

¿¿Gabriela?? ¿será ella? ¿qué le digo? ¿y si me quedo muda como una imbécil?

  • ¿Aló? -Dijo luego de calmarse y tranquilizar su voz en la medida que le fue posible.

  • Xenia ¿qué es eso de que no viajas? ¿estás bien? tu padrastro me dijo que llamaste tarde anoche y le dijiste me quedo en Chile, luego diste un grito y cortaste. -La voz de su madre sonaba preocupada al otro lado de la línea.

  • Hola madre, pues eso que no me voy, estoy bien no te preocupes, y Jorge no es mi padrastro, es tu marido, lo más cercano que conozco a un padre es un viejo maldito que nos dejó cuando tenía menos de dos años ¿recuerdas?

  • Xenia ¿por qué tienes que ser siempre así? Jorge te quiere mucho, como si fueras su hija igual que tus hermanastros.

  • Madre, jamás he vivido con él, apenas sabe nada sobre mí ¿cómo me iba a querer como un padre? y no son mis hermanastros, son los hijos de él, no tienen nada que ver conmigo.

  • Contigo no se puede hija, sólo llamaba para saber si estás bien, me alegro mucho de que no te vayas. Jorge me pidió que te invitara a comer hoy con nosotros, está preocupado por lo que se anda diciendo sobre tí, ya sabes que eres... bueno, esa cochinada que te están inventando. - Dijo su madre bajando la voz.- Jorge quiere darte algunos consejos

  • Por favor madre, Jorge no está preocupado por mí, está preocupado por sí mismo, y lo que puedan decir de él, el hombre es un maldito militar ¿crees que le conviene a él que en su círculo se hable que la "sobrina" de su señora esposa tiene fama de tortillera? porque eso es lo que dice que soy ¿verdad? tu sobrina, claro, no le conviene tampoco que sepan que tú tuviste una hija soltera a los 18 años de edad con un hombre que mantenía una doble vida ¿cierto?

  • ¡¡¡Cállate insolente!!!

  • ¿Sabes madre? la verdad no es sinónimo de insolencia. A mí no me importa que tu respetado esposo diga lo que quiera sobre mí, y le niegue a medio mundo que soy tu hija, pero ¿tú madre? ¿cómo te sentirías tú si yo te negara? -Un largo silencio.

  • Xenia... no sé de qué estás hablando

  • ¡Nada! El viejo miserable de mi padre por lo menos nos llenó de dinero, el cual harto bien que lo aprovechaste con todos los hombres que conociste hasta que te encontraste uno viudo de buena posición económica que te ofreciera matrimonio. Pero ¿tú? no sólo me niegas, sino que durante toda mi maldita vida no me diste nada que me sirviera, ni amor, ni consejos, ni ninguna mierda.

  • Era joven Xenia, no sabía lo que estaba haciendo.

  • La juventud tampoco es sinónimo de deficiencia mental, a los 18 años sabes perfectamente bien donde estás parada, ¿y después? cuando cumpliste 20 y 25 y 30, acaso ¿algo cambió?

  • Bueno Xenia entonces te esperamos, Jorge está aquí conmigo ahora. -La voz de su madre se oía suave y sumisa.

  • Adiós madre. -Xenia colgó con furia el teléfono.

Mierda, maldita vieja... malditos todos.... Gabriela... Gabby necesito verte... eres lo único lindo que he tenido en la vida, lo único puro...


  • Gabriela tu padre y yo necesitamos hablar contigo. -Sus padres la estaban mirando con una expresión completamente falsa de tranquilidad.

  • ¿Tiene que ser ahora? iba a comprar por aquí cerca y....

  • Ahora Gabriela, has estado toda la semana encerrada en tu habitación y no has querido hablar con nosotros, hoy lo harás. -La voz de su madre sonó dura.

  • Ok. -Dijo resignándose.

  • ¿Qué es lo que pasó dentro de esa casa que toda la gente anda hablando sobre tí? -La expresión de tranquilidad se convirtió en una de severidad en el rostro de su madre, mientras que la presencia de su padre la apoyaba con toda la "imponencia de su hombría".

  • Te refieres a lo que andan diciendo supongo ¿no? -Gabriela aspiró profundamente mientras sus ojos se alzaban directamente hacia los de su madre.

  • Exactamente.

Si se los dijera aquí y ahora mismo ¿qué pasaría?

  • Pasó lo que vieron por la tele, nada más ni nada menos. -Gabriela estaba intentando mantenerse lo más serena posible. No era aún el momento de decírselos, si lo hacía, todo se iba a estropear, su felicidad, su ilusión, todo lo hermoso que estaba sintiendo, y era demasiado bueno para perderlo.

  • La gente anda diciendo que tú... que esa muchacha es... - una mueca de asco cruzó las facciones de su madre- que no le gustan los hombres y que intentó meterte sus cosas en la cabeza y lavarte el cerebro -Su madre la miraba fijamente.

  • Se llama Xenia, y ella jamás intentó lavarme el cerebro ni nada, todo lo contrario, Xenia es una excelente persona que jamás le intentaría imponer a otra sus pensamientos, ella me acepta tal cual soy y fue mi único apoyo allí adentro. -Le dolió la mueca de su madre al referirse a Xenia. Además la gente no dice que me intentó lavar el cerebro, sino que estamos...

  • ¡¡No te atrevas a decirlo!! Y acaso dijiste ¿Acepta? ¿quieres decir que mantienes contacto con ella?

  • Sí, y lo seguiré manteniendo, le guste a quien le guste y le pese a quien le pese ¿estamos?

  • No mientras vivas en esta casa Gabriela ¿queda claro? No estamos para que ninguna hija nuestra ande en la boca de todos por el rumor de que es... lo que tú ya sabes.

  • Lesbiana, no te morirás por decirlo, ni el cielo se vendrá abajo tampoco.

  • Mijita, o sea ¿tú nos aseguras que entre Xenia y tú existe sólo una amistad? porque si es así no veo por qué tendríamos que prohibirle nada -Su padre fue golpeado por la dura mirada de su esposa al pronunciar esa última oración. Se encogió de hombros.

  • Escuchen, Xenia y yo somos amigas, eso es todo, si me prohiben verla, la gente terminará enterándose de eso, y será peor porque ya no tendrían ni la menor duda de que los rumores son ciertos después de todo. -Su madre pareció meditar eso último.

  • No vendrá a meterse a esta casa nunca ¿oíste? no entiendo por qué la gente aseguraría algo así, si no tienen una prueba sobre ello.

  • Porque a la gente le gusta inventar cosas, no les basta con su propia y aburrida vida, así que necesitan inventarse un mundo aparte fuera de sus propias vidas para entretenerse y que a la vez no les perjudique directamente.

Soy una maldita cobarde, perdóname Xenia...

  • ¿Pasa algo malo? -La voz de su hermana menor la sacó del dolor que estaba sintiendo.

  • Nada hijita, no pasa nada, sólo conversábamos aquí con tu hermana. -Su padre decía con una nerviosa sonrisa en su rostro.

  • No estarán interrogándola por los rumores que andan corriendo ¿verdad? no me digan que es eso, no me desilucionen por favor, o sea, dos excelentes padres como lo han sido ustedes, dos personas que nos han entregado todo el amor del mundo, cómo podrían haber engendrado una persona con... -Catalina bajó la voz y se acercó al oído de sus padres- problemas sexuales, eso es hereditario ¿sabían?

  • No hija ¿cómo se te ocurre que vamos a creer esos estúpidos rumores? sólo comentábamos con tu hermana de como había sido su mes ahí dentro, eso es todo. -Su madre dijo con una fingida sonrisa a su hija menor.- Y gracias por esos halagos, tan linda mi niña. -La mujer abrazó cariñosamente a Catalina.

  • Qué alivio entonces mamita ya me había asustado, además me encantaría que Gabriela trajera aquí a Xenia, es una persona tan interesante ¿creen que podríamos invitarla uno de estos días? así me queda claro que ustedes no dudan de su buena labor como padres de sus dos hijitas queridas -La adolescente miraba con una exagerada mueca de inocencia a sus dos progenitores.

  • Claro mi tesoro, por supuesto, uno de estos días vamos a invitar a esa muchacha a la casa. -Decía su padre.

Catalina le guiñó un ojo a Gabriela, quien no pudo censurar una pequeña sonrisa en su rostro por la ayuda que acababa de recibir de su hermana.

Quién diría que esta pendeja iba a salir más persuasiva que yo misma, debe ser que como ando en las nubes no me salió mi acostumbrado elocuente discurso

Finalmente sus padres desistieron de seguir con su interrogatorio y dejaron a Gabriela en paz. Ésta se dispuso a salir por la puerta con sus llaves en la mano.

  • ¿Cómo estuvo la salvadita que te hice hermanita?

  • Cata gracias... o sea yo... - Gabriela comenzó a sentirse incómoda. Por algún motivo su hermana estaba muy a gusto con la situación.

  • Nah no digas nada, para eso soy tu hermana, aunque me vas a tener que contar qué pasó ayer entre Xenia y tú ¿oíste?

  • No pasó nada Catalina, ya basta con eso por favor. -Gabriela intentó salir a la calle.

  • Está bien, no te voy a obligar tampoco a soltarme todo, cuando te sientas lista para decírmelo, tú me lo dices ¿vale? -Gabriela abrió la boca con la intención de decir algo, pero su hermana se dio media vuelta y se fue del lugar.

Ésta sí que es moderna...

Salió finalmente hacia la calle, se sentía observada por la gente, pero intentó mantenerse lo más tranquila posible, seguramente sólo sería un tiempo y luego ya todos olvidarían que la habían visto en la televisión y todo lo que había ocurrido. El ser el centro de atención le molestaba, pero lo que realmente le estaba angustiando era el tener que negar a Xenia, el no poder gritarles a todos a la cara lo que sentía por ella, lo que había pasado, que su camino estaba con otra mujer, y que era lo más hermoso que le había pasado en la vida, que era algo puro y bueno, y que cualquier habladuría de la gente, no era más que la ignorancia de no haber vivido un amor así. Un amor, maldita sea ¿por qué cresta todos tenían que llamarlo de cualquier otra forma, pero nadie se daba cuenta que se reducía al amor simplemente...?

Xenia... ¿qué estarás haciendo ahora? ha pasado más de una hora y aún no me llamas... te necesito ahora conmigo... no voy a dejar que nadie nos quite nuestra felicidad ¿oíste? nadie...


La vió acercarse, su cabello rubio al viento, unos jeans azules y una polerita blanca, su corazón comenzó a latir fuerte y su estómago comenzó a apretarse como cada vez que estaba ante la presencia de esa criatura que a sus ojos era sencillamente la perfección misma. Apenas distinguía sus dulces facciones desde esa distancia, una sonrisa nació en sus labios, mientras se frotaba las manos con nerviosismo. Cada vez su rostro se iba haciendo más y más nítido. Ya no sentía dolor, ni rabia, ni ningún sentimiento angustiante ni negativo, todo era perfecto, todo era hermoso y estaba lleno de colores, colores alegres y vivos, aún cuando los colores oscuros siempre fueron sus predilectos. Gabriela llenaba su vida de colores claros y brillantes, aromas dulces y pacificadoras, y visiones de una vida con un futuro hermoso, donde no existían padres ausentes, ni madres desnaturalizadas, ni personas apuntándola con el dedo, o queriendo tomar ventaja de ella. Eran Gabriela y ella y el mundo podía irse a la mierda, no le importaba nada más que su Gabriela...

La vio mirando su celular, y distinguió claramente como una mueca de desilución cruzó por su rostro, estaba ya a corta distancia. Entonces advirtió cómo Gabriela comenzaba a inquietarse, a mirar a su alrededor, y se dio cuenta de que era capaz de sentir su mirada.

Tomó su propio celular y marcó el número de Gabriela, mientras no despegaba la vista de la chica rubia a pocos metros de su auto. Gabriela miró rápidamente su teléfono y Xenia vio claramente una amplia sonrisa formarse en ese hermoso rostro, no pudo reprimir la felicidad creciendo en su interior al saber que Gabriela estaba esperando su llamada y se alegraba por ello. Pero, aún no contestaba, en vez de eso vió como daba pequeños saltitos, miraba al cielo, se rascaba la frente y volvía a mirar el celular en su mano, como decidiendo si contestar o no.

¿Está nerviosa? Vamos mi niña, déjame oír tu voz, ya no aguanto más...

  • ¿Xenia? -Su voz tan dulce como siempre llegó tímida a sus oídos.

  • Hola... ¿cómo estás?

  • Bien, yo... estoy bien sí, ¿y tú? Podía oír su voz salir de unos sonrientes labios mientras la veía efectivamente sonriendo, a la vez que continuaba sin estarse quieta, moviendo las piernas sin cesar. Xenia sonreía al ver todo eso, su corazón lleno de alegría sentía que se le salía del pecho.

  • Extrañándote... -Un silencio al otro lado del teléfono, mientras veía como Gabriela retiraba el celular por un momento de su oreja apretándolo contra su pecho y ahogaba un grito mientras agitaba su mano en el aire.

  • Yo también te extraño... necesito verte... -Su voz bajó notablemente al decir la última frase, sonó dulce y con una gran fuerza a la vez, la urgencia patente en el sonido de su voz. Xenia no tuvo la menor duda de que estaba siendo completamente honesta.

  • Veamonos entonces....

  • ¿A qué hora?

  • Ahora mismo ¿qué estás haciendo?

  • Estoy en la calle, fui a comprar una cosita y estoy a punto de entrar a mi casa.

  • Lo sé...

  • ¿¿Lo sabes??

  • Sí, lo sé, y también sé que llevas puesto unos jeans azules y una polera blanca que no te había visto nunca.

  • ¡Xenia! -Vio como Gabriela comenzaba a mirar para todos lados desesperadamente.

  • Ahí, por ahí, casi, ahí justo ¿me ves?

  • ¡Sí! veo tu auto... -Una sonrisa en el rostro de Gabriela mientras sus ojos verdes la miraban directamente aunque prácticamente no podía ver a través del vidrio.

  • Ven ahora... por favor... Gabriela... necesito verte ¿puedes salir?

Vio como la chica más joven comenzaba a acercarse lentamente, una sonrisa en su rostro, pero de pronto la vio sobresaltarse, se volteó hacia la puerta de su casa, y entró por ella.

¿Qué pasó?

Xenia comenzó a inquietarse al verla perderse tras la puerta de su casa. A los 5 minutos su teléfono sonó, lo contestó enseguida, sólo segundos después se acordó de los nervios, pero era tarde, ya estaba oyendo nuevamente la voz de Gabriela al otro lado.

  • Xenia, espérame 5 minutos y salgo ¿ok? no te vayas a ir... te quiero ¡muack! -La comunicación se cortó enseguida y Xenia quedó con una sonrisa la cual sin mirarse al espejo ya sabía que le estaba dando un aire de tonta enamorada.

¿Irme? tendría que estar estúpida para irme y no esperarte...


Salió por la puerta trasera de su casa, cruzó la calle y prácticamente gateando se acercó al lugar donde estaba estacionado el auto de Xenia. Desde esa distancia una música llegó a sus oídos. Su corazón comenzó a acelerarse al divisar el oscuro cabello de Xenia, casi fue capaz de percibir el aroma que emanaba de éste y que tantas veces tuvo la oportunidad de sentir al estar cerca de la chica. Gabriela sabía... era completamente conciente de las muchas veces que buscó cualquier pretexto para aproximarse a la morena, de tocarla si era posible. Ya estaba cayendo en un estado de casi desesperación por volver a ver esa mirada, esos azules ojos llenando su alma.

¿Qué le digo? ¿¿y si me quedo en blanco??

Las imágenes del día anterior volvieron a su mente, su sonrisa también volvió, borrando ese lapso de temor que acababa de golpearla.

Oyó la voz de Xenia, era casi imperceptible para sus oídos, pero de todas formas lograba oírla, tenía la voz preciosa, Gabriela jamás la había oído cantar antes.

  • Nunca me dijiste que cantabas. -Vio a Xenia dar un respingo al oír repentinamente su voz sacándola de su canturreo. El volumen de la música fue bajada rápidamente.

  • Gabby... - Oyó su voz sonar dulce, con una mezcla de alegría y nerviosismo, a la vez que era golpeada por esos hermosos ojos azules. Esperó que la ansiedad la paralizara, que le impidiera construir cualquier frase coherente, pero en vez de eso sintió una gran paz inundándola completamente, sus pies parecieron dejar el pavimento por unos segundos, se sintió levitar, se sintió liviana, serena y eufórica a la vez, sencillamente feliz.

  • Xenia... -Su propia voz sonó llena de ternura mientras sentía su sonrisa ampliarse como reflejando la sonrisa que se ensanchaba en el rostro de Xenia.

Gabriela se dirigió hacia la puerta, y se sentó junto a la chica más alta que no le quitaba los ojos de encima. Un pequeño rubor nació en sus mejillas. Una vez acomodada en el asiento volvió a dirigir su mirada hacia la joven que estaba a su lado. Su cabello negro brillante como siempre, unos pantalones de tela delgada y color azul, y una polera negra, el asiento acomodado de tal forma que sus largas piernas pudieran tener el espacio suficiente que necesitaban.

Se quedaron mirando con la sonrisa intacta en sus rostros, Gabriela sintió la mano de Xenia en la suya, cuánto había extrañado esa sensación, esa seguridad, ese sentimiento de estar completa con ella.

  • Te he extrañado tanto... - Vio como Xenia avanzaba poco a poco la distancia que las separaba, ella misma estaba avanzando sin darse cuenta, sus ojos clavados en el rostro de la morena, sus ojos... sus labios... eran hipnóticos, oía que le decían cosas, aunque eso era imposible, ¿quién dijo que los sentimientos no eran capaces de superar cualquier imposibilidad, cualquier límite, cualquier regla...?

  • Xenia... aquí no, nos pueden ver -Gabriela rompió el momento al temer que alguien pudiera verlas. Percibió un leve gesto de dolor cruzando por los ojos de Xenia, casi sintió deseos de llorar al provocar ese sentimiento.

Lo siento Xenia... perdóname...

  • Entiendo, no te preocupes -Xenia cubrió sus ojos con sus lentes de sol privándola del espectáculo de ver esos hermosos ojos, que para ella ahora eran suyos, le pertenecían tanto y más que a Xenia misma.

  • Xenia... lo siento... yo... cresta, salgamos de aquí por favor, donde no halla tanta gente. -Gabriela aventuró su mirada hacia Xenia, ésta estaba concentrada mirando al frente, mientras el automóvil comenzaba a moverse.

¿Siempre va a ser así? ¿Todo escondido? ¿Lejos de las miradas de la gente? ¿por qué tiene que ser tan difícil? qué cresta es lo tan terrible acerca de dos personas que se quieren...


El aire le daba en el rostro mientras hacía flotar su rubio cabello fuera de la ventanilla. Sus brazos apoyados en el marco y su mejilla descansando sobre ellos. Xenia observó a Gabriela en esa posición, era como una niña pequeña, siempre sonriendo, con actitudes que a veces rayaban en infantiles. Ella era así natural, simple, sin todas esas malditas composturas que guardan las personas cuando dejan de ser legalmente niños, sin toda esa maldita compostura que ella misma mantenía casi todo el tiempo. Ella era tierna, honesta, no meditaba en como iba a reaccionar, simplemente lo hacía, pero todo eso no quería decir que no fuese una persona madura, con ideas claras y un gran mundo interior. Cada una de esas virtudes Xenia las había ido amando cada día que había compartido junto a ella, cada hora, cada minuto y segundo pasado con Gabriela.

Estaban lejos de la ciudad, y de la gente, ya ni siquiera se distinguían casas ni automóviles. Gabriela se volteó hacia Xenia cuando sintió la mano de ésta posándose sobre su hombro.

  • ¿Nos detenemos? -Xenia no contestó, sólo se limitó a sonreírle, mientras le acariciaba suavemente un brazo.

  • Estamos bastante lejos ya ¿no crees?

  • En realidad sí. -Una sonrisa en el rostro de Gabriela, Xenia vio como comenzaba a ponerse nerviosa, era incapaz de disimular cualquier sentimiento. ¿Quién canta esta canción? -Le subió al volumen a la radio.

  • Gabriela... -Xenia le tomó una mano, por fin vio sus ojos verdes viéndola a la cara.- Ven aquí.

  • Quítate esos lentes Xenia, no puedo ver tus ojos, eso me pone nerviosa.

  • Quítamelos tú si quieres, yo tengo las manos ocupadas.

Gabriela se acercó alzó sus manos y le quitó los lentes despacio como temiendo hacerle algún daño, o temiendo quizá que repentinamente Xenia se hubiera convertido en Cíclope de los Xmen. Gabriela se quedó mirándola así de cerca.

  • Me encantan tus ojos, son los más hermosos que he visto en toda mi vida. -Gabriela decía con los suyos llenos de emoción.

  • Tú eres lo más hermoso que yo he visto en toda mi vida. -Xenia contestó dulcemente.

  • Xenia...

  • Abrázame ¿quieres? necesito que me abraces ahora... -Gabriela no se hizo esperar se aferró a la chica más alta mientras sentía su corazón latir con fuerza.

Xenia casi sintió ganas de llorar. Era increíble lo que le hacía sentir. La tenía ahí en sus brazos, podía oler su cabello, su piel, sentirla, era mágico.

  • Te quiero... -Oyó en su oído a Gabriela susurrando. Cerró los ojos con fuerza y simplemente se entregó a esa sensación de estarle dando toda su vida, su alma, su corazón a esa persona, mientras la abrazaba fuertemente y se aferraba en la medida que su cuerpo le permitía al de Gabriela.

Sintió un pequeño beso en su mejilla, tan dulce y tierno que la hizo sonreír. Sentía el aliento de Gabriela en su rostro, sus labios se entreabieron instantáneamente y por fin sintió los labios de Gabriela en los suyos nuevamente besándola. La apretó más contra sí, si es que eso era posible, mientras que el beso dejaba de ser únicamente tierno. Su boca buscó el cuello de Gabriela sin siquiera pensarlo, mientras que sus manos acariciaban la espalda de ésta. Su piel era deliciosa, tan suave, tan tersa, oyó un gemido casi imperceptible salir de la garganta de Gabriela, y de pronto sus brazos dejaron de sentirla entre ellos.

  • ¡¡A que no me alcanzas!! -Cuando por fin enfocó la mirada, Gabriela estaba fuera del automóvil y corría ya a una distancia bastante considerable entre pasto, maleza y árboles.

Escapándose... ¿Acaso hice algo malo? ¿la asusté?

  • ¡Oye! ¡vuelve aquí! -Xenia salió corriendo detrás de ella, mientras que oía la risa de la chica más joven mucho más adelante que ella.

  • Qué lenta eres Xenia, con esas piernas tuyas deberías ser capaz de dar pasos más largos. -La vocecita burlesca de Gabriela llevaba a sus oídos

  • Ya vas a ver cuando te atrape. -Xenia le gritaba.

  • Uy mira como tiemblo, a esa velocidad me vas a alcanzar de aquí a una semana más.


  • ¡Te tengo! -Sintió los brazos de Xenia alrededor de su cintura, mientras que ambas caían al suelo. Gabriela se fijó en como la morena cuidaba de ser ella quien recibiera el impacto en su cuerpo.

  • Me tienes. -Gabriela dijo entre risas.

Se quedaron ahí tiradas entre el pasto mientras respiraban agitadamente luego de esa carrera. Los brazos de Xenia aún alrededor de su cintura, su cabeza descansando en su hombro. Estuvieron en esa posición varios minutos sin decir nada.

  • ¿Te asusté? -Oyó la voz de Xenia cerca de su oído, sonaba un tanto titubeante.

  • ¿Por qué me lo preguntas? -Gabriela sabía a qué se refería, pero quería estar segura primero.

  • Porque saliste así corriendo mientras estábamos... besándonos.

  • Lo siento... son tonterías mías, no me asustaste, jamás podrías asustarme Xenia, fue una reacción solamente. -Gabriela se giró hacia la morena hasta quedar mirándola de frente.

  • ¿De verdad? -Sus ojos azules escudriñaban su rostro intentando decidir si estaba diciéndole o no la verdad.

  • De verdad... -Le dio un pequeño beso en los labios mientras que le sonreía, vio como la expresión de Xenia se suavizaba y sus ojos volvían a estar serenos.

  • Yo jamás haría nada que te dañara ¿lo sabes verdad? nunca te obligaría a nada que tú no quisieras.

  • Lo sé, no has hecho nada malo Xenia, es que yo soy un poco... -Gabriela esquivó la mirada de la morena. ...o sea jamás había besado a otra mujer antes que tú. -Xenia sonrió-. Ni sentido atracción por una antes... y tú me haces sentir cosas que nunca había sentido... -Xenia sentía la ternura llenando su corazón- ...no me gustaría defraudarte, no saber cómo... no tengo experiencia, y con chicos...

-¡¡¡No!!! no me digas, no quiero saber, por favor, eso guárdatelo, ya tuve suficiente con que me hablaras de ese miserable de tu ex -Xenia se tapaba los oídos. -Gabriela sonrió ante tal reacción.

  • Xenia... iba a decir que con chicos tampoco -Un rubor comenzó a subir por las mejillas de la chica más joven mientras que esperaba la respuesta de la morena.

  • Quieres decir que eres... -Xenia la miró con los ojos llenos de sorpresa mientras que esperaba que ella completara la frase.

  • Sí, soy virgen, no sólo soy virgen, sino que soy una santurrona ¿entiendes? Carla tenía algo de razón después de todo, ni siquiera he pasado de unos simples besos.

  • Gabby... -Xenia no pudo censurar una amplia sonrisa naciendo en su rostro.

  • No te burles Xenia.

  • No me sonrío porque me esté burlando, es de alegría. -Levantó la cabeza de Gabriela buscando que la mirara a los ojos-. Eres preciosa ¿lo sabes? Eres lo más tierno que he visto en mi vida....

  • ¿Y tú? -A Xenia se le borró la sonrisa al instante.

  • ¿Yo? -Se puso de pie y caminó un poco alejándose de Gabriela.

  • ¡Hey! no te escapes -Gabriela se incorporó rápidamente- yo te conté sobre mí, lo justo es que tú también confíes en mí.

  • ¿Qué quieres saber?

  • Ya sabes... que si tu ya...

  • Sí, yo ya. -Gabriela sintió un dolor creciendo en su corazón

Vamos Gabriela que tú seas una santurrona no quiere decir que todo el mundo deba serlo, por la cresta, ella no tendría por qué haberse guardado para tí o algo así ¡estúpida!.

  • ¿Cuándo? -La pregunta escapó de su boca antes que pudiera contenerla.

  • Hace mucho. Desde pequeña tuve la libertad de hacer lo que se me viniera en gana ¿entiendes? no tenía padre ni madre que me pusieran horarios de llegada, ni que me obligaran a algo, ni nada de nada.

  • Entiendo, Xenia no tienes que decirme nada, son tus cosas, fue una estupidez preguntarte, lo que a mí me concierne es lo que pase de ahora en adelante en tu vida, el pasado es pasado.

  • Gracias por eso. -Xenia miró por fin a los ojos de Gabriela.

  • Y ¿te has enamorado de muchas personas? -La pregunta volvió a escaparse de su boca antes de poder retenerla.

  • Sólo de una... -Gabriela miró a esos ojos azules sin querer realmente saber el nombre de esa maldita- de tí...

De mí... ¿sólo de mí? Xenia...

Volvieron a besarse, esta vez nadie intentó escaparse. Xenia no iba a pasar el límite hasta que Gabriela estuviera lista para ello, y para que ella misma lo estuviera, iban a ir paso a paso, tenían todo el tiempo del mundo, las cosas estaban perfectas tal como habían sucedido hasta ahora.


  • ¿Xenia?

  • ¿Sí?

  • ¿Es cierto que Carla se te lanzaba a cada rato? ¿Acaso...? -Gabriela dirigió sus ojos verdes a los azules con aire de pregunta en su rostro.

  • A ésa ni me la nombres... pero sí, es cierto. -Xenia vió como la chica más joven la observaba inquisitivamente. ¿Qué? -Dijo la morena alzando una ceja. ¿Por qué me miras así? ¿¡No creerás que entre ella y yo...!?

  • No sé, tú dímelo.

  • No puedo creer que me preguntes eso Gabriela ¡No!

  • Qué alivio... eso sí que creo que no lo hubiera podido soportar. -Gabriela se llevó una mano al pecho con una exagerada mueca de alivio.

  • Gabriela escucha. -Xenia dejó de caminar y tomó a Gabriela de los hombros mientras la miraba seriamente. Nunca he estado con una mujer ¿entiendes? sólo con hombres. -Una mueca de asco cruzó el rostro de Xenia-. O sea no he pasado de unos simples besos y bastante pocos si te interesa saber, hasta hace poco tiempo atrás, aún no me daba cuenta o no aceptaba mi sexualidad. Así que si tú tienes miedo a defraudarme, yo tengo exactamente el mismo temor.

  • ¡Xenia! -Una amplia sonrisa nació en el rostro de la chica rubia.

  • ¡Oye! no te burles

  • No me sonrío porque me esté burlando, es de alegría.

  • Qué bien recuerdas mis palabra eh -Xenia también sonrió.

  • Y tú las mías.

  • ¿No tienes hambre? son más de las 3 de la tarde. -Xenia dijo mirando su reloj.

  • Yo siempre tengo hambre, pero al estar contigo se me olvida. -La morena sonrió.

  • Vámonos entonces. -Tomó la mano de Gabriela y juntas se dirigieron hacia el automóvil.

  • ¿Sabes Xenia? si nunca antes has.. bueno, has dormido con una chica, quiere decir que yo seré la única en tu vida ya que no pienso dejarte escapar.

La única en mi vida... eso suena lindo...

  • ¿Estás asumiendo que tú y yo vamos a...? -Xenia vio los colores subiendo por las mejillas de Gabriela.

  • ¡¡Yo no he dicho nada de eso!! -Gabriela volvió a salir corriendo como una condenada.

  • Sí lo dijiste, lo dijiste ¡no me lo niegues! -Xenia le gritaba a corta distancia.

  • No no y no.

  • Sí, lo dijiste, y lo sabes... -Gabriela se vio atrapada entre los brazos de Xenia, los ojos azules clavados en los suyos.

  • ¿Sabes qué es lo que estoy asumiendo ahora?

  • ¿Qué?

  • Qué tú vas a agachar tu cabecita y me vas a dar un besito. -Gabriela la estaba mirando con una sonrisa pícara en su rostro, su nariz se arrugaba tan tiernamente.

  • ¿Un besito? ¿ah sí? -Xenia alzó una ceja. Y ¿dónde?

  • ¿Dónde quieres tú?

  • Ah no, tú estás asumiendo lo del beso, así que tú pides el lugar. -Xenia se cruzó de brazos mientras esperaba la respuesta.

  • Aquí. -Gabriela se apuntó la mejilla con el dedo.

  • ¿¿Ahí?? -Xenia la miró con una cómica mueca en el rostro.

  • Sí, aquí ¿ves?

  • Bueno... -Xenia se encogió de hombros, inclinó la cabeza y acercó sus labios a la mejilla de Gabriela, quien en ese momento giró la cara y atrapó los labios de la morena en los suyos.

  • Gracias... -Gabriela le dedicó una sonrisita, se dió media vuelta y esperó a que Xenia le quitara el seguro a la puerta.

Cómo puedes ser tan linda...

  • ¿Dónde vamos ahora? queremos comer algo ¿verdad? elige, un lugar ¿público o privado?

  • Privado. -Gabriela dijo sin meditar la respuesta.

  • ¿Mi departamento?

  • Tu departamento...

  • Bienvenida a mi humilde hogar. - Xenia dijo mientras le hacía un gesto a Gabriela invitándola a ingresar a su departamento.

  • ¡Qué lindo! me encanta, Xenia. - Gabriela observaba atentamente cada rincón al que sus ojos tenían la posibilidad de llegar.

  • ¿Te gusta? no es la gran cosa en realidad. - Xenia dijo alzando una ceja.

  • Es tu hogar, tuyo, yo no tengo nada. - decía Gabriela agitando las manos.

  • Bueno, en realidad no es mío mío, fué un obsequio de mi queridísimo padre, el viejo tiene plata, es su forma de limpiarse la conciencia, pero como la señora tiene su hogar con su bien constituida familia, me lo pasó a mí, en realidad está a mi nombre, pero estoy juntando dinero para comprárselo, no quiero nada regalado.

  • ¿Hace cuánto que no ves a tu padre Xenia? -La morena meditó un momento la respuesta.

  • Ya no me acuerdo cuántos años, no sé, no me interesa tener contacto con ese señor. -Xenia dejó la sala y volvió al minuto con un vaso de coca cola. Se lo extendió a Gabriela.

  • Gracias, uy y con tres hielitos ¿recuerdas mis gustos? - La rubia dijo con una sonrisa en el rostro, sus ojos verdes brillaban de felicidad cuando veía cualquier pequeño detalle de parte de Xenia.

  • Claro que me acuerdo... ¿qué creías? ¿que jamás te prestaba atención o algo así? - La chica más joven se encogió de hombros. Gabriela mírame t e q u i e r o , todo lo que te guste y todo lo que me digas es importante para mí... - Gabriela sólo se quedó viendo esos hermosos ojos azules, mientras no podía borrar la sonrisa de su rostro.

  • Yo también te quiero... - Sostuvieron la mirada.

  • Bueno, si no nos ponemos en acción ahora mismo, jamás llegaremos a comer.

  • ¿Nos ponemos? ¿¿dijiste nos??

  • Eso me pareció a mi que dije.

  • Y yo que pensé que yo era la invitada, a los invitados se les sirven ¿sabes? a tí te toca cocinar solita.

  • ¿¿¡Dices que yo tendré que hacer todo sola!??

  • Exacto, tú sola. - dijo la chica más joven apuntando a Xenia con un dedo.

  • Y ¿qué podría hacer yo para convencerte de que me ayudaras aunque sea un poco? - Xenia le estaba dedicando la mejor cara de cordero degollado que le era posible mostrar. Gabriela giró los ojos al techo con su ya conocida mueca meditabunda para Xenia.

  • Dejarme entrar en tu habitación y registrar todo lo que yo quiera. - dijo con una sonrisita pícara.

  • Voy a cocinar yo sola. - Xenia se puso seria, se dio media vuelta y se dirigió a la cocina.

  • ¡¡Xenia!! ¿tanto te molesta que vean tu cuarto?

  • No fue eso lo que dijiste, dijiste registrar todo lo que tú quieras, no sólo mirar alrededor. -Xenia se asomó desde la cocina elevando una ceja.

  • Bueno, ¿me dejas mirar tu habitación? y con eso me conformo ¿¿puedo?? - Xenia pareció meditárselo un segundo.

  • Puedes...

Xenia le hizo un gesto a la chica de ojos verdes para que la siguiera, la morena abrió la puerta y dejó pasar a Gabriela al interior, ésta casi no pestañeaba mirando todo alrededor. Era una habitación de tamaño mediano, las paredes pintadas de color azul claro como el resto del departamento, la cama cubierta con un cobertor negro, una alfombra gris, un televisor, un closet y un computador.

  • ¡¡Tienes computador!! tienes internet ¿verdad?

  • No, no tengo - Dijo Xenia encogiéndose de hombros.

  • ¿¿¿Qué??? tienes un computador y ¿no tienes internet? entonces ¿¿para qué demonios te sirve??

  • Para nada, me lo gané en una rifa, tengo buena suerte en el juego, ya sabes lo que dicen "buena suerte en el juego y mala suerte en el amor" así era yo, supongo que a partir de ahora nunca más volveré a ganarme nada...

Gabriela se la quedó mirando, eran inevitables las caras de amor y de ternura que reflejaban sus rostros al mirarse.

  • Era broma, sí lo uso, pero el internet es sólo para enviar mails importantes y esas cosas, no para andar por ahí chateando o metiéndome en páginas pornos, así que es de línea telefónica y pago por lo que navego, "el típico eslogan".

  • ¡Hey! yo uso mucho internet y no me ando metiendo a páginas pornos. -Xenia sonrió mientras veía el dedo de Gabriela agitándose peligrosamente cerca de su rostro.

  • Por otro lado, tampoco necesitaba suerte para los juegos, yo me fabrico mi propia suerte, y en cuanto al amor nunca la tuve y ahí sí que no hay forma de fabricarla, así que esa parte sí era cierta...

¿Xenia piensa que tiene suerte por mí? espero no defraudarte nunca...

  • ¿Y? ¿qué te parece mi habitación?

  • No sé... le falta algo, está muy apagada, le faltan colores, algo de brillo.

  • No me gustan los colores, a mí me gusta tal y como está. - dijo Xenia encogiéndose de hombros.

  • A ver, ven para acá. - Gabriela la agarró de una mano y la condujo cerca de la cama.

  • ¿Me llevas a la cama? - dijo la morena con una sonrisita maliciosa en el rostro.

  • Algo así. - Respondió Gabriela reproduciendo la misma sonrisa en su rostro.

  • Bueno, por mí no hay problemas, pero pensé que habías dicho que...

  • Ya cállate, no me quieras tentar y quédate ahí.

  • Y ¿para qué mierda me voy a quedar aquí parada como estúpida? - La morena estaba alzando una ceja, mientras se cruzaba de brazos.

  • Bueno Xenia, cada uno se para como quiere o como puede.

  • ¡¡Oye!!

  • No te muevas, quédate ahí, ahora sí que sí, ¿ves? ahí está lo que le faltaba a tu habitación para darle brillo, tú...

Xenia se abalanzó sobre Gabriela la tomó de la cintura le dio un pequeño beso y la abrazó fuerte.

  • Linda... Pero yo creo que tú le darías más brillo que yo, ven para acá. -La agarró de una mano y la dirigió a donde estaba ella hace unos segundos.

  • Se ve cómoda ¿puedo? - Gabriela presionó la palma de su mano en el colchón.

  • Puedes, y si quieres hasta te metes dentro, a mí no me molesta. -Xenia sonreía mientras observaba a Gabriela tendiéndose sobre la cama.

  • Mmm se ve y está cómoda, creo que voy a dormir un ratito, después de todo anoche no pegué un ojo pensando en tí... -Se puso de lado acurrucándose mientras mantenía los ojos cerrados y percibía el aroma de Xenia impregnado en el cobertor.

  • ¿Estuviste pensando en mí anoche? - Gabriela sintió la voz de Xenia cerca. - Abrió los ojos y la vio hincada en el suelo a su lado observándola de cerca con la mejilla apoyada sobre sus brazos cruzados sobre la cama.

  • Sí, estuve pensando en tí, en lo que pasó ayer. -Estiró la mano y agarró en ella la de Xenia para luego volver a cerrar los ojos.

  • También yo, en la mañana cuando desperté pensé que había sido un sueño, pero no... -Gabriela volvió a abrir sus verdes ojos al sentir la mano de Xenia acariciando su mejilla suavemente.

  • Ven aquí. -Gabriela hizo el espacio suficiente para que Xenia se acostara a su lado, ésta obedeció enseguida.

  • ¿Te acuerdas cuando dormimos juntas esa noche? - la voz de la morena se oía suave mientras la miraba tiernamente.

  • Claro que me acuerdo, jamás creí que me dejarías meterme en tu cama.

  • Pensé que me iba a morir contigo tan cerca...

  • Creo que fue ahí cuando ya no pude seguir negándome más lo que sentía por tí, aunque intenté seguir haciéndome la sorda, tonta...

  • Te quiero Gabriela, no sabes lo que me haces sentir... -La mano de Xenia se deslizó por la espalda de Gabriela mientras que la mano de ésta acariciaba el oscuro cabello de la morena.

  • Ni tú sabes lo que me haces sentir a mí... -Sus labios se juntaron, cada vez que se besaban sentían que se les iba el alma en ello.

La mano de Xenia viajó hacia la cintura de la chica rubia y su cuerpo dio un respingo.

  • ¿Qué pasa? ¿tus cosquillas? - dijo la morena susurrando cerca de la oreja de Gabriela.

  • Sí, mis cosquillas, malditas inoportunas.

  • Intenta no pensar en ellas...

  • Créeme Xenia, no es en ellas en lo que estoy pensando.

Xenia se separó un segundo la miró con una pequeña sonrisa en el rostro, para enseguida volver a esos labios que le era imposible dejar de besar. Gabriela se giró dejando su espalda descansar sobre la cama, mientras que los labios de Xenia llegaban a su cuello y sentía húmedos besos en él. Ya ni siquiera se le pasó por la cabeza la idea de salir escapando, y aunque lo hubiera pensado, le era imposible sencillamente, ya estaba entregada al momento, y su cabeza había pasado a un segundo plano.


  • Me encanta tu cuello, Gabby... me encantas tú entera... - decía Xenia entre besos.

  • Y a mí me encanta que lo beses Xenia... - la morena sintió las manos de Gabriela acariciando su espalda. Ouch...

  • ¿Qué pasó? ¿te hice daño? - Xenia la miró asustada.

  • No te asustes, es sólo que me dolió un poquito.

  • Lo siento...

  • No mi amor, no pasa nada...

  • ¿Me dijiste mi amor? - Xenia miró a esos hermosos ojos verdes observándola con ternura.

  • Sí, eso es lo que eres, mi amor... - Xenia sintió que su corazón no le cabía en el pecho.

  • Nunca me lo dijeron antes, no con un sentimiento real...

  • Pues yo te lo diré todas las veces que quieras, y siempre será con un sentimiento real...

  • Gabby... - Xenia se aferró fuertemente al cuerpo de Gabriela acurrucándose a su lado mientras que apoyaba su cabeza en el estómago de ésta.

  • Xenia... - la morena sintió la mano de la chica más joven acariciando su cabellera.

Así se quedaron por quién sabe cuantos minutos.

  • Y ¿de quién es este ombliguito tan bonito adornado con un aro? - Xenia alzó sus azules y sonrientes ojos hacia el rostro de Gabriela.

  • Mío. - Gabriela dijo con una sonrisita casi infantil en el rostro.

  • ¿¿Tuyo?? y yo que pensé que era mío... - dijo la morena con una mueca de desilución en el rostro, mientras apoyaba su mentón en el estómago de Gabriela.

  • De las dos, tuyo y mío.

  • Ah, así está mejor, a mí ya me había dado penita, ¿puedo besarlo entonces si es mío también?

  • No sé, supongo que tendrás que arriesgarte a besarlo. - vió los risueños ojos de Gabriela asintiendo.

  • Me gustan los riesgos. - Xenia acercó sus labios al estómago de Gabriela y besó su superficie suavemente, ésta dio un salto mientras intentaba ahogar unas risitas.

  • Me haces cosquillas Xenia ¡¡ya!! - Gabriela se reía mientras intentaba zafarse de los brazos de Xenia. Yo no soy de fierro.

  • No, no quiero salirme de aquí, dijiste que era mío también.

  • ¡Por favor Xenia, me estás matando!. - la rubia se retorcía mientras reía a carcajadas.

  • No quiero matarte, sólo darte besitos, muac muac muac. - Gabriela poco a poco se fue acostumbrando al contacto hasta conseguir ignorar las cosquillas por completo.

  • Me encanta verte así Xenia. - Xenia sintió los dedos de Gabriela enredándose en su cabello.

  • ¿Verme dándote besitos en el ombligo dices? - la morena alzó los azules ojos hacia los verdes que la miraban con cariño.

  • No, así de juguetona, relajada, sonriendo.

  • Eres tú la que me hace ser así, tú eres la responsable. - Xenia dejó su labor de dar besos y se acomodó junto a Gabriela mientras la miraba a los ojos y acariciaba suavemente su cintura.

  • Te quiero...

  • Yo también te quiero, y también a ese ombliguito tuyo. - dijo la morena pasando suavemente su dedo pulgar alrededor y por sobre el piercing.

  • Nunca me dijiste si en realidad te gusta como se me ve.

  • ¿No te lo dije? -Xenia miró a la chica de ojos verdes alzando una ceja mientras echaba hacia atrás la cabeza. Tienes razón, probablemente si te decía que te quedaba muy sexy podías asustarte.

  • ¿Crees que se me ve sexy? - Gabriela preguntó con un aire de coqueteo.

  • No sólo creo que se te ve sexy el piercing, sino que tú completa lo eres. -Gabriela sonrió.

  • Yo también creo que tú eres muy sexy, eres preciosa, ¿lo sabes verdad? tu altura, tus ojos, tu cabello, esa imponencia que tiene tu presencia, me hace querer estar siempre a tu lado, besarte... tocarte...

  • Hazlo entonces... - sus labios se volvieron a juntar pero en ese momento el estómago de Gabriela intervino.

  • Perdón... - la chica más joven se ruborizó hasta las raíces del pelo.

  • ¡Olvidamos el almuerzo! - dijo la morena sorprendida-. Pobre mi niña, y tú muerta de hambre. -Miró con ternura a Gabriela. Vamos. -Se paró de la cama y le extendió una mano a la chica más joven.

  • Maldito estómago.

  • Yo también tengo hambre en realidad ¿qué hora es? - le echó una mirada al reloj. ¡Son las 6 de la tarde y tú sin comer nada desde el desayuno!

  • En realidad tampoco desayuné nada hoy...

  • ¿Cómo que no desayunaste? ¿Gabriela has estado todo el día sin comer? ¿estás loca?

  • Es que no pude comer nada en la mañana, tenía el estómago apretado... - bajo la vista avergonzada.

  • ¿Por qué? - los ojos de Xenia se suavizaron.

  • Por tí...

  • Mi niña...

  • Y tú, ¿desayunaste mucho? - Xenia meditó la respuesta.

  • Sólo un café, supongo que también tenía el estómago apretado. - Gabriela le sonrió tiernamente.

  • Linda...

  • Tú linda...

  • ¡Oye! ¡¿quién es ésa?! - los ojos de Gabriela se posaron en una pequeña fotografía que había sobre el velador.

  • ¿Quién?

  • Ésa. - dijo la chica rubia con ojos enfadados mientras apuntaba hacia la imagen.

  • No es nadie, es sólo una actriz.

  • Sí, ya veo que es una actriz, la conozco bastante bien.

  • ¿Entonces para qué me lo preguntas?

  • Estoy tratando de que me expliques por qué cresta tienes una fotografía de Liv Tyler al lado de tu cama.

  • Porque admiro su trabajo como actriz, entonces me inspira, eso es.

  • Primero tú no eres actriz que yo sepa, así que no quiero imaginarme en qué demonios te inspira, y segundo no te creo nada de nada que admires su trabajo como actriz, mentirosa, embustera. - Gabriela tenía el ceño fruncido y agitaba el dedo delante del rostro de Xenia sin cesar.

  • ¿¿Me estás haciendo una escena de celos por Liv Tyler??

  • Nadie ha dicho que son celos. - la chica de ojos verdes le hizo un exagerado desprecio a Xenia.

Qué lindos sus celos...

  • A mí me parece que sí ¿ya pasaron? - Xenia sonreía ante la reacción de Gabriela. - Vamos es sólo un autoadhesivo que me dieron cuando fui a ver la película, ni siquiera me acordaba que estaba ahí, imagínate que ahí se había quedado junto a todos los muebles.

  • No, no pasaron, no quiero que mi... o sea que tú tengas fotos de chicas en tu habitación Xenia ¿oíste?

  • ¿Mi qué...? - los ojos de Xenia se suavizaron mientras esperaba la respuesta.

  • Mi nada, y no me cambies la conversación Xenia, te exijo que quites la foto de esa fea ahora mismo ¿estamos?

  • ¿¿En realidad crees que es fea??. - Xenia estaba intentando disimular su sonrisa.

  • No me provoques Xenia ¿oíste? no me provoques...

  • Bueno, yo no me quedo sin foto, o sea no pienso quitar nada.

  • ¿Ah no? atente a las consecuencias entonces.

  • No, y no me amenaces eh. - dijo la morena alzando una ceja. Pero, lo que puedo ofrecerte es un trueque.

  • ¿De qué trueque me estás hablando?

  • Te cambio esa foto por una tuya ¿qué te parece? - el ceño se deshizo enseguida y se convirtió en una sonrisa.

  • Me parece bien... la próxima vez que nos veamos tendrás mi foto, ahora me llevaré ésta por adelantado. - dicho y hecho agarró la foto rápidamente y se la guardó antes que Xenia pudiera hacer ningún intento por rescatarla

  • Bueno... qué se le va a hacer. -Xenia dijo resignada. - En realidad no estás celosa de Liv Tyler ¿o sí?

  • ¿Celosa yo? no me hagas reír.

  • Bueno entonces asunto arreglado. - Xenia la besó en la frente, la tomó de la mano y la sacó de la habitación. - Vamos a comer algo.

  • Xenia si tú vas a tener una foto mía, y créeme que la tendrás sin falta la próxima vez que nos veamos, yo también quiero una tuya, la que te tomé aún no la he mandado a revelar, apropósito me debes el que te tome varias más por meterme contigo en la piscina.

  • ¿Quieres una foto mía? mmmm es difícil jamás me saco fotos, déjame pensar si tengo alguna por ahí y te la paso ¿ya?

  • Ya, pero no creas que lo voy a olvidar eh, yo no salgo de este departamente sin una foto tuya.

  • Te la daré, te la daré.

  • ¿Crees que Liv Tyler es más linda que yo? - preguntó Gabriela con el tono más casual que fue capaz de reproducir su voz.

  • No sólo no creo que ella sea más linda que tú, sino que creo que nadie es más linda que tú. - se quedaron viendo.

  • ¿Me lo prometes? - Gabriela la estaba mirando con sus acostumbradas caritas de ternura.

  • Con todo mi corazón....


  • ¿Lista? - Xenia asomó la cabeza desde la cocina.

  • Lista. - Gabriela estaba sentada erguida en una silla frente a la mesa.

  • Sólo son tallarines, algo simple y rápido, espero que te gusten.

  • ¡Me encantan las pastas! los tallarines son mis favoritos, trae Xenia, trae ¿te ayudo?

  • ¡No! tú eres la invitada, yo te sirvo.

  • Pero quedamos en que si veía tu habitación te ayudaría, y ni siquiera me dejaste cocinar, por lo menos déjame ayudarte a traer los platos.

  • Es cierto, pero salí ganando yo al dejarte ver mi habitación. - Xenia se volvió a perder dentro de la cocina, mientras Gabriela sonreía ante esta última frase.

No puedo creer que sea tan tierna, siempre supe que lo era en el fondo, pero no tanto...

  • Ahí tienes ¿ves qué facil? ah olvidé el vino ¿quieres verdad? - Xenia la miraba con cara de pregunta.

  • No me gusta mucho el alcohol, pero creo que ésta es una ocasión más que especial ¿cierto?

  • Cierto... - Xenia le dió un pequeño beso en los labios y se volvió a perder por la puerta de la cocina, para volver a los pocos segundos con una botella de vino tinto y dos copas.

  • ¡Qué rico! Xenia, o sea probé varias veces tu comida, pero nunca te quedó tan rico antes ¿por qué? -Gabriela se saboreaba mientras atacaba los tallarines con su tenedor.

  • Una porque no me interesaba cocinar para toda esa gente, y otra porque antes no era feliz.

  • Y ¿ahora lo eres? - Gabriela la miraba atentamente.

  • Como nunca antes. - Contestó mirándola profundamente.

  • No puedo creer lo tierna que eres Xenia, me encanta, eres tan dulce...

  • No lo soy tanto, sólo contigo. - Gabriela vio un pequeño rubor subiendo por las mejillas de chica de ojos azules.

  • Como quieras.

  • ¿Te sirvo? - Gabriela asintió y Xenia llenó su copa de vino.

  • Brindemos Xenia.

  • ¿Por qué?

  • Por nosotras, por todo lo lindo que estamos viviendo.

  • Salud por nosotras entonces...

  • Por nuestro amor...

  • Por nuestro amor... - las copas chocaron entre sí, y ambas le dieron un gran sorbo a su vino.

  • Está bueno.

  • A ver ¿qué estás haciendo? - dijo la morena alzando una ceja.

  • Comiendo ¿qué más?

  • Gabriela así no se comen los tallarines, bueno es cosa tuya en realidad.

  • ¿¿Ah no?? ¿Y cómo entonces? - la rubia le hablaba con la boca llena.

  • Así mira, agarras dos o tres fideos con un diente del tenedor entonces los llevas al borde del plato y los enrollas ¿ves qué sencillo? -Xenia hacía la maniobra lentamente.

  • Pero así jamás terminaré de comer y tengo hambre. - dijo Gabriela intentando enrollar los tallarines en el tenedor.

  • Mira es fácil, a ver. - Xenia se paró de su silla y se puso detrás de Gabriela mientras tomaba la mano de la chica más joven en la suya. Eso, agarramos dos tallarines, los llevamos aquí y los enrollamos, ¿ves?

  • Ya, parece que ya entendí, a ver si me sale a mi solita. - en ese momento una musica llegó a los oídos de ambas.

  • ¿Qué es eso? - dijo Xenia alzando una ceja.

  • Mi celular, tiene la musiquita de los Red Hot. - dijo Gabriela con una sonrisa. - Espera, ¿dónde lo dejé? - dijo mirando para todos lados.

  • Sí, me sonaba bastante. Allá, mira, allá está. - Xenia le indicó con la mano.

  • Ah sí, te tengo. ¿Qué número es éste? no lo conozco, a ver... ¿Aló?

Xenia la observaba con el celular en la oreja prestando atención a lo que le decían, se veía tan hermosa como se veía haciendo cualquier cosa.

  • ¿Qué quieres? estoy ocupada ___________ no _________dije que no - Gabriela le dio una pequeña mirada a Xenia y vio que ésta la estaba observando atentamente, se alejó un poco. Luego __________ no sé ___________ no sé dije ________ chao.

-¿Quién era?

  • Un... amigo. - dijo sentándose nuevamente frente a su plato sin darle la cara a la morena.

  • Parece que están un poco peleados.

  • No, son ideas tuyas.

  • A ver, ¿por qué no te estoy creyendo eso? - estaba sintiendo los ojos de Xenia clavados en su rostro, de nuevo tuvo la sensación de que la chica era capaz de leer su mente.

  • Era Pablo. - dijo Gabriela sin mirar a Xenia.

  • ¿¡Aún te llama ese imbécil!? ¿Qué mierda quería?

  • Nada Xenia, sólo saludarme.

  • ¿Saludarte? a mi no me pareció eso. - Gabriela levantó por fin la mirada y vio los ojos furiosos de Xenia.

  • Xenia... yo le digo que no me llame, pero insiste, se va a aburrir tarde o temprano de que yo le de las cortadas, tranquila... - Gabriela posó su mano sobre la de la morena.

  • Lo siento... se me pasó la mano, no tengo ningún derecho, es que... o sea...

  • Está bien Xenia, tienes derecho a saber quien me llama o quien me deja de llamar, sobretodo si es alguien con quien yo he...

  • No lo digas mejor...

  • Bueno, pero debes saber que yo jamás haría nada a tus espaldas ¿confías en mí?

  • Sí, confío, es sólo que me da rabia...

  • Xenia, yo estoy contigo ahora, y planeo seguir estándolo, no nos hagamos mala sangre por un imbécil que no significa nada para mí, yo te amo a tí, es contigo con quien quiero estar... - Xenia la miró con los ojos llenos de emoción.

Qué linda poniénse celosa...

  • Lo sé, eres la persona más honesta que he conocido en toda mi vida, olvidémonos de esto y sigamos comiendo mejor.

  • Sí.

  • Bueno, ya estamos a mano tú celosa de la actriz ésa y yo de ese maldito hijodeputa. - su puño se tensó.

  • Definitivamente eres más hermosa que él Xenia, por si te interesa saberlo. - vió a la morena sonriendo.

Nunca podría engañarte Xenia, eres lo mejor que me ha pasado en la vida...


  • ¿Por qué te tienes que ir tan temprano? - Xenia le decía a Gabriela con cara de desilución mientras le acariciaba una mano.

  • Porque mañana me toca trabajar, dejé botada a mi tía por más de un mes, lo siento...

  • En realidad yo igual tengo que hacer unas cosas mañana.

  • ¿Qué cosas? oye y ¿qué pasó con tu local?

  • Lo devolví, porque ya que me iba a ir. - Gabriela bajó la cabeza. - Tengo que buscarme otro ahora, aunque estoy harta de andar marcando gente en realidad. - Gabriela sonrió. - Me voy a buscar otro trabajo, me aburro haciendo lo mismo siempre, eso sólo lo he hecho porque se me dio la oportunidad.

  • Pero una no puede andar tomando cualquier oportunidad que se le ofrece tampoco, yo soy más por la opción de hacer lo que a una le gusta solamente.

  • Ya sabes que yo soy más práctica, de todas formas tengo mis ahorros, la plata del pasaje que no usé. - Gabriela sonrió. - Yo no gasto mucho. Además hago traducciones de vez en cuando, una que otra clase de inglés particular, y me llaman bastante de agencias para hacer de intérprete, en fin.

  • ¿¿Hablas inglés?? - dijo Gabriela sorprendida.

  • Yes i do.

  • ¿Por qué no me lo habías dicho?

  • Porque me ibas hacer hablar y lo odio.

  • ¿Lo odias? debes estar bromeando, yo apenas sé eso de "that is the window" "this is the pencil" - Xenia sonrió.- Gracias a dios que existe internet y ahí se encuentra una con las canciones traducidas ¿dónde aprendiste?

  • Mi queridísima madre me metió a un colegio inglés, lleno de cuicos, pensó que si tenía una buena educación reemplazaría en parte sus reiteradas ausencias, aunque jamás me tomó ni un cuaderno. - Xenia se encogió de hombros. - Le sacó hasta el alma al viejo ése mientras pudo, a mí nunca me faltó nada material, en fin una cosa por otra. - Xenia se quedó pensando un momento como remembrando algo. Qué mal lo pasé en esa mierda de colegio, y bueno obligada a aprender, después de todo para algo sirvió.

  • ¿Existe la posibilidad que alguna vez sepa todo de tí? ya que a cada rato me sales con cosas nuevas, que si hablas inglés, que si te gusta dibujar, que si te gusta la... - una mueca de desagrado cruzó las facciones de Gabriela- ...Liv Tyler, que cocinas ricos los tallarines, que eres una persona increíblemente tierna.... y que....

  • ¿Y qué...?

  • Besas muy bien....

  • ¿Lo hago?

  • Lo haces... - se besaron.

  • ¿No cambiaste de opinión?

  • Todo lo contrario.

  • Me alegro.

  • ¿Me vas a traducir muchas canciones? - Xenia giró los ojos.

  • Todas las que quieras.

  • Y ¿me dirías algo en inglés?. - Gabriela dijo con ojos suplicantes.

  • What do you want me to say?

  • ¿¡Qué!?

  • Que ¿qué quieres que diga?.

  • No sé, lo que tú quieras, algo lindo...

Xenia se acercó al oído de Gabriela y susurró en él

  • You are the best thing that ever happened to me.

  • ¿¡Qué!? No entendí nada pero sonó precioso uyyy me encanta oírte hablar inglés Xenia ¿qué significa? -Gabriela la miraba con cara de pregunta mientras que sus ojitos brillaban de entusiasmo.

  • Averígualo por tí misma.

  • Escríbemelo.

  • Espera por aquí tengo una hoja. Toma. - Xenia le extendió un pequeño papel luego de escribir en él la frase.

  • Tú eres o estás... - Gabriela alzó sus ojos sin entender.- Esto me recuerda a nuestro método de conversación ultrasecreto, cuando leí el papel que me dejaste ese día cuando te fuiste casi me morí con lo que me hiciste sentir, mi corazón bum bum bum. - los ojos verdes de Gabriela brillaron emocionados, mientras la chica se tocaba el pecho. - Xenia sonrió con ternura.

  • No lo leas ahora, busca su significado en tu casa ¿ya?

  • Lo haré, ya me voy entonces.

  • Querrás decir que ya nos vamos, porque yo te voy a ir a dejar.

  • No es necesario Xenia, no me demoro nada en llegar a mi casa, tomo una micro y ya.

  • Absolutamente no, nos vamos las dos, fin de la discusión.

  • Ok, vamos entonces. - Gabriela sonrió mientras tomaba la mano de Xenia y ambas se dirigían hacia la puerta.

  • Espera, ven aquí, una vez allá afuera no podré tocarte. - Gabriela se volteó y se abrazó a Xenia, mientras se ponía en puntas de pies para llegar hasta sus labios.

  • ¿De qué te estás sonriendo?

  • Te ves tierna alzándote así en la punta de tus pies.

  • ¡Hey! no te burles de mí por ser baja.

  • No me burlo de tí por eso, es sólo que te ves tierna, en realidad siempre te ves tierna. - Xenia inclinó nuevamente su cabeza y buscó los labios de Gabriela una vez más, quien dejó de rezongar al instante.

Tierna más que tierna


  • ¿Te veré mañana? - los ojos azules de Xenia esperaban la respuesta expectantes y casi suplicantes.

  • En la hora de almuerzo tengo libre y después de las 8.

  • ¿En la noche entonces? te voy a estar llamando durante el día ¿sí?

  • Ok, estaré esperando tu llamado, se me pasó el día volando, ojalá no se hubiera acabado nunca...

  • Lo mismo digo. - Xenia sacó la cabeza por la ventanilla del auto, pero recordó que no podían hacer nada en público. Te quiero, no lo olvides...

  • Te quiero... llámame, cuídate, piensa en mí.

  • Pienso en tí cada segundo... un beso, que duermas bien.- apenas se rozaron sus manos antes que Gabriela desapareciera por el interior de su casa, Xenia partió en su auto, mientras una angustia iba creciendo en su interior.

Gabriela cerró la puerta de su casa y se quedó por algunos minutos apoyada en ella, mientras la sonrisa no desaparecía de su rostro.

  • ¿Qué haces ahí parada sonriendo como gil? - la voz de su hermana llegó a sus oídos.

  • Nada hermanita, sólo mirando un rato el techo, le falta un poco de pintura ¿ves? - tomó a Catalina de un hombro mientras ésta intentaba encontrar dónde demonios le hacía falta la pintura.

  • ¿¿¡Qué es eso!??

  • ¿Qué es qué? - Gabriela se sobresaltó ante el grito de su hermana.

  • Eso que tienes ahí, no me digas que también te hace falta pintura a tí, porque que yo sepa la piel no anda cambiando de colores así como así en ciertos sectores.

  • ¿Qué tengo? - Catalina agarró a Gabriela de un brazo y la dirigió hacia el primer espejo en el que se pudiera mirar.

  • ¡Eso! eso tienes. - la adolescente agarró la cara de Gabriela bruscamente la giró un poco hacia la derecha, tiró el rubio cabello hacia un lado y le mostró una mancha de color violeta en la blanca piel de su cuello.

  • Ay dios mío. - Gabriela se ruborizó al instante.

  • Ay dios mío, sí, algo así debes haber dicho cuando te lo hicieron. - una sonrisa burlona adornaba el rostro de su hermana menor.

  • ¿Qué pasa? - Gabriela y Catalina se sobresaltaron al oír la voz de su padre detrás de ellas.

  • ¡Nada! - dijeron ambas al unísono, mientras que Gabriela se llevaba disimuladamente la mano al cuello como si se estuviera rascando.

  • Ah son ustedes, Gabriela ¿cómo estaba tu amiga?

  • ¿Mi amiga? ah sí, bien, muy bien, sí, perfectamente bien, lo pasamos muy bien.

  • No te imaginas cuanto... - dijo Catalina entre dientes, enseguida recibió un codazo de Gabriela.

  • Bueno yo ya me voy a dormir, ¿no le van a dar las buenas noches a su madre?

  • No, a menos que sea daltónica y no vea los tonos violetas. - Gabriela le dio una mirada asesina a Catalina.

  • ¿Qué dices mijita?

  • Nada papito que yo sí voy a darle las buenas noches a mamá, pero mi hermanita aquí presente la pobre está tan cansada después de su ajetreado día, que ya ve la cama. La ha visto todo el día. - murmuró la última frase. Recibió otro codazo.

  • Bueno, hasta mañana entonces cariño. - el señor un hombre de mediana edad, con un gran parecido físico a Catalina, se acercó a Gabriela le dio un cariñoso abrazo y la besó en la frente.

  • Hasta mañana. - Gabriela salió corriendo hacia su habitación.

¡¡Xenia!! y ahora cómo cresta me tapo esto.

Gabriela comenzó a darse mil vueltas mientras buscaba algo con qué cubrirse la mancha violeta que estaba acentuada en su cuello. Agarró un frasquito de base de maquillaje, pero sólo conseguía resaltarla aún más. Intentó ponerse un parche curita, pero iba a ser peor ya que alguien podía preguntarle qué le había pasado. Tomó un pañuelo y se lo puso, era o morirse del calor o lucirlo con todo orgullo, se decidió por la primera opción.

  • Ahora niégamelo a ver, niégalo niégalo. - Catalina entró de improviso mientras lucía una amplia sonrisa.

  • ¡Catalina! por la cresta hasta cuando llegas y entras ¡fuera! - Gabriela dijo enojada mientras se ajustaba el pañuelo cuidando de que su hermana no volviera a ver la mancha.

  • Me iré una vez que admitas que estuviste con Xenia y que ella hizo eso ahí. - la adolescente le indicó con un dedo hacia el cuello.

  • ¿Por qué insistes en eso? - Gabriela encendió el computador.

  • Porque lo sé, porque soy tu hermana y te conozco, te vi Gabriela, te vi por la tele como la mirabas, como ella te miraba a tí, como estuviste toda esa semana después de volver. Mira, los otros podrán tener aún sus dudas, pero yo no. - Gabriela dirigió sus verdes ojos hacia los de su hermana y la vio seria como pocas veces la había visto antes.

  • Y si yo te dijera que sí es cierto, y no quiere decir que esté confirmando nada ¿qué dirías?

  • Que si tú eres feliz yo soy feliz por tí. Mira, yo sé que para tí soy sólo una pendeja molestosa, y lo admito, o sea, ya sé que te saco tu ropa sin permiso, que soy metiche, que entro sin golpear, pero algo que aprendí de tí fue a tener ideas propias, y no te voy a juzgar porque estés enamorada de otra chica, todo lo contrario. Bueno ahora me voy. - Catalina hizo ademán de salir por la puerta.

  • Espera Cata.

  • ¿Sí?

  • Es verdad. - Gabriela bajó la mirada, casi arrepintiéndose de haberlo dicho.

  • Viste que no era tan difícil admitirlo hermanita, entonces ¿eres...?

  • No sé si soy o no soy, no me interesa analizar mi sexualidad, lo único que me importa es que yo quiero a Xenia y ella me quiere a mí, que me siento bien con ella, me hace sentir cosas que nunca sentí con otra persona ¿entiendes? y no es algo solamente físico, es algo interior, ella me llena el alma...

  • Hermanita... tan profunda ella. - dijo Catalina sonriendo. Ven pa' acá pava. - la agarró y la apretujó fuerte.

  • Ay ya Catalina, no seas tan brusca, ¿cómo cresta es que tienes tanta fuerza? mocosa pesada.

  • Debe ser que has de estar muy cansada después del diíta que pasaste hoy. - Gabriela vio a su hermana menor sonriendo ampliamente.

  • Suficiente, córtala con eso, no pasó nada.

  • Tanto como nada, no, porque si no, no tendrías que estar usando ese pañuelo en tu pescuecito.

  • ¡Ya! antipática, no más que esto quiero decir.

  • Bueno ya, me vas a tener que presentar a la Xenia ¿oíste? es medio famosa y todo.

  • Si le pides un autógrafo es capaz de agarrarte del cuello ¿sabes? - Gabriela comenzó a sonreír visiblemente más relajada.

  • Qué autógrafo ni qué ocho cuartos, lo que quiero saber es si tiene algún hermanito que me presente, o sea así alto, moreno y de ojos azules.

  • ¡Cata!

  • ¿Qué? - dijo la adolescente encogiéndose de hombros.

  • Si alguna vez sucediera la remota posibilidad de que tú y Xenia estuvieran en un mismo espacio físico, te prohibo, y escúchame bien, te prohibo que le preguntes si tiene un hermano ¿oíste? - Gabriela agitaba un dedo cerca del rostro de Catalina mientras la miraba severamente.

  • ¿Y qué tanto? ¿qué es lo tan terrible?

  • Nada, sólo te advierto eso Catalina, promete que jamás le vas a preguntar eso.

  • Lo prometo, lo prometo, ya qué colorienta. - la chica más joven decía mientras miraba a su hermana mayor con cara de no entender nada-. ¿¿Y?? - una sonrisa pícara comenzó a formarse en su rostro mientras subía y bajaba ambas cejas.

  • ¿Y qué? - Gabriela comenzó a sonreir ante el cómico gesto de su hermana.

  • ¿Cómo da los besitos la Xenia? ¿es así como medio agresiva como cuando le daba la furia y agarraba del cuello al Andrés? o ¿es más tierna cuando están las dos solitas?

  • En realidad... - Gabriela comenzó a recordar los momentos pasados con Xenia mientras que una sonrisa se formaba en sus labios- ...ella es así como.... - de repente se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Y ¿que cresta tengo que decirte nada a tí? mocosa metiche, ya ándate que quiero dormir, ya te dije demasiado. - Gabriela agarró a su hermana de un brazo y la dirigió hacia la puerta.

  • Pero Gabby, hermanita de mi corazón y de mi alma, no me dejes con la duda, anda no seas malita, tan bien que íbamos. - Catalina le decía con ojos suplicantes.

  • ¡No! y ya vete, lo digo en serio.

  • Sólo quiero saber si es que Xenia besa bien o mal, voy a dar por hecho de que besa mal ya que no me dices. Además si no fuera por mí no la habrías conocido nunca, piénsalo, si yo no te hubiera retado a que te metieras al reality, nada de Xenia ¿ves? malagradecida - se encogió de hombros y se dispuso a salir por la puerta.

  • ¡¡Bien!! ¿ok? besa increíblemente bien ¿estás contenta? - empujó a la jovencita fuera de su habitación y cerró la puerta en sus narices.

  • Gracias. - oyó las risitas de su hermana al otro lado de la puerta. - Hasta mañana hermanita, te estás ablandando.

Gabriela se sentó frente al computador, mientras sonreía y negaba con la cabeza. Buscó el papel en que Xenia había escrito la frase en inglés, la puso sobre el escritorio y abrió la página de un traductor, tipeó las palabras, le dio al botón de traducir y enseguida obtuvo el significado.

"Tú eres lo mejor que me sucedió jamás"


Xenia aparcó su automóvil en el estacionamiento del supermercado. Cerró la puerta y salió de su auto extraordinariamente con una sonrisa en el rostro. Nunca había sido una fanática de ir de compras de ningún tipo, pero esta vez era diferente, todo era distinto ahora que tenía alguien a su lado, alguien a quien amar y quien la amara también. Se armó con un carrito, miró la hora en su muñeca marcaba las 9 pm en punto, aún le quedaba algo de tiempo antes de que cerraran. Se dirigió con su acostumbrado paso firme y seguro hacia el interior del supermercado a pesar de estar agotada, las luces encandilaron un poco sus ojos, y la hicieron despabilar, ahogó un bostezo con su mano.

¿Qué es lo que dice Gabriela que pasa cuando uno bosteza? ah sí, que una se traga un demonio, mi niña... ahora voy a tener que estornudar para expulsarlos, qué libros leerá me pregunto yo...

Comenzó a recorrer los pasillos, había una cantidad de gente considerable, pero sin llegar a ser una multitud, lo cual Xenia agradeció. Llegó al sector de los lácteos, dejó caer en el carro cuanto necesitaba, se freno frente a los yogures.

¿Le gustan los yogures me dijo? no, fue que se los come de pura maña y que siempre los deja a la mitad.

Se acercó a las frutas, sacó uva, duraznos, una sandía. De pronto alguien le habló.

  • Tú eres la de la tele ¿verdad? te llamas Xenia, ¿me podrías dar tu autógrafo?. - Xenia bajó la vista y un niño de unos 12 años la estaba observando atentamente mientras le extendía un papel y una lapicera con una sonrisa pintada en el rostro.

  • No niño, me estás confundiendo, yo no soy ésa.

  • Perdón, ahora que te miro bien tienes razón, tú estás demasiado sonriente para ser ella, chao. - miró al niño alejarse y su sonrisa se ensanchó aún más.

Con que ¿demasiado sonriente? ¿la gente pidiéndome autógrafos? esto es ridículo, Gabriela se va a reír cuando le cuente...

Algunos minutos más tarde, luego de haber llenado su carrito de bebidas, paquetes de arroz, shampoos etc. lo justo y necesario que necesitaba, y haber recibido la mirada curiosa de varias personas, su paciencia comenzó a llegar a un límite. Intentaba dar con el pasillo de las golosinas, pero no lo encontraba ya que no tenía la costumbre de visitarlo.

Aquí estás, a ver veamos, pingüinos ¿dónde hay pingüinos? allá los veo.

Se acercó y lanzó varios paquetes de color azul a su carro, mientras sonreía recordando el gusto de Gabriela por ellos, también uno que otro paquete de galletas, y chocolates.

Listo.

Se dirigió hacia las cajas y vio a alguien observándola insistentemente.

  • ¿Qué mierda miras?

  • A tí ¿por qué? - un muchacho de unos 18 años no le quitaba los ojos de encima.

  • Porque me molesta. - dijo Xenia entrecerrando peligrosamente los párpados.

  • Ya no te vayas a alterar, no me gustaría que te diera uno de tus ataques de furia conmigo.

  • Entonces deja de mirar y piérdete.

  • ¿Sabes? aún no me decido, o sea marimacho no eres porque no tienes esas actitudes, ya sabes. - el chico hizo gestos toscos con sus manos y piernas.

Xenia intentaba ignorarlo.

  • Por mí te puedes ir a la mierda con tus indecisiones, a mí no me interesan.

  • Entonces dime tú ¿se te quema o no el arroz?

Hijodeputa

  • Vamos Xenia, no te cuesta nada sacarme de esta duda que me está matando, eres o no eres, es sencillo, sólo dime sí o no, y de paso me dices si ya te comiste a la Gabriela.

Hasta ahí llegó su paciencia se volteó con los ojos enfurecidos, agarró al muchacho del cuello de la camisa mientras lo asesinaba con la mirada.

  • Estoy tranquilamente intentando comprar algo aquí ¿ves? ¿podrías tener la maldita amabilidad de dejarme en paz si no quieres que te rompa ahora mismo tu estúpida cara y la deje peor de lo que ya está? - el chico la miró asustado y salió corriendo del lugar, mientras miraba hacia atrás.

Así me gusta, nada mejor como una subida de adrenalina - pensó sacudiéndose las manos. Claro que esto no se lo vamos a contar a ella... veamos ¿qué me faltaba? nada, creo que ya está todo.

  • ¡Te veía siempre en la tele!. - escuchaba que le decían por ahí-. ¡Me encantan tus ojos! - Oía desde otro lado. ¡Dile a Gabby que la amo! -Le llegaba desde otro sector.

Sacó su dinero para pagar, el cajero un hombre joven no le quitaba los ojos de encima mientras pasaba uno por uno todos los productos.

  • Sseñorita, mi hijo es fanático suyo y...

  • No le voy a firmar ningún autógrafo, así que olvídelo. - dijo Xenia seriamente.

  • Está bien, supongo que sólo estará feliz con que le cuente que la vi. - Xenia quien ya había perdido todo rastro de sonrisa en su rostro hizo esfuerzos sobre humanos para sonreírle un poco al hombre que al menos había sido el más educado de todos.

Llegó con una gran mueca de fastidio en el rostro hacia el lugar donde había dejado su auto. Se dispuso a abrir la puerta pero sintió una presencia a su lado, se volteó rápidamente y ahí se encontró con una joven observándola atentamente. Xenia miró sus manos y estaban temblando tanto que temió que le estuviera dando un ataque.

  • ¿Estás bien? - le dijo alzando una ceja.

  • Ssssí, nnnno, sisiiii.

  • ¿Sí o no? - su voz reflejando la poca paciencia que le quedaba.

  • ¡Sí! hola... yo me llamo, yo soy... - la mandíbula de Xenia comenzó a apretarse. - Cristina... y te quería decir que....

  • Escucha no tengo tiempo, si me vas a decir algo, dilo ya.

  • Que gracias por todo lo que hiciste por mí, gracias a tí ahora soy capaz de aceptar mi sexualidad sin sentirme culpable por ello, gracias a tí y a Gabriela aprendí que no es algo malo sino que muy lindo.

Xenia se quedó mirándola intentando decidir si había oído bien o mal, definitivamente no era un insulto lo que estaba recibiendo, así que no correspondían golpes ni miradas asesinas en este caso.

  • De nada, creo... - la chica la miraba sonriendo tontamente mientras prácticamente babeaba.

  • Toma esto, es mi nombre y mi número de teléfono por si alguna vez quieres... o sea si alguna vez necesitas... tú sabes... - le extendió un papel a Xenia. Ésta no sabía si recibirlo o no.

  • Sabes que no te voy a llamar ¿o no?

  • Lo sé, sólo seré feliz con que lo recibas. - Xenia la miró un segundo mientras la chica se ponía más y más nerviosa, finalmente accedió a recibirlo. Gracias. - la joven se alejó y cada un segundo se volteaba a mirar a Xenia.

¿Qué mierda fue eso?

Finalmente Xenia logró ingresar a su automóvil después de lanzar las bolsas en el asiento trasero. Cerró la puerta con fuerza se dispuso a partir y antes de hacerlo oyó que le gritaban desde lejos.

  • ¡¡Te amo Xenia!! eres la mejor. - la chica le dijo esto y salió corriendo como una condenada mientras se reía y gritaba estúpidamente.

Ésta sí que está loca, ¿le cuento o no a Gabriela?


Gabriela ingresó a su habitación con su pijama rojo mientras se cepillaba los dientes, le echó una mirada a su celular, no tenía mensajes ni llamadas perdidas. Una gesto de desilución cruzó por su rostro. Volvió a entrar al baño y salió sin su cepillo de dientes. Se sentó frente al computador que aún estaba encendido. Volvió a leer la traducción de la frase que Xenia le había dicho en inglés, sonrió, ya se había habituado a esa sensación de mariposas en el estómago, de sentir que se le apretaba y que apenas podía respirar cuando estaba con Xenia o cuando se encontraba con cualquier cosa relacionada con ella.

Escribió la contraseña de su correo electrónico, se paró de la silla mientras la página terminaba de cargar, y encendió el equipo de música, buscó entre sus cds pero no se decidía por ninguno, finalmente buscó alguna emisora radial y la dejó en la primera que sintonizó. Volvió a su lugar frente al monitor y sus verdes ojos se pasearon por la bandeja de entrada. Tenía 5 mensajes sin leer, 3 de propaganda y dos de personas conocidas. Abrió el primero, era un mensaje de una amiga suya a quien no veía hace más de un mes, entre otras cosas le preguntaba lo que todos estaban empeñados en indagar últimamente, aunque por algún motivo siempre terminaban planteándole la pregunta en negativo, como si en realidad no esperaran que pudiera ser cierto.

Cresta... hasta cuándo, sería más sencillo si se los gritara a todos y ya, mm me pregunto si a Xenia le estará pasando lo mismo, no hablamos de eso hoy...

Respondió el mail, intentando no contestar nada concretamente. Le dolía tener la obligación de decir que no a algo que era cierto, pero era difícil, incluso tuvo la tentación de dejarlo entrever sin decirlo en realidad, para que así sacaran las conclusiones que quisieran y dejaran de molestar, después de todo, eso era lo que habían hecho todo este tiempo.

¿En realidad tanto se nos notaba...?

Abrió el segundo mail, ya sabía de quién era y no tenía ni el más mínimo deseo de saber qué tenía que decirle aquella persona, pero qué se le iba a hacer, nunca se sabe cuando puede ser algo importante, como que se fuera del país o por lo menos se mudara de ciudad a una bien lejana, Chilito es angosto pero bastante largo.

Pablo, lo nuestro ya se terminó, ahora tengo pareja, espero que no me busques más.

Gabriela.

Acercó el cursor al botón de envío, pero se retuvo a la mitad. Qué pasaría si él insistía en saber quién era esa persona a quien ella se había referido en el mail, qué pasaría si llamaba a su casa y preguntaba con quién estaba saliendo y finalmente sus padres volvieran con el interrogatorio y sus intentos de prohibirle cosas. No quería tener que dar explicaciones, no quería tener que negar a Xenia, no quería tener que intentar que la gente viera algo que jamás podrían ver en realidad si no lo estaban sintiendo en sus corazones. Borró el mail y optó por no contestarle nada, como le había dicho antes a Xenia, tarde o temprano el chico se iba a aburrir y no volvería a molestar.

Se dispuso a cerrar su correo electrónico e irse a dormir, mientras que esperaba al aviso de apagar, echó su cabeza hacia atrás, escucho la melodía que llegaba a sus oídos, era una canción romántica que inmediatamente le recordo a Xenia. Era inevitable, cualquier cosa le recordaba a ella, incluso las cosas que nada tenían que ver con la chica. Si veía algo azul, sus ojos instantáneamente se le venían a la mente, si veía algo negro, su cabello, cualquier frase le recordaba las conversaciones que habían tenido, era algo obsesivo.

Observó la fotografía que había conseguido ese día, Xenia tan seria como cuando recién la había conocido, sin embargo era una foto hermosa, ella no estaba mirando a la cámara, parecía como si ni siquiera se hubiera percatado que la habían fotografiado, sus ojos azules entrecerrados protegiéndose de los rayos solares que claramente se veían cayendo sobre su rostro. Gabriela se preguntó quién le había tomado esa fotografía, sintió rabia, celos de no haber sido ella quien lo hubiera hecho, celos de no haber estado presente en su vida en ese momento, de no haber estado desde el comienzo de sus días con esa persona que ahora era más importante que el mismo aire que respiraba, sin exagerar, porque sólo una hora de estar separada de ella ya le parecía un siglo, 60 minutos apenas de no ver esos ojos observándola y ya sentía que le costaba respirar. ¿Por qué le había llevado 19 largos años encontrarla?

Besó la fotografía, la miró por un minuto entero, por dos, quién sabe por cuantos... la guardó con cuidado dentro de un libro, lamentablemente no podía dejarla a la vista de los entrometidos que llegarían preguntando. Apagó la luz e intentó atraer el sueño, pero no lo conseguía, las imágenes del día pasado con Xenia se sucedían una y otra vez, con la misma fuerza que la noche anterior. Encendió nuevamente la luz, abrió el libro y volvió a observar la foto.

Ya Gabby, déjate de andar en las nubes ¿qué pensaría Xenia si supiera en realidad todo lo que pienso en ella...? ¿Pensará ella en mí?

En ese momento su celular sonó. Lo tomó con su ya acostumbrado sobresalto, no por la sorpresa del sonido, sino por la posibilidad de que fuera algo de Xenia. Y efectivamente lo era.

"Pase x el supr,t vas a reir cuand t cuent,ya voy llgand a casa,q durmas bien,1 bso en tu ombliguito, TQ..."

Gabriela sonrió.

En realidad piensa en mí...


Extendió su mano y le subió el volumen a la radio mientras se ponía a cantar primero despacio para luego hacerlo a todo pulmón.

¿Qué mierda me ha dado ultimamente con pasármela cantando?

Subió la ventanilla del auto, la noche comenzaba a ponerse algo más fría, le fue inevitable pensar en lo mucho más cálida que estaría con Gabriela a su lado, pero qué se le iba a hacer, ambas tenían vidas por separado y no podían estar todo el tiempo juntas, por más que a Xenia le gustara esa idea.

¿Ya se habrá dormido?

Llegó a la curva donde el taxi se le había atravesado aquel día, estaba cerca ya del edificio, se sonrió al recordar aquellos momentos una vez más, ni siquiera se acordó de su auto, simplemente lo dejó ahí tirado y si no le habían sacado una multa real era simplemente porque el policía estaba fascinado de haber sido parte del encuentro de ambas.

¿Y si va con el cuento a los medios? Yo voy con el cuento de que él andaba juntando parejas del mismo sexo usando el "nombre de la ley", ja no se va a atrever.

Salió de su auto y se dirigió con las manos cargadas hacia la entrada del edificio, de pronto sonó su celular, rápidamente dejó las bolsas en el suelo, y se dispuso a leer el mensaje de texto.

"Me muero x sabr q paso en el super. Ya se q signfc tu frase...me stoy snriend...ya t extraño...TQ..."

Xenia sonrió mientras regresaba el teléfono a su bolsillo, pero en ese momento sonó nuevamente. Volvió a leer en él.

"¡Me djast 1 huella en el cuell!advna q..t prohib volvr ahi...bueno en realidd no t prohib, solo tn + cuidad... :p "

Mierda ¡¿¿le hice un chupón??! ahora ¿qué va a pensar?

Su rostro se sonrojó levemente.

Que me encanta su cuello, eso va a pensar.

  • Xenia... Xenia... Xenia... tan linda como siempre ¿me has extrañado? - una bastante conocida voz llegó a sus oídos haciéndola sobresaltarse, se volteó rápidamente.

  • ¡¿¿Qué mierda haces aquí??! - Carla la estaba mirando con su acostumbrada sonrisa lasciva, mientras la recorría de pies a cabeza con sus marrones ojos.

  • ¿Es ésa la forma de saludar a una amiguita, Xenia?

  • Tú no eres ninguna amiga, y ahora lárgate voy a entrar.

  • ¿Me creerías si te dijera que iba pasando por aquí y me encontré contigo sin querer? ya sabes lo chico que es el mundo.

  • ¿¡Me estás siguiendo!?

  • Ay Xenia ¿crees que yo tengo la paciencia para dármelas de detective privado? - se apuntaba con el dedo a sí misma. - No sabes lo sencillo que es hacer cantar a un hombre cuando lo tienes... bueno tú sabes, no te quiero hacer sonrojar ya que aún te empeñas por explotar tu lado santurrón, como te iba diciendo mi queridísima Xenia, la gente de la tele no es la excepción.

  • Te vas a largar de aquí y no vas a volver más - Xenia se acercó peligrosamente a la peliroja, mientras ésta no dejaba de sonreír. - ¿Estoy siendo clara?

  • No tanto en realidad, quizá si te acercas un poquito más aquí te pueda oír mejor. - Carla lanzaba carcajadas burlescas mientras no se despegaba del lado de Xenia.

  • Maldita...

  • Uy Xenia ¿así me agradeces lo que hice por tí? y yo que venía por mi pago. - se miró las uñas mientras una de sus manos descansaba en su cintura.

  • ¿Qué mierda se supone que hiciste por mí?

  • Ayudarte con tu rubita querida, si no le hubiera dicho sobre "tus tendencias" - dijo la última frase bajando la voz. - Esta es la hora que todavía estarías muriendo y penando por ella, qué patético... - una mueca de fastidio cruzó por sus facciones.

  • Tú no me has ayudado en nada, tu única maldita intención fue dañarla a ella y a mí, ahora lárgate. - Xenia se dispuso a ingresar por el edificio.

  • No tan rápido darling - Xenia sintió los dedos de Carla aferrándose a su brazo. - Está bien lo admito lo hice por joderlas, pero, aún así te resultó para mejor, eso no lo puedes negar.

  • ¿Qué mierda quieres Carla?

  • Qué quiero... qué quiero, la eterna pregunta. - decía la peliroja mirando al cielo. - Lo mismo de siempre darling, ni más ni menos. - Carla se acercó a Xenia cuyo rostro estaba absolutamente tenso. - Y tú me lo vas a dar ¿captas?

  • Ya me aburrí de oír tu maldita voz y ver tu asquerosa presencia, me largo, por mí puedes quedarte toda la noche aquí esperando por algo que jamás vas a obtener.

  • No estés tan segura cariñito, yo siempre obtengo lo que quiero, cueste lo que cueste, y tú... - la apuntó con un dedo- no serás la excepción, ahora me voy bye. - se dio media vuelta y comenzó a alejarse del lugar mientras que le soplaba besos a Xenia haciendo empalagosos movimientos con sus manos y cuerpo.

No lo puedo creer, cuando mejor estoy aparece esta maldita hijadeputa.