Todos saben que te amo vi

Xenia decide irse para canada y dejar todo atras, pero lograra gabriela alcanzarla y decirle que la ama

TODOS SABEN QUE TE AMO

XYG

Al cabo de media hora Gabriela sintió voces y exclamaciones. Había estado pensando sobre lo que acababa de pasar, pero no lograba asimilar nada aún, las ideas se enredaban en su cabeza, no entendía. Se paró y se dirigió al interior de la casa.

  • ¿Qué pasa? ¿Xenia? ¿Qué haces con esas maletas? -Sus ojos verdes miraban temerosos.

  • Me voy, yo... -La morena alzó el rostro, sus ojos brillaban.

  • ¿¿¿Qué??? ¿Por qué Xenia? No...

  • Déjennos por favor chicos. -José, Isabel y Sebastián obedecieron al instante.

  • Yo ya no puedo resistir esta exposición, mucho menos después de lo que ha pasado, sé que suena a cobardía, pero lo hago por ti, no por mí. Gabriela... yo no quise que la gente pensara eso sobre ti, yo te lo juro... no quise ocultártelo, no pensé que fuera necesario decirlo y luego supongo que se complicó todo.

  • Xenia... yo sé, y no he pensado eso, por favor no te vayas, eres mi única amiga, no me dejes sola aquí. -Gabriela sentía las lágrimas amenazando por salir, agachó la cabeza.

  • Lo siento... quiero que te cuides mucho, yo... ya sabes cuales son mis planes, luego que salga de aquí.

  • ¿¿Qué?? ¿Te vas a ir de todas formas? -Los ojos verdes se alzaron con sorpresa.

  • Sí, ahora más que nunca me voy a ir. -Xenia tenía la mirada baja.

  • Pero... o sea son tus planes, pero aplázalo por favor, tenemos que hablar.

  • No, es mejor así, yo... tú.... Déjame ir ahora, por favor Gabriela.

  • Pero....

  • Toma, aún tenía este cd tuyo, el que tienes tú consérvalo, te lo regalo.

  • Conserva ese también. -Gabriela intentaba ignorar el nudo que tenía en la garganta.

  • Adiós...

  • Xenia ¿¿Por qué te vas?? -Gabriela tenía los dedos aferrados a un brazo de la morena que estaba a punto de salir por la puerta principal.

  • Por ti...

Xenia tomó su mano y puso en ella un papel doblado por la mitad. Gabriela sólo miraba sus azules ojos, sintiendo una mezcla de emociones.

  • ¿Por mí? No entiendo... podemos superar esto, a mí no me afecta, es común que inventen cosas ¡¡Xenia!!

La puerta se cerró en su cara. Gabriela observó alrededor, estaba sola, se sentía realmente sola, entonces miró hacia abajo, el papel que le había entregado Xenia aún en su mano, apretujado con fuerza entre sus dedos. Lo desdobló con nerviosismo, intentando verlo solamente ella si es que era posible, sus ojos verdes leyeron las dos palabras

"te amo"


Xenia cerró la puerta de su departamento. Había estado viviendo allí los últimos 2 años. Tomó las maletas y bajó lentamente las escaleras. Había pasado una semana desde que había salido abruptamente del lugar donde había estado viviendo 4 semanas. Se lamentó tantas veces el haber ingresado allí, sin embargo cada vez terminaba llegando a la misma conclusión, que el haber conocido a Gabriela lo hacía valer la pena.

El haber encontrado a esa persona en su vida aunque hubiera sido bajo las condiciones de quedar expuesta ante todo Chile, aunque había sido imposible una relación con ella dada la condición sexual de Gabriela, y ahora sólo sintiera que le habían arrancado el corazón del pecho y lo hubieran pisoteado en el suelo. Aun así todo valía la pena.

Tenía el recuerdo de sus ojos, sus ojos verdes, bondadosos, dulces, llenos de expresiones, sus manos agitándose en el aire al hablar, las veces que decía su nombre y que sonaba tan diferente a cuando las demás personas lo decían, la calma que encontraba en su rostro. Todo lo hacía valer la pena. De su Gabriela guardaría el recuerdo eternamente, estaba segura de que no podría volver a amar a nadie nuevamente, no después de Gabriela, a nadie más sería capaz de abrirse tanto, de mostrarse tal cual era sin temor de ser dañada por eso, o de que fueran a tomar ventaja por saber más de la cuenta.

No había visto la televisión, no había mirado los periódicos, ni las revistas, aún bajo la tentación de ver el rostro de Gabriela, el dolor era demasiado, simplemente le era imposible.

Salió del edificio, con las maletas en la mano. Aspiró el aire, el sol de verano acarició su piel recordándole fugazmente las veces en que sintió alguna caricia de Gabriela en su piel. Una vez guardado todo el equipaje se dispuso a entrar en su auto. Miró por última vez la fachada del edificio y se sentó frente al volante. Cuando llegara al aeropuerto para lo cual le tocaba hacer un viaje de dos horas, un amigo se encargaría de su auto, ya habían acordado el precio.

Oyó que alguien la llamaba por su nombre. Sintió que el corazón se le salía por la boca mientras buscaba el sonido de esa voz con la mirada, para finalmente encontrarse a una vecina haciéndole señas alegremente. Un gesto de desilusión cruzó sus facciones.

Gabriela tu fantasma me está persiguiendo...

Se dispuso a poner en marcha el auto, lentamente partió, y su corazón a cada segundo que pasaba lo iba sintiendo más destrozado. Encendió la radio intentando pensar en otra cosa, y el locutor radial anunció un tema. "Y aquí los dejamos con este clásico de la gran banda californiana Red Hot Chili Peppers con Under the Bridge"

Mierda...

Los acordes de la guitarra empezaron a sonar en sus oídos. Comenzó a ver nublado, se restregó los ojos con los dedos los cuales se humedecieron al contacto, se pasó el dorso de la mano por la nariz, endureció la mirada lo más que pudo.

¿No recuerdas acaso? Ese recurso no te funciona cuando se trata de ella...

Llegó a una curva y al disponerse a virar vio un taxi cruzársele peligrosamente. Frenó tan rápido como pudo, y casi se da en la cabeza con el vidrio delantero del vehículo, afortunadamente el auto que venía atrás no la golpeó.

¿¿Qué mierda?? Lo único que me faltaba un maldito loco intentando matarme.

Aferró sus manos unos instantes al volante, intentando calmarse, pero no hubo caso.

Con éste me desquito.

Salió hecha una furia, dio un portazo y se dirigió con paso firme a darle algunos gritos al chofer, que no parecía tener intenciones de poner en marcha su taxi.

-¿Qué mierda intentabas hacer adelantándome de esa manera? -Los ojos azules se clavaron furiosos en la figura del chofer dentro del taxi.

  • Lo siento señorita, es que perdí el control.

¿Lo siento señorita? Este ha de ser nuevo en el rubro.

-Bueno para otra vez tenga más cuidado si no quiere matar a alguien.

Volvió al auto y se metió en él aún con la sangre hirviéndole en las venas. Apoyó su cabeza en el volante y mientras se iba calmando, el dolor volvió a golpear su corazón aún más fuerte que antes. La canción ya no sonaba en la radio. Levantó la mirada al oír un golpe en la ventanilla.

Lo único que me faltaba un maldito paco para arruinarme más el día.

Bajó la ventanilla con una gran mueca de fastidio en su rostro.

  • Está estacionada donde no corresponde. -La voz del policía se le hizo irritante.

  • Es que no vio acaso lo que pasó aquí, un taxi se me atravesó...

  • Cuanto lo siento señorita pero me temo que le tengo que dar esto, tómelo como un obsequio. -El molesto policía le extendió el papel con una sonrisita en el rostro. Xenia lo recibió con furia.

Absolutamente genial, la guinda de la torta es esto. Como si a mí el dinero me sobrara...

Tomó el papel con fastidio y leyó en él dos palabras que no tuvieron sentido para ella.

"Yo también" ¿¿Yo también?? ¿Qué mierda de broma es ésta?

Unos pequeños golpes en la ventanilla del copiloto llegaron a sus oídos, levantó la vista en esa dirección y ahí estaban... sus ojos verdes mirándola con la misma dulzura de siempre, una pequeña y tímida sonrisa en su rostro, su cabello rubio brillando bajo los rayos del sol.

Xenia pensó que estaba soñando, el mundo alrededor se detuvo, hasta su corazón se detuvo por algunos segundos, al menos eso sintió, los sonidos exteriores no llegaban a sus oídos, su corazón latiendo a mil por hora, no coordinaba los pensamientos, no entendía por qué estaba viendo a Gabriela ahí

¿Se viene a despedir de mí?.

Entonces bajó la mirada hacia el papel y volvió a leer las palabras allí "yo también" yo también... yo también....

Levantó sus azules ojos absolutamente confundidos, buscó alguna respuesta en los verdes, entonces sus ojos se posaron en los labios de Gabriela y leyó claramente en ellos "yo también te amo" Levantó la vista hacia sus ojos, estaban brillando, sintió una lágrima recorrer su mejilla, ni siquiera sintió la necesidad de frenarla o secarla, la dejó rodar libremente, mientras veía otra rodar por la mejilla de su Gabriela.

Salió del auto con el corazón en la boca, sus piernas temblaban tanto que apenas era capaz de dar los pasos, aún leía mentalmente la frase temiendo haber interpretado mal, temiendo haber leído mal los labios de ella. Llegó justo al frente de su automóvil, Gabriela había hecho el mismo recorrido. Llevaba puesta su faldita azul de jean, la misma de cuando la había conocido. Una sonrisa en su rostro, la vio bajar la mirada un segundo cuando por fin estaban frente a frente. Intentó emitir algún sonido pero sus cuerdas vocales fueron incapaces de hacer su trabajo. Estiró su mano lentamente e inmediatamente sintió la calidez y suavidad de la de Gabriela en la suya, apretándola fuertemente. De pronto sintió ganas de gritar, de llorar, de decirle todo lo que sentía, oía sus respiraciones fuertes y entrecortadas, entonces sin siquiera pensarlo sus piernas parecieron adquirir vida propia y decidieron correr.

Sólo era consciente de Gabriela corriendo junto a ella tomadas de la mano, quien sabe a qué dirección, daba totalmente igual, siguieron así por varios minutos hasta que ya no estaba segura si su corazón latía por la carrera o por la emoción.


No supo cuánto tiempo estuvieron corriendo así con los dedos entrelazados, sin dirección alguna, tampoco le importaban las miradas de la gente. Sólo era consciente de la emoción invadiendo todo su ser, y de la firmeza de la mano de Xenia tomando la suya. El olor del mar invadió su olfato y se dio cuenta hasta donde habían llegado. Cruzaron la calle ahora reduciendo el ritmo, su corazón latía desbocado. Xenia se subió a una roca y le extendió la mano, la cual agarró con fuerza, se sintió alzada, segura, siempre tenía esa sensación de seguridad con Xenia a su lado, sus miradas se cruzaron un instante pero bastó para que por fin ambas entendieran el significado de ella ¿Cuantas veces había visto esa mirada en Xenia? y ¿cuántas veces ella le había dedicado esa mirada a Xenia? ¿Por qué esperar tanto para entender los sentimientos? Bueno, daba igual, lo importante en ese momento era lo que estaba sucediendo.

Se sentaron en una roca, lejos de la vista de la gente, el mar completaba un cuadro perfecto, majestuoso delante de ellas. Estuvieron en silencio como una hora entera, quizá fue más tiempo, quizá fue menos, a ninguna de las dos le importaba. Sus manos aún tomadas las sentían sudorosas. El atardecer comenzó a caer frente a ellas, con una combinación de colores impresionantes, Gabriela siempre miraba los atardeceres, pero éste era distinto, percibía colores diferentes, colores que nunca antes había visto. Entonces por fin aventuró una mirada hacia Xenia, esperó encontrarse ese imponente perfil, como lo había visto tantas veces, pero en vez de eso se encontró con un par de ojos azules observándola intensamente, y encontró tanto amor en esos ojos, que su respiración se detuvo por varios segundos. Se quedaron mirando, ya nadie sintió la necesidad de bajar la mirada, ya no hacía falta, no había nada que ocultarle a la otra persona ni a sí mismas.

Entonces vio como Xenia llevaba su mano a sus labios y la besaba dulcemente, todo su cuerpo se estremeció ante aquel contacto. Luego la poso en su propio rostro, Gabriela sintió la suavidad del rostro de Xenia en la palma de su mano, entonces la acarició, aún con la mano de Xenia sobre la suya.

-¿Cómo? ¿Por qué? -La voz de Xenia llegó a sus oídos luego de tantas horas sin oírla

  • ¿Es necesario que aclaremos el cómo y por qué?.

  • Es sólo una táctica que estoy usando para calmar mi corazón, que aún no deja de amenazarme con estar teniendo un ataque. -Vio una pequeña sonrisa en el rostro de la morena.

  • Pensándolo bien, quizá yo también necesite eso.

-¿Cómo es que...?

  • Me retiré al día siguiente que tú te fuiste, aunque el programa fue cancelado de todas formas hace 4 días porque iba en contra de la moral y las buenas costumbres, según no se quién. Supongo que Carla y Andrés "dándose amor" y "desahogándose" -como ellos lo llamaron- dentro de la piscina, no ayudó mucho, aunque eso no lo van a mostrar por la tele, gracias a dios.

  • ¿Quieres decir que todo lo que pasó ese día no va a salir al aire? -Xenia la miró sorprendida. Gabriela asintió.

  • Te preguntarás cómo es que ese policía fue parte de todo esto ¿verdad? -Xenia asintió. Pensé que no te alcanzaría entonces le pedí al taxista que te obstaculizara el paso, y luego lo del policía se me ocurrió en el momento, cuando lo vi. Tú ni siquiera te fijaste cuando me bajé, supongo que estabas demasiado furiosa para eso. Ambos accedieron porque les prometí meterlos en la tele, es que seguían el programa. -Xenia sonrió.

  • Eres increíble....

Más minutos en silencio.

  • Gabriela... Yo... no quiero que pienses que lo que siento por ti es por mi condición sexual, yo nunca... Descubrí mi sexualidad hace muy poco ¿entiendes? yo si siento lo que siento por ti es por tu persona, por tu ser, independientemente de que seas mujer. Tú... no sabes, no tienes idea de todo lo que me haces sentir, de cómo me desarma tu presencia, lo que siento cuando miro tus ojos, cuando te siento cerca... -Gabriela sintió la mano de Xenia aferrándose aún más a la suya.

  • Xenia... yo sé... estoy segura de tus sentimientos, de nuestros sentimientos... he estado toda esta semana pensando, en la tontería que hice al dejarte ir tan fácilmente, yo lo sabía desde antes, lo que sentía por ti, sabía que no era algo solamente amistoso, pero la mente es algo tan difícil de cambiar, a pesar de que tu corazón te esté diciendo algo a gritos. De niña sólo pensé en la posibilidad de enamorarme de un hombre, eso me enseñaron, y cuando empecé a sentir cosas por ti, busqué desesperadamente la manera de ponerlo en alguna categoría de amistad que era tan cercana a la de una hermana, sin embargo en el fondo sabía que sólo eran excusas, que sentía algo mucho más profundo por ti. Supongo que sólo tenía que seguir el mismo consejo que le di a Isa.

  • Gabriela yo... tenías razón, era mi destino llegar a esa casa, dios o lo que sea que se encargue de ello, lo supo hacer muy bien, sabía que con mi carácter y personalidad jamás le iba a dar la posibilidad a una persona de acercárseme así como lograste hacerlo tú, a menos que me encerrara en una casa por 2 meses, contigo allí adentro también. -Gabriela vio una pequeña sonrisa en el rostro de Xenia. Mi padre se fue de la casa cuando yo era pequeña, y después de varios años me enteré que tenía otra familia, su ausencia la suplió con dinero y esas cosas. Desde niña crecí con el pensamiento de que en realidad no tienes a nadie seguro en tu vida, supongo que por eso soy como soy... Pero, no hablemos de eso en este momento, ahora es distinto... -Gabriela apretó aún más firmemente la mano de Xenia en la suya mientras la acariciaba con su pulgar y miraba intensamente al rostro de la morena.

  • ¿Te cuento un secreto? -Dijo Gabriela bajando la mirada

  • ¿Sí?

  • Cuando me tropecé contigo ese día había decidido no ingresar si es que quedaba seleccionada, pero cuando supe que tú estabas entre ellos, sentí la necesidad de estar ahí, no sé qué fue, había algo en tu ser, lo percibí en el instante en que te vi por primera vez, allí parada frente a mí, tus ojos...

  • Yo también lo sentí, y tú también tuviste que ver con que yo ingresara finalmente.

  • ¿Crees en el destino entonces?

  • Creo en que tú eres parte de mi destino.

  • Y ¿qué hay de las almas gemelas? ¿Crees ahora en ellas? -Gabriela aventuró una mirada hacia Xenia, y esta vez se encontró con su perfil.

  • No creo. -Xenia dirigió los ojos azules a los verdes que la miraban con atención- estoy segura...

Se quedaron viendo profundamente. Lo último que vio Gabriela fueron los ojos azules inundándole el alma de sentimientos. Entonces sus ojos se cerraron, su corazón latía más rápido que nunca antes, el momento pareció detenerse y por un instante temió que todo hubiera sido un sueño. Pero entonces los sintió... la suavidad de los labios de Xenia rozando los suyos, primero apenas era consciente del contacto, para poco a poco irse intensificando hasta convertirse en un beso completo, perfecto... Fue cuando realmente perdió toda noción de tiempo, espacio, y hasta de su propio nombre.

Abrió los ojos lentamente, se encontró con los párpados de Xenia aún cerrados, entonces sintió la urgente necesidad de decírselo con todas sus letras y así lo hizo.

  • Te amo...

  • Yo también te amo...

Salió de un cálido sueño para despertar a la realidad. Sus párpados aún cerrados se negaban a mostrar el par de ojos azules ocultos tras ellos. Se acurrucó entre las sábanas y cubrió su cabeza con el cobertor, intentando impedir que los rayos del sol matinal que ingresaban através de la ventana llegaran hasta su rostro. Aquietó lo más posible su cuerpo, deseando caer en el sueño nuevamente, pero un molesto sonido comenzó a retumbar en sus oídos sin cesar.

Malditos pájaros

De pronto una imagen llegó a su mente, era una imagen hermosa, la del sueño que estaba teniendo hace sólo algunos minutos atrás, sólo que no era un sueño, era un recuerdo, una realidad, su realidad.

Su cabeza se asomó por entre el cobertor, su cabello oscuro revuelto, sus párpados por fin se comenzaron a abrir lentamente dejando ver un hermoso par de azules ojos, una sonrisa comenzó a nacer en ese rostro, y pareció quedarse impresa eternamente en él. Pestañeó varias veces intentando despabilarse completamente, no fuera a ser que aún estuviera soñando. Censuró de inmediato ese pensamiento pesimista. Los pájaros ya no le molestaban en lo más mínimo, hasta agradable comenzó a parecerle su cantar. Sacó un brazo y observó atentamente la palma de su mano, apretó los dedos y volvió a cerrar los ojos intentando rememorar la sensación de la mano de Gabriela en la suya. Llevó su palma hacia su nariz, la restregó por su rostro, sus dedos llegaron a sus labios, su cuerpo comenzó a caer en un estado de completa y total euforia. La sonrisa se ensanchó aún más si es que aquello era posible, se lamió los labios intentando encontrar algún rastro del sabor de Gabriela aún en ellos. Agarró la almohada y se cubrió con ella la cara sofocando los gritos de alegría que salían de su garganta, mientras pataleaba como una criatura en el colchón.

Me ama, ella me ama, Gabriela... mi Gabby... ¿Habrá despertado ya?

Un deseo inmenso de verla en ese mismo momento comenzó a invadir todo su ser, creciendo hasta convertirse prácticamente en una obsesión. Miró la hora, el reloj marcaba las 8 : 20 am. Recordó con una sonrisa la aversión que Gabriela le tenía a levantarse temprano. Pero eran tantos sus deseos de verla, de oír por lo menos su voz, el teléfono estaba apenas a centímetros de su alcance, sólo debía marcar unos cuantos números para oír el dulce sonido de su voz... Se retuvo, la dejaría dormir unos minutos más.

Sólo hasta las 9 eh, no podré resistir más que eso.... ¿¿Y si se arrepintió?? ¿¿Y si se lo pensó mejor??

El sólo pensamiento de esa posibilidad hizo que sus ojos se nublaran, sacudió su cabeza. Los recuerdos del día anterior llegaron a su mente nuevamente, los tenía tan claros y patentes en cada fibra de su ser como si los estuviera viviendo en ese mismo instante, veía las escenas sucederse una tras otra, mientras volvía a sentir su corazón salírsele por la boca, todas las sensaciones, todos los sentimientos, las palabras que se dijeron, los besos que compartieron, cada segundo pasado con Gabriela volvía a su mente junto al sentimiento más dulce que había sentido en toda su vida. El que pensó que sería el peor día de su vida, terminó conviertiéndose en el mejor.

Salió por fin de la cama, todo le parecía hermoso, hasta las frías baldosas del baño en contacto con sus pies le parecieron perfectas. Abrió la llave de la ducha y dejó el agua caer por su piel. La sonrisa aún intacta en su rostro, no mostraba la menor intención de querer menguar. Comenzó a tararear una canción.

¿¿Yo cantando?? qué ridícula soy... hum... pero soy una ridícula feliz...

Salió por fin del baño con una toalla azul enrollada en su cabello y una bata blanca cubriendo su cuerpo. Le echó una mirada al reloj nuevamente, marcaba las 8: 40, volvió a mirar el teléfono, por un momento le pareció oírle diciéndole "marca su número..." "marca su número..." Alzó una ceja.

¿Qué mierda? ¿ahora tengo complejo de Alicia en el país de las maravillas?

Se dirigió a la cocina, preparó su café matinal, agarró una marraqueta, pero enseguida la devolvió a su lugar, su estómago estaba demasiado apretado como para tener espacio para ninguna comida. Tomó el control remoto y encendió el televisor sin molestarse en cambiar de canal.

¿¿Es que no hay más gente en este país que siempre invitan a los mismos a estos malditos matinales??

Un grupo heterogéneo de personas apoderadas de la pantalla, heterogéneas exteriormente, diferentes edades y peinados, pero iguales en su intención de figurar, de eso Xenia estaba segura. De repente agarró el hilo de la conversación, hablaban del tema como si hubieran estado en la piel de las personas de quienes estaban opinando. Y de pronto vió una imagen de ella misma en la pantalla, casi escupió el café, luego otra de Gabriela, una sonrisa nació en su rostro pero se borró de inmediato al percatarse de la situación.

  • Es lógico que este par hizo todo lo posible por ser las figuritas del reality, incluso haciéndose pasar por gays. -Decía uno de los tipos.

  • No estoy de acuerdo con eso, más bien yo pienso que el mismo canal les pidió que lo hicieran, un montaje de ese tipo les iba a traer un rating monstruoso, y así fue. -Decía otra.

  • En realidad yo creo que los jóvenes de hoy en día quieren experimentar todo tipo de cosas, y eso es obviamente lo que estas dos chicas Celia y Sabrina quisieron hacer. -Dijo un señor.

  • Xenia y Gabriela. - Corrigió uno de los conductores.

  • Bueno, la gente cree que se enamoraron, incluso hay fuentes bastante fidelignas que aseguran que ya viven juntas y que están planeando adoptar una guagüita. - Acotó seriamente la conductora.

  • Hijos míos, sea como sea el señor siempre perdona a sus hijos, todo tipo de desviaciones tienen cura, lo que estas jovencitas necesitan es el apoyo y el amor de sus padres y...

  • ¡¡Suficiente!! ¡¿Qué mierda se creen todos ustedes malditos ignorantes especulando sobre nosotras?! ¿rating? ¿montaje? ¿figuritas? mírense ustedes primero hijos de puta, pero ¿¿qué se han creído?? qué van a saber ustedes nada sobre nosotras, qué pueden saber ustedes algo sobre el amor...

Apagó el televisor de sopetón y lanzó lejos el control remoto y casi le da con él a un vidrio. Sus manos empuñadas y el rostro rojo de cólera, se dejó caer en el sofá mientras intentaba calmarse aspirando hondamente.

Gabby... ¿lo habrá visto? ¿es esto lo que nos espera acaso? ¿un grupo de imbéciles sintiéndose con el derecho de hablar sobre nosotras?

Volvió a mirar la hora, el reloj marcaba las 9:05, se paseó nerviosamente delante del teléfono mientras no le quitaba los ojos de encima decidiendo si llamarla o no.

No voy a dejar que nadie nos arruine estos momento Gabriela, te lo juro...


Sus verdes ojos recorrieron el interior del refrigerador intentando decidirse entre un yogur de frutilla o uno de piña. Luego de algunos segundos de pasear su mirada entre ambos envases, cerró la puerta sin nada en sus manos. Extraordinariamente no sentía hambre, y si había llegado hasta la cocina, era simplemente porque se sentía incapaz de estar un segundo más sin moverse del mismo lugar. La noche anterior la había pasado prácticamente en vela, dándose mil vueltas sin poder pegar un ojo. Pero este insomnio no era el típico y maldito insomnio en que por más que se concentra una en intentar dormir menos lo consigue. Éste era diferente, estaba lleno de imágenes, de olores, de sabores, de sensaciones, recuerdos tan claros en su mente y en todo su ser que varias veces se descubrió a sí misma sonriendo ampliamente, o incluso dando grititos de alegría que ahogaba rápidamente bajo la almohada, por temor de despertar a todos en la casa.

Regresó a su habitación, se sentó en la cama, pero al segundo volvió a pararse, miró la hora, eran las 9: 15, le dio una fugaz mirada a su teléfono celular, y recordó que lo tenía apagado, entonces lo tomó rápidamente y lo encendió con una sensación de nerviosismo recorriendo su cuerpo. 7 llamadas perdidas, y un mensaje de texto. Un gesto de fastidio cruzó su rostro al reconocer el número de esas llamadas, finalmente abrió el mensaje y su rostro se iluminó completamente.

"Bns dias ¿cmo drmst? anche soñe cntg, no me prgunts q.. :p, t llamare dntr d 1 hora + o -, 1beso... TQ..."

Leyó por segunda vez el mensaje, y una tercera, y la emoción que le había producido y toda la euforia y esa electricidad que sentía recorrer su cuerpo no desaparecían. Se tendió sobre la cama, aún con el celular en sus manos, y sin siquiera pensarlo lo besó y lo apretó fuerte contra su pecho.

Xenia... ¿soñó conmigo? ¿qué habrá soñado? que no te pregunte ¿eh? ya sabes lo persistente que puedo llegar a ser, no te me vas a escapar tan fácilmente...

Volvió a oprimir el teléfono fuertemente contra su pecho, luego de leer una vez más el mensaje. Pero en ese instante sonó y Gabriela dio un salto por la sorpresa. El corazón casi se le salió por la boca.

¿¿Ya pasó una hora?? ¿es posible perder toda noción del tiempo cuando uno está...? cuando se siente algo... vamos Gabby dilo, cuando se está enamorada...

Por fin miró el nombre de la persona que la estaba llamando, y no era precisamente Xenia...

  • ¿Aló?

  • ¿Gabby?

  • No, no soy, número equivocado.

  • ¡¡Espera!!

  • ¿Sí? -Dijo girando los ojos.

  • ¿Cómo estás?

  • Muy bien. -No pudo ignorar la imagen del rostro de Xenia llegar a su mente al oír esa pregunta, mientras una sonrisa se formaba en sus labios. Y ¿tú?

  • Me alegro, yo estoy bien, pero... te he extrañado mucho...

  • Qué te puedo decir...

  • No tienes que decirme nada. Te vi en la tele, no me perdí ningún capítulo, hasta te grabé y todo...

  • Pablo, dime qué quieres, no tengo mucho tiempo para hablar ahora.

  • Necesito verte, me porté como un imbécil ese día, lo sé, yo... ¿podríamos vernos?

  • ¿Vernos? ¿para qué?

  • Porque tenemos que hablar, dejamos las cosas a medias y...

  • No dejamos nada a medias, yo te ofrecí mi amistad y no quisiste, lo siento mucho pero tengo cosas que hacer ahora. El hastío iba imprimiéndose notablemente en su voz.

  • Pero... bueno, te volveré a llamar más tarde o mañana.

  • Chao.

  • Chao Gabby, te mando un be...

Antes de que terminara de hablar Gabriela ya había cortado la comunicación.

Tan bien que había comenzado el día...

Volvió a mirar el mensaje de Xenia y de inmediato olvidó la conversación que acababa de tener. En ese momento la puerta se abrió y entró su hermana.

  • ¿¿¿Qué haces tú levantada tan temprano un día festivo??? ¿te sientes bien? - Catalina dijo con una exagerada mueca de sorpresa en su rostro. Era una jovencita de 15 años, de la misma estatura de su hermana, de cabello castaño claro y ojos color miel. Era la única hermana de Gabriela.

  • No exageres, el día está precioso ¿no crees? quería aprovecharlo bien - Dijo Gabriela sonriendo.

  • Y ¿qué onda que estás tan sonriente mirando ese teléfono? te llamó Anthony Kiedis ¿o qué?

  • No seas entrometida Cata, y ¿cuántas veces te he dicho que primero se golpea antes de entrar.?- Dijo agitando el dedo índice en dirección a su hermana.

  • Lo hice y luego entré. - Catalina se encogió de hombros.

  • Primero debes esperar a que te digan que pases, o si no, es lo mismo.

  • Ay no seas cuática, además somos hermanas, te he visto desnuda cientos de veces, y no creo que metas a ningún chico aquí durante la noche como para que te pille en alguna situación comprometedora, o chica... - La jovencita dijo mirando a su hermana con una pícara sonrisa en su rostro. A propósito cómo está tu "amiguita Xenia" supongo que la habrás visto.

  • ¿Xenia? - Gabriela sintió como un rubor comenzaba a subir por la blanca piel de su rostro.

  • Sí, Xenia, tu amorcito del reality. Supongo que no la habrás dejado irse a Canadá ¿¿o sí??

  • No se va a ir. - Gabriela le dio la espalda a su hermana mientras ordenaba cualquier cosa que pillara fuera de lugar.

  • ¿No se va a ir? ¿¿por tí?? - Gabriela adivinaba la sonrisa en el rostro de su hermana sin necesidad de verla. Qué romántico... Sí que la tienes agarrada a la Xenia, al menos tienes buen gusto, si decidiste que ahora te gustan las minas, por lo menos que eligas una que esté linda. Aunque vas a tener una tarea difícil alejando a los jotes que se le acerquen, pobre de tí.

  • Déjate de hablar tonterías Catalina, y ándate, tengo cosas que hacer. - Gabriela sintió una repentina punzada en su estómago al oír lo último que le estaba diciendo la adolescente.

¿Jotes? No, a Xenia no le interesa nadie más, ella jamás haría algo que pudiera dañarme...

  • Ya, no te pongas celosa antes de tiempo, nadie ha dicho que Xenia sea infiel, o sea la Carla y el Andrés todo el rato lanzándosele, pero ella ahí firme, no les dio jamás bola. Además a ella también le va a tocar difícil, a tí igual siempre te andan rondando los chicos, como tu ex pololito Pablo por ejemplo, que entre nos, me cae pésimo, y se la ha pasado llamándote.

  • ¿¡Llamó para la casa!? ¿qué dijo? -Gabriela se giró hacia su hermana con cara de pregunta.

  • Anda lloriqueando por tí, que te quiere, que te extraña, que te va a recuperar. Ayer que no estabas me dio la lata como por una hora entera. -Una mueca de desagrado cruzó las facciones de la chica más joven. A propósito ¿dónde estuviste? dijo que tenías el celular apagado.

  • ¿Ayer? -Gabriela nuevamente se giró dándole la espalda a su hermana, mientras volvía a sentir los colores subiendo por su rostro, pero al recordar el día anterior, no pudo censurar una amplia sonrisa.

  • ¿Gabby? a ver a ver ¿qué es eso? ¿una sonrisita? Primero te retiras del reality y andas como una zombi sin hablar con nadie y encerrada en tu pieza todo el santo día, y de un día para otro andas con una sonrisota pintada y hasta temprano te levantas un día festivo -Catalina intentaba ver el rostro de su hermana que hacía esfuerzos en vano por echar a la molesta jovencita.

  • Ya no inventes Cata, y lárgate, son ideas tuyas.

  • ¡¡Estuviste con Xenia ayer...!! -Dijo luego de meditar unos segundos.- No me mientas Gabriela, ¿¿¿qué paso??? ¿¿¿se besaron??? ¡¡¡cuentame!!! por favor, anda hermanita linda de mi alma y mi corazón.

  • ¡Largo! -Gabriela agarró de un brazo a su hermana y la echó de la habitación. Al cerrar la puerta un suspiro escapó de su garganta mientras ya no luchaba por contener su sonrisa.

  • Lo oí Gabriela, estás suspirando. -La voz burlesca de la adolescente llegó desde el otro lado de la puerta.

  • ¡Largo! pesada.


¿Habrá leido mi mensaje? mejor esperar a que se me pase la bronca por estos imbéciles

Xenia terminó de secarse el cabello mientras oía algo de música. No había vuelto a encender el televisor por miedo a encontrarse con comentarios y especulaciones igual o más desagradables que los anteriores acerca de su relación con Gabriela. El hecho de que la gente se diera la libertad de hablar sobre ella no le molestaba tanto como que hablaran de Gabriela. Si bien era cierto que ya no eran solamente amigas y que habían iniciado una relación mucho más profunda, aunque no le pusieran nombre ni nada por el estilo, Gabriela no estaba habituada a que se dirigieran a ella con epítetos como "tortillera" "gay" o "lesbiana" y Xenia sabía que iba a ser difícil para la chica más joven asimilar todo eso. Gabriela había aceptado sus sentimientos, y Xenia sabía que no se sentía culpable por ellos, ambas estaban juntas en un mismo camino de ahora en adelante y no permitirían que nadie se interpusiera entre ellas de ninguna forma.

Una canción comenzó a sonar, la había oído muchas veces, pero esta vez le sonó muy diferente a las anteriores. De pronto el teléfono sonó y Xenia dio un respingo.

¿¿Gabriela?? ¿será ella? ¿qué le digo? ¿y si me quedo muda como una imbécil?

  • ¿Aló? -Dijo luego de calmarse y tranquilizar su voz en la medida que le fue posible.

  • Xenia ¿qué es eso de que no viajas? ¿estás bien? tu padrastro me dijo que llamaste tarde anoche y le dijiste me quedo en Chile, luego diste un grito y cortaste. -La voz de su madre sonaba preocupada al otro lado de la línea.

  • Hola madre, pues eso que no me voy, estoy bien no te preocupes, y Jorge no es mi padrastro, es tu marido, lo más cercano que conozco a un padre es un viejo maldito que nos dejó cuando tenía menos de dos años ¿recuerdas?

  • Xenia ¿por qué tienes que ser siempre así? Jorge te quiere mucho, como si fueras su hija igual que tus hermanastros.

  • Madre, jamás he vivido con él, apenas sabe nada sobre mí ¿cómo me iba a querer como un padre? y no son mis hermanastros, son los hijos de él, no tienen nada que ver conmigo.

  • Contigo no se puede hija, sólo llamaba para saber si estás bien, me alegro mucho de que no te vayas. Jorge me pidió que te invitara a comer hoy con nosotros, está preocupado por lo que se anda diciendo sobre tí, ya sabes que eres... bueno, esa cochinada que te están inventando. - Dijo su madre bajando la voz.- Jorge quiere darte algunos consejos

  • Por favor madre, Jorge no está preocupado por mí, está preocupado por sí mismo, y lo que puedan decir de él, el hombre es un maldito militar ¿crees que le conviene a él que en su círculo se hable que la "sobrina" de su señora esposa tiene fama de tortillera? porque eso es lo que dice que soy ¿verdad? tu sobrina, claro, no le conviene tampoco que sepan que tú tuviste una hija soltera a los 18 años de edad con un hombre que mantenía una doble vida ¿cierto?

  • ¡¡¡Cállate insolente!!!

  • ¿Sabes madre? la verdad no es sinónimo de insolencia. A mí no me importa que tu respetado esposo diga lo que quiera sobre mí, y le niegue a medio mundo que soy tu hija, pero ¿tú madre? ¿cómo te sentirías tú si yo te negara? -Un largo silencio.

  • Xenia... no sé de qué estás hablando

  • ¡Nada! El viejo miserable de mi padre por lo menos nos llenó de dinero, el cual harto bien que lo aprovechaste con todos los hombres que conociste hasta que te encontraste uno viudo de buena posición económica que te ofreciera matrimonio. Pero ¿tú? no sólo me niegas, sino que durante toda mi maldita vida no me diste nada que me sirviera, ni amor, ni consejos, ni ninguna mierda.

  • Era joven Xenia, no sabía lo que estaba haciendo.

  • La juventud tampoco es sinónimo de deficiencia mental, a los 18 años sabes perfectamente bien donde estás parada, ¿y después? cuando cumpliste 20 y 25 y 30, acaso ¿algo cambió?

  • Bueno Xenia entonces te esperamos, Jorge está aquí conmigo ahora. -La voz de su madre se oía suave y sumisa.

  • Adiós madre. -Xenia colgó con furia el teléfono.

Mierda, maldita vieja... malditos todos.... Gabriela... Gabby necesito verte... eres lo único lindo que he tenido en la vida, lo único puro...


  • Gabriela tu padre y yo necesitamos hablar contigo. -Sus padres la estaban mirando con una expresión completamente falsa de tranquilidad.

  • ¿Tiene que ser ahora? iba a comprar por aquí cerca y....

  • Ahora Gabriela, has estado toda la semana encerrada en tu habitación y no has querido hablar con nosotros, hoy lo harás. -La voz de su madre sonó dura.

  • Ok. -Dijo resignándose.

  • ¿Qué es lo que pasó dentro de esa casa que toda la gente anda hablando sobre tí? -La expresión de tranquilidad se convirtió en una de severidad en el rostro de su madre, mientras que la presencia de su padre la apoyaba con toda la "imponencia de su hombría".

  • Te refieres a lo que andan diciendo supongo ¿no? -Gabriela aspiró profundamente mientras sus ojos se alzaban directamente hacia los de su madre.

  • Exactamente.

Si se los dijera aquí y ahora mismo ¿qué pasaría?

  • Pasó lo que vieron por la tele, nada más ni nada menos. -Gabriela estaba intentando mantenerse lo más serena posible. No era aún el momento de decírselos, si lo hacía, todo se iba a estropear, su felicidad, su ilusión, todo lo hermoso que estaba sintiendo, y era demasiado bueno para perderlo.

  • La gente anda diciendo que tú... que esa muchacha es... - una mueca de asco cruzó las facciones de su madre- que no le gustan los hombres y que intentó meterte sus cosas en la cabeza y lavarte el cerebro -Su madre la miraba fijamente.

  • Se llama Xenia, y ella jamás intentó lavarme el cerebro ni nada, todo lo contrario, Xenia es una excelente persona que jamás le intentaría imponer a otra sus pensamientos, ella me acepta tal cual soy y fue mi único apoyo allí adentro. -Le dolió la mueca de su madre al referirse a Xenia. Además la gente no dice que me intentó lavar el cerebro, sino que estamos...

  • ¡¡No te atrevas a decirlo!! Y acaso dijiste ¿Acepta? ¿quieres decir que mantienes contacto con ella?

  • Sí, y lo seguiré manteniendo, le guste a quien le guste y le pese a quien le pese ¿estamos?

  • No mientras vivas en esta casa Gabriela ¿queda claro? No estamos para que ninguna hija nuestra ande en la boca de todos por el rumor de que es... lo que tú ya sabes.

  • Lesbiana, no te morirás por decirlo, ni el cielo se vendrá abajo tampoco.

  • Mijita, o sea ¿tú nos aseguras que entre Xenia y tú existe sólo una amistad? porque si es así no veo por qué tendríamos que prohibirle nada -Su padre fue golpeado por la dura mirada de su esposa al pronunciar esa última oración. Se encogió de hombros.

  • Escuchen, Xenia y yo somos amigas, eso es todo, si me prohiben verla, la gente terminará enterándose de eso, y será peor porque ya no tendrían ni la menor duda de que los rumores son ciertos después de todo. -Su madre pareció meditar eso último.

  • No vendrá a meterse a esta casa nunca ¿oíste? no entiendo por qué la gente aseguraría algo así, si no tienen una prueba sobre ello.

  • Porque a la gente le gusta inventar cosas, no les basta con su propia y aburrida vida, así que necesitan inventarse un mundo aparte fuera de sus propias vidas para entretenerse y que a la vez no les perjudique directamente.

Soy una maldita cobarde, perdóname Xenia...

  • ¿Pasa algo malo? -La voz de su hermana menor la sacó del dolor que estaba sintiendo.

  • Nada hijita, no pasa nada, sólo conversábamos aquí con tu hermana. -Su padre decía con una nerviosa sonrisa en su rostro.

  • No estarán interrogándola por los rumores que andan corriendo ¿verdad? no me digan que es eso, no me desilucionen por favor, o sea, dos excelentes padres como lo han sido ustedes, dos personas que nos han entregado todo el amor del mundo, cómo podrían haber engendrado una persona con... -Catalina bajó la voz y se acercó al oído de sus padres- problemas sexuales, eso es hereditario ¿sabían?

  • No hija ¿cómo se te ocurre que vamos a creer esos estúpidos rumores? sólo comentábamos con tu hermana de como había sido su mes ahí dentro, eso es todo. -Su madre dijo con una fingida sonrisa a su hija menor.- Y gracias por esos halagos, tan linda mi niña. -La mujer abrazó cariñosamente a Catalina.

  • Qué alivio entonces mamita ya me había asustado, además me encantaría que Gabriela trajera aquí a Xenia, es una persona tan interesante ¿creen que podríamos invitarla uno de estos días? así me queda claro que ustedes no dudan de su buena labor como padres de sus dos hijitas queridas -La adolescente miraba con una exagerada mueca de inocencia a sus dos progenitores.

  • Claro mi tesoro, por supuesto, uno de estos días vamos a invitar a esa muchacha a la casa. -Decía su padre.

Catalina le guiñó un ojo a Gabriela, quien no pudo censurar una pequeña sonrisa en su rostro por la ayuda que acababa de recibir de su hermana.

Quién diría que esta pendeja iba a salir más persuasiva que yo misma, debe ser que como ando en las nubes no me salió mi acostumbrado elocuente discurso

Finalmente sus padres desistieron de seguir con su interrogatorio y dejaron a Gabriela en paz. Ésta se dispuso a salir por la puerta con sus llaves en la mano.

  • ¿Cómo estuvo la salvadita que te hice hermanita?

  • Cata gracias... o sea yo... - Gabriela comenzó a sentirse incómoda. Por algún motivo su hermana estaba muy a gusto con la situación.

  • Nah no digas nada, para eso soy tu hermana, aunque me vas a tener que contar qué pasó ayer entre Xenia y tú ¿oíste?

  • No pasó nada Catalina, ya basta con eso por favor. -Gabriela intentó salir a la calle.

  • Está bien, no te voy a obligar tampoco a soltarme todo, cuando te sientas lista para decírmelo, tú me lo dices ¿vale? -Gabriela abrió la boca con la intención de decir algo, pero su hermana se dio media vuelta y se fue del lugar.

Ésta sí que es moderna...

Salió finalmente hacia la calle, se sentía observada por la gente, pero intentó mantenerse lo más tranquila posible, seguramente sólo sería un tiempo y luego ya todos olvidarían que la habían visto en la televisión y todo lo que había ocurrido. El ser el centro de atención le molestaba, pero lo que realmente le estaba angustiando era el tener que negar a Xenia, el no poder gritarles a todos a la cara lo que sentía por ella, lo que había pasado, que su camino estaba con otra mujer, y que era lo más hermoso que le había pasado en la vida, que era algo puro y bueno, y que cualquier habladuría de la gente, no era más que la ignorancia de no haber vivido un amor así. Un amor, maldita sea ¿por qué cresta todos tenían que llamarlo de cualquier otra forma, pero nadie se daba cuenta que se reducía al amor simplemente...?

Xenia... ¿qué estarás haciendo ahora? ha pasado más de una hora y aún no me llamas... te necesito ahora conmigo... no voy a dejar que nadie nos quite nuestra felicidad ¿oíste? nadie...


La vió acercarse, su cabello rubio al viento, unos jeans azules y una polerita blanca, su corazón comenzó a latir fuerte y su estómago comenzó a apretarse como cada vez que estaba ante la presencia de esa criatura que a sus ojos era sencillamente la perfección misma. Apenas distinguía sus dulces facciones desde esa distancia, una sonrisa nació en sus labios, mientras se frotaba las manos con nerviosismo. Cada vez su rostro se iba haciendo más y más nítido. Ya no sentía dolor, ni rabia, ni ningún sentimiento angustiante ni negativo, todo era perfecto, todo era hermoso y estaba lleno de colores, colores alegres y vivos, aún cuando los colores oscuros siempre fueron sus predilectos. Gabriela llenaba su vida de colores claros y brillantes, aromas dulces y pacificadoras, y visiones de una vida con un futuro hermoso, donde no existían padres ausentes, ni madres desnaturalizadas, ni personas apuntándola con el dedo, o queriendo tomar ventaja de ella. Eran Gabriela y ella y el mundo podía irse a la mierda, no le importaba nada más que su Gabriela...

La vio mirando su celular, y distinguió claramente como una mueca de desilución cruzó por su rostro, estaba ya a corta distancia. Entonces advirtió cómo Gabriela comenzaba a inquietarse, a mirar a su alrededor, y se dio cuenta de que era capaz de sentir su mirada.

Tomó su propio celular y marcó el número de Gabriela, mientras no despegaba la vista de la chica rubia a pocos metros de su auto. Gabriela miró rápidamente su teléfono y Xenia vio claramente una amplia sonrisa formarse en ese hermoso rostro, no pudo reprimir la felicidad creciendo en su interior al saber que Gabriela estaba esperando su llamada y se alegraba por ello. Pero, aún no contestaba, en vez de eso vió como daba pequeños saltitos, miraba al cielo, se rascaba la frente y volvía a mirar el celular en su mano, como decidiendo si contestar o no.

¿Está nerviosa? Vamos mi niña, déjame oír tu voz, ya no aguanto más...

  • ¿Xenia? -Su voz tan dulce como siempre llegó tímida a sus oídos.

  • Hola... ¿cómo estás?

  • Bien, yo... estoy bien sí, ¿y tú? Podía oír su voz salir de unos sonrientes labios mientras la veía efectivamente sonriendo, a la vez que continuaba sin estarse quieta, moviendo las piernas sin cesar. Xenia sonreía al ver todo eso, su corazón lleno de alegría sentía que se le salía del pecho.

  • Extrañándote... -Un silencio al otro lado del teléfono, mientras veía como Gabriela retiraba el celular por un momento de su oreja apretándolo contra su pecho y ahogaba un grito mientras agitaba su mano en el aire.

  • Yo también te extraño... necesito verte... -Su voz bajó notablemente al decir la última frase, sonó dulce y con una gran fuerza a la vez, la urgencia patente en el sonido de su voz. Xenia no tuvo la menor duda de que estaba siendo completamente honesta.

  • Veamonos entonces....

  • ¿A qué hora?

  • Ahora mismo ¿qué estás haciendo?

  • Estoy en la calle, fui a comprar una cosita y estoy a punto de entrar a mi casa.

  • Lo sé...

  • ¿¿Lo sabes??

  • Sí, lo sé, y también sé que llevas puesto unos jeans azules y una polera blanca que no te había visto nunca.

  • ¡Xenia! -Vio como Gabriela comenzaba a mirar para todos lados desesperadamente.

  • Ahí, por ahí, casi, ahí justo ¿me ves?

  • ¡Sí! veo tu auto... -Una sonrisa en el rostro de Gabriela mientras sus ojos verdes la miraban directamente aunque prácticamente no podía ver a través del vidrio.

  • Ven ahora... por favor... Gabriela... necesito verte ¿puedes salir?

Vio como la chica más joven comenzaba a acercarse lentamente, una sonrisa en su rostro, pero de pronto la vio sobresaltarse, se volteó hacia la puerta de su casa, y entró por ella.

¿Qué pasó?

Xenia comenzó a inquietarse al verla perderse tras la puerta de su casa. A los 5 minutos su teléfono sonó, lo contestó enseguida, sólo segundos después se acordó de los nervios, pero era tarde, ya estaba oyendo nuevamente la voz de Gabriela al otro lado.

  • Xenia, espérame 5 minutos y salgo ¿ok? no te vayas a ir... te quiero ¡muack! -La comunicación se cortó enseguida y Xenia quedó con una sonrisa la cual sin mirarse al espejo ya sabía que le estaba dando un aire de tonta enamorada.

¿Irme? tendría que estar estúpida para irme y no esperarte...


Salió por la puerta trasera de su casa, cruzó la calle y prácticamente gateando se acercó al lugar donde estaba estacionado el auto de Xenia. Desde esa distancia una música llegó a sus oídos. Su corazón comenzó a acelerarse al divisar el oscuro cabello de Xenia, casi fue capaz de percibir el aroma que emanaba de éste y que tantas veces tuvo la oportunidad de sentir al estar cerca de la chica. Gabriela sabía... era completamente conciente de las muchas veces que buscó cualquier pretexto para aproximarse a la morena, de tocarla si era posible. Ya estaba cayendo en un estado de casi desesperación por volver a ver esa mirada, esos azules ojos llenando su alma.

¿Qué le digo? ¿¿y si me quedo en blanco??

Las imágenes del día anterior volvieron a su mente, su sonrisa también volvió, borrando ese lapso de temor que acababa de golpearla.

Oyó la voz de Xenia, era casi imperceptible para sus oídos, pero de todas formas lograba oírla, tenía la voz preciosa, Gabriela jamás la había oído cantar antes.

  • Nunca me dijiste que cantabas. -Vio a Xenia dar un respingo al oír repentinamente su voz sacándola de su canturreo. El volumen de la música fue bajada rápidamente.

  • Gabby... - Oyó su voz sonar dulce, con una mezcla de alegría y nerviosismo, a la vez que era golpeada por esos hermosos ojos azules. Esperó que la ansiedad la paralizara, que le impidiera construir cualquier frase coherente, pero en vez de eso sintió una gran paz inundándola completamente, sus pies parecieron dejar el pavimento por unos segundos, se sintió levitar, se sintió liviana, serena y eufórica a la vez, sencillamente feliz.

  • Xenia... -Su propia voz sonó llena de ternura mientras sentía su sonrisa ampliarse como reflejando la sonrisa que se ensanchaba en el rostro de Xenia.

Gabriela se dirigió hacia la puerta, y se sentó junto a la chica más alta que no le quitaba los ojos de encima. Un pequeño rubor nació en sus mejillas. Una vez acomodada en el asiento volvió a dirigir su mirada hacia la joven que estaba a su lado. Su cabello negro brillante como siempre, unos pantalones de tela delgada y color azul, y una polera negra, el asiento acomodado de tal forma que sus largas piernas pudieran tener el espacio suficiente que necesitaban.

Se quedaron mirando con la sonrisa intacta en sus rostros, Gabriela sintió la mano de Xenia en la suya, cuánto había extrañado esa sensación, esa seguridad, ese sentimiento de estar completa con ella.

  • Te he extrañado tanto... - Vio como Xenia avanzaba poco a poco la distancia que las separaba, ella misma estaba avanzando sin darse cuenta, sus ojos clavados en el rostro de la morena, sus ojos... sus labios... eran hipnóticos, oía que le decían cosas, aunque eso era imposible, ¿quién dijo que los sentimientos no eran capaces de superar cualquier imposibilidad, cualquier límite, cualquier regla...?

  • Xenia... aquí no, nos pueden ver -Gabriela rompió el momento al temer que alguien pudiera verlas. Percibió un leve gesto de dolor cruzando por los ojos de Xenia, casi sintió deseos de llorar al provocar ese sentimiento.

Lo siento Xenia... perdóname...

  • Entiendo, no te preocupes -Xenia cubrió sus ojos con sus lentes de sol privándola del espectáculo de ver esos hermosos ojos, que para ella ahora eran suyos, le pertenecían tanto y más que a Xenia misma.

  • Xenia... lo siento... yo... cresta, salgamos de aquí por favor, donde no halla tanta gente. -Gabriela aventuró su mirada hacia Xenia, ésta estaba concentrada mirando al frente, mientras el automóvil comenzaba a moverse.

¿Siempre va a ser así? ¿Todo escondido? ¿Lejos de las miradas de la gente? ¿por qué tiene que ser tan difícil? qué cresta es lo tan terrible acerca de dos personas que se quieren...


El aire le daba en el rostro mientras hacía flotar su rubio cabello fuera de la ventanilla. Sus brazos apoyados en el marco y su mejilla descansando sobre ellos. Xenia observó a Gabriela en esa posición, era como una niña pequeña, siempre sonriendo, con actitudes que a veces rayaban en infantiles. Ella era así natural, simple, sin todas esas malditas composturas que guardan las personas cuando dejan de ser legalmente niños, sin toda esa maldita compostura que ella misma mantenía casi todo el tiempo. Ella era tierna, honesta, no meditaba en como iba a reaccionar, simplemente lo hacía, pero todo eso no quería decir que no fuese una persona madura, con ideas claras y un gran mundo interior. Cada una de esas virtudes Xenia las había ido amando cada día que había compartido junto a ella, cada hora, cada minuto y segundo pasado con Gabriela.

Estaban lejos de la ciudad, y de la gente, ya ni siquiera se distinguían casas ni automóviles. Gabriela se volteó hacia Xenia cuando sintió la mano de ésta posándose sobre su hombro.

  • ¿Nos detenemos? -Xenia no contestó, sólo se limitó a sonreírle, mientras le acariciaba suavemente un brazo.

  • Estamos bastante lejos ya ¿no crees?

  • En realidad sí. -Una sonrisa en el rostro de Gabriela, Xenia vio como comenzaba a ponerse nerviosa, era incapaz de disimular cualquier sentimiento. ¿Quién canta esta canción? -Le subió al volumen a la radio.

  • Gabriela... -Xenia le tomó una mano, por fin vio sus ojos verdes viéndola a la cara.- Ven aquí.

  • Quítate esos lentes Xenia, no puedo ver tus ojos, eso me pone nerviosa.

  • Quítamelos tú si quieres, yo tengo las manos ocupadas.

Gabriela se acercó alzó sus manos y le quitó los lentes despacio como temiendo hacerle algún daño, o temiendo quizá que repentinamente Xenia se hubiera convertido en Cíclope de los Xmen. Gabriela se quedó mirándola así de cerca.

  • Me encantan tus ojos, son los más hermosos que he visto en toda mi vida. -Gabriela decía con los suyos llenos de emoción.

  • Tú eres lo más hermoso que yo he visto en toda mi vida. -Xenia contestó dulcemente.

  • Xenia...

  • Abrázame ¿quieres? necesito que me abraces ahora... -Gabriela no se hizo esperar se aferró a la chica más alta mientras sentía su corazón latir con fuerza.

Xenia casi sintió ganas de llorar. Era increíble lo que le hacía sentir. La tenía ahí en sus brazos, podía oler su cabello, su piel, sentirla, era mágico.

  • Te quiero... -Oyó en su oído a Gabriela susurrando. Cerró los ojos con fuerza y simplemente se entregó a esa sensación de estarle dando toda su vida, su alma, su corazón a esa persona, mientras la abrazaba fuertemente y se aferraba en la medida que su cuerpo le permitía al de Gabriela.

Sintió un pequeño beso en su mejilla, tan dulce y tierno que la hizo sonreír. Sentía el aliento de Gabriela en su rostro, sus labios se entreabieron instantáneamente y por fin sintió los labios de Gabriela en los suyos nuevamente besándola. La apretó más contra sí, si es que eso era posible, mientras que el beso dejaba de ser únicamente tierno. Su boca buscó el cuello de Gabriela sin siquiera pensarlo, mientras que sus manos acariciaban la espalda de ésta. Su piel era deliciosa, tan suave, tan tersa, oyó un gemido casi imperceptible salir de la garganta de Gabriela, y de pronto sus brazos dejaron de sentirla entre ellos.

  • ¡¡A que no me alcanzas!! -Cuando por fin enfocó la mirada, Gabriela estaba fuera del automóvil y corría ya a una distancia bastante considerable entre pasto, maleza y árboles.

Escapándose... ¿Acaso hice algo malo? ¿la asusté?

  • ¡Oye! ¡vuelve aquí! -Xenia salió corriendo detrás de ella, mientras que oía la risa de la chica más joven mucho más adelante que ella.

  • Qué lenta eres Xenia, con esas piernas tuyas deberías ser capaz de dar pasos más largos. -La vocecita burlesca de Gabriela llevaba a sus oídos

  • Ya vas a ver cuando te atrape. -Xenia le gritaba.

  • Uy mira como tiemblo, a esa velocidad me vas a alcanzar de aquí a una semana más.


  • ¡Te tengo! -Sintió los brazos de Xenia alrededor de su cintura, mientras que ambas caían al suelo. Gabriela se fijó en como la morena cuidaba de ser ella quien recibiera el impacto en su cuerpo.

  • Me tienes. -Gabriela dijo entre risas.

Se quedaron ahí tiradas entre el pasto mientras respiraban agitadamente luego de esa carrera. Los brazos de Xenia aún alrededor de su cintura, su cabeza descansando en su hombro. Estuvieron en esa posición varios minutos sin decir nada.

  • ¿Te asusté? -Oyó la voz de Xenia cerca de su oído, sonaba un tanto titubeante.

  • ¿Por qué me lo preguntas? -Gabriela sabía a qué se refería, pero quería estar segura primero.

  • Porque saliste así corriendo mientras estábamos... besándonos.

  • Lo siento... son tonterías mías, no me asustaste, jamás podrías asustarme Xenia, fue una reacción solamente. -Gabriela se giró hacia la morena hasta quedar mirándola de frente.

  • ¿De verdad? -Sus ojos azules escudriñaban su rostro intentando decidir si estaba diciéndole o no la verdad.

  • De verdad... -Le dio un pequeño beso en los labios mientras que le sonreía, vio como la expresión de Xenia se suavizaba y sus ojos volvían a estar serenos.

  • Yo jamás haría nada que te dañara ¿lo sabes verdad? nunca te obligaría a nada que tú no quisieras.

  • Lo sé, no has hecho nada malo Xenia, es que yo soy un poco... -Gabriela esquivó la mirada de la morena. ...o sea jamás había besado a otra mujer antes que tú. -Xenia sonrió-. Ni sentido atracción por una antes... y tú me haces sentir cosas que nunca había sentido... -Xenia sentía la ternura llenando su corazón- ...no me gustaría defraudarte, no saber cómo... no tengo experiencia, y con chicos...

-¡¡¡No!!! no me digas, no quiero saber, por favor, eso guárdatelo, ya tuve suficiente con que me hablaras de ese miserable de tu ex -Xenia se tapaba los oídos. -Gabriela sonrió ante tal reacción.

  • Xenia... iba a decir que con chicos tampoco -Un rubor comenzó a subir por las mejillas de la chica más joven mientras que esperaba la respuesta de la morena.

  • Quieres decir que eres... -Xenia la miró con los ojos llenos de sorpresa mientras que esperaba que ella completara la frase.

  • Sí, soy virgen, no sólo soy virgen, sino que soy una santurrona ¿entiendes? Carla tenía algo de razón después de todo, ni siquiera he pasado de unos simples besos.

  • Gabby... -Xenia no pudo censurar una amplia sonrisa naciendo en su rostro.

  • No te burles Xenia.

  • No me sonrío porque me esté burlando, es de alegría. -Levantó la cabeza de Gabriela buscando que la mirara a los ojos-. Eres preciosa ¿lo sabes? Eres lo más tierno que he visto en mi vida....

  • ¿Y tú? -A Xenia se le borró la sonrisa al instante.

  • ¿Yo? -Se puso de pie y caminó un poco alejándose de Gabriela.

  • ¡Hey! no te escapes -Gabriela se incorporó rápidamente- yo te conté sobre mí, lo justo es que tú también confíes en mí.

  • ¿Qué quieres saber?

  • Ya sabes... que si tu ya...

  • Sí, yo ya. -Gabriela sintió un dolor creciendo en su corazón

Vamos Gabriela que tú seas una santurrona no quiere decir que todo el mundo deba serlo, por la cresta, ella no tendría por qué haberse guardado para tí o algo así ¡estúpida!.

  • ¿Cuándo? -La pregunta escapó de su boca antes que pudiera contenerla.

  • Hace mucho. Desde pequeña tuve la libertad de hacer lo que se me viniera en gana ¿entiendes? no tenía padre ni madre que me pusieran horarios de llegada, ni que me obligaran a algo, ni nada de nada.

  • Entiendo, Xenia no tienes que decirme nada, son tus cosas, fue una estupidez preguntarte, lo que a mí me concierne es lo que pase de ahora en adelante en tu vida, el pasado es pasado.

  • Gracias por eso. -Xenia miró por fin a los ojos de Gabriela.

  • Y ¿te has enamorado de muchas personas? -La pregunta volvió a escaparse de su boca antes de poder retenerla.

  • Sólo de una... -Gabriela miró a esos ojos azules sin querer realmente saber el nombre de esa maldita- de tí...

De mí... ¿sólo de mí? Xenia...

Volvieron a besarse, esta vez nadie intentó escaparse. Xenia no iba a pasar el límite hasta que Gabriela estuviera lista para ello, y para que ella misma lo estuviera, iban a ir paso a paso, tenían todo el tiempo del mundo, las cosas estaban perfectas tal como habían sucedido hasta ahora.


  • ¿Xenia?

  • ¿Sí?

  • ¿Es cierto que Carla se te lanzaba a cada rato? ¿Acaso...? -Gabriela dirigió sus ojos verdes a los azules con aire de pregunta en su rostro.

  • A ésa ni me la nombres... pero sí, es cierto. -Xenia vió como la chica más joven la observaba inquisitivamente. ¿Qué? -Dijo la morena alzando una ceja. ¿Por qué me miras así? ¿¡No creerás que entre ella y yo...!?

  • No sé, tú dímelo.

  • No puedo creer que me preguntes eso Gabriela ¡No!

  • Qué alivio... eso sí que creo que no lo hubiera podido soportar. -Gabriela se llevó una mano al pecho con una exagerada mueca de alivio.

  • Gabriela escucha. -Xenia dejó de caminar y tomó a Gabriela de los hombros mientras la miraba seriamente. Nunca he estado con una mujer ¿entiendes? sólo con hombres. -Una mueca de asco cruzó el rostro de Xenia-. O sea no he pasado de unos simples besos y bastante pocos si te interesa saber, hasta hace poco tiempo atrás, aún no me daba cuenta o no aceptaba mi sexualidad. Así que si tú tienes miedo a defraudarme, yo tengo exactamente el mismo temor.

  • ¡Xenia! -Una amplia sonrisa nació en el rostro de la chica rubia.

  • ¡Oye! no te burles

  • No me sonrío porque me esté burlando, es de alegría.

  • Qué bien recuerdas mis palabra eh -Xenia también sonrió.

  • Y tú las mías.

  • ¿No tienes hambre? son más de las 3 de la tarde. -Xenia dijo mirando su reloj.

  • Yo siempre tengo hambre, pero al estar contigo se me olvida. -La morena sonrió.

  • Vámonos entonces. -Tomó la mano de Gabriela y juntas se dirigieron hacia el automóvil.

  • ¿Sabes Xenia? si nunca antes has.. bueno, has dormido con una chica, quiere decir que yo seré la única en tu vida ya que no pienso dejarte escapar.

La única en mi vida... eso suena lindo...

  • ¿Estás asumiendo que tú y yo vamos a...? -Xenia vio los colores subiendo por las mejillas de Gabriela.

  • ¡¡Yo no he dicho nada de eso!! -Gabriela volvió a salir corriendo como una condenada.

  • Sí lo dijiste, lo dijiste ¡no me lo niegues! -Xenia le gritaba a corta distancia.

  • No no y no.

  • Sí, lo dijiste, y lo sabes... -Gabriela se vio atrapada entre los brazos de Xenia, los ojos azules clavados en los suyos.

  • ¿Sabes qué es lo que estoy asumiendo ahora?

  • ¿Qué?

  • Qué tú vas a agachar tu cabecita y me vas a dar un besito. -Gabriela la estaba mirando con una sonrisa pícara en su rostro, su nariz se arrugaba tan tiernamente.

  • ¿Un besito? ¿ah sí? -Xenia alzó una ceja. Y ¿dónde?

  • ¿Dónde quieres tú?

  • Ah no, tú estás asumiendo lo del beso, así que tú pides el lugar. -Xenia se cruzó de brazos mientras esperaba la respuesta.

  • Aquí. -Gabriela se apuntó la mejilla con el dedo.

  • ¿¿Ahí?? -Xenia la miró con una cómica mueca en el rostro.

  • Sí, aquí ¿ves?

  • Bueno... -Xenia se encogió de hombros, inclinó la cabeza y acercó sus labios a la mejilla de Gabriela, quien en ese momento giró la cara y atrapó los labios de la morena en los suyos.

  • Gracias... -Gabriela le dedicó una sonrisita, se dió media vuelta y esperó a que Xenia le quitara el seguro a la puerta.

Cómo puedes ser tan linda...

  • ¿Dónde vamos ahora? queremos comer algo ¿verdad? elige, un lugar ¿público o privado?

  • Privado. -Gabriela dijo sin meditar la respuesta.

  • ¿Mi departamento?

  • Tu departamento...