Todos saben que te amo ix

Xenia y gabriela llevan su relacion al siguiente nivel

TODOS SABEN QUE TE AMO

XYG

  • ¿Cata es realmente necesario esto?

  • ¿Hasta cuándo chucha me vas a preguntar lo mismo? ya te dije que sí, además me lo merezco.

  • No sé... -Gabriela miraba nerviosa alrededor, mientras que su hermana la observaba sonriente.

  • Qué cuática eres hermanita, o sea está bien, Xenia es la persona que quieres, la que te tiene en las nubes, la que te hace suspirar bla bla bla, pero tampoco es una diosa o algo parecido, como para que te de tanto miedo presentármela, no soy tan bruta como para decirle algo fuera de lugar si es eso lo que tanto te preocupa. ¿Gabby? ¡Gabriela! planeta tierra llamando a Gabriela, conteste Gabriela. -Catalina siguió el camino de la mirada de Gabriela, y se encontró con una chica morena de ojos azules devolviéndole la misma mirada a su hermana mayor.

  • Compórtate Catalina ¿oíste? -Le advirtió a la jovencita, antes que Xenia llegara al lado de ambas.

  • Uy, deberías verte la cara de gil que tienes en este momento, bueno, tu minita no lo hace nada de mal tampoco.

  • Hola. -Gabriela le sonreía a Xenia, mientras que ésta le dedicaba la misma sonrisa, dudaron si darse un beso o no, finalmente optaron por uno en la mejilla.

  • Hola...

  • Por mí no se preocupen, a mí no me molesta si se besan. -Ambas miraron a la adolescente, quien estaba observando atentamente a Xenia.

  • Catalina... -Le dijo Gabriela entre dientes.

  • ¡¿Qué?!

  • Lo siento Xenia, es que esta niña insistió tanto.

  • Está bien, a mí no me molesta.

  • ¡Oye! ¿qué te crees? hazte a un lado -Catalina miró enojada a su hermana mayor. Hola Xenia -Se dirigió a la morena con una gran sonrisa en el rostro- gusto en conocerte, yo soy tu cuñada Catalina. -La agarró y le dio un sonoro beso en la mejilla.

  • Hola, igualmente. -Xenia le dio una mirada a Gabriela alzando una ceja, ésta comenzó a sonreír en respuesta.

  • ¿Y para dónde vamos a ir? no nos vamos a quedar todo el día paradas aquí como mensas ¿o sí? -Catalina comenzó a caminar delante de Xenia y Gabriela, quienes intercambiaban miradas sonriendo.

  • Te dije que era insoportable, disculpa Xenia, prometo deshacerme de ella pronto.

  • No te preocupes, quizá pueda enterarme de alguna información interesante sobre ti. -Xenia acarició sutilmente el hombro de Gabriela, y siguió a la jovencita mientras sonreía ampliamente.

  • ¿Cómo es eso de información sobre mí? -Gabriela caminó tras de ella, mirándola un tanto asustada.

  • Oye Catalina y dime cómo es Gabriela en la casa.

  • Mira cuñadita, mi hermanita es medio pava, pero yo te puedo contar una que otra cosa interesante sobre ella, tú pregunta y yo contesto.

  • ¡Catalina!

  • La verdad es que sí tengo una pregunta, dime Catalina. -Gabriela vio a Xenia dándole una mirada, para luego volcar su atención en la chica, quien esperaba atenta por la pregunta de la morena. Gabriela ¿tiene alguna foto, o poster, o algo así de algún cantante o actor en su pieza?

  • ¡Claro! si tiene lleno de posters de los Red Hot, unos grandotes así, y uno cerca de su cama de Anthony Kiedis con un puro calcetín tapándole sus partes íntimas.

  • Así que un puro calcetín... -Xenia miró a Gabriela entrecerrando los párpados, luego se acercó a ella con los brazos cruzados.

  • Xenia, uy qué curioso eso ¿verdad? -Gabriela sonreía inocentemente.

  • ¿Cómo fue eso que me dijiste de que no querías fotos de feas en mi habitación? ¿Sabes Gabby? te voy a cambiar todos esos posters tuyos por una foto mía ¿no te parece lo bastante justo?

  • Bueno...

Esta va a ser una tarde muy larga...


  • Ésta cuando guagua, era gordita ¿sabías Xenia? tenía así unos cachetitos, yo te voy a mostrar una foto. -Catalina sonreía mientras se llevaba una cucharada de helado a la boca. Y otra de cuando tenía como 2 años y está pilucha saltando arriba de la cama, te vas a reír. -Gabriela miraba a su hermana con la mandíbula apoyada en la palma de su mano, resignada a que era imposible callarle la boca.

  • ¿Sí? -Xenia sonreía divertida, mirando la expresión de fastidio de la chica rubia.

  • Sí, y ¿sabes? el otro día entré a la pieza de la Gabby y la caché con tu foto en su mano y le estaba dando besos. Está tan enamorada la pobrecita.

  • ¿Con mi foto? -Xenia sonrió aún más, mientras a Gabriela se le subían todos los colores a la cara.

  • Basta Catalina, te estás pasando. -Le advirtió levantando el dedo índice.

  • Y eso no es todo, otro día también entré y estaba durmiendo, ya sabes lo dormilona que es, entonces yo le hablé para que despertara, pero nada, así que me acerqué y le hablé en el oído, y ¿sabes lo que me dijo?. "No hagas eso Xenia, quita tu mano de ahí..." -Catalina imitaba la voz de su hermana. Y se reía y todo...

  • Suficiente Catalina nos vamos. -Gabriela se puso de pie enfadada, para luego agarrar a su hermana menor del brazo, y comenzar a tironearla con toda la intención de arrebatársela a la silla.

  • Ya Gabby no te enojes, déjala que siga hablando. -Xenia sonreía ampliamente, a la vez que observaba a Gabriela frunciendo el ceño, mientras se dejaba caer en la silla nuevamente.

  • Sí, claro como a tí te conviene... pero la que está pasando vergüenza soy yo.

  • Oye Xenia quería preguntarte una cosa ¿tú por casualidad tienes algún...? ¡Ouch! -Gabriela le dio tremendo puntapié por debajo de la mesa mientras que la fulminaba con la mirada. - Que si ¿tienes algún... algún otro vicio aparte del cigarro? bueno otro que dejar digo, sí, eso.

  • ¿Otro vicio? -Xenia buscó la mirada de Gabriela y sonrió, mientras que la chica más joven dejaba de fruncir el ceño y sonreía también. Sí, tengo un vicio, pero no lo pienso dejar nunca, es uno bueno...

  • Ay si se van a poner romanticonas y todo eso, voy a aprovechar de ir al baño porque estoy que me meo. -Catalina se paró de la silla y se perdió entre la gente, para alivio de Gabriela quien ya no soportaba sus ocurrencias ni por un segundo más.

  • La voy a matar Xenia, ya no la soporto.

  • No te enojes, a mí me pareció tierno lo de la foto y todo lo demás, linda... -Xenia le lanzó un beso a Gabriela.

  • Tú linda, y ya no te rías que me da vergüenza. -Gabriela se tapaba la cara visiblemente avergonzada.

  • Hola Gabriela, qué casualidad encontrarte aquí. -Gabriela dio un salto, alzó la mirada y vio parado junto a la mesa donde ellas estaban sentadas, a Pablo observándola sin saber si sonreír o permanecer serio.

  • ¿Pablo?

Xenia sintió una punzada en el estómago al oír ese nombre, alzó sus ojos azules hacia el rostro del joven, mientras que sus párpados se entrecerraban y sus puños se tensaban.

  • ¿Por qué no has devuelto mis llamadas ni mis mails? -El chico no despegaba los ojos de Gabriela. Xenia vio cómo la joven comenzaba a ponerse nerviosa y le dirigía una fugaz mirada a ella.

  • Pablo ¿por qué no hablamos en otro momento? estoy ocupada aquí por si no te das cuenta. -El chico dirigió su atención hacia Xenia, quien lo estaba prácticamente asesinando con los ojos, y se la quedó mirando como intentando asegurarse de que estaba viendo bien.

  • ¿Ella es...?

  • Sí, yo soy... -La voz de Xenia se oía grave y peligrosa. Gabriela la miró asustada.

  • ¿Eres Xenia entonces?

  • La misma.

  • Pablo por favor, te llamo más tarde ¿quieres? -Gabriela le estaba suplicando con la mirada que se retirara, pero el tipo no le hacía caso.

  • ¿Sabes Gabby? no deberías andar paseándote con Xenia por aquí. Sin ofender, en realidad me da gusto conocerte. -Dijo la última frase dirigiéndose a la morena. - Pero con todos los rumores que andan, no creo que sea bueno para ti, no es que yo crea esa ridiculez, me pareció patético desde el primer momento en el que lo oí. - Xenia no se aguantaba las ganas de agarrarlo del cuello. Gabriela estaba adivinando sus intenciones.

  • ¿Por qué ridiculez? -Gabriela dijo siendo incapaz de retener las palabras en su boca. Xenia sonrió satisfecha.

  • Vamos Gabby o sea ¿tú una lesbiana? por favor. Tus padres no deben estar contentos con eso. -Xenia observó la reacción de Gabriela, no quería entrometerse, porque probablemente terminaría con el puño metido en la mandíbula del muchacho, y no quería someter a la chica a tal espectáculo en frente de tanta gente. Porque Xenia es tu amiga ¿verdad? -El chico miraba fijamente a Gabriela. Es tu amiga ¿cierto?

  • Sí, lo es. -Gabriela bajó la mirada sin atreverse a observar a Xenia.

  • Lo sabía. -Dijo el joven sonriendo.

Xenia sintió que su estómago se hundía, como si le hubieran dado un golpe repentinamente. De pronto toda la rabia que sentía por el joven desapareció y se convirtió sólo en un nudo en la garganta por lo que Gabriela acababa de decir. Ni siquiera la miró, no hubiera podido soportarlo, se hubiera echado a llorar probablemente.

  • Me tengo que ir. -Dijo, poniéndose de pie abruptamente.

  • Pero... ¡Xenia! -Gabriela observó a la morena perdiéndose entre la gente, sin siquiera voltearse a mirarla, se paralizó por varios segundos.

  • ¿Qué paso? -Catalina llegó en ese momento.

  • Chao Pablo, vamos Cata. -Agarró a su hermana de la muñeca y la arrastró consigo. No me busques más ¿oíste? -Se giró y le dijo al muchacho.

  • ¿Qué paso Gabriela? -Catalina preguntaba sin entender nada, mientras era obligada a caminar rápidamente entre la multitud.

  • Es Xenia... ¡por la cresta! ¿la ves?

  • No ¿qué pasa?

  • Cresta Cata. -Gabriela se llevó una mano a la frente con desesperación. La negué, la negué delante de ella, y a ese imbécil que no me importa nada.

  • ¿¿¡La negaste!?? ¿Por qué?

  • No sé, me confundí, pensé en nuestros padres, no sé que me pasó, quise sacarme la pregunta de la manera más sencilla, y ella sólo se paró y se fue. Soy una imbecil.

  • Claro que lo eres, imagínate cómo se habrá sentido ella.

Gabriela miró para todos lados sintiendo la angustia en su corazón, Xenia no estaba por ninguna parte.


  • Gabriela ¿estás bien?

  • Déjame tranquila Catalina.

  • No te voy a dejar tranquila, yo nunca te dejo tranquila cuando me lo pides, no voy a comenzar ahora. -Su hermana menor se metió a su habitación como siempre lo hacía, como Pedro por su casa.

  • Por favor...

  • Gabriela ¿qué pasa? mírame ¿estás llorando?

  • ¿Qué cresta quieres? déjame, maldita sea. -Gabriela miró a su hermana con furia, mientras se secaba las lágrimas, e intentaba echarla sin éxito.

  • ¿Hace cuántos días que no la ves?

  • Cuatro días, no me contesta el teléfono, no me responde los mensajes de texto, ni los mails, fui a su departamento y no me abre la puerta. -Gabriela sollozaba amargamente.

  • Pero ¿cómo? o sea...

  • No tienes que decir nada Cata, además ninguna cosa que digas me va a quitar la pena.

  • Pero anda e instálate ahí afuera hasta que te abra, tarde o temprano tendrá que salir o entrar.

  • Pero si no me quiere ver no la puedo obligar.

  • Va a tener que querer no más, está bien, acepto que te equivocaste, te comportaste como una estúpida e insensible y metiste la pata hasta el fondo...

  • Suficiente Cata...

  • Pero nadie es perfecto, ustedes dos tienen una relación, no puede ella desaparecer así como así, tú mereces poder darle una explicación.

  • ¿Y qué explicación le voy a dar? si lo que hice lo hice delante de ella. -Gabriela comenzó a llorar nuevamente.

  • Lo que me dijiste a mí, que pensaste en los papás, que te dio miedo que el gil ése fuera a abrir la boca, ella debe estar pensando que lo hiciste porque él te importa.

  • Le digo que no fue así en cada mail que le envío, pero nada. ¿Qué hago? ¿y si no me quiere volver a ver nunca más?

  • Primero, a mí me parece una exageración, o sea, no creo que por lo que dijiste simplemente te dé la cortada, creo que hay algo más ahí, y segundo, está demasiado enamorada de tí como para dejarte ir.

  • ¿En serio lo crees? -Gabriela preguntó sonriendo levemente, mientras se sonaba sonoramente.

  • Claro que sí, vi como se miraban el par de pavas ese día, claro hasta que llegó el Pablito y cagó todo.

  • A ése ni me lo nombres...

  • Bueno entonces ¿vas a seguir llorando como María Magdalena hasta que no te queden lágrimas? o ¿vas a ir a instalarte afuera de su departamento hasta que la Xenia haga su aparición? oye tengo una hermana pava ¿pero cobarde? no po', a dónde la viste...

  • Tienes razón Cata, mañana mismo voy a pararme desde temprano fuera de su departamento hasta que me abra la puerta.

  • Así se habla, y ahora anda a lavarte esa cara porque estás horrible.

  • Pesada...

  • Lo sé. -Catalina le sonrió ampliamente a su hermana mayor y se perdió detrás de la puerta.


Xenia miró su teléfono celular, tenía 10 llamadas perdidas, todas de Gabriela. Hacía cuatro días que no la llamaba ni contestaba a sus llamados, no sabía muy bien por qué lo hacía, no sabía muy bien qué sentía, ni por qué le había dolido tanto lo que había sucedido. Bueno, sí lo sabía en realidad, pero también estaba consciente de que no había sido tan grave. Pero, era el hecho de que la hubiera negado a ese maldito lo que no había podido soportar, no le importaba si la negaba con sus padres ¿pero con él? ¿por qué?

La extrañaba tanto que era insoportable, no sabía cuántos días más podría continuar sin verla, pero tampoco estaba segura de cuántos días más tendrían que pasar para que el dolor desapareciera por completo.

Sin casi pensarlo tomó su teléfono y marcó el número de la casa de Gabriela, quizá con suerte ella contestara.

  • ¿Aló? -Su voz sonó al otro lado de la línea. Su corazón comenzó a latir fuerte mientras que se contenía las ganas de decirle algo, que la quería, que la extrañaba, que fuera a verla... ¿Aló? -Volvió a oír, esta vez notó en el tono de voz de Gabriela cierto grado de reconocimiento. ¿Eres tú...? -Xenia permaneció en silencio. ¿Xenia, eres tú...? por favor respóndeme, te necesito tanto... -Xenia sintió las lágrimas escapando de sus ojos, fue incapaz de contenerlas. Cortó la comunicación.

Se pasó el dorso de la mano por los ojos, a pesar de que siempre había sido una persona orgullosa, no era ése el motivo por el cual no le había dicho nada a Gabriela. Sabía que si le hablaba, terminaría reprochándole lo sucedido, y sabía en su interior que no podía poner a la chica en esa situación, no podía presionarla a que le contara a la gente la relación que mantenían, era demasiado pronto.

Su celular sonó, era Gabriela, finalmente luego de algunos segundos de acercar y alejar innumerables veces su dedo a la tecla del teléfono, lo contestó.

  • ¿Xenia? Xenia por dios, me contestaste por fin...

  • Sí.

  • ¿Tú llamaste recién...?

  • Sí, yo...

  • ¿Por qué no me has respondido Xenia? no tienes idea de todo lo que he sufrido sin ti... -Sintió su voz quebrándose al otro lado de la línea.

  • Gabriela todavía no, por favor... dame unos días.

  • ¿Por qué Xenia? al menos dime si quieres seguir estando conmigo...

  • Nunca he pensado lo contrario Gabriela, es sólo que todavía me duele... por favor... yo te voy a llamar.

  • Xenia... perdóname por favor, no fue mi intención, no quise... yo te quiero tanto, te amo...

  • Lo sé, yo te voy a llamar, ahora voy a cortar, cuídate...

  • Xenia...

Se golpeó la frente con el teléfono.

  • ¡Mierda! ¿¡por qué tiene que ser tan difícil!?

El timbre sonó en ese momento, no quería abrir, no deseaba ver a nadie. La persona al otro lado de la puerta seguía insistiendo, era insoportable. Finalmente se paró del sofá hecha una furia, y abrió la puerta con el rostro encendido de rabia.

  • Xenia darling ¿querías dejarme afuera? eso no se le hace a Carlita. -Carla estaba plantada fuera de su departamento con sus habituales vestimentas negras que poco dejaban a la imaginación, su cabello rojo planchado, y una sonrisa en el rostro.

  • Lo único que me faltaba. Mira si vas a seguir con tu maldita idea de querer acostarte conmigo, puedes irte por donde viniste, porque primero muerta antes que tocarte ni un maldito pelo.

  • O sea ¿decidiste al fin que le ibas a arruinar la vida a tu Gabita? me extraña Xenia, la verdad es que pensé que hasta medio enamorada estabas, aunque entre nos, no sé qué le ves a esa niña. -Dijo acercándosele. Debe ser tan inexperta la pobre, que no debe saber ni cómo ni dónde tocarte ¿o tú ya te encargaste de enseñarle bien?

  • Lárgate Carla, no estoy de humor.

  • Uy cariñito ¿de verdad andas bajoneada? no te preocupes bonita, Carla te va a subir el ánimo, hazte a un lado y déjame pasar.

  • Eres una maldita ¿sabes? ¿por qué te empeñas en querer cagarnos la vida?

  • No.. no.. no.. Xenia, no me ofendas. -Dijo llevándose una mano al pecho fingiendo dolor. No quiero cagarles la vida, sólo quiero que la pasemos bien un rato tú y yo, y luego te dejaré en paz, es sencillo, y puedes tener la certeza de que yo jamás me repito el plato, eso sería tan aburrido... ¿captas? -Terminó la frase haciendo un gesto de fastidio.- Piénsalo Xenia, sólo una vez, y tu Gabita no sufrirá las consecuencias.

  • ¿Dices que una vez y nos dejas en paz a Gabriela y a mí?

  • Sí... Eso dije. -Carla comenzó a acercarse a Xenia mientras recorría su cuerpo de pies a cabeza con la mirada.

Xenia observó a la chica delante suyo mirándola con esos malditos ojos lascivos, y esa sonrisa entre cruel y burlesca, se hizo a un lado y la dejó pasar.

  • Así me gusta Xenia, sabía que tarde o temprano accederías, ven aquí, yo no muerdo... mucho. -Agarró a Xenia de una mano y la empujó al sofá. - Después de todo sí te importa la rubia.

Xenia observó a Carla llevándose una mano a la cremallera de su minúsculo vestido, para dejarlo caer a sus pies y quedarse completamente desnuda delante de ella, se agachó un segundo tomó la ropa en sus manos y se la lanzó a Xenia. La pelirroja hizo ademán de hincarse delante de la morena, pero ésta se paró al instante, y quedó frente a ella, mientras la miraba directamente a los ojos. Llevó su mano hacia su mandíbula y la tomó con fuerza, un gesto de placer cruzó las facciones de Carla, Xenia presionó aún más fuerte, mientras la hacía avanzar hacia atrás, oía a la pelirroja gimiendo exageradamente, mientras se dejaba hacer. Carla sintió la pared fría hacer contacto con su piel.

  • Desnúdate Xenia, quiero verte.

  • ¿Quieres verme? -Xenia se acercó a su rostro hasta que sus narices estuvieron casi tocándose, mientras le hablaba suavemente. Carla se estaba mordiendo los labios mientras intentaba llegar a los de Xenia.

  • Sí, quiero verte, ahora.

  • Pues ve esto. -Xenia giró el rostro de Carla hacia la derecha, abrió la ventana que estaba justo ahí y lanzó su vestido por ella, luego la agarró de un brazo, y la sacó de un empujón por la puerta.

No supo cuántos minutos estuvo oyendo los gritos histéricos de Carla llegar desde el otro lado de la puerta, amenazándola, diciéndole que ella se lo había buscado, y cuanta cosa había. No quiso ni imaginarse los reclamos de los vecinos al día siguiente.


Gabriela se quedó viendo la puerta del departamento de Xenia, sin decidirse si tocar o no. Aún cuando Xenia le había dicho que ella misma la llamaría, no fue capaz de soportar ni un minuto más la espera, sencillamente se le había hecho imposible. Levantó su mano y la acercó titubeante hacia la madera, le dio el impulso suficiente para dar los golpes, pero se arrepintió a mitad de camino. Comenzó a pasearse de un lado a otro, mientras inspiraba hondamente y miraba el número de la puerta cada vez que pasaba frente a ella.

Finalmente reunió el valor suficiente, se irguió intentando darse seguridad, volvió a levantar su mano y en vez de golpear decidió tocar el timbre. Mientras más pasaban los segundos, más nerviosa se iba poniendo, la tentación de salir escapando comenzó a rondar por su cabeza, finalmente la puerta se abrió.

Xenia estaba más seria que nunca antes. Cuando la conoció casi nunca sonreía, y siempre mantenía esa actitud segura, sus ojos fríos, provocando una barrera entre ella y el resto de las personas. Pero, poco a poco Gabriela había ido traspasando todo eso, llegando a hacerla sonreír a menudo. Ahora, el que mantuviera aquella expresión le parecía algo extraño, prácticamente sobrenatural en Xenia, al menos cuando estaban juntas.

Gabriela buscó alguna emoción en el hermoso rostro de la morena, no la encontró, o tal vez estaba demasiado nerviosa como para ver esos pequeños detalles, demasiado inmersa en sus propias emociones, como para sentir las de Xenia. Bajó la vista escapando de aquellos ojos azules que la estaban atravesando con la mirada. Casi la sintió ajena a su vida, y apenas fue capaz de contener las lágrimas dentro de sus ojos al sentir aquello.

  • Lo siento Xenia... perdóname por favor... -Por fin percibió un movimiento en el cuerpo de Xenia y levantó su mirada, con la esperanza de que ahora encontraría alguna emoción en ella.

  • Pasa... -Xenia se hizo a un lado, y dejó el espacio suficiente como para que Gabriela ingresara hacia el departamento.

Gabriela se plantó en medio de la sala, temerosa de hacer cualquier movimiento. Miró alrededor quizá esperando encontrar algo en qué concentrarse, algo que tuviera que ver directamente con Xenia, que no fuera la propia chica.

  • Xenia yo...

  • No me digas nada Gabriela... no tienes que pedirme perdón. -Oía la voz de la morena sonar grave, notó muchas emociones en ella, tristeza, rabia y amor, el amor no había cambiado, seguía ahí, y al percibirlo en su voz, Gabriela comenzó a reunir el valor suficiente que necesitaba para poder mirar a Xenia a los ojos.

  • Tengo que decírtelo, no sabes los días que he pasado pensando en la estupidez que hice...

  • Gabriela ven aquí. -Se giró hacia la morena, y Xenia la miró directamente a los ojos, casi sintió que era abofeteada por ellos, eran tan increíblemente expresivos, tan llenos de energía, como si Xenia guardara el alma en ellos.

Gabriela se acercó a la chica más alta, mientras que no dejaba de mirarla, sentía tantas emociones dentro, lo mal que se sentía por no haberle gritado simplemente al muchacho que eran pareja y que se amaban, la angustia que había sentido esos cuatro días sin saber nada de ella, el vacío que sentía en su alma al no tenerla cerca, el amor que sentía por ella simplemente, amor, a eso se reducían todas sus emociones.

  • Perdóname Xenia...

  • Déjate de repetir eso, no es lo que quiero oír, siéntate, ¿quieres tomar algo?

  • No, no quiero tomar nada, quiero saber si... -Finalmente Gabriela se sentó en el sofá y Xenia se sentó en la mesita, frente a ella.

  • Entiendo lo que pasó, y sé por qué lo hiciste, el punto es saber si tú sabes por qué me sentí como me sentí. -Gabriela volvió a mirar a sus ojos azules.

  • Porque te negué a alguien que ni siquiera tiene que ver algo en mi vida...

  • El asunto Gabriela, es que toda mi vida me han negado, mi madre, mi padre, mis medios hermanos por parte de padre a quienes jamás he visto me niegan, porque sencillamente no saben que existo. Yo aprendí a vivir así, y más que dolor, me causa rabia, porque mi madre ni siquiera es capaz de reconocer que lo hace.

  • Xenia yo... -Gabriela comenzó a sentir un nudo en la garganta, las lágrimas amenazando por salir, y sabía muy bien que sería incapaz de contenerlas.

  • Cuando te conocí, tú.. todo tu ser era tan diferente a todos, me hiciste sonreír por cosas simples, me diste la esperanza de que había gente que valía la pena, y esa persona eras tú. Te amé por cada pequeña sonrisa que me dedicaste, por cada caricia, por cada empujón, y dedo que me agitabas en el rostro, por cada ceño que me frunciste, por cada vez que me dijiste Xenia, porque cada vez que hacías esas cosas yo sabía, y sentía aquí dentro que eran sinceras, que no me pedías nada a cambio, que lo hacías porque lo sentías así simplemente. Por todo eso te amo Gabriela, por quien soy cuando estoy contigo, por quien soy por tenerte en mi vida.

  • Xenia... -Gabriela sentía las lágrimas rodando por sus mejillas ya completamente incapaz de frenarlas. Estiró sus manos intentando tomar las de Xenia en las suyas.

  • Espera... si me tocas no podré seguir hablando. -Gabriela retiró sus manos. - Me dolió que me llamaras tu amiga, porque me hiciste sentir temor, me hiciste dudar de todo lo nuestro, me hiciste regresar a esos malos recuerdos de todas esas cosas con mi familia, es por eso que reaccioné así. No tienes que pedirme perdón, ni explicarme por qué lo hiciste, yo no quiero que pienses que quiero que se lo grites a todos, por favor no quiero que pienses eso.

  • No lo hago Xenia, yo... ven aquí por favor necesito abrazarte, ya no lo soporto.

Gabriela extendió sus brazos y Xenia dejó la mesa donde estaba sentada, se hincó en el suelo y puso su cabeza en el regazo de Gabriela mientras que se aferraba a su cuerpo y comenzaba a llorar como una criatura. Gabriela la apretó fuerte, todo lo que más podía, mientras que besaba su negro cabello y le pedía perdón una y otra vez por lo que había hecho.

  • Perdóname Xenia, te amo tanto... quiero estar siempre contigo, darte mi cariño, hacerte feliz con todo lo que pueda... -Le decía mientras no paraba de llorar. - No quiero defraudarte nunca, no quiero que sufras por mi culpa. Tengo miedo y lo reconozco, pero jamás he dudado sobre lo que siento por ti, mi temor es porque no sé que nos espera, pero no me importa mientras estemos juntas.

  • Toda nuestra vida tendremos que luchar por nuestro amor Gabby, no me importa si se lo ocultas a la gente, lo entiendo, yo tampoco se lo he dicho a nadie, lo único que te pido es que jamás me niegues tu amor, es lo único que me importa, que no me niegues tu amor... -Xenia levantó su rostro hacia el de Gabriela. Se miraron un segundo y Xenia lo volvió a hundir en el regazo de la chica más joven, mientras que ella apoyaba su cabeza en la de Xenia, sus llantos se iban calmando. Se quedaron en esa posición por una hora entera sin decir nada, simplemente sintiéndose luego de sacar afuera sus temores y sentimientos, simplemente se quedaron juntas.


Xenia se movió levemente, se sentía relajada, tranquila. Percibió a Gabriela retirando su cabeza de sobre la suya, entonces la miró, se miraron, se sonrieron. La morena se paró delante suyo.

  • ¿Quieres tomar algo? ¿una coca cola con tres hielos? -Vio la sonrisa en el rostro de Gabriela, sus ojos brillaban hermosos, se veían tan puros.

  • Sí, por favor. -Se enderezó y apoyó su espalda en el respaldo del sofá.

  • Voy por ella. -Se dirigió hacia la cocina.

  • Voy al baño Xenia. -Oyó que le gritaba Gabriela desde la sala.

  • Claro.

Sacó dos vasos, dejó caer los cubitos de hielo dentro de ellos, y los llenó de la bebida, mientras que se sentía feliz, como si todo estuviera en su lugar, como si todo estuviera perfecto. Gabriela en su departamento, ella sirviéndole bebida, era todo sencillamente perfecto. Sonrió.

Salió de la cocina equilibrando los vasos, los cuales había llenado demasiado por tener su mente en otro lugar, y no concentrarse en lo que estaba haciendo. En ese momento, Gabriela que venía saliendo del baño se le atravesó peligrosamente. Paró en seco, levantó los brazos intentando que no se derramara el líquido. Gabriela la miró con sus ojos llenos de sorpresa. Se quedaron mirando, lo más normal hubiera sido que se largaran a reír simplemente, o que saliera de sus bocas alguna exclamación de sorpresa, pero no fue eso lo que Xenia sintió.

Se vio ahí con los brazos suspendidos en el aire, Gabriela mirándola, sus ojos verdes tan hermosos, brillando tanto como siempre. Por algún motivo su respiración comenzó a oírse entrecortada, por algún motivo la de Gabriela comenzó a oírse de la misma forma. Xenia dejó los vasos en el lugar más cercano que pudo, se abalanzó sobre Gabriela mientras que ésta hacía lo mismo, y comenzó a besarla con una mezcla de ternura y pasión. Sentía algo tan grande en su interior que no podía explicar, una euforia que le llegaba a la garganta y que contenía mediante pequeñas y agitadas respiraciones. Una sonrisa en su rostro, una sonrisa en el de Gabriela.

Gabriela se aferró a su cuerpo mientras se alzaba en la punta de sus pies y correspondía a sus besos con igual intensidad, sintió sus dedos clavándose en su espalda, como si quisiera rasgar su piel a través de su ropa. Xenia no se dio cuenta en qué momento dejaron la sala para llegar a su habitación, tampoco supo en qué momento sus manos dejaron de sentir la tela de su ropa para sentir directamente la suave piel de Gabriela, ni en qué momento Gabriela traspasó la barrera de su propia ropa para comenzar a acariciar su piel. Xenia cerró los ojos porque le era imposible soportar tantas emociones juntas y encima ver la imagen de quien las estaba provocando, cerró los ojos porque sintió que sería incapaz de ver tanta belleza frente a sí, cerró los ojos porque pensó que sería más fácil de esa manera aceptar que todo era un sueño si efectivamente resultara que lo fuese.

Pero no fue así, a pesar de tener cerrados sus ojos, continuó sintiendo la piel de Gabriela bajo sus manos y siguió sintiendo los dedos de Gabriela rozando la piel de su espalda. Xenia no supo en qué momento despojó a Gabriela de toda esa ropa que la cubría, ni tampoco supo en qué momento, ni cómo Gabriela le quitó la suya, que ya se le estaba haciendo insoportable sobre su piel.

Entonces abrió los ojos lentamente, temerosa, como si fuera una niña que estuviera apunto de ver y descubrir algo que le fuera prohibido, como si fuese una niña espiando entre los regalos de navidad que sus padres han escondido en el cajón más alto. Abrió sus azules ojos, y la vio ahí delante suyo. Su cabello rubio, sus ojos verdes como siempre tan hermosos, tan puros, tan dulces y bondadosos, sus hombros delicados, su piel tan blanca. Estaban tomadas de las manos. Xenia la miró así, tan perfecta en toda su desnudez, sus pechos tan hermosos, tan redondos, adivinó la suavidad de ellos aún sin tocarlos, su cintura estrecha que tantas veces había visto, pero que jamás había podido apreciar en su totalidad, sin toda esa ropa encima. Su escaso y rubio vello púbico cubriendo su parte más íntima, con la cual tantas veces Xenia había soñado, no como algo morboso, no como algo netamente sexual, sino como algo hermoso y dulce a lo cual algún día tenía la esperanza de poder llegar. Sus caderas delgadas, sus muslos firmes, sus piernas torneadas las cuales hubiera sido capaz de reconocer entre millones de pares de piernas, porque eran sencillamente únicas. Xenia la miraba y no podía creer que la tenía ahí delante, sin ninguna barrera ya más que su propio sentimiento de ser demasiado poco para esa criatura, de no ser lo suficientemente buena para ella.

Volvió a mirar a sus ojos, por un segundo temió ver algún arrepentimiento en ellos, algún pudor, pero no, los ojos de Gabriela estaban haciendo el mismo recorrido a través de su cuerpo, mientras que aún estaban tomadas de la mano. Pensó en sentir vergüenza, pero no la encontró en ningún resquicio de su ser, pensó en sentir miedo a ese momento, a lo que iba a suceder, pero tampoco percibió ninguno. Había comenzado todo en forma perfecta, y continuaba siendo todo perfecto.

Xenia se dejó observar, le permitió que la viera así tal cual era ella, sin nada que la cubriera, sin nada que le impidiera observarla con toda la libertad que quisiera. Sentía su corazón palpitando, sentía que había olvidado de cómo se respiraba, tenía ganas de gritar, de saltar, pero se dio cuenta finalmente qué simplemente tenía ganas de amarla, de darle todo su amor, su alma.

Xenia se acercó lentamente hacia Gabriela, la abrazó fuerte, sentía su cuerpo cálido, sentía su corazón palpitando tan fuerte como el suyo. Se acercó a su oído y le dijo que la amaba, oyó a Gabriela diciéndole que la amaba también. Volvió a cerrar los ojos y dejó que su cuerpo decidiera qué hacer, que sus manos decidieran dónde querían acariciar y cómo acariciar, decidió que su instinto la guiara en ese momento que tantas veces soñó, pero que nunca fue capaz siquiera de llegar a pensar que sería tan perfectamente hermoso.

No se dio cuenta como se encontró en la cama, ni en qué momento su boca comenzó a besar toda su piel, a sentir en sus labios lugares que jamás soñó besar, a sentir cosas que nunca sintió. Todo se mezclaba en su ser, las caricias, el aroma, la sensación, perdió todo control de su mente y de su cuerpo, ya no sabía si estaba acariciando o si estaba siendo acariciada, ya no sabía si era ella misma o era la otra persona, ya ni siquiera sabía si realmente existía en esta vida, o se había muerto y estaba en el cielo, no sabía nada, ni le importaba saber nada, sólo la sentía pegada a ella, y supo que la vida era más hermosa de lo que jamás llegó a imaginar, que era feliz, que estaba todo simplemente perfecto con Gabriela ahí, que era suya y ella era de ella, que se pertenecían, que siempre lo habían hecho y que siempre sería así.


Gabriela salió de su sueño, comenzó a moverse lentamente mientras sentía una agradable sensación de paz en su interior. Sonrió, por algún motivo sonreía, pronto el por qué de aquella sonrisa empezó a aclararse en su cabeza, y sí que eran razones suficientes como para salir de la cama y ponerse a correr alrededor de la habitación. Pero no lo hizo, en vez de eso, estiró su brazo y buscó con él el cuerpo de Xenia a su lado, aún sin abrir los ojos. Cuando se rindió en su búsqueda, sus párpados dejaron ver sus verdes ojos, miró alrededor, Xenia no estaba en la habitación, sintió frío y recordó que estaba desnuda, sonrió con una mezcla de timidez y alegría ante el recuerdo del por qué estaba así. Se llevó las manos al rostro, cubriéndoselo con ellas, mientras ahogaba su risa y los pequeños gritos que salían de su garganta. Se relajó nuevamente en la cama, mientras miraba al techo y no podía borrar la sonrisa de su boca, se mordía el labio inferior, volvía a taparse la cara con las manos y a ahogar gritos.

Finalmente se sentó en la cama, cubriéndose con las sábanas, sus ojos se posaron en una hoja de block descansando cerca suyo, estiró su brazo y se apoderó de ella, la miró de cerca. Era un dibujo de ella misma durmiendo. Estaba de costado, con la cabeza apoyada sobre la almohada, su cabello cayendo por sus hombros y cubriendo justo sus pechos donde la sábana no alcanzaba a llegar, uno de sus brazos yacía cerca de su rostro sin llegar a cubrirlo, estaba profundamente dormida. Gabriela intentó imaginar a Xenia dibujándola ¿cuánto tiempo había estado observándola mientras dormía? sonrió ante el pensamiento de una concentrada Xenia deslizando el lápiz por la superficie de la hoja, amaba mirarla cuando ponía todos sus sentidos en algo, sobretodo cuando dibujaba. De pronto sintió la necesidad de verla nuevamente ¿dónde estaría?

Se cubrió con las sábanas y salió de la cama, mientras agudizaba el oído intentando adivinar dónde se encontraba Xenia, finalmente se dirigió al baño. Comenzó a oír el agua de la ducha corriendo, la puerta estaba abierta, era la costumbre de Xenia de vivir sola, que era innecesario echarle llave a las puertas, o ¿sería acaso el deseo de que Gabriela entrara al lugar si es que despertaba en ese momento? Sonrió ante aquel pensamiento.

Ingresó al baño, las baldosas frías del piso la hicieron dar un respingo. Había mucho vapor dentro, no distinguía bien, por fin se acostumbró a la bruma, se acercó a la ducha, y observó a través del vidrio, podía distinguir la silueta de Xenia dentro, sin ver sus contornos definidos, pero lograba percibir la forma en que deslizaba el jabón por su cuerpo, en ese momento hubiera dado cualquier cosa por ser ese jabón. Entonces su mano se elevó y fue dibujando con su dedo en el aire la silueta del cuerpo de Xenia, aunque ésta al cambiar constantemente de posición, le impedía seguir su ritmo.

Gabriela se acercó aún más al vidrio que las estaba separando en ese momento, estaba empañado, acercó su dedo y lo deslizó por él, escribió una frase al revés.

"oreiuq et"

Vio a Xenia advirtiendo su presencia, no podía ver su rostro casi, pero adivinaba sus ojos al leer. De pronto vio otra frase aparecer en el vidrio.

"Te adoro"

Rápidamente fue desapareciendo, pero estuvo el tiempo suficiente para que alcanzara a leerla. Alzó su dedo nuevamente y volvió a escribir.

"etraseb rop oreum em"

Entonces Xenia escribió.

"Me muero por tocarte"

Acercó su dedo una vez más y escribió.

"oma et"

"Y yo"

Entonces puso la palma de su mano sobre el vidrio, y vio la palma de Xenia pegarse al vidrio también justo al otro lado de la suya. La puerta se abrió lentamente, y pudo verla ahí desnuda, mientras las gotas de agua caían por su piel. Se despojó sin siquiera pensarlo de las sábanas que aún la cubrían. Vio a Xenia sonriéndole dulcemente mientras que le extendía la mano, la tomó en la suya y entró con Xenia, mientras que las frases escritas ya habían desaparecido completamente del vidrio, mas no de sus corazones.


  • ¿Cómo te sientes? -Xenia estaba observando a Gabriela, quien se estaba comiendo una galletita con chips de chocolate, mientras no podía quitarse la sonrisa del rostro.

  • Como si hubiera vuelto a nacer. -Gabriela dijo, mientras sonreía también, su nariz se arrugaba cuando estaba pensando en algo pícaro. ¿Y tú?

  • Yo me siento de la misma forma. -Xenia estiró su mano y la posó sobre la de la chica más joven.

  • No es que quiera traer malos recuerdos ni nada de eso Xenia, pero ¿qué hiciste estos últimos días? -Gabriela la miraba atentamente. Estaba tan hermosa esa mañana, su cabello aún húmedo, parecía más oscuro de lo normal, sus ojos verdes brillaban aún más que antes, si es que aquello era posible. Xenia se la quedó mirando mientras sonreía levemente.

  • ¿De qué te sonríes?

  • Sonrío porque estoy feliz.

  • Yo también. -Vio a Gabriela acercándosele para luego sentir sus cálidos labios sobre los suyos.

  • Quédate aquí. -Xenia no la dejó ir, hizo que se sentara en una de sus rodillas mientras que la abrazaba fuerte.

  • Jamás pensé que podría sentir algo igual en mi vida, Xenia. -Sintió la voz de Gabriela susurrando cerca de su oído, mientras que se aferraba a ella.

  • Tampoco yo.

  • Me encantó el dibujo que hiciste de mí.

  • A mí me gusta más el original. -Oyó unas leves risitas de Gabriela en respuesta. - Pero quise guardar esa imagen tuya durmiendo tan plácidamente, no sabes lo hermosa que te ves...

  • Linda...

  • Tú linda...

  • ¿Entonces? ¿qué hiciste estos últimos días?

  • Extrañarte, ir a algunas sesiones de fotos, extrañarte, hacer de traductora de un viejo de una empresa de exportaciones de fruta en una reunión con unos gringos, extrañarte, intentar persuadir a mi madre de que no se viniera a meter aquí porque finalmente iría a su casa, extrañarte, dibujar un poco para relajarme, extrañarte y seguirte extrañando. Eso más o menos.

  • O sea ¿se podría decir que pensaste un poquito en mí verdad? -Xenia sonrió.

  • Sí, se podría decir eso.

  • ¿Puedo ver los dibujos que hiciste?

  • Me deshago de la mayoría, no me gusta conservarlos, sólo lo hago para distraerme, pero guardé uno que me gusta.

  • ¿Me dejas verlo? -Xenia esperó a que Gabriela se separara de su cuerpo y se paró de la silla, volvió enseguida con una hoja de block en sus manos.

  • No es nada del otro mundo, pero ahí tienes.

Gabriela se quedó mirando el dibujo, podía distinguir una especie de edificación, como una fortaleza que estaba en llamas, en las ventanas se veían claramente las llamas saliendo, estaba entre un bosque, lo curioso era que Xenia había pegado algunas hojas y malezas sobre el papel.

  • ¿Qué significa Xenia?

  • No sé que significa, el punto es que por algún motivo cuando muevo estas hojas y el edificio aparece me hace sentir tranquila, yo qué se.

  • Es intrigante, creo que la fortaleza eres tú y las llamas es cómo te sientes interiormente, o cómo te sentías en el momento en que lo dibujaste, el fuego es símbolo de espiritualidad también, el que esté en un bosque medio oculto creo que es tu relación con el mundo ¿no crees? ellos no saben sobre ti, y quizá el tanto ocultarte te hace temer perderte a tí misma, es por eso que al mover las hojas y que el edificio aparezca a la vista te da tranquilidad, porque estás conforme con quien eres. -Xenia se la quedó mirando.

  • Sí, creo que eso es, nunca pienso lo que dibujo, sólo dejo que mi mano haga lo que quiera.

  • ¿Para todo eres igual? -Gabriela le estaba sonriendo.

  • ¿Tú qué crees? -Respondió la morena sonriendo también.

  • Creo que tus manos son capaces de hacer cosas maravillosas.

  • Eso es curioso, porque yo opino lo mismo de las tuyas. -Se quedaron mirando y Xenia sabía muy bien que si no quitaba sus ojos de los de Gabriela en ese mismo instante sería incapaz de salir de ese departamento. Sabes, es mejor que no me hagas pensar en eso porque tengo que salir, por más que me duela en el alma, ahora mismo.

  • ¡No! me niego rotundamente, no quiero... -Gabriela la estaba agarrando de una mano y no la soltaba.

  • Gabby por favor, sólo serán unas pocas horas, por favor te lo suplico, si no me sueltas no podré salir.

  • Está bien, pero a mí me toca trabajar hoy, y no nos podremos ver hasta la tarde ¿cómo se supone que esté todas estas horas sin verte? -Xenia sonrió.

  • Estaré pensando en tí. -Xenia la besó suavemente en los labios y le acarició la mejilla.

  • Y yo en tí...

  • Ahora vamos, yo te llevo a tu casa para que te cambies y luego te llevo a tu trabajo ¿sí?

  • No Xenia, no es necesario, te puedes atrasar.

  • Si me atraso se aguantan, dicen que yo los hago vender más. -Dijo sonriendo.

  • ¿Sabes Xenia? eso es cierto, con esos ojos tuyos la gente debe quedar como hipnotizada, y debe correr a comprar los delineadores, sombras y rímels esos, yo lo haría por lo menos.

  • Sí, pero tú no te comparas con nadie más, además sólo bromeaba, que si me atraso no me llaman más y punto, hay miles esperando por sonreírle a la cámara.

  • Esto es terrible... me voy a morir todo este día sin tí.

  • Gabriela por favor. -Xenia la tironeaba hacia la puerta.

  • Sí sí, el deber nos llama, vamos...

  • Linda.

  • Tú linda. ¡No! no quiero, me niego, quedémonos aquí y nos hacemos las enfermas ¿qué te parece? -Gabriela se colgó del cuello de Xenia, mientras ésta se moría por ceder a esos deseos.

  • Gabby... -Sintió las manos de la chica colarse por entre su ropa y ya no se pudo resistir, se le olvidó la hora, las fotos, la responsabilidad y todo.


  • Gabriela ¿dónde crees que vas? -Alzó la vista y se encontró con su madre mirándola seriamente.

oh oh ahora sí que se me arma.

  • Voy a salir por ahí. -Gabriela sonrió, fingiendo no percatarse de la tirantez de su madre hacia ella, le dio un beso en la mejilla y se dispuso a salir por la puerta.

  • No tan rápido. -Sintió que la tomaban de un brazo y le impedían avanzar.

  • ¿Qué pasa?

  • Tu padre y yo queremos hablar contigo, ven. -No le quedó más remedio que acatar sus órdenes.

  • Mijita, hace tiempo que ya no compartes con tu familia, casi no te vemos. -Su padre la miraba con preocupación.

  • Anoche no llegaste a dormir a la casa, ya van dos noches que no llegas en menos de un mes ¿dónde se supone que te quedaste?

  • En la casa de una amiga, es que se nos pasó la hora... conversando. -Gabriela rehuyó la mirada de su madre, que parecía estar adivinando lo que pasaba por su cabeza.

  • ¿Cuál amiga?

  • No la conoces...

  • ¿Cómo se llama?

Gabriela la miró por algunos segundos, si inventaba un nombre significaba que ¿volvería a negar a Xenia?

  • Xenia, con Xenia.

  • ¡¿¿Qué??! Gabriela ¿qué te dije sobre ella?

  • Por la cresta, yo no voy a dejar de verla por lo que hable la gente ¿qué no entienden que no me interesa?

  • No seas grosera, y no puedo creer que no te importe lo que hablan de tí, los rumores siguen, nadie me pregunta nada, pero me miran como si yo fuera mala madre o algo así. Y el otro día ¿no crees que se te pasó la mano con lo que le dijiste a tus tíos?

  • A ellos se les pasó la mano ¿qué querías? ¿qué me quedara sin decir nada mientras que me venían con todas sus estupideces? -Gabriela agitaba las manos en el aire, mientras que miraba a su madre y comenzaba a llegar al límite de su molestia. Lo siento papá pero tus hermanos se comportan como imbéciles a veces. -Se dirigió a su padre, éste no dijo nada.

  • Dile algo. -Su madre miraba indignada a su marido.

  • ¿Qué quieres que le diga? tiene razón. -Se encogió de hombros.

  • No quiero que te juntes más con esa mujer, Gabriela te lo suplico, me dijiste que eran amigas y te creo. -Gabriela bajó la cabeza, comenzaba a sentirse mal. - Pero no confío en ella, ella te puede inducir a cosas malas, cosas que no están bien.

  • ¿Cosas que no están bien? ¿cosas que son malas? por favor madre, cada uno hace lo que quiere, y nadie obliga a hacer nada a nadie, si yo quisiera hacer algo lo haría porque quiero y punto ¿acaso crees que soy una marioneta o algo así? la única que está queriendo obligarme a hacer algo que no quiero eres tú. -Gabriela vio a su madre mirándola desconcertada.

  • Gabriela entiende, soy tu madre y me preocupo por tí, quiero lo mejor para tí, y ¿qué es eso de que si quisieras hacer algo lo harías? ¿¡acaso has hecho algo!? por favor, si estás confundida con algo dímelo. -Gabriela vio la preocupación en los ojos de su madre, no dudaba eso, pero estaba tan equivocada la pobre, no tenía idea, quería hacer bien su rol de madre, pero ¿cómo podría hacerle entender lo que sentía por Xenia? imposible...

  • Lo sé, pero yo no voy a dejar de ver a Xenia porque tú lo quieras así, y no estoy confundida con nada, ahora me voy. -Le dio un beso a su padre, luego uno a su madre y se dispuso a salir por la puerta.

  • No puedo obligarte a nada ya que eres mayor de edad, pero no voy a permitir que cualquiera venga a pervertirte ¿oíste Gabriela? mucho menos mientras vivas bajo nuestro mismo techo.

  • No puedo creer que hallas dicho eso ¿pervertirme? por favor, ya me voy, chao. -Salió dando un portazo.


Gabriela salió hacia la calle, las cosas se estaban complicando. ¿Cuánto tiempo más seguiría ocultándole a sus padres su relación con Xenia? Por una parte le atormentaba tener que hacerlo, pero lo que más angustia le causaba era tener que seguir negándola, era eso lo que más le dolía, mucho más que el pensar en qué harían sus padres si realmente tuvieran la certeza de lo que había entre ellas.

Pero más allá de lo difícil que resultaba todo, estaban Xenia y ella, el amor que se tenían, y todo lo lindo que habían vivido hasta ese día, incluyendo la noche anterior. Gabriela había sonreído tanto durante todo ese día que la mandibula le dolía cuando dejaba de hacerlo. Su tía le había preguntado qué le ocurría, en realidad Gabriela suponía que la mujer lo sabía, sólo que no se lo iba a preguntar directamente, porque era una persona respetuosa y esperaría a que ella misma se lo contara. Sabía que tendría su apoyo, porque era alguien que no veía ni juzgaba a la gente por sólo una parte de su vida, y tampoco lo haría con ella al saber que amaba a otra mujer.

  • Pero qué nena tan bonita caminando solita por la calle, no te vayan a raptar.

Gabriela se volteó hacia la voz y se encontró de frente con Carla quien le sonreía provocativamente, se sobresaltó al verla tan repentinamente, de todas las personas que esperaba encontrarse la que menos hubiera querido era precisamente Carla.

  • ¿Qué cresta haces aquí? -Gabriela le dijo frunciendo el ceño.

  • No hagas eso darling, te van a salir arrugas, y a mí me gustas así con la piel tersa. -Acercó su mano hacia la mejilla de Gabriela, ésta la retiró de un manotazo.

  • ¿Qué quieres? -Continuó caminando.

  • Pero qué agresiva te has puesto Gabita ¿se te pegó de Xenia? Claro, tantas horas juntas ha hecho que adquieras sus mismos hábitos, aunque la cara de santurrona la sigues teniendo, no te preocupes.

  • ¿Qué quieres?

  • ¿¡Qué quiero!? ¿¡qué quiero!? ¿viste? igualita a la morena.

  • ¿Qué se supone que significa eso? -Gabriela se giró hacia la pelirroja.

  • Qué te puedo decir cariño, al comienzo Xenia me decía lo mismo ¿qué quieres Carla? ¿qué mierda quieres? -Dijo imitando la voz de Xenia. Pero al final como siempre supe que sería, dejó de preguntar ¿captas?.

  • ¿Qué estás insinuando? -Gabriela comenzaba a ponerse nerviosa.

  • Tú sabes a lo que me refiero darling, que como todas Xenia cayó ¿captas? -Carla se comenzó a reír como una loca en la cara de Gabriela.

  • Eso no es cierto maldita. -Gabriela la miró indignada y reanudó su marcha, mientras sentía la furia subir hasta su cabeza.

  • No seas tan confiada chiquita, Xenia no es una santa, y tú lo sabes, acaso ¿nunca te has preguntado a quiénes mete a su departamento?

  • ¿Quién te dijo que vivía en un departamento?

  • Nadie me lo dijo, yo lo vi por mí misma.

  • No es verdad, y ya déjame en paz.

  • ¿Ah no? entonces ¿cómo es que sé que el departamento de Xenia está pintado de azul, y tiene un sofá negro, y una ventana al lado derecho? -Carla movía las manos indicando en qué lugar se hallaba cada cosa.

  • Eso no significa nada.

  • Bueno, como quieras, tú si quieres te la sigues cogiendo, pero ten presente que yo ya lo he hecho antes. -Carla se reía a carcajadas. Bueno darling ya me voy, no te quito más tiempo que ya debes estar loca por ver a Xenia, después de todo tú y yo sabemos bien lo que hace y cómo lo hace ¿cierto?

Vio a Carla guiñándole un ojo mientras se alejaba. De pronto vio todo negro ¿y si fuese cierto? ¿Cómo es que Carla sabía el color del departamento de Xenia? ¿Por qué hablaba con tanta seguridad?

Xenia ¿acaso...?

Caminó hecha una furia, y tomó el primer bus que pasó. Las sienes le palpitaban, su sonrisa se había borrado, no podía creer que fuera cierto, tenía que preguntárselo a Xenia, no podía ser verdad.


  • Al fin llegas, no hallaba la hora de tenerte aquí conmigo y...

  • ¿¡Es cierto Xenia!? -Gabriela la estaba mirando con una cara completamente diferente a la que había visto en ella esa mañana.

  • ¿Pasa algo malo? -Xenia comenzó a preocuparse, intentó tomar su mano pero ésta la esquivó.

  • Tú dímelo Xenia.

  • ¿Qué cosa? ¿Qué pasa? Entra ¿piensas quedarte ahí parada?

  • Dime Xenia por la cresta, porque no comprendo cómo pudiste haberme hecho esto. -Gabriela no se movía del lugar y miraba a Xenia con una mirada que nunca antes le había dedicado.

  • ¡¿Qué fue lo que te hice?!

  • Carla me lo dijo, me dijo que tú y ella... -Gabriela dejó de hablar antes de terminar la oración. Xenia la vio bajando la cabeza.

  • ¿¿Qué te dijo esa maldita?? ¡¿¿te hizo algo??! -Xenia le agarró la cara, y la obligó a mirarla a los ojos, mientras la rabia comenzaba cegarla. - Ven para acá. -La tomó de una mano y la metió al departamento.

  • Dime si es cierto Xenia, por favor...

  • ¿¿¡Qué te dijo!?? ¿¿¡Qué te hizo!??

  • No me hizo nada, me dijo que habías caído, que te habías metido con ella. -Gabriela se largó a llorar.

  • ¡¡¿¿Qué??!! ¡¡¡Maldita hija de puta!!! -Xenia se llevó una mano a la frente furiosa, mientras sus puños se tensaban. - Eso no es cierto Gabriela, es una maldita mentira que inventó ella ¡¡no es verdad!! ¿¿Acaso le creíste?? No puedo creer esto ¿¿¿por qué mierda le podrías creer a esa imbécil???

  • ¿¡¡Por qué cresta sabe ella de qué color es tu departamento!!?

Xenia se quedó muda al momento, era cierto, Carla lo había visto con sus propios ojos, había estado allí sólo el día anterior, antes que Gabriela llegara. ¿Cómo iba a explicar eso? ¿Cómo hacerle entender que se lo había ocultado sólo por evitarle la preocupación?

Mierda...

  • Xenia ¿por qué cresta sabe Carla detalles sobre tu departamento? ¿Ha estado aquí?

  • Sí. -Dijo Xenia finalmente. Sintió el dolor en los ojos de Gabriela, se le hizo insoportable el pensamiento de saber que la estaba haciendo sufrir.

  • Entonces es verdad... -Gabriela hizo ademán de salir por la puerta.

  • ¡¡¡No!!! yo no me he acostado con ella, primero muerta. Déjame explicártelo Gabriela, por favor. -La tomó de un brazo impidiendo que siguiera avanzando. Gabriela no podía con la fuerza de Xenia, se quedó estática.

  • Dime...

  • No, hasta que me digas que me crees, Gabriela no puedo creer que dudes de mí.

  • ¿Y qué querías? -Gabriela la miró con sus ojitos verdes llenos de lágrimas.

  • Por favor dime que me crees. -Xenia la abrazó fuerte, le dolía que desconfiara de ella. - Por favor... por favor...

  • Te creo...

  • Vino aquí un día, comenzó con sus asquerosidades, luego me lanzó una foto donde salíamos tú y yo besándonos, no sé cómo no nos dimos cuenta cuando la tomó, estábamos allí afuera, y me amenazó de que si no le daba lo que ella quería iba con tus padres y se la mostraba ¿entiendes? Desde ese día ha estado acosándome, viene para acá, me llama por teléfono. Ayer antes que tú llegaras estuvo aquí, me dijo que era la última oportunidad que me daba, yo la dejé entrar, ella se quitó su vestido...

  • ¿¿¡Se quitó el vestido!?? -Gabriela la miró enojada.

  • Lo siento... ¡¡pero no la miré ni nada!! el asunto es que la agarré y le tiré el vestido por la ventana y la saqué de un empujón de aquí. Supongo que fue su pequeña venganza el ir contigo e inventarte eso. Eso es todo.

  • ¿Por qué no me lo dijiste Xenia?

  • Porque no quería que te preocuparas, no quería que esa maldita nos arruinara lo lindo que hemos estado viviendo estas semanas, pensé que finalmente se aburriría, y ahora sale con esto...

  • Entiendo Xenia, pero debiste decírmelo, las dos estamos en esto, no solamente tú, prométeme que nunca más me vas a ocultar algo así.

  • Te lo prometo, y tú prométeme que nunca más vas a desconfiar de mí, yo sería incapaz Gabriela... sería incapaz de engañarte, de causarte un daño así, nunca... oíste?, nunca pienses eso...

  • Lo siento...

  • Yo también lo siento... ¿Qué vamos a hacer con lo de esa...?

  • Nada Xenia, lo que tenga que ser será. Ahora lo mejor que podemos hacer es olvidarnos de ella, no quiero saber nada de sus manipulaciones, es peor de lo que pensé.

  • Tienes razón, lo que tenga que ser será. Ahora ¿me vas a seguir negando ese beso?. -Xenia vio una sonrisa naciendo en el rostro de Gabriela.

  • Jamás te negaría uno...


  • Gabriela por favor déjate de zapear canales, me estoy mareando. -Gabriela armada del control remoto, se paseaba por todas las señales de televisión, sin encontrar nada de su agrado.

  • Es que no encuentro nada bueno que ver ¿no tienes alguna película de esas bien buenas por ahí?

  • A ver déjame pensar, no... creo que no.

  • Sabes, mejor vemos mtv un rato y ya, aunque no sea tan bueno como antes ¿no lo crees? Cuando estaban todos los vjs, y habían buenos programas como Hora Prima y Conexión... una vez el Alfredo Levín leyó una carta mía al aire.

  • ¿Dices que enviabas cartas a mtv? -Xenia la miraba alzando una ceja.

  • Sólo una, y además era chica. Ya no te rías pesada. -Gabriela le empezó a dar empujones a Xenia.

  • Oye, no te pongas agresiva.

  • Uy qué miedo, mira como tiemblo con esas miradas tuyas, no me intimidan nada de nada.

  • ¿Así que no te intimidan nada? asume las consecuencias entonces. -Xenia agarró a Gabriela fuerte entre sus brazos mientras ésta hacia esfuerzos en vano por soltarse.

  • Ya Xenia ¡me rindo! ¡me rindo! -Gabriela se reía a carcajadas.

  • ¡Acepta que te intimidan mis miradas entonces!

  • ¡Está bien! lo acepto... lo acepto, son tan intimidantes como el primer día que te vi, pero ¿sabes qué?

  • ¿Qué? -Dijo Xenia aflojando el agarre y mirando a Gabriela de frente con una pequeña sonrisa de triunfo en su rostro.

  • Aunque sean intimidantes, aunque puedas dar las miradas más frías del mundo, yo siempre seré capaz de ver la calidez en ellas, y todo lo hermoso de tu ser reflejado en tu mirada. -Xenia se la quedó mirando.

  • ¿¿Por qué eres tan linda?? -La morena sonreía mientras la tenía aún entre sus brazos.

  • Porque sí... -Se encogió de hombros, se alzó en la punta de sus pies, y le dio un pequeño beso a Xenia.

En ese momento el timbre sonó.

  • Yo voy. -Gabriela salió corriendo hacia la puerta antes que Xenia pudiera retenerla. Abrió la puerta.

  • Buenas noches, aquí está su pi...

  • ¿¿José??

  • ¿La pizza? -Xenia llegó a su lado y vio a José parado en la puerta con la caja de pizza que habían ordenado, en sus manos.

  • Hola Gabriela... hola Xenia. -José estaba paseando una extraña mirada entre ambas.

  • ¡¡José!! No te quedes ahí y dame un abrazo. -Gabriela se abalanzó sobre el chico, pero antes que lo pudiera tocar, éste se hizo a un lado.

  • Me tengo que ir. -Le estiró la caja a Xenia, e hizo ademán de retirarse.

  • El dinero. -Xenia le extendió los billetes, el chico se dio media vuelta y se fue sin siquiera esperar la propina.

  • ¿Qué le pasa? -Gabriela miró extrañada a Xenia.

  • Lo que a todos, supongo que no le habrá agradado mucho lo que hablan sobre tú y yo, y creo que ahora para él habrá dejado de ser un simple rumor, nos acaba de ver juntas en mi departamento ¿qué querías? El tipo está enamorado de tí.

  • ¿¿¿Cómo lo sabes??? -Gabriela abrió los ojos con sorpresa.

  • Porque vi como te miraba, y porque vi cuando se te declaró. -Una mueca de fastidio cruzó las facciones de Xenia. - No me quiero acordar de eso. -Sacudió la imagen de su cabeza.

  • ¿Cómo que viste?

  • Bueno, iba pasando por ahí ese día, no sé, y vi, aunque él me había venido pidiendo consejos antes, me costó un mundo contenerme y no agarrarlo del cuello. -Gabriela sonrió.

  • A mí me pasó algo parecido cuando Andrés me dijo que quería contigo, y encima el muy imbécil se sentía tan seguro, me dio una rabia... Luego entendí que más que enojo por las palabras vulgares que utilizó, era que me ponía celosa el pensamiento de que tuvieras algo con cualquier otra persona que no fuera yo...

  • Linda. -Xenia le lanzó un beso.

  • Tú linda. -Gabriela sonrió. - Pero no entiendo la reacción de José.

  • Mira, él en parte se debe sentir dolido porque no obtuvo lo que deseaba de tí, y además ahora comprobó que es cierto lo que dicen de nosotras, bueno, no vio nada del otro mundo, pero seguro en su cabeza es así. Es probable que esa misma reacción la tenga gente en la que tú confías y gente que dice quererte Gabby, si es que se enteran de todo.

  • Lo sé, pero no lo comprendo, yo sigo siendo la misma persona.

  • No para ellos.

  • ¿Sabes Xenia? en el fondo será mejor, porque así sabré quien me quiere por ser como soy simplemente, por la persona que soy y no porque una parte de mi vida que ni siquiera les afecta en algo no les agrada, qué tontería es eso ¿verdad?

  • Verdad.

  • Te quiero...

  • Y yo a tí...


  • Mira ahí tienes ¿ves? Esta gente se empeña en hacer videos mareadores. -Xenia decía mientras le daba un mordisco a su trozo de pizza.

  • Bueno ahora que lo dices, tienes razón con éste, marea bastante, pero no el anterior, el anterior era muy bueno. -Gabriela miraba la pantalla mientras que le daba un sorbo a su vaso de coca cola.

  • ¿¿Muy bueno?? Insisto en que ambos son irritantes, ¿que no pueden usar otros colores que no sean esos? ya cámbialo.

  • Enojona, si sigues con esos ataques de furia pronto comenzaras a sufrir de colon irritable. Resulta que tu espíritu es incapaz de soportar esos desequilibrios emocionales y se convierten en enfermedades ¿entiendes? así que modérate.

  • Pero si dejo de enfurecerme, voy a cambiar, seré otra persona ¿en realidad te gustaría que fuera diferente? -Gabriela meditó esas palabras.

  • No, no me gustaría... te quiero así como eres, tienes razón continúa con tus ataques de furia, además te ves linda.

  • ¿¿Linda?? ¿Aunque te mire así? -Xenia fingió un gesto de enojo en su rostro. Gabriela asintió sonriendo. ¿Aunque entrecierre los ojos así? -Gabriela asintió nuevamente.

  • Aunque hagas lo que hagas eres linda, más que linda, preciosa, tan preciosa que me haces sentir cositas aquí. -Gabriela se llevo una mano al estómago.

  • ¿Te hago sentir cosas en tu guatita?

  • Sí, muchas cosas, mariposas. Y aquí también siento. -Gabriela se llevó una mano al corazón.

  • ¿Qué sientes ahí? -Xenia la miraba dulcemente.

  • Que me palpita mucho el corazón, muy rápido cuando te veo, y cuando estás cerca mío...

  • El mío también palpita mucho, y también tengo mariposas, no sólo cuando te veo y te siento cerca, cuando pienso en tí también...

  • Te amo Xenia...

  • Te amo Gabriela... -Se quedaron mirando profundamente. - Y cuando le doy besitos a tu ombliguito ¿sientes cosas también? -Xenia se hincó en el suelo mientras que atacaba el estómago de Gabriela a besos.

  • ¡Sí! cosquillitas, y otras cosas también.... -Gabriela reía.

  • ¿Qué otras cosas...? -Xenia no cedía en sus besos.

  • Cositas ricas...

  • ¿Ricas nada más o muy ricas? -Xenia seguía hincada delante de Gabriela, y alzaba sus ojos azules a los verdes cuando le decía cosas.

  • Muy ricas...

  • ¿Qué tan muy ricas?

  • ¿Tienes muchas ganas de seguir comiendo pizza Xenia...?

  • No tanto, en realidad preferiría comerte a ti enterita a besos.

  • Hazlo entonces, porque esas cosas muy ricas de las que te hablé y que estoy sintiendo ahora, son más de lo que puedo soportar... Ven aquí. -Gabriela le hizo un gesto a Xenia con el dedo para que se acercara.

  • ¿Así está bien? -La morena hundió sus labios en el cuello de Gabriela mientras ésta cerraba los ojos y se entregaba a la sensación.

  • Sí... así está... muy muy bien...