Todos saben que te amo iii

Xenia se ha enamorado de gabriela, pero esta ultima ni se da por enterada a pesar de que xenia no le es indiferente

TODOS SABEN QUE TE AMO

XYG

  • ¿Te puedo hacer una pregunta? Gabriela miró tímidamente a Xenia que en ese momento estaba cambiando un cd.

  • Sí, puedes, ahora que yo vaya a contestar o no es otra cosa. -Xenia le devolvió la mirada tan inexpresiva como Gabriela la había visto todo ese tiempo. Había momentos, instantes en que le parecía ver alguna emoción en esos ojos azules, pero nunca estaba realmente segura.

  • ¿Por qué te metiste a esto? Si te gusta tanto mantener tu vida privada sólo para ti, no entiendo por qué estás aquí. -Gabriela vio la figura de Xenia acercándose hacia la cama sobre la cual se recostó. Finalmente sus ojos azules se posaron en la chica rubia.

  • Por el dinero. -Dijo francamente.

  • ¿Sólo por el dinero? ¿y qué hay de tu vida? luego que salgas de aquí todos te van a conocer y adiós vida privada.

  • Luego que salga de aquí me voy a ir del país, así que da igual. Su dedos largos comenzaron a alisar una arruga del cobertor.

  • ¿Te vas a ir? ¿dónde? -Gabriela sintió una punzada en el estómago y la sensación se imprimió en su voz. Sintió el poder de la mirada de Xenia en su rostro, y comenzó a sentirse realmente cohibida. Deja de ser tan expresiva, por dios, hasta cuándo.

  • A Canadá, tengo unos amigos allá que me ofrecieron alojamiento el tiempo que quiera.

  • Pero ¿por qué?, o sea... ¿Cuándo lo decidiste? -Su voz seguía delatándola y ni siquiera estaba segura por qué sentía ese extraño sentimiento.

  • Tenía la idea de irme hace tiempo, luego me enteré del reality y decidí probar suerte, ya sabes cuánto nos van a pagar, de todas formas, me siento pésimo por esto, me doy vergüenza. -Los ojos azules miraron a Gabriela. ¿Y tú? perdona, pero tú tampoco eres del tipo que le gusta figurar, no como Carla o Andrés por ejemplo.

  • Te vas a reír si te digo. -Gabriela se sonrojó levemente al recordar el por qué estaba ahí dentro, no sólo por la apuesta, sino que si tenía que ser honesta consigo misma debería aceptar que Xenia influyó en la decisión final. Claro que eso no lo iba a mencionar.

  • Yo ya te dije mis motivos, lo justo es que tú también lo hagas. -Xenia presionó viendo el titubeo de la chica.

  • Mi hermana me retó a que jamás me aceptarían en algo así. -Gabriela cubrió el sonrojo bebiendo coca cola de su vaso.

  • ¿Tu hermana te retó y por eso estás aquí? -Xenia se comenzó a reír con ganas.

  • Ya, no te rías, que no ves que ya me siento bastante avergonzada no me entierres más el cuchillo. -Gabriela le dio un pequeño empujón a la chica más alta.

  • ¡Hey! sin agresiones. -Xenia alzó una ceja amenazadoramente.

  • ¿Me estás amenazando? -Gabriela se paró con las manos en la cintura, su vestido estaba un tanto arrugado para esa hora, y de su moño ya poco quedaba.

  • ¿Tú qué crees? -Xenia se levantó situándose a escasos centímetros de la chica más baja. Viéndola así de cerca, con semejante altura, su oscuro cabello revuelto enmarcando ese rostro privilegiado, y esos ojos azules, a Gabriela se le pasó por la mente la palabra diosa.

  • No se vale eso, estoy descalza. -Gabriela tenía que alzar la vista para ver a Xenia a la cara.

  • Yo también lo estoy. -Sus miradas se mantuvieron por algunos segundos.

  • Creo que mejor me siento, ya he visto tres veces tus hazañas con los malos, no me gustaría ser blanco de tu furia. -Gabriela sonrió levantando los brazos en señal de rendición.

  • Cobarde.

  • ¿Qué fue lo que dijiste? -Gabriela intentó levantar la ceja, sin conseguir el resultado esperado.

  • Dije que es tarde. -Xenia la miró con un gesto de inocencia en su rostro.

Estás bajando tus defensas Xenia, me estás mostrando otra parte tuya, y me gusta.

  • Sí, pero nunca es demasiado tarde para un pedacito de torta, espérame aquí, vengo al tiro. Gabriela mostró una sonrisa pícara, se levantó y salió por la puerta.

  • ¿Es que nunca te cansas de comer? Xenia observó a Gabriela llevarse la cuchara a la boca cargada de un pedazo enorme de torta de chocolate.

  • Es mi favorita. -La chica rubia dijo con la boca llena. Y no, nunca me canso de comer, ¿y tú? ¿No te cansas nunca de fumar?

  • ¿Fumar? si apenas fumo. -Xenia recibió una mirada de "sí, como no" de la rubia. Pero si es cierto. -Se encogió de hombros.

  • ¿Sabes cuántos te has fumado mientras hemos estado aquí? -Xenia hizo cuentas mentales.

  • ¿Dos?

  • Diez, que es mucho más que dos, no te hagas. -Gabriela le mostraba diez dedos a Xenia a centímetros de su cara.

  • Ten cuidado con esas manos, le puedes sacar a alguien un ojo.

  • Ya me lo has dicho, y la verdad no me gustaría quedarme con un ojo tuyo incrustado en un dedo. Gabriela fingió un temblor en el cuerpo que a Xenia le pareció más que tierno.

¿Qué mierda me pasa con ella, apenas unas horas de conversación y ya le acepto que me empuje y hasta encuentro tiernos sus gestos?

  • ¿Sabes? ahora sí que ya es muy tarde, como que quiero dormirme ya. -El tono de Xenia cambió y Gabriela la miró sorprendida, como decidiendo si lo decía de verdad o no.

  • Bueno si quieres. -Xenia percibió un pequeño toque de desilusión en su voz.

  • Espera. -Gabriela se volteó con un gesto que a Xenia le pareció de renovado entusiasmo. ¿No se te olvida algo?

  • ¿Qué cosa? -Dijo la rubia luego de meditar qué podría ser.

  • Ahí están mis cds, verifica lo que te dije en la tarde ¿recuerdas?

  • Ah ¡¡¡sí!!! -Gabriela se giró y dio un pequeño brinco antes de volver a sentarse en la cama de Xenia con el estuche de cds que la morena le estaba pasando.

  • Ve tu misma, pero luego me toca a mi ver entre los tuyos.

  • Claro. Veamos qué tenemos por aquí. -Los ojos de Gabriela mostraban entusiasmo y curiosidad. Fiona Apple ¿me vas a decir cuál es tu canción favorita de ella? -Ojos azules se alzaron pensativamente. Bueno tú de ahí me dices, piensa por mientras. m Alanis Morissette, los de ésta los tengo y me encanta. -Sus ojos se elevaban con emoción cada vez que se encontraba algún cd de su gusto. ¿Rasputina? ¿qué tipo de música es ésta? -La rubia le mostró el cd a Xenia con un gesto de pregunta.

  • ¿Por qué no te lo llevas y lo averiguas por ti misma? Es música así como hardcore con violoncelos y canta una chica, es buenísimo.

  • Suena interesante, ok me lo llevo. ¿A ver qué más tenemos por aquí? -Xenia sonreía mientras veía el entusiasmo de Gabriela, y el gesto de concentración en su cara al ir pasando cada cd, fruncía el ceño cuando se concentraba en algo. Era un hecho, le caía bien, y la estaba dejando por más que no quisiera, entrar en su mundo.

  • Llévate todos los que quieras, tienes cara de ser cuidadosa.

  • ¿¿¡Estás loca!?? los cds no se prestan. -Luego meditó lo que acababa de decir. Bueno , quizá a mí si. -Xenia no pudo censurar una amplia sonrisa en su rostro. Vio que Gabriela la miraba con interés y también sonriendo.

Por la mierda, le estoy sonriendo cada medio minuto, ¿qué me pasa? Xenia encendió otro cigarrillo, vio a Gabriela darle una ojeada para luego volver a concentrarse en revisar su música, mientras movía la cabeza en negación.

  • Hey ¿qué tanto niegas? -Xenia levantó una ceja.

  • Nada. -Los ojos verdes le echaron una miradita al cigarro en su mano y volvieron a su tarea.

  • ¿Y? ¿ya los encontraste?

  • Espera, aún no. ¡¡¡Mira!!! aquí están. -El rostro de Gabriela se iluminó completamente. A Xenia le pareció más hermosa aún, era tan natural.

Mierda...

  • Ya ves.

  • Sí, pero aquí te faltan muchos, sólo están los 2 últimos ¿qué hay de los otros? -La morena vio como la chica rubia la miraba con un gesto de severidad en su rostro.

  • Eres comiquísima, ¿Acaso es una obligación tener todos los cds de Red Hot Chili Peppers?.

  • Para mí sí. -Siguió repasando el resto de la música. Así que prefieres las voces femeninas ¿eh? Bueno ¿me prestas éstos? le mostró varios cds.

  • A ver, veamos qué elegiste. Te recomiendo alguno de Bjork no puedes no oírla, toma éste, es su segundo disco, mi favorito.

  • Mañana si quieres puedes ver los míos a ver si hay algo de tu gusto ¿ya? -Xenia asintió con la cabeza. ¿Ya pensaste cuál es tu canción favorita?

  • Sí, estoy entre dos, Never is a promise y Sullen Girl.

  • ¿Por la letra o la música?

  • Ambas. ¿Y la tuya cuál es?

  • ¿No puedo decir que todas?. -Xenia movió la cabeza. Ok, entonces sería Soul To Squeeze. -Dijo luego de un instante de meditar. Gabriela se llevaba el dedo al mentón y hacía una mueca con la boca cada vez que se ponía a pensar en algo.

  • No la conozco. ¿Por la letra o la música?

  • Ambas, y seguro que sí la conoces, sólo que no de nombre. Bueno creo que ya me voy.

  • Yo también salgo, voy al baño. Xenia agarró su cepillo de dientes y se lo mostró a Gabriela.

  • ¿Rojo? mi color favorito.

  • El mío no, pero no había de otro color cuando lo compré. -Xenia se encogió de hombros.

Ambas salieron de la habitación, y una música sonó en sus oídos. En la sala estaban Carla y Andrés, la primera estaba bailando seductoramente ella sola, mientras Andrés muerto de borracho estaba tirado en el sofá riéndose a carcajadas mientras aplaudía frenéticamente. Ni Sebastián ni Isabel se veían por ningún lado, seguramente ya se habrían ido a dormir hace rato. José llegó al lado de ambas.

  • ¿Ya me puedo acostar? -El chico les dijo entre bostezos. Ambas se miraron sintiéndose culpables.

  • Ayy mi niño pobrecito. -Gabriela lo abrazó aparatosamente mientras cuidaba de no tirar los cds. Debiste decirnos que querías dormirte tonto. Le dio un empujón al pálido muchacho, el cual luego se dirigió a la habitación que estaba compartiendo con Xenia, pareciendo un sonámbulo.

  • Hasta mañana chicas. -Se perdió dentro de la habitación.

Gabriela entró a su propio cuarto y salió enseguida con su cepillo de dientes en la mano.

  • ¿Ves? el mío también es rojo. -Gabriela extendió la pasta por las cerdas del cepillo y comenzó a cepillarse los dientes mientras se miraba en el espejo del baño. Detesto lavarme los dientes. -Dijo con la boca llena de pasta.

  • Con todo lo que comes, debes tener que lavártelos cada 20 minutos. -Xenia a su lado estaba concentrada en la tarea de cepillarse sus propios y blancos dientes.

  • Chistosa. -La rubia escupió la pasta y lavó su cepillo.

  • Xenia de mi corazón ¿qué te has hecho todo este tiempo? -Al salir del baño oyeron a Andrés gritarle desde la sala. La chica morena lo miró con fastidio.

  • ¿Que no ves querido? ha estado compartiendo con la rubiecita en su cuarto. -Carla paseaba su mirada entre Xenia y Gabriela mientras sonreía ampliamente.

  • ¿Compartiendo? por qué no te vienes un ratito a compartir conmigo Xenia, ven para acá así bailamos un poco. Andrés intentó pararse, pero las piernas no le respondieron.

  • Ayy Andresito ni te gastes, ¿que no ves que tú no eres del tipo de Xenia? -Carla hablaba con su acostumbrado tono de voz lascivo, le dirigió una mirada burlona a Xenia, para luego clavarla en Gabriela quien miraba sin entender lo que la pelirroja estaba tratando de decir con esa mirada.

Hija de puta.

Carla recibió una mirada asesina de parte de Xenia, quien siguió bailando sin darse por aludida.

  • Bueno, mañana nos vemos, que duermas bien. -Gabriela titubeaba si darle un beso de buenas noches a Xenia o no.

  • Buenas noches. -Xenia adivinó la intención de Gabriela y se agachó un poco para sentir el beso de la rubia en su mejilla. El roce de los labios en su piel fue fugaz, pero la morena percibió la suavidad de ellos, sintió algo en su estómago, se le apretaba, y su corazón comenzó a acelerarse. Se sintió confundida, así que rápidamente abrió la puerta de su habitación, donde José ya dormía profundamente y la cerró detrás de ella.


  • Yo no pienso limpiar nada, ¿captas? -Carla se disponía a salir hacia el jardín, mientras Sebastián intentaba persuadirla para que ayudara a ordenar un poco la casa.

  • Mira tú y Andrés hicieron el mayor desorden anoche, lo más justo es que cooperen en algo. -La suave voz del chico sonaba más a súplica que a orden.

  • ¿Justo? ¿Y a ti quién te dijo que la vida era justa? ya no me molestes. -Carla se ajustó el pareo a su cintura, que cubría la parte inferior de su biquini negro, cubrió sus ojos con lentes de sol y salió hacia el jardín, los rayos solares se reflejaron en su blanca piel.

  • Tú ven para acá. -Una mano se aferró fuertemente a su brazo y la pelirroja se encontró frente a unos ojos azules mirándola fijamente.

  • ¡Ouch! Eso dolió. -Se tomó el brazo donde lentamente iban desapareciendo unas marcas rojas con forma de dedos en su piel.

  • Vas a ayudar como todos a limpiar este desorden ¿oiste? -Xenia la miraba severamente, su voz sonaba grave.

  • Ayy Xenia, ¿me estás dando órdenes?. -Una sonrisa burlesca cruzó por los labios de la pelirroja. Por si no lo sabes, a mi nadie me da órdenes. -Los ojos marrones de Carla viajaron por el cuerpo de Xenia quien vestía unos pantaloncitos cortos y una polera ajustada. Aunque no sé -Su vista vagó alrededor. ¿Qué pasa si no lo hago? ¿Me darás de azotes?. Puso una mano en su cintura y comenzó a deslizar un dedo por su pecho mientras observaba el rostro de la morena provocativamente.

  • Lo vas a hacer y se acabó. -Los ojos de Xenia se entrecerraron peligrosamente.

  • Bueno, pero sólo porque tú me lo pediste. -Carla caminó delante de Xenia, volteó su rostro hacia la morena y le guiñó un ojo.

  • ¿Qué se trae ésta contigo? -Sebastián se acercó a Xenia mientras ambos observaban a la pelirroja comenzar a levantar el desorden haciendo exagerados movimientos.

  • Da igual, lo importante es que está limpiando. -Xenia se encogió de hombros y se dirigió a la cocina.

  • Se me parte la cabeza. -Andrés salía en ese momento de la habitación, agarrándose la cabeza con ambas manos.

  • Eso te pasa por tomar como un condenado. -Gabriela salía del baño, con una toalla en la cabeza.

  • Tú. -Xenia se asomó desde la cocina y apuntó con un dedo al chico moreno. Te toca limpiar con tu amiguita Carla, la escoba te está esperando.

  • Pero, los hombres no limpiamos, yo jamás lo he hecho, eso es trabajo para mujeres. -Una mueca de arrogancia cruzó su rostro.

  • Desde hoy lo comenzarás a hacer entonces. -Xenia repitió la mirada con el joven. Andrés levantó las manos en señal de rendición y se dirigió hacia la sala.

  • Está bien, está bien.

  • Hola ¿Cómo dormiste anoche? -Gabriela alejó la mirada de Andrés y se encontró con los ya conocidos ojos azules observándola. Una sonrisa cruzó por su rostro.

  • Bien ¿y tú?

  • Bien, estaba aquí preparándome un café aunque ya son más de las 12 del día.

  • ¿Te puedo acompañar? -Gabriela titubeaba un poco, sentía esa sensación extraña que viene luego que compartes mucho tiempo con alguien, y no estás segura que la próxima vez que lo veas volverá a darse esa química.

  • ¿No te vas a secar ese pelo? -Xenia apuntaba con un dedo hacia la toalla que llevaba puesta en su cabeza.

  • Luego, ahora tengo mucho apetito, y de todas formas no me gusta el secador, se quema mucho el pelo.

Ambas ingresaron a la cocina. Xenia sirvió dos tazas de café y se sentaron frente a una pequeña mesa.

  • ¿Sabes?. -Gabriela le dio un sorbo a su café. Anoche me quedé un ratito oyendo algo de la música que me prestaste.

  • ¿Y? -Xenia estaba mordiendo un pedazo de pan.

  • Me encantaron, sobretodo el de Bjork, tenías toda la razón del mundo. -Gabriela agitaba sus manos dándole énfasis a las frases.

  • ¿Ya ves? Yo tengo muy buen gusto. -La morena pasó una servilleta por sus labios.

  • ¿Buen gusto para todo? Oh oh creo que esa pregunta no le gustó ¿me estaré acercando al límite?

  • ¿Para todo? ¿A qué te refieres con todo? -Los ojos azules no mostraron ninguna emoción.

  • Ya sabes, chicos. No me vas a decir que no tienes una fila de hombres detrás tuyo, seguro tienes para regodearte eligiendo. -Gabriela le apuntaba graciosamente con un dedo y una mueca pícara en su rostro.

  • ¿Para regodearme? ¿Por qué tendría yo para regodearme?

  • Ya no te hagas. -La rubia le dio una palmadita en un brazo. Eres preciosa, alta, ojos azules, eres muy atractiva de verdad. -Xenia la miró directamente a los ojos y Gabriela se arrepintió inmediatamente de haber dicho la última oración. Sintió un leve rubor creciendo en sus mejillas. Yo y mi bocota, ahora ¿qué va a pensar? modérate Gabby. Te lo digo en buena onda, o sea... quiero decir... como amiga. -Gabriela ocultó su sonrojo detrás de su taza.

  • Sé de que forma me lo dices, y supongo que gracias por el cumplido. -Xenia apartó la mirada de la chica más rubia. Así que amigas...

  • Bueno, sólo si tú quieres. ¿Entonces? ¿Cómo está ese corazón tuyo? ¿Tienes alguien en tu vida?

  • Bueno... -Sintió que Xenia titubeaba un poco.

  • Hola chicas ¿Cómo durmieron? -José apareció en la cocina en ese instante, se acercó a la mesa donde ellas estaban. Mm qué rico, tengo mucha hambre, háganme un ladito por aquí.

  • Hola José, Ahora eres tan viejo como yo. -Xenia casi agradeció la interrupción del chico.

  • Y tú ¿Por qué me miras así? ¿Estaban ocupadas? -José paseó su mirada entre la morena y la rubia.

  • ¿Así cómo? -Gabriela puso su mejor sonrisa de inocencia al sentir la mirada de Xenia sobre ella.

  • No sé, así como que "no eres bienvenido José".

  • Ay no seas tonto, son imaginaciones tuyas. -Le dio un pequeño empujón al pálido muchacho, sin atreverse a mirar a Xenia.

Tengo que dejar de ser tan expresiva.


  • ¿Qué pasa? ¿Estás bien? -Gabriela se puso en cuclillas al lado de Isabel que parecía estar llorando.

  • Sí, estoy bien, no te preocupes. -Isabel esquivó la mirada de la chica rubia.

  • Hey, no me digas que estás bien, si estás llorando. -Su blanca mano levantó el mentón de la delgada joven.

  • Es sólo que extraño a mis padres. -Isabel se sonó sonoramente.

  • Lo siento, pero no te creo. -Los cálidos ojos de Gabriela miraban incrédulos a la joven. Vamos confía en mí.

  • Es... es que mis padres están enfadados conmigo, acabo de hablar con ellos. -Isabel bajó la mirada hacia sus manos que descansaban en su regazo.

  • ¿Y por qué están enojados contigo?

  • Es que...

  • Hola nenas, ¿Quieren algo de compañía varonil? -Andrés puso sus manos alrededor de la cintura de Gabriela.

  • Suelta, y déjanos, estamos ocupadas. -La rubia empujó al chico.

  • Uy mejor me voy, no vaya a ser cosa que venga tu defensora y me agarre otra vez del cuello.

  • ¿Me decías? -Gabriela concentró su atención en Isabel, que continuaba sollozando.

  • Me dijeron que están avergonzados de mí. -Isabel rompió en llanto nuevamente.

  • ¿Y por qué te dijeron eso? -La voz de Gabriela sonaba suave mientras le acariciaba el cabello a la chica.

  • Ya se estrenó el primer episodio del programa ¿Supiste?

-¿¿¿YA??? No tenía idea. -La chica rubia la miró sorprendida.

  • Sí, es que... ellos son buenos, me quieren mucho. -Isabel escondía su cara entre sus manos.

  • Claro que te quieren mucho. Eres una chica muy buena y...

  • No soy buena, no soy lo suficientemente buena, les prometí.... les prometí a ellos que no los iba a avergonzar.

  • Pero, ¿Qué es lo tan malo que hiciste? -Gabriela la miraba con extrañeza.

  • Mis padres son personas buenas, para ellos es muy importante la iglesia, y para mí también, de pequeña me han enseñado la fé y el amor por nuestro señor Jesucristo. Cuando yo me inscribí para esto, lo hice con la intención de traer el mensaje de la biblia a los jóvenes que vivieran en esta casa, como le prometí a mis padres.

  • ¿Para traer un mensaje? -Gabriela la miraba incrédula.

  • Sí, mis padres dicen que la juventud está corrompida, que ya nadie va a la iglesia que esa es la casa de Dios, que los chicos andan pecando cada minuto de su vida, y que alguien tiene que guiarlos por el buen camino.

  • Y ¿tú? ¿piensas igual?

  • Claro que pienso igual. -Isabel la miró indignada. La iglesia es lo más importante para mí en mi vida. -Volvió a romper en llanto. Pero en vez de darles un buen mensaje, me dijeron que me ando comportando como una ramera jugueteando con Sebastián para todas partes, que me la pasó riendo, comiendo y coqueteando con los hombres, que se avergüenzan de mí.

  • ¿¿¿Qué??? Isabel, eso no es cierto, eres una buena persona, haces las cosas normales de los chicos a tu edad.

  • ¿Ves? es que tú no entiendes. Yo sé lo que dice la palabra de Dios, soy la encargada de darles un mensaje a todos uds.

  • Cálmate, así no son las cosas. ¿Por qué ingresaste aquí? si tus padres son tan religiosos no entiendo que estén de acuerdo con esto.

  • Ellos me dijeron que ingresara, que mi misión era venir y hablarles sobre la biblia y la iglesia, que ellos estarían muy orgullosos de mí si me vieran hacer eso delante de toda la juventud chilena.

  • Pero no tenías que ingresar a un reality para entregar un mensaje, basta con que se lo des a la gente que te rodea.

  • Es fácil tratar de hablarle a tus amigos y familiares, hay que buscar a la gente que no tiene nada que ver contigo, de lo contrario estás haciéndolo con quienes te es más cómodo. -Isabel había dejado de llorar.

  • Mira Isabel para empezar la biblia la escribieron los hombres. -La delgada chica le dio una mirada asesina. Segundo las cosas no están escritas para darles un sentido literal, hay un mensaje sí, pero para ti misma, para que tú saques algo de ello, no para que te sientas con la responsabilidad de metérselos en la cabeza a todos a la fuerza.

  • Pero...

  • Mira te voy a ser sincera, yo no creo en las iglesias, en ninguna, tampoco estoy en contra de ellas, es algo que simplemente debe existir para las personas que las necesitan, ¿entiendes?

  • ¿Cómo que para las personas que las necesitan? -Isabel la miraba incrédula.

  • Las personas estamos en diferentes niveles de evolución Isabel, somos todos seres humanos por igual, y todos nos merecemos el mismo respeto y la oportunidad de ser felices en la vida de compartir entre nosotros. Pero estamos en diferentes niveles cada uno, y lo que tenemos en común es que el destino de todos que es el mismo. Tienes razón con que debemos aprender los unos de los otros, por algo estamos aquí, pero el mensaje que entreguemos no es una ley para todos, ¿me entiendes? Si tú necesitas ir a la iglesia para tener fé, hazlo, porque eso es bueno para ti en este momento de tu existencia, pero para otras personas no es una necesidad ir a una iglesia para creer, y tener fé, la fé no es algo que se adquiere yendo a un lugar específico, ni leyendo un libro, es algo que sientes aquí dentro.

  • ¿A qué te refieres con eso de este momento de tu existencia, y niveles de evolución?

  • Bueno, tu existencia se divide en varias vidas, te lo mencioné cuando te hablé acerca de ti y Sebastián. -Isabel se sonrojó. En cada vida vamos avanzando, nuestro ser va evolucionando. -Gabriela movía las manos expresivamente.

  • Yo no creo en eso, la biblia no permite creer en la reencarnación. -Isabel parecía molesta.

  • A eso me refiero, yo te estoy diciendo lo que yo creo, tú decides si lo aceptas o no.

  • Pues no lo acepto.

  • Ok entonces ¿para qué te molestas? si crees en algo firmemente, aunque te digan lo que te digan tu no cambiarás de parecer, simplemente no te va a importar porque sientes la verdad dentro de tu corazón y si la sientes, sabes que no puedes obligar al otro a creer en algo para lo que no está listo. Ahora lo que te puedo decir, es que lo quieras o no, eres una buena persona, y lo que te dijeron tus padres no es cierto, lo lamento. -Gabriela hizo ademán de pararse.

  • Sabía que no ibas a entender, no debí decirte nada.

  • Puedes confiar en mí, yo te digo lo que pienso, o ¿prefieres que no sea honesta y te diga algo que sólo te haga sentir bien?

  • No. Pero es que si mis padres reaccionaron así con el primer episodio, ¿qué pasará cuando vean los demás? la fiesta... la lectura de tarot... -Isabel bajó la cabeza y los sollozos regresaron.

  • Sólo fue una fiesta.

  • Nos besamos, Sebastián y yo.

  • ¡¡¡Qué bueno!!! -Gabriela dijo con entusiasmo.

  • No es bueno. -Isabel la miró con furia. Si me dicen que me estoy comportando como una ramera sólo por conversar, imagínate qué me dirán por haberme besado con él después de una semana. Estuvo mal.

  • Deja de vivir por tus padres. Si sientes algo de corazón, entonces sabes que está bien, Sebastián es un muy buen chico, le gustas, que tú le correspondas no es ningún pecado, todo lo contrario, es algo bueno. Antes que recibieras el llamado de tus padres, estabas feliz, ¿no crees que ese sentimiento tiene más valor que el que te hagan sentir las palabras negativas de terceros?

  • Son mis padres...

  • Es tu vida.

  • Pero...

  • Una pregunta ¿Qué vas a hacer con el dinero que te paguen? Gabriela la miró con interés mientras esperaba la respuesta. -Isabel guardó silencio unos segundos.

  • Se la daré a mis padres, ellos la necesitan para comprar algunas cosas. No es que ellos me lo hayan pedido, es que lo necesitan. -Isabel dijo defensivamente.

  • No he dicho lo contrario. Si quieres hablar sabes que te puedo escuchar siempre, ahora te dejo un rato. -Gabriela se paró y se alejó del lugar.

Pobre chica

  • ¿Ya viste como dejaron estos? José fingía equilibrarse con los brazos mientras caminaba por una línea imaginaria en el piso.

  • Horrible. -Gabriela hizo una mueca de desaprobación. Vamos a tener que hacerlo nosotros nos guste o no.

  • Yo te ayudo. ¿Te dije que te ves linda hoy? -Una pequeña sonrisa se dibujó en el pálido rostro del chico.

  • ¿Linda? Te hacen falta anteojos, tengo cara de sueño, ojeras, y eso que ni siquiera bailé.

  • Estoy enojado contigo, ya que lo mencionas, esperé toda la noche por ese baile que me prometiste, yo estaba de cumpleaños ¿sabes? y ni siquiera me diste bola. -El chico comenzó a poner los muebles en su lugar sin darle la cara a Gabriela.

  • Lo siento. -La chica rubia recordó la noche anterior. Tienes razón, es que se me pasó la hora conversando con Xenia, y luego tú ya te ibas a dormir entonces... -Gabriela se comenzó a sentir culpable.

  • No tienes que darme explicaciones, mira yo sé que no soy divertido, ni atractivo para las personas, estoy acostumbrado. -La voz de José tenía un toque de tristeza.

  • Pero... No es eso, es sólo que...

  • Está bien, de verdad, para la próxima fiesta que tengamos, me cobraré ese baile. -José la miró tímidamente. Por lo menos los demás lo pasaron bien.

  • Trato hecho. Gabriela estrechó la mano de José.

  • Chicos ¿Han visto a la Isa? -Sebastián tenía una sonrisa perpetua en el rostro.

  • Está en el jardín. -Gabriela lo miró con preocupación. Seba...

  • ¿Sí?

  • No, nada, luego nos vemos. -El chico salió alegremente en busca de Isabel. Gabriela prefirió no advertirle nada a Sebastián, temía entrometerse en lo que no era de su incumbencia.

  • ¿Qué mierda están haciendo? Dejen eso, aquí los que tenían que limpiar el desorden que hicieron son Carla y Andrés. -Xenia le arrebató la aspiradora de la mano a Gabriela.

  • Dios, me asustaste. -La rubia se llevó la mano al pecho.

  • Lo siento.

  • Está bien Xenia, ya casi acabamos, y si nos sentamos a esperar que ellos lo hagan, sentados nos quedaremos. -Los ojos verdes se alzaron y la expresión de la morena se suavizó notablemente.

Mierda, me gusta,¿ por qué porqué por qué? por qué tenías que entrar en esto justamente tú...

La pasada noche Xenia se había quedado despierta por varias horas antes de ser capaz de conciliar el sueño, la imagen de Gabriela sonriendo, empujándola suavemente, haciendo gestos con el rostro, moviendo las manos, se le aparecía una y otra vez en su mente. No tenía problemas con que le gustara una chica, no era ese su problema, pero se había hecho una promesa a sí misma de no fijarse en nadie de esa casa, ¿y ahora qué? le estaba comenzando a atraer poderosamente la joven de ojos verdes, su presencia la inquietaba, le era de todo menos indiferente, no era como el resto de las personas que estaban viviendo allí. Carla le caía mal, era irritante, pero le era más bien indiferente mientras se mantuviera lejos de ella, Andrés era otro estúpido más como los que se encuentran en cualquier lado, su presencia era inocua para Xenia, y los otros dos chicos, hablaban menos que ella misma, José le caía bien, pero jamás llegaría a considerarlo un amigo. Pero Gabriela, Gabriela era distinta, distinta a todos las otras personas de esa casa, distinta a todos sus amigos, en menos de una semana había logrado hacerla sonreír continuamente, de mantener una conversación con ella por más de una hora. Era algo extraño sin serlo a la vez. Xenia estuvo recordando la primera vez que la había visto, allí sentada en el suelo mirándola casi hipnotizada, se veía tan frágil, la lágrima rodando por su rostro, el sol brillando en sus verdes ojos, ese rostro casi infantil, su cabello... su voz... su sonrisa... sus ojos... Lo que sintió, esa mezcla de familiaridad y nerviosismo ante su presencia. ¿Qué me pasa? ¿Gabriela qué me estás haciendo?

  • ¿Xenia? ¿Xenia? ¿estás bien? -Dirigió la mirada hacia el lugar de donde venía la voz, un par de ojos verdes la miraban con cara de pregunta, y el ceño fruncido.

  • Sí, estoy bien, sólo pensaba. -Xenia recobró la compostura en el instante.

  • ¿Pensabas? ¿En qué si se puede saber? -Gabriela sonreía. Xenia comenzó a sentir una sensación extraña en el estómago.

¿mariposas? ay por la mierda qué patética soy.

  • Xenia te estás sonrojando, ¿sabes? mejor no quiero saber en lo que piensas. -Gabriela levantó los brazos y siguió con su labor de aspirar la mugre del piso.

  • No digas tonterías, yo no me sonrojo, es que hace calor. Lo único que me faltaba.

  • Sí, como tú digas. -Lograba ver la sonrisita burlona en el perfil de Gabriela.

  • ¿Te estás riendo de mí? -Una ceja se levantó amenazante.

  • No de ti, de tu sonrojo que es distinto. -La sonrisa no pensaba en menguar.

  • Detesto que se rían de mí, y ya sabes que les pasa a las personas cuando yo me enfurezco. -Los azules se clavaron en el rostro de la chica más baja.

  • ¿A ver qué me vas a hacer? -La rubia se le encaró con las manos en la cintura, cosa que desarmó por completo a Xenia. La sonrisa permanecía y los ojos pícaros la miraban expectantes.

  • Esta vez te la voy a dejar pasar. -Xenia meditó en las posibilidades que tenía, si la tocaba era peligroso, ya que si con un sólo roce de los labios en su mejilla había sido capaz de trasmitirle tantas cosas, qué pasaría si la agarraba y la rubia se defendía, no, mejor no tomar riesgos.

  • Cobarde...

  • ¿Qué dijiste? -La ceja se volvió a alzar.

  • Que es tarde, eso dije, que es tardísimo y mi estómago está clamando por comida ¿oyes? Ojos verdes la miraron fingiendo inocencia mientras indicaba a su propio estómago con la mano.

  • Ah sí, ese estómago voraz, ¿y el almuerzo? ¿a quién le tocaba hoy?

  • A Andrés. -José dijo encogiéndose de hombros. Xenia y Gabriela se miraron.

  • Nos quedamos sin almuerzo hoy. Ambas dijeron a la vez.

  • Necesito urgentemente pingüinos, me muero si no me como un pingüino. -Gabriela decía amargamente.

  • ¿Pingüinos? ¿Los pingüinos se comen?

  • No esos pingüinos, mensa, esos pastelitos de chocolate rellenos con crema. -La chica de ojos verdes recreaba la forma con sus manos. Si no me como uno me voy a morir. -Gabriela se saboreaba al imaginar la imagen de su golosina predilecta.

  • Disculpa ¿Me acabas de llamar mensa? -Una oscura ceja se elevó inquisitivamente.

  • Sabes Xenia, esa ceja levantada ya dejó de intimidarme hace días, ya no consigue su objetivo conmigo, cuanto lo siento. -La rubia hizo una mueca de fingido pesar.

  • ¿Así que no consigue su objetivo? Los ojos azules se entrecerraron peligrosamente.

  • La vi, la acabo de ver formándose en tu rostro, ¿ves? ya perdiste el toque Xenia, no sólo no te funciona el levantamiento de ceja conmigo. -La rubia levantó la propia con ayuda de su pulgar. Sino que ya ni siquiera eres capaz de mantener tu rostro serio. La sonrisa te delata.

  • Te informo que desde hoy te odio. -Xenia se puso seria en la medida que pudo, oía las risitas de Gabriela y no quería mirarla porque sabía que sería incapaz de no reír junto a ella.

  • ¿Me odias? sabes Xenia, si me odias desde hoy, quiere decir que antes me querías, porque si te fuera indiferente simplemente no tendrías sentimientos de odio por mi.

Xenia abrió la boca con la intención de decir algo pero no emitió ningún sonido. -Abrió la puerta del cuarto de Gabriela el cual desde ese día le tocaba compartir con Sebastián. - Tengo que irme.

  • ¡¡¡Xenia!!! regresa, por favor estoy muerta de aburrimiento. A la cuenta de 3 vas a volver por esa puerta.. Uno....Dos...Tres... .Nada. La rubia salió corriendo por la puerta.

  • ¿Me buscabas? -Se sobresaltó al oír la voz de Xenia a su lado. Sus ojos azules la miraban intensamente.

Hace días que ya había dejado de sentirse tan cohibida por ellos, se había acostumbrado en una semana a mirarlos sin bajar la vista, había momentos como éste en que tenía la necesidad de escaparse de esa mirada, pero ¿cómo justificaría el hecho de avergonzarse por ellos? eran prácticamente amigas. Si bien era cierto que habían demasiadas cosas que aún no sabía de la chica morena, cosas incluso importantes, había conseguido poco a poco destruir ese muro que Xenia tenía tan bien construido alrededor de sus emociones. Gabriela sabía de ese muro, nadie excepto ella misma parecía darse cuenta en la casa que no era simplemente que la personalidad de Xenia fuera parca, sino que había un ser diferente que se podía descubrir, si se tenía la paciencia suficiente de derribar esos muros, casi tan poderosas como sus azules ojos.

  • ¿A ti? qué va, iba al baño, es que ya me hago. -Gabriela fingió estar aguantando las ganas de orinar.

  • Ah ya veo, y yo que estaba segura que venías desesperada detrás de mí. Si hasta conté hasta tres esperando a que aparecieras por esa puerta. -Xenia se soplaba las uñas despreocupadamente.

  • Te odio. -Una sonrisa comenzó a formarse en el rostro de Gabriela. ¿En realidad contó igual que yo?

  • ¿Me odias? ¿sabes Gabby?, si me odias quiere decir que antes me querías, porque si te fuera indiferente simplemente no tendrías sentimientos de odio hacia mí. -Los ojos azules se clavaron en los verdes con un brillo pícaro.

  • Que bien recuerdas mis palabras ¿eh? La chica rubia tomó la mano de Xenia y la dirigió de vuelta a la habitación. Qué saltona es, ¿o tendré las manos heladas?

  • ¿No te dirigías al baño? -La voz de Xenia sonó en sus oídos con fingida inocencia.

  • ¿Me creerías si te digo que al verte se me quitaron las ganas? Eso no sonó tan bien como yo esperaba.

  • ¿Dices que quito las ganas de mear?

  • Algo así, eres perturbadora. Otra vez no sonó tan bien como yo esperaba. -Sintió la mirada de Xenia.

  • Bueno así que ¿qué son los tales pingüinos esos? -Xenia se estaba rascando un brazo, eran delgados pero fuertes.

  • Esto es insultante. ¿No los has probado nunca? No lo puedo creer, te estás perdiendo la mitad de tu vida. -Gabriela giró los ojos al cielo con una mueca de exasperación en el rostro mientras movía la cabeza de un lado a otro en negación.

  • Oye de nuevo con lo mismo, primero que si no tengo los primeros cds de los Red Hot, y ahora con que es algo insólito que no halla comido pingüinos. Te recuerdo que aquí la glotona eres tú, a mí déjame con mis cigarritos no más.

  • Se me había olvidado. -Dijo Gabriela con entusiasmo. No has visto mi música aún, busca, busca pero ya.

  • Qué cómica eres ¿por qué te podría entusiasmar que alguien revisara tus cosas? Yo no dejo que nadie revise las mías. -Xenia miraba con interés los cds.

  • A mí me dejaste. -La voz de Gabriela sonó dulce. Xenia adivinó la sonrisa en el rostro de la chica más joven aún sin mirarla. Y comenzó a sentirse perturbada, realmente incómoda.

  • Debe ser el encierro que me hace hacer cosas extraordinarias. -Xenia intentó que su voz sonara lo más casual posible, pero fue incapaz de levantar la vista.

¿Te avergonzaste? Mírame Xenia, ¿por qué no levantas la vista? quiero ver tus ojos cuando te sientes turbada. En realidad me dejaste a mí revisar tus cosas ¿por qué? ¿por qué lo hizo?

  • Quizá sea el encierro. -Gabriela dijo sin creer en realidad que fuera cierto.

  • ¿Sabes? tienes buen gusto musical después de todo. ¿Me prestas éstos? Xenia levantó por fin la mirada con varios discos en su mano.

  • A ver veamos qué tenemos por aquí. -Gabriela le arrebató los discos. ¿Los primeros cds de los Red Hot? Los ojos verdes miraron a la morena.

  • Sí, ya que tan descabellado te pareció que no los tuviera, para ver de qué tanto me estoy perdiendo.

  • Muy buena elección. -Gabriela sonrió satisfecha. Veamos qué más tenemos por aquí. -La chica rubia levantó la mirada hacia Xenia. ¿Ya viste que hay varios que tú tienes? -Una sonrisa que a Xenia le pareció adorable cruzó por su rostro.

  • Sí ya ví.

  • Bueno y además te recomiendo este de John Frusciante, es genial, es el guitarrista de los Red Hot, es un maestro, sin mencionar que es lindo lindo lindo, ¿te has dado cuenta que los cuatro integrantes son lindos? -Gabriela levantó la vista pensativa, y cuando dirigió la mirada a Xenia percibió una expresión que no fue capaz de interpretar, era diferente a las que ya había visto, como cuando intentaba ocultar una sonrisa, o su vergüenza, ésta no la había visto antes. Dame alguna pista Xenia ¿qué expresión es esa? Te advierto que descubriré todos tus pequeños secretos.

  • Ok veamos qué tal el tal Frusciante.

  • Ah y también llévate éste de Nirvana y este otro de Lucybell, y éste de...

  • Suficiente, ¿Quieres tenerme oyendo música por el resto de mis días en esta casa? -Gabriela le dedicó una sonrisa.

  • ¿Sabes Xenia? tienes que probar los pingüinos. -Xenia giró los ojos.

Te ves hermosa cuando haces eso, siempre te ves hermosa en realidad.


  • ¿Xenia? ¿Puedo hablar contigo?

  • ¿Estás seguro? ya sabes que muy habladora no soy. -Xenia levantó la vista de la lectura y miró incrédula al joven pálido frente a ella, traía una actitud tímida.

  • Así como qué bruto que seguro estoy, no, pero no tengo otra alternativa.

  • A ver, dime. -Xenia dejó el libro que estaba leyendo y se concentró en la persona que tenía enfrente.

  • Me da un poco de vergüenza, pero no puedo contar con los chicos porque necesito una opinión femenina, y de las chicas a Carla por razones obvias no puedo recurrir e Isabel, no se, es medio rara, el otro día que me intenté acercar a ella me dijo que por qué no leía el versículo no sé cuantito de la Biblia.

  • ¡¡¡Ya!!! José, mi paciencia está llegando a su límite. -Los ojos azules se endurecieron. ¿Qué hay de Gabriela? es con quien mejor te llevas.

  • Es que... bueno... o sea... uds dos parecen congeniar bien y todo eso. -Xenia se comenzó a sentir incómoda. Y bueno necesito que me des un consejo, veras... o sea... ella es muy linda y es muy simpática conmigo, y es tan dulce, y bueno...

  • Te gusta. -José se vio golpeado por esos ojos azules.

  • Sí, no sólo me gusta, me encanta Xenia, es la chica ideal, ¿Sabes qué diría mi madre si yo llevara a casa una novia como ella?

¿Que los milagros existen?

  • ¿Y yo qué tengo que ver? La voz de Xenia sonaba fastidiada. Comenzó a sentir una sensación extraña. ¿Qué se creía José con venir a fijarse en Gabriela? O sea claro Gabby era linda y dulce, estaba de acuerdo, pero era intocable para él. ¿Y por qué es intocable para el chico? ¿porque te gusta a ti? abre los ojos y mira la realidad, Gabby es hetero, jamás en su vida se fijaría en ti, incluso éste tiene más posibilidades que tú de conseguir algo con ella.

  • Pues eso, que eres su amiga, quizá puedas darme algún consejo, o algo, no sé. -Xenia percibía la incomodidad del chico.

  • No sé, lo siento, si tanto te gusta ve y díselo, nunca sabes lo que puede suceder. Xenia se quedó meditando sus propias palabras.

¿Ve y díselo? Me pregunto qué sucedería si yo le dijera que me gusta....

  • Gracias Xenia, lo tendré presente, no creo que me atreva, soy demasiado torpe. Sí ya me había dado cuenta. Pero de verdad lo voy a intentar, luego te cuento qué tal ¿vale? El chico le levantó dos pulgares y se alejó alegremente del lugar.

Sí imbécil, me contarás como Gabby te mandó a freír monos al Africa... Mierda, hasta cuando Xenia, es tu amiga, tiene derecho a estar con quien quiera. Pero a ti bicho no te va a pescar ¿Oiste? Miró con furia al chico que se alejaba. Qué ridícula soy...

Ayyy Xenia tan linda como siempre ¿Qué estás haciendo? ¿Recuperándote de las estúpidas palabras que te debe haber dicho ese imbécil? - Carla apareció a su lado con su acostumbrado tono de voz. Xenia no sabía si era así como hablaba, o si lo fingía.

  • ¿Que acaso no se nota? -Agitó el libro que estaba leyendo delante de los ojos de la pelirroja.

  • Xenia Xenia Xenia, tan gráfica, ¿Para todo eres igual?

  • A ver Carla, ¿Qué quieres? -La morena miró a la chica más joven con una mueca de claro disgusto.

  • ¿Tengo que querer algo? Sólo pasaba por aquí, soy libre de estar donde quiera ¿No crees Xenia? -Carla marcaba la X de una manera que a Xenia le molestaba enormemente.

  • Ya que te estás dirigiendo a mí, es obvio que quieres algo, así que te escucho. -Xenia se cruzó de brazos sin apartar su mirada de los ojos marrones, a ver si la pelirroja se cohibía como ya había pasado antes.

  • En eso tienes razón Xenia, me encanta esa percepción tuya. -Carla se apoyó en la baranda de la terraza y llevó su vista al frente.

  • ¿Entonces? -Xenia no apartaba su mirada de ella, esperando impacientemente.

  • Tú sabes bien lo que quiero cariñito. -Carla clavó sus ojos marrones en los azules de Xenia.

  • No, no lo sé, así que habla rápido porque estoy perdiendo la paciencia. Mierda ¿es que en realidad piensa lanzárseme?

  • No tienes para qué hacerte la desentendida conmigo. -Carla acortó la distancia que la separaba de la morena. Yo sé quién te gusta, y también sé que no tienes posibilidades con ese alguien, por las razones que ya sabemos, pero eso no quiere decir que tengas que pasarte el resto de semanas que nos queda en esta casa adorando a una personita que no está interesada en ti de esa manera.

  • No sé de qué hablas. -Xenia mantuvo el rostro inexpresivo, pero sintió una punzada en el estómago al oír las palabras de la pelirroja no está interesada en mí de esa manera. Ay mierda ¿es que en realidad ésta lo nota? o sólo lo supone.

  • Sí, lo sabes, pero no te preocupes darling no voy a andar por ahí gritándolo a los cuatro vientos, mi única intención aquí es pasarlo bien, y este maldito encierro ya me está sofocando, y cuando me sofoco necesito algo refrescante ¿captas?

  • Entonces ve y tómate una coca cola o date un buen chapuzón en la piscina. -Xenia se estaba sintiendo incómoda pero no estaba dispuesta a demostrarlo, no le iba a dar municiones a Carla para que encontrara su punto débil.

  • No no no cariño, me refiero a otro tipo de sofocamiento, uno que quizá una alta morena y de ojos azules podría calmar un poco.

Es un hecho, se me está lanzando aquí delante de todo Chile.

  • Mira ya te lo dije y te lo repito, no eres de mi tipo, ¿entiendes? no estoy interesada. -Xenia meditó la posibilidad de irse de ahí, pero no quería parecer que se estuviera escabullendo por temor, eso sólo lo hacía con Gabriela.

  • Está bien Xenia, entiendo, pero nos quedan 7 largas semanas para estar aquí, y de esas 7 tarde o temprano te tendré como compañera de habitación, y te juro que no te me vas a escapar tan fácilmente, estoy esperando por eso, yo conozco las de tu tipo y no eres del pasivo.

  • No me interesa lo que pienses, por mí puedes esperar todo lo que quieras, pues esperando te quedarás. -El tono de fastidio se imprimió en la voz de la morena.

  • La paciencia es una virtud. -Carla soltó la frase, se dio media vuelta y desapareció de la vista de Xenia.

¿Una semana entera con ésta toda la noche en la misma habitación? ¿En qué estaba pensando cuando me metí aquí?. El rostro de Gabriela apareció en sus pensamientos, recordó la voz de la rubia diciéndole que era atractiva, el rubor en sus mejillas. Se avergonzó de decírmelo, ¿por qué? ¿y si siente algo por mí?. Por la mierda ¿qué hago yo analizando situaciones? Desde el primer momento en que había entrado en esa casa, Xenia sintió la necesidad de irse de allí, ese no era su lugar, pero luego del acercamiento entre ella y Gabriela sus deseos de abandonar la casa habían ido menguando hasta esfumarse por completo. Gabby.... ¿Y la semana que me toque compartir cuarto con ella? Una sonrisa cruzó por su rostro.


  • Buenos días. -Gabriela se dejó caer en el sofá y le plantó un rápido beso en la mejilla a Xenia. ¿Llego a tiempo?

  • ¿A tiempo para qué? -Xenia se había sobresaltado al sentir el beso de la chica, fue fugaz pero la sensación permaneció en su rostro por largo tiempo.

  • ¿Cómo que para qué? Ya sabes, "Los Morgendorfer", "Los comentarios irónicos", "El club de Moda". Es nuestro día de Daria ¿Recuerdas?

  • Querrás decir que es "MI" día de Daria, tú te estás pegando por tu cuenta. Y ¿Desde cuándo el Club de Modas cuenta de todas formas?

  • No seas egoísta Xenia, es más entretenido ver los programas de tv con alguien más, así puedes comentar e intercambiar opiniones. -Gabriela gesticulaba alegremente. Y el "club de modas" es parte del programa, no fui yo quien lo hizo, además no me digas que no te da risa ver a esas cuatro mensas discutir acerca del atuendo de las no populares como si de una tragedia se tratara.

  • No me da risa, me irrita que es distinto, me dan ganas de agarrarlas del cuello y matarlas, sobre todo a la envidiosa esa. -Xenia fingió estar estrangulando al aire. ¿Ves? como este video de música por ejemplo, también me irrita enormemente, ¡ya! sáquenlo sáquenlo. -La morena agitaba las manos a la altura de sus ojos bloqueando la imagen de la pantalla del televisor.

  • ¿Debo comenzar a preocuparme por esas muestras de agresión Xenia? -Gabriela miró a la morena con una fingida mueca de preocupación en su rostro. Además este video es muy bueno, ganó en las premiaciones de mtv y todo.

  • ¿Bueno? -Xenia la miró con una divertida mueca en el rostro. Marea, que es distinto, todo el rato se te vienen las imágenes encima, y esa combinación de rojo y blanco me irrita aún más, ¡ya! quítenlo.

  • ¿Sabías que los entendidos en el tema dicen que las personas que participan en realities terminan con graves trastornos mentales? Gabriela le dio una gran mordida a su sándwich.

  • Sí, lo sabía. -Xenia la miró con fastidio. ¿Ya estás comiendo otra vez? -Los ojos azules miraron lo que estaba engullendo la chica más joven.

  • ¿Y tú? ¿Ya estás fumando otra vez?

  • Apenas fumo, en cambio tú te pasas todo el día llenándote el estómago.

  • No es cierto Xenia, fumas demasiado, y esto te lo digo seriamente, al menos yo voy a engordar hasta reventarme, de todas formas mi metabolismo funciona de mil maravillas aún ¿ves? - Se paró y dio un gracioso giro. Pero tú vas a fumar hasta que te dé cáncer al pulmón o a alguna otra cosa. ¿No has pensado en dejar ese vicio? -Gabriela miró a la morena severamente.

  • Fumo desde que tenía 13 años, cuando me de el cáncer ahí me preocuparé. Y sí, veo que tu metabolismo ha funcionado bastante bien hasta el momento. -Xenia dio una fugaz mirada al cuerpo de Gabriela.

  • No juegues con eso Xenia, enserio deberías dejarlo, ¿por qué no haces el intento? usa este encierro al menos para algo útil como dejar ese vicio tan dañino. Después de todo aquí no es llegar y salir a comprar a la esquina.

¿Y esa mirada qué fue? ¿En realidad se fija en mí? Ya ,de nuevo con tus tonterías Gabriela, pero ¿qué me puede importar a mí que otra chica se fije en mi cuerpo? El encierro me confunde.

  • Traje varias cajetillas. -Una sonrisita de satisfacción cruzó por el rostro de la morena.

  • ¿Sabes qué voy a hacer? las voy a agarrar todas cuando no te des cuenta y las voy a enterrar en el jardín.

  • No te atreverías a hacer eso ¿verdad? Es asunto mío si hago con mi cuerpo lo que quiero, no tienes derecho a meterte. Si lo haces no te vuelvo a hablar nunca más ¿oíste? -La voz de Xenia sonó amenazante y sus ojos se clavaron en Gabriela con furia.

  • Tienes razón, es tu vida, no tengo por qué meterme, es sólo que me preocupo por ti. -Gabriela sintió un pequeño dolor en su corazón al ser receptora de la mirada de Xenia, ya se había acostumbrado a ver esos ojos más sonrientes últimamente.

  • Lo siento, no quise sonar tan dura, pero comprende que este vicio no se puede dejar así como así, me gusta fumar. -Xenia miró el perfil de Gabriela concentrado en la pantalla del televisor, vio una pequeña expresión de dolor cruzando por ese rostro.

  • Está bien, pero no me voy a rendir así como así, algún día te sacaré del vicio, ya vas a ver. -El brillo volvió a los ojos de la chica más joven.

-¿Algún día? Te recuerdo que tienes sólo 7 semanas para quitarme el vicio. O ¿es que acaso piensas seguir intentandolo cuando salgamos de aquí?

  • Claro, aunque va a ser un poco difícil ya que piensas irte del país. -Gabriela volvió a sentir esa opresión en el corazón aunque esta vez fue más intenso aún.

Dios ¿qué me pasa? ¿ya le tengo tanto cariño que sufro anticipadamente porque sólo la tendré en mi vida unas pocas semanas?

  • Es cierto. Xenia observó con interés el perfil de Gabriela, sus ojos estaban brillantes. Ya había olvidado el hecho que pensaba dejar el país una vez salieran de esa casa.

  • Mira, ya comienza Daria, y ¿qué demonios es esto? no es la presentación habitual. -Gabriela se sintió aliviada que en ese momento comenzara el programa y atrayera la atención de Xenia, ya que el tener esos ojos observándola por demasiado tiempo la ponía extremadamente nerviosa, sobretodo porque la chica más alta parecía adivinar sus pensamientos.

  • Ah, es una de las películas, ésta es la de ¿Ya llegó el Otoño? está buena, es en el tiempo inmediatamente después que Daria le roba el novio a Jane.

  • ¿¿¿Daria le robó el novio a Jane??? no creí que era de ese tipo. -Gabriela miró extrañada a Xenia.

  • Bueno tanto como que se lo robó, no, fue el tipo que tuvo más onda con Daria, aunque quedó la escoba entre ellas dos, se alejaron y bueno luego ya se ponen en la buena.

  • Ah, entiendo, nunca se sabe dónde puedes encontrar el amor de tu vida, puede ser en personas tan difíciles como el novio de tu mejor amiga. ¿y acaso no era que no creías en la onda y química entre dos personas? -Gabriela estaba atenta a la pantalla. Sintió la mirada de Xenia en su rostro, al girarse se encontró con un par de ojos azules mirándola, estaban serenos, casi dulces, otra vez tuvo la sensación de fundirse en ellos, de que alrededor todo se congelaba.

  • Tal vez tengas razón después de todo.

¿Qué me sucede con ella? Desde que la vi la primera vez tuve esa sensación de familiaridad, sé que a ella le pasa algo parecido, lo siento.


  • Ya no soporto este maldito encierro ni un segundo más.

  • Cálmate muñequita, no es tan malo, además aquí no tienes ni siquiera que trabajar, te pasas todo el día tirado de guata al sol si quieres. -El columpio en el que Andrés estaba parado llegaba cada vez más alto.

  • Te recuerdo darling que es lo mismo que haces tú afuera, pasar todo el día vagueando. - Carla estaba sentada en el columpio del lado del chico con una mueca de aburrimiento en su rostro.

  • Igual que tú no más ¿Además para qué trabajar? -El chico se encogió de hombros. Nuestros respectivos papis nos dan todo lo que pedimos, trabajar sería una gran pérdida de tiempo, cuando puedes gastar esas preciosas horitas llevando a las minitas más ricas de Viña del Mar a casa.

  • Toda la razón del mundo tienes Andresito, no estás tan imbécil después de todo.

Ambos chicos se habían cruzado en varias ocasiones en distintos pubs y discotteques de la ciudad, no eran amigos, pero habían intercambiado una que otra palabra, tenían amistades en común. Los dos provenientes de familias ricas, estaban acostumbrados a conseguir todo en la vida usando la ley del mínimo esfuerzo. Andrés era el típico chico rico que vive a costa de sus padres, no le trabaja un día a nadie, y se liga con cuanta chica esté dispuesta a darse un revolcón en el asiento trasero de uno de sus autos, de los cuales el primero había sido un obsequio de graduación, que había conseguido aún antes de haberse graduado realmente. Carla por su parte, era la reina la noche, vivía en discottes, pubs y en cuanto lugar se encontraran reunida la suficiente masa de gente que le permitiera darse el lujo de elegir algunas varias personas por noche. Carla contaba a su haber con tres intentos de suicidio, de los cuales había salvado en todas las oportunidades gracias a la rápida asistencia de la empleada doméstica en una ocasión y por amigas en las restantes.

  • Oye Carla, ¿tú eres lesbi verdad? -Carla le devolvió la mirada despectivamente.

  • Digamos que no discrimino a nadie ¿captas? -Una sonrisa se formó en su rostro.

  • ¿No discriminas? Si a mí aún no me das la pasada. -Andrés había dejado de columpiarse.

  • Ayy querido, es que aún no he llegado al límite de la desesperación como para usarte. -La pelirroja le echó una mirada desinteresada.

  • Eres una perra, ¿lo sabes? y eso me encanta. -Andrés bebía alegremente de su lata de cerveza.

  • Lo sé. Pero te tendré presente para cuando necesite... - Carla dejó su columpio y se sentó sobre Andrés - desahogarme un poquito. Le dio un pequeño beso en los labios y se alejó del chico.

  • ¿Y por qué no me tienes presente ahora mismo?

  • Digamos que si me pones enfrente a Brad Pitt y a Jennifer Aniston, yo voy a elegir a la fémina ¿captas? y mientras tenga a una en quien concentrarme, tú estás ahí de segundón, cuanto lo lamento. -La pelirroja se llevó una mano al pecho mostrando fingido pesar.

  • ¿Y quién sería ésta en quien te estás concentrando?

  • ¿Es que los hombres no se enteran de nada jamás? Abre los ojitos darling, y mira alrededor ¿en quién podría yo estarme fijando?

  • ¿Xenia? -Andrés dijo después de meditar un momento su respuesta.

  • Bingo. Y eso es todo lo que diré.

  • ¿Xenia? ¿cómo que Xenia? a Xenia le gusto yo, se hace la dura pero ya va a caer igual que todas. -Andrés le ofreció otra lata de cerveza a la pelirroja.

  • No muchas gracias, una es mi límite, evito los tóxicos. Y, perdona que te baje de tu nube cariño, pero si tú le gustas a Xenia, entonces yo soy Sor Teresa de los Andes, cero posibilidades ahí ¿captas?

  • ¿Dices que Xenia es gay? -Andrés miró a pelirroja incrédulamente.

  • Digo que Xenia en lo único que va a caer será en mis brazos, punto. -Una sonrisa lasciva se comenzó a formar en los labios de Carla.

  • Te apuesto lo que quieras a que en los brazos que va a caer serán los míos. Esa muñequita de ojos azules no se me puede escapar, no delante de todo Chile.

  • ¿Sabes? eso suena interesante. -Carla alzó la vista pensativamente. Si Xenia por milagro llegase a caer entre tus asquerosos brazos uno de mis muchos autitos pasa a ser tuyo, y si cae en los míos, como sin duda va a suceder, uno de los tuyos pasa a ser de mi propiedad. Aunque me llevará años quitarle el olor a puta que debe tener impregnado. -Hizo una mueca de asco

  • Trato hecho. -Los chicos sellaron el pacto con una sonrisa.


  • ¿Jane es gay? -Xenia se sobresaltó al oír la pregunta de la rubia.

  • O sea... Según esa chica sí lo es.

  • Y cómo puede estar tan segura ni siquiera la conoce, además yo no he visto a Jane interesándose en ninguna chica, ni siquiera en Daria, aunque ahora que lo pienso formarían una buena pareja ¿no crees? se parecen bastante.

  • Es que... o sea, dicen que se nota. -Xenia encendió un cigarrillo sintiéndose bastante incómoda. ¿Así que no te molesta una pareja gay? -La morena intentó reproducir su voz de la manera más casual que pudo.

  • ¿Y por qué me iba a molestar? qué tontería, el amor es algo libre, no tiene edad, clase social, ni sexo. En realidad es el espíritu el que atrae. ¿A ti te molesta acaso?. -Notó cierto interés especial por parte de Gabriela.

  • No, no me molesta. -Xenia se sintió pésimo ocultándole su sexualidad. ¿En realidad piensas eso? -Xenia aventuró su mirada hacia el rostro de Gabriela.

  • Sí, en realidad lo pienso. -Gabriela le devolvió la mirada y se quedaron viendo a los ojos por algunos segundos. -Xenia sintió el rubor apoderándose de sus propias mejillas, pero antes de sentirse lo suficientemente cohibida, percibió otro rubor subiendo por las mejillas de Gabriela, quien giró rápidamente el rostro hacia la pantalla del televisor.

¿Qué fue eso? ¿Se sonrojó? ¿Se puso nerviosa? ¿Por qué? Gabby ¿es que acaso hay alguna posibilidad...? o ¿es sólo que percibes que me gustas y te cohíbes por eso? Mierda, esto es terrible.

  • ¿Te conté que en la puerta de esta casa terminé con mi pololo? -Gabriela dijo luego de un par de minutos en silencio.

¿Y eso? ¿A qué mierda viene? ¿Es su forma de decirme que acepta la homosexualidad pero de lejitos?

  • No, no me lo contaste. -Xenia oyó el desagrado en su propia voz. ¿Y cuánto tiempo llevabas con él? -Preguntó sin la menor intención de conocer la respuesta.

  • 1 mes, y apenas nos vimos unas cuantas veces, no era nada importante.

  • ¿Y por qué terminaron? -Xenia se sintió aliviada al oír que no era algo importante para Gabriela.

  • Es que se puso pesado con el asunto de que yo ingresara en esta casa, y yo le dije que mejor y seguíamos siendo amigos, y él se enfureció y me mandó a la cresta, en fin, mejor así, no tengo ganas de relaciones estables.

Imbécil, ¿Quién podría querer terminar con alguien como ella? recuérdame de agradecerte por eso si alguna vez te veo hijo de puta. Me pregunto qué tan lejos llegó con él... o con algún otro, no, no quiero saber... Xenia comenzó a sentir una desagradable sensación en su cuerpo. ¿Celos? ¿Tengo celos? Soy tan ridículamente patética.

  • ¿Xenia? ¿Te pasa algo? últimamente andas en la luna, como que te vas de repente en tu onda. -Gabriela la miraba preocupada.

  • Lo siento, debe ser el encierro. Qué coincidencia yo antes de salir de mi departamento recibí la visita de un ex mío, claro que había terminado con él como hace cinco meses y aún de vez en cuando me busca y me ruega, es una lata en realidad. ¿Y eso qué fue? ¿Para qué esa información? no esperarás que ella puede sentir celos de ti ¿verdad?

  • ¿Ah sí? -Xenia percibió algo en el tono de voz de Gabriela. Y ese ex tuyo ¿cómo se llama? ¿cuánto duraron? ¿en realidad no piensas volver con él?

  • ¿Y ese interrogatorio? ¿Que de repente te salió la vena periodística? ¿Sabes? no vale la pena hablar sobre él, es tiempo más que pasado, no se ni para qué lo saqué en la conversación. Basta de tanta información Xenia, basta.

  • ¿Traspasaste el límite verdad? ¿Hasta cuándo Xenia? ya deberías confiar un poco en mí, ¿por qué mides tanto la información que me entregas sobre ti? ni siquiera me has dicho si trabajas o estudias, o si tienes hermanos, nada, no es justo, ¿No me tienes confianza?

Xenia sintió el dolor de Gabriela como si fuera propio, a la vez que la ternura que le producía la joven iba en aumento con cada reacción que tenía hacia ella, cuando demostraba alegría o tristeza, todo tenía una consecuencia en su propio estado de ánimo.

  • Lo siento... -Xenia bajó la mirada.

  • No lo sientas Xenia, supongo que me quedó claro desde el comienzo que no pensabas compartir nada personal con nadie, no tengo derecho a reclamarte nada de todas formas.

  • Sí lo tienes. Las palabras salieron de su boca antes que las pudiera censurar.

  • ¿Por qué? -Gabriela la miró intensamente mientras esperaba la respuesta.

  • Porque somos amigas, porque confío en ti, porque te... -Xenia meditó la palabra que diría a continuación- estimo. -Xenia no fue capaz de devolverle la mirada a la rubia.

  • Gracias por eso, creo que te dejaré un ratito sola, luego te veo ¿ok? -Gabriela se dispuso a levantarse.

  • Pero...

-¿Sí? Los ojos verdes de Gabriela acariciaron los suyos.

  • Nada... luego te veo. -Xenia se concentró de nuevo en la pantalla del televisor. Vio de reojo como Gabriela se alejaba, y volvió su mirada hacia la chica.

¿Es posible enamorarse de alguien en menos de 10 días?

Anda Gabby es sencillo, sólo tienes que mover los brazos así ¿ves? -El blanco cuerpo de José se deslizaba a lo largo de la piscina haciendo exagerados movimientos con los brazos.

  • No puedo, me da miedo, no pienso entrar ahí. -Gabriela observaba al chico sentada en el borde de la piscina.

  • Yo te enseño ¿quieres que vaya por ti? -Una sonrisa pícara cruzó el rostro del muchacho.

  • No te atrevas a acercarte. -La rubia le advirtió y se preparó para salir escapando al segundo que viera a José acercársele.

  • Anda Gabby, es súper fácil, confía en mí. -José intentaba persuadirla.

  • Todos somos buenos para algo, y yo no lo soy para nadar ¿entiendes? me da pavor.

  • Jamás pensé que diría esto, pero eres una cobarde, te estoy ofreciendo enseñarte, y gratis, deberías aprovechar, mira, yo te agarro fuerte y te prometo que no te suelto pero por nada del mundo.

  • He visto platos, vasos y bandejas terminar en el suelo después de resbalar por esos flacos brazos tuyos, no quiero terminar como ellos en el fondo de la piscina, así que no pienso. -Gabriela se cruzó de brazos mientras hacía círculos con un pie en el agua. José se rindió por fin y continuó nadando solo.

  • Ay José qué tontito eres, nadie se atrevería a aprender a nadar si alguien como tú le ofrece ayuda, tienes que hacerlo así ¿captas?

Gabriela oyó la voz de Carla y al segundo se encontró tragando agua y sintiendo una gran desesperación, a ratos conseguía emitir algún sonido que no alcanzaba a ser una palabra mientras oía una burlesca carcajada. El pánico comenzó a invadirla, y de pronto se encontró rodeada por unos firmes brazos, comenzó a respirar de nuevo normalmente, mientras intentaba enfocar la mirada.

  • ¿José?

Oyó la voz del chico llamándola desde lejos, intentó mirar a la persona que la estaba sujetando y cuando por fin logró abrir los ojos se encontró primero con un cabello negro y húmedo flotando en el agua, el rostro estaba borroso, y poco a poco se fue haciendo más nítido hasta que fue capaz de ver sus contornos bien definidos, y luego ahí estaban esos ojos azules, parecían aún más azules que siempre con la mirada clavada en ella. Logró percibir la preocupación en ellos, y de pronto oyó la voz de la dueña de esa mirada.

  • ¿Estás bien? -Su voz sonaba dulce, grave, suave, era una mezcla de diferentes adjetivos. Gabriela quiso sonreír, pero no consiguió que su rostro obedeciera a ese mandato, intentó responder la pregunta, pero su voz tampoco obedeció, en vez de eso comenzó a sentir una sensación de protección envolviéndola, y tuvo el deseo de que ese momento no terminara nunca. ¿Estás bien? -Oyó de nuevo y esta vez reunió las fuerzas suficientes para contestar.

  • Sí, estoy bien ahora. -Xenia la tomó firmemente entre sus brazos y la condujo al borde de la piscina, no supo cómo se encontró fuera del agua. De pronto una desagradable voz llegó a sus oídos.

  • Uy cuanto lo siento, no sabía que Gabita no sabía nadar, de verdad que lo siento.

De pronto la dulce mirada de la que estaba siendo objeto, cambió a una de furia que consiguió erizarle los cabellos, temió con toda su alma, sintió un dolor creciendo en su interior al creerse blanco de aquellos furiosos ojos, pero entonces se dio cuenta que no era ella quien estaba provocando esa mirada. Sintió como los brazos que la estaban sosteniendo perdían firmeza, y en vez de la calidez de estos sintió el frío cemento hacer contacto con su piel.

  • ¡Tú!, maldita. -En un segundo Xenia estaba agarrando a Carla fuertemente mientras ésta hacía esfuerzos en vano por soltarse.

  • Ayyy help help, ¡¡Xenia me está matando!!

  • Ya me tienes harta. -Los azules ojos estaban clavados en los marrones de Carla.

  • Xenia, déjala, estoy bien, sólo fue el susto. -La morena oyó la voz de Gabriela y luego de unos segundos soltó a su presa.

-¿Están bien? -Una voz venida de quien sabe donde, se oyó. -Eran los de producción que ya estaban seguramente por hacer su aparición si la cosa se empezaba a poner color de hormiga.

  • Sí, todos bien. -Gabriela hizo una seña con la mano.

Carla estaba sentada en el suelo sobándose los brazos mientras miraba a Xenia con una cara que en vez de dolor parecía de fascinación. Xenia no le quitaba los furiosos ojos de encima. Apenas se distinguía el color en ellos ya que estaban convertidos prácticamente en una línea.

  • Si algo así se vuelve a repetir, te juro que te mato. -Nadie pareció dudar de la veracidad de esas palabras.

  • Mátame Xenia si quieres, estaré gustosa de esperarte en el infierno.

  • Maldita loca. -Xenia se dio media vuelta y se dirigió hacia Gabriela que ya estaba recuperada.

  • Enserio Xenia estoy bien, fue sólo el susto.

La morena levantó la mano que pareció viajar hacia la mejilla de Gabriela pero en vez de eso, se frenó a mitad de camino y volvió hacia su regazo.

  • Gracias ¿Cuántas veces has venido a mi rescate? ¿Tres? Eres increíble. -La chica de ojos verdes tomó la mano de Xenia en la suya y le dedicó una dulce mirada.

Xenia eres fantástica, eres mejor persona de lo que tú misma crees que eres.

  • De nada. -Xenia soltó la mano de Gabriela con un gesto de incomodidad en el rostro.

  • Ah sí , lo siento, el contacto físico no te gusta, lo olvidé.

  • No es eso, es sólo que te doy algo de espacio para que respires.

  • Estoy bien Xenia, apenas tragué un poco de agua.

José observaba la escena, con el deseo de haber sido él quien hubiera sacado a la chica de la piscina.

  • Cómo rayos llegaste tan rápido, ni siquiera te vi aparecer Xenia, yo estaba apenas a 3 metros.

  • Soy rápida supongo.

  • Si no me necesitan yo me largo de aquí, qué exagerados son. -Carla se alejó del lugar sin siquiera disculparse con Gabriela.

  • Ya no la aguanto. -Los ojos de Xenia miraron con furia a la pelirroja mientras se dirigía al interior de la casa.

  • Está medio loca, pero ya sé que si le viene algo raro y me intenta matar, tú vendrás a mi rescate. -Una sonrisa se formó en el rostro de Gabriela, Xenia no pudo censurar una en el propio.

Eres increíble Xenia...