Todos saben que te amo ii

Xenia empieza a notar que gabriela no le es indiferente del todo

TODOS SABEN QUE TE AMO

XYG

¿Me tiene miedo? claro si apenas has cruzado 4 palabras con la chica, y para qué hablar de sonreír, debe pensar que soy una ogra. La alta joven levantó la vista al cielo, era una mañana cálida, los rayos de sol acariciaban su piel. Y qué me importa a mí lo que piense o deje de pensar, no estoy aquí para hacer amistades. Su primera noche en la casa había sido horrorosa, se avergonzaba de haber caído tan bajo como para ingresar a un programa de ese tipo. Primero que todo estaba su privacidad, el que mantuviera un sólido muro entre sus emociones y la gente que la rodeaba, era algo conocido y aceptado por sus amigos, nadie había conseguido derribarlo ¿y ahora cómo podría impedir aquello? Su vida privada la conocería no sólo la gente más cercana, sino que también quienes la odiaban, y hasta los que jamás oyeron hablar de ella. Había decidido mantenerse lo más alejada posible del resto de las personas con quienes estaría viviendo ese par de meses. Podrá verme mucha gente, pero no les daré la satisfacción de saber nada importante sobre mí. Bajó los ojos azules hacia el libro y estuvo así por algunos minutos al cabo de los cuales se percató que no tenía idea de lo que acababa de leer. Por la mierda, nada como desconcentrarse. Se paró de la silla donde estaba descansando, apagó el cigarrillo, estiró los músculos y se dirigió al interior de la casa.

Una vez dentro y al cabo de algunos segundos consiguió distinguir a 4 figuras que estaban sentadas alrededor de la mesa, mientras su vista encandilada por el sol matutino se iba aclarando, se encontró con unos ojos verdes observándola interesadamente por sobre la taza de la cual estaba bebiendo seguramente café.

  • Hola. -Saludó a todos mientras se dirigía a la cocina.

  • ¿Siempre eres tan madrugadora? -José le estaba untando mantequilla a una tostada para luego darle un feroz mordisco.

  • Según, mientras más tarde me duermo más temprano despierto. -Se acercó a la mesa con una taza de café en la mano, y se apoderó de unas cuantas tostadas y un cuadrito de mantequilla.

  • Eso sí que es raro. -Sebastián dijo observando a Isabel que se estaba preparando un sándwich de jamón y queso.

  • ¿Y uds cómo durmieron? -Su mirada se posó fugazmente en Gabriela que en ese momento estaba mordiendo una tostada que crujió entre sus dientes.

  • Yo no pegué un ojo en toda la noche, no estoy acostumbrada a dormir con extraños, mucho menos con esa clase de extraños. -La rubia mostró una mueca de fastidio que fue reemplazada enseguida con un gran bostezo. Xenia observó divertida como la chica más menuda gesticulaba mucho al hablar pareciéndole fascinantes y hasta hipnóticos sus movimientos faciales.

¿¡Hipnóticos!? esta gente entendida en el tema tiene razón, el estar encerrado te daña un poco el cerebro, y eso que sólo tengo un día aquí...

  • Puedes dormir una siesta luego. -Dijo Isabel.

  • Nunca lo hago, después despierto con dolor de cabeza, prefiero pasarme el día bostezando.

  • Bueno, los dejo, voy a ver un rato tele. -Xenia les hizo un gesto con la cabeza y se dirigió a la sala con su taza de café y sus tostadas.

Se sentó en medio del sofá, agarró el control remoto y le dio al power, para luego concentrarse en untar una tostada con mantequilla y llevársela a la boca. Este sofá si que está cómodo, me puedo pasar el resto de la tarde sentada aquí. Su atención se dirigió a la pantalla del televisor, en la cual estaban pasando un video musical que no era precisamente de su agrado.

  • ¿Qué estás viendo? -Se sobresaltó un poco al oír la voz cerca suyo, al girar su rostro se encontró a Gabriela en cuclillas detrás del sofá apoyando su mentón sobre sus brazos cruzados y su mirada atenta al televisor.

  • Daria está por comenzar. -Le dio un sorbo a su taza de café y su vista retornó a la pantalla.

  • ¡¡Me encanta!! -La voz de Gabriela sonó con entusiasmo. ¿Puedo acompañarte? -La chica dio un salto por sobre el respaldo del sofá y se dejó caer en él.

  • No, no puedes. -Giró la cabeza hacia Gabriela, la cual le devolvió la mirada sorprendida e hizo ademán de pararse. Sólo bromeo, puedes estar donde quieras, no tienes que pedirme permiso.

En ese momento comenzó la presentación de la serie y ambas dirigieron su atención a la pantalla. Xenia podía ver de reojo como la joven rubia seguía el ritmo de la canción con el pie, mientras su boca se movía sin emitir sonidos.

  • ¿Te ayudo con eso? -Gabriela le indicó con un dedo a las tostadas.

  • ¿Tienes instinto maternal? ¿O tan mal lo hago que quieres echarle tú la mantequilla a mi pan? -Observó detenidamente la tostada en su mano.

  • En realidad me refería a ayudarte a comer, no a ponerles mantequilla. Gabriela se puso la mano en el estómago y se dio pequeñas palmaditas con una sonrisa que a Xenia se le antojó tierna.

Es divertida. Su boca se comenzó a curvar mostrando una pequeña sonrisa la cual borró de inmediato al percatarse de ello.

  • Aleja tus manos de mis tostadas, tú ya te comiste las tuyas. -Xenia levantó un dedo amenzante.

  • Ok, pero tendré presente que te negaste a compartir conmigo cuando yo tenga algo bien rico para comer. -Gabriela se cruzó de brazos y dirigió su atención al frente tras haber dedicado un pequeño desprecio a la morena.

  • Bueno, pero sólo una. -Le advirtió a la chica más baja como si estuviera compartiendo algo muy importante. ¿Estoy jugando con ella? yo no juego con nadie... Debe ser el encierro.

  • Gracias. -Gabriela le sonrió satisfecha mientras le daba una gran mordida al pan.

  • Oye Gabby, eres una maleducada, llegas y te paras y nos dejas aquí a mitad de desayuno, estoy enojado contigo. La voz de José llegó hasta la sala.

  • No mi niño, es que necesitaba urgentemente ver un poco de tele. -La chica rubia apoyó la cabeza en el respaldo del sofá mientras alzaba un poco la voz hacia José. ¿Qué culpa tengo yo de haber sido criada en una sociedad donde el sentarse por horas frente a este aparatito está entre las prioridades de la gente? -Gabriela volvió a poner atención en la pantalla del televisor, con una sonrisa en el rostro. Xenia fingía estar atenta a lo que pasaba en la serie.

  • Sí, claro. -Dijo el chico.

  • Me gusta más Jane, es más sociable ¿no crees? -Xenia vio de reojo como la pequeña mano de Gabriela se acercaba disimuladamente a su platillo de tostadas.

  • Jane está bien, pero Daria es sin duda la mejor. -La muñeca de Gabriela se vio aprisionada entre la firme mano de Xenia.

  • ¿Cómo...? -Xenia sintió la mirada clavada en su perfil.

  • Dije una, no dos ni tres, una. -Indicó con su dedo índice, mientras clavaba la mirada en los ojos verdes de la joven. Se ve cómica cuando se asusta

  • Ya, ya, disculpa. -Xenia percibió como Gabriela se sonrojaba un poco mientras dirigía la mirada hacia su mano que aún estaba aferrada a la muñeca. Soltó el agarre enseguida.

  • Puedes comértela, de todas formas no quería más. Se encogió de hombros, y volvió la vista al frente, percibió una sonrisa del rostro de la chica a su lado.

  • Pero, la que en realidad me gusta más es Quin, no se, como que me identifico más con ella, rubia, linda, rubia. -Gabriela se acariciaba el pelo con una fingida mueca de vanidad.

  • ¿¡Quin!? es una broma ¿verdad? -Sus ojos azules miraron incrédulos a la otra joven. Porque la imagen que tengo de ti, no se parece en nada a esa descerebrada. Aunque en lo linda podría ser...

  • ¿Y qué imagen tienes de mí? -Gabriela se giró hacia ella apoyando la cabeza en la palma de su mano.

Mierda... Sus azules ojos se clavaron en los verdes que esperaban su respuesta interesados.

  • La imagen de alguien que por lo menos tiene una neurona, algo de lo que Quin no se puede jactar.

  • Ah bueno. -La voz de la rubia se oyó con fingido alivio. Por un momento pensé que me dirías que estaba fea.

Miró a Gabriela con una mueca de incredulidad, ésta estaba mordiendo tranquilamente un trozo de pan.

  • Ya, si es broma. -Sintió la mano de Gabriela dándole una palmadita en el brazo.

¿Qué mierda me pasa? me está haciendo titubear, a mí nadie me hace eso, debe ser mi debilidad por los ojos verdes...

  • Bueno, ahí te dejo esto, te lo puedes comer todo si quieres, luego te veo, bye. -Xenia se levantó de un brinco y se dirigió hacia la cocina con la taza en la mano.

Pero .... -Oyó la voz de Gabriela pero no le prestó atención.

Eso, pero que bonito, deberías sentirte orgullosa, escapándote de la chica.


  • ¿Cómo es que te eligieron a ti? te miro y te miro y no entiendo en que se basó esa gente. -Andrés estaba acostado en el sofá fumándose un cigarro. José miró al resto pidiendo ayuda con la mirada.

  • ¿Tienes que ser siempre tan desagradable? -A Gabriela le indignaban los abusivos que les gustaba agarrárselas con los más débiles.

  • ¿Y tú quién mierda eres? ¿su maldita defensora? ay sí, ¿es que el tontito de Josecito no se sabe defender solito? -Dos dedos grandes golpeaban la sien del pálido chico, que no mostraba reacción alguna ante el abuso.

  • ¿ Y a ti nadie te ha enseñado a respetar a la gente? -Oyó crujir los huesos de su mano, a la vez que se encontraba con un par de ojos azules que lo estaban fulminando con la mirada. Andrés le sonrió afligido, pero no recibió emoción alguna del rostro de la joven.

  • Ya ya, está bien, sólo bromeaba mi reina de ojos azules. -Le guiñó un ojo mientras se sobaba la mano. ¿Cómo es que tiene tanta fuerza esta mujer? Gabriela observó la escena con una sonrisita de satisfacción.

  • Tomaba leche de niña. -Xenia se encogió de hombros mientras se dirigía a su habitación, antes de ingresar se volteó. Ah sí, y no es sólo mi fuerza, es que tú eres un debilucho. -Y se perdió detrás de la puerta.

  • Ayyyy, qué malvada es esta mujer -Dijo mirando a todos con fingido dolor. Igual te gusto. -Alzó la voz, aunque temiendo que la chica saliera y le rompiera algún hueso de verdad.

Gabriela había intentado volver a buscar conversación a Xenia, no había logrado atraparla sola, siempre conseguía escabullírsele, y la curiosidad de saber sobre ella, se le estaba haciendo insoportable. La chica seguía manteniéndose al margen de todos, no compartía mucho, salvo por las miradas que a veces ambas cruzaban, y que hacían a Gabriela sonrojar sin excepción, no habían mantenido una conversación más allá de cosas triviales. Pero había algo, algo distinto en ella, era diferente a todos los que estaban en esa casa, diferente a toda la gente que ella había conocido nunca, no era sólo el hecho que fuera enigmática, sino que había una electricidad especial cuando se miraban, un diálogo sin palabras, algo que ella debía averiguar.

Sebastián e Isabel eran los más unidos de la casa en ese momento, los jóvenes eran muy similares, y compartían los mismos gustos, ambos estaban estudiando administración de empresas, y tenían charlas de horas sobre temas que sólo parecía interesarles a ellos.

  • Sabían que uds han compartido muchas vidas juntos ¿ya? - Miraron a Gabriela que les sonreía como viendo algo que ellos no podían ver.

  • ¿Perdón? dijeron a duo.

  • Eso, verán -Dijo acomodándose en su silla. Uds dos ya se conocen de otras vidas, han compartido mucho, y es más, les puedo decir que son almas gemelas ¿es que no se han dado cuenta? ¿no logran sentirse? -Ambos chicos se miraron incrédulos.

  • ¿Almas gemelas? ¿cómo es eso de que almas gemelas?

  • Dos seres que comparten una misma alma y se encuentran vida tras vida, se ayudan mutuamente en su evolución, hasta que finalmente se vuelven a unir en un mismo ser.

  • Y ¿tú dices que nosotros somos eso? -Sebastián se indicó a sí mismo y a Isabel con el dedo. ¿Cómo puedes saber algo así?

  • Está segura porque es "brujita" ¿captan? ahí anda cargando su bola de cristal a todas partes. -Gabriela miró con furia a Carla que estaba apoyando la cabeza en su hombro. Era desagradable la sensación que le producía aquel contacto, esa mujer tenía una vibra demasiado negativa.

  • De hecho no es necesario ni la bola de cristal ni ningún oráculo para saberlo, basta con mirarlos.

  • Sí, como digas. La pelirroja le dio un sonoro beso demasiado cerca de la boca, y se lanzó a la piscina salpicando agua hacia donde ellos estaban. Gabriela se limpió la cara con el dorso de su mano.

  • Bueno continúa -Dijo la chica delgada. Siempre me han interesado estos temas, pero mis padres nos han criado a mis hermanos y a mi con una educación católica tan estricta, que el hecho de sólo pensar en otras vidas, es una blasfemia para ellos.

  • Es todo lo que les puedo decir, tengo esta habilidad para reconocer almas gemelas en cuanto las veo, y es eso lo que veo en uds. Los chicos se miraron intentando encontrar algo más allá de lo que sus ojos podían ver, y se sonrieron tímidamente.

  • ¿Y la tuya? ¿ya la has encontrado? -Gabriela se giró para encontrarse a Xenia apoyada en la pared fumándose un cigarro y esperando por su respuesta.

  • De hecho no -Dijo titubeando un poco y sonriendo tímidamente. Cuando se trata de mi misma, me bloqueo, no puedo ver más allá, quizá y no esté encarnada en esta vida de todas formas. -Terminó la oración con un leve suspiro.

  • Eso suena a excusa, ¿en realidad crees eso? o ¿es que tienes miedo a enfrentarte con la otra mitad de tu alma y que tal vez no sea lo que tú esperas o que tú no seas lo que espera de ti? -Los ojos verdes se le quedaron mirando pensativamente. Por primera vez no sintió la necesidad de rehuir a su mirada y la sostuvo a pesar que sentía que la chica era capaz de leer sus pensamientos.

  • Tal vez tengas razón -Esta vez su mirada se dirigió al frente sin un objetivo fijo, cuando volvió a mirar hacia la pared donde segundos antes estaba Xenia, encontró el lugar vació.

  • ¿Es que esta nena nunca termina ninguna maldita conversación? -Carla salía de la piscina escurriendo agua por todo su cuerpo y su diminuto bikini negro, estrujó su cabello y se sentó frente a Gabriela.

  • Tendrá cosas más importantes que hacer supongo. -Un toque de desilusión se notó en su voz.

  • ¿Más importantes? Está chica está bromeando ¿verdad? -Se dirigió a la pareja con un gesto de incredulidad en el rostro. Estamos encerrados en una maldita casa, ¿qué cosas más importantes tendría que hacer que hablar con una nenita tan linda como tú? -La chica pelirroja alargaba las sílabas al hablar dándole un toque lascivo a su voz, poniendo un tanto nerviosa a Gabriela. ¿Qué pasa? ¿te estoy incomodando?

  • No.

  • Yo diría que sí, estás demasiado tensa cariño. -Se acercó lentamente hacia Gabriela ¿Qué cosas han estado haciendo estas noches Andrés y tú? no han perdido su tiempo eh. -Le guiñó un ojo seductoramente.

  • Bueno si me preguntan a mí, diré que los caballeros no tenemos memoria. -Andrés apareció y agarró a Carla de la cintura jalándola hacia él.

  • ¡¡Ayyy imbécil! ¿es que quieres dejar tus asquerosos dedos marcados en mi cintura? -Gritó la pelirroja hecha una furia.

  • Primero no eres un caballero, segundo de todas formas no tienes ninguna cosa que recordar, por favor... Gabriela lo miró con fastidio.

  • Como digas princesita. Y tú no te quejes tanto flaquita, porque si quisiera podría dejarte marcas en muchos más lugares que sólo tu cintura.

-Agarró más firmemente a Carla, que ya no luchaba por zafarse de su agarre. ¿Y estos dos donde se van? no sean maleducados chicos.

  • Vamos por allí donde haya más sombrita. -Sebastián e Isabel partieron rumbo a otro lado del jardín, buscando seguramente algo de paz lejos de esos dos.

  • Ay por favor, estos ya se tragaron lo que les dijo la bruja ésta. Debiste haberles cobrado por el servicio, mensa. -Carla estaba apoyada en el cuerpo de Andrés que no mostraba intenciones de soltarla.

  • ¿Qué es lo que se tragaron estos? -El chico tenía la cabeza en el hombro de Carla y le estaba dando pequeños besos en el hombro.

  • Los cuentos de ésta, los dejó convencidos que tienen no sé qué vínculo, da igual de todas formas.

  • ¿Es que llenaron esta casa de gente estúpida?

  • Me voy, no voy a quedarme escuchando sus insultos. -Gabriela se paró y se dirigió al interior de la casa.

  • Uyyy pero que delicadita ella. -Dijo la pelirroja alzando la voz hacia la chica rubia que ya se perdía por la puerta. ¡¡Ay!! me mordiste imbécil! -Le comenzó a dar de golpes a Andrés en el pecho.

  • ¿Yo? pero si no he hecho nada ...

Odiosos...

  • Hey José ¿qué tal? -El chico estaba concentrado en la pantalla del televisor, con un joystick en la mano, el cual no dejaba de crujir.

  • Mmm bien, intento mantenerme alejado de ese par que ya sabes -La miró un instante y volvió de inmediato su concentración a la pantalla. ¿¿¿ya viste la cantidad de juegos que nos han dejado aquí??? . -Su voz sonó emocionada, mientras le indicaba con el mentón una pila de cajitas.

  • No me gustan mucho ese tipo de juegos, la verdad. Pero por otro lado a este señor sí que lo voy a usar mucho -Gabriela abrazó alegremente el monitor del computador. Claro no es que sepa mucho de esto, pero tiene internet, y para usarlo no hay que ser un genio.

Gabriela miró hacia la puerta de la habitación de Xenia, estaba cerrada

-¿Y Xenia? -Preguntó usando el tono de voz más casual que pudo reproducir, mientras se quitaba una pelusa de la polera. El chico indicó con un dedo hacia arriba.


  • ¿Siempre acostumbras a abandonar las conversaciones a la mitad? ¿o es sólo conmigo? -Xenia estaba apoyada en la baranda mirando hacia el horizonte, el hecho de que estuviera de espaldas en ese momento, le dio el suficiente valor a Gabriela para preguntar aquello.

  • ¿Sólo contigo? eso suena un poco egocéntrico ¿no te parece? -La chica alta no mostró intenciones de girarse. Desde aquella perspectiva Gabriela podía observarla en toda su altura que era bastante, vestía un pantalón deportivo de color lila y una polerita azul. Su postura aunque relajada, aún mostraba su habitual seguridad.

  • Bueno, tomando en cuenta que la primera vez que nos vimos te largaste en cuanto me di la vuelta, y que no pareces estar cambiando esa actitud tuya cada vez que cruzamos alguna palabra, podría decirse que por lo menos conmigo lo haces. -Gabriela pareció tomar más confianza, aunque permanecía en el lugar sin avanzar ni un centímetro más cerca de la alta joven. Parecía estar esperando que la otra chica le diera la autorización para hacerlo, no estaba segura que ella la quisiera allí.

  • ¿Vas a quedarte allí parada todo el rato? Creí oír que me llamaste escurridiza, no que temieras que tuviera alguna enfermedad contagiosa o que te fuera a saltar encima.

¿Saltar encima? ¿cómo que saltar encima? ohhh golpearme, ya ridícula,¿ por qué te pone tan nerviosa? o sea es intimidante, eso es obvio, pero tampoco es para que le tengas miedo, es sólo una chica.

La muchacha de ojos verdes, caminó hacia la joven alta y se apoyó en la misma baranda a un metro suyo de distancia. Ambas permanecieron en la misma posición con la vista hacia adelante por varios segundos. Gabriela no estaba mirando a ningún punto fijo, en vez de eso buscaba en su cabeza algún tema de conversación porque el silencio se le estaba haciendo realmente incómodo.

Cresta, por qué me cuesta decir algo, nunca he tenido esa clase de problemas, vamos eres Gaby, la gente tiene que taparte la boca para hacerte callar, qué sucede.

  • Así que almas gemelas ¿no? -La voz de Xenia llegó a sus oídos tan suave y segura como la primera vez que la oyó.

  • ¿Almas gemelas? -Por fin la rubia giró la cabeza hacia el rostro de la persona que estaba junto a ella, y se quedó hipnotizada por el perfil que se le ofrecía a la vista. Xenia mantenía el peso de su cuerpo sobre sus brazos los cuales estaban cruzados sobre la baranda, su rostro estaba sereno, y su mirada fija al frente, no pestañaba, su piel mostraba un tostado perfecto y sus labios estaban levemente abiertos, por lo que Gabriela supo que estaba relajada, un pequeño rayo de sol caía en su cabello negro azabache. Gabriela tenía que alzar la mirada ya que la otra chica le sacaba por lo menos 15 centímetros de altura.

  • Te gustan esos temas ¿verdad? -Un par de ojos azules la golpearon, porque así fue como sintió cuando Xenia se volteó hacia ella mirándola directamente a los ojos, aunque quizá haya sido una caricia más que un golpe...

  • Sí, me gustan esos temas. -Logró responder cuando logró finalmente escapar de esos ojos, mirando rápidamente hacia el frente, con una tímida sonrisa en su rostro. Y ¿tú? ¿crees en eso? -Ojos verdes ascendieron la mirada titubeante, y se encontraron nuevamente con el perfil de Xenia.

  • En realidad no me preocupo en pensar si existe alguien especial para cada uno, si lo hiciera terminaría desilusionada de cada persona que se me acerque.

  • Entonces no es que no creas, sino que simplemente no piensas en ello ¿cierto?

  • Algo así, nunca descarto ninguna posibilidad en la vida, me gusta ser flexible, cualquier cosa puede ser.

  • Entonces, quizá es que tú también tengas temor de encontrar a tu alma gemela, ya sabes, que no sea lo que esperas que sea y que no seas lo que espera que seas. Gabriela arriesgó su mirada nuevamente hacia la chica de cabello oscuro. Y nuevamente fue fulminada por esos ojos.

  • Tal vez... Ambas mantuvieron la mirada por varios segundos, aunque quizá fue menos o más. Gabriela no sabía por qué tenía esa sensación de que todo se paralizaba alrededor cuando unía su mirada a la de esa persona. Esta vez fue Xenia quien la apartó en primer lugar.

Te gané esta vez ja ¿gané? ¿en realidad se gana al perder la mirada de semejantes ojos? ayy ¿qué estoy pensando? el encierro no me hace nada de bien, dios.

Ambas se voltearon al sonido de la puerta dando un golpe seco contra la pared.

  • Uy pero qué romántico, la rubia y la morena juntitas en la terraza, cualquiera diría que intentan quedarse solas. -La desagradable voz de Carla llegó a sus oídos, mientras su figura se iba a acercando a las dos chicas caminando lentamente, enseguida apareció Andrés cargando varias latas de cerveza en las manos.

  • No nos pongas esa cara chiquitita, la terraza no es sólo tuya, ¿una chela?

Gabriela negó con la cabeza al ofrecimiento, y sintió la mirada de Xenia en su rostro.

Tengo que dejar de ser tan expresiva.

Luego de la conversación que tuvieron en la terraza aquella tarde, no había logrado otro acercamiento con Xenia, la intrigaba a tal manera, que las últimas noches terminó durmiéndose con su imagen en la cabeza.

Aquella mañana despertó con voces cantando en la habitación contigua.

  • Yaaaaaa déjenme dormir -Se cubría la cabeza con la almohada con la esperanza que le funcionara como aislante contra semejante barullo.

  • Cumpleaños feliz te deseamos a ti... -Las desafinadas voces cantaban palabras que comenzaban a tener sentido.

¿Cumpleaños? ¿cómo que cumplea ... ayy José. -Se levantó de un brinco y fue corriendo en dirección del cuarto del chico pálido, y casi se resbala al salir por la puerta. Auuu que me saco cresta y media.

  • ¡¡¡Felicidades!!! Se arrojó en los brazos de José que no estaba preparado para tal demostración de cariño y se fue de espaldas sobre la cama con Gabriela aferrada de su cuello.

  • Ya ya , que soy de carne y hueso . -El pálido chico la alejó un poco y luego devolvió el abrazo con la misma efusividad. Gracias chicos. -Tenía una sonrisa pintada en el rostro.

  • ¿Y qué significa este desorden? -Andrés entró al cuarto con su usual aire de superioridad.

  • Es José que está de cumpleaños. -Sebastián dijo medio bostezando.

  • Así que de cumpleaños eh, entonces hay que celebrarlo, hay que ponerle un poco de vida a esto, que está muy fome. Ven para acá flacuchento. -Agarró a José y lo apretujó palmeandole la espalda con fuerza.

  • Ouch eso duele.

  • Ayy no puedes ser tan debilucho, si apenas te toqué, es delicadita la niñita. Los dedotes pellizcaban la pálida piel del chico.


  • Llegaron las cosas, vengan chicos, apúrense. -Isabel abría los paquetes donde había desde globos hasta botellas de pisco.

  • ¡¡Esoooo!! ¡¡¡adoro las fiestasaas!!!! -Andrés había comenzado a beber un poco anticipadamente. ¿Y tú muñequita? -Acarició la mejilla de la delgada chica, ésta esquivó el toque. ¡Ayy no!, ¡¿es que hay puras mojigatas en esta maldita casa?! Hey Carla mi vida ven aquí y ayúdame con esto.

  • ¿Es broma? no creeras que voy a gastar mi tiempo inflando esos estúpidos globos. -La pelirroja apuntó con la mano hacia su pecho.

  • Andate a la mierda entonces. -Levantó el dedo medio hacia la chica y siguió revolviendo los paquetes, con entusiasmo.

  • No cariñito, no voy a acercarme a ti, bye. -Dijo la pelirroja con tono burlesco y se giró después de soplarle un beso a Andrés para perderse por el pasillo.

  • Perra, vas a ver como hoy caes. -Gabriela estaba sentada frente al computador y leía con concentración algo en la pantalla, al oirlo se volvió hacia el chico con un gesto de desaprobación.

  • ¿Y tú? no te preocupes mi princesita, Andresito alcanza para todas. -Se giró hacia la chica tocándose la entrepierna.

Gabriela volvió su concentración a la pantalla nuevamente, con una mueca de asco. Cerdo.

  • ¿Qué haces? -Isabel se acercó a su lado mirando con atención la pantalla. "Ya no lo soporto" -Gabriela leyó los labios de la chica gesticulando exageradamente.

  • Chateo un ratito, he tenido a mis amigos botados por varios días. -Le sonrió a la chica que miraba con atención sin entender mucho. ¿Quieres intentarlo?

  • Es que no se cómo, nunca lo he hecho antes.

  • ¿¿¿Nunca??? -Gabriela la miró sorprendida. Perdón -Dijo al ver que la chica se cohibía. Es sólo que yo lo hago tan a menudo que me parece un poco extraño que alguien no chatee, es que es genial, tienes que intentarlo, ¿quieres?

  • ¿Y si no se me ocurre qué decir? Isabel se sobaba las manos nerviosamente.

  • Es como mantener una conversación normal, sólo que no ves a la persona, incluso es más sencillo, ya sabes, como no te están viendo te abres más fácilmente, aunque entre nos, a veces he dicho cada tontería que sería incapaz de decirla en directo.

  • Mejor otro día ¿sí? quería preguntarte una cosa. -Isabel hablaba en voz baja mientras miraba para todos lados.

  • Sí, dime. Gabriela quitó su atención del monitor para concentrarse en la joven.

  • Sé que lees el tarot, y me gustaría que... ya sabes, tengo que... o sea me gustaría...

  • ¿Que te aclarara algunas dudas? -Gabriela sonrió ante el titubeo de la muchacha.

  • Sí.

  • Claro, vamos a mi habitación ¿vale?


Esto no está mal, tengo máquinas para regodearme, y así me mantengo lejos del resto, hasta el momento me ha funcionado, salvo con ella...

Xenia estaba pedaleando con vigor sobre la bicicleta, uno de las tantas máquinas de ejercicios con las cuales contaban en la casa. Unos audífonos cubrían sus orejas, mientras unas gotas de sudor resbalaban por sus sienes. Llevaba puesto un pantalón deportivo y una polerita de algodón que ya comenzaba a pegársele al cuerpo debido al sudor.

Espero que pronto se pasen estos malditos meses para largarme de aquí. Giró su cabeza hacia la puerta al ver que se abría.

  • Hola amor. Uy ¿cuánto tiempo llevas sentada ahí? -Leyó los labios de Carla que la estaba mirando atentamente. Se quitó los audífonos con fastidio.

Mierda.

  • El suficiente como para pensar en terminar mi rutina de ejercicios ya. -La chica de ojos azules hizo ademán de abandonar la máquina.

  • Pero qué coincidencia ¿yo llego y tú te vas? cualquiera diría que no te gusta mi presencia, lo cual me dolería demasiado viniendo de ti. La pelirroja llevó una mano a su pecho con fingido dolor, para luego ponerse delante del aparato y poner sus manos sobre las de Xenia.

  • ¿Podrías quitar tus manos de ahí? -Sus ojos azules mostraron impaciencia mientras los clavaba en la persona que tenía enfrente.

  • No se querida. -La voz de Carla sonaba seductoramente. Tienes unas manos muy suaves. - Sus ojos vagaban por los dedos de la chica más alta. Y en realidad estoy cómoda aquí. -Levantó la mirada, ladeando la cabeza mientras recorría el cuerpo de Xenia con total descaro.

Xenia se levantó de la máquina mientras se quitaba las manos de encima.

¿Qué mierda quiere ésta? ¿Lanzárseme aquí mismo delante de todo Chile?

  • Permíteme.

  • Qué pasa Xenia ¿no me digas que te he puesto nerviosa? qué desilusión, no pensé que eras del tipo mojigato.

  • Piensa lo que quieras. Xenia se estaba secando el sudor con una toalla.

  • Entonces ¿qué es? no me saldrás ahora con que tienes novio, porque eso no me lo voy a tragar.

  • ¿Y por qué no podría tener novio? -Miró a la pelirroja con el rostro impasible.

  • Ayyy Xenia, no nos leamos la suerte entre gitanas, yo sé bien de qué tipo te gustan. La boca de Carla se curvó en una sonrisa pícara.

  • ¿Y de qué tipo me gustan según tú?

Lo único que me faltaba...

  • ¿Es necesario que lo diga acaso? Sabes bien a lo que me refiero. Carla estaba parada con las manos en la cintura observando atentamente los movimientos de la morena.

  • Sabes Carla, es cierto, hay un tipo que me gusta y otro que no, y tú... - Clavó sus ojos azules en los marrones de Carla- no eres de mi tipo ¿estamos? La pelirroja la miró casi con furia.

  • Como digas Xenia, veamos cuanto te dura esa actitud de niña buena.

  • Bueno, si ya terminamos aquí, me voy a dar una ducha. -La chica se dirigió a la puerta y antes de salir se giró hacia Carla. Intenta hacer algo de ejercicio, te hará matar energías -Xenia le dedicó una pequeña y fingida sonrisa y se largó del pequeño gimnasio.


  • ¿Estás completamente segura? es que no me gustaría equivocarme. -Isabel la miraba con un gesto de total ilusión.

  • Las cartas no mienten, confía en mí, ya verás.

  • Qué genial, o sea tú sabes todo lo que va a pasar en tu vida, si algo va a funcionar o no, y todo eso.

  • No me leo las cartas a mi misma, aunque se puede, es un poquito más complicado, porque no siempre eres lo bastante objetiva ¿entiendes? además el tarot no es tanto como que lo debas seguir al pie de la letra, no es una sentencia, sirve más como una orientación, es como un consejo para cambiar alguna situación negativa antes de que se produzca.

  • Ah sí entiendo, uyy qué emoción, bueno muchas gracias Gabby te pasaste, creo que deberíamos ayudar un poco allá afuera ¿no crees?. -Le dio un abrazo a Gabriela y salieron juntas hacia la sala.

  • Hey chicas vengan a ayudarme con estos globos. José llenó sus pulmones de aire y lo soltó dentro del globo verde que tenía en sus manos, el objeto creció considerablemente y se reventó en su cara.

  • ¿Es que este imbécil no puede hacer nada bien? -Las carcajadas de Andrés retumbaron en la sala.

  • Allí hay una buena cantidad de discos, alguien que sepa de música que vea si algo sirve. Sebastián estaba llenado fuentes con papas fritas, ramitas y soufflés.

  • Esa soy yo, a un lado todos. -Gabriela se acercó a la pila de discos dando pequeños brincos. Veamos qué tenemos por aquí. -Dijo con tono entusiasta. Me gusta, no me gusta, lo detesto ...

  • ¿Necesitas ayuda? Se volteó sorprendida al sonido de la voz.

  • Sí... claro, ayúdame. -Contestó dudando de estar viendo correctamente. Xenia se sentó junto a ella, concentrando su atención en la pila de discos.

Por qué siempre tengo que formar frases tan estúpidas cuando le hablo.

  • ¿Te gusta la música? -Se oían los pasos y las voces del resto de los chicos, mientras ordenaban y movían muebles y cuanta cosa había, haciendo espacio.

  • ¿Que si me gusta? gustar es poco, yo amo la música, ah pero eso sí, la buena música solamente. -Gabriela movía las manos dándole más énfasis a sus palabras.

  • Así que sólo buena música eh. -Xenia le dio una fugaz mirada acompañada con algo que Gabriela interpretó como una pequeña sonrisa, y decidió que definitivamente le gustaba esa expresión en su rostro.

  • Sip, sólo de la buena, ya sabes, dime qué escuchas y te diré quién eres.

  • Espera un momento ¿no es acaso dime con quién andas y te diré quién eres? -Xenia alzó una ceja.

  • Si es que te importa que la gente te ponga en el mismo saco que tus amigos, entonces te irá esa frasecita.

  • Pues no me va.

  • ¿Entonces?

  • Eres chistosa. -Gabriela se sonrojó levemente al ver la sonrisa de nuevo en el rosto de la chica más alta.

  • ¿Eso es un cumplido?

  • Lo dejo a tu juicio.

  • Hum -Gabriela se golpeaba el mentón con un gesto pensativo en el rostro. Entonces lo tomaré como un cumplido.

  • ¿Y qué es a lo que tú llamas buena música?

  • Red Hot Chili Peppers. -Dijo sin siquiera pensar, mientras suspiraba. Es lo mejor que le ha pasado a la música.

  • Así que Red Hot Chili Peppers eh, están bien supongo.

  • ¿¿¿Bien??? ¿cómo que bien solamente? son lo mejor de lo mejor, tienen los mejores músicos, las mejores canciones, los mejores discos. -El dedo de Gabriela se agitaba apuntando hacia Xenia.

  • Hey cuidado con ese dedo, le puedes sacar a alguien un ojo. -Xenia usó sus manos simulando un escudo.

  • No tendré cuidado hasta que aceptes que mis Red Hot están definitivamente más que bien.

  • Ok ok, lo admito, pero no porque me estés amenazando, es porque es la verdad. -Al decir verdad sus ojos se encontraron con los de Gabriela, la electricidad volvió.

  • Bueno... así me gusta -Dijo la rubia rompiendo el momento. ¿Y cuál es tu tipo de música?

  • Mmm a ver, no soy fanática de nada, pero creo que si me preguntas por sólo uno, te diría que Fiona Apple, si, definitivamente ella.

  • ¿Fiona Apple? ¿la chica que toca piano y que está casada con el director ese de magnolia?

  • ¿Casada con el director de magnolia? disculpa, pero voy a ordenar tu oración, el tipo ese está casado con Fiona Apple, que es distinto.

  • Y luego me dices que no te gustan los fanatismos ¿no? -Gabriela sonrió al ver la expresión de Xenia intentando desesperadamente ponerse seria e indiferente.

  • Bueno, sólo bromeaba.

  • También yo, en realidad opino que el matrimonio le ha hecho pésimo, ya que no ha sacado ningún disco desde 1999, ya sabes, ese con título interminable. -Gabriela sonrió al ver a Xenia clavándole los azules, pero decidió mejor no girar su cabeza hacia ella, por temor a ponerse nerviosa ante ellos una vez más. Sí, a mí también me gusta, puedes ir a mi habitación y buscar entre mis cosas, ahí están sus discos.

  • Sólo si tu vas a mi habitación y buscas entre mis cosas los discos de los Red Hot. -Xenia se paró y elevó una ceja al ver la mirada de Gabriela. Creo que ya terminamos aquí ¿no?

  • Pero...

  • Sí, es cierto. -Dijo Xenia alejándose del lugar. Gabriela ya comenzaba a acostumbrarse a la espalda de la alta chica.

Debe estar muy orgullosa de su espalda o su trasero ya que es lo que más me ha mostrado durante todos estos días. Su mirada viajó a lo largo del cuerpo de la morena. ¡¿Acabo de quedarme viendo su trasero?! Se giró rápidamente sonrojada.

  • ¿Cooomo me veo? -Carla dijo seductoramente. La chica salía de su cuarto vistiendo una mini de cuero cortísima, un peto diminuto también de cuero, unas medias caladas, y unas botas con plataforma y tacos enormes. Su cabello rojo caía lacio cubriendo parte de su blanco rostro, una cadena adornaba su cuello, tenía las mejillas resaltadas por un rubor carmesí, sus ojos cubiertos con sombra oscura, y los labios exageradamente rojos.

Se te quedó el látigo en tu habitación. Fue el primer pensamiento de Gabriela al verla.

  • Wowww mi vida, estás.. estás.. exquisita. -Andrés vestía una polera y jeans negros ajustadísimos, su cabello oscuro desordenado caía sobre su rostro. Llegó de un salto al lado de la pelirroja agarrándole la mano a la chica y dándole una vuelta.

  • Gracias tesorito, ahora aleja tus sucias manos de mi antes que me apestes. -Carla alejó al chico de un empujón y se dirigió con paso seguro hacia el bar, sacó una copa y se la llenó de pisco sour. Sus ojos se posaron en la figura de Gabriela.

Gabriela llevaba un vestido de color rojo y negro de tela delgada, que dejaba ver sus torneadas piernas, sus pies cubiertos por unas sandalias negras con una pequeña plataforma. Sus pies eran incapaces de soportar la incomodidad de los tacos más altos, aunque eso significara quedarse con la estatura con la cual había nacido. Su rubio cabello estaba tomado descuidadamente en un moño, el leve toque de maquillaje no la hacía ver más adulta de lo que era, una de las cosas más características en ella era su dulce y tierno rostro que la hacía parecer aún menor de lo que en realidad era.

  • ¡¡Que comience la fiesta!! -José llegó a la sala vistiendo una polera con un enorme beavis y butt head estampados, y unos pantalones acampanados que le quedaban bastante largos. ¿Dónde están los demás?

  • Sebastián e Isabel estaban un poco apartados, el chico con su habitual vestimenta clásica, pantalón de color beige y camisa azul clara, la chica con unos jeans café que le quedaban más bien holgados y una polera negra.

Gabriela le guiñó disimuladamente un ojo cuando Isabel la miró y luego se volteó hacia la puerta del baño de donde salía en ese mismo momento Xenia.

Ay dios mío...

La alta joven, vestía unos jeans desgastados, que parecían haber sido hechos especialmente para ella, y un top ajustado de color negro con un pequeño escote y tiritas amarradas en la parte de atrás de su cuello, su ombligo y parte de su espalda quedaban a la vista. El negro cabello suelto tenía un aire descuidado, y caía libre y brillante, lucía un leve toque de maquillaje. Gabriela no podía quitarle los ojos de encima, tenía ese look como de cantante de rock, o tal vez de estrella de tv, o que sabe de qué cosa.

Qué linda... ¿por qué cada vez que la veo lo primero que se me viene a la mente es la palabra "hermosa"? esto es preocupante...

Sus ojos se posaron en Gabriela, dirigió una rápida mirada a lo largo de su cuerpo, pero fue tan rápida y leve, que la chica rubia, dudo haber visto esa mirada. Sintió una punzada en su estómago, y una pequeña sonrisa cruzó su rostro, su estómago estaba siendo víctima de una sensación muy extraña ¿qué me pasa? ¿me emociona que ella me halla mirado? ¿qué cresta me sucede?....


  • ¿¡Quién mierda puso esa música!? -Andrés gritaba intentando hacerse oír por sobre el sonido.

  • Yo ¿por qué? Gabriela se le encaró sin mostrar el temor que el chico quería ver hacia su persona.

  • ¿Qué no sabes que esta porquería no es para bailar? ¡¡mensaaa !! -Su forma de hablar mostraba ya los efectos del alcohol, y se abalanzó peligrosamente hacia la chica.

  • Entonces pon tu mismo lo que quieras, y aléjate de mí, estás borracho.

  • ¿Me estás amenazando princesita? ¿tú sabes lo que yo le hago a las niñitas que se las dan de choras conmigo? a ver, ¿lo sabes? -La tomó de los brazos fuertemente.

  • ¡¡Déjala imbécil !! -José intentó empujarlo con su hombro y terminó en el suelo.

  • Uyy el paliduchito te está defendiendo ¿viste? -Le lanzó una risotada al chico en el suelo y luego puso su atención en Gabriela. ¿Por qué no me das un besito con esa boquita tuya que dios te dio?

  • Esta niña es una mojigata cariñito, no se deja ¿captas? -Carla miraba divertida la escena .

  • Ya suéltame imbécil ¿qué te crees? - Gabriela intentaba soltarse sin lograr resultados.

  • Pero si necesito cariñitos, me siento solo - Andrés fingió una mueca de tristeza, mientras ponía su cabeza en el hombro de la chica - necesito amor.

  • Que la sueltes te dijo. -Andrés soltó los brazos de Gabriela al sentir una fuerte mano apretando su cuello firmemente. Se giró hacia la dueña de esa mano y se encontró con un par de ojos azules asesinándolo con la mirada. Si el chico no hubiera estado borracho habría estado seguro que estaba viendo chispas saltar de los ojos de la joven.

  • Ya yaa, si era una bromita no más, ¿ahora me podrías devolver mi cuello? -El chico la miraba afligido intentando zafarse del fuerte agarre de los dedos.

  • Es que resulta ser que a mi también me gustan las bromitas. -Dijo la última palabra irónicamente y su tono de voz bajó peligrosamente. Yo también quiero divertirme -Carla estaba extasiada mirando la escena.

  • Suéltalo Xenia, está bien, está demasiado borracho para saber lo que hace. -La voz de Gabriela sonó en los oídos de la chica alta, y fue soltando su presa lentamente.

  • Uno siempre sabe lo que hace.

En ese momento la puerta se abrió de golpe y entraron cinco hombres, los chicos se sobresaltaron ante la sorpresa.

  • ¿Qué demonios creen que están haciendo? ¿Están todos bien? -Los hombres miraban alrededor.

  • Sí todo bien, ¿uds...? Gabriela habló por todos.

  • Sí, nosotros estamos vigilando lo que pasa aquí las 24 horas del día y estamos en la casa que está al lado, y si esto se vuelve a repetir te vamos a sacar a ti y a ti sin siquiera pensarlo, ¿oyeron? El hombre si dirigió a Andrés y Xenia amenazando con el dedo.

  • Si sólo estamos jugando, no es para tanto. -Con el susto a Andrés se le había pasado prácticamente la borrachera, aunque aún estaba sobándose el cuello.

  • Está bien, los vamos a estar vigilando, vamos. -Les dijo a los otros cuatro.

  • ¡¡¡ Qué siga la fiesta !!! Sorry Gabby se me pasó la mano ¿amigos?

Gabriela le acercó titubeante la mano al chico bajo la atenta mirada de Xenia. Andrés le dedicó a la morena una sonrisa absolutamente fingida de inocencia.

  • Ya, amorcito ya pedí disculpas, no me castigues -Pasó su brazo por sobre el hombro de Xenia.

  • Punto uno, no soy tu amorcito ¿estamos? -Xenia agarró el brazo con una mueca de desagrado en el rostro y lo dejó caer lejos de ella. Y punto dos, que esto no se vuelva a repetir. -Se alejó del lugar con paso seguro y se perdió por la puerta del jardín.

  • ¡¡Bravo!! -Carla aplaudía riendose burlescamente Pero qué numerito se mandaron los tres, debiste ver tu cara, pero qué imbécil eres.

  • Ya deja de reírte como una estúpida y ven aquí, que quiero bailar ¡música maestro! -Andrés agarró de un brazo a Carla, mientras la chica se seguía riendo frenéticamente.

Odiosos.

  • ¿Qué pasó? -Sebastián llegaba en ese momento junto a Isabel

  • Este tipo que hizo una de sus escenas y Xenia me defendió, y vino esta gente que está vigilándonos todo el tiempo, y les advirtió a él y Xenia que si se repetía una cosa así, los sacaban del programa.

  • Esta Xenia no es muy participativa, pero cuando participa, sí que lo hace. -Isabel dijo risueña.

  • Tengo ganas de bailar ¿vamos? -Sebastián invitó a la chica.

  • Bueno pero no lo hago muy bien, tú me enseñas.

  • Eso, diviértanse chicos, voy a tomar un poco de aire, y mantengan vigilados a estos dos, miren que son capaces de matar a José.


¿Te molesta un poco de compañía? -Xenia giró la cabeza al oír la voz, sabiendo de antemano quien era su dueña. Negó con la cabeza y con la mirada invitó a sentarse Gabriela a su lado.

  • Traje algunas cositas para picar. -Con una sonrisa pícara, la chica más baja mostró una fuente donde Xenia reconoció una mezcla de papas fritas, ramitas, soufflés y aceitunas. Se sentó en el borde de la piscina donde estaba la chica morena. Sus pies estaban sumergidos en el agua.

  • ¿No es un poco mucho para las dos? -Aspiró de su cigarro. No los habrás dejado sin nada a ellos ¿verdad? -Xenia indicó hacia la casa, mientras lanzaba humo por la boca.

  • Para ti será mucho, para mí no tanto, me encanta comer por si no te has dado cuenta. Una papita crujió al ser mordida por la chica rubia.

  • Sí, sería imposible no notarlo. Xenia esbozó una pequeña sonrisa y movió un pie en el agua causando una pequeña onda.

  • ¿Perdón? ¿estás insinuando que soy glotona?

  • No pongas palabras en mi boca. -Gabriela no pudo evitar dar una mirada a los labios de Xenia.

  • ¿En realidad te importa si los dejo sin comer a todos?

  • No.

  • Eso me imaginé ¿Te agradecí que me hallas defendido de ese imbécil? - Xenia alzó la vista al cielo, meditando la respuesta. Era una noche estrellada y de luna llena.

  • No, no lo hiciste, pero tampoco es necesario. -La joven alta estaba intentando atrapar una aceituna que se escabullía hacia el fondo de la fuente.

  • ¿Cómo que no es necesario? para mí si lo es... Gracias... -La voz de Gabriela se oyó suave mientras posaba su mano en el brazo de Xenia, y enseguida se arrepintió del gesto. ¿Por qué me pasa esto? ¿por qué siento algo distinto al estar contigo? ¿por qué tengo la sensación que tú sientes lo mismo?

La mirada de Xenia se posó fugazmente en la mano de Gabriela, y la levantó hacia su rostro. Gabriela rompió el contacto.

  • De nada ... Sus miradas se quedaron clavadas unos instantes.

  • ¿Xenia? -Dijo la chica de ojos verdes, mientras se quitaba las sandalias e introducía los pies en el agua rompiendo el momento.

  • ¿Qué? -Los ojos de Xenia siguieron los movimientos de Gabriela.

  • ¿Cómo fue que recuperaste mi mochila ese día?

  • En realidad no la recuperé, el chico la soltó él solo. -La morena estaba despedazando una hoja para luego lanzar los pedacitos al agua.

  • ¿Cómo que la soltó? -Gabriela preguntó con interés.

  • Yo iba caminando justo al llegar a la esquina, y de pronto este chico se vino sobre mí, supongo que no alcanzó a frenar, y terminó igualito que tú en el suelo, no sé, creo que se asustó, no se bien que habrá pensado, el asunto es que se paró de un brinco y salió corriendo sin tu mochila, así que la recogí y ahí apareciste tú en la escena. -Xenia se encogió de hombros y agarró una papita y le comenzó a dar pequeños mordiscos.

  • ¿Así de simple? -Gabriela estaba concentrada en la forma en que Xenia se estaba comiendo la papa.

  • Así de simple, era sólo un niño, quizá pensó que era un policía o qué se yo. -Xenia hizo una mueca de desagrado, mientras seguía mordisqueando su papa.

  • ¿No te gustan los policías?

  • Tengo un problema con los uniformes, con los grupos y todas esas cosas.

  • ¿Con los grupos?

  • ¿Sabes? estás poniéndote muy preguntona, y las preguntas me ponen nerviosa también.

  • Vale vale, sólo una más ¿sí?

  • ok

  • ¿Siempre te comes tan lentamente las papitas o sólo lo haces para molestarme?

  • ¿De nuevo con los egocentrismos? primero que me escabullo de ti, y ahora con que como de tal forma para molestarte, ¿es que acaso crees que mi mundo gira alrededor tuyo o qué? -Xenia le clavó la mirada a la joven más menuda, mientras aspiraba humo de su cigarrillo.

  • Eh.. bueno... no quise decir eso. -Gabriela bajó la vista avergonzada.

  • Sólo bromeo. Yo también tengo una pregunta para ti. -Xenia sonrió viendo la reacción de la chica.

  • Dime. -Los ojos verdes se alzaron mostrando algo de nerviosismo.

  • ¿Siempre gesticulas tanto con tu cara y tus manos? -Xenia imitó los movimientos de Gabriela con una sonrisa más amplia en su rostro.

  • Chistosa... Gabriela la miró con fastidio. Pero sí, siempre lo hago, y déjame decirte que has hecho una excelente imitación de mi misma, luego no te quejes si me pongo egocéntrica, ya que ahora sé que te fijas mucho en mis movimientos. -Apuntó hacia su pecho con arrogancia.

  • Es imposible no fijarse en ellos. -Gabriela se volvió a sonrojar al oír la respuesta.

  • ¿Sabes? ni siquiera me has dicho a qué te dedicas, ¿es que nunca dices nada acerca de ti a menos que te pregunten?

  • ¿No lo hice? pensé que si.

  • Mentirosa. ¿Entonces?

  • Bueno ...

  • ¡¡¡ Hombre al agua !!! Se oyó la voz de Andrés que en ese momento arrastraba a José hacia la piscina. El chico pálido hacía desesperados esfuerzos por escaparse.

  • Suélta .... José no alcanzó a terminar la frase. El agua saltó fuera de la piscina mojando a las chicas.

  • Sorry pero creo que necesitabas un buen baño. -Andrés celebraba su gracia y le lanzaba cuanta cosa encontraba al chico. José salió empapado de la piscina y comenzó a perseguir al moreno por todo el jardín para luego perderse ambos dentro de la casa.

  • Hombres, siempre jugando como niñitos. -Carla se sentó en una silla cerca de Xenia y Gabriela. ¿No interrumpo nada verdad ? Su mirada se paseó entre el rostro de la rubia y la morena.

  • No. Claro que interrumpes estúpida que no ves que por fin estoy consiguiendo que me hable sobre si misma, y ahí llegas tú a embarrarme todo.

  • ¿Y entonces por qué tus ojitos me están diciendo otra cosa darling? -Acercó su rostro un poco más hacia Gabriela. La chica rubia miró a Xenia que estaba agarrando otra papita en ese momento.

  • Eres libre de estar donde quieras de todas formas. -Xenia dijo despreocupadamente.

  • Dime Xenia ¿te dije que esta noche luces increíblemente sexy? -Su mirada recorrió el cuerpo de la morena con descaro, para luego observar la reacción de Gabriela.

  • Me lo estás diciendo ahora. -Xenia le dedicó una falsa sonrisa y luego dirigió su mirada a Gabriela quien en ese momento estaba sintiendo una punzada muy extraña en su estómago.

¿Qué pasa aquí? ¿le está coqueteando a Xenia? ¿le gusta?

  • ¿Qué les parece chicas si nos damos una zambullida? el agua debe estar exquisita, casi tan exquisita como tú Xenia. -Se paró y comenzó a quitarse la ropa.

  • ¿Qué haces? Gabriela se sorprendió al ver lo que Carla se disponía a hacer.

  • ¿Que no ves? me quito la ropa para meterme al agua. -Apuntó con el dedo la piscina.

  • Sí, si eso ya lo veo, sólo que supongo que traes puesto tu BIKI... -Carla terminó de quitarse toda la ropa y la imagen contestó la inquietud de Gabriela.

  • No, no traigo mi biquini. -Caminó lentamente hacia la morena y la rubia, se puso en cuclillas entre ambas, miró a Gabriela y luego a Xenia con una amplia sonrisa en el rostro. ¿Vienen? -Le guiñó un ojo a la chica más alta y se lanzó al agua como dios la echó al mundo.

Gabriela la miraba atónita, mientras emergía del agua y comenzaba a bracear justo enfrente de ellas. Carla le estaba coqueteando descaradamente a Xenia, estaba nadando para ella. La chica más baja aventuró su mirada hacia Xenia quien le devolvía la mirada a Carla, Gabriela buscó alguna reacción en el rostro de la morena, pero éste permanecía impasible.

  • Vamos cariñito, por qué no me acompañas aquí, ya me siento sola, no me gustaría pensar que me tienes miedo. -Carla nadó hacia el borde de la piscina, y apoyó su mentón sobre sus brazos, mientras observaba a Xenia desafiándola con una mirada llena de deseo. Gabriela se estaba sintiendo más que incómoda.

Xenia estiró su cuerpo a lo largo del borde de la piscina, y apoyó su rostro en la palma de su mano, quedando a centímetros del rostro de Carla.

  • Y ¿Por qué tendría yo que tenerte miedo a ti? -Xenia dirigió sus ojos azules hacia los de Carla, su rostro permaneció inexpresivo.

Oh oh Carlita ya estás cagada, vamos a ver qué haces ahora.

Carla dejó de sonreir y retrocedió unos centímetros pareciendo desconcertada.

  • Ay mi amorrrr, espérame que ahí voy. -Se oyó la voz de Andrés que ya comenzaba a quitarse los pantalones.

  • Bueno ahí tienes compañía, ya no te sentirás tan sola. -Xenia se paró se sacudió las manos y se encogió de hombros hacia Carla. ¿Vamos? -Le extendió una mano a Gabriela que la recibió gustosa.

Carla hizo un gesto de fastidio al ver a Andrés lanzándose al agua tan desnudo como ella misma.

  • ¡¡Hey Xenia!! -La morena se volteó y Carla le sopló un beso. Para la próxima no te me escapas. -Xenia siguió caminando hacia la casa con Gabriela a su lado. ¡¡¡ Ayyyy bestia maldita !!! -Andrés sumergió a la pelirroja en el agua, mientras se reía a carcajadas.

Ambas chicas entraron a la sala, allí se encontraron a Isabel y Sebastián bailando un lento en un rincón. Ni siquiera se percataron de la presencia de ellas, se les veía muy cómodos y felices, en realidad hacían buena pareja.

¿La invité a venir conmigo? Mierda ¿ por qué me pongo tan estúpida con ella? Nada de amistades he dicho.

  • ¿No te parece que hacen una linda pareja? Xenia miró al lugar donde le indicaba Gabriela.

  • Si tú lo dices.

  • ¿No te parece a ti? Gabriela la miró incrédula.

  • Me da lo mismo, en realidad te puedes ver bien con cualquiera.

  • No puedo creer que digas eso, y ¿qué hay de la química? ¿la onda que puedan tener dos personas? una no tiene química con todos

  • Yo no tengo química con nadie, ¿eso quiere decir que no me vería bien con nadie? -Xenia se encogió de hombros mientras encendía un cigarro.

  • Tú no quieres tener química con nadie que es distinto, cuando encuentres a alguien con quien la tengas no lo podrás negar. -Sus miradas se cruzaron por un instante.

  • ¿Sabes? estoy un poco harta de esta música y esos dos armando escándalo, creo que me voy a ir a dormir. -Xenia hizo ademán de irse a su habitación.

  • Pero es demasiado temprano. -Xenia sintió la mano de Gabriela tomándola del brazo. Se volteó hacia ella y la rubia deshizo enseguida el contacto.

  • Dame una buena razón para quedarme despierta y me quedo. -Los ojos azules se clavaron en la chica más baja con interés mientras se cruzaba de brazos.

  • Bueno... -Gabriela comenzó titubeando- podríamos bailar un poquito, o conversar. -Los ojos verdes miraron fugazmente a la chica más alta. O yo podría leerte las cartas si tu quieres.

  • ¿Bailar? yo no bailo, ¿conversar? ya lo hemos estado haciendo todo este rato y ¿leerme las cartas? ¿Acaso me dirás el día de mi muerte? porque si es así me da igual morirme mañana u hoy mismo. -Los ojos verdes la miraron con desilusión.

  • ¿Por qué siempre la gente relaciona el tarot con que les digan el día de sus muertes? detesto eso, supongo que no puedo ofrecerte nada que sea de tu interés. -La joven rubia se sentó mientras observaba a Sebastián e Isabel. Xenia sintió como se rompía ese pequeño lazo que se había creado entre ellas.

  • Acompáñame. -Xenia le estiró una mano a Gabriela, ésta la miró titubeante mientras la tomaba entre la suya.

¿Qué mierda se supone que estoy haciendo? ¿Por qué me tiene que importar esta niña?

  • ¿A dónde vamos? -Xenia no soltó la mano de Gabriela por algunos segundos.

  • A conversar ¿no es eso lo que querías? Además creo que tú eres en realidad la única que me puede ofrecer algo interesante de todos estos. ¿Yo dije eso? -Sus ojos azules se giraron para encontrarse a unos verdes mirándola con atención, logró percibir una sonrisa formándose en ese rostro, en esos ojos. Eran hermosos sin duda, eran... tenían una dulzura que los hacía irresistibles, como que a esa persona no se le pudiera negar nada de lo que pidiera, como si fueran familiares, verdaderos. Había algo en la chica rubia que le estaba atrayendo peligrosamente. Hace un tiempo había aceptado su condición sexual, y no podía negar que la muchacha era hermosa, pero estando ahí, bajo los ojos de millones de personas, no podía arriesgarse a comenzar a sentir algo por ella. ¿Comenzar a sentir? o es que ya sientes algo diferente por ella Xenia... Ni siquiera sabes cosas importantes sobre ella.

  • ¿Gabby quieres bailar conmigo? -La voz de José la sacó de sus pensamientos, y se dio cuenta que se había quedado mirando por demasiado tiempo a Gabriela.

  • Más ratito ¿ya?. -Gabriela le dio un efusivo abrazo al pálido chico y le plantó un beso en la mejilla. Ahora voy a conversar un ratito con Xenia, luego vuelvo.

  • ¿Las puedo acompañar? -El chico reconoció la cara de fastidio en ambas. Está bien, charla de chicas, ya entendí la indirecta. -José se dirigió hacia la pareja que aún bailaba. Hola chicos ¿quieren algo de compañía?

  • ¿Charla de chicas? ¿Qué mierda es eso? -Xenia miró a Gabriela alzando la ceja

  • Lo que vamos a hacer tú y yo supongo. -Gabriela le sonrió y ambas se dirigieron a la habitación que Xenia estaba compartiendo con José.

Tú y Yo... suena bien... ¡¡¡Basta Xenia!!!