Todos saben que te amo

Estas dos jovenes participan en un realitie y sin darse cuenta se van acercando la una a la otra

TODOS SABEN QUE TE AMO

XYG

  • 1510 !! 1510 !!.

Su corazón comenzó a latir fuertemente mientras se dirigía a la pequeña puerta ubicada a unos 30 metros de donde había estado sentada las últimas 5 horas. Por un lapso de tiempo la idea de salir corriendo en dirección contraria cruzó tentadoramente por su cabeza, miró una vez más el número pegado en su muñeca, esperando quizá haberlo memorizado mal, o tal vez escapar de los cientos de ojos de los cuales era centro de atención en ese momento, o tan sólo para concentrarse en algo diferente del destino al que sus piernas la llevaban. Por algún motivo esa puerta se estaba convirtiendo en algo realmente aterrador, la imagen de la consulta del dentista cruzó fugazmente sus pensamientos.

En qué me estoy metiendo... hizo una pequeña pausa e inspiró algo de aire antes de ingresar al lugar.

Hizo un rápido recorrido con la vista, la sala era pequeña, de color claro, y había un desagradable olor impregnado en el aire, que hacía bastante denso el ambiente. Avanzó la corta distancia que separaba la puerta de la pequeña tarima, adoptando la postura y el caminar más seguro que fue capaz de proyectar su cuerpo en ese momento, lo cual no era nada fácil para sus piernas, que se empeñaban en temblar.

  • Buenas tardes. Sus verdes ojos recorrieron las formas de las cinco personas que estaban sentadas frente a ella, una tímida sonrisa cruzó por su rostro mientras era objeto de un incómodo examen visual, del cual no estaba segura de cómo estaba siendo calificada.

Uno de los entrevistadores, una señora de unos 40 años, de tez morena, cabello castaño oscuro y modales finos, con una sonrisa pintada en el rostro que de natural no tenía nada, y que parecía ser la que dirigía todo, fue la primera en hablar.

  • Dinos tu nombre, edad, un pequeño resumen acerca de ti misma, y el por qué estás aquí. Al pronunciar la palabra aquí, el fastidio en su voz fue demasiado notorio, y fue víctima de la mirada de advertencia de uno de sus compañeros, la cual fue camuflada bajo otra muy poco natural sonrisa.

  • Bueno mi nombre es Gabriela. Ayyy dios... si pretendo entrar en esto, tengo que cambiar este tonto tono de voz urgentemente.

Tenía sentimientos encontrados, nunca se le había hecho difícil comunicarse con la gente, cualquiera fuera la situación siempre tenía la palabra justa, y su poder de convicción era increíble, pero la pregunta era ¿quería realmente meterse en esto? La imagen de la carita burlesca de su hermana apareció vivamente en sus pensamientos, casi podía oírla diciéndole, ¡¡lo sabía!!, no fuiste capaz. Aquello le dio un impulso extra y decidió que no se iría de allí sin haber hecho su mejor esfuerzo, después de todo, la posibilidad de ser elegida era bastante remota, una entre 5000 quizá, tal vez menos que eso.

Se aclaró la garganta y miró directamente en los ojos de esas 5 personas, cuya impaciencia aumentaba a cada milésima de segundo que corría de tiempo. El hombre de mediana edad, el cual estaba sentado a la izquierda de la señora de cuarenta, estaba golpeando el suelo con su zapato de una manera nada agradable, y los otros dos jóvenes, un chico y una chica, cuya edad no superaría los 27 no se quedaban atrás, ambos tamborileaban sus dedos en la mesa, mientras la muchacha se abanicaba la cara con un cuaderno con espirales en cuya tapa aparecía el pato Donald frunciendo el ceño. La similitud del gesto era tan similar entre la caricatura y ella, que Gabriela habría reído de buena gana, si hubiera sido otra la situación.

El quinteto era completado por un chico aún más joven, un conductor de tv, cuyo programa era de los más vistos por la juventud chilena, no precisamente por su aporte intelectual. El la miraba de pies a cabeza de una manera nada profesional, Gabriela podría jurar que el joven estaba observando alguna parte íntima de ella, incluso la hizo dudar de que se había bajado bien la falda después de haber hecho una visita a los baños químicos destinados a esa larga y fastidiosa espera. Bajó disimuladamente la vista y verificó que estaba todo en orden, su falda de jean azul oscuro estaba situada correctamente en sus caderas cayendo por sus muslos y hasta un poco más abajo de las rodillas, y la polerita roja cubría su torso correctamente, sólo dejaba ver su cintura y el piercing que lucía orgullosamente en su ombligo, que después de soportar los gritos y rezongos de sus padres por días, por haber hecho semejante ultraje con su cuerpo - palabras textuales de sus progenitores cuyo concepto de ultraje seguramente no había llegado a sus oídos cuando Gabriela no había cumplido aún el año y ya le habían agujereado los lóbulos de las orejas sin su consentimiento - había decidido lucirlo en la medida que le fuera posible.

  • Tengo 19 años ...

  • Sí, qué bien, y cuéntanos ¿qué estás estudiando?

  • Nada, soy tarotista, a eso me dedico, quizá me especialice en numerología y...

  • Oh, pero ¿en cuánto a estudios reales, qué carrera piensas seguir?

  • ¿Reales? para Ud. ¿eso no es real?

  • Bueno.. Sí, pero y tus padres ¿qué opinan acerca de eso?

  • Tienen el mismo concepto de real que Ud. supongo.

  • Está bien y cuéntanos ¿por qué deberías ser una de los elegidos? ¿Por qué decidiste venir?

Se estaba sintiendo realmente incómoda, y deseando con todo el corazón no ser seleccionada, su desagrado se estaba imprimiendo muy notoriamente en la expresión de su rostro. Esto estaba siendo peor de lo que se había imaginado, qué tontería, ¿en qué estaba pensando cuando accedió a intentar semejante estupidez? Estaba casi segura que se podría volver tranquilamente a su casa ese día, era imposible que esa gente la seleccionara precisamente a ella, así que daba igual de todas formas.

  • Para serles honesta, no me interesa estar aquí - Comenzó diciendo. Si antes pensaba que era una tontería, ahora pienso que es una gran tontería, y si vine, fue por una simple apuesta que hice con mi hermana, hice un comentario acerca de este tipo de programas, ella me dijo que de todas formas yo jamás podría ser elegida en algo así, le dije que claro que sí, me dijo que no, le dije que sí, dijo te reto, y aquí estamos, eso es todo, ¿ya puedo irme?

  • Estás preseleccionada, por favor espera afuera daremos los resultados dentro de unos minutos.

La mandíbula se le cayó, miró algo incrédula a los 5 pares de ojos, y salió de la pequeña sala, aún insegura de haber oído bien.

¿Preseleccionada? ¿Cómo que preseleccionada? ¿Por qué?

  • Bien, ésta sirve, es linda, y con muchas ganas de llamar la atención de sus padres, también lo hará adentro, y en conclusión.. Es linda.

Fue dirigida hacia otra puerta distinta de la que había ingresado, y salió por ella aun dudando de lo que acababa de suceder hace segundos, aún debía pasar una etapa más, seguro que en esa no tendría opción alguna, y después de todo, ¿por qué se estaba haciendo tanto problema?, se iba de ahí ahora mismo, no seguiría con eso, le diría a su hermana que tenía razón y punto.

  • Estamos en directo para viña noticias. Dio un salto al oir la voz masculina prácticamente gritando en su oreja. Alzó la vista hacia la cámara que apuntaba hacia ella a medio metro de su rostro.

¿Qué cresta?...

  • ¿Qué se siente estar entre los semifinalistas? el hombre tenía un micrófono en la mano y lo apuntaba hacia su boca, mientras la miraba con una sonrisa de oreja a oreja, como si fuera familiar suyo y ella se acabara de haber ganado el kino.

En ese preciso momento supo que cualquier posibilidad de escabullirse del lío en que se acababa de meter eran nulas, y tuvo una tentadora visión de ella misma agarrando del cuello al periodista gritón por haberla terminado de hundir en lo que ella misma se había metido.

Vamos Gabby da tu mejor sonrisa a la cámara, ¿qué es más humillante? quedar como una cobarde delante de tu muy insoportable hermanita escapándote de esto, salir con cara de mensa en la televisión, o que después de haber quedado entre los preseleccionados terminen no eligiéndote. Meditó las posibilidades con las que contaba. Cresta... Demasiado para su ego.

  • Maravillosamente bien - Contestó, sintiéndose de todo, menos maravillosa. Y cuando el fastidio se comenzaba a reflejar en su rostro, el periodista se dirigía micrófono en mano a esperar a su siguiente víctima.

Oye pensé que estabas feliz por mí. En fin, vamos a esperar el dichoso resultado, el cual será un gran "casi lo lograste" y volveré a casa y tragarme las risas de esta mocosa por los próximos 5 meses, claro, si tengo suerte. Ay no, la mocosa ya me vio en la tele. Giró los ojos y suspiró con resignación al ver quien la estaba llamando. No tengo ganas de hablar contigo hermanita, chao. Tiró el teléfono de vuelta donde originalmente estaba.

Agarró firme su mochila, se acomodó los audífonos y presionó el play de su discman. Disc "man", maldición ¿por qué todo tiene que hablarse en masculino? me pregunto si los hombres hubieran sido capaces de soportar que todo fuera en femenino, mmm, imposible... para sentirse personas, necesitan de los títulos y esas cosas. Los acordes de una guitarra que había escuchado miles de veces comenzó a sonar en sus oídos. ¿Y yo dónde iba? ah sí, esperar por el gran resultado gran, pero no sin antes haberme vitaminizado con una buena dosis de calorías.

Dejó el recinto, y sintió una agradable sensación de libertad, miró su reloj, eran las 4 pm en punto, giró su cabeza a la derecha, luego a la izquierda, ¡bingo! Para allá vamos.

  • Buenas tardes - Le sonrió al señor que estaba dentro del pequeño kiosco, recibió un gesto con la cabeza como respuesta. ¿Tiene pingüinos? Para qué iba a negárselo, era una glotona de primera, y esos bizcochitos de chocolate estaban definitivamente liderando en su extensa lista de golosinas favoritas. Extendió las monedas, y recibió a cambio el paquetito azul que contenía el exquisito manjar que ahora mismo se dirigiría directamente a su estómago, y por qué no admitirlo, a sus caderas.

Decidió estirar un poco las piernas antes de volver al lugar en cuestión, el día estaba particularmente soleado, y no le haría mal lograr por lo menos que se le sonrojaran algo las mejillas, que bastante pálida estaba y no quería terminar el verano estando como una pantruca. Vamos hoyito de la capa de ozono, haz tu trabajo, pensó mientras le daba un mordisco al pastelito.

  • Standing in line to see the show tonight... tarareaba, mientras preparaba el segundo mordisco al pastel, pero su mano sólo llegó a la mitad de su camino y soltó su carga de golpe al mismo tiempo que sentía un fuerte tirón en su brazo. La música dejó de sonar y en su lugar el sonido ambiente de la calle llegó a sus oídos, antes de oír el ruido del discman golpeando contra el suelo, se miró el brazo donde segundos antes colgaba su mochila.

  • Hey!!! mi mochila!!! maldito... Se agachó rápidamente rescató el objeto caído y salió corriendo detrás del muchacho que ya se había perdido por la esquina. Cresta... qué tenía ahí, ¿dinero? bueno, no mucho, celular, uno que otro disco y los documentos, maldición. Si su corazón latía fuerte cuando iba camino a esa puerta hace menos de media hora, ahora meditó la posibilidad de estar teniendo un ataque porque sentía que se le salía por la boca.

-¡Alguien párenlo! se llevó mi mo... Antes de terminar la palabra yacía sentada en la acera sintiendo un tremendo dolor en sus nalgas, después de haber chocado contra algo o alguien...

  • ¿Se te perdió esto? -Su vista se alzó hasta encontrarse con el objeto que le había sido arrebatado, colgando de una mano que definitivamente no era la del ladrón, luego se dirigió al rostro de la figura dueña de esa mano, desde esa perspectiva en el suelo no se distinguían bien sus rasgos, sus ojos estaban encandilados por el sol, al menos lo lógico hubiese sido que por el sol, aunque por un instante se cuestionó la posibilidad de que las personas fueran capaces de encandilar o no.

Vaya, qué tonterías se piensan cuando una es víctima de robos.

  • ¿Estás bien? La voz se fue acercando mientras la figura se ponía en cuclillas frente a ella. Un pensamiento cruzó por su mente, era la voz más hermosa que había oído en su vida, segura y suave a la vez, e incluso había logrado percibir un toque sensual en ella.

¿Y desde cuándo me preocupa a mí analizar las voces de las personas? espera un momento, ¿desde cuándo encuentro sensuales las voces femeninas? Se llevó una mano a la cabeza intentando comprobar que no se la había golpeado sin darse cuenta.

  • ¿Te golpeaste la cabeza?

Negó insegura, y su propia mano aceptó la que le estaba siendo extendida. En un instante estaba parada nuevamente, percibió el contacto de la mano que sostenía la suya, y notó que la propia estaba sudando frío, un mareo la invadió repentinamente y sintió un extraño sentimiento de desamparo cuando el contacto se deshizo, sus ojos bajaron para mirar su palma y luego se alzaron para enfrentarse con el rostro de la desconocida que aún permanecía frente a ella.

Unos ojos azules la estaban mirando atentamente, directamente a sus verdes, comenzó a ver nublado, el mareo la volvió a invadir y sintió la extraña sensación de estar mirándose a sí misma desde los ojos de la mujer enfrente de ella. Sintió un cosquilleo en la mejilla y llevó una mano hacia ella con la intención de rascarse la picazón, pero en vez de picazón sus dedos se humedecieron al contacto de una lágrima que rodaba por su piel.

  • Estoy bien, sólo un poco asustada - Contestó mientras deslizaba los tirantes de su bolso por sus brazos y los dejaba descansar en su hombro derecho. Y un poco tiritona - Logró esbozar una pequeña sonrisa y se sintió extrañamente avergonzada.

  • Mira tengo que irme ahora mismo, estoy algo retrasada para un asunto, pero te podría llamar un taxi para que te lleve a tu casa si quieres.

En ese momento Gabriela notó que la chica era bastante alta, mucho más alta que ella misma, cuya altura no debía sobrepasar el metro 60.

  • Yo... espera - Dijo al ver que la joven ya comenzaba a marcar un número en su celular. Tengo que arreglar algo en ese lugar. Dijo apuntando con la cabeza hacia el recinto de donde se había maldecido momentos antes de haber dejado. Aunque a decir verdad...

  • Bueno, supongo que tenemos el mismo destino entonces. -Al terminar la oración ya se encontraban ambas frente la entrada.

  • ¿Quieres decir que estás postulando para...?

¡Atención! ahora procederemos a decir los números de las 7 personas seleccionadas, por favor presentarse con su número mientras son nombrados ¡Atención! - La voz retumbando por un altavoz llegó hasta donde ambas estaban.

  • 4301, 389...

Gritos de júbilo comenzaron a oírse desde diferentes sectores del gran gimnasio donde habían ya menos jóvenes que antes, a los cuales seguía una rápida carrera hasta la puerta del fondo de donde venía la voz.

  • 130, 2784, 100...

De pronto se encontró con un número 100 casi pegado a sus ojos, y luego con un gesto ganador de la dueña de ese número.

  • Oh dios mío, ¿estás? ¿¿¿ estás dentro??? - Salió corriendo detrás de la alta joven, que se abría paso entre la multitud. ¡¡Espera!! no me has dicho tu nombre.

  • 690 y por último... 1510.

Una expresión de desilusión se oyó al unísono.

  • Espera por favor!!! -Por un momento deseó con toda su alma estar dentro de los seleccionados. ¿Cómo que estar dentro de los seleccionados? me estoy volviendo loca, no me hacen nada bien los robos, hace unos minutos tenía decidido irme de este maldito lugar fuera cual fuera el resultado, y ahora considerando la posibilidad de... ¿¿¿1510??? . Buscó torpemente el número en su muñeca, mientras que ahora sí el corazón se le estaba saliendo por la boca. ¿Y el número, dónde dejé el número? ay dios mío.

Se iba haciendo camino entre un montón de jóvenes decepcionados y hasta con lágrimas en los ojos. Esto es patético. Llegó por fin, con la respiración agitada, la mochila revuelta y sin el condenado número en la mano.

  • Verá señor, he perdido el número, pero le aseguro que yo tenía el 1510 - Balbuceaba mientras intentaba meter algo de aire en sus pulmones, y atisbaba alrededor buscando a cierta individua, de nombre desconocido. Seguro que nadie vendrá a reclamar el puesto y así sabrá que yo...

  • El número es lo que menos importa, por si no lo recuerda cuando se inscribió nos dio su nombre, dirección y teléfono, si aún conserva su nombre, no tendría por qué tener problemas señorita.

  • Gracias. Qué plancha, ¿ es que acaso se puede ser más estúpida?, este no es mi día. En ese instante su mirada se encontró con unos ojos azules que le eran familiares, demasiado familiares... Retiro lo pensado...


Sus manos dejaron caer la última prenda de ropa dentro de la maleta antes de que ésta fuera cerrada con furia. La alta y morena joven se paró con fastidio de la cama, tomó su cacheta y buscó en uno de los bolsillos.

Mierda, será posible que no tenga ni un maldito cigarro.

Agarró unos billetes se los introdujo en el bolsillo trasero de sus jeans, tomó sus llaves y salió del departamento dando un portazo.

Le hizo un gesto con la cabeza al hombre que le extendía el cambio, se puso el cigarrillo en la boca y buscó en su bolsillo sin resultados. Mierda.

  • Gracias - Se alejó del lugar después que el mismo hombre le hubiera encendido el cigarro. Antes de llegar a la entrada del edificio, se volteó al oír su nombre.

  • Hola - Su voz reflejó un tono de fastidio al saludar al chico que estaba a su lado. ¿Qué haces aquí? - Empujó la puerta y ambos ingresaron.

  • Como se nota que te fascina verme -Un tono de desilusión se notó en la voz del joven.

  • Ya sabes como soy de transparente -Siguió con la vista al frente mientras subían los peldaños de la escalera.

  • Lástima que sólo lo seas cuando tienes que demostrar sentimientos negativos como el me estás dirigiendo ahora -Xenia abrió la puerta de su departamento y ambos ingresaron en él.

  • Siempre lo soy, si no tengo sentimientos positivos que mostrar, simplemente no puedo fingirlos -Cerró la puerta y le hizo un gesto al chico para que se sentara.

  • Sé que no tienes paciencia, y eso se te está notando demasiado ahora mismo, así que mejor voy a hablar rápido, no quiero que explotes y me rompas algo, ya tengo suficiente con que lo hallas hecho con mi corazón.

  • Sin cursilerías por favor, detesto que se hagan la víctima conmigo - Su paciencia estaba llegando a su límite.

  • ¿Es que no tienes sentimientos? - La voz del chico se suavizó.

  • Sí, si tengo, soy humana, sólo que no los tengo por tí, ¿tenemos que hablar de esto otra vez? pensé que habías entendido. El chico tenía las manos sobre su regazo y su vista estaba clavada en ellas.

  • Pero yo te quiero Xenia -El chico se paró y se acercó a la morena. ¿Por qué no lo intentamos otra vez? te prometo que no me voy a meter en tus cosas, que te voy a dejar tu espacio - Su voz sonaba a súplica.

  • Lo siento, yo no te quiero, ya te lo dije - Era consciente de la dureza de su propia voz.

  • Y ¿si estamos un tiempo separados para que pienses bien las cosas? yo podría esperar.

  • Escucha, no te quiero, no estoy confundida, no tengo nada en que pensar, no tengo sentimientos por ti, ¿es que no lo entiendes? es simple, yo nunca te prometí nada, tú te hiciste tus ilusiones solo. Ahora necesito que te vayas, tengo que salir y por favor no vuelvas más.

  • Tienes el corazón seco, eres mala -El chico se dirigió hacia la puerta con los ojos llenos de lágrimas y salió dando un portazo.

Se sentó con fastidio en el sofá mientras encendía otro cigarrillo. Por la mierda estropéenme más el día. Sus ojos vagaron por la sala hasta observar a través de la ventana, el cielo estaba azul. De pronto en su mente apareció un rostro y su expresión comenzó a suavizarse. Gabriela... pobre ni siquiera le dije chao. Se sonrió al recordar la expresión en el rostro de la chica más joven al caer al suelo luego de haber chocado con ella. Bueno si quiero llegar hoy, mejor me voy moviendo de una vez. Apagó el cigarrillo y se dirigió hacia su habitación. Y dios sabe que en el fondo no quiero llegar, aunque quizá....


  • Mi amor ¿estás segura que quieres entrar a esto? - La misma maldita pregunta por enésima vez llegaba a sus oídos de la voz de su novio.

  • ¿Estás bromeando? ya no te voy a responder de nuevo lo mismo, mira que todo tiene un límite, además no te explico cómo tengo los nervios, así que por favor... - Subió el volumen de la radio y bajó la ventanilla para respirar un poco de aire puro.

  • Sabes que te voy a extrañar mucho, y no estoy de acuerdo con esto, no sé qué bicho te habrá picado la verdad, no es tu estilo - El discurso lo oía ahora casi a grito pelado en su oído izquierdo.

Miró a su novio que movía la cabeza en señal de desaprobación y tamborileaba los dedos en el manubrio mientras esperaba que cambiara la luz roja con la mirada fija adelante.

  • Lo que sea -Dijo Gabriela moviendo la cabeza. Esto ya está decidido y no voy a echar pie atrás, escucha, sólo serán 2 meses, no es como si me fuera por el resto de mi vida.

  • No son los 2 meses los que más me preocupan, es el lugar donde estarás esos 2 meses, o sea, por favor estamos hablando de hacer pública tu vida, ¿es que eso no te molesta? hay que ser demasiado exhibicionista para meterse en una cosa así, ¡¡ no lo entiendo!! La música había sido apagada de golpe por el chico.

  • Sabes Pablo, te encuentro toda la razón del mundo, qué quieres que te diga, fue una volada, pero ya me metí en esto y lo voy a hacer le pese a quien le pese -Se encogió de hombros mientras se miraba al espejo y se acomodaba su rubio cabello. Después de todo no todos los días una se mete en un reality show, por lo menos que tenga las greñas aceptables. Si no eres capaz de aceptar esto, yo entiendo que no quieras seguir conmigo, y podríamos seguir siendo amigos...

  • ¿Perdón? ¿estás insinuando que deberíamos terminar? no puedo creer esto -El tono de voz de su novio era de total indignación.

  • En realidad no lo estoy insinuando, te lo estoy diciendo directamente. -En el fondo desde que había comenzado ya quería cortar con esa relación, de todas formas nunca quiso tener nada serio con el chico, y había sido él quien se había tomado las cosas más enserio.

  • Ya por, si es lo que quieres, hasta aquí no más llegamos, qué tanta guea, chao no más.

  • Bye. Qué exagerado, cualquiera diría que llevamos años juntos, por favor, sólo ha sido un mes, ubícate.

Salió del auto con una maleta en cada mano, alzó la vista al cielo y pensó. Adiós privacidad...

Había pasado una semana desde que había sido seleccionada para ser una de las 7 personas que formarían parte del reality, y una semana desde el incidente del robo y de haber conocido a esa chica de la cual no había tenido noticias todos esos días.

Su nombre era Xenia, y tenía 21 años, era toda la información que había logrado obtener durante el corto tiempo que pudo compartir con ella. Después de que se habían enterado del resultado, se había largado del lugar sin siquiera darle el número de teléfono. Pero ahora la iba a tener alrededor los próximos 2 meses, a ella y a otras 5 personas con las que sólo había cruzado cuatro palabras.

La idea de vivir con gente de la cual no sabía nada, no le incomodaba tanto como el hecho de que esa convivencia la fueran a ver millones de personas, todo el asunto consistía en estar metidos ahí por dos meses, con las cámaras encima todo el santo día, y habría un resumen de una hora que pasarían por tv tres veces por semana.

No era tan malo después de todo. Con sólo una hora no se preocuparán de poner pequeñeces insignificantes como cuando me suene o me depile. Pensando esto llegó a la entrada de la casa destinada a ser su hogar durante todo ese tiempo. Su ex novio y su auto ya habían partido hace rato. A Gabriela le daba lo mismo, se preguntó si había sido demasiado insensible su comportamiento, pero era él el problema, no estaba con él por las razones correctas, lo mejor había sido terminar.

Aquí vamos Gabby. Pensó dándose ánimos. Dejó las maletas en el suelo y buscó las llaves en el bolsillo de su chaqueta, se las habían entregado el día de la selección. Le dio vuelta a la cerradura e ingresó al lugar.

Las paredes estaban pintadas de diferentes y chillones colores, y no habían muchos muebles, en el rápido recorrido de su vista por el lugar logró divisar una tv de unas 44 pulgadas de pantalla plana y un equipo DVD frente a un sofá grande de color amarillo Bueno me encantan los colores, creo que puedo vivir con esto. En el fondo había un pequeño bar y muchas copas y botellas, también había una mesa relativamente grande y redonda con 7 sillas alrededor. Esta gente nos ha de haber visto cara de alcohólicos, o espera que armemos papelones luego de algunas copas En ese momento recordó el pequeño detalle de que debía estar rodeada de cámaras, lo había olvidado por completo al entrar allí. Comenzó a buscarlas disimuladamente, pero ni una a la vista, seguro estaban camufladas por ahí Bueno Gabby comienza a acostumbrarte, estarás así las próximas 8 semanas.

Se dio por vencida de seguir buscando y se dirigió por un pasillo, intentando parecer lo más normal posible, no era nada sencillo cuando se estaba consciente de que la estaban observando. La primera puerta a la derecha era la cocina, de tamaño mediano, y con todos los artefactos necesarios. Se negó a la tentación de abrir la puerta del refrigerador por el temor de encontrar algo que le gustara allí dentro y entregar la imagen de glotona al primer instante de haber ingresado ahí.

Frente a la puerta de la cocina había otra que abría paso a una habitación, no muy grande, dentro de la cual habían dos camas de una plaza cada una ¿Se supone que vamos a compartir cuarto y encima dormir en una cama minúscula? esto no está pasando. Siempre había sido una amante del buen dormir, y eso no satisfacía sus necesidades para nada. Bueno veamos si encuentro alguna habitación individual, después de todo somos 7 alguien tendrá que tener la suerte.

Las siguiente habitación también era doble y cuando abrió la tercera puerta esperando encontrar otras dos camas, se encontró con tres, y la única diferencia era que el tamaño de aquel cuarto era un poco mayor que los dos anteriores Ay no, dormir con otras dos personas, ni amarrada, yo no voy a ...

Dio un salto al oír la puerta de enfrente abriéndose, y apareció un chico con el rostro sonrojado.

  • Dios, me asustaste -Dijo Gabriela con la mano en el pecho.

  • Sorry, te oi llegar pero estaba un poquito ocupado aquí adentro -Su rostro se encendió aún más.

  • Bueno, me llamo Gabriela ¿y tú eres? -Le dio un beso en la mejilla al chico.

  • Me llamo José, gusto en conocerte, creo que somos los primeros en llegar, tengo los nervios de punta. -El chico sonreía nerviosamente.

  • ¿Y qué tanto hacías allí dentro? ah sí, déjame adivinar ¿es otro cuarto? -Gabriela dijo esperanzada de que fuera así y poder dormir sola y a sus anchas.

  • En realidad es el baño, y digamos que tuve un pequeño inconveniente allí dentro, y te agradecería que no entraras todavía.

Gabriela lo miró intentando contener la risa al ver el afligido rostro del chico, pero la tentación pudo más.

  • Ya no te rías malvada, son los nervios que me traicionan, y ¿cómo iba yo a saber que el agua se cortaría justo en este preciso instante?

  • ¿Que se cortó el agua? ay no, por favor dime que no te acabo de dar la mano. Miró al chico con una mueca de asco mientras se limpiaba frenéticamente la mano en la ropa. Ambos comenzaron a reirse de buena gana y Gabriela supo que se llevaría bien con él.

José era un chico alto y delgado, de tez demasiado blanca, el rostro alargado y movimientos torpes. Había trabajado en tantos lugares como años tenía, haciendo toda clase de cosas, y siempre terminaba siendo despedido por algún error que le costaba a la empresa donde se estuviera empleando en ese momento, algún buen cliente o alguna máquina de alto valor. A sus 20 años había conseguido el trabajo que más tiempo le había durado hasta el momento de repartidor de pizzas.

Habían terminado en el sofá intercambiando anécdotas, de las cuales el 80% Gabriela estaba segura que eran parte de la imaginación de José, el concepto que se había hecho de él era de una persona soñadora, aunque para el resto seguramente no sería más que un tipo torpe, mentiroso y charlatán.

  • Sí, en realidad este trabajo que tengo ahora me ha llenado la agenda de números telefónicos de las chicas más lindas, es por eso también que lo conservo -El chico suspiraba como recordando algo vívido en su mente.

  • ¿Y con quienes vives entonces? me has hablado de tu departamento, pero también me mencionas a tu madre

  • Sí, es que no me gusta dejar a mi mamita tanto tiempo sola, mi papá murió cuando yo era niño, y mis hermanos se fueron jóvenes de casa, entonces regularmente me voy a pasar unos días con ella -Gabriela estaba segura que el chico había vivido siempre con su madre.

  • Espérame un ratito voy a ver si hay alguna bebida en el refri y vuelvo enseguida -Gabriela se paró de un brinco y se dirigió a la cocina. mm veamos qué hay por aquí, hey!! mira ya hay agua -Le dio un grito al chico. Quizá quieras ir a solucionar tu asuntito al baño antes que nos asfixiemos todos aquí jeje.

  • Chistosa -Vio pasar al chico por el pasillo y oyó como abría y cerraba la puerta.

En ese momento la puerta principal se abrió y se oyeron dos voces hablando. Gabriela sintió que el corazón se le aceleraba mientras se asomaba a la puerta de la cocina para mirar hacia la sala, era un chico y una chica, intercambió una mirada con José que estaba asomando su cabeza desde la puerta del baño, y ambos se dirigieron al encuentro con los recién llegados.

Los chicos les sonrieron al verlos, y se comenzaron a abrir paso entre el grupo de maletas y bolsos que estaban regados por ahí.

  • Hola, ¿qué tal? soy Gabriela -Le dio un beso en la mejilla al chico y luego a la chica, con una sonrisa sincera en el rostro. Era una persona muy sociable, y le gustaba la gente, las conversaciones largas y el contacto físico al hablar, los chicos generalmente confundían esa amabilidad con otra cosa, pero ella se comportaba de la misma manera con todo el mundo.

  • Hola, soy Sebastián. Era un chico de 23 años de mediana estatura, un tanto rellenito, y con cara de buena gente, vestía de forma clásica, una camisa azul oscuro y unos pantalones negros en los cuales no había ni una arruga, el cabello castaño peinado hacia atrás y saturado de gel. Sus movimientos eran pausados y titubeantes, como si le pidiera permiso a alguien antes de dar un paso y tuviera temor a estar cometiendo alguna imprudencia.

  • Yo soy Isabel. La chica de 20 años, era un poco más baja que Sebastián, delgada, extremadamente delgada, bajo sus grandes ojos castaños se distinguían un par de oscuras ojeras. Vestía unos jeans azul claro y una polera negra, su cabello castaño claro estaba tomado en una cola de caballo y lucía opaco y sin brillo.

  • ¿Y llegaron juntos? -José les saludaba guiñándole el ojo a la chica y dándole un codazo al chico. Te mueves rápido eh pícaro -Isabel se sonrojó un poco y rehuyó la mirada de Sebastián.

  • No -Contestó él sonriendo tímidamente. Acabamos de encontrarnos en la entrada y ¿sólo hemos llegado nosotros? -Se dirigió a Gabriela. ¿están hace mucho uds aquí?

En ese momento la puerta se volvió a abrir, los cuatro miraron en forma expectante hacia el lugar.

Dos figuras aparecieron ante sus ojos, ninguna de las dos era la que Gabriela desde que llegó estaba esperando.

  • Hola a todos. -Andrés dejó caer las maletas al piso, se quitó sus gafas de sol, se pasó los dedos por el negro y desordenado cabello y se rascó la barba mientras hacía un recorrido visual por el lugar. Tenía 25 años, era alto fornido y bien parecido. ¿Cómo están? -Se detuvo finalmente en los cuatro rostros que lo observaban con atención, mirándolos con un gesto de superioridad. Qué interesante. -Dijo posando sus ojos en cada uno, se acercó a ellos le dio la mano a los chicos y un sonoro beso en la mejilla a las chicas mientras las apretaba como si las conociera de toda la vida.

  • ¿Me van a dejar aquí parada? -Carla era una chica de 19 años, delgada, de mediana estatura, ojos castaños y el cabello pintado de rojo, vestía un pantalón de cuero negro y un top también negro, sus ojos estaban cubiertos con sombra oscura y sus labios pintados de color rojo. Sus labios se curvaron en una sonrisa que a los ojos de Gabriela le daba un aire de crueldad. Estas dos personas no le gustaron a primera vista, sabía que las apariencias pueden engañar, pero ella siempre tuvo esa percepción extra cuando se trataba de las personas.

  • Así que sólo falta una persona eh. ¿Y quién es ésa que se cree reina llegando de las últimas? -El muchacho de cabello negro volvió a la sala donde estaban todos reunidos con una lata de cerveza en la mano. Yo ya no voy a esperar más tiempo para elegir mi habitación, déjenme decirles.

  • Creo que lo más adecuado es esperarla, además no creo que tarde mucho más tiempo.

El chico bebió con ganas, mientras miraba con interés por sobre la lata a sus ojos verdes. Definitivamente Andrés no era su tipo de persona.

  • Yo estoy de acuerdo, ahora mismo agarro mis maletas y me ubico donde se me plazca. La pelirroja avanzó con desenvoltura hacia donde estaban las maletas regadas.

  • Escuchen chicos, vamos a estar aquí todos juntos, como familia, como hermanos, ¿qué les cuesta esperarse un ratito más? -José los miró esperando que ambos volvieran a la sala y se sentaran un rato más. Andrés y Carla se miraron haciendo un gesto de fastidio.

  • ¿Como hermanos? si crees que te voy a ver como un hermano a ti, te quedarás esperando por eso los próximos 2 meses, y si crees que voy a ver como mis hermanitas a estas... -Dirigió su mirada hacia la rubia- nenas , esperarás otros 2 meses más, a menos claro que te gusten las relaciones incestuosas -Su mano golpeó el rostro pálido de José.

Definitivamente este personaje no le gustaba y cuando alguien no le gustaba, no había poder humano que lograra que fuera amistosa o que se mostrara más abierta con esa persona.

  • No se pongan tan seriecitos chicos, estamos aquí para pasarlo bien, no para que se comporten como unos amargados ¿captan? -Carla alargaba las sílabas al hablar y su voz era sensual hasta ser irritante.

En ese momento la puerta se volvió a abrir, Gabriela miró hacia el lugar anticipando la forma de la figura que aparecería ante sus ojos en ese mismo instante, y así fue...

Una chica de alta estatura apareció ante los atentos 6 pares de ojos, y por un instante todo pareció congelarse ante su presencia. Vestía unos jeans azul oscuro y una polera verde, el cabello negro, lacio y brillante hacía resaltar un par de ojos azules que quien dijera que había visto antes unos iguales, estaba mintiendo.

Puso su atención en la persona que tenía justo enfrente en ese momento. Carla la estaba recorriendo de arriba abajo con una mirada que a Gabriela le pareció de puro y total deseo, sintió algo extraño, como un nudo formándose en su estómago al cual decidió no darle mayor importancia. La pelirroja avanzó el espacio que la separaba de la recién llegada, estiró su mano y se acercó lentamente a su rostro donde posó un suave y largo beso en la mejilla.

  • Yo soy Carla -Le dijo, ladeando la cabeza , una vez que se había separado de ella, a pocos centímetros de su rostro, sin soltar su mano. Gusto ... -Volvió a explorar el cuerpo de Xenia con la mirada- en conocerte.

  • Xenia -Dijo la morena y sólo mantuvo un segundo la mirada en Carla, sin que su rostro emitiera ninguna expresión, luego se dirigió al resto de las personas en la sala, mientras alzaba una ceja. A Gabriela le llamó poderosamente la atención este gesto suyo, recordaba haberlo visto un par de veces, y toda la semana había estado intentando levantar la suya propia, sin éxito.

Al segundo Andrés estaba a su lado, poniendo su mejor cara de conquista, agarró suavemente su mano y la llevó a sus labios. Gabriela alcanzó a percibir una leve mueca de repulsión en la cara de Xenia, e interiormente se rió con ganas.

  • Hola linda, bienvenida, yo soy Andrés, estoy seguro que tú y yo seremos muy buenos amigos -Los ojos del chico repitieron el recorrido de la pelirroja, sólo que con menos distinción que la chica, por decirlo de alguna manera.

Xenia se dirigió luego a José y le saludó con un apretón de manos y una leve sonrisa que duró un segundo, luego repitió el gesto con Sebastián e Isabel. Cada movimiento suyo era seguido atentamente por todos.

  • Soy José, ¿alguien te ha dicho que tienes los ojos más impactantes que haya visto en la vida? -El chico se arrepintió enseguida de haber dicho esa frase al ser receptor de la mirada de esos ojos. Eran realmente intimidantes.

  • No de una manera tan graciosa. -Una leve sonrisa se pintó en su rostro para esfumarse al instante. Sus ojos azules vagaron una milésima de segundo por la sala, y finalmente se encontraron con unos verdes que la esperaban nerviosos e impacientes.

Gabriela sintió que la sala le daba vueltas, el mareo que sintió ese día y que había asociado con el mal trago que había pasado, regresó. Debe ser mi mente que está relacionando ese recuerdo con esta persona, por eso es que me siento tan extraña. Impactantes era un término que funcionaba con esos ojos, pero había más, mucho más que eso. Su corazón comenzó a martillar fuerte en su pecho, tanto que el sonido llegaba a sus oídos. La mirada de Xenia bajó sólo por un lapso de tiempo y regresó a sus ojos, Gabriela temió que hubiera sido capaz de oír los fuertes latidos que estaba teniendo. Ojos verdes y dulces se fundieron con los azules e impactantes, no sólo era el color, era principalmente la mirada, esa mirada que parecía estarle atravesando el alma, y por un momento meditó la posibilidad de que su dueña fuera capaz de leer su pensamiento, de saber quién era ella, de dónde venía y para donde iba. Por un instante Gabriela fue testigo de cómo esos ojos sufrieron una metamorfosis, reflejando por un segundo una mirada dulce, la más dulce que podía recordar, pero quizá sólo había sido su imaginación, o sus propios ojos la estaban engañando, no estaba segura, de todas formas la mirada ya había vuelto a su estado normal.

  • Me da gusto verte de nuevo. -Cuando logró poner por fin en orden esas cinco palabras, sólo veía ya la espalda de Xenia alejándose, entonces sintió que el mundo dejó de estar paralizado, para llenarse de movimientos otra vez.

El primer día encerrados en esa casa no había sido tan fácil como Gabriela llegó a pensar basándose en su facilidad de congeniar con las personas de más difícil trato. Al hecho de estar rodeada las 24 horas del día por 6 personas a las cuales no conocía, se le sumaba la presencia de cámaras captando cada uno de sus movimientos. A ratos olvidaba ese pequeño gran detalle, no tenía nada que esconder, pero ¿qué tanto quería mostrar? otras veces era consciente de ellas, y era aún peor, se sentía actuando, y antes que ser falsa, prefería mil veces hacer el ridículo.

Sólo sabían de un lugar donde no había cámaras y eso era dentro del baño. Si es que habían cámaras en los cuartos, no tenían idea, pero lo más probable era que sí.

No podían salir del lugar, sólo al jardín el cual era lo suficiente amplio para que hubiese una piscina, una mesa de ping pong, unos columpios, y bastante espacio. Cómo se las habían arreglado para poner cámaras hasta en el jardín, Gabriela no tenía idea, ni el resto tampoco, pero de seguro hasta dentro de la piscina debían haber unas cuantas, de eso no les cabía duda.

  • Y ¿cómo es que a una nenita tan linda y con una carita de inocencia como la tuya la han dejado sus padres meterse en algo como esto? -La voz de Andrés medio bostezando llegó a sus oídos, mientras veía como el chico se rascaba la cabeza y se arropaba entre las mantas de la cama frente la suya.

  • Será porque una nenita de 19 años que se mantiene y manda sola, no tiene que pedirle permiso a nadie para nada. -Era increíble, que de todas las 6 personas que habían en esa casa, le había tocado compartir el cuarto justamente con ese personaje en su primera semana. Como nadie se había puesto de acuerdo sobre quien compartiría habitación con quien, lo echaron al azar y así se irían rotando cada semana o semana y media, lo cual significaba que estaría allí durmiendo con ese engreído por las próximas 6 noches.

  • Las mujeres nunca se mandan solas, aunque trabajen, o tengan la edad que tengan, siempre habrá un hombre que las va a mandar, acéptalo muñequita.

  • Tal vez en tu mundo, en el mío es una historia completamente diferente, tienes retrasado el calendario de tu cabecita varios años ¿no te has dado cuenta? Ah no, yo no aguanto esto, anoche apenas pude pegar el ojo, durmiendo al lado de este energúmeno, yo no puedo vivir así.

  • Ja ja ja, sí sí, como quieras, ahora por favor cierra la puerta cuando salgas, y déjame seguir durmiendo.

Esto es genial, no hay como despertarse junto a un tipo como este, ¿mencioné acaso que apesta el muy condenado? Salió de la habitación esa primera mañana, en vez de usar su acostumbrado pijama cortito había tenido que optar por uno grande con polerón y pantalón largo, y se había prácticamente asado.

  • Hey, buenos días ¿cómo durmieron? -Sebastián e Isabel aparecían por la puerta de la habitación contigua, y contestaron su saludo alegremente. A ellos les había tocado compartir el cuarto con la muy simpática ...

  • ¿Qué tienen de buenos? -Carla apareció inmediatamente detrás de ellos vistiendo un babydoll que a simple vista parecía ser 5 tallas menos que la suya. Se abrió paso entre los dos chicos y los miró a los tres con cara de desprecio. A un lado, necesito una ducha.

Antes de ingresar al baño se volteó dirigiéndose al chico más entrado en carnes

  • Si esta noche vuelves a roncar, te voy a asfixiar con la almohada sin siquiera pensarlo ¿captas? -Los tres se quedaron parados intentando decidir si lo estaba diciendo enserio o en broma.

  • Jajajajaja, ¿es que en esta casa, nadie tiene sentido del humor? -Le guiñó un ojo a Gabriela, y se perdió detrás de la puerta.

No me agrada ni un poquito, espero que la próxima semana no me toque dormir con ella, sería genial.

José salía en ese momento de su habitación, vestía un cómico pijama con ositos cariñositos y su cabello era un caos total. Al dar el paso se enredó en sus propios pantalones que le quedaban demasiado largos y se fue de boca al suelo.

  • Ouch! -Se miraron los unos a los otros y las carcajadas no se hicieron esperar. Uy pero qué amables, no corran tanto para ayudarme.

Gabriela miró al interior de la habitación, la cama de Xenia estaba pulcramente estirada y ella no se encontraba dentro. José desde el suelo adivinó lo que se estaba preguntando la chica rubia.

  • Cuando desperté ya no estaba, quizá se arrepintió y se escapó de aquí -El chico se encogió de hombros.

El pensamiento de que eso fuera cierto hizo que su estómago se apretara. La tarde anterior había logrado cruzar tres palabras con ella, la chica se había mantenido alejada del grupo y podía perfectamente haberse largado de ahí.

  • Bueno ¿qué les parece si compartimos el desayuno como en familia? -José se paró de un salto y siguió a los otros tres jóvenes hacia la cocina. Al pasar frente a la ventana, Gabriela logró divisar a Xenia en el jardín, parecía estar leyendo, desde la distancia su rostro parecía sereno y despreocupado, se le quedó mirando, pero Xenia eligió ese momento para alzar la vista directamente hacia ella. La joven de ojos verdes dio un pequeño respingo y esquivó la mirada, sintiéndose extrañamente avergonzada.

Estúpida, debe haber pensado que la estabas espiando. Cresta....