Todos contratodos

Me atrevo a decir, que sexualmente, formamos una lujuriosa y lasciva “pareja” de cuatro, en la que estamos descubriendo, hasta donde seremos capaces de llegar en nuestro disfrute sexual. Que hasta ahora ha sido muchísimo.

Todos “contra” todos

En nuestro primer intercambio con Jorge e Isabel, volvimos de nuevo, a experimentar la excitación y el morbo que provoca compartir a tu pareja con otro. Verla disfrutar, y oír sus gemidos de placer, mientras tú estás haciendo lo mismo a su lado, provoca unas sensaciones, que traspasan todos los límites de la imaginación, llevándote a un estado de lujuria y desenfreno sin fronteras.

Sobre todo, cuando lo haces cumpliendo una de tus fantasías más deseadas; en nuestro caso, compartirlo con otra pareja.

Hemos tenido la gran suerte, de encontrar el matrimonio idóneo por afinidades y edad, con el que coincidimos plenamente en preferencias y gustos sexuales, con el que podemos hablar de todas nuestras apetencias y deseos; compartirlos, y como no, realizarlos. Todo un lujo.

Poco a poco, hemos consolidado con Jorge e Isabel una amistad y confianza en materia de sexo, prácticamente sin límites, nos hemos revelado abiertamente nuestros deseos más íntimos y “perversos “, muchos casi inconfesables. No hemos dudado en hacerlos realidad y disfrutarlos sin prejuicios.

Algunas de estas nuevas vivencias, son las que queremos compartir en este relato.

Desvelaremos también, las preferencias y  gustos más “perversos”, que cada uno, ha confesado tener, en nuestras lujuriosas conversaciones de sexo. Y por supuesto, como las hemos realizado y gozado.

Hace más de un año que tuvimos nuestra primera cita con Jorge e Isabel. Desde entonces, nos hemos seguido viendo, prácticamente todas las semanas, lo que nos ha servido para irnos conociendo. Y no siempre, hemos quedado para follar.

En cada encuentro, hemos ido intimando un poco más, y en cada nueva cita de sexo, hemos ido generando todo tipo de combinaciones sexuales entre los cuatro, que han  aumentado aún más si cabe, nuestras ganas de seguir con el intercambio.

Ahora mismo, los cuatro disfrutamos de un sexo abierto y sin prejuicios. Algo impensable para ambos matrimonios, hace tan solo un año.

Me atrevo a decir, que sexualmente, formamos una lujuriosa y lasciva “pareja” de cuatro, en la que estamos descubriendo, hasta donde seremos capaces de llegar en nuestro disfrute sexual. Que hasta ahora ha sido muchísimo.

Nos encanta hablar abiertamente de sexo entre los cuatro; preferencia; gustos; deseos; y sobre todo, de las escenas que sexualmente nos gustaría protagonizar, confesiones, que a todos sin excepción nos excitan notablemente, y siempre son el preludio de una excelente sesión de sexo.

¿Quién no ha querido en algún momento, compartir y realizar sus deseos más íntimos e inconfesables en materia de sexo con alguien, bien sea pareja o en grupo?... Yo creo, que en algún momento de excitación extrema y… no tan extrema, todos lo hemos deseado.

Pues bien, eso es lo que hemos conseguido hacer con Jorge e Isabel, y por supuesto anteriormente también con Andrés. Como ya he dicho todo un lujo.

En nuestra primera cita con Jorge e Isabel, cometí la indiscreción de desvelar la relación sexual que mi mujer y yo tuvimos con Andrés. Desde entonces, siempre han mostrado muchísimo interés en saber cómo habían sido esos encuentros con él.

Las confidencias más excitantes y “escabrosas” se las ha contado mi mujer a Isabel. Le ha detallado los momentos que a ella le produjeron mayor placer. La confianza y complicidad entre ambas es enorme, y a mí me encanta que así sea.

Nos confesaron, que les excitaba y daba mucho morbo, conocer todos los pormenores de nuestros encuentros con Andrés, aludiendo que esa había sido siempre, una de sus fantasías  de cama preferidas.

También querían saber, que es lo que más nos excitaba hacer en esos momentos. Mi mujer no dudo en confesar, que lo que más le excitó en esa primera vez, fue ser follada por Andrés y  que este, a la vez me hiciera una mamada, corriéndome en su boca. Lo describió como un momento bestial, verse en esa situación. Para mí  también lo fue.

Los cuatro nos hemos confesado deseos y acciones, que nunca creímos pudiéramos compartir con nadie, tan directa y sinceramente como lo hemos hecho. Nos hemos desnudado física e íntimamente, para poder disfrutar del sexo sin prejuicios ni trabas.

Les hemos contado como habíamos practicado sexo con Andrés, prácticamente lo saben todo. Se lo hemos relatado con todo lujo de detalles, sabedores del morbo que les producía oírlo, y, a nosotros, aún más, contárselo.

En varias de nuestras conversaciones subidas de tono, Isabel ha manifestado con su marido delante, que le gustaría ver a Jorge en el lugar de Andrés, en muchas de las escenas que les hemos contado; como por ejemplo, verle penetrado, o que él, penetrara o masturbara a otro, en este caso yo, o haciendo una felación.

Confiesa que solamente de imaginarlo no puede evitar excitarse. Jorge también confiesa que se excita tremendamente con los comentarios de su mujer.

En las charlas íntimas entre Isabel y mi mujer, Paloma le ha revelado como ha disfrutado en esos encuentros. Le ha contado lo mucho que le “pone” ver a dos hombres practicando sexo entre ellos, y sobre todo, como disfruta con determinadas escenas en las que hay penetración.

También le ha contado como ha participado. Y que ha sido lo que más le ha excitado ver, o hacer en esos momentos. En una de nuestras charlas ha contado, que es lo que más le excitó la primera vez que estuvimos con Andrés.

Entre ellas, hablan de nuestros encuentros con Andrés,  confesándome mi mujer que ambas terminan excitándose mucho cuando hablan de ello. No ha dudado en contarle a Isabel, los detalles más tórridos y lascivos de nuestras citas con él.

Ambas disfrutan del morbo de compartir gustos y confidencias. Isabel está cada vez más interesada y obsesionada en incluir a su marido en todas esas escenas de sexo, que Paloma, se ha encargado de detallarle morbosamente en primera persona.

Una de las cosas que más le excitan a Paloma en referencia a mí, que ha confesado en nuestras charlas perversas, y también entre ellas, es verme penetrado mientras la follo, o con una polla en mi boca, es algo que la pone fuera de sí. Siempre ha sido una de sus fantasías favoritas en la intimidad de nuestra alcoba. Ya hace algún tiempo que dejo de serlo, para ser una realidad, con la que disfruta enormemente, cuando se produce.

Otra que le encanta, (a mí también) es que se corran en sus pechos concretamente en los pezones, y  luego se los chupen mientras es penetrada o se masturba. Se vuelve loca con esta acción, cuando se lo hacemos. Esto ya lo habíamos probado con Andrés, antes de conocer a Jorge e Isabel. Posteriormente, lo hemos hecho con ellos en diferentes variantes.

Jorge y yo nos hemos corrido en sus pezones, y se los hemos chupado mientras Isabel la masturbaba, y lamia su coño con delicadeza. Los tres hemos disfrutado del orgasmo salvaje que esto  provoca en mi mujer.

La otra variante ha sido, Jorge penetrándola, y yo corriéndome en sus pezones mientras Isabel  pasaba su lengua por ellos mirándome e invitándome a participar,  acto morboso y excitante, que siempre me encanta compartir con ella.

Y al revés yo penetrándola y Jorge corriéndose en sus pezones, en ambas Isabel siempre ha participado de la misma forma, en este caso, yo también he participado lamiendo y chupando con Isabel los pezones de mi mujer. Solo subrayar, que es tan enorme el placer y la excitación que supone participar en cualquiera de las  escenas descritas, que actúas sin ningún reparo o prejuicio.

Todas estas situaciones aunque reiterativas, las hemos disfrutado en diferentes encuentros, a cada cual más tórrido y excitante. Y  normalmente son el preludio de una intensa velada de sexo

Son algunas de las escenas que planteamos en nuestras conversaciones de sexo, y que después nos gusta realizar. A los cuatro nos encanta el morbo de hacerlas realidad.

Jorge, a su vez, nos confiesa que no puede evitar ponerse muy cachondo, cuando oye a su mujer hacer esos comentarios de él y Andrés, y que en más de una ocasión, no le hubiese importado complacerla.

Su mujer, no deja de animarle para que lo haga, y a él,  le vemos cada vez más dispuesto a probarlo.

A Isabel le encanta hacer sexo oral y no le importa que me corra en su boca, (es una de sus preferencias sexuales confesadas), para después besar a su marido con pasión desaforada. Jorge la besa con gusto y chupa su lengua como si de una polla se tratara. Es una visión que me pone a mil.

También disfruta muchísimo con el sexo anal, sobre todo, si a la vez su boca está invadida de la misma forma.

A su marido, le encanta verla en esa situación, mientras él la penetra anal o vaginalmente. Yo  coincido plenamente en esta preferencia, de hecho, también la hemos realizado con mi mujer, que como a Isabel, también le gusta ser complacida de esa manera.

Cuando estoy follando a su mujer, a Jorge le excita besarla apasionadamente, pone su cabeza en su regazo  se inclina sobre ella y chupa lo pezones con “vicio”, para acto seguido, fundirse  en un lascivo y lujurioso beso. Es algo realmente espectacular.

Veo sus lenguas enredarse y chuparse con pasión. El espectáculo de verlos en ese estado de lujuria,  con sus cuerpos moviéndose al compás de mis embestidas, es sencillamente  de una excitación indescriptible.

Cuando llegan a ese punto de lujuria,  “vicio”, y desenfreno, los dos me piden que me corra. Y cuando lo hacen no puedo evitar hacerlo como un burro, inundando el coño de Isabel.

A Jorge le pone muy cachondo que me corra dentro de Isabel, para a continuación meterla él   y sentir como el coño de su mujer, está totalmente inundado por mi corrida.  (otra de las preferencias confesadas de él y de ella). He de admitir que para nosotros también es una de las cosas que más nos excitan. Y  ambos la hemos practicado con nuestras respectivas mujeres. A ellas les encanta recibir ambas corridas. Una tras otra. Nos pone a los cuatro como motos.

Andrés ya está al corriente de nuestra nueva y “especial” amistad con Jorge e Isabel, y de nuestros encuentros con ellos. Dice que hemos hecho bien en dar este paso, comentando que le encantaría conocerles. Vuelve en diciembre para quedarse definitivamente.

Isabel y Jorge también nos han comentado, que les gustaría conocer a Andrés. Incluso por todo lo que les hemos contado, plantearon la posibilidad de invitarle a participar en nuestras sesiones de sexo, a lo que nosotros no pusimos ninguna pega. Los cuatro estamos deseando incluirle en nuestros “juegos”.

Andrés todavía no sabe de nuestras lujuriosas intenciones. Estamos seguros que la propuesta le va a encantar, y seguro que aceptara.

De cualquier forma, nuestras mujeres son las que más disfrutan con los comentarios que hacemos, de cómo disfrutaríamos con su participación. Sobre todo Isabel, que le encanta excitar a su marido haciendo ciertos comentarios que le incluyen explícitamente.

En esta primera parte del relato, he intentado exponer cuales son nuestros gustos sexuales, y como hemos ido evolucionando hasta realizarlos. Lo hemos hecho, desvelando nuestras intimidades más inconfesables, hasta conseguir con ello, el disfrute que todos perseguíamos cuando nos conocimos.

A continuación voy a relatar el primer día del fin de semana en el que los cuatro disfrutamos del sexo, como no lo habíamos hecho, hasta ahora.

Isabel y Jorge tienen una segunda vivienda a 50 km, en la sierra de Madrid, una casita con piscina, donde hemos disfrutado este verano de momentos de sexo inolvidables.

Fue en  un fin de semana de Julio, con un calor asfixiante y después de una de nuestras perversas conversaciones, en la que una vez más, volvió a salir el tema de nuestras citas con Andrés. Cosa  que nos puso a todos muy cachondos, incluido Jorge.

Llegamos al chalet un viernes por la tarde, el calor se notaba, a pesar de estar en una zona fresca, entre 5 y 7 grados menos que en la capital. Descargamos los bártulos y decidimos salir a cenar.

La cena transcurrió agradablemente, charlamos de cosas intrascendentes, pero en las miradas y las sonrisas que se dirigían  Paloma e Isabel, se adivinaba el deseo que se ocultaba tras ellas, sobre todo en Isabel. Por supuesto en nosotros también. Estábamos convencidos que este fin de semana iba a ser diferente.

Después de cenar nos dirigimos para casa, no podíamos ocultar el deseo y la excitación que nos embargaba. Esa noche estábamos especialmente excitados y desinhibidos, era de esos días en el que estas sexualmente predispuesto a casi todo.

―Voy a ducharme –dijo Isabel-  cruzando una mirada de complicidad con su marido, creo que todos deberíamos hacer lo mismo, añadió con una pícara sonrisa.

―Yo también  –respondió- Paloma haciéndose cómplice de Isabel.

Jorge y yo nos preparamos una copa mientras esperábamos que las chicas terminaran de ducharse.

Seguimos hablando de forma soez del  polvo que les íbamos a echar a nuestras mujeres, bromeamos con ello.

Jorge me dijo que estaba deseando follarse a Paloma, habíamos estado quince días sin vernos, por motivos familiares. Y llevábamos viéndonos prácticamente todas las semanas  desde que nos conocimos.

Yo también le comente que echaba de menos las “delicias” de Isabel, con sus “besos” incluidos  y que estaba ansioso por follarla. Sabía lo mucho que le excitaba que utilizara  este lenguaje refiriéndome a su mujer. A decir verdad, ambos nos excitamos mucho cuando entre nosotros hacemos estos comentarios un poco groseros, sin estar ellas delante.

―Ya sabes que me encanta verla con tu polla en su boca, y que te corras, me pongo cachondo al máximo. No puedo evitarlo ya lo sabes –dijo Jorge- ya excitado.

―Lo sé,  a mí me pasa exactamente lo mismo contigo y Paloma –dije-  ambos estábamos ya excitados, y deseando comenzar la sesión de sexo.

Las chicas aparecieron desnudas indicándonos que teníamos los dos baños libres para ducharnos y asearnos.

Cuando salimos de la ducha, ya estábamos empalmados, y ellas en el dormitorio, con un plan preconcebido. Isabel se acercó a su marido, lo beso apasionadamente para después comenzar a hacerle una buena mamada.

Paloma puso su dedo índice en su boca indicándome guardara silencio, que observara y me dejara llevar.

―Cariño te voy a vendar los ojos para que puedas disfrutar al máximo, pero sin saber quién es, –Dijo-dirigiéndose a su marido.

Jorge asintió y se dejó hacer,  tenía los ojos vendados y su polla totalmente erecta. Isabel siguió haciéndole la mamada, hasta que le hizo una señal a Paloma para que se acercara, y la compartiera con ella, las dos bocas se alternaban pasando su lengua por el capullo y tratando de engullirla entera, cosa bastante difícil ya que la polla de Jorge mide 18cms medidos y es un poco gruesa, aunque no en exceso.

Yo, a poca distancia disfrutaba viendo la acción de las dos. Ante esa visión no pude evitar masturbarme suavemente, mientras Jorge, con los ojos vendados, gemía y suspiraba por las caricias que estaba recibiendo de mi mujer y la suya.

Paloma e Isabel cuchichearon algo entre ellas. Me miraron y Paloma, haciendo el mismo gesto con su dedo índice en los labios reclamando silencio, me indico que me acercara. Cuando estuve a su altura Isabel se arrodillo cogió mi polla se la introdujo en la boca y comenzó a hacerme una mamada como las que ella solo sabe hacer, y que a mí me vuelve loco. Paloma, nos miraba y hacia lo mismo con Jorge.

A continuación Isabel me dijo al oído en voz baja, que le encantaría ver cómo le chupaba la polla a su marido, Paloma asintió también levantando el pulgar. Sin oírlo ya sabía la petición que Isabel me iba a pedir, era evidente que se habían aliado para conseguir sus propósitos.

Mi mujer indico que me acercara y comenzamos a compartir los dos la polla de Jorge mientras Isabel nos observaba con lujuria. Comencé pasando la lengua por su capullo para después introducírmela en la boca, y chuparla imitando a su mujer, que nos miraba extasiada con una mezcla de incredulidad y placer.

Después de unos breves instantes, aparto suavemente a Paloma para ser ella la que compartiera conmigo la polla de su marido, la cogía con su mano para metérmela en la boca, o cogía mi nuca para acercarla a mi boca. Su excitación era más que evidente.

Mi mujer le ofreció su coño a Jorge para que se lo chupara, y sentada en su pecho lo acercaba a su boca que lo lamia con gusto, mientras, su mujer y yo, nos  alternábamos su polla para chuparla e introducírnosla en la boca. Estaba haciendo las delicias de Isabel al verlo.

Jorge seguía con los ojos vendados, gimiendo y disfrutando a la vez del coño de mi mujer que ya le había regalado varias de sus corriditas.

Isabel le hizo un gesto a mi mujer para que continuara ella chupando la polla a su marido.  Acto seguido, cogió la mano de su marido y la puso sobre a mi polla, instándole a que la cogiera, al principio hubo una débil resistencia, pero finalmente la cogió suavemente. Ayudado y guiado por su mujer comenzaron los dos lentamente a masturbarme. Isabel estaba totalmente excitada por la escena, y soltando mi polla dejo que Jorge siguiera haciéndolo solo.

Jorge estaba con los ojos vendados y totalmente excitado con mi polla en su mano masturbándome. Y  mi mujer  no había dejado de chuparle la polla.

Isabel, a su lado le pasaba sus dedos por los labios y después los introducía en la boca simulando una polla, que Jorge chupaba con vicio. La escena volvía a ser lasciva y viciosa.

Me puse de rodillas al otro lado de su cabeza, mi polla estaba a estallar, mire a Isabel pidiendo su complicidad. Le incorporo un poco la cabeza a su marido y acerco suavemente su boca hasta mi polla, sus labios cerrados chocaron con mi capullo, su mujer delicadamente con sus dedos fue entreabriéndolos para que yo pudiera introducir mi capullo entre ellos, la resistencia duro muy poco, de repente abrió la boca y mi polla se introdujo en ella, ya sin ninguna resistencia. Cuando esto ocurrió, Isabel totalmente excitada, no pudo evitar hacer el siguiente comentario.

―Cariño me encanta verte así –le dijo su mujer- fuera de si.

Fue el detonante para que Jorge, ya desinhibido, comenzara a hacerme una mamada  intensa, salvaje. El “vicio” y las ansias de placer nos embargaba a todos.

Isabel se masturbaba viendo como su marido chupaba e introducía mi polla en su boca. Mi mujer a su vez, lo cabalgaba entre gemidos. La excitación de todos era extrema, Isabel fuera de sí, animaba a su marido imprecándole.

―así, así cariño, sigue, sigue, sigue, sigue…

Jorge cuando la escuchaba aumentaba la intensidad de la mamada, lamiendo y chupando mi polla como nunca creí que pudiera llegar a hacerlo.

Durante un buen rato estuvimos disfrutando de este momento lujurioso y lascivo, hasta que no pudimos aguantar más.

Avise  que me iba a correr, e Isabel fuera de sí, me pidió que no sacara mi polla de la boca de su marido, quería verlo hasta el final, Jorge totalmente excitado por los comentarios de su mujer no opuso ninguna resistencia, más bien todo lo contrario. Descargue toda mi corrida en su boca, mientras Paloma lo cabalgaba salvajemente. Fue un momento de intenso y lujurioso placer.

Los fluidos de todos se descargaron casi al mismo tiempo, que yo descargaba los míos en la boca de Jorge.

Jorge y mi mujer también se corrieron  prácticamente a la vez. Había sido una sesión de sexo totalmente nueva, el fin de semana acababa de empezar con nuevas perspectivas.

Le quitamos la venda a Jorge que la había mantenido hasta el final. Isabel lo beso apasionadamente, diciéndole que se había portado fantásticamente, y que la había hecho disfrutar como nunca.

No hubo más comentarios, y algunas de las barreras que todavía quedaban cayeron por fin.

Nuestra lujuria, lejos de desaparecer,  aumento más si cabe solo con recordar las escenas que acabábamos de protagonizar. El nuevo escenario abría infinitas formas de disfrutar del sexo entre los cuatro. Nuestras mujeres estaban encantadas y súper excitadas, sobre todo Isabel. Nosotros también.

Fue precisamente Isabel, la que en unos cuantos minutos, volvió a iniciar una nueva sesión de sexo. Una vez más, la polla de su marido y la mía,  volvieron a disfrutar a la vez, de las delicias de su boca, haciendo que ambas recuperasen su máximo esplendor.

Esta segunda parte de la noche y lo que ocurrió al día siguiente lo contare en breve, para no hacer excesivamente largo el relato.

Unomas