Todo y nada
Contactos y sexo virtual.
Bajo el calor de una tarde noche cualquiera, trabajo, escritorio, ordenador, aburrimiento. Todo y nada comienza de esta manera, la creación de una nueva cuenta en badoo. Algunas horas más tarde de haber creado el perfil, un mensaje y un favorito. Ese perfil me pareció extraño, una muy guapa morena de pelo corto y dedo ordenando silencio. Su mensaje de perfil indicaba en su perfil “Busco grandes, busco grandes pies”
Para explicar por qué me pareció extraño el contacto, Metro ochenta, con algunas kilos de más, en la treintena y casado. Pero sobre todo un 46 de pie.
Al día siguiente un nuevo mensaje en mi cuenta, y para mi sorpresa no era ningún robot. Era Elena, así se llamaba esta guapa morena que deseaba unos pies grandes.
Intercambiamos algunos mensajes desde la aplicación y en poco tiempo tenía mi número de teléfono. Esa primera llamada era la primera en muchas cosas, sería mi primera aventura. De esta manera y con nervios en la voz, mantuvimos una conversación subida de tono. En la que ella me preguntaba porque había generado mi perfil, y si estaba dispuesto a tener sexo.
Por mi cabeza solo pasaba la idea de tener una autentica mamada, y literalmente le pregunte si le gustaba realizarlas. Me puso todo lujo de detalles, pero, no entendía mi pregunta. Le explique que a mi esposa no le gustaba realizarlas, y cada minuto que pasaba más deseaba poder conocerla y disfrutar de una boca en mi polla. Le pregunte si tenía alguna relación, y me confirmo que tenía novio. Pero necesitaba más, mucho más para quedar satisfecha. Era una autentica viciosa, y muy muy fetiche.
Algunos mensajes más, y comenzamos a cumplir los plazos que ella misma marcaba. En primer lugar quería cumpliéramos algunas cosas antes de vernos en persona. Sorprendido le pedí sus exigencias. La primera era que le entregara unos tenis usados, muy usados decía ella.
Hasta este momento yo no escondía nada a mi mujer, y tener que comprar nuevos tenis sin explicaciones e hizo difícil. Pero, quien no hace cosas así por tener un premio fuera del matrimonio.
Ese mismo día deje los tenis en el lugar acordado, y el tiempo corría en la espera de un nuevo mensaje suyo. “Estoy cachonda, el olor de tus tenis me pone muy cachonda”
Dios, pero que me estaba pasando, a continuación me pide fotos mías desnudo, quería ver mis pies en primer plano y en segundo que me tocara la polla. Sensaciones nuevas, pero sobre todo vergüenza y miedo. Para cumplir antes, le pedí fotos suyas. No se hizo esperar, esos pechos respingones, y un dedo esta vez dentro de su boca… Su dedo dentro de su coño rasurado y para terminar a gatas enseñando unas nalgas que volverían loco a cualquiera. ¿Cuánto más tendría que pasar hasta conocerla?
Ella tenía un apartamento donde realizaba los encuentros, un ligar pequeño y que además escondía a su pareja para el placer de otros.
Esa tarde Salí a correr, de camino en el coche, recibí una nueva llamada suya, con la voz entrecortada. Me reconoció que se estaba tocando mientras se escondía en algunas consultas vacías de su trabajo. Tuve que parar el coche antes de llegar al lugar, y busque algún sitio donde no me vieran desde los adosados cercanos.
Me pidió le dijera que hacía y como estaba, y puedo asegurar que con una mezcla de nervios y placer, estaba muy muy cachondo. Intente pactar con ella bajar a su trabajo pero no fue posible. Quería follarla, pero ella no cedió. Me baje mi ropa de deporte, y comencé a tocarme mientras escuchaba sus gemidos al teléfono.
Elena, se estaba follando a si misma con sus pies, me pedía le dijera que lo hiciera, “quiero que te folles con tu pie, chúpalo como si fuera mi polla” ¿Te gustaría estar chupándomela ahora mismo? Entre suspiros me decía que me tocara la polla, y los huevos. Que le encantaría hacerlo. Aquella situación pudo durar aproximadamente unos 10 minutos, mis tocamientos, y sus gemidos en manos libres consiguieron que ella se corriera y sacara fotos de sus fluidos. Yo me corrí de manera exagerada, el placer acumulado genero mucha mucha leche. Terminamos esa llamada y continué el plan. Ir a correr, mi cabeza pensaba en ella, las sensaciones vividas, pero tenía miedo a los errores cometidos.
Llegue al coche, y como comenzaba esta historia Todo y Nada
“Mi conciencia no me permite continuar con esto”
Un saludo desde Tenerife