¡Todo un gourmet! (2)

La gastronomía está de moda hasta en las televisiones, y la variedad de menús y comensales se instaura en la casa.

¡TODO UN GOURMET! II

I

Un nuevo pinche

Mario les había llamado la noche anterior para preguntar, si podía ir a su casa a utilizar el ordenador y preparar un trabajo de historia. Su ordenador se había estropeado y no lo tendría en una semana como mínimo. Le habían dicho que se pasara a eso de las tres y media, hora en que llegaba Ana. Cuando ésta llegó a casa, no recordaba el asunto, y hasta que al salir de la ducha no sonó el timbre del telefonillo, no cayó en la visita del sobrino de su marido. Le invitó a pasar y tras rechazar el muchacho un café, ella se sentó frente al televisor, con la intención de echarse una siesta como cada tarde, con la televisión encendida sin ver nada.

Mario se puso a trabajar inmediatamente. A Ana le costaba un poco quedarse dormida. Cuando se tumbo en el sofá, su mente empezó a dar vueltas a la cara de Mario cuando este la vio al llegar. De un vistazo rápido de arriba abajo que éste le había dado, su cara había enrojecido ligeramente, y Ana pudo advertir perfectamente, en la cara de adolescente de Mario, que la visión le había excitado. Para abrir la puerta, ella se había puesto rápidamente una camiseta larga, aunque no tanto que no dejara sus gráciles piernas al descubierto. La camiseta no era transparente, pero si dejaba vislumbrar el negro de sus pezones, que, sin sujetador como estaba, marcaban además la forma en la tela. Comenzó a fantasear por tanto, con la idea de una aventura, con su sobrino político. Como excusa era tan buena como cualquier otra, para disfrutar de un buen rato de placer solitario, en una relajada tarde. El único problema era que, con su sobrino en la casa, la única solución era trasladarse al dormitorio y allí entregarse a la pasión de Onán a puerta cerrada. Pero el placer de quedarse derrengada tras un día cansado de trabajo y una ducha relajante, podían con cualquier plan que supusiera el más mínimo esfuerzo. Así pues, sin darse cuenta se quedó dormida.

A los cinco minutos de caer en el sueño, entró Mario con la intención de preguntar por un cartucho de tinta negra para la impresora, pues se acababa de gastar el que había. Pero lo que se encontró le dejó sin habla y casi sin respiración. Fue precisamente la respiración de Ana lo que le convenció de que está dormía profundamente. Así que con el corazón golpeándole el pecho como un timbal, se acercó venciendo el miedo y la vergüenza de que le pudiera sorprender su tía. La visión desde lejos era bellísima y sensual a más no poder, por la postal que conformaba su tía tumbada de lado, con la camiseta subida hasta la cadera prácticamente, el juego de sombras y luces que se filtraban por las cortinas tiñendo de un tono aceituna la piel, y la relajación de su rostro la terminaban de convertir en una diosa. Pero en la cercanía en que se encontraba ahora, pudiendo ver los poros de la piel, sentir la respiración fuerte, oler el perfume del gel de baño y la agitación del pecho subiendo y bajando por la respiración, la acababan de convertir en un animal provocador, sexual y arrebatador. Acercó su nariz a la pierna e inspiró el olor de la piel desnuda, subió por los muslos y se acercó hasta la braguita. Su miembro estaba duro como una piedra, quería intentar algo, pero no sabía que, ni como. Se atrevió finalmente a posar una mano en la pierna, y viendo que el ritmo de la respiración continuaba cadencioso y profundo, ascendió lentamente hasta la nalga medio desnuda, e incluso introdujo una mano bajo la braga para acariciar el culo en toda su magnitud. Mario iba a explotar por la excitación, se acercó y besó el monte de Venus por encima de la braguita. El sentimiento de culpa era espantoso. Estaba abusando de la hospitalidad de sus tíos, pero las hormonas no le dejaban pensar con claridad. Se retiró ligeramente de ella, para contemplarla por completo de nuevo. Eso le salvó de ser sorprendido, pues un ruido brusco en la escalera, interrumpió la quietud de la sala. Salió despavorido de la habitación azuzado por la vergüenza y la culpa.

Ana en cambio apenas advirtió nada pues se encontraba muy lejos de allí soñando con los sucesos de hacía dos semanas entre Antonio y su madre. Solo que en el sueño, tan pronto era su madre la que se estaba duchando, como ella misma. Tan pronto era su madre, la que era poseída analmente, como lo era ella misma, de pronto volvía la cabeza y detrás de ella se encontraba su compañero de trabajo que le comía el coñito tumbado cabeza arriba. Entonces quien entraba en la habitación era su vecina Inma, que protestaba porque a ella nadie le comía el coño. Su marido aparecía y decía "de ti me encargo yo". Pero de pronto, era Mario quien le hacía volverse boca arriba y le pedía permiso para practicarle un cunnilingus con una mueca de vergüenza que le hacía sonrosar. En estas se encontraba, cuando ve que, quien le está trabajando a ella con la lengua, era su propia madre. Esto era ya por demás y se despabiló sobresaltada coincidiendo con el ruido y fuga del chico.

No pudo ver al sobrino de Antonio escapar, pues estaba todavía traspuesta, y volvió a cerrar los ojos quedándose completamente excitada e intentando relajarse. Había mojado la braguita. Se volvió de cara al respaldo del sofá. Fantaseaba ahora con las imágenes del reciente sueño, cuando le pareció sentir que alguien se acercaba por detrás. No se equivocaba. Mario volvía de nuevo más osado que antes, una vez vencidas las dudas de la primera vez. No se movió y esperó para ver que ocurría. Se hizo la dormida. Mario llamó en voz baja y ella no contestó. Se había puesto muy caliente y fantaseaba con la posibilidad de que el chico se atreviera a hacer algo, si bien no creía que alguien tan tímido se fuera a atrever. Desconocía que Mario ya había superado la principal barrera y había degustado la suavidad de su piel. Al ver que Ana no contestaba acercó de nuevo la mano y acarició la pierna al tiempo que llamaba otra vez en voz baja:"Ana". Pero Ana no contestaba y se debatía en la incertidumbre de contestar y volverse, o continuar la tan leída y vista farsa tanto en literatura como en cine, y de la que no sabía adonde le conduciría, pues en caso de que el chico continuara desconocía que iba a hacer ella misma al respecto. Mario no podía siquiera sospechar, que ella pudiera estar fingiendo. Y mucho menos imaginar la suerte que iba a tener esa tarde, porque Ana decidió no decidir, decidió no hacer, decidió dejarse hacer. Le gustaba la idea de que el chico disfrutara, le hacía sentirse poderosa, y pervertida al mismo tiempo, por aprovecharse de un menor así. Ajeno a estos pensamientos, Mario tiraba lentamente de la camiseta hacia arriba, para descubrir el trasero. Después retiró ligeramente un lado de la braga para descubrir la nalga y poderla besar. Ana no iba a necesitar muchas más atenciones, para lanzarse a devorar a su presa después del calentón que llevaba, pero se demoró todavía un poco. Mario se situó ligeramente sobre ella para poder besarle inocentemente la mejilla, y ese acto de dulzura fue la gota que colmó el vaso de la libido de Ana. Se volvió lentamente sin abrir los ojos, Mario quiso huir de nuevo, pero su muñeca estaba ya atrapada por la araña de Ana que le atraía hacia su tela sin remisión. Le besó en la boca, también sin abrir los ojos y le calmó susurrando "sssshhhhh tranquilo". Sin abrir los ojos, se incorporó ligeramente y sujetando firmemente la cabeza del chico le atrajo hasta su necesitado sexo. Apartó la braga a un lado y le obligó a comer. Tampoco es que Mario necesitara ya que le obligaran. A sus casi catorce años, no conocía el sexo femenino hasta ese momento, pero tras esa improvista presentación se cayeron muy bien el uno al otro. Mario comía con ansia, pero no es con gula como se degusta un manjar, y Ana, tras quitarse la braga, le instruyó en el modo correcto de comportarse en la mesa. Le corrigió los modos, vistos por él en las películas, que no la llevaban a ningún lado. Así tras varios intentos frustrados, consiguió correrse acariciando el pelo rizado de su cabeza al tiempo que le agradecía: "muy bien cariño, lo has hecho muy bien, he disfrutado mucho". "Ven ahora a la cama que me encargo de ti, o vas a explotar" -le dijo- y le condujo de la mano hasta el dormitorio. "¿qué te apetece hacerme?" –preguntó ella, y él tiró de la camiseta hacia arriba hasta sacársela por encima de la cabeza. Posó sus grandes manos en sus pechos y Ana se estremeció al sentirlas. Eran grandes y calientes, acariciadoras, firmes y suaves a pesar de todo. Las paseó por toda su anatomía, no con la parsimonia que a ella le hubiera gustado, pero había que entender el ansia de la juventud, la devoradora glotonería de la adolescencia. A pesar de todo, cuando la tomó en volandas y con sus anchas manos, la sostuvo por las nalgas como si se tratara de una muñeca, se creyó desfallecer. Mario se sentó en el borde de la cama y la sentó sobre él. Acto seguido, ella buscó el miembro y se lo introdujo en su conchita, apretándose contra el sobrino todo lo que era capaz. Empezaron a moverse. Ana estaba en la gloria y veía venirle en breve otro orgasmo. Para su desilusión, Mario empezó a estremecerse anunciando a su tía que el final se acercaba. Exclamó como colofón de la explosión seminal un torpe y sentido "¡¡ que buena que estás ...aaahh!"! Lo que provocó la risa y la ternura de Ana

Se quedaron así abrazados un buen rato, disfrutando del contacto de la piel del otro contra la de uno. Ana se pegaba a Mario como una lapa y Mario acariciaba la espalda y las nalgas de Ana, ahora sí, más despacio. Separaban los cuerpos, solo para que Mario pudiera extender sus caricias sobre los pechos de su tía. La vitalidad de la juventud no tardó en hacer acto de presencia, en forma de polla enhiesta. Ana, que se sentía como un mentor con su discípulo aventajado, estaba dispuesta a ser muy agradecida después del ataque de ternura. Así que le tumbó sobre la cama y se arrodilló frente al pene. Mario, no pudiendo dar crédito a todo lo que le estaba sucediendo, preguntó inocentemente "¿qué vas a hacer?" y ella reprimiéndose la risa le dijo con su tono más vulgar y vicioso "te voy a comer to la polla". El subidón que el recién desvirgado joven experimentó, tan solo por escuchar lo que le acababan de decir, le puso a cien de nuevo. Cuando Ana lamió de abajo a arriba por dos veces todo el miembro y se introdujo hasta la garganta la tranca, Mario no pudo aguantar más y eyaculó dentro de la boca de Ana, desbordándola hasta fluir por el tallo abajo. Ésta estaba admirada por la rapidez en recuperarse del chico, pero sobre todo, por la abundancia de semen tratándose del segundo orgasmo. "Vaya trabajito has hecho tú esta tarde y sin necesidad de ordenador" dijo al volver de lavarse en el baño. Mario se sonrió sin saber que decir, Tras una pausa comentó con vergüenza "tengo pendiente otro trabajo… de literatura". Ana rió con maldad al pensar: "que guarra soy" y decir: "ese te lo tendrás que hacer tú solo en tu casa, que aquí gastas mucha tinta de impresora".

II

Inma: una futura somelier

Había tenido mala suerte con los hombres. El primero se llamó Tomás y ni siquiera le gustaba demasiado, al menos no estaba enamorada. Se enredó con él porque todas decían que estaba buenísimo y estando necesitada de autoestima como estaba, cuando vio que éste le correspondía, se enrolló con él. No tardo sin embargo en cerciorarse de lo que ella ya suponía, esto es, que Tomás era un imbécil, además de un engreído. Solo buscaba en ella rollo rápido, y con 14 años ella estaba necesitada de otras muchas cosas. Inma le había hecho un par de pajas después de tres semanas juntos. Las cuales no le habían sido correspondidas, pues todas las atenciones de Tomás hacia ella, se habían reducido a una grosera manipulación de su vagina y a un torpe intento de introducirle los dedos.

Cuando acudió a la fiesta del instituto ese sábado, se sentía herida, pues aunque no quería creer lo que una amiga le había dicho, en el fondo sabía que era verdad. A su amiga Esther le había parecido oír, que Tomás se jactaba en público de lo que hacía en privado con Inma. Le había parecido entender "de esta noche no pasa... esta noche me la chupa porque no quiero más pajas ni chorradas".

Esther estaba completamente segura de lo que había oído, y a quien se referían las palabras, pero un don especial a la hora de tratar con la gente, le decía que, para no herir a su amiga o incluso para no perder su amistad, era mejor no afirmarlo y dejar que lo viera por ella misma. No se equivocaba, pues la primera actitud de Inma fue la de disgusto hacia Esther. Sin embargo tras recapacitarlo, supo que ni el interés movía a Esther contra ella, porque a aquella nunca le había gustado Tomás, ni la intención de hacerle daño tampoco, pues si alguna amiga había demostrado en varias ocasiones serle fiel, esa era Esther. Solo tres años más tarde, supo por su misma amiga toda la verdad, las otras muchas groserías que había usado, pero ya era muy tarde para que la verdad doliera, y sirvió para demostrar a Inma el buen tacto de Esther.

Aquella noche por tanto, después de varios cubatas para Tomás y de uno para ella, a pesar de la insistencia de aquel en que bebiera, acusándola de tener miedo a beber, salieron fuera del local. Ya dentro de un portal comenzaron a besarse. Con mucha desconfianza por parte de ella, pues le veía más meloso de lo normal, comenzaron a acariciarse bajo la ropa. Sin muchos más preámbulos el le dijo todo zalamero " Inma bonita , guapa, me gustaría que me la chuparas " "No" dijo ella , pero él seguía insistiendo: "¿qué te cuesta?, ¡anda!, que te quiero mucho..., es que estás tan guapa esta noche que me has puesto muy cachondo... vamos cómemela" "Eres .una miedica, no te atreves" Nunca le decía piropos si no era en esos momentos y era la primera vez que le decía que la quería. La lucha interior que tenia Inma era grande, pero ahora tenía claro lo que quería de ella. Le dio una contestación clara y tajante, ante la cual él, intentó una vez más su objetivo, y viendo que no conseguía nada cambió completamente de actitud. "Tía, pues si te gustase me lo harías", "no se trata de eso...".respondió ella." ¿Cómo que no? hay otras muchas que están dispuestas así que tú verás...", esto terminó de decidir a Inma: "pues que te lo hagan esas otras" y dándose media vuelta se dispuso a irse pero Tomás la sujetó con rabia y le espetó: "eres una niñata ... no me la chupas porque no te atreves, cría ...más que cría, tú eres frígida, virgen y una puritana. Pero tengo las tías que quiera haciendo cola ¡chavala!"."¡Pues que te la chupe tu puta madre!" le espetó gritando y se alejó corriendo. Volvió al garito y se refugió en sus amigas, a las que puso al corriente de que lo suyo con Tomás había terminado.

Se sentía orgullosa del corte que le había dado a Tomás, pero toda la noche estuvo dándole vueltas a lo sucedido. La rabia no la dejaba tranquila, pues Tomás había acertado en que le daba algo de miedo y vergüenza hacer una felación que nunca antes había hecho. Y tenía vergüenza por, llegado el momento, no estar a la altura y no saberla hacer; por no saber dar el placer que se espera de una sepa dar. Pero había confiado en, llegada esa primera vez, tener la comprensión y guía del amante. Así que, aunque sabía que no debía tomárselo a mal, las palabras de Tomás le habían llegado dentro y herido en lo más hondo. Se sentía una mojigata y una niña. Estaba confusa. Volvió temprano a casa, con la intención de acostarse. Se desnudó y, sintiéndose sola, pues sus padres habían salido a cenar y su hermano llegaría de madrugada, se quedó solamente con la braguita y los calcetines puestos, se quitó el maquillaje, se lavó y se dirigió a la cocina para tomar un vaso de leche. Cuando había bebido la mitad del vaso, entró en la cocina su tío Lucas. Había olvidado por completo que se encontraba en casa ese fin de semana, para presentarse a unas oposiciones. Con 32 años, era su tío favorito: simpático, guapo aunque no en exceso, y atento siempre con ella. Ella ya había notado deseo en su mirada en la última reunión familiar, con motivo de una boda. Y en esta visita, había visto como se le salían los ojos de las órbitas, especialmente cuando se había arreglado para salir ese sábado.

Lo que ocurrió después quedó anotado en el diario de Inma

III

El diario de Inma

17/10

Después de mandar a la mierda al imbécil de Tomás estaba fatal. Cuando llegué a casa y estaba en la cocina en bragas bebiendo un vaso de leche, ha aparecido Lucas, que me ha pillado así. ¡Que corte!. Estaba a punto de llorar, cuando entró de pronto y me sobresalté, no sé que habrá pensado de mí. Aunque le dije que no me acordaba que estaba en casa, no sé si me ha creído. El caso es que estaba cortadísimo, creo que más que yo, que ya es decir. Salí corriendo a ponerme el pijama. Cuando volví me preguntó que qué me pasaba, No aguanté más y me eché a llorar. No sé si lo hizo con intención, pero me abrazó y me tranquilice un poco, él creía que me había puesto así por lo del desnudo. Le dije que no, que era otra cosa, que se trataba de un imbécil. Me dijo que no me tenía que poner así por un tío, que le dieran por culo, que yo valía mucho, que era preciosa, que podía tener todos los hombres que quisiera y cosas así. La verdad es que me hizo sentir muy a gusto. Me abracé a él más fuerte por haberme levantado la moral de esa forma, y entonces noté que no era lo único que se había levantado en la cocina. Me quedé muy cortada y me iba a separar mosqueada, pero entonces me dio un poco de pena por él, porque yo le había puesto así. Y también reconozco que me sentí muy mujer por ser capaz de excitar a un hombre que me sacaba 18 años. Después de lo que me había dicho Tomás, pensé: se va a enterar, me las va a pagar. Así que me quedé quieta en sus brazos, al poco empecé a restregarme y entonces el me separó avergonzado. Pero yo le cogí el paquete. Como solo tenía la tela fina del pijama le notaba todo. Creo que estaba hecho un flan sin saber que hacer. Me dijo que no podíamos seguir, que si estaba caliente que me tenía que ir a mi cama y hacérmelo allí. Pero quien estaba caliente era él no yo. Bueno a esas alturas yo me había puesto un poco también. Al final se fue a su habitación. Pero a mí me venía a la mente una y otra vez las palabras de Tomás de que no me atrevía, que era una mojigata... Así que me armé de valor y abrí muy despacio la puerta de su habitación. Se la estaba pelando, supongo que pensando en mí, me acerqué y no dijo nada. Me arrodillé en el borde de la cama y le dije "déjame a mí y luego me voy ¿vale?". El solo dijo "vale." Aunque estaba asustado y casi ni se le entendía. Se pegó al borde de la cama para que pudiera llegar con facilidad, y cerró los ojos. Yo empecé a chupársela como se me ocurría, pero no lo debía de hacer muy bien, porque al poco me empezó a dirigir y a decirme como tenía que hacerlo. No paraba de decirme piropos. Luego me paró, y me dijo si me importaba quedarme como había estado antes en la cocina. Le pregunté si me desnudaba entera y me dijo que no, que mejor solo con la braguita. No sé si es que es una manía y le gusta así o que. Yo lo hice y seguí con la boca y con la mano, porque creo que con la boca solo no conseguía nada, hasta que me dijo que se iba a venir en mi boca. Aunque me ha avisado ha sido una sorpresa muy grande y me lo he tragado para joder a Tomás. Pero: ¡¡QUE ASCO!! No sé como hay quien se traga eso. Yo no vuelvo. Después si que me ha querido quitar la braguita y me ha besado el coñito, me lo quería comer, pero le dicho que no hacía falta y me he ido a dormir.

¡Ah sí! me olvidaba escribir, que me ha dicho algo así, como que no sabía el bien que había hecho esa noche. ...O algo así.

Al final me tomé dos vasos de leche. ¡Que bruta soy!

IV

La hora del Martini

Inma releía su antiguo diario. En el que había escrito su aventura con su tío Lucas. El tío Lucas había aprobado las oposiciones y se había ido al extranjero de profesor después de aquello Así que no se habían vuelto a ver más que un par de veces desde entonces sin que hubiera surgido nada más. Ahora que se sentía adulta se arrepentía de haberle dicho que no a su proposición de quid procuo de aquella noche. Pasados los años todo se ve diferente, y ahora se sorprendía de lo osada que era entonces, lo que no era ya ahora, se sintió un poco mal por haber perdido la frescura que la movía entonces pues como dice la canción:" es que tan acre es el recuerdo, de lo que no llegaste a hacer". Le apetecía hablar con alguien de estos temas, o mejor dicho lo necesitaba. Así que se decidió a bajar a ver a su vecina Ana con quien había entablado el principio de una buena amistad- como decía Claude Rains en Casablanca- desde la tarde en que le había pillado con su marido montándoselo en el parking del edificio.

Al salir del ascensor en la planta tercera. Se cruzó con un moreno guapísimo de pelo rizado, cara vergonzosa e inmensa sonrisa en los labios de quien parecía que le hubiera acabado de tocar la lotería. Llamó a la puerta y al segundo salió Ana con cara de esperar la visión de otra persona. -¿Me invitas a un café?-, preguntó.

-Claro

  • me acabo de cruzar con un yogurín que no veas

-¿Moreno, pelo rizado con camiseta azul?

-El mismo. No me digas que venía de aquí.

-Es el sobrino de mi marido: Mario. Te ha gustado ¿eh?

-Si está muy bien. Salía muy contento, ¿que le has hecho?

-Yo nada ¡chica!... ¿Qué te has pensado?

-Nada mujer es una broma. No te piques.

-Vamos a dejarlo. - Ana se daba cuenta de que estaba metiendo la pata y se estaba delatando.

-¿Cuántos años tiene?

-Va a hacer catorce.

-A ese se lo van a comer las fieras, si es que no lo han hecho ya.

-Sí. A mi también me lo parece. "con el gusto que me acabo de dar yo pal cuerpo y esta me lo va a estropear por los remordimientos"-pensaba Ana.

El café se estaba convirtiendo en una costumbre para las dos, durante la cual intimaban, se hacían confidencias, hablaban de lo divino y lo humano, penas y alegrías, en fin lo que es quedar para tomar café.

-Tengo que contarte una cosa: he cortado con mi chico.

-¿estás bien?

-Si. Cada vez lo tenía más claro. Pero este fin de semana me he decidido. ¿Tu te crees que como no iba la cosa muy allá, se me ocurrió darle un empujón a la cosa? Reservé en un restaurante romántico. Una amiga nos dejó su apartamento aprovechando que había ido a ver a la familia a Cáceres. Había preparado el ambiente en la habitación en plan romanticón. Y hasta me había hecho unas ingles brasileñas para sorprenderle

-¡Para para!, ¿te has depilado toda?

-Prácticamente.

-¿y que tal?

-Es una sensación extraña al principio, me sentía muy pelona, bastante rara, pero bien. De momento no me pica ya veremos luego … El caso es que me dije :¡ a ver si así se anima como tu Antonio contigo ¡pero ni por esas chica!.Esto fue el sábado y el domingo por la mañana lo vi claro como el agua. Me pasé por su casa y le dije que bajara que le esperaba en una cafetería que hay al lado. Allí se lo zampé: que no le veía futuro, que no le veía a él involucrado, y que estaba un poco cansada.

-¿Cómo se lo ha tomado?

-Creo que no muy mal, lo que me confirma que la cosa no iba muy bien por su parte tampoco. Quizás hasta andaba con alguien más.

-¿Lo crees?

-No lo sé. Pero de verdad casi casi…me da igual. Esta herida no duele como otras que he tenido.

-Pues vamos a brindar por tu libertad. ¿Que te apetece? ¿Un licor? Tengo Baileys licor de melocotón, de manzana, ¿algo más fuerte?

-Un Baileys está bien.¿O tienes Martini?

-Tengo.

Preparó un Martini y un Baileys para ella.

-¡Por tu libertad! ¡Que la disfrutes!-. Bebieron y cuando Inma tragaba el primer sorbo de la bebida. le espetó: ¿ me enseñas como tienes el bollito? Inma se atragantó y le echo parte del trago encima a Ana manchándole la camiseta.-No te asustes solo quiero ver al natural como queda porque estoy pensando en hacérmelo para Antonio que le da morbo últimamente el asunto.

-No me asusto ¡tranquila!-, añadió Inma con un gesto que intrigó a Ana-No me asusto por esas cosas. Es solo que me ha pillado totalmente por sorpresa. Vamos a terminar las copas y si quieres yo misma te lo hago.

-¿Eres capaz?

-De eso y más.

-¡Uy que miedo me das!

-Ahora "La Salida del garaje" tiene miedo.- Rieron las dos.

-¡Bueno allá voy!-Se bajó el pantalón vaquero, se sentó en la silla y se lo sacó por completo

-Tampoco hace falta que te despelotes Cochina.

-Si nos vamos a enseñar las tú ya sabes, quiero que veas el efecto completo que hace. Se desabrochó la camisa y se quedó con una camisetita color crema de Zara y el tanga. A juego.

-Muy bonito el conjunto. Date la vuelta que te vea por detrás el tanga.-Se dio una vuelta completa para exhibirse.- El cordón del tanga es un poco excesivo para mi gusto, pero tu estás estupenda. ¡Que envidia me das!

-¿Excesivo?, si es minúsculo y me esta fastidiando que no veas.

-A eso me refería.

-¿Y de que tienes tu envidia exactamente? No se de que te quejas.

-El culo lo tengo un poco respingón y no me gusta así.

-¿Estás loca? A los tíos les encanta. Yo me lo cambiaba por el tuyo

-Eso me dice Antonio. Me quejo un poco de vicio, la verdad. Pero nosotras nunca estamos contentas. Por ejemplo también me encanta tu piel. Ese tono aceituna es por demás. ¿Qué no te gusta de ti?

-Mis pechos.

-¿Qué te pasa con ellos?

-Que son muy grandes.

-Pues no lo parecen.

-Ya. Espera y verás.

-Todavía no me has enseñado el felpudo y antes me vas a enseñar todo.

-De felpudo le queda poco. –Se soltó el sujetador.

-Pues si son grandes la verdad. Como se te ve con tan buen tipo, tan delgadita no te imaginas que puedas ocultar tanto.

-Te estás riendo. No te rías. ¿Te parece bien que me desnude ante ti sincerándome de esta forma y tú te ríes.

-Perdona no es lo que tú crees. Es que me estaba imaginando la cara de Antonio si te viera, menudo pasmo, con las fantasías que tiene contigo, que hasta ha soñado que te comía el coñito y que tú dabas gritos de placer que hacían bajar a tu madre a ver que te pasaba.

-No me digas, y ¿que pasó?

-Del susto al ver a tu madre en la puerta diciendo:" ¿que le haces a mi hija?, seguro que nada bueno," se despertó.

-¡Joder que inoportuna Mama!

-Eso mismo dijo él. Bueno pues adelante, solo falta el bollito. Sorpréndeme.

Y se sorprendió. Ana contemplaba a una diosa del Olimpo, bella y coqueta, que para quitarse la última prenda se había demorado, girado e inclinado en una sucesión de actos sensuales y seductores, pero carentes de todo gesto de mal gusto o lascivia de que suelen ir acompañados en las películas porno. La media melena azabache era el contrapunto a la banda de vello de tres centímetros negrísimos que recorrían verticalmente el pubis hasta perderse en el interior de las piernas. Los pechos generosos se bamboleaban con el más mínimo movimiento. Su cintura estrechita ansiaba ser atenazada con las manos para atraer a esa escultura hacia una y besarla para terminarla de esculpir dando brillo a la piedra. Las piernas eran ambarinas columnas poderosas que sostenían el palacio de su torso. Y sus pies… ¿Como se podía tener unos pies tan sensuales? Tanta belleza era humillante.

Ana miraba con la cara muy seria a Inma., con la boca semiabierta por la admiración, como la primera vez que se planta uno frente a la Piedad de Miguel Ángel. Un tumulto de ideas y sensaciones recorrían su mente para apenas detenerse y dejarla formular un pensamiento concreto, una palabra que decir, un sentimiento que reconocerse a si misma. Su mente vagaba a velocidad luz por la constelación del boyero. Una voz la hizo aterrizar.

-¿Qué te pasa?-dijo Inma con una mirada invitadora a todo.

Sofocada como estaba apenas acertó a decir:

-nada.- Pero esta interrupción le devolvió la elocuencia de repente-Inma. – y alargo los brazos para sujetarla por la cintura con ambas manos, mientras la miraba desde abajo, sentada como estaba en el sofá-. Mis relaciones homosexuales se reducen a una tarde lluviosa en un baño del colegio cuando tenía 11 años, fueron unos besos y caricias por encima de la ropa que no fueron a ningún lado salvo al de enfriar y perder una amistad. Creo que no soy lesbiana, o eso creía hasta hace un momento. Pero acabo de entender el gusto de Safo al verte a ti ahora mismo. Acabo de entender que no tiene tanto que ver con un apetito sexual como con la admiración de lo femenino. Tanto tiempo recriminando por sus exageradas alabanzas a Antonio cuando se refería a mi cuerpo o al de otras y ahora acabo de entender a que se refiere, ahora veo que no eran exageraciones suyas. ¡DIOS! ¡A mis años! –La acercó lentamente hacia sí, hasta rozar los labios en la tripa de Afrodita. La besó lentamente por toda la inexistente barriga, para ver la reacción de ella. La giró y admiró sus nalgas que cubrió también de besos Por fin levantó la vista y habló.- Mira a ver que vas a hacer ahora,… si te quieres marchar,… pero si te quedas vas a necesitar algo más que la cera y las pinzas para arreglarme. Quiero el mío como el tuyo y quiero el tuyo.

Inma empujó a Ana hacia atrás en el sofá y se sentó a horcajadas sobre ella. Le miró fijamente a los ojos.

-Primero: mi experiencia es algo más grande pero tampoco mucho más. Segundo: no tengo intención de marcharme después de que me hayas estado poniendo caliente cada noche después de lo del garaje y de nuestras conversaciones. Perdona pero estoy loca por que tu marido me lo coma y mis fantasías me han llevado a querérmelo montar contigo. Tercero: no he entendido una palabra de tus paranoias con el lesbianismo y cuarto: ¿ese mamón de Safo… juega en el Barça?

  • Tú eres un demonio. Tu no tienes 19 años, ¿O que optativa has elegido en la ESO? ¿Perversión de vecinas mayores?

-Fíjate la madurita. Perdona pero estoy en la facultad. Vamos que te voy a apañar el conejo. Pero vamos a ponernos otra copa-Tirando de ella se fueron al baño y prepararon la cera. En un periquete Ana estaba lista. Inma besó su coñito y preguntó:

-¿Que te parece?-Inma encaró a Ana frente al espejo del baño sujetándola por los hombros. Las miradas de ambas féminas convergían en el depilado pubis. La piel depilada y enrojecida por la agresión ocupaba la mayor parte del pubis, tan solo una ligera hilera de vello castaño poco poblada se extendía de arriba abajo.

-A mi me gusta. Me veo bien la verdad.

-¿te encuentras guapa? Estás preciosa, animal y felina.

-¡Ah! No sabía que los gatos se depilaran.

-Yo me entiendo. Ha llegado el momento.

Inma se sacó por encima de la cabeza la camiseta que le había dejado Ana. Se quitó el tanguita por segunda vez en la tarde. Y como si tuvieran un vínculo telepático se volvieron al unísono hacia el espejo para contemplarse. Pero ya no dijeron nada por el momento. Inma se situó detrás de Ana y comenzó a acariciarla contemplando el rostro de Ana, que con los ojos cerrados era un libro donde se leían todo tipo de sensaciones: placer, sorpresa ante cada caricia nueva ejercida por la que ahora resultaba ser una inmigrante de Lesbos, vergüenza por una ligera sospecha de estar realizando algo indebido, escalofríos por el sutil roce de unos dedos y manos que lo abarcaban todo, desde el rostro y el cuello hasta las ingles pasando por los pechos y vientre, pero evitando todavía su sexo. Inma sospechaba que si llegaba a la vagina ya no podría demorarse más y atacaría vorazmente la fruta de la pasión hasta arrancarle el orgasmo. Así se demoraron todavía cerca de diez minutos acariciándose sin apenas rozarse la una a la otra admirando y degustando sus cuerpos. Pero Ana estaba ansiosa, la tarde había sido muy larga y sensual. Le agarró de la mano y la llevó al dormitorio, allí la empujó sobre la cama como Antonio solía hacer con ella y se fundió en un abrazo con ella en el que cada poro de su piel quedó conectado al de la otra. Sus bocas se juntaron y degustaron con fruición, el contacto de los pechos de una sobre otra tenía sobrecogida a Ana. Besó sus pechos y sin poder resistirse más bajó a las profundidades de la cueva de Inma, introdujo la lengua todo lo que pudo haciéndole estremecerse, la sacó y la sustituyó por dos de sus dedos al tiempo que acomodaba sus labios y lengua sobre el clítoris y alrededores. Al cabo de dos minutos de roces linguales le alcanzó la pequeña muerte -que dicen los franceses- entre tremendos gemidos de gusto, que más parecían chillidos. Inma era una exagerada corriéndose.

Continuaron la sobremesa con más caricias. Que fueron interrumpidas por Inma.

-Me toca terminar esto. Fui yo quien lo empezó y al final soy la que más estoy disfrutando.

-No te creas, voy bien servida esta tarde.

-¿no te apetece entonces?-Dijo Inma, con sus labios besando la recién depilada piel del monte de Venus, y un atisbo de decepción en la mirada.

-Sí, sí. Tú adelante, no voy a dejar la tortilla a medias, estoy exultante.

-¿qué significa exultante?

-Pues luego lo buscamos en el diccionario. Tú a lo tuyo.

-Creía.-Inma pasaba de abajo a arriba su larga, húmeda y caliente lengua derramándola por toda la vagina clítoris y perineo, Ana se retorcía de gusto y satisfacción contenida, cuando se abrió la puerta y entró Antonio. Sus ojos como platos ante el espectáculo que se le ofrecía iluminaban toda la habitación

-¡Antonio, Idiota!, ahora no. Vete a tomar una cerveza. Luego te lo cuento.-Inma que no le había oído ni visto entrar, porque se encontraba de espaldas a la puerta se incorporó de una bote.(lo que se dice un salto de cama).-Tú continua con lo tuyo ¡bonita! que no estoy yo para parar ahora a dar explicaciones. Vete a tomar una cerveza tranquilito he dicho, y cierra la boca que se te cae la baba.

-¡Si vaya! para quedarme tranquilito estoy yo ahora.

Antonio salió de la habitación entre los sonoros gemidos de su esposa que se clavaban en sus tímpanos hasta incrustarse en la imagen mental del trasero expuesto y abierto de Inma a cuatro patas con su depilado coñito rosado y húmedo asomando

(Continuará…)